Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Wish You Were Here por midhiel

[Reviews - 49]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Wish You Were Here

Capítulo Uno: Necesidad

Un mes después de que Charles y Erik se separaran tras el incidente con los Centinelas.

Era la tercera cita que tenían después de más de una década. Charles había elegido un restaurante elegante y Moira reía sonoramente, mientras él leía el menú en perfecto francés. Charles escogió el vino y cuando bebían esperando los platos, abordó el tema de forma directa.

-Te invité en estas tres ocasiones para pedirte perdón por mi atrevimiento al borrar tu memoria.

-No Charles – lo detuvo Moira, dejando su vaso y sacudiendo la mano -. Hiciste lo que consideraste correcto. Quisiste proteger tu escuela y protegerme a mí de interrogatorios peligrosos.

-Me alegra que entendieras – sonrió Charles -. Para el registro, no estoy manipulando tu mente – bromeó.

-Lo sé – rió ella con alegría. Quizás el vino le estaba subiendo más rápido de lo que Charles había previsto o, como él, se encontraba nerviosa.

-Pero además – continuó Xavier serio -. Te invité a salir porque quiero que volvamos a estar juntos. Pasó más de una década y los dos . . .

-Los dos estamos envejeciendo y estamos solos – concluyó Moira sin un atisbo de risa.

Charles sonrió asintiendo.

-En ese entonces éramos jóvenes, con un futuro por delante y no sabíamos lo que queríamos. Hoy veo las cosas con más claridad.

-¿Qué hay de Erik Lehnsherr? – preguntó Moira directamente -. Nunca me ocultaste tu relación con él, de hecho fue él la razón de que hayamos terminado y decidimos ser amigos. Te seré sincera, yo guardé esperanzas después de que él se comportó como un bastardo en la playa, pero enseguida tú y yo nos separamos. No es ningún secreto que Erik escapó de prisión y los vi a los dos en las noticias cuando quiso matar al presidente en la Casa Blanca. …l está libre y tú estuviste con él en al menos una ocasión. ¿Qué hay de eso?

A Charles le pareció una pregunta justa y cruzó las manos sobre la mesa. Tenía todas las intenciones de serle sincero.

-Amo a Erik Lehnsherr, pero no al Magneto en el que se convirtió. Estoy enamorado del hombre que conocí cuando me arrojé al mar para detenerlo. Pero ese hombre murió cuando asesinó a Shaw sádica y despiadadamente. El Erik Lehnsherr que amo es el del pasado, no el actual. Créeme que cuando estuve con él la última vez, en la Casa Blanca, comprobé que ya no hay nada de ese hombre en Magneto.

-Charles – Moira sacudió la cabeza con resignación -. ¿Estás enamorado de un fantasma y quieres reiniciar una relación conmigo?

Charles se mordió el labio inferior y bajó la mirada. No sabía qué responderle porque en el fondo ni él estaba seguro de lo que quería.

Moira era la indulgencia hecha persona y tomó sus manos cruzadas sobre la mesa.

-Debes superarlo, Charles. Pero no con una nueva relación, sino solo y por ti mismo. Es un gran paso que reconozcas que la persona de la que te enamoraste aquella vez ya no existe.

-Me siento un estúpido y un villano habiéndote traído – confesó Charles con amargura.

Moira quedó en silencio por unos instantes.

-Escucha, Charles. Que lo nuestro no haya funcionado, no nos impide ser amigos. Podemos compartir cenas, charlas, salidas sin buscar algo íntimo. Pienso que me invitaste porque necesitas a otra persona que te acompañe además de Hank y me parece adecuado. Acepto ser tu amiga, pero no creas que con eso cerrarás tus heridas abiertas. Eso solo puedes hacerlo tú solo y con el tiempo.

-Pasó más de una década desde el accidente.

-Es el tiempo que necesitas para olvidarlo – respondió ella con sabiduría.

En ese momento llegaron los platos. Comieron en silencio, hasta que Moira rompió el hielo rogándole a Charles que pidiera nuevamente la carta y le leyera los postres en francés. Charles aceptó el juego y los dos sonrieron como un par de niños.

Al terminar de cenar, Charles recogió el abrigo de su dama y la ayudó a ponérselo. Luego salieron tomados de la mano.

-Gracias – murmuró Charles a su oído.

Moira solo sonrió. Una amiga, eso era lo que Charles Xavier necesitaba.

••••••••••••••••••••••••

Después de la cena, Charles llevó a Moira a su departamento y regresó a su casa en las afueras de la ciudad. Habían pasado una velada encantadora porque su amiga era una persona encantadora pero, a pesar de las risas y las bromas, él seguía arrepentido de haberle propuesto reiniciar la relación cuando aún la herida le sangraba. Pensó en la clase de monstruo en que se había convertido, uno que se autocompadecía de sus miserias y errores, y pretendía que los demás le sintieran lástima. Una criatura patética, apenas la sombra del hombre que una vez había sido.

Al llegar a casa, Charles saludó a Hank, que lo había estado esperando, y se retiró a dormir argumentado lo cansado que se encontraba. Una excusa que el joven no aceptó. Ya estaba vestido con su pijama y su bata, cuando el normalmente discreto Hank le pidió permiso para entrar. Charles fue a abrirle la puerta.

-No te engañas ni a ti mismo ocultándolo - opinó el muchacho directamente. Charles suspiró y le permitió el ingreso en su recámara -. Recién pasó un mes.

-¿Por qué toda mi vida tiene que girar en torno Erik Lehnsherr, según tu visión? Repetirme lo de “hace un mes” día y noche roza el insulto.

Hank quedó de pie sin decir nada. Charles fue a servirse un poco de whisky y lo bebió de un sólo trago.

-Tocamos el tema con Moira - reconoció finalmente Charles con un dejo de melancolía, rompiendo el silencio -. Sabes, no se trata de nostalgia, ni de extrañarlo, ni de ninguna cursilería o sentimentalismo barato. Pero él se marchó herido, Hank. Una bala le había rozado la nuca. Cuando me metí en su mente para quitarme el hierro de encima, sentí que estaba débil y mareado. Aún así tuve que dejarlo partir porque si lo capturaban no viviría media hora. Sin embargo, Erik necesitaba atención médica.

- …l mismo se llama un sobreviviente - replicó el joven sin conmoverse -. Habrá sabido curarse mejor que lo que nosotros hubiéramos hecho.

-Ojalá.

-Escucha, Charles - comenzó Hank y, nervioso, se acomodó las patillas de los lentes -. No es el estado de Erik el que me preocupa, sino el tuyo. Te estás inyectando demasiado. . .

-Obvio - sonrió Xavier -. Necesito mis piernas para conducir y buscar a Moira.

-No estoy hablando sólo de esta noche.

Charles se arrojó en el sillón.

-No soy un niño – le recordó enfadado -. Conozco mis límites y puedo controlarme.

Hank se mordió los labios y bajó la cabeza. Le costaba horrores reprender al hombre que veía como su mentor.

-Si puedes controlarte como dices, entonces podrías dejar de inyectarte cuando pase el efecto en un par de horas.

-Si mañana necesitara mis poderes, sí - coincidió Charles - . Pero no los necesito.

-Mañana podrías conectarte a Cerebro para rastrear a Erik, si tanto te interesa su estado, ¿no te parece?

Charles rió con ganas.

-¿Tanto miedo tienes de que me haya vuelto adicto otra vez? - Hank lo miró sin responderle. Charles bufó con resignación -. Bien, en un par de horas el suero dejará de tener efecto. No me inyectaré esta noche y mañana me conectaré con mis poderes restablecidos. ¿Satisfecho?

-Es por tu propio bien, Charles - replicó el joven escuetamente y se retiró.

Charles permaneció sentado observando la puerta, mientras olía el sabor a alcohol del vaso vacío.

............................

Erik llegó hasta la recepción del motel donde se estaba alojando desde la noche anterior. Se trataba de una pocilga prácticamente abandonada en Queens, un lugar de descanso para gente como él, que no quería ser encontrada por la policía. Las paredes olían a rancio, o tal vez, eran las nauseas que iban y venían. Se apoyó cansinamente en la mesa, mientras el recepcionista le pasaba la llave.

-Deberías ver a un médico – expuso el hombre entre dientes -. Estás pálido como cera, hermano.

Erik tomó las llaves sin responderle y enfiló hacia la escalera. Se recargó pesadamente en la barandilla, que afortunadamente se notaba segura, y trató de subir. Daba uno a uno los pasos, pasitos de bebé, sujetándose con fuerza para no perder el equilibrio. De repente, al mareo se le sumó la migraña y el dolor en el vientre. Se tocó el estómago y notó que como otras veces, comenzaba a hinchársele. “Maldita sea”, carraspeó, mientras se esforzaba más por subir. Llevaba ya diez días padeciendo estos síntomas. Al principio no les había dado importancia ya que habían aparecido durante unos minutos y se habían esfumado. Pero cuando con el correr de los días se hicieron más frecuentes, prolongados y agudos, se preocupó. Además, al dolor se le sumaba una necesidad increíble de tener a Charles a su lado. Sí, aunque sonara absurdo y sentimentalista, era lo que Erik sentía cuando los síntomas lo aquejaban. Era una sensación extraña, como si su cuerpo entero reclamara la presencia de su viejo amigo para calmarse. Por eso Erik había viajado a Nueva York. Quería encontrar a Charles y que le explicara qué demonios le estaba ocurriendo. Además . . . no . . . ¡No! Hasta él mismo se negaba a reconocerlo, pero lo que deseaba era reencontrarse con él. Necesitaba verlo, olerlo, percibirlo cerca.

Mascullando maldiciones, llegó al primer piso. Era una suerte que su habitación estuviera allí y no en el quinto. No había nadie en el corredor. Erik llegó hasta la puerta, recargándose en la pared, y metió la llave. Apenas empujó el picaporte, el malestar en el vientre, la migraña y los mareos aumentaron. Con un grito de dolor, cerró la puerta y se arrojó en la cama, quedando en posición fetal. ¿Qué le estaba pasando? Cerró los ojos y tan adolorido estaba, que soltó lágrimas. Se tocó el vientre con ambas manos y notó que estaba ligeramente hinchado y duro como una piedra. No quería seguir sufriendo y el malestar lo hacía sentirse inválido. Odiaba saberse enfermo, especialmente ahora cuando tenía una misión que cumplir: luchar por la gente como él, y lo último que deseaba era depender de otra persona. No podía ir a un hospital cuando su rostro se había mostrado en las pantallas durante el último mes. Necesitaba ver a Charles, lo necesitaba.

Recién después de media hora el dolor y los mareos comenzaron a disuadirse lentamente. Erik abrió los ojos suspirando. Permaneció hecho un ovillo durante una hora más. Cuando se sintió restablecido y su vientre se aplanó, decidió incorporarse en la cama. Miró a través de la ventana y vio que estaba amaneciendo.

Tenía que llegar a Westchester urgentemente. Pero, ¿qué le diría a Charles al verlo cara a cara?

-Eso es lo que menos importa ahora – masculló y apoyándose en el colchón, consiguió ponerse de pie.

¿Acaso le diría que lo necesitaba para que lo consolara cuando le dolían la barriga o la cabeza? ¿O necesitaba que lo examinara y determinara si no estaba sufriendo otra mutación? ¿O, quizás, solo necesitaba verlo?

Erik estaba confundido y no era una persona propensa a emocionarse. Los sentimientos intensos lo aturdían. Aliviado por sentirse mejor, bajó para pagarle al recepcionista y marcharse.

............................

Un par de horas después de que Erik pagara la cuenta, Hank despertó y fue a la cocina para prepararle el desayuno a Charles. Como su amigo ya no podría manejar las piernas, creyó conveniente llevarle la comida y ayudarlo a levantarse. Subió con la charola cargada con un desayuno saludable: café, cereales, leche, pan y jugo de frutas exprimido. También una pastilla por si como efecto secundario, Charles amanecía con jaqueca. Entró sin llamar, suponiendo que su amigo aún dormía.

-¿Charles? - exclamó Hank sin creer lo que le mostraban los ojos.

-¿Eh? - Charles volteó -. ¡Ah! Hola, Hank.

-¿Qué haces de pie?

Charles estaba parado junto al cortinaje, sosteniendo un vaso con whisky.

-Tuve que inyectarme - confesó sin remordimientos -. Ayer bebí vino en la cena y whisky antes de acostarme. El alcohol no me dejaba concentrarme para acallar las voces. Dirás que qué voces si sólo estamos tú y yo, pero quería dormir tranquilo y me inyecté el suero.

Hank se puso azul. Arrojó la bandeja sobre una cómoda, se quitó los lentes y se frotó los ojos para refrenarse.

-¡Eres un maldito adicto, Charles! - estalló -. Pensé que al menos el interés por Magneto te obligaría a recuperar tu poder, pero ni aún así eres capaz de controlarte. ¡No volveré a prepararte ese suero! ¡Te está matando!

Charles hizo una mueca de fastidio.

-Deja de armar berrinches, Hank - se mofó con total calma -. Ayer fue una situación especial. El efecto dura cuarenta y ocho horas y . . . a ver . . . ya pasado mañana voy a estar listo para conectarme a Cerebro.

-No, Charles - suspiró el muchacho, que había vuelto a recuperar su color. Sin embargo, tenía los ojos rojos por el llanto y la decepción -. No me importa si te conectas pasado mañana o la semana que viene. Ya no tienes cura.

Charles se encogió de hombros.

-Deja de ser tan melodramático.

Hank lo miró con una mezcla de frustración y desprecio, y sin responderle se marchó con un portazo a sus espaldas.

Charles se arrojó en el sillón sin un ápice de culpa. Para él, Hank no era más que un niño que poco o nada sabía de la vida.

.................................

Nota: ¡Hola! Espero les haya interesado este primer capítulo. Se me ocurrió esta idea porque hay pocos fics mpreg de Erik, aunque sé, que la situación no es común en el fandom, quería probar a ver qué sale.

Espero los divierta.

Ah, el título está sacado de uno de mis temas favoritos de “Pink Floyd”, aquí está cantado por David Gilmour y con subtítulos. (Espero se lea el link)

https://www.youtube.com/watch?v=wD6LK-zNLDA

Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).