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Perdidos en la carretera por Euridice

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Perdidos en la carretera

Era una noche calurosa en el santuario, y todos los caballeros se preparaban para lo que sus anfitriones denominaron “la fiesta del año”; se trataba del cumpleaños de los gemelos Saga y Kanon, y el festejo sería a lo grande, pues también había que celebrar que Athena los había vuelto a todos a la vida, y no menos importante, que los gemelos finalmente se reconciliaron, luego de tantos años de peleas y distanciamientos.

Los anfitriones habían ahorrado durante meses y se esmeraron por conseguir el mejor lugar en las afueras de Atenas para su gran evento; habría bebidas para elegir y, por supuesto, muy buena música. La mayoría de los jóvenes fueron al lugar en autobús, y volverían tal vez en taxi, pero a Aldebarán de tauro no le gustaba mucho la idea de usar el transporte público, especialmente al volver de la fiesta, donde quizás muchos estuvieran muy borrachos y se pusieran a hacer ridiculeces en el autobús, por lo cual optó por pedir un coche prestado a un aldeano al cual le había salvado el cuello varias veces. Era un coche sencillo pero en muy buen estado; y para no sentirse solo, llevó a Mu, Shaka y Milo con él.

Llegaron al lugar y ya estaban allí la mayoría de sus compañeros; Kanon y Saga de veras que se habían esforzado en organizar esa celebración, parecía una fiesta privada de Hollywood. Transcurrieron algunos minutos más, cuando ya habían llegado todos los invitados; todos se saludaban alegremente y parecían estar muy dispuestos a pasar una gran noche.

Mu y Shaka, quienes estaban saliendo hacía un tiempo, no esperaron y fueron directo a una mesa algo apartada para beber un vino tranquilamente; Milo, a quien le gustaba divertirse a lo grande, se acercó a un barril de cerveza donde ya se encontraban con jarras llenas de dicha bebida Shura, Deathmask y Saga. Pronto el corpulento taurino notó que los anteriormente mencionados comenzaron a apostar quién hacía “fondo blanco” más rápido, y así se dispusieron a vaciar sus jarras en cuestión de segundos, y pronto Shura levantó sus brazos victoriosamente, al haber resultado el vencedor; “estos cuatro, son unos loquillos”, pensó para sí mismo y rió.

Se encontraba solo en la barra, bebiendo un whiskey, bebida que le gustaba para tales ocasiones, y continuó observando en silencio todo lo que ocurría en la fiesta. Pudo ver a Aioros intentando seducir a Kanon, quien parecía ser inmune a los encantos del centauro, un ya borracho Aioria (pues era de los que al par de copas ya quedan alegres)contándole chistes a Camus, que parecía estar esperando que alguien lo rescatase, y Afrodita, vestido para infartar, paseándose por delante de Deathmask tratando de captar su atención, a pesar de que el de corto cabello azul parecía estar más interesado en volver a vaciar al sorbo su jarra de cerveza y romper el récord que llevaba el español, que en el seductor caballero sueco. Por su parte, Dokho y Shion parecían ser de los borrachos filosóficos, pues se encontraban en una charla sobre la invasión turca, a pesar de que habían bebido ya unos cuantos vasos de ron.

Al  cabo de unas horas casi todos estaban ya en la pista de baile, moviéndose coordinadamente con la música algunos, como Aioros y Aioria, y otros no tanto, como Deathmask, Shura, Saga y Milo que ya de la borrachera apenas atinaban a abrazarse, típica señal de amigos borrachos que sienten el deseo de expresar su afecto. Aldebarán decidió unirse al baile aunque, a pesar de ser procedente de Brasil, la danza no era precisamente su punto fuerte, pero Aioros y Aioria lo ayudaron a desinhibirse y sentirse a gusto. Todo transcurría en un clima muy ameno; hasta Camus que tenía fama de algo pacato bailaba con Kanon de forma muy despreocupada y suelta.

Nadie más que Aldebarán había notado que un caballero no parecía estar teniendo un buen pasar, y ese era Afrodita. El joven de cabello celeste se encontraba en la barra completamente solo, bebiendo lo que parecía ser un vodka, con cara de pocos amigos. Aprovechó al salir del baño (el whiskey sí que le daba ganas de orinar, pensaba) para acercarse al bello pisciano y tratar de convencerlo para que se uniese a la fiesta.

Una vez fuera del baño, se acercó al joven de cabello celeste:

-          ¿Por qué esa cara larga, Afrodita?

 

-          Dra åt helvete!- dijo el sueco.

 

-          ¡Vaya! Que astucia la tuya Afrodita, insultarme en sueco…

 

-          Como si supieras lo que significa.

 

-          Claro que no tengo idea de qué es lo que dices, pero por tu tono sé que no es agradable. ¿Por qué no estás en la pista de baile? Tengo entendido que bailas muy bien...

 

-          No estoy de ánimo….- respondió de forma tosca el de ojos celestes.

 

-          ¿Mala noche?- preguntó Aldebarán, intentando averiguar qué le sucedía al caballero de piscis.

 

-          Pésima. Y ni siquiera estoy lo suficiente borracho como para intentar divertirme- respondió Afrodita, y Aldebarán se quedó un rato pensando en aquel instante en el cual el caballero más hermoso se pavoneaba frente al de la cuarta casa, quien hacía caso omiso a sus lances.

 

-           No será por Deathmask, ¿o sí?- preguntó, a pesar de que cabía la posibilidad de que Afrodita le partiera la cara por atreverse a preguntar sobre ese tema.

 

-          ¡Ptss!- respondió el peliceleste, muy molesto.

 

-          Vamos Afrodita, el tipo es un caso perdido; le gusta el alcohol y el sexo casual. ¿Esperabas acaso una cena romántica con él?

 

-          ¿Y tú qué sabes? ¿Acaso eres su confidente?

 

-          No, pero soy muy observador…

 

-          Pues deberías revisar tus “observaciones”; Deathmask y yo tenemos gran química; nadie me hace sombra. Lo tengo comiendo de mi mano…- expresó airoso el sueco.

 

-          ¿Ah sí?, pues parece que a tu cangrejo empezó a cambiar de dieta.

 

-          ¿De qué hablas?- dijo Afrodita, algo confundido.

 

-          Pues parece que cambió el salmón por un artrópodo como él- dijo Aldebarán señalando con su vaso la pista de baile, donde estaba Deathmask besando impetuosamente a Milo, al tiempo que Saga y Shura exclamaban “WOOOOOHHH” a modo de festejo a una proeza del canceriano.

 

-          ¡¡¡¡E…ese….BICHO!!!!- exclamó-  ¡Esta fiesta apesta! Me largo de aquí- dijo el sueco realmente enojado, y tomó su chaqueta para retirarse. Se abrió paso a empujones en la pista de baile y salió del lugar. Detrás de él fue Aldebarán.

Una vez fuera del lugar, Aldebarán iba tras Afrodita, quien caminaba a paso firme y parecía no escuchar al grandote llamándolo; pero sí escuchó los truenos y tuvo el irrefrenable reflejo de mirar hacia el cielo. Había comenzado a llover copiosamente.

-          ¡Genial!- refunfuñó el peliceleste. Detrás de él estaba Aldebarán, convenciéndolo de que volviera a la fiesta.

 

-          Vamos Afrodita…no vas a perderte la semejante fiesta que armaron nuestros amigos, a ti que te encantan las fiestas….

 

-          ¡No pienso volver allí, no dejaré que me pongan en ridículo!…

 

-          ¿Crees que alguien haya siquiera notado que estabas solo, con la borrachera que tenían?

 

-          No me importa, me voy a casa- Contestó Afrodita empecinado en no dar marcha atrás.

 

-          Déjame llevarte al menos- insistió Aldebarán, algo preocupado.

 

-          No, encontraré un taxi.

 

-          Lo único que vas a encontrar en este clima va a ser un resfriado- continuó el taurino, pero Afrodita era muy terco a veces y seguía avanzando, como si Aldebarán no estuviera allí.

 

-          Vete, déjame solo.

 

-          Vamos Afrodita….se te arruinará el cabello…- dijo el de la segunda casa, a lo cual el pisciano no pudo decir un no. Si al hecho de tener que presenciar la escena de Deathmask besuqueándose con Milo, se sumaba que su hermoso cabello, al cual arreglaba con tanto esmero para salir, fuera arruinado por la lluvia, iba a explotar de ira. Por lo tanto accedió a la oferta de Aldebarán, y se subió al coche con él.

Aldebarán encendió el motor y condujo por una pequeña calle empedrada; luego viró y tomó una carretera. Estaba muy oscuro y no había muchas señales que indicasen qué camino seguir, por lo cual al rato se encontró que estaba dando vueltas en círculos.

-          Mmmmm……¿Por dónde era?- expresó pensativo.

 

-          No me digas que no sabes el camino de regreso…- expresó Afrodita con molestia.

 

-          Bueno….eerrr….yo creo que hoy giré por aquí, y luego…

 

-          Ya van tres veces que viraste por este lugar…- la verdad era que Aldebarán había dado con el lugar de la fiesta porque Milo le había indicado el camino mientras conducía, él conocía el lugar, por ser oriundo de Grecia.

 

-          ¿Tú cómo llegaste?- preguntó el taurino muy dudoso.

 

-          Yo vine en autobús, y no tengo idea de cómo son las carreteras aquí…

 

-          Bueno….pues….¿cómo era el camino?- se preguntaba el de cabellos oscuros, algo nervioso.

 

-          ¡No puedo creer que no sepas cómo volver!, ¡debí esperar un taxi aunque mi cabello quedara hecho una mopa!

 

-          ¡Ah sí! ¡Ya recuerdo!- exclamó y Afrodita dio un suspiro de alivio.

Continuó conduciendo, ahora por el camino correcto, la lluvia parecía no amansarse, pero de repente, el coche se detuvo. Aldebarán sintió la inquisidora mirada de Afrodita, y con miedo observó el tablero del coche: se quedó sin gasolina.

-          Te….tenemos un problema…

 

-          ¿Ahora qué?- dijo el peliceleste con fastidio.

 

-          N…nos quedamos…sin gasolina.

 

-          ¡¡¿¿QUÉÉÉ??!!- gritó Afrodita, provocando que Aldebarán diera un salto en su asiento- ¡No puedo creerlo! ¡Toro bruto!, ¿qué diablos vamos a hacer ahora?- recriminaba el sueco, más alterado que mujer durante su período.

 

-          ¡Tranquilízate un poco!, ¡¿quieres?!- expresó el de la segunda casa, quien empezaba a irritarse ante la histeria del pisciano- Escucha, por esta misma carretera, y a una distancia no muy lejana vi una gasolinera, llevaré el bidón que hay en el baúl y traeré gasolina. No me tardaré.

 

-          ¡¿Me dejarás aquí solo?! ¿Qué tal si viene un pervertido y me viola? ¿y luego me asesina y viola a mi cadáver?

 

-          ¡Deja de imaginarte películas de terror! No hay absolutamente nadie, no te sucederá nada. Puedes venir si quieres, pero a la primera queja de que tu fina ropa se empapó o de que tus elegantes zapatos están embarrados te dejo en la ruta y harás dedo.

El sueco se quedó mudo pensando en que sería imposible no quejarse de tales cosas, él que cuidaba sus elegantes atuendos como si fueran sus rosas, así que optó por quedarse en el coche. Y así, Aldebarán emprendió camino hacia la gasolinera, que para su fortuna no estaba muy lejos, como sospechó. Una vez allí, vio que todo estaba oscuro, se acercó al puesto donde deberían estar los vendedores pero no había nadie; el lugar estaba cerrado. Maldiciendo como nunca en su vida volvió al coche, pero más que pensar en el hecho de tener que quedarse varado en medio de la nada, le preocupaba enfrentar el ataque de nervios que le daría a Afrodita cuando recibiera tal noticia. Caminó rápidamente hasta el coche y se metió en él, Afrodita lo miró expectante:

-          ¿Y la gasolina?

 

-          La gasolinera estaba cerrada….

 

-          Genial Aldebarán, Athena debería titularte “el caballero más torpe”. Ahora estamos en medio de la nada y sin gasolina- expresó el sueco con gran molestia.

 

El brasileño lo miró con molestia y frustración al mismo tiempo, pues si bien Afrodita se estaba comportando como una nena malcriada, en cierto punto tenía razón.

-          Por suerte me traje un pequeño recuerdo de esa fiesta- dijo el pisciano, sacando de debajo de su chaqueta una botella de vodka. Aldebarán lo observó atónito; jamás habría imaginado ese tipo de conducta del fino caballero de piscis.

 

-          Kanon y Saga te matarán…..- expresó con tono cansado.

 

-          ¡Por favor Aldebarán!, Kanon y Saga eran los más ebrios de toda la fiesta, ¿realmente crees que se pondrán a contabilizar botellas?

Afrodita tenía razón, aquellos dos apenas podían mantenerse en pie, jamás notarían que alguien robó una botella de vodka de entre....las ¿200? que habían comprado. Y así el bello caballero de piscis se fue al asiento trasero pasando por encima del asiento de acompañante, dejando al de oscura cabellera en el asiento del conductor, solo. Ante esta actitud, Aldebarán no pudo evitar preguntar:

-          ¿No vas a compartir?

-          No. Búscate la tuya- contestó el sueco con tono altanero, lo cual hizo que el taurino saltara de su lugar hacia el asiento trasero y se le pusiera frente a frente.

 

-          Escucha una cosa, Pippi Långstrump, será mejor que empieces a tener modales conmigo, porque no tendré ningún reparo en echarte a patadas a esa carretera lluviosa- expresó el grandote ya bastante irritado, generando algo de temor en el hermoso caballero.

 

-          Sss…solo lo dije en broma…- dijo en tono muy bajito y tembloroso el peliceleste, por lo cual Aldebarán se sintió muy mal por la forma en que le habló.

 

-          Lo siento….esto me ha dejado algo tenso.

 

-          Yo no tengo pelo rojo….- reprochó el sueco- y si lo tuviera no lo peinaría con esas trenzas  maltrechas….ni usaría un horrible vestido de retazos- agregó el sueco, en tono de broma para distender el ambiente.

 

-          Ya lo sé- respondió Aldebarán, riendo- es que fue el único personaje sueco que se me ocurrió.

 

Fue así que empezaron a beber ese vodka, transcurrió casi una hora en la cual la botella pasaba de una mano a la otra, y ambos caballeros no dudaban en besar esa boca de vidrio que los invitaba una y otra vez a deleitarse con su elíseo contenido. Entre trago va y trago viene, vaciaron la botella y ya estaban muy borrachos, pero no lo suficiente como para perder la conciencia. Por fortuna ambos eran del tipo de ebrio que quedan alegres y hacen chistes y bromas, y después de varios minutos en los que solamente se miraban y reían sin motivo, empezaron a realizar bizarras hazañas, tales como burlarse de los ridículos pasos de baile que hacían (o intentaban hacer) Shura y Saga estando borrachos, concurso de eructos (algo que descolocó totalmente al caballero de tauro, pues nunca se imaginaba al refinado pisciano proponer algo de tal calibre) y por supuesto, lo más divertido: imitar a sus camaradas dorados.

Fueron varios de sus compañeros las víctimas de sus imitaciones, pero seguro una de la más divertida fue la imitación de Aldebarán, colocándose en posición de loto como Shaka, y simulando que meditaba. Luego, el caballero de ojos oscuros estalló en una carcajada cuando Afrodita se desarregló el cabello (porque, según él, el pelo de Saga parecía haber sido atacado por una horda de vikingos) y remedó a la perfección el rasposo tono de voz del caballero de géminis cuando exclamó “¡¡¡EXPLOSIÓN DE GALAXIAS!!!”

Pero al rato se acabarían los juegos tontos, y Afrodita propuso al caballero de tauro jugar “verdad o reto”. Así que el pisciano comenzó:

-          ¿Verdad o reto?

 

-          Verdad

 

-          ¿Realmente no te sentiste humillado cuando el caballero de pegaso rompió el cuerno de tu casco?

 

-          No. Comprendí que él es un caballero muy valiente, que no dudaría en dar su vida por Athena. Incluso aún lo aprecio mucho. ¿Verdad o reto, Afrodita?

 

-          Verdad- dijo el peliceleste.

 

-          ¿Hubo algo entre tú y el caballero de Andrómeda alguna vez?

 

-          ¿Por qué todos piensan eso?- arremetió el sueco, riendo, pero sin poder disimular su sonrojo.

 

-          Bueno, pues en el muro de los lamentos lo llamaste “amigo” y se miraron a los ojos durante un buen rato…

 

-          ¡Vaya! No mentías cuando decías que eras observador- respondió sorprendido el sueco- pues bien, no, no hubo absolutamente nada con Shun.

 

-          ¿Te hubiera gustado que lo hubiera?- reformuló el corpulento taurino, a lo cual el caballero de piscis se puso aún más rojo.

 

-          Bueno…el chico es muy noble, y dulce….¡¡¡bueno ya!!! Es encantador, me hubiera gustado tener algo con él- culminó por confesar el de ojos celestes- ¿Verdad o reto, Aldebarán?

 

-          Verdad.

 

-          ¿Alguna vez sentiste algo más que amistad por Mu?- preguntó el sueco sin vacilar, pues si el caballero de tauro era observador, él era intuitivo, y siempre notó como el caballero de cabellos oscuros miraba a Mu.

 

-          Próxima pregunta….- respondió Aldebarán, evadiendo el tema.

 

-          No hagas trampa, sé hombre y contesta. ¡¡¡Te gustaba el borreguito Mu!!!

 

-          Mu siempre ha sido un gran amigo para mí, nada más….

 

-          Estás mintiendo….¡¡¡ahora te toca hacer un reto!!!- dijo el peliceleste con una sonrisa traviesa y algo macabra.

 

-          ¿Eh? ¿Pero por qué?

 

-          Lo lamento, así son las reglas…

 

-          Está bien- contestó el taurino dando un suspiro- ¿cuál es el reto?

 

-          Vas a salir a la carretera y bailarás samba…. ¡en calzoncillos!

 

-          ¡¡¿¿QUÉ??!! ¡¡¡Estás orate si crees que voy a hacer eso!!!

 

-          Es eso, o comer barro…- dijo el pisciano.

 

-          Está bien, lo haré- contestó con tono desafiante el caballero de tauro, y acto seguido comenzó a quitarse la camisa y el pantalón.

 

Salió a la carretera y se puso a bailar bajo la lluvia…en calzones. El caballero de piscis ya estaba llorando de risa.  Cuando Aldebarán volvió al coche, el peliceleste no paraba de reír.

 

-          Listo. ¿Satisfecho?- dijo Aldebarán, sintiéndose algo tonto de que ese caballero con aspecto de muñeca de porcelana lo convenciera con tan fácilmente.

 

-          ¿Sabes algo? Para ser brasileño eres pésimo bailando- dijo Afrodita a las carcajadas.

 

-          Seguro tú puedes hacerlo mejor….- dijo el taurino con ironía.

 

-          Pues mira y aprende- dijo Afrodita y comenzó su baile.

 

El hermoso caballero movía sus caderas de forma muy sensual, y su mirada parecía quemar todo lo que le rodeaba. Se sentó frente a frente sobre el regazo de Aldebarán, moviendo su pelvis de una forma suave y rítmica, al tiempo que sujetaba su cabello de manera provocadora, mirando a los oscuros ojos del corpulento caballero todo el tiempo, quien empezó a sentirse acalorado, ya que presentía que en cualquier momento tendría una erección y obviamente, el peliceleste lo notaría. No obstante, la seductora danza de Afrodita no terminaba; rodeó el cuello del de la segunda casa con sus manos y como golpe final, no pudo evitar pasar su lengua delicadamente por el cuello del de cabellos oscuros. Ambos se miraron y Aldebarán no sabía realmente cómo actuar, por lo cual apenas se atrevió a decir:

-          ¡Wow! Tú sí que sabes moverte.

 

-          Bueno, pues, es algo que traigo en mi sangre….- contestó el pisciano sintiéndose halagado.

Pero no había notado que ya había encendido la mecha en el taurino, quien se incorporó y lo tomó por la cintura, aproximándose al peliceleste, y mirándolo fijamente a los ojos le dijo con tono seguro:

-          Te mostraré como bailamos en Brasil.

 

Ya no había marcha atrás, Afrodita había despertado el lado sexual de Aldebarán, quien comenzó a besarlo intensamente, sujetando con suavidad la esbelta cintura del de cabellos celestes, que se sentía tan pequeñita en sus grandes manos. Para su propia sorpresa, el caballero de piscis no se oponía, pues no había dudas que el brasileño besaba de manera muy fogosa y que lo recorría las manos como un experto, como si conociera cada rincón de su cuerpo. El de piscis no se quedaba atrás, besaba muy apasionadamente a su compañero y enredaba sus dedos en el oscuro y suave cabello del caballero de tauro, quien no podía dejar de acariciar la tersa piel de Afrodita bajo la camisa de este.

Con lentitud fue desabrochando la camisa del más bello de los caballeros, dejando al descubierto sus perfectamente trabajados pectorales, cuya blanca piel resplandecía como el brillo de la luna que los observaba. Luego de quitársela, procedió a juguetear con sus rosados pezones que se hacían erectos ante las atenciones del caballero de oscuros ojos, mientras Afrodita deslizaba sus manos por la espalda de Aldebarán; se sentía tan bien como la seda, y el perfume que desprendía lo sumía en el éxtasis. Luego el caballero de tauro recorrió con sus labios el torso del peliceleste, y besó con delicadeza su vientre, pensando que lo tentaba a bajar aún más, pero se detuvo y tomó el rostro del sueco con sus manos y lo miró profundamente, como si quisiera hablarle con la mirada, para volver a besar esos labios tan frescos y suaves.

Poco a poco el de piscis fue besando el cuello de Aldebarán, quien daba profundos suspiros de placer y no dejaba de repetirle que era maravilloso, lo que hacía que Afrodita se sintiera apreciado; definitivamente el de tauro era mucho mejor que Deathmask. Aldebarán dejaba que sus manos investigaran ese bello cuerpo que tenía el caballero de cabellos celestes, y no pudo evitar presionar con ellas las nalgas de Afrodita, al tiempo que este besaba sus pezones. No resistió más la tentación y comenzó a desabotonar el pantalón del pisciano, quien se acostó en el asiento trasero para que su amante pudiera quitárselo más fácilmente. Aldebarán se incorporó para colocarse encima del caballero de la doceava casa, pero debido a su gran tamaño se golpeó contra el capote del coche y se sonrojó, haciendo que Afrodita riera tímidamente.

Estando ahora ambos en ropa interior, el de piscis no pudo contenerse y sintió que debía retribuirle al de tauro por sus atenciones; se incorporó, recostó a Aldebarán, y comenzó a quitarle los bóxers. Masturbó primero el turgente miembro del brasileño, quien daba suaves gemidos, y posteriormente pasó su lengua por la corona del pene del taurino, quien gemía ahora con mayor intensidad. Movía su lengua por el glande con movimientos circulares, hasta que lo introdujo totalmente en su boca, masajeándolo profundamente por varios minutos. El de tauro sintió que acabaría, y pidió al de cabellos celestes que se detuviera por un momento; este pensó primero que tal vez al de la segunda casa no le había gustado, pero retiró de su cabeza esa idea en cuanto Aldebarán se incorporó y lo posicionó de rodillas; Afrodita apoyó sus manos anticipando cuál sería el siguiente movimiento del taurino, que se colocó por detrás de él.

Sin quitar los labios de esa dulce boca, Aldebarán comenzó a tocar la entrada del de piscis, quien se estremecía de placer;  acarició sus bien formadas nalgas y ensalivó uno de sus dedos para introducirlo poco a poco en la entrada del peliceleste. Este comenzó a gemir y dar suaves gritos de placer, lo que animó al de la segunda casa a introducir otro de sus dedos. Cuando notó que la entrada ya se había dilatado lo suficiente, comenzó introduciendo el glande y Afrodita lanzó un grito ahogado.

-          Lo haré con cuidado, tranquilo- le susurró al oído Aldebarán, y el de piscis trató de relajarse.

Hundió su miembro en aquella estrechez y dio al principio suaves embestidas para no lastimar a su compañero; Afrodita sentía una descarga eléctrica que recorría todo su cuerpo y lo hacía gemir intensamente; el placer era indescriptible para ambos, nunca habían tenido sexo y ni siquiera se imaginaban cómo sería hacerlo juntos; en ese momento los dos se preguntaban por qué no se habían acostado antes. Mientras Aldebarán daba embestidas pausadas pero profundas y fuertes, no dejaba de acariciar la bella espalda de Afrodita, para luego masturbarlo y aumentar aún más la dosis de placer.

El de tauro sentía que estaba en los campos elíseos, y cerró sus ojos, gimiendo mientras sentía que el cálido cuerpo del de piscis se contraía por dentro, presionando su miembro rítmicamente, lo que le causaba gran placer. Afrodita, quien había quedado con su rostro hacia la puerta del coche, no contenía sus gritos y se arqueaba a causa de esas penetrantes oleadas de deleite y las atenciones que su miembro recibía al mismo tiempo. Empero, no pudo evitar sentirse algo alarmado cuando pudo oír ruidos alrededor del coche. Afinó el oído, aunque la lluvia había parado ya, escuchando que los sonidos eran de pasos; de repente, un rostro se asoma justo en la ventana del coche frente a la que él se encontraba y mira hacia adentro.

-          ¡¡¡¡AAAAARRRRRGGGGGHHHHHH!!!!!- gritó espantado.

 

-          ¡Hey Afrodita! Sé que lo tengo grande, pero tampoco es para tanto…- exclamó Aldebarán ante el alarido del peliceleste.

 

-          ¡¡No es por tu pene, idiota, alguien nos está observando!!- respondió a los gritos el de piscis, causando una sensación de alerta en el de tauro, que creyó que perdería su erección a causa de ese sobresalto.

Le pidió al de la doceava casa que hiciera silencio, y con su miembro aún en su compañero rápidamente exclamó:

-          ¡Fuera de aquí, maldito degenerado!  ¡O saldré y te romperé los dientes!- se escucharon unos rápidos pasos que se alejaban del coche y ambos dieron un suspiro de alivio. Sin perder más tiempo, continuaron con el asunto que tenían entre manos.

No contuvieron su risa y rápidamente se olvidaron del extraño voyerista que los espió por un instante; Aldebarán volvió a lo suyo y continuó penetrando y masturbando a Afrodita, quien respondía con su cántico de gozo. Las embestidas se hicieron más rápidas y pronto ambos caballeros sintieron una fuerte presión en la pelvis; alcanzaron el clímax y el de tauro volcó su contenido dentro del cuerpo del pisciano, desplomándose sobre este, mientras que el de cabellos celestes acabó en el asiento trasero, el cual para fortuna de Aldebarán era de cuero y pudo limpiarse con mucha facilidad, sin dejar rastro alguno de su pequeña diablura.

Se acomodaron para quedar frente a frente, acostados en la medida que podían, debido a que no eran las condiciones más cómodas para hacerlo, y se miraron en silencio unos instantes.

-          De todas las personas de esa fiesta, jamás pensé que terminaría acostándome contigo- dijo Afrodita, una vez que recuperó el aliento.

 

-          Yo tampoco, pero me gustó- respondió Aldebarán y se besaron.

Tal gasto de energía los dejó con la sensación de haber corrido una maratón, por lo cual se abrazaron y cuando menos lo esperaron se durmieron profundamente; bajo una suave llovizna que volvía a golpear tenuemente el techo del coche.

Ya hacía un par de horas que había amanecido y Afrodita despertó con los rayos del sol en su rostro; dio un gran bostezo y se desperezó, despertando a Aldebarán, quien pensó que tal vez la gasolinera ya estaría abierta y podría buscar gasolina. Se vistió y emprendió rumbo hacia dicho lugar con el bidón que había en el coche, compró la gasolina y dos cafés y volvió al vehículo donde había pasado una noche de locos. Una vez que cargó el tanque, se metió en el coche y bebió su café junto a Afrodita, quien solo vestía su camisa y sus bóxers; disfrutaron su bebida y de ese instante juntos en el que solamente se escuchaba el cantar de las aves. Acabaron el café y el peliceleste terminó de vestirse; con la luz del sol era más fácil para el de tauro guiarse, por lo cual emprendió rumbo de vuelta al santuario, con su hermoso caballero que cada tanto se acurrucaba a su lado.

Llegaron quizás a las siete de la mañana; ambos temían encontrarse con sus compañeros y que los arremetieran con incómodas preguntas, tales como por qué llegaban a esas horas y encima juntos. Atravesaron la casa de Aries en absoluto silencio, pues el de tauro temía que su amigo Mu estuviera despierto y lo sorprendiera llegando con Afrodita, pero el de aries estaba abrazado a Shaka, ambos profundamente dormidos. Siguieron hacia la casa de tauro, y una vez allí el de cabellos oscuros miró los ojos celestes del sueco y le dijo:

-          Pasé una gran noche, de verdad.

 

-          Yo también. Me gustaría quedar en medio de la carretera contigo, nuevamente.- contestó Afrodita.

 

-          Esperemos que así sea; te invitaría a que te quedes, pero no quiero dar lugar a habladurías.

 

-          No te preocupes, seguiré a mi casa. Tampoco quisiera escuchar comentarios de qué hicimos o qué no hicimos….- agregó el peliceleste.

 

-          Bien, creo que es hora de despedirnos.

 

-          Sí. Adiós, nos vemos pronto- dijo el de piscis tímidamente, pero Aldebarán lo abrazó y besó una vez más sus labios.

Afrodita lo miró desde el umbral de la puerta de salida, y luego se fue. Aldebarán simplemente observó como el bello caballero se alejaba, pensando en que el caballero de piscis era realmente hermoso.

 

 

 

 


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