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The Ruins of My Life por carina_mew12

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Notas del fanfic:

ONE PIECE Y TODOS SUS PERSONAJES PERTENECEN A EIICHIRO ODA-SAMA.

SI VES ESTE FANFIC EN OTRA CUENTA O EN OTRA PÁGINA, POR FAVOR, DENUNCIA

TRABAJO DE FAN PARA FANS

Notas del capitulo:

HOLA PEQUES!!


Bueno, aquí estoy de nuevo con un one shot, esta vez es un songfic. Se me ocurrió mientras escuchaba la canción, y pues, debía escribirla xD repito que la canción se llama "The Ruins of my Life" de Sonata Artica

antes de empezar, voy a hacer unas alcaraciones:

- como la letra de la canción no tiene género, me tomé la libertad de modificar la traducción al español para que coincidiera con la historia

- también modifiqué un poco el significado de la historia para que concordara con lo que tenía en mi cabecita.

Notas:

-....- diálogos de los personajes

abc....  letra de la canción original

abc.... letra de la canción traducida

**** cambio de escenario o transcurso de tiempo

 

 y creo que es todo xD los dejo leer, nos vemos abajo!! owo/

The Ruins of My Life

 

 

 

Único capitulo

 

***

 

“The land was then young, I was fighting for it like everyone,

ready to die for the cause, for my King, for my Lord”.
[“La tierra era joven entonces, yo estaba peleando por ella como todos,

listo para morir por la causa, por mi Rey, por mi Señor”.]

Escondido entre las colinas tapizadas de frondosos y enormes árboles, muy cerca de un cristalino río, había un reino, el más próspero de aquellas tierras. Tenían agua, comida y combustible para vivir, era un verdadero Edén que además, era gobernado por un noble Rey. Pero el hombre es ambicioso, y en cuanto los otros reinos escucharon de este paraíso, no dudaron en intentar apoderarse de él por la fuerza. El Rey de aquel lugar formó una de las tropas más fuertes que hayan existido, y una vez que sus enemigos cayeron uno a uno, se dio cuenta que esas tierras no eran suficientes para él.

Su ejército no se negó, y pronto pasaron de ser un pacífico reino a uno bélico que no sentía piedad por nadie, ni siquiera por los suyos. Muchos habían muerto en las guerras, pero al rey poco le importaba, sólo quería más y más. A pesar de ello, sus tropas seguían siendo fieles a él, volviéndose cada vez más fuertes después de cada batalla. Entre todo el ejército había un hombre que se había vuelto una verdadera leyenda; un hombre de cabellos rubios como el sol y ojos azules capaces de iniciar una tormenta; no importaba cuántas veces fuera derribado, siempre se levantaba y ganaba, por ello, el Rey le había dado el título de Marco “El Fénix”.

Cada vez que el ejército del Rey llegaba de una batalla, todos los aldeanos aplaudían y les daban presentes a los heridos guerreros que regresaban, o mejor dicho, a la mayoría. Nadie se atrevía a acercarse a Marco, puesto que su sola presencia hacía temblar al más valiente, y entre simples civiles sólo sembraba el miedo. Pero nadie sabía el dolor que llevaba por dentro; había visto a sus amigos morir en las guerras y su familia había muerto hace tiempo, estaba solo, y eso poco a poco le fue pesando en las batallas.

Un día, el fénix no pudo más, su último gran amigo y compañero, Thatch, había muerto en combate hacía unas semanas, y al regresar al reino, tan sólo bajó la mirada y cayó estrepitosamente de su caballo. El animal paró enseguida al sentir que había perdido a su jinete, y se quedó ahí, como todos alrededor del caballero. Todos habían retrocedido y tan sólo le miraban, como si no supieran qué hacer bajo esas circunstancias…

- ¿es… estás bien?- se escuchó la voz de alguien, y de entre el tumulto de gente, un joven se abrió paso y se acercó al rubio, tocando suavemente su cuello- está vivo… ¡alguien, ayuda!- sin embargo, nadie se movió. El chico solo gruñó con molestia, y como pudo, levantó al guerrero y pasó su brazo alrededor de su cuello, cargando su peso de éste con su propio cuerpo. Rodeó la cintura del otro con una mano mientras que la otra tomaba la rienda del caballo, llevándoselo junto con el rubio.

***

Pasaron  un par de días hasta que los ojos zafiro del guerrero fénix se abrieron, un poco desorientado por el lugar en donde estaba; era una pequeña choza humilde con apenas lo necesario, la mayoría de las esquinas estaban oscuras, pues la llama de la chimenea y la vela que alumbraban el recinto estaban por extinguirse. Escuchó la puerta chirriando al ser lentamente abierta, ¿había sido capturado por el enemigo?

- ¡vaya, al fin despiertas!- ese joven sonriente y de ingenuo aspecto no podía ser un guerrero, aunque debía admitir que se notaba bastante fuerte para ser sólo un campesino del pueblo. El chico de aspecto infantil, pecas y cabello negro, entró al lugar con un balde de agua y se acercó a él- llevas inconsciente mucho tiempo

- ¿dónde… estoy?- el rubio aún seguía desconcertado, más al ver que el otro lo trataba con tanta familiaridad

- estás en mi casa. Sé que no tengo mucho, pero mi casa es tu casa, siéntete libre de venir cuando quieras- se sentó en un banco de madera y le quitó lentamente las sábanas, revisando su pecho- mmm parece que tus heridas están sanando bien, unos tres días más y podrás levantarme

- ¿tú me has curado? ¿por qué estoy aquí? ¿y mi Señor?

- vaya, sí que haces preguntas- dijo en tono burlón- sí, yo te he curado, también he cuidado de tu caballo, está allá afuera. Te traje aquí porque estabas muy malherido y nadie te ayudaba; y en cuanto al Rey, creo que no ha preguntado por ti, quizá piensa que moriste

- debo ir a verle enseguida- quitó al chico de su camino y bajó los pies de la cama

- espera, debes descansar, tus heridas pueden abrirse.

- no, debo ir a ver a mi Señor- respondió más que decidido, y aguantando el dolor, se puso de pie

- veo que no cambiarás de opinión. Bien, puedes ir al castillo, pero con una condición, yo te acompañaré, debo asegurarme que llegues bien… y ni me digas que no hace falta porque igual te seguiré

- eres un joven bastante decidido… -en ese momento cayó en cuenta que no conocía el nombre de su benefactor

- soy Portgas D. Ace- se presentó más que alegre- vamos, yo te llevaré con el Rey… en cuanto comamos algo…

- gracias… Ace…

***

Después de una bien servida comida, y con el sol poniéndose en el horizonte, El Fénix y su acompañante se dirigieron hacia el castillo que estaba en una de las colinas más altas del lugar; desde ahí, el Rey podía ver todo su pueblo. Al ver a Marco, sus soldados se acercaron a él agradecidos y lo llevaron a él y a su joven acompañante a la sala del rey.

Esa enorme habitación era al menos veinte veces más grande que la casa del pecoso, quien no pudo evitar abrir la boca asombrado por todo cuanto veía; había oro y joyas incrustadas en los adornos del lugar, dándole al sitio un brillo bastante peculiar, y al final de la larga y fina alfombra, estaba el trono del Rey. El hombre sonreía satisfecho desde su sitio, forrado de oro y joyas como todo a su alrededor.

- ¡¡Marco, has vuelto!!- gesticuló exageradamente el Rey, haciendo tintinear sus atavíos- ¡pensé que no habías sobrevivido a la última batalla, nadie sabía en dónde estabas!

- Lo lamento, Rey Marshall- el rubio se arrodilló frente a su señor y obligó a Ace a hacer lo mismo- creo que me desmayé antes de llegar al castillo. Pero este joven, Portgas D. Ace, me ha curado y traído de vuelta

- Portgas D. Ace, ¿eh?…- el Rey miró al joven pecoso de arriba a abajo y sonrió amplio, casi conteniendo una carcajada- dime, Ace, ¿qué edad tienes?

- tengo 17

- ¿Dónde están tus padres?

- yo… no conocí a mi padre, mi Señor. Vivía con mi madre, pero hace ya casi ocho años que murió de una enfermedad- el rubio se sorprendió al escucharle, no tenía idea que ese joven viviese solo

- ya veo, lamento escuchar eso- el rey recargó sus enormes manos sobre los antebrazos de la silla y se levantó con lentitud- y… ¿hay algo que este viejo Rey pueda hacer por ti por haber traído a mi fiel caballero de vuelta?

- ¿eh? ¡No, no!- el pelinegro sacudió las manos, negándose nervioso- ¡no lo hice por dinero o algo así, sólo quería ayudarlo!

- qué chico tan modesto- con un gesto, les indicó a ambos que se levantaran- Ace, por este gesto tan noble, yo, Marshall D. Teach, gobernante del Reino Marshall, te concedo el honor de venir al castillo cuantas veces quieras, mis puertas siempre estarán abiertas para ti- dijo extendiendo los brazos

- en… en serio no es necesario…

- vamos Ace, es un privilegio que pocos gozan- le animó el rubio- sería bueno verte de nuevo- de alguna forma, sentía empatía por ese chico

- no creo merecer tal honor, pero…- hizo una reverencia ante el Rey- gracias mi Señor, estaré feliz de venir a visitarlos…

- zehahaha, y nosotros estaremos felices de recibirte, Ace

“You were my reason to live, to fight another day,

you were the only one for me, and you were only for me”.
[“Tú eras mi razón para vivir, para luchar otro día,

eras el único para mí, y eras sólo para mí”.]

Después de aquel día, Ace y Marco se hicieron bastante cercanos. Cada vez que las tropas del Rey regresaban al pueblo, el pecoso esperaba emocionado como toda la gente, y en cuanto veía al rubio, le saludaba enérgico, ganándose una sonrisa por parte de él.

Al ver aquel tierno gesto entre los dos, los aldeanos comenzaron a ver al Fénix desde otra perspectiva. El miedo que antes causaba se desvaneció, y pronto fue venerado como los demás soldados; las chicas se arremolinaban a su alrededor, esperando poder ganarse al menos una mirada del poderoso Fénix, pero todas las miradas y las sonrisas eran sólo para Ace. El joven pecoso había logrado lo que nadie había hecho en años; entró en el corazón de Marco. Cada vez que se iba a la guerra, Ace le deseaba suerte, y cuando volvía, no había persona más feliz que Ace al verlo llegar.

- ¡Marco!- el pecoso no pudo evitar lanzarse a sus brazos una vez que le vio, hacía meses que no sabía nada de él- me alegra verte de nuevo, ¿no estás herido?

- son sólo unos rasguños- ese chico era tan tierno, tan alegre, era difícil no sonreír cuando estaba cerca. Aunque le doblara la edad, se sentía bastante cercano a él- ¿qué has hecho durante todo este tiempo?- le preguntó soltándolo y dirigiéndose hacia el interior del castillo

- nada interesante, solo comer, caminar por ahí, lo usual- le seguía de cerca, jugando nervioso con sus  manos- ammm Marco… cuando, termines tus asuntos aquí, ¿quieres venir a mi casa? Pero si quieres quedarte a comer aquí no importa

- ¿y por qué no comes tu aquí? Los banquetes del Rey son los mejores, ¿o es que ya perdiste ese voraz apetito?

- me gustan los banquetes del Rey, pero yo quería… estar a solas contigo… ¡para que me cuentes las historias de tus viajes!- dijo lo último tan rápido que apenas y se le entendió- ¡bueno, ya me voy! ¡si quieres ven a mi casa!- y antes de que el otro pudiese decir más, salió corriendo del castillo.

Marco le miró confundido y siguió caminando hacia la sala de su Rey, debía reportarse con él antes de cualquier cosa. Cuando quiso ir en busca de Ace, sus compañeros le detuvieron y le obligaron a quedarse al banquete que el Rey Marshall había hecho en su honor; toda la mesa estaba llena de carne, frutas y granos, con enormes tarros de cerveza para acompañar. Mientras estaba comiendo, el rubio no dejaba de pensar en Ace, hace ya un año que le conocía, y aún le era difícil saber qué pensaba. Al terminar el banquete, casi al medio día, el Fénix salió con rumbo a la casa de Ace. Al llegar, vio al pecoso sacando un par de cubetas con agua de su casa y las vació en un barril. Curioso, el rubio se acercó sin hacer ruido.

- Ace…

- ¡ah!- gritó del susto al escucharlo, casi le vacía la cubeta encima- Marco, eres tu… pensé que no vendrías…

- no pude rechazar tu oferta- tomó la cubeta que llevaba en manos y vació su contenido en el barril- ¿y toda esta agua?

- ayer llovió mucho y el techo tiene goteras; es una casa vieja pero no tengo otro lugar a dónde ir. Juntaba el agua en el barril para usarla en otra cosa, quizá lavar ropa, darle de beber a los animales o algo así

- oh, es eso. ¿quieres que te ayude en algo?

- no te llamé para eso, hay algo que quería mostrarte- en su voz se notaba lo entusiasmado que estaba. Sujetó la mano del rubio y lo guió entre los árboles del espeso bosque, perdiéndose entre el follaje. Marco no dijo nada, tan sólo se dejó guiar, apretando ligeramente la mano del muchacho.

Después de caminar un rato relativamente corto, Ace apartó el último grupo de ramas con una mano y salió con él hacia lo que parecía un claro. Por un momento, la luz del sol cegó los brillantes ojos azules del rubio, pero al abrirlos, se llevó una gran sorpresa… no estaban en un claro, más bien el bosque terminaba en ese lugar; era un largo pastizal que terminaba en la orilla de un risco. Aun tomando su mano, el pecoso llevó al mayor a la orilla del abismo

- vaya…- el rubio no pudo exclamar sorprendido ante lo que estaba frente a sus ojos; era un hermoso paisaje del pueblo donde vivían; se veían las casas, los animales pastando alrededor del río, el castillo… y a lo lejos, una fila interminable de montañas se perdía en la distancia, fundiéndose con el cielo azul

- es bonito, ¿verdad? Es casi tan bonito como la vista desde el castillo… a veces vengo aquí a ver el atardecer o a esperar a que llegues con los demás soldados… desde aquí se ve todo…

- es verdad, es hermoso, pero… creo que hay algo más hermoso que este sitio

- ¿en serio? ¿es algo que viste allá afuera?

- no, es algo que tengo justo aquí- sus manos soltaron las manos del menor, y en cambio, le tomaron del rostro, obligándole a levantar la vista hacia la suya- me gustas Ace… mucho…- y tras ver cómo el pecoso se sonrojaba ligeramente, lo besó. Hace tiempo que deseaba hacerlo, pero no se había atrevido. Jamás se había sentido tan feliz de arriesgarse, pues en ese momento, Ace sólo cerró los ojos y correspondió.

***

Cuando Ace y Marco estaban juntos, no había amor más grande que los pudiese rebasar; muchas veces se encontraban en el castillo o en la casa del más joven, y con la luz de la luna iluminando sus cuerpos, hacían el amor, desbordando toda la pasión contenida que habían guardado por meses.

Ace se había vuelto parte importante de la vida de Marco… no… Ace era su vida, era su todo. Lo amaba profundamente, como jamás había amado a nadie antes… deseaba estar con él todo el tiempo, pero el deber con su Señor se lo impedía.

 “Another year I would be gone,

the war was leading us so far apart.
I built a house to keep you there

waiting for me, waiting...”
[“Debía irme un año más,
la guerra nos estaba llevando muy lejos.
Construí una casa para mantenerte allí.
Esperando por mí, esperando…”]

Cada vez que las tropas del reino de Marshall se marchaban, tardaban más en volver. Primero fueron un par de meses, luego medio año, ocho meses, y pronto la espera se volvió un año completo. Los reinos alrededor de ellos cayeron uno por uno, por lo que las nuevas tierras quedaban aún más lejos. Sin darse cuenta, pasaron casi cuatro años, muchos de los guerreros no volvían, pero había pasado tanto tiempo que a veces ni siquiera notaban que faltaba alguien.

 

Sin embargo, había alguien que esperaba a las tropas sin importar cuánto tiempo pasase… Ace aguardab paciente todos los días por su amado, no importaba si llovía, granizaba o nevaba. Iba todos los días a aquel lugar en donde los dos se habían confesado su amor, mirando hacia el horizonte, esperando que las tropas del Rey volvieran. Pero un día, de la nada, algunos aldeanos le prohibieron ir ahí. Nadie le explicó nada, tan sólo cerraron el lugar para él y ni siquiera se molestaron en explicarle el por qué.

Eso le dolió bastante, el lugar era bastante especial para él, y el que le prohibieran ir ahí fue un gran golpe, era como si le quitaran parte de él. No tuvo más remedio que ir al castillo del Rey Marshall, en donde se veía todo alrededor del pueblo. Al tener el permiso del Rey, iba y venía por el castillo como quisiera; llegaba a primera hora de la mañana y se iba hasta ya entrada la noche. Así pasó varios meses, mirando por uno de los balcones que tenía la mejor vista del reino.

- vaya, aquí estás de nuevo, Ace- el Rey se aproximó al joven pecoso, quien miraba melancólico por el balcón- ¿sigues esperando a Marco?

- siempre lo esperaré- le aseguró Ace sin girarse a verlo- sé que volverá, lo sé

- y si algún día… ¿no vuelve?

- es el más fuerte, siempre volverá, no importan las circunstancias- esas palabras hicieron que la mano de Rey se detuviera justo antes de tocar el hombro del pecoso- ¡ahí vienen!- a lo lejos se veía una caravana aproximándose, portando estandartes característicos del reino de Marshall- ¡mire, ahí están!- ni siquiera se molestó en hacerle caso a su Señor, tan sólo salió corriendo del castillo en busca de su amado.

Al ver a Ace, Marco se bajó del caballo y lo recibió con los brazos abiertos. Los otros caballeros tan sólo siguieron su camino, no había nada que hacer cuando esos dos se ponían cariñosos. Sin importar las miradas ajenas, ambos se besaron con calma y cariño sin deshacer el abrazo hasta que los labios les dolieron y sus pulmones clamaban por aire. Se miraron a los ojos y se dieron un último beso antes de separarse

- te extrañé tanto- el rubio acariciaba las mejillas del menor con sus manos, ampliando más su sonrisa- me moría de ganas por verte…

- yo también te extrañé- tomó las manos del mayor y las besó- ha sido tanto tiempo desde la última vez que te vi, estás más guapo…

- y tú sigues igual de adorable

- ¿vas a ir a ver al Rey, verdad? ¿quieres ir a mi casa después?

- esta vez no. Tengo que mostrarte algo antes de ir a ver a mi Señor

- ¿mostrarme algo?- era extraño, Marco llevaba ya un año fuera del reino, ¿qué podría mostrarle de él? Además, su prioridad siempre era ver al Rey

- sí, es una sorpresa- le cubrió los ojos con un trozo de tela y le subió a su caballo- sostente fuerte y confía en mí- se subió detrás de él y lo sostuvo con los brazos a la vez que tomaba la rienda del caballo. Con un golpecito a las costillas del animal, éste comenzó a avanzar con sus dos pasajeros.

Ace se aferró con todas sus fuerzas a su amado, y a ciegas, esperó a llegar a su destino. Para él fue bastante largo el camino, y cuando el rubio le bajó, se sintió algo mareado, pero no era nada que no pudiese soportar.

- Marco, ¿ya puedo quitarme la venda?

- espera- se puso detrás de él y deshizo el nudo- cierra los ojos, aún faltan unos pasos- al ver que tenía los párpados cerrados, lo sujetó de las manos y le guió unos metros más- listo, ya puedes abrir los ojos

- …- abrió los ojos con lentitud, y al ver lo que tenía enfrente, se talló los ojos incrédulo y volvió a mirarlo- Marco, ¿esto es…?

- así es, nuestra nueva casa- justo donde Ace solía mirar hacia el horizonte, estaba una hermosa casita, y aunque era más grande que la casa del pecoso, lucía igual de encantadora- los aldeanos me ayudaron a construirla para ti

- por eso no me dejaban venir- sonrió ligeramente- pero Marco… yo tengo la casa de mi madre, no puedo abandonarla…

- Ace, los recuerdos de tu madre no están en una casa, están aquí- recargó la mano sobre su pecho- además, sé que a ella le gustaría que fueras feliz, ¿o es que no eres feliz conmigo?

- claro que soy feliz Marco… y de verdad agradezco este gesto… me encantaría vivir contigo por siempre…

- en ese caso…- el rubio se arrodilló frente a él, y de entre sus ropajes, sacó un pañuelo rojo. Desenvolvió la tela con sumo cuidado, mostrando un hermoso anillo de oro- Ace, te amo. Eres lo más importante para mí, y nada me haría más feliz… que el que te casaras conmigo…

-… ¡Marco!- se lanzó a sus brazos con los ojos llorosos- ¡sí! ¡me casaré contigo!

- sólo espera un poco más mi amor- lo besó antes de ponerle el anillo- sólo haré una misión más y renunciaré al ejército del Rey… y nos casaremos…

- esperaré Marco, no importa qué. Estaré esperándote…

***

Después de eso, Marco fue al castillo a reportarse con el Rey, acababan de regresar de conquistar de una tierra bastante lejana, y aunque había habido bajas, fue una batalla relativamente exitosa. Durante la comida, el Rey les informó de su próxima misión; esta vez debían ir más lejos, debían cruzar el mar y conquistar las nuevas tierras… y probablemente… nadie volvería…

- ¡pero Rey Marshall, ya tenemos suficientes tierras!- objetó el rubio, sorprendiendo a los presentes- ¿por qué necesita más? ¡ya tenemos todo lo que necesitamos aquí!

- tal vez lo tengamos todo, pero si alguien llega a arrebatárnoslos, no tendremos nada, ni siquiera a nuestros adorados pueblerinos, ¿acaso quieres exponer a mis aldeanos a la guerra? Es mejor mantener el peligro fuera del reino, y la forma más fácil es atacar antes de que nos ataquen… ¿o será que… piensas desafiarme, Fénix?

- no… no mi Señor… mis más sinceras disculpas… las tropas y yo nos iremos al amanecer…

“No one remembers my face nor my name,
in a dream, I'd stay here foreve
r.
Headstone on my grave, words carved in vain....
all these wounds only heal when I'm home”.
[“Nadie recuerda mi cara o mi nombre,
en un sueño, he de estar aquí para siempre.
Una lápida sobre mi tumba, palabras talladas en vano…
Todas estas heridas sólo sanan en mi hogar”.]

Marco se despidió de su amado y partió de nuevo a la guerra. Él y sus soldados cruzaron los ya ahora dominios del Reino de Marshall y tomaron una embarcación para cruzar el enorme mar que los separaba de otras tierras. El sólo cruzar la enorme masa de agua era casi imposible para ellos; no sabían mucho de navegación y las provisiones quizá no durarían… las aguas eran salvajes, tarde o temprano terminarían por hundirse, eso pensaban todos… menos Marco… para él no era una misión suicida, era el último paso para, finalmente, regresar con su prometido y ser felices por siempre… todo sería mejor cuando volviera al reino…

Mas su tripulación no era del mismo pensamiento; temían que, si se alejaban demasiado, sus familias se olvidaran de ellos, y eso no sólo bajaba su autoestima, también su fuerza.

“The taste of their blood in my mouth, and the scent of victory,
Scarred my soul for life, this ma
n was not me”.
[“El sabor de su sangre en mi boca, y el olor de la victoria,
marcaron mi alma de por vida, este hombre no era yo”]

 

“Love is a game for the weak to play, they said.
I loved and love made me many times stronger”.
[“El amor es un juego para débiles, decían.
Yo amé y el amor me hizo fuerte muchas veces.”]

Comenzó la pelea apenas al desembarcar; debían abastecerse para el camino de regreso, no había cabida para la piedad. Luchaban con desesperación, cayendo y haciendo caer una y otra vez; la sangre se derramaba y los cuerpos se apilaban por todas partes. Muchos enfermaron y murieron en ese mismo lugar, otros, peleaban con todo lo que tenían hasta exhalar su último aliento… Marco se había vuelto una verdadera amenaza, mataba a todo lo que se le ponía enfrente, haciéndoles ganar varias batallas. No importaba cuántas heridas tuviera, cuánta sangre perdía, el fénix hacía alarde de su nombre, levantándose una y otra vez.

 

Pero el fénix no estaba feliz. Por primera vez en su vida, se cuestionaba las acciones de su Rey… sabía que todas esas personas tenían familias, personas que los querían, como todos ellos, ¿por qué ser el detonante de guerras sin sentido? ¿Por qué tenían que expandir el reino hasta un lugar que raramente podrían visitar? El Reino de Marshall era perfecto antes; un pueblo pequeño escondido entre montañas, bosques y ríos; un sol brillante, un lugar de paz… nada tenía sentido, y se alegraba de darse cuenta, al menos dejaría el ejército del Rey por buenas razones, y si debía huir con su prometido a otras tierras, lo haría.


- ¿aún piensas en ese chico?- le cuestionó uno de sus soldados un día, mientras acampaban después de la ardua batalla

 

- nunca dejo de pensar en él- admitió con bastante orgullo- lo amo, y cuando regrese, lo haré mi esposo

 

- esos sentimientos… no sirven en la guerra… amar y proteger es sólo un obstáculo, sólo hay que actuar, sin sentimientos de por medio, así ganaremos la guerra

 

- quizá para ti funcione así, pero… yo me muevo por el amor… y francamente, esta guerra está acabando con lo bueno que aún queda dentro de nosotros… deberíamos… dejar de pelear…

 

- ¡¿de qué hablas?! Somos soldados, debemos pelear

 

- no. Los soldados debemos proteger, y si para ello hay que pelear, lo haremos. No debemos ser causantes de las guerras

 

- quizá tengas razón, pero… los deseos de nuestro Rey son órdenes, no podemos hacer más que pelear… y esperar regresar vivos a nuestro reino…

 

“Another year I would be gone,

the war was leading us so far apart.
I built a house to keep you there

waiting for me, waiting...”
[“Debía irme un año más,
la guerra nos estaba llevando muy lejos.
Construí una casa para mantenerte allí.
Esperando por mí, esperando…”]

Ace cuidaba la casa como su mayor tesoro, era el lugar donde esperaba a su prometido todos los días. Despertaba muy temprano, limpiaba la casa y salía con rumbo al pueblo para comprar sus provisiones. Visitaba la casa de su madre para dejarle una flor blanca como homenajes a su memoria y visitaba a algunos amigos antes de volver, recogiendo leños en el camino. Ya ni siquiera se molestaba en visitar al Rey a menos que se enterara que el mensajero real estaba de vuelta; la última vez fue cuando anunció que las tropas del reino habían zarpado a nuevas tierras, y de eso ya habían pasado más de siete meses. Otro año estaba por cumplirse, muchos habían perdido la esperanza de verlos volver, pero Ace nunca perdía la fe ni la alegría, y eso, algunas veces, motivaba a los aldeanos a esperar también.

 

“No one remembers my face nor my name,
in a dream, I'd stay here forever.
Headstone on my grave, words carved in vain....
all these wounds only heal when I'm home”.
[“Nadie recuerda mi cara o mi nombre,
en un sueño, he de estar aquí para siempre.
Una lápida sobre mi tumba, palabras talladas en vano…
Todas estas heridas sólo sanan en mi hogar”.]

- escuché que el mensajero llegó esta mañana, viene de las costas- el rumor se esparció con rapidez en el mercado del pueblo, y al escucharlo, Ace corrió hacia el castillo; hace ya 16 meses que no se sabía nada de los soldados.

Quizá los aldeanos no podían entrar al castillo pero él sí; en cuanto corroborara la información, les diría a todos para que recibieran a las tropas como los héroes que eran. Como siempre, los soldados le dejaron pasar hasta la sala del trono, en donde el Rey leía una nota. Ace no dijo nada hasta que terminó, no quería ser descortés, y menos con su Señor

- Rey Marshall- hizo una reverencia- se dice en el pueblo que el mensajero ha llegado, ¿es cierto?

- oh, Ace. Qué sorpresa, hace tiempo que no te veía- el hombre le sonrió amplio- así es, un mensaje llegó hacía unas horas… el barco de los soldados ha vuelto, pero en él… no había más que cadáveres…

- no… ¡eso no es cierto!- se negaba a creer aquello, su amado Marco no podía estar muerto- ¡Marco pronto volverá con los demás soldados!

- no lo hará, olvídate de ese hombre- arrugó la hoja de papel entre sus manos y la arrojó lejos, con verdadero odio- estoy harto de que sólo hables de Marco, ese hombre está muerto, ¡olvídalo ya!

- ¡es mi prometido, lo iré a buscar de ser necesario!

- ¿prometido?- el Rey soltó una fuerte carcajada que le erizó todos los bellos del cuerpo a Ace- no va a pasarme lo mismo de nuevo…

- ¿de… de qué habla?

- hace más de veinte años, una princesa herida y un grupo de mujeres y niños llegaron al reino pidiendo refugio. Su pueblo había sido arrasado por una extraña e incurable enfermedad; ellos eran los únicos sanos, los únicos que podían restaurar su reino, así que salieron de sus tierras para escapar mientras la enfermedad cedía... Dejé que se quedaran en una pequeña casa lejos del pueblo para que no contagiasen a nadie, y como supuse, pronto comenzaron a morir por la misma enfermedad que aquejaba su pueblo. La única sobreviviente fue la princesa y el bebé que llevaba en su vientre… entonces, le ofrecí un trato, yo le ayudaría a restaurar su reino si se casaba conmigo… pero ella me rechazó, dijo… que su prometido la esperaba en casa… algunos años después, se supo que su reino se estaba recobrando, su prometido aun estaba con vida y había subido al trono tras la muerte de su viejo padre, o eso escuché… yo no podía permitir que se fuera, así que envié a las tropas a invadir su reino… fue una de las peleas más difíciles que enfrentaron mis hombres, pero después de diez años… finalmente acabamos con todos en el Reino Gol…

- …- en ese momento, Ace sintió un nudo en la garganta

- el nombre de aquella princesa… era Portgas D. Rouge… y su esposo, Gol D. Roger… la letra D. siempre ha sido símbolo de nobleza, cuando escuché tu nombre, supe que eras aquel bastardito que Rouge llevaba en el vientre…

- eso… no puede ser…

- ¿y sabes qué más? Fue Marco quien acabó con “tu” reino… él mismo me trajo la cabeza de tu padre…

- ¡cállate! ¡eso no es cierto!

-  y ahora, Ace. Te hago la misma propuesta que le hice a tu madre- con pasos lentos, se acercó a él y lo sujetó con posesión de la cintura- cásate conmigo, y juntos restauraremos tu reino… ¡haremos a nuestro Reino el más poderoso de todos!

- ¡vete a la mierda Teach!- con toda la rabia que tenía en esos momentos, Ace asestó un puñetazo en el enorme estómago del Rey, haciendo que le soltase. Antes de que los guardias del palacio lo notaran, el pecoso salió corriendo del castillo con rumbo a su hogar mientras lloraba en silencio.

***

A pesar de aquella aterradora verdad, Ace no odiaba a Marco. Estaba consciente de que todo lo que había pasado había sido culpa del Rey y no de los soldados, así que se decidió en abandonar el pueblo e ir hacia la ciudad donde el barco del reino de Marshall había atracado; buscaría a su amado Marco y reharían su vida en otro lugar. Empacó sus cosas, entre ellas su anillo de compromiso, y se fue a la cama, con la esperanza de que una nueva vida llegaría al amanecer.

Sin embargo, a plena noche, un ruido extraño le despertó. Se levantó apresurado, y al salir de su casa, se dio cuenta de que alguien le había prendido fuego. Buscó los barriles de agua que siempre tenía a la mano, pero estaban vacíos… no podía permitir que su casa se quemara, así que tomó un barril; el río no estaba muy lejos, si se apresuraba, lograría salvar su casa. Se puso el barril sobre los hombros y fue colina abajo hacia el río, esquivando árboles, piedras y ramas… pero hubo algo que no pudo esquivar…

- Marco…

"Everything ends...Everything dies...
Now I know the Legends only lived in his lies"

["Todo termina ... Todo muere ...
Ahora sé que las leyendas sólo vivieron en sus mentiras”].

El fénix era el único que logró sobrevivir a la horrible tormenta que les había azotado en alta mar. Aun herido y agotado, se hizo de un caballo en un pueblo cercano y regresó al Reino de Marshall. Pero antes de ir al castillo, debía ver a su amado Ace…

 

“My long and winding road, river and trees by the hills we lived on.

The ruins of my life I find, a signet ring on the ashes.

 I know my Lord betrayed me,
my reason to live was taken away.
I carry my loved one to the hills we loved, for the last time...”

“[Mi largo y sinuoso camino, el río y los árboles por las colinas donde vivimos.

Encuentro las ruinas de mi vida, la marca de un anillo sobre las cenizas.

Sé que mi Señor me ha traicionado,
mi razón para vivir fue arrebatada.
Yo llevo a mi amado a las colinas que adorábamos, por última vez…”]

Mientras se acercaba a su destino, supo que algo no estaba bien; había un ligero aroma a humo en el aire. Apresuró al paso, y al llegar, vio que su más temible pesadilla acababa de ocurrir… la casa estaba reducida a cenizas, no quedaba más que piedras con hollín negro y cenizas grises sobre el piso. Buscó desesperadamente entre las cenizas a Ace, pero lo único que encontró fue el anillo ennegrecido, ¿acaso su amado lo había dejado? No, era imposible, sus cosas estaban ahí.

 

Comenzó a buscar en los alrededores al pecoso, y para desgracia suya, lo encontró… Ace estaba tendido a unos metros de ahí, boca abajo y con dos enormes flechas atravesando su espalda. El rubio bajó del caballo y corrió hacia donde su prometido, esperando encontrar alguna señal de vida… su piel fría y ojos en blanco eran suficientes para decir que había llegado tarde. la sangre comenzaba a secarse en el piso y en las heridas del pecoso, haciendo difícil levantarlo.

 

- lo siento Ace, lo siento tanto… no pude protegerte…- con el rostro inundado en lágrimas, abrazó a su amado contra su pecho, tratando de que sus palabras lograran llegar a él- te amo Ace…- bajó una de sus manos a la espalda del pecoso y sacó el par de flechas de su cuerpo; estaba marcada con el símbolo del Rey de Marshall… su Rey, su Señor, le había arrebatado a su amado…

 

Con el corazón destrozado, el Fénix cargó el cuerpo de su prometido, y lo llevó de regreso a la casa en donde estuvo su casa. Apenas estuvo ahí, lo bajó con sumo cuidado, como si no lo quisiese lastimar, y comenzó a cavar un hoyo en la tierra… en todo ese rato, nunca dejó de llorar ni de repetir cuánto lo amaba…

 

“I close your eyes, kiss you goodbye.
The only one who ever loved me…
I'm crushed inside, darling, my lif
e...It shall end here…”
[“Cierro tus ojos, te doy un beso de despedida.
El único que siempre me ha amado
Estoy destrozado por dentro, mi amor, mi vida... esto termina aquí…”]

“Headstone on your grave, words carved in vain...

Now the darkness covers me...”

[“Lápida sobre tu tumba, las palabras talladas en vano...

Ahora la oscuridad me cubre...”]

 

Vio el castillo del Rey Marshall a lo lejos y volvió a montar su caballo… aún tenía una última batalla que pelear, y por la memoria de Ace, saldría victorioso antes de reunirse con su amado…

 

~The End~

 

 

Notas finales:

TTwTT espero que les gustara, a mi me gustó mucho como quedó el final... por cierto, aquí les dejo el link de la canción para que la conozcan, y de ahora en adelante, lloren cada vez que la escuchen:

http://www.youtube.com/watch?v=KiC28BQJNOE

y eso ha sido todo de este one shot, espero sus comentarios,

gracias por leer

ahora sí, me voy a escribir mis otros fics xD sí, dije "mis otros" fics ¬w¬

nos vemos pronto!!


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