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Sólo para mi por Euridice

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Notas del fanfic:

Este fanfic lo he estado escribiendo desde hace un tiempito y no me animaba a subirlo, pues me quedó muy largo y capaz que pesado. Me decidí porque es mi pareja favorita

Pero aquí lo tienen, espero que les guste.

 

Los personajes no me pertenecen, son de Masami Kurumads

La paz se había restablecido en el santuario y los caballeros dorados, luego de ser vueltos a la vida por Athena, habían dejado atrás las asperezas del pasado, afianzando sus lazos entre sí, y hasta algunos ya habían abierto sus almas a una relación amorosa. Camus y Milo estaban saliendo ya hacia un tiempo; compartían mucho tiempo juntos: entrenaban, almorzaban, Milo se quedaba en el templo de Camus a dormir luego de mirar películas, y lo mismo hacia el acuariano. Sus compañeros decían que eran inseparables. No obstante, internamente las cosas no parecían estar tan bien; Camus notaba como el joven con quien pasaba tanto tiempo se distanciaba de él cada vez más. Ya no salían tanto juntos, si Camus lo invitaba a ver una película, Milo parecía siempre tener una excusa, y no menos importante, se mostraba muy distante.

Una tarde, luego de un duro entrenamiento, el caballero de acuario decidió tomar cartas en el asunto y hablar con Milo; quien respondió que lo esperaría en su casa a la tarde. El joven de cabello aguamarina se dirigió donde el escorpiano, y luego de un breve lapso de silencio incomodo, planteo sus inquietudes:

 

-   Milo, he notado que las cosas entre nosotros han cambiado.....

 

-   ¿A qué te refieres?

 

-   Bueno, ya no pasamos tanto tiempo juntos, y ya no te muestras tan abierto conmigo como antes....

 

-   Escucha...- dijo Milo, con mucho pesar- debo decirte algo, hace ya un tiempo te lo quería decir, pero no encontraba las palabras....

 

-   Dime, ya estamos aquí...

 

-   Conocí a otra persona- dijo Milo, y Camus palideció. Ese era el motivo del distanciamiento de su amigo, con quien él esperaba tener una relación amorosa algún día.

 

-   ¿¿Qué?? ¿¿Desde cuándo?? ¿¿Por qué no me lo dijiste antes??

 

-   Yo.....no sabía cómo decírtelo.....ya hace un mes....

 

-   ¿¿UN MES??- exclamo Camus, indignado. Milo nunca le ocultaba nada, y ahora, a pesar de que ellos nunca habían formalizado, su saliente escondía a un amante- ¿Por qué?...

 

-   Las cosas entre nosotros ya no estaban funcionando.....yo sentí.....que ya no éramos compatibles...

 

-   ¿Q....qué quieres decir con eso?- dijo Camus, sin salir de su asombro.

 

-   Pues....tú...tú eres muy frio- agrego el escorpiano, dejando al acuariano con una gran aflicción que le oprimía el pecho.

 

-   Te quiero mucho Camus, en serio, pero tú no eres como Misty....él es muy afectuoso conmigo.

 

-   ¡¡¡¿¿¿Misty???!!! ¿¿Con él has estado saliendo??

 

-   Escucha Camus, solo estoy saliendo con él, como he salido contigo. Podemos seguir saliendo juntos si.....

 

-   ¡¡¡¿¿¿Pretendes que sigamos como si nada mientras te revuelcas con ese.....ese....caballero de plata???!!!- interrumpió el peliturquesa ya sin poder disimular su enojo.

 

-   Camus, nosotros nunca fuimos pareja.

 

-   ¡No se trata de ser pareja, se trata de tener un mínimo de respeto!- exclamó Camus.

 

-   ¿Tanto te molesta que haya encontrado otra persona además de ti con quien comparto mi tiempo?

 

-   ¿Sabes algo? Eres como el escorpión que pica a la tortuga: picas y envenenas incluso a quienes te quieren. Yo no voy a tolerar que me trates como si fuese tu plato de segunda mesa; aún aunque....- expresó Camus, muy ofendido, y sin terminar lo que tenia para decir se retiró de la casa de escorpio. Milo intentó detenerlo, pero fue imposible, Camus le dirigió la más fría de sus miradas y siguió camino a su casa.

 

Una vez allí, el caballero de los hielos seguía sin entender qué era lo que había sucedido; su amigo, con quien salió por tanto tiempo, por quien sentía tanto afecto le había ocultado que tenía algo más con un caballero de plata, y como si fuera poco, pretendía conservar su puesto de amigo con privilegios mientras tenía un nuevo pretendiente.

Se dio una larga ducha caliente, no lloró, pero se sentía un tonto. Le era imposible creer que Milo, en quien había confiado tanto y por tantos años, al punto de abrirle su corazón, hubiera sido capaz de ocultarle cosas. Apenas pudo cenar, la mezcla de rabia y tristeza le quitaron el apetito. Se fue a dormir, pero conciliar el sueño no le fue fácil.

Al día siguiente fue a entrenar, tal vez liberar toda esa adrenalina acumulada le haría sentir mejor. No obstante el caballero de profundos ojos azules, a pesar de ser experto en controlar sus sentimientos como para no romper en llanto, no era capaz de quitar el velo de melancolía de sus ojos. Fueron varios los días que pasaron en los cuales el caballero mantenía esa mirada, y se lo veía muy desanimado. Los primeros en notarlo fueron sus compañeros, Aioria y Aioros, por lo cual no dudaron en acercarse a indagar sobre que le ocurría a Camus, y esa tarde del viernes se dirigieron hacia la casa de acuario.

 

-   Hola Camus, ¿podemos pasar?- dijo Aioros, desde la entrada del templo de acuario.

 

-   Claro ¿Sucede algo?

 

-   Bueno, hay algo que Aioria y yo hemos notado, que nos preocupa....bastante....

 

-   Te hemos visto muy triste últimamente- interrumpió Aioria- ¿ha sucedido algo grave?

 

Camus quedó mudo durante unos segundos, no creyó que otros caballeros notaran tan rápidamente su cambio de ánimo, pero sintió que no podía ocultarles las cosas, por lo cual optó por sincerarse. Después de todo, los hermanos no eran del tipo de personas que ventilaban secretos ajenos.

 

-   Habrán notado que Milo y yo siempre estábamos juntos...

 

-   Es cierto, sospechamos desde un principio que había algo entre ustedes, incluso Aioria y yo apostamos si formalizarían.

 

-   Cierto, pero solo entre nosotros- agrego Aioria, para tranquilizar al acuariano.

 

-   Bueno, pues se terminó. Milo y yo ya no tenemos nada.

 

-   Vaya Camus, lo siento mucho...- dijo Aioros muy apenado.

 

-   Está bien, tal vez cometí un error en confiar tanto en él.

 

-   No digas eso, tal vez él solo necesitaba pensar las cosas en frio- agrego Aioria intentando consolar a Camus.

 

-   Seguro, y Misty le ayudaría mucho a pensar....- dijo el acuariano, con un tono de rabia en su voz. Aioria se quedó congelado, sintió que había metido la pata.

 

-   Escucha, no puedes dejar que esto te derrumbe, eres uno de los caballeros más fuertes- dijo Aioros, en tono optimista, para subirle el ánimo a su compañero- te propongo algo: para olvidar este mal momento, ¿qué tal si vamos a tomar unas copas los tres?

 

-   Buena idea, podemos decirle a Dokho que nos acompañe- agregó Aioria.

 

-   No lo sé.....- dijo Camus, dudoso.

 

-   Vamos, ¿tienes algo que hacer?.... ¿además de estar aquí solo?- dijo Aioros.

 

-   Está bien- expresó el frio caballero, dando un suspiro.

 

-   ¡Genial! Le diré a Dokho y te esperaremos en mi casa a las 22, ¡nos vemos!- interrumpió Aioria entusiasmado, y luego de que él y su hermano se despidieran, se dirigieron hacia sus respectivas casas.

 

Llegó la noche y el caballero de acuario se dirigió hacia la casa de leo, como había acordado. Se sintió aliviado al ver que la casa de escorpio estaba vacía, "debe andar con Misty" pensó con furia, pero siguió su camino. Tener que enfrentar a Milo luego de la desagradable conversación que habían tenido habría sido terrible. Al llegar a su destino, saludó amablemente a Dokho y a los hermanos, quienes estaban esperándolo ansiosamente. Se dirigieron hacia un pintoresco bar de una aldea cercana al santuario y pidieron unas cervezas. Todo iba muy bien, Dokho, Aioria y Aioros eran realmente muy divertidos, y Camus parecía estar olvidándose de lo que había ocurrido con su ex saliente, hasta que al cabo de unas horas, alguien más entró al bar: era Milo, acompañado de Misty, y como si fuera poco, se acercó a la mesa donde Camus y los demás estaban.

 

-   Hola, ¿cómo están todos?- dijo Milo.

 

Aiorios y Aioria notaron al instante la arrogante mirada que el caballero de plata le dirigió a Camus, quien sintió tal cólera que hubiera querido sepultar a ese idiota en un ataúd de hielo, y patearle los testículos al infame de Milo; pero volteó su mirada con su característica frialdad y mantuvo la compostura. Haciendo algo como eso solo lograría hacer pasar un mal momento a sus compañeros, además de quedar como un vulgar. El clima del lugar se volvió espeso por un momento; ninguno de los caballeros sabía cómo reaccionar; por lo cual Dokho, quien no estaba enterado del asunto entre Camus y Milo, dijo con naturalidad:

 

-   Muy bien Milo, ¿has venido por unas cervezas?

 

-   Así es- respondió, pero pudo notar la incomodidad de Camus y de los hermanos- bueno, los dejo solos. No beban mucho- agregó en tono burlón, y se retiró.

 

Trataron de dejar atrás el molesto episodio, pero al rato el acuariano, sin poder dejar de mirar a Milo con Misty, sintió que sus ojos empezaban a tornarse acuosos, por lo cual dijo:

 

-   Disculpen, pero quiero irme....

 

-   ¿Ya te vas? Pero si no hace un par de horas que estamos- dijo Dokho, sin entender que le sucedía al de cabello aguamarina.

 

-   Está bien, ¿quieres que te acompañemos?- preguntó Aioros, percatándose de lo que le ocurría al acuariano.

 

-   No te preocupes, estoy bien. Gracias por invitarme, pasé muy bien. Nos vemos pronto- agregó Camus, intentando ocultar su tristeza, y se retiró rápidamente del lugar. Dokho no entendía nada de lo que ocurría, y Aioria miró a Aioros con cierto recelo y le dijo:

 

-   Tú y tus ideas....

 

-   ¿Acaso yo soy adivino? ¿Cómo podría saber que Milo vendría aquí justo hoy?- respondió Aioros con cierta molestia ante la recriminación de su hermano. Dokho, quien seguía sin comprender que sucedía, preguntó cuál era el problema.

 

Luego de una concisa explicación de Aioria, el caballero de libra se quedó preocupado, y sorprendido también de ver a Milo con Misty; "ese caballero de plata no se merece a alguien como Milo" pensó para sí mismo.

Camus se dirigió cabizbajo hacia su casa, conteniendo el llanto, pues no quería tener que pedir permiso a los caballeros de las casas anteriores a la suya haciendo un melodrama y que eso llevara a preguntas que no querría responder; afortunadamente para él, muchos dormían profundamente, y algunos no se encontraban allí. Cuando al fin llegó se sentó en el sofá, sosteniendo su cabeza con sus manos, y a los pocos minutos se dirigió al baño; no era usual en él descomponerse, pero tragarse sus lagrimas por mantener su orgullo le causo una visceral angustia que le hizo vomitar la cerveza que había bebido. Se cepilló los dientes para quitarse ese amargo dejo, y luego de desvestirse se tumbó en la cama; siendo su almohada la única confidente, dio rienda suelta a sus lágrimas y sollozó en silencio, como era su estilo, hasta que se quedó dormido.

Al otro día, mientras entrenaba en el coliseo, Milo se sentía extrañamente culpable. A pesar de haber pasado una noche muy amena junto a Misty, no podía dejar de pensar en Camus; él lo conocía como nadie y pudo advertir el dolor que esos profundos ojos azules contenían cuando se acercó a su mesa junto a su actual saliente. A eso se sumaba la actitud que tenían Aioria y Aioros con él; ciertamente se mostraban algo molestos, pues no les había caído en gracia que Milo se acercara con Misty a donde Camus estaba pasándola bien, y que le arruinara la noche. El quería mucho al acuariano, y nunca querría lastimarlo, pero aun así, lo hizo, y quizás de la peor manera.

El resto de los santos dorados no habían notado la ausencia del caballero de acuario, solamente Milo, Aioros, Aioria y Dokho estaban partícipes de ello, y conocían además el por qué de su ausencia.

Los días pasaron y el acuariano se convirtió casi que en una sombra; dormía mucho, no asistía a los entrenamientos, ya ni salía de su templo y apenas comía; tenía el estómago hecho un nudo de tanta angustia. Sus compañeros comenzaron a alarmarse ante una ausencia tan prolongada; jamás había dejado de entrenar por tanto tiempo. Fue así, como el valeroso caballero de sagitario decidió que era hora de visitarlo, pero para asegurarse de que su compañero se encontrara dispuesto, decidió enviarle un mensaje primero.

Camus se encontraba en su templo, leyendo un libro en la cama; aquellos días habían sido un verdadero infierno: no podía sacar de su mente la altanera mirada de Misty aquella noche, ni la imagen de Milo abrazando al rubio caballero y riendo con él. No podía dejar de pensar como Milo pudo comportarse con él de una forma tan ruin; tal vez él no era muy afectuoso, eso lo admitía, pero le había dado todo al caballero de escorpio, se arriesgó a tener algo más que una amistad, siendo consciente de las consecuencias que ello podría acarrear, le había abierto su corazón incluso luego de terminar con Saga.

Cuando menos lo esperó, se encontró a sí mismo pensando nuevamente en Saga, con quien había tenido una relación profunda y turbulenta antes de comenzar a salir con Milo.

¿Debería haberme quedado con él?, pensaba. Sin dudas el sexo con Saga era increíble, pero ¿qué había de todo lo demás? La realidad era que lidiar con Saga había sido difícil, y su ambivalente personalidad solía desconcertarlo por completo; un día era todo cariño y dulzura, lo agasajaba con besos, caricias y regalos, y al otro parecía un juez del infierno: enloquecía si Camus llegaba tarde a una cita y le hacía terribles escenas de celos cada vez que alguien le dirigía una mirada al caballero de acuario. Eso le hizo recordar por qué terminó con él aunque, irónicamente, siguieron como amigos, y de esa forma funcionaban muy bien.

No, no quería volver con Saga, él sentía un gran amor por Milo, algo que el gemelo nunca le produjo. Pero si había amado tanto al caballero de ojos turquesa y cabello azulado, y este solo lo había considerado alguien más de su lista, ¿qué sentido tendría amar a otra persona nuevamente?

Continuó leyendo su libro hasta que recibió un mensaje de texto; decidió verlo, a pesar de que temía que fuera un mensaje de Milo, pero se alivió cuando vio que el mensaje era de Aioros.

 

"Estoy preocupado, hace mucho que no sales. ¿Estás bien? Quisiera visitarte esta tarde, si estás de ánimo"

 

Camus sintió que ya había sido suficiente reclusión, además Aioros no era del tipo que se queda sin hacer nada cuando ve a alguien que estima sufriendo, por lo cual le respondió que estaba bien, y que si quería ir a visitarlo, era bienvenido.

Luego de responder el mensaje, se levantó al fin de la cama; le urgió ducharse, por lo cual se dirigió al baño, pero no sin antes mirarse al espejo, y lo que vio lo estremeció. Se encontraba muy pálido y ojeroso, su rostro se veía demacrado, y había perdido algo de peso. Se llevó una mano al rostro y se dijo casi en un susurro:

 

-   ¿Por qué me estoy haciendo tanto daño?

 

Luego de una larga y reconfortante ducha se sintió mejor, peinó su largo cabello aguamarina y una vez vestido se dispuso a comer unas frutas que, para su fortuna, estaban en buen estado.

Al rato llegó Aioros, y cuando lo miró a los ojos no pudo con su sinceridad:

 

-   Te ves desmejorado....

 

-   Lo sé, me he convertido en un espectro.

 

-   No, eso fuiste cuando Hades te encomendó buscar la cabeza de Athena- dijo el castaño en tono jocoso, haciendo reír al caballero de acuario.

 

Se sentaron en la mesa a tomar un café, y al rato Aioros agregó:

 

-   Escucha, todos estamos preocupados. Nunca te hemos visto así.....

 

-   Lo sé. Es que nunca me había sentido tan mal.

-   Camus, todos queremos que estés bien, debes seguir con tu vida.....

 

-   Sí, pero....no sé si podré, no quiero verlo...- respondió, y no pudo evitar llorar. Muy a pesar de que no le gustaba mostrar su fragilidad en público, sintió que podía abrirse con Aioros.

 

-   Sé que no es fácil, entiendo que tú y Milo tenían un vínculo muy especial, pero no debes olvidar que tienes otros compañeros que también te estiman mucho, y además, hay muchos peces en el mar, encontrarás a alguien que sea digno de ti. Eres atractivo y además inteligente, pero no lograrás nada si te encierras en tu oscuridad a lamentarte.

 

-   Tienes razón- dijo Camus, secando sus lágrimas.

 

-   Puedo quedarme esta tarde a hacerte compañía, prepararemos algo de cenar y veremos alguna película, ¿de acuerdo?- el acuariano asintió- pero quiero que mañana vengas conmigo a entrenar. Si quieres podemos hacerlo en otro lugar, uno donde Milo no esté, pero quiero que vengas. No puedes destruirte de esa forma.

 

-   Está bien, así lo hare.

 

Aioros no pudo disimular su contento y mostró una gran sonrisa. Pasaron toda la tarde juntos y el caballero de sagitario le enseñó a preparar una de esas ensaladas griegas que al caballero de los hielos tanto le gustaban. Cuando se hizo la noche, luego de ver un par de películas, Aioros se retiró a su casa, no sin antes darle un cálido abrazo a Camus, quien gracias a la hospitalidad de su compañero sintió que la tristeza que lo embargó por tantos días comenzaba a aplacarse.

 

Al otro día se encontró con Aioros en una playa cercana al santuario y comenzaron su entrenamiento; el sagitariano era exigente pero Camus no se rendía fácil, por lo cual pasaron unas cuantas horas y terminaron ambos muy cansados, pero satisfechos. El acuariano parecía haber dejado atrás su depresión y el griego se sentía feliz de haber logrado mejorar el estado de ánimo de su camarada. A partir de ese día el caballero de sagitario y el de acuario entrenaban juntos diariamente, y al poco tiempo Aioria se les uniría; sin darse cuenta Camus comenzaba a entablar una gran amistad con los hermanos griegos y recuperaba su confianza poco a poco.

 

Mientras tanto, Milo seguía saliendo con Misty, aunque en sus momentos de soledad no podía dejar de pensar en Camus; estaba apenado por haberse distanciado de quien fue su amigo por tantos años, con quien no solo había compartido misiones y entrenamientos, sino también muchas locuras en la adolescencia. Se preguntaba si estaría bien, pues le preocupaba no verlo en el coliseo entrenando, y no se atrevía siquiera a acercarse a la casa de acuario, temía recibir la mirada congelante de su amigo; lo conocía como la palma de su mano y sabía muy bien que el caballero de la onceava casa era implacable cuando se sentía traicionado. Misty era muy dulce con él, lo llenaba de caricias, besos y halagos, pero nunca tendría con él lo que tuvo con Camus una vez.

 

Una tarde Misty fue pasó a buscarlo al coliseo, luego de que Milo terminara de entrenar. Allí estaban también algunos de los caballeros dorados, quienes observaron al escorpiano muy apegado al rubio. Por más que eran santos de Athena, podían comportarse a veces como unas viejas chismosas, por lo que no pudieron evitar hacer comentarios:

 

-   Milo está mucho tiempo con Misty últimamente, ¿que habrá sucedido con Camus?- preguntó algo sorprendido el caballero de tauro.

 

-   No tengo idea, jamás pensé que Milo y Camus se separaran- agregó Shaka.

 

-   Y mucho menos que Milo anduviera con alguien con aspecto tan vulgar...- exclamó Afrodita, quien adoraba hacer de crítico de moda.

 

-   ¿Estás celoso, pequeño pícaro?- le dijo Shura al peliceleste, pellizcándole con cariño la mejilla. Ellos estaban juntos hacia unos meses.

 

-   Ja ja, como si pudiera tener celos de alguien que se viste como un chulo. Camus sería algo callado, pero al menos tenía buen gusto- dijo Afrodita a las risas, mientras Mu y los otros observaban a Milo alejarse con Misty.

 

-   ¿No creen que están siendo muy duros? ¿Qué tienen contra Misty? Tal vez haga a Milo feliz…- preguntó Aldebarán, quien siempre era tan noble.

 

-   No tengo nada en contra de Misty, simplemente hay algo en él que no me gusta- agregó Mu.

 

-   ¿Su ropa horrible?- preguntó Afrodita, y Mu no pudo evitar reír.

 

-   No es su ropa, no sabría decir qué es, pero algo me huele mal- contestó el intuitivo caballero de pelo lila.

 

En ese punto ya todos habían concluido que algo malo debió ocurrir entre Camus y Milo; y a Mu no se le iba la idea de que Misty estuviera relacionado con eso. Por eso mismo fue hasta la casa de acuario para intentar averiguar que había detrás de todo eso.

 

-   Mu, ¿qué te trae por aquí?- preguntó el peliturquesa algo sorprendido.

 

-   Quería visitarte, hace mucho que no vas al coliseo a entrenar y me he preocupado, no te ves enfermo...

 

-   No te preocupes, no lo estoy...simplemente entreno junto a Aioria y Aioros en la playa. Estoy bien, de veras- agregó el acuariano.

 

-   Es porque no quieres ver a Milo, ¿verdad?- dijo Mu, quien había leído la mente de Camus en cuanto este lo miro a los ojos. Camus maldecía por dentro.

 

-   Si, así es. Necesito alejarme un tiempo, al menos hasta que....

 

-   ¿Lo quieras solo como amigo?- interrumpió el de cabellos lila, quien ya comenzaba a darse cuenta de lo que había atrás del distanciamiento de ese dúo que parecía inseparable.

 -  Sí. Cuando menos lo esperé nuestra amistad se volvió algo más; era por eso que siempre estábamos juntos. Pero él está con otra persona ahora....

 

-   Lo sé. Dime, el comenzó a salir con Misty mientras aún estaba contigo, ¿o me equivoco?- agregó Mu, y Camus seguía maldiciendo que el maldito fuera tan bueno con su telepatía.

 

-   Exacto. Fue esa la causa de nuestro distanciamiento. Milo salía con Misty desde ya hacía un mes y me lo había ocultado todo.

 

-   ¡Vaya!- exclamó el pelilila, concluyendo que sus pensamientos sobre Misty no eran nada errados, pero sorprendiéndose también que Milo fuera capaz de ocultarle a Camus la verdad; siempre había visto al escorpiano como una persona muy directa.

 

-   No lo tomes a mal, pero quisiera no hablar más del tema- dijo el caballero de ojos azules.

 

-   Está bien, disculpa. Si estas de ánimo, mañana beberemos algo en mi casa junto a Shaka, y algunos más. Nos gustaría que vinieras; te aseguro que Milo no estará allí. Me dijo que no podía venir, pues Shion le encargó una misión junto a Aldebarán.

 

-   Suena bien. ¿A qué hora?- preguntó el acuariano.

 

-   Vendrán todos a las 21, pero tú ven cuando puedas. ¡Ah! Y te agradecería que dejaras de maldecirme por leerte la mente; sabes que lo hice por una buena causa.

 

-   Perdón. Allí estaré; adiós- respondió Camus riendo y Mu se retiró.

 

Al otro día, luego de su rutina diaria, pasó la tarde pensando que relajarse con sus compañeros fuera una especie de terapia, pues necesitaba salir y verse con ellos. Debía permitirse un poco de diversión; así que sintiéndose de muy buen ánimo (gracias al entrenamiento que había tenido en esos días con Aioros y Aioria también) se duchó y se arregló muy bien. Que ya no tuviera a Milo a su lado no significaba descuidar su apariencia y perder su elegancia. Claro que lo hacía solamente por sí mismo, para recordarse que valía mucho y que era una persona fuerte. Pero no imaginaría que en esa reunión atraería la mirada de la persona que menos esperaba.

 

Notas finales:

Espero que les guste, en unos días subiré el próximo :*


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