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TU ERES IGUAL A EL por DRAGIOLA

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Notas del fanfic:

Harry Potter no me pertenece, sino a J.K.R. de quien utilizo esta grandiosa historia para crear fics sin fines de lucro y con el unico proposito de entretener.

Notas del capitulo:

Bueno, hemos llegado al final del camino o mejor dicho del mes, por lo cual "I LOVE OCTUBRE" se acaba. Espero que lo hayan disfrutado al igual que yo y tambien que ojala el proximo año tenga mas tiempo tanto para escribir como para editar. Muchas gracias a quienes leyeron estas historias pero en especial a quienes se tomaron la molestia de comentar.  :)

 

 

 

TU ERES IGUAL A EL

 

 

 

 

 

 

 

Ginny estaba feliz, le agradaba verla asi, sobre todo después del pequeño incidente al caer de la escoba mientras jugaban con sus hermanos. Se sentía bien conseguir aquella sonrisa con pequeños gestos como hacerla pasar primero en San Mungo, cosa que jamás hubiera hecho antes pero que después de ver quien esperaba cuando llegaron no dudo en hacerlo, mucho menos al escuchar al marido de este  tratar tan prepotentemente a la enfermera de turno.

 

 

Comentaban que aún no sería tarde para regresar a casa de sus padres cuando escucho gritos provenientes de la recepción del hospital mágico, nuevamente el esposo del mortifago estaba haciendo escandalo para que lo atendieran recibiendo a cambio solo el repudio normal por parte de la gente ahí presente.

 

 

-No puedo creer que se casara con el-comento su peli roja tomándole del brazo-De seguro lo engaño de alguna forma-continuo la chica mirando como McNillan casi se tiraba del cabello por un poco de atención de la recepcionista que lo ignoraba olímpicamente.

 

-Vamos Ginny, no me quiero perder el famoso pastel de carne de tu madre-le sonrió para continuar su camino siendo interrumpido por el ex Hufflepuff.

 

-Potter, por favor, tienes que ayudarme, mi, mi esposo, él no está bien y esta-apunto a la mujer tras la recepción-¡Esta bruja no permite que lo atiendan!-grito exasperado el castaño viendo como esta solo lo ignoraba para llamar a otro brujo que había llegado mucho después que ellos.

 

-Tal vez si fueras más educado nada de esto pasaría-soltó Ginny mostrando una mueca despectiva que le recordó algo de su niñez al moreno.

 

-Educado, ¡educado!-

 

-Cálmate McNillan-interfirió Harry viendo como su ex compañero se volvia a alterar.

 

-Calmarme me dices, calmarme, Potter, mi esposo lleva esperando cuatro horas aquí, ¡cuatro horas!-

 

-Los pacientes se pasan según su gravedad-interfirió la enfermera alzando una ceja.

 

-¡A eso le llama grave!-indico el dedo entablillado de la peli roja que lo miraba furiosa-¡Mi esposo esta en labor de parto!, ¡parto maldita hurraca!-grito esto último en dirección hacia la recepción.

 

-Ya McNillan, cálmate- soltó entre dientes el moreno poniéndose frente a su novia.

 

-¡Como me pides que me calme!-tomo aire pasándose una mano por su cabellera-Solo necesita un mendimago, solo eso pido, nada más, es nuestro derecho-

 

-Bueno tal vez no debiste casarte con un maldito mortifago-dijo su peli roja sin disimular su molestia por ello.

 

-Es por eso, porque el… ¡somos magos al igual que todos!-

 

-¡McNillan te lo advierto o te calmas o!-

 

-¡Que Harry! ¡Que, acaso me arrestaras como lo hiciste con Zabini cuando lo estafaron en el mercado!- grito más fuerte de lo común el castaño provocando que el moreno se pusiera furioso por algo que sabía que aun no estando bien, lo había hecho solo para darle una lección al ladino Stlateryn que engatuso vilmente a la hija del pobre sujeto que supuestamente le había robado.

 

-Quedas detenido por crear escándalo en un lugar público-le agarro el brazo ante la incredulidad del castaño.

 

-Bien hecho Auror Potter, es lo que se merece-incito la enfermera volviéndose a sentar en su asiento para levantarse de golpe al escuchar un chillido del fondo de la sala de espera-Pero que rayos-dijo caminando entre la gente junto al moreno Auror para ver un gran charco de sangre en el piso y al responsable de esto desmayado sobre las bancas más pálido de lo que jamás se imaginaron ver a uno de su estirpe.

 

 

Aunque Ginny insistió que eso no les atenía y que regresaran a casa de sus padres el no pudo hacerlo, no después de lo que había pasado, no después de lo que él se creía en cierta forma responsable, aun sin serlo, por eso se quedó ahí, sentado en espera de que McNillan saliera sonriente dándole las gracias por haber abogado en que atendieran a su esposo, aun después de que increíblemente la enfermera pusiera una estúpida excusa para dejarlo tendido en una camilla sin llamar a un mendi mago. Las cosas en el mundo mágico estaban mal, él lo sabía pero nunca quiso verlas, nunca quiso darse cuenta de ellas porque a fin de cuentas él era parte de esa comunidad vengativa que se había formado tras el fin de la guerra que no perdonaba a quienes la habían iniciado, ni mucho menos a quienes se habían unido a estos ignorando sus crímenes. No podía culparlos por ello, no podía, mucho menos al ver las secuelas de la más cruenta guerra que tuviera la comunidad mágica, ni tampoco al ver aun el llanto en los rostros de esos padres que perdieran a sus hijos. No, no podía, pero estaba consiente que para sanar una herida de nada serbia hacerle otra al enemigo, pues este regresaría para devolvérselas con creces. Respiro hondo, pensando en que desde ese dia cambiaría su postura contra los Mortifagos, contra sus ex compañeros de Stlateryn y que sería justo, tanto con ellos como con las víctimas de la guerra.

 

 

McNillan apareció tambaleándose, aun con la ropa ensangrentada de tal forma que daba la impresión de estar a punto de caerse por lo cual corrió en su ayuda para recibir un manotazo de su parte.

 

 

-No me…no me toques-apenas dijo el castaño dejando ver su rostro descompuesto con rastros de lágrimas que eran reemplazadas por unas cuantas nuevas-¡No te atrevas!…no…no…-

 

-McNillan y…-

 

-Mi esposo, mi hijo-sonrió melancólicamente McNillan sacándole un peso de encima al moreno para devolvérselo de golpe-Ya no están Potter, vamos, díselo a todos, hay un mortifago menos-

 

-McNillan yo-

 

-Lo sientes, ¿en serio?, lo sientes- el moreno agacho la cabeza sin saber que decir-no Potter, tu no lo sientes, como tampoco lo hará nadie, bien lo dijo tu novia, el solo era un mortifago, yo me busque esto, ¿no?-

 

-Si necesitas que llame a alguien-

 

-¡Esta muerto! ¡Mi esposo y mi hijo están muertos! ¡De que mierda me sirve que llames a alguien, acaso lo volverán a la vida!-

 

-Tranquilízate McNillan-

 

-¡¿Por qué, acaso me llevaras detenido, es eso?! Pues vamos, hazlo-alzo ambas muñecas ante el-¡hazlo, hazlo!-

 

 

Pero Harry no lo haría, pues comprendía bien el sufrimiento del joven ante él, de su sufrimiento, porque él había tenido pérdidas parecidas, perdidas que le habían herido y dejado un agujero en el corazón que solo el tiempo había conseguido borrar y ni siquiera totalmente.

 

 

-Sabes una cosa-dijo el hombre frente a él bajando sus muñecas-yo pelee en la batalla final, ayude a que los Mortifagos no ganaran, a que gente como esa bruja- apunto hacia la recepción -para que vivieran sin tener que enfrentarse a ellos pero eso no les importa, porque al final lo único que a ellos les interesa es el Gran Harry Potter, el salvador del mundo mágico- le pincho con un dedo en el pecho -Y dime Potter, que hiciste tu aparte de matar a Voldemort, ¿Qué hiciste?- iba a replicar pero se mordió la lengua prefería que el castaño se desahogara antes de que terminara haciendo algo de lo cual se arrepintiera -Yo- dijo el hombre mirando sus manos -esta sangre, esta, es de mi Draco, de mi Draco y mi hijo, y es, es igual a la de esos magos y brujas que tuve que atacar y matar para ganar esta maldita guerra de la misma forma que el resto de los alumnos que se quedaron para luchar a tu lado, mientras tu- le miro a los ojos -mientras tu solo mataste a uno y para que Potter, dimelo, ¡Dímelo maldita sea!-

 

-McNillan, siento mucho tu perdida, te aseguro que esto no se quedara asi-

 

-Como si te importara- soltó sin ánimo el hombre.

 

-Mira, sé que-

 

-Al final no eres diferente a él- soltó el castaño dejándose caer en una banca cercana -tu ere igual a él, igual-

 

 

Desde ese dia las palabras de McNillan lo perseguían sin dejarle en paz, cada vez que se despertaba, que trabajaba, que comía, que se duchaba, que dormía, en sus sueños, en sus pesadillas, al verse frente al espejo, la maldita frase resonaba en su cerebro como un eco maldito.

 

 

“Tú eres igual a el”

 

 

Y no, eso no era posible, porque el ayudo a liberar el mundo mágico de un monstruo, del asesino de su padre, de su madre y de miles de otros inocentes que no tuvieron más culpa que estar en medio de sus planes siniestros. No, él no era igual a él, no lo era, aun siendo invadido por las noches por pesadillas en las cuales Draco Malfoy con un bebe muerto entre sus brazos y con lágrimas de sangre en el rostro le preguntaba el porqué, porque había matado a su hijo, porque había destruido su familia, porque había dejado solo a su amado esposo.

 

 

Paso la palma de su mano sobre el espejo para quitar el halo formado por una ducha caliente tomada recientemente, viendo su desmejorado rostro en este y dándose cuenta de algo que jamás noto, sus ojos, esos ojos verdes heredados de su querida madre, esos ojos que tanta nostalgia traía en los conocidos de ella y tanto le ayudaran con el mismísimo Snape, aun sin saberlo, ya no eran iguales a un par de años atrás, lo podía notar, al fondo, muy al fondo sumergido y emergiendo poco a poco un color rojo se apoderaba de ellos gritándole a la cara la sentencia dada por McNillan. 

 

 

 

 

Y si, ahí se dio cuenta, pues el, Harry Potter, era igual a él.

 

 

No.

 

 

Él era Voldemort.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Fin

Notas finales:

Como siempre gracias por leer y mucho mas por comentar, hasta la proxima, que espero no sea un par de meses mas alla y si mas aca.


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