Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

LA VERSIÓN JAMÁS CONTADA. por Huitzil

[Reviews - 56]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Los personajes de Sherlock y Mycroft Holmes con sus coprotagonistas no me pertenecen. derechos reservados al grandioso Sir Arthur Conan Doyle.

Notas del capitulo:

Este es mi primer fanfic de Sherlock Holmes espero que les guste!

Era por la tarde me encontraba en mi habitación sentado en un cómodo sofá saboreando un buen chocolate caliente, disfrutando de la calma que el día siempre me brindaba y sus sonidos con “Diógenes” mi gato negro y mi mejor compañía en el mundo; cuando desafortunadamente me vi interrumpido por mi pequeño, indeseado, malcriado y detestable  hermano menor Sherlock Holmes o, como yo le decía y no por  cariño si no con toda la intención de molestar, Sherly.

Traía su horrendo traje de pirata que mamá le había confecciona el malcriado de mi hermano corría de aquí para allá con su pulguiento perro por toda la casa y ahora era el turno de mi habitación, llego acusándome de ser un pirata enemigo.

- Sherly ¡basta!- Grite enojado cuando vi que mi felino Diógenes era perseguido por su perro en mis narices por toda la habitación.

- Te llevare a la horca Panzram.-  Gruño mi hermanito con júbilo, desvariando la situación.- Salvare a la doncella que tienes bajo tu subyugo y la devolveré a sus padres en nombre del rey.-

Levante una ceja mientras lo veía con incredulidad, ¿Por qué dios me castigaba con tan puñetero hermano menor? un bufido de Diógenes me saco de mis pensamientos, el felino estaba arrinconado en la sima del estante de libros y el pulguiento perro de mi hermano lo había acorralado.

-Sherly, por favor…- dije en tono suplicante

- No conozco a ningún Sherly ¡Yo soy el pirata más temido de los siete mares el Grandioso Simbad!- cuando escuche eso no pude evitar fruncir el ceño.

Sherly con su estúpida espada de madera me apunto y la puso contra mi regordete cuello, en ese momento solo quería lanzarle el libro más pesado que tuviera y derribarlo pero en lugar de eso como era mi costumbre ocupe las palabras, que utilizadas con astucia siempre eran la mejor arma contra Sherly.

- ¡Bien! “Simbad” si eres un pirata ¿Porque estas atacando a otro pirata solo para ayudar a una damisela en peligro? se supone que si vas matarme será para robarme y quedarte con mi barco, cerebro de paja, no para ayudar al rey.- Mis palabras fueron utilizadas con ardid y con toda la intención de ofender y, en el mejor de los casos de confundir.

Obtuve rápidamente el efecto deseado vi con placer el desconcierto en el infante rostro de mi estúpido hermano, nuestras miradas que poseían el mismo color plateado bala se encontraron demostrando la fiereza e inteligencia nata con la que habíamos sido bendecidos pero no solo eso, yo pude ver como la necia mente de mi hermano empezaba a maquinar rápidamente buscando una manera de contratacar.

- Yo no trabajo para la corona.- dijo con cierto enfado.

- Por supuesto que si.- conteste con sarcasmo.

- ¡No! ¡Yo soy un pirata bueno!- grito el pequeño enojado con una expresión volcánica y única.

- No seas incrédulo Sherly, los piratas buenos no existen si fueras un pirata bueno, no serias un pirata.-

- Pues yo si soy un pirata bueno, no trabajo para el rey, pero… pero su coronel en jefe vino a buscar consejo del mejor de los piratas y yo estaba aburrido.-

Mi hermano aparto la falsa espada de madera y me enseño la lengua en un evidente acto de malcriaría.

- Entonces ¿Por qué quieres salvar a la damisela en peligro? ¿Porque no le dejas el trabajo al coronel en jefe? tú ya cumpliste con aconsejarlo o no me digas que estas aquí porque… ¿La amas?- pregunte con un tono de voz serio tratando de sonar tenebroso pero a mi parecer era muy cómico.

De nuevo…. Hizo su cara de Poker, empecé a reír en voz alta mientras volvía a acomodarme en mi sofá y tomaba mi chocolate caliente con alegría junto a la ventana. Lo bueno de ser yo, es que era yo.

- Aparta a tu pulguiento amigo de Diógenes y podremos hablar Sherly.-

-¡No me llames así gordo tonto!-

Dijo disgustado tratando de ofenderme, cosa que no funciono Sherly no era el primero que me llamaba gordo y tampoco sería el último así que ¿Qué más importaba un sobrenombre del montón? no obstante ante mi sorpresa llamo a su obediente mascota que fielmente se sentó a su lado dejando a mi felino en paz.

- Habla de una buena vez Mycroft.- ordeno mi hermanito con tono serio.

- ¿Sabes el significado de la palabra amor?- pregunte con ufanía.

Sherly desvió la mirada haciendo un puchero infantil - No.- contesto arrastrando las palabras.

Volví a sonreír placenteramente, no era que yo fuera un experto en el tema pero con observar me bastaba para comprenderlo, sin embargo si lo suficiente  como para alejarme de él y todos sus síntomas.

Sin sacar un diccionario porque mi mente era tan fiable como un libro de una biblioteca conteste rápidamente.

- Su significado viene del latín. Es un sentimiento intenso del humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro con otro ser humano.

- ¿Insuficiencia? ¿Necesitar? Suena como a un escarnio.- manifestó Sherly analizando mis palabras.

- Ciertamente lo es Sherly, tiene más significados pero ese es el más correcto, el amor es química en cierto modo, inservible para los que usan la mitad de su cerebro cuando menos, a mi punto de vista es una gran pérdida de tiempo, te retrasa no solo físicamente sino mentalmente, es una enfermedad que no tiene cura y lo peor es que por lo visto todos los humanos la padecen por lo menos una vez en su vida.

- ¡No!- grito Sherly asustado tomando con asir a su pulguiento amigo canino y sorprendiéndome por su reacción. – Yo no me quiero enfermar ¡Jamás me sucederá!-

Me recargue en mi asiento, vi con tristeza como mi independiente amigo Diógenes huía del cuarto, que suerte la de ese gato, él podía huir del tonto de mi hermano sin recibir ninguna clase de represalia después.

Sherly estaba llorando como si le acabara de contar la peor historia de miedo del mundo, de ser otro hermano mayor lo consolaría y le diría que no es tan malo el amor, pero eso significaría levantarme de mi cómodo sofá cosa que no haría.

- No digas tonterías, te enamoraras cuando menos te lo esperes.-  asegure  divirtiéndome a costa del sufrimiento de mi hermanito.

- ¡No!- grito Sherly nuevamente viéndome asustado a los ojos arrugando su frente y las cejas en seña de preocupación.

- Por supuesto que si.-

-¡Que no! ¡Te acusare con mi mama si sigues diciéndolo!-

- Hazlo, no me importa acúsame con mamá de todas manera no evitaras a cupido.

- ¡Te enfermaras primero del amor!- grito de pie frente a mí, parecía gracioso verlo lloriqueando en su traje tonto de pirata.

- No lo creo Sherly, a pesar de mi edad, mi intelecto está por arriba del humano promedio incluso es superior al tuyo, puedo huir, es más me es fácil evadir ese sentimiento ya que para padecerlo por completo necesitas contacto humano y humano es lo que menos me define.-

-Te enamoraras antes que yo, estoy seguro ¡estúpido Mycroft!-

- ¿Eso que escucho tan claramente es una apuesta?- dije sonriendo dándole un trago a mi chocolate que ya no estaba tan caliente como a mí me gustaba.

- ¡Claro que si!

-Estupendo, pongamos las apuestas sobre la mesa ¿Qué es lo que quieres perder?-

Sherly se tensó.

-¿Cuánto?-

Pregunto nervioso en un susurro mi hermanito; sabia de ante mano que mamá desaprobaba las apuestas, pero nosotros teníamos sangre de jugadores en las venas por nuestro padre, no se podía evitar.

- No seas tonto y mira lo que es evidente no dije “Cuanto” Sherly… dije “Que”, ya que parece  que no tienes una idea de que darme, ¿Qué te parece ser mi sirviente por un mes entero si pierdes?

Sherly se quedó estupefacto pensando mi propuesta.

- No lo hare, mamá dijo que las apuestas son malas.-

- y papá dijo que las apuestas  solo son malas cuando sabes que perderás.-

- Yo no perderé.

-Pruébalo, ¡apuesta!- estire mi mano.- vamos estréchame la mano si quieres apostar.-

- si yo gano, tú serás mi sirviente por un mes.-

- Por supuesto que si… ¿Tenemos un trato entonces?

Sherly tomo mi mano con fuerza y después la soltó con desprecio.

- Es un trato quien se enamore primero pierde, estúpido Mycroft.-.

Fue en ese día que el pequeño Sherly y yo decidimos apostar sobre el destino.

Actualmente ya siendo adultos los dos seguíamos siendo los mismos que cuando éramos pequeños; Sherly seguía corriendo de aquí para allá por toda la ciudad como si fuera un sabueso de caza junto a su nueva mascota, un médico militar retirado llamado John Watson.

John Watson, era un hombre alto y delgado; romántico y poético para ser un militar, era rubio y su piel blanca estaba bronceada, poseía unos ojos claros color pasto, un gran porte, una educación excepcional y gran facilidad de la palabra. Su inteligencia no sobrepasaba la de Sherly pero era uno de los hombres más listos que el promedio, lamentablemente siempre en todos sus escritos se hacía menos (Bueno cualquiera se podría sentir así con el inmaduro de mi hermano recalcando a cada cinco minutos su superioridad) pero yo sabía que gracias a ese médico militar mi hermano Sherly seguía entre los vivos e incluso lo hacía ver más humano en sus escritos.

Yo seguía disfrutando de la calma, ocupando las palabras como armas y mi conocimiento con el fin de evadir la guerra o cualquier indizo que fuera a interrumpir mi muy acostumbrada calma. Claro lo único que era diferente a cuando tenía catorce años es que Diógenes ya no estaba a mi lado.

Nuestra apuesta verbal seguía en pie  y ahora la recordaba al ver a mi pequeño hermano afuera de mi club Diógenes (club llamado así en memoria de mi gato) mi hermanito miraba la puerta como queriendo entrar pero a unos pasos de tocarla se retiraba en seco, se mordía el labio inferior, inspeccionaba las ventanas con la mirada en busca de una señal que me delatara lamentablemente para él los vidrios de todo el club estaban polarizados y a pesar de que estaba de pie frente a la ventana y poder verle ahí en el asfalto tan claramente él no podía hacer lo mismo estando afuera, sonreí con malicia; cupido y un doctor habían logrado que ganara la apuesta.

Si el magnífico y grandioso Sherlock Holmes había agotado todas sus teorías (cosa que casi nunca sucedía) venia por un consejo mío, yo era como un apoyo criminalística para su causa detectivesca.

Nunca terminaría de entender cómo es que a mi hermanito le gustaba corretear por todos lados solo para encontrar pruebas de que, lo que decía o suponía era cierto. A mí me bastaba observar y deducir como un mero pasatiempo algo interesante que hacer cuando se estaba aburrido pero si alguien me pedía pruebas de mi deducción simplemente le decía que me equivocaba y hasta ahí, no me tomaría la molestia como Sherly de probar que todo lo que decía era la verdad.

El tonto de mi hermano seguía afuera sin su amigo John, a simple vista me pareció que Sherly venia por un consejo mío pero no era para un caso criminal si no uno más personal, había venido solo ya que a esta hora más o menos si no me equivocaba el cronista daba consultas en su casa a lado de su infértil esposa Mary Morstan.

Sin embargo de tratarse de un caso Sherlock no le hubiese importado lo muy ocupado que estuviera su amigo y lo hubiese traído arrastrándolo consigo como siempre; lo que me suponía que no quería que Watson se enterara de su visita hacía mí, la pregunta obvia era: ¿Por qué?

 ¿Por qué? si Watson ya había venido al Diógenes, si ya nos conocíamos, si  mi tonto hermano le hablo de mi con tanta confianza y John Watson con su fiable memoria recordó palabra a palabra lo que mi hermano le dijo sobre mí, sin quitarle ni ponerle de más.

Watson me había descrito como un hombre muy parecido a mi hermano, si bien mucho más alto y “Voluminoso” que poseía poderes de deducción superiores a los de Sherlock, sin embargo incapaz de hacer el esfuerzo físico necesario para llegar a la conclusión de los casos.

Me volví dándole la espalda a la ventana planeando mi siguiente movimiento camine inconsciente a mi escritorio y me senté tras de él sabiendo que mi hermano menor no se atrevería a tocar la puerta pues pedirme consejo significaría aceptar su derrota.

Hoy tendría uno de esos días movidos que tanto detestaba al convertirme en un sabueso tras una pista y una hipótesis para averiguar si mi hermano estaba enamorado y lograr obtener una confesión que me convertiría en el ganador de una apuesta echada y corroída a través del tiempo.

Notas finales:

No se olviden de comentar si les ha gustado o no, espero que en el sig. cap. vallamos al romantisismo y poetico amor.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).