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Hasta el amanecer por Kazumi Andy

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Notas del fanfic:

Holaa sensual gente lectora :3 aqui les presento un nuevo fic; que...uff abarcara muchos capítulos, con el temática de fantasía claro >w< la verdad espero que les guste :'3 porque a mi me gusta escribir con estos temas y ahora...Kuroko no basuke...sajajkdad hermoso ewe Y con la tercera temporada ya estrenada...mucha más inspiracion!! >w< kyaaa~~

 

Los personajes no son mios, son propiedad del gran Fujimaki-sensei

     

Notas del capitulo:

Bueno ya sin antes empezar, gracias por leer >w< ahora si...disfruten -w-

La reina con un poco de desgano se levantó de la cama en la que dormía con su marido; se acercó a las puertas que daban al balcón superior y salió para respirar un poco de ese cálido aíre de otoño. Otro año más pasaba. Otro año más sin poder concebir a su futuro heredero. Y eso la molestaba completamente.

 

¿Por qué ella tenía que haber sido maldecida con un vientre estéril?

 

¿Por qué no le pudieron dar la oportunidad de ser madre? 

 

¿Por qué simplemente no podía desaparecer?

 

Una lágrima cayó sobre el barandal del balcón, una tras otra. De nuevo sentía esa impotencia, esa ira, ese sentimiento que nadie podía quitarle con un milagro.  Suspiró y trató de calmarse. No podía hacer nada; ni siquiera el mejor brujo del reino de Seirin había podido darle la esperanza de concebir un hijo. Se abrazó a sí misma y dio un último respiró.

 

-Por favor…-susurró.- solo…quiero a mi hijo…- su mirada se dirigía al cielo en espera de que alguno de los dioses la escuchara; pero en su interior algo le impedía seguir con la esperanza.

 

Regresó a su habitación y volvió a acostarse. Tal vez…solo tal vez…podía despertar con algún síntoma que tenían las mujeres con el embarazo o una de las nodrizas le diría que está en la espera de su bebé. Una última lágrima cayó de sus ojos antes de caer rendida en el sueño.

 

-//-//-//-//-//

 

Los días pasaron y entonces…un día…la primavera había llegado para los reyes de aquel reino. La reina había quedado embarazada de su primogénito. La alegría no podía invadirla más de lo que ya sentía. Por fin…Por fin podría ser madre; todos sus ruegos habían sido escuchados y pronto tendría un bebé a quien engreír, a quien cantar cada noche y calmarlo cada vez que sintiera miedo.

 

La reina era muy querida por todo el pueblo; con su belleza y gentileza cautivaba a cualquiera que se cruzara frente a ella; fue por eso que al enterarse del estado de la reina, todos celebraron  su alegría con la llegada del futuro príncipe. En cambio; su marido; era un ser con un corazón de metal. No tenía piedad alguna con los pobladores. Aumentaba los impuestos, los desterraba de sus hogares; simplemente, era el ser más odiado en el reino. Nadie sabía porque una persona tan buena como su reina podía haberse casado con un ser tan ruin como el rey.

 

Lo que no sabían ellos era que la reina en lo más profundo de su corazón aguardaba por el día para poder escapar con su bebe. No amaba a su marido. No lo amaba. Él simplemente la ignoraba o abusaba de ella cuando quería; pero no podía hacer nada. La habían comprometido cuando solo era una joven de 13 años y solo le quedó más que aceptar; al inició no se había comportado tan dócil como una princesa; pero al pasar de los años solo le quedó soportar esa vida.

 

 

-//-//-//-//-//-//-

 

Los meses pasaron y su hijo –sexo destinado por uno de los brujos- se fue desarrollando con normalidad. Su sonrisa no podía ser borrada de su rostro en aquellos momentos; estaba más que emocionada porque su hijo nacería pronto; esos días…eran de gloria; hasta que…

 

-¿Por qué llegas tan tarde?- preguntó con cierto enojo a su marido que recién entraba por el umbral de la puerta.

 

-Cálmate mujer; no quiero más de tus quejas.- dijo el rey dejando su espada a un lado.

 

-Entiende que tu hijo está por nacer-

 

Uno de los guardias había entrado al cuarto, su frente estaba con un sudor fría y en su rostro solo se reflejaban las palabras temor y auxilio.- Su majestad, los bandidos del sur han atacado al reino.- dijo con temor. La reina por instinto se abrazó a sí misma y empezó a respirar alterada. El rey tomó su espada y le indicó al guardia que protegieran la entrada al castillo, salió y dejo a su mujer sola en el cuarto. Ella protegía su panza de 9 meses sin saber qué hacer, solo le quedo irse a un rincón de esa habitación y susurrarle cosas a su pequeño.

 

-Todo estará bien…-dijo con temor en su voz.- no dejare que nada te pase…- Sintió un extraño olor y cuando levantó la vista vio unas llamaradas naranjas por la abertura de la puerta y el irreconocible color de humo. Habían incendiado el castillo. Su respiración se agitó más y sus lágrimas empezaban a salir. Buscó con la mirada una rápida opción de salida. El balcón. Corrió rápido hasta llegar a este; mientras que el fuego ya iba abarcando la mayor parte del cuarto. Recordó sus huidas de joven y con mucho esfuerzo salto del balcón hasta las enredaderas que se habían formado en las paredes del castillo. Con sumo cuidado fue bajando; pero al pisar cerca de una rama, esta se rompió y terminó de bruces en el suelo, lastimándose la muñeca y el tobillo.- Mi…mi bebe…

 

Las contracciones comenzaron y al levantarse con algo de dificultad, vio que ya había roto fuentes. Con todo el dolor en el cuerpo se metió en las profundidades del bosque que rodeaban el castillo. Mientras más se internaba, el ruido de todo el desastre que se producía en el reino era menos y las contracciones del embarazo iban aumentando más y más. Sus pies no dieron para más y se desplomó a las orillas de un río.

 

Gimió lo más fuerte que pudo. Iba a traer al mundo a su bebe. Sus gritos iban aumentando; pero nadie podía oírla. Uno…dos…tres, grito tras otro. Dio un último esfuerzo y en el silencio del bosque se rompió con el llanto de un bebe. La reina se movió con las fuerzas que aún le quedaban y con una roca que estaba cerca de ahí corto el cordón umbilical; cargó a su bebe y le quito la sangre en el río. Pudo ver una pelusa celeste en su cabeza. –Bienvenido al mundo Tetsuya…-dijo la reina sonriendo y abrazando a su hijo.- perdóname.- ya había empezado a llorar.- perdona a mami que no podrá estar contigo…- su respiración se agitaba y supo que ya era la hora.- Te amo mucho; mucho; mucho…- le dio un beso en la frente y mientras lo dejaba sobre un arbusto que estaba cerca de ahí…su cuerpo muerto se dejó caer.

 

Una pequeña luz desde lo más profundo del bosque se fue acercando hasta donde estaba el cadáver de la reina de Seirin y un bebe que lloraba con todas las fuerzas que era capaz de dar. La luz dio forma a una mujer con un  vestido largo amarillo cual sol y su cabello castaño relucía con su figura. Cargó al bebe y pudo apreciar sus ojos celestes…como el cielo en un día de verano.

 

-Tetsuya…-susurró.- lamento que tu destino sea este; pero…tu padre debe pagar por todo lo que ha hecho.- En su mano se formó una pequeña luz y la acerco al pecho del bebe.- Soy la doncella del sol y en mi nombre te entrego esta maldición. Tus huesos serán frágil cual cristal; con el sol cuidado tendrás, a pesar de la luz, tu una sombra serás.- y aquella luz desapareció ingresando en el peliceleste que solo veía con curiosidad a aquella mujer.- Te dejare sobre un pequeño canasto y dejemos que los mortales se encarguen…lo lamento…-

 

-Riko apúrate.- se escuchó ese sonido a lo lejos y de las aguas del rio se formó un hombre joven con cabello marrón.- no nos deben descubrir aquí.

 

-Lo se Jumpei.- dijo Riko mientras su figura cambiaba a la de una mujer de mayor edad, con canas en el cabello y algo encorvada; transformo el arbusto en una pequeña canasta y depositó ahí al bebe.- no dejare a este pequeño solo.

 

Jumpei suspiró.- entonces…hazlo rápido y ¿Qué hago con ella?- preguntó señalando el cadáver de la reina.

 

-Déjalo en la entrada del bosque para que algún campesino lo vea.- dicho esto Riko salió del bosque con la canasta y se dirigió a la plaza central del reino. Pudo ver que el caos aún continuaba; pero ya los bandidos habían empezado a retirarse. Dejo el canasto junto a la fuente de la plaza y se agachó dejando una pequeña nota sobre el canasto.- Suerte…Tetsuya, te veré en unos años más.- y sin más desapareció.

 

Una criada que pasaba por ahí tratando de llegar a su hogar, logró escuchar el llanto de un bebe. A pesar del humo que aún invadía parte del pueblo, pudo ver un canasto con una pequeña pelusa celeste. Se acercó y vio a aquel niño, tan dócil y frágil,  llorando.-Pobre pequeño.- lo cargó y lo acunó entre sus brazos. Vio la nota que estaba sobre su pecho y sonrió.- Con que…Tetsuya; no te preocupes…yo cuidare de ti.- Lo recostó sobre el canasto y lo levantó para llevarlo junto con ella. No pudo notar el cuerpo frío de la reina a un lado de unos árboles, con una pequeña sonrisa en el rostro.

     
Notas finales:

¿Qué tal? ¿Les gusto? ¿Debería continuar? ¿Tirarme de un puente? No lo sabre sin un review ;3 Dejenlos...son gratis :D

 

Y pasense a leer "Mis Rosas" un songfic para los amantes del KagaKuro

     

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