Capítulo 1: Recuerdos
-Me voy mañana a Australia…… con Sousuke- Rin aclaro a Nagisa, Haru y Makoto a quienes había reunido para darles la noticia.
No puede ser, por favor Rin no te vayas…. Esos eran los pensamientos de Makoto en el instante en que Rin dio la gran noticia….. No te puedes ir así de repente, Rin tú a mi me gustas….. Unas lágrimas amenazaban con salir de los hermosos ojos verdes del castaño, con una gran dificultad esbozo una sonrisa.- Espero que puedas lograr tus sueños Rin, junto con Yamazaki-kun
-Muchas gracias, pensé que se molestarían- respondió el pelirrojo con una gran sonrisa
-Nada de eso, todos queremos que logres lo que quieras- se dirigió Makoto, viendo como su amigo se despedía de ellos y se retiraba para terminar de empacar.
En ese momento sonó el despertador, avisando que un nuevo día comenzaba.
Solo fue un sueño, pensó el oji-verde levantándose perezosa y tristemente para dirigirse al baño y tomar una ducha. Aún recuerdo eso como si hubiera sido ayer, tengo que olvidarlo y seguir con mi camino. Salió del baño se puso el uniforme de Iwatobi y se dirigió al comedor donde su mamá servía el desayuno.
-Buenos días, mamá, papá- se dirigió el castaño a los señores Tachibana con una gran sonrisa para evitar que notaran que se sentía algo triste por aquel recuerdo que soño.- ¿Y Ran y Ren?
-Buenos días hijo, contestaron al unisonó el señor y la señora Tachibana, volviendo a lo que estaban realizando hace algún momento.
-Hoy no tienen clases, así que despertaran más tarde, ¿quieres desayunar?- pregunto la castaña con una gran sonrisa.
-Lo siento pero tengo que ir por Haru- dijo despidiéndose y dándole un beso en la frente a su mamá.
-Ve con cuidado Mako- dijo su mamá mientras veía como su hijo salía de la casa.
Makoto salió de su casa y subió las escaleras que llevaban a la casa de la abuela del oji-azul, estando afuera grito.- Haru, ¡Haruuuuuu!- ha de estar aún en la bañera, y con ese pensamiento se dirigió a la puerta trasera de la casa de Haru para enseguida ir directo al cuarto de baño.
Toc toc- Haru, ¿puedo pasar?- pregunto el castaño esperando la aprobación del peli-negro
-Pasa- contesto Haru tan simple como siempre.
-Buenos días Haru- lo saludo Makoto tendiéndole la mano para que el oji-azul saliera de la bañera- uufff nunca cambiarás Haru-chan- le dijo con una sonrisa, ya sabía que al pelinegro no le gustaba que pusieran el ‘’chan’’ en su nombre.
-Quita el –chan- respondió un poco molesto, pero Makoto sabía que siempre era así.
-Te esperare en la sala a que termines de cambiarte- le dijo el castaño para dirigirse a la salida después de recibir una aceptación de parte del pelinegro. Se sentó en la sala, recordando su sueño, a pesar de todos esos años seguía recordando aquello y le dolía, no podía olvidarlo, ya paso tanto tiempo, tienes que olvidarlo Makoto, eso es cosa del pasado, pensaba y sin lograr su objetivo llevo sus codos a las rodillas y se inclino con las manos en la cabeza mirando al suelo, pero de repente vio debajo de los cojines del sillón algo blanco que se asomaba, decidió levantar el cojín y pudo percibir que eran varias cartas, eso se le hizo raro ya que Haru no dejaba la correspondencia allí, decidió sacarlas, volver a acomodar el cojín y tomar asiento nuevamente, de repente se quedo congelado, no podía creerlo, una carta de Rin, decidió revisar el remitente de las demás cartas, todas y cada una de ellas eran de Rin, Haru ha tenido estas cartas durante todo este tiempo y no me dijo nada, ¿por qué?, ¿qué acaso ya no confía en mí? Y ¿por qué Rin no me envió nada?, esas y muchas preguntas pasaban por la cabeza de Makoto, quería saber todo acerca de esas cartas.
-Makoto ya casi termino, solo déjame desayunar- hablo el oji-azul dirigiéndose a la cocina - ¿Makoto?- regreso a la sala al no recibir respuesta alguna del oji-verde. - ¿Makoto qué tienes?- se acerco hasta su amigo.
Makoto volteo hacia Haru con las cartas en mano.
-Makoto…. ¿qué haces con eso?- pregunto algo nervioso Haru al ver el remitente de estas mismas.
-Haru….. ¿Por qué tienes estas cartas?- preguntó un castaño, triste, enojado, pero más que nada decepcionado porque su mejor amigo de la infancia no le tenía la suficiente confianza como para hablarle de las cartas.