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Lazos de Sangre por Zafira

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Notas del capitulo:

Muchas gracias a los que leyeron y dejaron comentarios... Espero que les guste esta idea... se me ocurrió por pura casualidad, y quise darle forma...

Capítulo 2º: Un velo que cae

 

Todo había sucedido muy rápidamente, un poderoso cosmos lanzó a todos los marinas que estaban presentes hacia atrás, y Milo hubiera tenido la misma suerte de no haber estado cerca de Poseidón, pues este, protegido por su cosmos, fue el único que ni se inmutó con el golpe de energía.

 

De entre la poderosa aura de energía, emergió la figura de un hombre de apariencia fuerte y de expresión soberbia… quien a paso lento se dirigió justo en frente del dios de los mares.

 

¡Mi querido tío… es un placer verte en esta era! – aquellas palabras sonaron ladinas, lo que provocó que el gesto de Poseidón se volviera serio…

 

¡Creo que olvidas a quien estás atacando Ares… sigo siendo uno de los dioses principales entre los olímpicos! – Milo observaba desde cerca la interacción entre ambas deidades, su mirada se fijó más detalladamente en la de Ares, quien aparentaba ser un hombre de casi la misma edad que la de su propio tío, aunque más experimentado… lo que le causó un mal presentimiento al caballero.

 

¡Es cierto que Poseidón es uno de los dioses principales… es cierto que lo eres… sin embargo…! – sin previo aviso Ares atacó a su igual, quien fue protegido por su cosmos… y para su sorpresa, por Milo…

 

El escorpión atacó al dios de la guerra, quien con disgusto recibió el ataque… miró al caballero como si de un insecto se tratara…

 

¡Gusano… Debí acabar contigo cuando tuve la oportunidad! – murmuró el recién llegado, lanzando a Milo a volar varios metros, luego de golpearle con rudeza…

 

¡No…! – Poseidón hizo aparecer su tridente en su mano y apuntó a su sobrino… quien pareció divertido por este hecho, y sin esperar a que su adversario lo atacara, él se dispuso a dar la primera ofensiva.

 

¡Esta reencarnación me resulta adorable tío…! – murmuró cuando el tridente había impedido que la espada dañara al peli azul… - ¡Pagarás haberte involucrado en mis planes…!

 

Ares encendió su cosmos y este, comenzó a rodear al emperador de los mares… quien también comenzó a encender su cosmos… Kanon había sido el primero en ponerse de pié, Milo también se reincorporaba y estaba a punto de intervenir cuando los guerreros del Armagedón lanzaron ataques hacia el emperador de los mares… Kanon y Sorrento detuvieron el ataque de cuatro de los seis guerreros, mientras que Issac e Io detuvieron a otro de los guerreros, sin embargo… Krishna y Baian no pudieron detener al guerrero de la Devastación, cuyo ataque estuvo a punto de llegar al cuerpo de Poseidón, y lo hubiera hecho de no ser por Milo… aunque había algo extraño en el caballero… su cosmos era un poco diferente… a pesar de no poseer armadura el caballero dorado le estaba haciendo frente al otro, mientras que Ares y Poseidón seguían luchando no solo cósmicamente, sino también con sus armas…

 

Sucedió en una milésima de segundo… la habilidad con la espada de Ares era muy superior a la de Poseidón, incluso  si su arma era el tridente… el dios mas belicoso del Olimpo pudo desarmar al emperador de los mares, en su rostro se mostró una expresión triunfal, cuando debido a la impresión Julián fue consiente de lo que estaba sucediendo…

 

¡Creo que puedo acostumbrarme a esa expresión! – Ares estuvo a punto de tocar al joven empresario quien solo atino a dar pasos hacia atrás… pero cuando estaba por ser alcanzado por el guerrero, un cosmos muy extraño apareció justo entre ellos… las escamas de una armadura que no conocían ninguno de los generales… incluso Kanon se quedó atónito observándola… pero la sorpresa de todos se triplico, cuando esta armadura invocó a quien iba a portarla para proteger al dios de los mares…

 

El cosmos del caballero dorado de la octava casa se volvió un poco azulada… y las escamas que aparecieran hacía unos instantes lo envolvieron y vistieron inmediatamente… incluso el dios Ares quedó perplejo…

 

¿Qué significa esto…? – rugió el hombre de cabellera negra rojiza antes de atacar con su espada directamente sobre el caballero con las escamas de un marina, Milo se defendió maravillosamente del ataque utilizando un escudo que poseía la armadura…

 

¡Jajaja… sobrino mío… esas son las escamas de mi Mariscal! – el cosmos de Poseidón se hizo sentir nuevamente, Milo dio un salto hacia atrás, y se ubicó frente al emperador de esos dominios…

 

¿Tú mariscal dices? ¡Tendré que acabar con él entonces! – Poseidón apartó a Milo de enfrente de él y recibió el ataque de Ares… cuando se disponía a contraatacar…

 

¡Ares detente! – la voz de una mujer rompió el ambiente… ambos dioses se separaron, aunque al hacerlo  Ares simplemente se haya quedado de pie, mirando fastidiado en dirección a aquella voz femenina, mientas que Poseidón fue puesto a salvo a una larga distancia del otro dios, por Sorrento y Kanon, quienes salieron del trance en que cayeron al momento de oír a la diosa.

 

¡Está bien, señor! – preguntó Sorrento… fue el aura de Julián quien le respondió, una vez más Poseidón se había retirado a descansar…

 

¿Sorrento… qué sucedió? – Julián pudo notar a Ares y a Saori, quien ya estaba justo frente al dios de la guerra, aunque como si recordara algo repentinamente, su mirada se dirigió a todos lados en busca de algo… sonrió al toparse con un par de ojos color zafiro que también se dirigían solo a él… las escamas de la armadura que portara el caballero ya se hallaban fuera de su cuerpo…

 

¡Atenea no te metas donde no te llaman… mi padre me prohibió molestarte, pero si te cruzas en mi camino, no dudaré en acabar contigo! – Ares encendió su poderosa cosmoenergía, y la mujer hizo lo mismo, junto a ella aparecieron, también encendiendo su cosmos, todos sus caballeros dorados…

 

¡Te haré comer tus palabras! – rugió Aioria al momento de cerrar su puño y disponerse a atacar…

 

¡Basta… no se metan en esto! – Julián habló con tanta autoridad, que bien se podía suponer que se trataba nuevamente de la voz del dios - ¡Esta no es tu batalla, Atenea, ni tampoco son tus dominios… es mejor que vuelvas por donde viniste! – habló el joven caminando a paso decidido entre las dos deidades - ¿No deseas otra guerra santa, supongo?… ¡No te metas entonces!

 

¡Ju..lián! – murmuró sorprendida la joven…

 

¡En lo que respecta a ti… ¡¡Lárgate!!! – el cosmos que inundó al empresario no era parecido al del dios, no era tan fuerte, pero si era agresivo.

 

¡Bien… hoy te dejaré ir… pero… volveré­! – así como aparecieron todos los enviados de Ares y Ares, fueron desapareciendo…

 

¡Señor Julián! – los generales se acercaron al joven, al momento en que este disminuía su cosmos, parecía cansado y nada acostumbrado a lo que acababa de hacer.

 

¡Estoy bien…! – murmuro levantando la mano para evitar que se siguieran acercando…

 

La peli lila lo miraba seriamente, luego suspiró, volteó el rostro y dirigiéndose a sus caballeros…

 

¡Nos vamos! – los dorados lentamente la fueron siguiendo, aunque se detuvieron después de escuchar a Camus…

 

¡Milo vámonos! – el caballero de la onceava casa de Acuario, se percató de que su compañero permanecía estático en el mismo lugar, contemplando las escamas de una armadura marina.

 

¿Milo?… ¿qué sucede? – Saori era ahora quien se dirigía al escorpión…

 

¡Perdone, mi señora… pero no puedo ir con usted! – aquellas palabras dejaron sorprendidos, no solo a los dorados sino también a las marinas…

 

¡¿Qué dices?! – Saga fue quien reaccionó antes que ninguno… - ¡Milo, Atenea ha ordenado que volvamos!

 

La expresión del caballero de la casa de escorpión se dirigió al guardián de la casa de géminis como nunca lo había hecho antes… esos ojos parecían estarle reclamando algo al mayor…  parecía como si ambos se hubieran olvidado de que no estaban solos.

 

¡Milo… ¿Te estás revelando a Atenea? – Shura miraba incrédulo al escorpión… quien al fin apartó la mirada de la de Saga, para decir…

 

¡Perdóname Atenea… no puedo ir con usted…! – el caballero de la octava casa volvió a mirar con reproche a su igual en rango aunque guardián de la tercera casa

 

¿Cuál es el motivo, Milo? – Saori estaba un tanto confusa… aunque no tanto como lo estaban los generales  marinas…

 

¡Pregúntele a su santidad, mi señora… o al caballero de Géminis! – aquella respuesta confundió a la joven, e hizo que miradas confusas de los demás caballeros dorados se dirigieran a Saga, aunque el propio Milo estaba confuso por lo que acababa de decir…

 

¡Dudo que el emperador te quiera aquí… eres un caballero dorado! – Saga habló casi con furia, parecía sumamente contrariado…

 

¡Si desea quedarse… puede hacerlo… ni a mi ni a Julián nos disgusta su presencia! – aquella voz nuevamente era la de Poseidón… aunque luego de decir aquello se dirigió hacia su templo, sin esperar a escuchar nada más… sólo Kanon permaneció en el lugar, los demás marinas se marcharon tras el dios…

 

¡Entonces me quedo…! – habló firme el escorpión, y tanto Camus como Aioria y Shaka no podían dar crédito a sus oídos… - ¡No voy a permitir que vuelvan a hacer de las suyas… en especial tú! – Kanon se quedó de piedra cuando el caballero dorado de la octava casa se cruzó a su lado diciendo aquello… el gemelo menor de géminis dirigió una mirada hacia su hermano antes de seguir la misma dirección que el otro peli azul.

 

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En el salón del trono del templo marino, los generales esperaban escuchar las órdenes de su señor, quien parecía perdido en sus cavilaciones, mientras observaba el sustento principal de sus dominios. Aún en la puerta, Milo no se sentía del todo seguro, no sabía si entrar o salir afuera… y más considerando la mirada de desaprobación que recibió por parte de los generales fieles al dios de los mares.

 

¡Dragón del Mar… quiero que se aumente la vigilancia en cada resquicio de mi reino, no quiero que Ares o sus guerreros entren y salgan a su antojo de aquí! – la voz de Poseidón sonó serena, aunque se notaba molesta… - ¡Sorrento comunícale a la representante de Odín de estos hechos, si Ares va tras de mí, atacará todo aquello que está bajo mis dominios! - El general del Atlántico del Sur asintió, al igual que lo hizo Kanon… - ¡Los demás generales, les ordeno alisten a los marinas… entrénenlos, prepárenlos para un próximo ataque… y estén alertas a posibles provocaciones que Ares pudiera propiciar, dividan los ejércitos en cuatro y distribúyanse a los hombres! – Baian, Krishna, Io e Isaac asintieron…

 

¡Mi señor… ¿quién se encargará de protegerlo a usted?! – Sorrento escuchó todo atentamente, miró un poco preocupado a su emperador… no porque   temiera por la seguridad del dios, ya que sabía que este tenía la fuerza necesaria para cuidar de sí, mientras estuviera despierto… su preocupación consistía en Julián, quien no podría hacer mucho si fuera víctima de un ataque…

 

¡Sorrento… no me subestimes, mi bella sirena…! – murmuró el dios, esta vez dirigiendo su mirada a la entrada… - ¡Será mi mariscal, quien cuide de mi reencarnación…!

 

¿Su mariscal…? – Milo se había quedado de piedra, miró sumamente confuso en dirección al dios…

 

¡Las poderosas escamas de Océano te han elegido a ti para que las vistas, entonces… es tu deber servirme! – Kanon se puso de pie casi por impulso…

 

¡Mi señor, él es un caballero dorado de Atenea! – soltó el general… y recibió el asentimiento general de sus camaradas.

 

¡No podemos confiarle su seguridad a él, mi señor! – acotó Krishna también poniéndose de pié… 

 

Sorrento opinaba igual que sus compañeros, pero permaneció en silencio, aun arrodillado frente a Poseidón con la cabeza gacha… si esos eran los deseos de su señor… él los acataría…

 

El cosmos que rodeaba a Julián desapareció… el joven empresario observó a los generales, buscando más específicamente a Sorrento… quien poniéndose de pie, se le acercó para ayudarle a sentarse en su trono…

 

¡Poseidón ya nos ha dado nuestras órdenes…! – dijo con firmeza el peli morado… - ¡Julián… no tardaré en volver…  por favor, no salga de este templo…!

 

¡Tranquilo Sorrento… cumplan todos con lo que Poseidón les ha ordenado…! – el peli azul murmuró tranquilo… - ¡Que Milo seguramente me hará compañía mientras regresan tú, y Dragón del Mar! - Tanto Kanon como Sorrento parecieron sorprenderse por aquellas palabras…

 

¡Para mí… será un placer! – la voz se Milo se escuchó en el salón…

 

¡Bien… pero te estaremos vigilando, escorpión! – los generales uno a uno iban saliendo del recinto… los últimos fueron los generales del Atlántico Norte y Sur.

 

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¡Se arriesga al confiar en un caballero dorado! – Milo lentamente se aproximó al empresario… se sentía más tranquilo al verlo a salvo…

 

¡No es nada nuevo… hasta donde sé Kanon también es un caballero… y sin embargo, es mi general principal! – murmuró el empresario acomodándose en el trono de Poseidón… - ¡Además, las escamas te escogieron a ti! – había una sonrisa casi alegre en el rostro del más joven… - ¡No puedo decir que no me complace! - Milo no aparataba su mirada de la del joven… este se puso de pie y se le acercó… - ¡Confiaré ciegamente en ti, Milo… no me falles! – aquello salió tan susurrante que nadie a excepción del caballero podría escucharlo…

 

¡Mi señor…! – una voz femenina llegó hasta los jóvenes… Milo se volteó buscando el origen, inmediatamente supuso que se trataba de Thetis de Sirena… - ¡Me alegra mucho, mi señor… que esté nuevamente con nosotros! – la rubia miró muy fríamente al caballero ateniense.

 

¡Me alegra volver a verte! – Julián se acercó a la joven y caballerosamente besó su mano…

 

¡Joven Julián… ¿qué hacen las escamas de Océano afuera?! – la mujer al sentir la energía de su señor se apresuró a venir en su ayuda, grande fue su sorpresa cuando Baian le explicó lo que había sucedido.

 

¡Ellas vinieron a cuidar de mí, más bien de Poseidón! – el joven dirigió la vista hacia Milo… - ¡Él las atrajo!

 

¡Entonces solo fue un préstamo… si estaba usted en peligro… eso explica que un caballero ateniense halla podido portar la poderosa armadura de Océano! – la rubia miró hacia el empresario, a quien sus palabras le habían llamado la atención… - ¡Ya que es imposible para cualquiera ser dueño de esa armadura!

 

¿A qué te refieres? – Julián pareció totalmente cautivado por aquella información - ¿Por qué dices eso?

 

¡Esa armadura no puede ser portada por cualquier guerrero… de hecho pensé que en esta Era nadie podría! – murmuró la mujer - ¡Aunque el que haya estado usted en peligro explica porque un simple caballero ateniense haya podido hacerlo!

 

¡¿A quien llamas, simple?! – Milo pareció sumamente disgustado por el comentario, no había nadie más sorprendido que él al momento de verse totalmente vestido con aquellas escamas…

 

¡Explícate, por favor, ¿por qué dices que nadie en esta Era iba a poder hacerlo?! – el joven empresario miró seriamente a la marina… le intrigaron bastante sus palabras. La mujer miró con desconfianza hacia Milo, a quien ese hecho pareció encender su furia… - ¡Puedes hablar frente a él… es mi amigo!

 

Aquellas palabras suavizaron la expresión del escorpión… aunque la joven sirena no parecía muy conforme con revelar lo que conocía frente a un caballero dorado, más era un pedido especial de la reencarnación de su señor…

 

¡Ya sabe que son las escamas del Mariscal marino…! – comenzó diciendo Thetis, y ante el asentimiento de Julián, continuó - ¡Pues desde hace eras, que cada reencarnación del emperador de los mares, trae consigo a un Mariscal… uno más fiel que ningún marina… aquel que comanda los ejércitos de los mares ante cualquier enemigo! – comentó solemne la joven - ¡Sin embargo… usted, no cuenta con ese protector!

 

¡No entiendo… si cada reencarnación de Poseidón tiene un Mariscal… ¿por qué no yo?! – Julián se sintió un poco abatido… no estaba comprendiendo lo que estaba intentando decirle la sirena…

 

¡Es que la posición de mariscal siempre ha sido tomada por el más fiel a Poseidón… alguien que le jura fidelidad y lealtad a cada reencarnación… y que estoy segura, no dudaría entregar su vida para proteger a nuestro emperador! – Milo escuchó aquella afirmación y nuevamente se sintió extraño… eso explicaba por que todos los marinas lo miraban a él con tal desconfianza y recelo… él le había jurado lealtad a Atenea… por tanto, no era de confianza para proteger a otro dios…

 

¡Entonces… no ha nacido en esta era alguien fiel a Poseidón  a tal punto! – murmuró el joven empresario dando la espalda a quienes estaban en su presencia y dirigiéndose hacia el trono de la deidad…

 

¡Si nació, mi señor…! – acotó la mujer y su mirada se entristeció… - ¡Maximilian Solo era el dueño de esas escamas… como en cada generación, es el hermano mayor de Poseidón quien se encarga de protegerlo!

 

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La cena había transcurrido en el más absoluto silencio,  como Julián consideraba a Milo su invitado le había obligado a acompañarlo en la cena… aunque a pesar de estar con él, se mantuvo en silencio… cuando hubieron terminado de comer, el joven se puso de pié… y mirando seriamente al escorpión acotó…

 

¡Quiero que duermas conmigo…! – aquellas palabras dejaron pálido al mayor… y aunque no emitió nada en contra o a favor, se dejó guiar por el joven, quien lo había tomado de la mano y lo llevaba en dirección a su habitación…

 

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Seguramente era el caballero dorado más mente sucia de todo el santuario… una sonrisa se dibujó en el rostro de quien protegía la octava casa de escorpión… “¡Quiero que duermas conmigo…!”… miró a quien dormía profundamente entre sus brazos, cuando llegaron al cuarto él realmente no sabía como actuar… hasta que el más joven simplemente le dijo… “¡No quiero dormir solo… espero que no te moleste!”… y vaya que no le molestaba en lo absoluto.

 

Recordó aquello que les comentara la sirena, una parte de él se sentía extrañamente desilusionado… observó al durmiente y hasta le parecía lógico… “¡quien más fiel que un hermano para proteger!”… sus dedos se enredaron en aquellos azulados mechones, y cuando sus ojos parecían al fin rendirse ante Morfeo… una mano lo sujetó del cuello mientras que otra tapaba su boca…

 

¿Qué estas tramando Milo? – para sorpresa del escorpión, Kanon estaba justo frente a él, había tenido el suficiente cuidado de no tocar a Julián para no despertarlo…

 

¿De qué hablas… no me estarás comparando contigo o sí? – Milo también se cuidaba de no moverse mucho o hacer mucho ruido cuando pudo liberar sus labios…

 

¡Jamás me metí al lecho de Poseidón para obtener mis metas… así que creo que eres un poco peor que yo! – el tono de Kanon era burlesco, aunque había algo en él que molestó al caballero…

 

¿Te molesta jamás haber sido de su agrado como para que te invite en su lecho? – la presión en el cuello de Milo aumentó después de ese comentario, más la mano de Julián sobre la de Kanon, logro que esta disminuyera…

 

¡Dragón del mar…! – susurró un tanto adormilado el joven… - ¿Qué haces aquí?

 

¡Joven Julián… esto no es apropiado! – para sorpresa del propio Julián y de Milo, Kanon simplemente tomó del brazo al empresario y lo sacó del lado de su compañero…

 

¡Suelta…! – comenzó a decir el más joven, más perdió la voz al notar que en la habitación también estaban los demás generales…

 

¡No se confunda, joven señor… un caballero dorado jamás podría ser el Mariscal del Mar! – Milo era aprisionado por Kasa y Krishna…

 

¡Suéltenlo! – ordenó Julián, más sus generales parecieron no hacerle mucho caso…

 

¡Lo enviaremos al santuario, Julián! – Sorrento se acercó a su compañero para calmarlo… - ¡Uno de los dorados ha venido por él, enviado por su Patriarca!

 

¡No…! – negó en apenas un susurro - ¡Milo…!

 

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Escoltado, no era la palabra que se utilizaría en tal caso… más bien, Milo estaba siendo arrastrado fuera del templo de Poseidón como si fuera, lo que era, una persona no grata. Kanon presidía la comitiva que lo acompañaba hacia las puertas, en la habitación Io y Sorrento se habían quedado para hacerle compañía a Julián… el guardián de la octava casa de Escorpión nada hacia para soltarse del agarre de sus  escoltas… se sentía enfadado… contrariado y por sobre todo, confundido…

 

Cuando hubieron salido, grande fue la sorpresa de Milo al ver esperándolo afuera a Saga. El mayor llevaba una expresión seria… al verlo se puso en guardia, miró con soberbia a los generales, especialmente a su hermano.

 

¡Tienes suerte de que el Patriarca no consideró tu actitud como una traición a Atenea! – soltó con voz fría el caballero.

 

Milo se le quedó mirando al mayor, cuando Kanon se le acercó  para decirle que lo mejor era que ya se marcharan, fue que algo sucedió… de pronto ante la mirada del escorpión ambos géminis poseían una apariencia más joven… no sólo eso…él mismo se vio siendo más joven entre ellos… aquella aparición le hizo quedarse quieto, y con un semblante pálido…

 

¡HE DICHO QUE ME SUELTEN! – la voz de Julián le hizo volver a la realidad, el joven bajó las escaleras y se colocó justo en frente de Milo - ¡Dime… ¿Quieres irte con él?!

 

¡Mi señor… entienda… él es un caballero de Atenea… él debe ir con su gente, no pertenece aquí! – Sorrento le hablaba al joven, aunque con pena en su mirar, la expresión de Julián distaba mucho de la que solía mostrar, hasta se podía leer una profunda tristeza en sus azules ojos.

 

¡Responde…! – Milo no entendía lo que estaba sintiendo, ni entendía por qué su corazón parecía desquebrajarse ante la imagen de la reencarnación de un dios ajeno a su señora, desde que conoció a ese joven su lealtad jamás cuestionada, se había vuelto un tanto turbia, y eso le llenó de temor…

 

¡Debo estar… con los míos…! – jamás en toda su vida había sonado con tan poca convicción, después de todo no estaba seguro de por qué en primer lugar había decidido quedarse, por que en ese momento se sintió tan molesto con el Patriarca y con Saga… no lo recordaba… sin embargo en ese justo momento, al ver aquella expresión terminó de descolocarse… la mirada que le dirigía el heredero de la familia Solo era de desilusión… casi podía jurar que esos ojos derramarían un par de lágrimas en cualquier momento…

 

¡Kanon…! – Julián se volteó y dirigió hasta donde estaban los gemelos… miro tan fríamente a ambos, que si no fuera por que su presencia era diferente, todos hubieran jurado que se trataba de Poseidón - ¡Encárgate de que dejen mis dominios… no quiero a nadie fiel a Atenea aquí… así que si tu lealtad está con ella, mejor no vuelvas tampoco! – Milo dirigió su mirada a aquella escena… al ver a los tres, a los dos gemelos y a Julián juntos…

 

¡Uhgrr! – cerró los ojos al sentir una punzada de dolor en su pecho… al abrirlos nuevamente y dirigirlos hacia Saga, llegó a su mente una y mil imágenes todas a la vez… su corazón comenzó a palpitar violento, mientras se perdía en un agujero negro de recuerdos que ni él mismo sabía que existían…

 

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Nadie se lo vio venir, de un momento a otro, Julián había sido apartado de cerca de Saga y Kanon, y ahora el caballero dorado de géminis, se encontraba a varios metros en el suelo de donde estuvo en un principio, luego de haber sido golpeado directamente por el caballero de Escorpión.

 

Kanon no daba crédito a sus ojos, cuando intentó intervenir Milo simplemente también lo mandó a volar, después fue nuevamente al ataque en contra de Saga, aunque esta vez el mayor si se defendió… los marinas y Julián simplemente no entendían nada de lo que estaba pasando… lo que si podían notar era la expresión del guardián de la octava casa… esta era de furia… su mirada parecía quemar al igual que su cosmos…

 

¡¿QUÉ DEMONIOS TE TRAES MILO?! – gritó Saga al momento de evitar otro de sus ataques, algo no le estaba gustando nada al mayor…

 

¡¿Y aún tienes el descaro de preguntármelo?… infeliz! – Milo arrastraba las palabras mientras rodeaba a géminis, utilizaría su ataque más poderoso, y no le estaba importando en lo más mínimo si le arrebataba la vida al mayor - ¡Tú y Shión… ustedes dos…! – el más joven lanzó su ataque hacia su oponente… a duras penas Saga consiguió evadirla…

 

¿Pero de qué rayos me acusas? – Saga empezaba a sentirse impaciente… retrocedía lentamente pues su intensión era llevarse a Milo, no lastimarlo… aunque si lo que temía era cierto, quizás si tuviera que lastimarlo un poco…

 

¡Cínico! – murmuró el oji zafiro antes de encender nuevamente su cosmos para atacar al mayor… - ¡Robaron mi vida…!

 

¡Lo siento Milo…! – murmuró Saga antes de dirigirle al joven su ataque más poderoso - ¡No me dejas otra opción… Satán Imperial!!

 

Julián no estaba seguro de lo que estaba sucediendo, más la visión del gemelo mayor a punto de atacar a Milo, encendió todas sus señales de alarma, fue tan grande la variedad infinita de emociones que sintió que su cosmos despertó cual si fuera el del propio dios que reside en él… y como si estuviera cumpliendo la voluntad misma de Poseidón, las escamas de Océano vistieron por completo el cuerpo de Milo, y el mismísimo tridente de Poseidón lo protegió del ataque de Saga.

 

¡Milo…! – murmuró el empresario tan sorprendido como lo estaban los generales…

 

¡Parece que la voluntad de Poseidón, es que yo me quede a protegerlo, joven Julián! – dijo firmemente quien portaba las escamas del Mariscal del Mar - ¡Saga, dile al Patriarca de esto… dile además que cuando el peligro pase, yo iré a ajustar cuentas con él! – Milo se acercó al caballero dorado de géminis, al estar justo frente a él, susurró - ¡Ahora lo sé todo… absolutamente… todo, cuídate de mí… y aléjate de él, maestro!

 

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¡No puedo decir que me desagrade… aunque la verdad me gustaría entender cuales son los designios de Poseidón… a pesar de que es parte de mí, no entiendo por qué escogió a un caballero dorado de la orden de Atenea! – la mirada de Julián se perdía en el sustento principal…

 

¿Pero quienes somos nosotros para entender los designios de un Dios?… ¡Lo que sí debemos hacer, es acatarlos! – Milo lucía las vestimentas propias de los marinas, tras él, los generales marinas le rendían respeto.

 

¿Quizás en otra vida fuiste una marina…? – se pregunto el empresario.

 

¡Es probable que sí…! – aquella respuesta la dio dirigiéndole una mirada recelosa al General del Atlántico Norte… aunque sólo fuera durante un segundo que nadie notó…

 

¡Kanon, ya que Milo y tú provienen del mismo lugar… espero que sepan trabajar armoniosamente…! – Julián observó a todos sus generales - ¡Sorrento, tú también… apoya a Milo en todo! – ambos generales asintieron… - ¡Iré a descansar…!

 

Cuando el joven ya no estaba a la vista de ninguno, el segundo general al mando se acercó a quien en una situación diferente, sería su enemigo…

 

¡Thetis dice…! - murmuró aunque no le dieron tiempo de terminar…

 

¡Exacto… pero él no debe saberlo aún!

 

¡Entiendo… Iré a cumplir con mis ordenes señor… regresaré una vez que tenga novedades de Asgard! – Sorrento se marchó lentamente…

 

¿Y por qué no se lo dices? – Kanon le susurró al tiempo en que los demás generales se retiraban…

 

¡Cuídate de mi Kanon… no te quiero ver cerca de Julián! – Milo habló y luego simplemente se retiró también… Thetis ya lo estaba esperando, hizo una reverencia ante él y lo escoltó a donde sería su cuarto…

 

Kanon apretó fuertemente su puño, esto iba a traer muchos cambios, entre ellos que nuevamente él debería hacer méritos para ganarse la confianza, ahora no solo la de sus compañeros, sino también la de alguien que estaba seguro, ahora debía odiarlo tanto como a su hermano… suspiró con abatimiento… en parte estaba de acuerdo en que Julián no supiera aún la verdad, si él la desconocía, Ares también lo haría… Poseidón le había encargado proteger a su reencarnación, fue por eso que fue a buscarlo… aunque, en ese preciso instante se preguntaba… si aún era necesario…

 

“¡Necesitaré de todas mis fuerzas… mi sobrino se vale de muchas artimañas, y yo sé… que ahora puedo confiar en ti… ¿o no puedo?!”…

 

¡Si puede mi señor… protegeré a su sangre… como sea…!

 

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Notas finales:

Bueno, ojala les haya gustado... FELIZ DÍA DE LOS ENAMORADOS


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