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Vuelco por Eruka Frog

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Notas del capitulo:

Disclaimer: Naruto no me pertenece, lo siguiente está escrito sin fines de lucro.

 

La cancion del capítulo es Stay High, de Tove Lo, ojalá la escuchen mientras leen -w- en cuanto yo la escuché, me saltó la idea de este fic chiquito chiquito.

 

Yo ya no sé ni qué decirles, la verdad, sólo que lamento no actualizar más seguido y que espero que alguien siga por estos lares. No he visto Naruto desde hace milenios y no lo voy a volver a ver, la verdad es que cuando las cosas se empezaron a alocar, yo preferí cortar por lo sano y quedarme con la imagen de los personajes que tanto adoré, así que me he sentido insegura respecto a seguir publicando en este fandom, pero no me convence ningun otro xD

 

Este fanfic está complicado en cuando a estructura (y con eso quiero decir que está la mar de enrollado), la verdad es que no estoy muy segura de si tiene algún sentido, pero yo espero que sí porque disfruté mucho desarrollando la idea.

VUELCO

Tú te has ido y necesito estar colocada
Todo el tiempo para no pensar en ti
Colocada todo el tiempo para no pensar en ti
Paso mis días encerrada en una confusión
Intentando olvidarte cariño, me hundo de nuevo
Necesito estar colocada toda mi vida para olvidar que te echo de menos

No creía que hubiesen pasado meses, pero ya nunca estaba seguro acerca del tiempo.

¿Qué día había sido ayer? Estaba bastante seguro de que alguien, en algún lugar cercano, había cumplido años. ¿Sería él mismo quien había cumplido por fin los veinte? O quizás algún amigo, pero recordaba que hacia no mucho había ido a ese club de Roppongi y había brindado a la salud de alguien (no la suya, seguramente), todos le habían deseado muchos años más y estaba completamente seguro de que lo habían hecho terminarse la botella entera.

Alguien le había inyectado heroína ahí, en medio de toda la multitud furiosa  y había dolido como el demonio.

Entonces sí había sido su cumpleaños, porque recordaba que le habían dicho que no podía cumplir los veinte sin haberla probado. Con dificultad se arrastró de la tina, a la que había llegado de alguna manera. Tenía manchado el pecho desnudo de migajas que sólo podían provenir del pan de mierda que había devorado hacía unas horas. O días, no tenía idea de cuánto tiempo llevaba ahí.

Vuelvo a casa, tengo hambre
Me atraco de todos mis Twinkies
Vomito en la bañera, luego me voy a dormir
Y todo mi dinero me lo bebí
Sabía como a soledad

 

Antes de salir del cuarto de baño fue a inclinarse en el váter, vomitando sin control durante unos minutos. No estaba seguro de si aún estaba ebrio, drogado o simplemente acostumbrado, pero el ácido olor de su propia comida digerida ya ni siquiera le producía asco. A trompicones confusos llegó a lo que debía ser su sala, pero todo parecía nuevo o cambiado, una sensación a la que también estaba acostumbrado. Cada vez que despertaba parecía que estaba en un nuevo lugar.

No pasaba nada, a veces tenía suerte y no tenía que pasearse la noche tiritando, porque despertaba junto a alguien, y aunque ese alguien (un alguien siempre diferente) no le estuviese abrazando, las cosas parecían un poco menos frías. Se acercó al  refrigerador, que estaba en la sala por alguna misteriosa razón, buscando un poco del pastel que uno de sus amigos le había llevado por su cumpleaños, pero no encontró más que algunas cervezas y un par de pizzas para microondas. Tenía tanta hambre que comenzó a comérsela así, absolutamente fría.

¿Así se sentía desde siempre?

 

Se recargó contra el aparato, pues aunque era infinitamente frío por dentro, si se recargaba en la parte trasera, se sentía bastante calientito. No traía camiseta, por eso es que hacía tanto frío. Y sus pantalones tenían tantas partes rasgadas que bien podría haber andado desnudo. Estaba hecho un asco, pero no pasaba nada porque estaba seguro de que nadie lo visitaba en mucho tiempo.

Tenía hambre. Exasperado, palpó en sus bolsillos en busca de su teléfono, encontrándolo de milagro, con la vista todavía borrosa buscó el contacto perteneciente a  su mejor amigo, marcándole con dedos temblorosos. Esperó largos segundos, quizás habría colgado en otras ocasiones, pero quería saber si se había llevado los restos de su pastel porque moría de hambre.

-¿Gaara? –la voz somnolienta de Naruto, su mejor amigo desde hacía mucho, mucho tiempo, respondió finalmente.

-¿Te has llevado las sobras, maldita rata? –interrogó algo molesto. Naruto no respondió de inmediato.

 

-¿Qué?

 

-Mi pastel, rubio hueco, el que has traído por mi cumpleaños, estoy seguro de que quedaba al menos la mitad y ahora no hay nada.

-Gaara… yo no te he llevado ningún pastel.

 

-Desde luego que sí, era una mariconada con seis capas de betún y cerezas encima. –replicó fastidiado. Del otro lado de la línea, Naruto produjo un ruidito de incomodidad.

 

-¿Te has metido algo?

 

-¿Qué? Joder, no, desde mi cumpleaños no he me he metido nada, y estoy seguro de que el efecto de una sola dosis no puede durar tanto… ¿o sí?

 

-Gaara… yo te compré un pastel de cumpleaños…

 

-Ya sé, por eso te he llamado, quiero saber si te lo has llevado, muero de hambre…

 

-Eso fue hace un año, Gaara.

 

Silencio. Colgó.

 

Se puso en pie con trabajo, caminando sobre los obstáculos de muebles y prendas tiradas sin orden ni concierto, hasta llegar a su cama. Se tiró boca abajo, dándose de lleno contra su portátil, pero apenas tuvo fuerzas para rodarse. Cerró los ojos y se preguntó si el mundo se había quedado sin tiempo o él se había quedado sin mundo.

Tú te has ido y necesito estar colocada
Todo el tiempo para no pensar en ti
Colocada todo el tiempo para no pensar en ti
Paso mis días encerrada en una confusión
Intentando olvidarte cariño, me hundo de nuevo
Necesito estar colocada toda mi vida para olvidar que te echo de menos

Despertó con una sonrisa, porque Sai se había declarado el día anterior y aunque había sido muy vergonzoso, se había sentido bien. Frente a toda la clase, incluyendo a Iruka-sensei, quien se puso incluso más rojo que él mismo. Tan cursi y bobo, pero el moreno decía que tenía que hacerlo delante de todos para que así quedara claro que no le importaba la fama que lo precedía. No le importaba que la escuela entera lo tachara de putón, Sai quería estar con él y quería que todos lo supieran.

 

-No me importa que lo hayas echo con Kakashi-sensei

-Me da igual que lo hayas hecho con Shikamaru, si Temari-sempai lo ha superado, yo también

-¿Y qué si Sasuke dice que eres lo más sucio que has probado? Es un tetazo

Y con Ebiki-sensei.

Con Suigetsu.

Juugo.

Kimimaru.

Y el elenco completo.

 

Gaara era feliz con la vida que llevaba, con las decisiones que tomaba. Con los errores que cometía. Y Sai amaba esa naturaleza abierta, libre, tranquila en su apasionamiento. Sus besos siempre se sentían como los primeros, sus brazos se sentían nuevos, cuando hacían el amor parecía que no importaba las veces que lo hubiese hecho antes, porque aquella siempre se sentía tan excitante como la última.

 

No estaba sucio.

 

No tenía idea de cómo había logrado llegar a casa de Sai, estaba mareado y todavía confundido. Quizás Sai supiera qué eran esas pastillas que le habían dado, quizás él pudiera estabilizar el mundo de nuevo. Timbró con prisas, insistente hasta un grado molesto, pero estaba seguro de que el moreno no se enojaría porque, después de todo, había dicho frente a todos que estaba enamorado de él.

 

-¿Qué haces aquí? –Kurenai, la madre adoptiva de Sai, lo observaba desde el otro lado del umbral, evidentemente molesta. No sabía por qué, estaba segura de que le caía bien.

 

-Busco a Sai, no contesta el teléfono –respondió. Le costaba enfocar a la mujer, pero le pareció muy diferente de la última vez que la había visto.

 

-Estás drogado –sentenció con repulsión –es la última vez que vienes a esta casa, la próxima vez voy a llamar a la policía.

 

-Sólo quiero ver a Sai –rogó desesperado. El mundo no tenía sentido y sólo el moreno podía explicarle porque todo giraba.

 

-Sabes muy bien que él no está aquí… -le cerró la puerta en las narices.

 

Me ligo con papás en el patio de recreo
Es así como paso mis días
Relajo el ceño, los hago sentir vivos
Lo hago rápido y sucio
Sé que soy demasiado fácil

Tenía algo grande en la boca. También estaba caliente y no dejaba de empujar contra su garganta, se sentía como si quisiera llegar hasta su estómago. Cuando sintió un chorro de algo amargo, lo tragó sin pensarlo. No resultaba difícil, aunque estaba seguro de que no le resultaba agradable. Abrió los ojos justo cuando un falo de feo color amarillento dejó su boca, lo que lo hiso sentirse vacío de inmediato. Miró hacia arriba y no vio ninguna cara conocida. Escuchó ruidos a su espalda, y al girarse encontró a dos sujetos grabando y tocándose, tampoco los conocía, pero probablemente ellos a él sí.

 

-Eres tan bueno como dicen, Gaara-kun –comentó el sujeto del pene amarillento, cerrándose el pantalón. Se limitó a asentir, porque aunque no lo recordaba, le parecía que no era la primera vez que se lo decían. Los tres sujetos le dedicaron una última mirada cargada de perversión antes de salir de lo que parecía el baño asqueroso de una estación de tren.

 

Estaba por ponerse de pie cuando un nuevo sujeto entró. Parecía ligeramente conocido, pero no estaba seguro de dónde. Tenía el cabello negro y largo, su vista estaba tan borrosa que le costó estar seguro de que se trataba de un chico y no una chica. Se le acercó con pasó seguro, sólo para posicionarse frente a él y mirarlo con tanta altivez que sus ojos color perla parecían menos bonitos.

 

-Le dije a Naruto que te había visto aquí varias veces, haciendo esto, pero no me creyó –expresó con el tono cargado de asco –esta vez he tomado una fotografía, por muy repelente que me parezca tener esto en mi móvil.

 

-Me trajo un pastel de cumpleaños –comentó, más que nada porque no se le ocurría qué más decir. No estaba muy seguro de a qué le había tomado fotografía aquel sujeto que de verdad parecía tan familiar, pero si era para Naruto, no tenía objeciones.

 

-Estás hecho un asco…

 

Me quedo en mi fantasía
Donde la diversión no tiene fin
No puedo volver a casa sola otra vez
Necesito alguien para adormecer el dolor
Me quedo en mi fantasía
Donde la diversión no tiene fin
No puedo volver a casa sola otra vez
Necesito alguien para adormecer el dolor

 

Apuró su trago, fantaseando con el hecho de que no le habían echado nada.

El chico frente a él era muy guapo. No tanto como Sai, pero lo bastante como para no negarse a llevarlo su piso. Tenía un coche increíble, y vestía como si acaba de salir de una sesión fotográfica, pero besaba como si tuviera doce. Sai estaba como desaparecido y él se sentía furioso, por eso aceptaba todas las caricias que aquel hombre le proporcionaba. Sai era tan posesivo que seguro aparecía como invocado.

 

Además tenía frío.

 

La noche junto al sujeto de los besos de adolescente fue tibia, quizás demasiado, porque su mejilla quemaba debido a la bofetada que le había pegado cuando se negó a hacerlo de pie. “No puedo mantenerme en pie” se había excusado, porque no le había dolido demasiado y de todos modos no lograba procesar si era normal recibir golpes durante el sexo. Quizás sí, aunque Sai era muy dulce siempre.

 

Cuando los primeros rayos solares se colaron por su ventana, se apuró a sacar a su amante ocasional, temiendo de pronto que Sai llegara y se armara una tan grande que no pudiera contenerlo. Entre protestas llenas de indignación, se quedó solo, pero solucionó temporalmente el problema del frío con una manta muy gruesa. Sólo cubierto por esta, se sentó frente a la puerta, esperando la visita de Sai que seguramente estaba por llegar.

 

Tú te has ido y necesito estar colocada
Todo el tiempo para no pensar en ti
Colocada todo el tiempo para no pensar en ti
Paso mis días encerrada en una confusión
Intentando olvidarte cariño, me hundo de nuevo
Necesito estar colocada toda mi vida para olvidar que te echo de menos

 

-Sai y tú ya no salen –Naruto parecía temeroso de decirlo, todo balbuceos y respiraciones pesadas por teléfono, pero él le había insistido mucho cuando se dio cuenta de que Sai no lo visitaría ese día.

 

-Salimos –aseguró suavemente, no muy seguro de lo que decía, pero ya no estaba seguro de nada. Sai tenía que llegar para darle sentido a las cosas.

 

-Terminó contigo, Gaara –y parecía que a su mejor amigo le dolía mucho decírselo, pero también sonaba como si se lo hubiera dicho muchas veces.

 

-No, no es verdad –negó sin perder la calma. Era tan temprano por la mañana, la claridad del sol le quemaba los ojos y cada mínimo ruidito parecía ser amplificado.

 

-Gaara, tienes que buscar ayuda.

 

-Sí… por eso necesito a Sai.

 

-Otro tipo de ayuda –y se parecía tanto a una súplica, que le brotaron un par de lágrimas de los ojos.

 

-No sé qué pusieron en mi bebida –aseguró- mi casa parece diferente… no hay pastel en el refrigerador, no dejó de recibir llamadas de sujetos muy extraños… creo que no saben que salgo con Sai.

 

-Gaara –el sollozo de Naruto le partió el corazón, pero no le devolvió la cordura al mundo.

 

No estaba seguro de quién había colgado, pero un par de minutos después recibió un mensaje. Era de Naruto, pero sólo ponía una serie de números. Le costó un par de horas despejar su mente lo bastante pare comprender que se trataba de un número de teléfono. Lejanamente, recordó que le había pedido el nuevo número de Sai, aunque no recordaba que lo hubiera cambiado recientemente.

 

-¿Sí?

 

-Sai, por fin, he querido hablar contigo desde no sé cuándo…

 

-Gaara, espera… -la voz de Sai parecía más grave, más seria, no como cuando se dirigía a él. Quizás un poco adolorida, también.

 

-Creo que te busqué en tu casa, pero no estoy seguro…

 

-No vuelvas a aparecerte por ahí, puede que yo te haya perdonado, pero a mi madre todavía le molesta mucho tener que verte.

 

-¿Me has perdonado? –no parecía un consuelo, pero tampoco parecía tener sentido -¿por qué habrías de perdonarme? –Tras un largo silencio, escuchó a Sai suspirar, y era tan poco parte de la naturaleza del moreno, que estuvo a punto de soltarle una pulla.

 

-Neji me dijo que te había visto totalmente colocado, pero no quería creerlo –suspiró de nuevo –déjame en paz, Gaara, ya es suficiente… no voy a volver contigo.

 

-¿Qué? –el frío aumento, pero no sabía si venía del interior o era producto de las lágrimas que humedecían su cara.-No puedes dejarme… ¡les dijiste a todos que me amabas!

 

-Eso fue hace un milenio.

 

-No, no es verdad. Sai, no estás hablando en serio.

 

-Joder, Gaara, de verdad te gusta dificultarme las cosas ¿podrías dejar de ser tan egoísta?

-Te pusiste de pie frente a toda la clase, y me dijiste que me amabas… me dijiste que daba igual con quien hubiera dormido… me dijiste…

 

-Te dije que me bastaba con que no volvieras a hacerlo –lo cortó.

 

-¡Y no lo he hecho!

 

-Joder, deja de meterte tantas porquerías, Gaara –bufó con cansancio.

 

-¡No lo he hecho! –repitió con desespero.

 

-Con mi hermano, Gaara, joder… de todas las personas, tenías que recaer con mi hermano.

 

-¿Qué? ¿Con Shin-san? No… él siempre está mirándome, pero le he dicho un millón de veces que no…

 

-Suficiente, Gaara, yo sé lo que vi.

 

Otra vez silencio. Otra vez frío.

 

Vuelvo a casa, tengo hambre
Me atraco de todos mis Twinkies
Vomito en la bañera, luego me voy a dormir
Y todo mi dinero me lo bebí
Sabía como a soledad

Al despertar tenía la espalda contracturada y restos de pan seco por todo el pecho, pero eso no era lo más grave.

 

Sai ya no estaba con él y recordaba que había sido su culpa.

 

 

Notas finales:

Pues nada, espero que a los amantes de la parejita les haya gustado, y con más ganas espero que se den un minuto para comentarme qué tal, contarme los chismes nuevos y eso xDD

 

Gracias por leer.


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