San Valentín. Vaya día de mierda.
Él odiaba este día. Odiaba estas cosas. Las odiaba, mayormente, porque las personas enloquecían sobre ello. Especialmente Satsuki. Y el que Satsuki enloqueciera, sólo lograba una cosa: Lo hacía enloquecer a él.
Claro que ella enloquecía de felicidad y emoción, y él enloquecía de molestia y exasperación. Satsuki enloquecida lo exasperaba como nada más en el mundo.
Pero éste día, particularmente de éste año, lo odiaba por otra cosa. Lo odiaba, porque le iba a dar uso. "Día de los enamorados", se llamaba, cómo si él estuviese menos enamorado el resto del año. Sí, él, Aomine Daiki, estaba enamorado.
Y planeaba confesarse.
Claro que le había costado. No es que de un día para el otro decidió enamorarse, y luego al día siguiente decidió confesarse en el estúpido día de San Valentín. No. Había sido jodidamente difícil. Pero aquí estaba, era 14 de Febrero, y él ya tenía todo preparado. "¿Todo?": El chocolate, y él mismo. Sólo faltaba una cosa: enviarle un mensaje a la persona que lo traía babeando como idiota.
**Para: Bakagami.
Asunto: Hoy.
Luego de la práctica te espero en la cancha de siempre, para jugar algunos one-vs-one.**
Pensó en agregar un "No faltes", o directamente enviarlo como pregunta y no afirmación, pero pensó que si hacía eso, Kagami tendría la oportunidad de decirle que no iría, y él no podía permitir eso.
Sí, Kagami. Estaba enamorado del idiota de Kagami. No había podido evitarlo, luego de esos partidos, esos one-vs-one, y ver ese trasero hecho por los dioses que tenía el pelirrojo, no había podido evitar caer completamente enamorado de él.
El timbre de la puerta le dijo que era hora de irse, y tomando su abrigo y su bolso, abrió la puerta para encontrarse con la pelirrosa. Lucía como todos los días, pero algo le decía a Aomine que la chica había pasado más tiempo de lo normal arreglándose.
-Feliz San Valentín, Dai-chan. -lo saludó, mientras le tendía una cajita envuelta en papel rosado.
-Sí, sí, Feliz San Valentín, Satsuki -le devolvía el saludo mientras aceptaba el chocolate y le entregaba otro envuelto en papel azul.
Era normal en ellos desde que eran niños regalarse cosas en todas las festividades. La verdad es que a Aomine le daba lo mismo, pero Momoi insistía en hacerlo, y como era buena eligiendo regalos para él, el moreno no presentaba queja y también le compraba algo.
..
Luego de la práctica, todos se despidieron, y mientras salían, Aomine se acercó a Momoi.
-Oi, Satsuki ¿Irás a ver a Tetsu? -le preguntó.
-Sí -respondió la pelirrosa con mirada soñadora.
-Te acompaño -le dijo, de manera casual, mientras caminaba a su lado.
-¿Por qué? -le preguntó con curiosidad. Aunque ellos iban juntos a todos lados, generalmente el moreno siempre se quejaba- No es necesario.
-Claro que es necesario, Satsuki. No puedes ir sola hasta allí -respondió de mala gana mirando hacia otro lado. "Excusa estúpida, debí pensar una mejor", pensaba.
Luego de un momento de caminar, la pelirrosa gritó.
-¡Oh, ya sé por qué quieres venir! -gritó mientras lo señalaba- ¡IRÁS A VER A KAGAMIN!
-¡Cállate, Satsuki idiota! -le gritó en respuesta, mientras seguía caminando.
-¿Te confesarás? -le preguntaba la chica de manera curiosa y burlona.
-¡Y sí lo hago qué! -le dijo mirándola con el ceño fruncido.
Momoi sólo soltó una risita baja ante su respuesta. Aomine nunca le había dicho nada al respecto, pero ella sabía desde antes que él mismo que estaba enamorado de Kagami. Luego de un momento agregó, mirándolo a los ojos y sonriendo ante el comportamiento del peliazul:
-Todo irá bien, Dai-chan. No estés tan nervioso. -le dijo con voz alentadora pero en un tono bajo.
-Lo sé, no tienes que decirlo -murmuró el más alto, apartando la mirada.
..
Cuando estaban por llegar, Aomine le dijo que él se encontraría en otro lado con el pelirrojo, así que la saludó y se desvió.Caminó algunas cuadras, con la pelota bajo su brazo izquierdo. Con la mano derecha apretaba cierta cajita en su bolsillo, esperando el momento en que se presentara el As de Seirin.
El estar sentado, con el frío que hacía, no era del todo bueno, así que se quitó el abrigo y dejó su bolso en la banca donde había estado sentado y se puso a practicar. Luego de hacer algunos tiros, y de que su cuerpo hubiese entrado en calor, una voz le habló desde su espalda.
-Podrías haberme esperado para empezar -dijo Kagami, mientras dejaba su abrigo y su bolso en la banca junto a los del moreno.
Jugaron un rato, riendo y pasándola bien. La verdad es que jugar entre ellos era más que jugar, para ambos. Daba la adrenalina que pudiese dar cualquier partido, y aún más. Y también daba otra colección de sentimientos que ambos no lograban identificar del todo, pero que sabían en qué dirección iban y qué significaban. Y ambos estaban más que bien con ello.
Luego de estar buen rato jugando, decidieron que era hora de irse, así que buscaron sus cosas y comenzaron a caminar.
-Oi, Kagami ¿Por qué habías tardado tanto? Normalmente llegas más temprano -preguntó de manera casual, pero la verdad es que desde que el pelirrojo llegó tarde le había pasado por la mente la duda de que si había tardado porque alguien se le hubiese confesado y él hubiese correspondido. Luego pensó "pero de ser así, no hubiese venido a jugar conmigo" y se animó un poco-.
-Oh, lo siento. Es que tuve que ayudar a limpiar el gimnasio -explicó-, y ésta vez eramos menos haciéndolo.
-¿"Eran menos"? -preguntó.
-Sí, los chicos en el club hacen una estúpida competencia para San Valentín, y los que menos chocolates reciben, limpian -explicó-. Y podría haber limpiado todo yo solo, pero tuve suerte de que otros 3 chicos tampoco habían recibido nada.
-Pues entonces diles que mañana tú no limpiarás -le dijo, mientras dejaba de caminar.
-¿Mañana no..? -preguntó el pelirrojo mientras procesaba lo que había dicho.
También había dejado de caminar, y se giró a verlo, para encontrarse con un Aomine que le sonreía algo sonrojado y le extendía su mano, que tenía una cajita envuelta en papel azul y rojo. Su cara automáticamente ardió en llamas, y su voz había desaparecido.
-Feliz San Valentín, Taiga. -le dijo, mientras lo miraba a los ojos.
Y estaba por decir algo más. Agregar algo así como "me gustas", "te amo", "tu trasero me enloquece", pero ya tenía a Kagami abrazándolo. Y a él mismo correspondiendo el abrazo.
Kagami escondía su cara en el cuello del morocho. Se sentía demasiado avergonzado como para mirarlo. El otro lo conocía, y sin decir nada, se quedaron abrazados un momento. Un momento después, se separaron sonriéndose.
-Les diré que mañana no limpiaré -le sonrió mientras se separaban un poco, y le tendía una cajita negra y roja que había sacado de su bolsillo-. Feliz San Valentín, Daiki -dijo esto último con su cara totalmente roja, y Aomine simplemente soltó una risita cariñosa.
-¿Los colores son por Tōō o por tu cabello? ¿O por tu cara? -le preguntó.
-Cállate, Ahomine -le respondió Kagami, y el otro rió con más ganas.
Luego, apretando más el agarre a la cintura del pelirrojo y cerrando el espacio que quedaba entre ellos, acercó su cara a la contraria, y cerrando los ojos, lo besó.
Un beso dulce, y algo violento. Como ellos mismos.