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Desilusión por Cristabelle

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Notas del fanfic:

Los personajes  no me pertencecen a mí sino a Jan Van Rijsselberge si mal no recuerdo XD sólo me los presto pra escribir locuras >///< excepto por el OC -w-

Notas del capitulo:

Para Ada 7u7

Había sido una jornada exhaustiva y divertida, el sol comenzaba a ocultarse, a la vez que faroles dispuestos en las amplias calles comenzaban a iluminarse, una brisa tibia se dejaba sentir en esas veredas vacías, extraño detalle que fue ignorado por la agradable conversación de aquellos tres adolescentes y su fantasma.

Spencer, el aspirante a cineasta acababa de realizar una película acerca de ostras mutantes-zombi en la playa, debido a lo cual, luego de la filmación todos los presentes se ofrecieron a cargar partes de la escenografía; decisión que tomaron para pasar el rato charlando, hacía tiempo que no lo hacían.

Faltaban unas cuadras para llegar a la mansión del difunto, pero no muerto Billy Joe Cobra cuando el timbre del celular de Spencer comenzó a sonar; sin titubear soltó la cámara y adelanto algunos pasos para hablar con más privacidad, mientras el fantasma atrapaba la cámara antes de que esta se desplomara contra el suelo.

–Debe ser ella….– supuso.

Cualquiera hubiera podido predecir que al final, los esfuerzos de Spencer por conquistar a una hermosa muchacha darían resultado, cualquiera podría haber supuesto que a él le gustaba la dulce y popular Mallori y hasta cierto punto eso era verdad, excepto que ella ya no le gustaba.

Una jovial estudiante de intercambio canadiense llena de ideas frescas y un estilo distinto arribó un día a la ciudad, eso marco el cambio, porque ella se fijó en Spencer.

Los hermanos Baguiati asintieron cabizbajos y dieron alcance al muchacho, pero Billy quedo unos momentos mirando la cámara con melancolía. Pensar que esa cámara solía importarle tanto a Spencer, pero en esos momentos él dejo que cayera como si fuera cualquier cosa.

Desde hace un mes, Spencer ya no filmaba tan a menudo ni iba a pedirle ayuda a Rajeev para sus proyectos y evitaba que Shanila se acercara a él para darle consejos, pero la decepción de ambos no se comparaba en nada a lo que Billy sentía. Por primera vez en verdad se sentía como un fantasma, porque Spencer ya no lo tenía presente en todo momento, la llegada de esa chica, le acarreo nuevos amigos, personas enérgicas, siempre con planes, en movimiento, que nunca paraban de hablar y muy ajetreadas que le ocupaban casi la mayor parte del tiempo entre las clases y almuerzos de la secundaria. El resto del tiempo salía de juerga o hacían tarea, mejor dicho le ayudaban a acabar la suya, como varios eran de penúltimo año no les resultaba difícil y debido a lo animado de las conversaciones o por guardar las apariencias, en compañía de esos amigos Spencer relegaba a Billy sin importar cuantos berrinches o travesuras este hiciera….se había vuelto ¿popular?

Le desesperaba también que no se separara del celular un instante y que no dejara de intercambiar mensajes ni siquiera cuando intentaban tener alguna charla y que él dejara todo para atender cualquier llamada.

Irónicamente, hubo momentos en su vida en los que hizo lo mismo.

Pero algo que nunca hizo, fue dejar que ninguna clase de melancolía o tristeza le embargara, por una parte se debía a lo ajetreada que era su rutina y por otra a lo satisfecho que se sentía con quien era. Ser una famosa estrella de rock idolatrada por miles lo llenaba de una alegría avasallante y cuando murió, si bien fue impactante, pudo observar que seguía siendo admirado con vehemencia y más porque el deceso ocurrió en la flor de su juventud y carrera. Se sentía como una leyenda, por supuesto correspondía al cariño de sus fans y los que le rodeaban, pero había un cariño distinto que le pertenecía sólo a Spencer y todos los conflictos que ahora se cernían en su psique se debían a la falta que le hacía él.

–¿Tenía que suceder justo ahora?– murmuro molesta.

–Cálmate Shanila.

–No lo entenderías.

Rajeev no era el más astuto, pero no tenía que serlo para notar que su hermana estaba celosa. Pensando en eso se detuvo antes de llegar a las rejas de la mansión, preguntándose dónde estaba el fantasma.

–¿Y Billy?

Miro hacia todos lados y lo vio llegar con los ojos cristalizados.

–¿Estás bien?– pregunto Shanila preocupada.

–¿Por qué no lo estaría?– dijo con los pulgares arriba y una gran sonrisa.

–Hubiera jurado que….nada.

Spencer guardo el teléfono y observo cuanto aburrió su charla privada a sus amigos.

–Lo siento –rio nervioso– los compensaré. Quédense a cenar.

–De pronto me sentí muy cansada, será mejor irnos, ¿no Rajeev?

–¿Pero….?

–No puedes dejar que tu hermana se vaya sola– reprocho con fraternal ternura dejando la tramoya en el suelo.

–Los vemos luego– se despidió Rajeev en tanto su hermana lo llevaba del brazo.

–Cuídense– respondió Spencer.

Observo con desgano las tres cajas con trajes de ostras verdosas, armas de imitación y unas tiendas de acampar.

–Lástima que estas cosas no vayan a llevarse solas.

Billy rio y lanzo la cámara a las manos de Spencer para distraerlo en tanto lo tomaba en brazos junto a los armatrostes elevándolo por lo alto hasta su habitación; se precipitaron hacia la ventana que el fantasma hábilmente se encargó de abrir, luego dejó las cajas en el suelo y al muchacho en su cama, circunstancia que aprovecho para hacerle cosquillas.

–¿Quieres matarme?– dijo Spencer intentando ahogar la risa que le causó el extraño aventón.

–Así también serías un fantasma.

–Cómo si fuera tan fácil, además….aún no estoy listo.

Sin estar seguro de como continuar la charla Cobra apoyo su nariz contra la de Spencer que en seguida estornudo.

–¡Salud!

–Quítate– dijo esbozando una mueca graciosa.

Se trasladaron a unos mullidos sillones de color lila azulado y buscaron un programa en la televisión, escogieron una película llena de explosiones y después bajaron al comedor, sobra decir que Spencer no se separó del celular.

La cena seguro propiciaría alguna situación liosa debido a la enérgica hermana pequeña de Spencer y a sus padres un par algo excéntrico, pero muy cariñosos.

Solían discutir en la mesa lo que devenía en hechos graciosos de observar para Billy, que comenzaba a tener la esperanza de poder pasar tiempo con Spencer esa noche.

El padre de Spencer, Hugh Wright terminaba de alistar la mesa y Jane, su madre, testeaba el sabor del estofado que preparo, sin saber que a su lado estaba Billy babeando por lo apetitosa que se veía la comida.

–Spencer, ¿aún no viene tu hermana?– pregunto su padre.

–No.

–¿Podrías llamarla?

Estaba por ir a buscarla, cuando la encontró detrás de él; casi dio un grito por la severa mirada a la que nunca se acostumbraba y que la pequeña Jessica siempre le demostraba.

Se sentaron a la mesa y cenaron comentando lo que les sucedió en el día.

–Saldré con Edith– comunico Spencer de pronto.

La mirada de Billy se llenó de angustia y sólo le quedo retirarse rumbo a la habitación del cineasta amateur.

–Veo que sus salidas se están volviendo una linda costumbre –dijo su madre emocionada– ¡mi niño está creciendo!

–¡Todo un seductor, igual que su padre!– añadió este con orgullo.

–N-no es l-lo que creen– negó irritable.

–Tiene razón, una chica así nunca se juntaría con alguien como él– expuso Jessica burlona.

–Para que lo sepan –miro con reproche a la niña– es fan de las películas independientes, de la clase que suelo filmar.

–Es mayor que él, tiene dieciséis e incluso sabe conducir– profirió la chiquilla desafiante

–¡Eso es tan romántico!

–Tenemos que conocerla.

Spencer comenzó a sentirse avergonzado.

–Iré a alistarme– expresó a modo de escape.

–No vuelvas tarde– profirió su madre ilusionada.

–Sé un caballero– sentenció su padre, intentando parecer serio

–No olvides llevar mentas– manifestó Jessica convencida del próximo fracaso de Spencer.

–Los consejos sobran, pero gracias– dijo al retirarse de la mesa.

Camino calmado algunos pasos, los suficientes para estar fuera de la vista de sus familiares y corrió exaltado hasta su habitación; cerró la puerta y buscó prendas más formales.

–¿Y a dónde iremos broamigo? Porque esta vez me llevaras, ¿verdad? – pregunto el fantasma con alevosía.

Spencer se sobresaltó y luego de quitarse su camiseta blanca de mangas rojas, se la lanzó para atravesarle el ectoplasma y demostrar su enfado.

–Deja de insistir.

–No importa cuanto lo niegues, necesitas los consejos del mejor rompecorazones que haya existido.

–¿Conociste al fantasma de Casanova?

–¡No! Hablo de tu servidor– expreso pavoneándose de su atractivo y fama de conquistador

–Me niego.

–¡Vamos! Seré un buen chico.

–Déjame pensarlo –se puso en actitud reflexiva– ¡no!

Entonces Billy se transformó en un animal cubierto de lana.

–Los ojos de borreguito a medio morir no servirán– replico Spencer.

–Tenía que intentarlo– pronuncio mirando de reojo como se quitaba el pantalón.

Su cuerpo adolescente ya comenzaba a demostrar atisbos de musculatura que combinaban bien con su piel trigueña y sus cabellos castaños y rebeldes.

–¡Deja de mirarme así!

–Déjame acompañarte a tu cita.

–Por centésima vez ¡no!

Billy frunció el ceño.

–Si no voy yo, ¡tampoco iras tú!

Tomó la ropa que Spencer había escogido y escapo dando lugar a una persecución que se extendió  por toda la mansión, hasta llegar a la habitación de Jessica, Billy estaba convencido de que el chico no entraría, pero no, este se atrevió y consiguió arrebatarle su ropa al juguetón fantasma, pero fue justamente cuando su hermana ingresó ahí. Él estaba semidesnudo, ella chilló y lo saco a golpes.

Esto sólo convenció más a Spencer de no dar el brazo a torcer.

–¡¿Qué pasa contigo?! ¡Eso no fue gracioso!

–Admito que se salió un poco de control, pero siempre es bueno hacer ejercicio después de cenar– afirmo sonriente.

–¡Cállate! –miro al suelo– ¿por qué me haces esto?

Billy se deslizo por el suelo, entre las piernas de Spencer para observarlo a los ojos.

–Ya es hora de que dejes de ignorar a tus amigos –disminuyo la distancia entre sus rostros– mejor dicho, no soporto que me ignores.

Spencer retrocedió unos centímetros y volvió a desviar la mirada.

–¿No me dijiste una vez que una chica es razón suficiente?

–No entiendes….

–¡Tú no entiendes!

Fue a resguardarse al baño. Acabado su arreglo personal se despidió con prisa y pidió a Billy que no lo esperara despierto.

Él lo despidió dándole ánimos y fingiendo que sus razones para acompañarlo a sus citas con Edith se debían solamente a la curiosidad, cuando lo cierto era que no aguantaba estar lejos de él ni un minuto, pero debía ser realista, era cuestión de tiempo para que notaran lo fantástico que era Spencer, lo cual sólo podía devenir en lo que estaba sucediendo en esos instantes, gracias a esa chica, incluso Lolo ya no lo trataba con tanto desprecio.

Spencer tenía algo que lo atraía mucho, tal vez era por todos los peligros que vencieron juntos, por su persistencia y esmero en todo lo que se proponía, que no se dejara amedrentar tan fácilmente o los ingeniosos planes que se le ocurrían para cada problema; no estaba seguro, pero sabía que él tenía algo especial.

Nadie podría ser capaz de entender lo sempiternas que se habían vuelto sus noches desde que murió, más ahora que no siempre podía contar con la compañía de Spencer, pero guardaba la melancolía que lo embargaba. No quería hacerlo sentir culpable porque él sí podía dormir, saborear, tocar y es que a veces no sólo añoraba la sencilla sensación del cansancio, también extrañaba percibir sabores y sobre todo estaba la frustración de no poder sentir un cálido abrazo o unos labios sobre los suyos.

Ahondaba su tristeza que de alguna forma pudiera degustar, pero que siempre le quedara una sensación amarga y el hecho de que al mover cosas o tocar a alguien sintiera un leve cosquilleo, pero no más. ¿Qué otra cosa se podía esperar? Estaba muerto.

Aunque su presencia todavía tenía bastante fuerza sobre el mundo terrenal, nada quitaba el hecho de que fuera un fantasma. Podía volar, cambiar de forma, traspasar cualquier objeto y quién sabe qué cualidades más quedaban todavía por descubrir a su ectoplasma, más importante aún, alguien en algún lugar había concedido a su alma la oportunidad de volver junto a su familia.

Pero en esos momentos de profunda soledad, ninguna de las ventajas de su nuevo estado le parecía suficiente consuelo para aquello que había perdido y por lo cual se le estaban negadas muchas otras sensaciones y oportunidades.

Las noches en las que no intentaba dormir y Spencer salía con sus nuevos amigos o con Edith, se distraía dando largos paseos por las zonas más vibrante e inquietas de la ciudad; miraba a las personas divertirse, enamorarse, meterse en problemas y recordaba que alguna vez disfruto eso ¡y de qué forma! Habiendo sido una estrella de rock en vida, no era fácil imaginar las divertidas anécdotas que poblaban su memoria, lo cual hacía que se sintiese peor.

Celos y deseo.

Esa noche sería igual y aunque lo carcomía la curiosidad, decidió hacer algo atípico a él: no espiar a Spencer. No quería terminar presenciando nada doloroso, pero tal vez sí debió hacerlo.

Spencer cambió más aún desde esa noche. Llegaba tarde a clases, volvía más tarde aún a casa, comía poco y se negaba a explicar lo sucedido en aquella cita, pero quedo desilusionado.

Tal vez ella le aviso que se iría de la ciudad o que todo ese tiempo estuvo jugando con él, ¿o sólo rompieron?, pero lo cierto es que le afecto; la pequeña Jessica Wright de alguna forma acertó.

Sus padres estaban muy preocupados, igual que Shanila y Rajeev, pero no tanto como Billy que ya no sabía que más intentar para animarlo, a pesar de la insistencia de Spencer por estar sólo, Billy permanecía a su lado, al punto de asediarlo. Situación que hacía pensar al muchacho en lo poco grato que puede ser tener tu propio fantasma.

Y una noche se cansó de todo, descargo toda su rabia contra Billy y se quitó el colgante del cuello, sin el cual ya no podía verlo ni escucharlo.

Sus padres acudieron turbados por la bulla y Spencer mintió diciendo que fue una pesadilla.

Eso fue demasiado para Billy, pero no estaba dispuesto a dejarlo, pues cuando menos digna se siente una persona de cariño, es cuando más lo necesita.

Mientras el chico de pelo castaño se calmaba, el fantasma intento hacer lo mismo dando un paseo por la azotea y su mansión, así se cruzó con un espejo y mirándose en el pulido objeto cayó aún más en la añoranza.

Era lo mismo que ser una sombra. Ya no se podía advertir el azabache de sus ojos ni de su cabello, tampoco el hermoso tono nacarado de su deseable piel, aunque aún destilaba fuerza con su lenguaje corporal….con ese cuerpo ectoplasmico ya no era lo mismo.

Dirigiéndose a la azotea, escucho un sonido extraño, algo muy suave, tan ligero que nadie vivo podría escucharlo y venía de la habitación de Spencer.

Se asomó por la ventana y lo vio agitarse intranquilo en su lecho por varios minutos. Lo observo levantarse y sentarse a la orilla de su cama; respirar agitado y meter su mano derecha dentro de su pantalón, moviéndola mientras cerraba los ojos, pero se detuvo, golpeo la cama y se cubrió el rostro.

Billy distraído por lo que acababa de ver, ingreso en la habitación torpemente, provocando que cayeran algunos aparejos.

Spencer se espoleó y de inmediato busco el colgante que le permitía ver al fantasma.

–No fue mi intención, yo….

–Necesito tiempo a solas– dijo intranquilo todavía, pero más razonable que horas atrás.

La curiosidad de Billy ya no pudo esperar, se sentó a lado del muchacho y con una pícara sonrisa, pregunto:  

–Imagino que es para hacer “eso” ¿no?

Spencer trago saliva y se puso súbitamente de pie.

–¡¿Me estabas espiando?!

–Fue un accidente, hahaha.

Floto un poco y se acercó para apoyarse en los hombros del chico e insistió.

–Dime.

–¡¿Qué con eso?! –miro al cielo raso–  ¿No lo hacías tú también?– expreso exasperado.

Billy sonrió.

–Es que no pareces saber cómo hacerlo– dijo entre risas.

–Vete.

Estaba demasiado estresado. Necesitaba descargar tensión y esa opción entre muchas otras le pareció la más saludable.

–¿Y si te ayudo?

Un largo silencio le siguió a esas palabras y una gran indignación.

–¡Estás loco!

Su interlocutor no pensaba igual y se le acercaba con una mirada comparada a la de una serpiente que se desliza por las ramas de un árbol para atrapar a un pajarillo.

–No consigues concentrarte y aunque no quieras te ayudaré.

El muchacho sintió que lo empujaban suavemente, retrocedió unos pasos hacía su cama y cayó sentado.

–Déjame en paz.

–Sólo relájate.

Procuro mantenerse serio e ignorar el desliz. No era la primera vez que el fantasma se portaba así, ciertamente le gustaba molestar, pero esa ocasión era distinta, él ya sabía porque lo hacía y cuanto más deseaba, no así Spencer que comenzó a sentir unas suaves caricias frías por su cuello

–Está mal, somos primos– dijo sintiéndose incómodo.

–Sí que estas deprimido, ni siquiera te resistes cómo es debido– expreso riendo.

–Entonces da igual.

Dejó las caricias y cambió su semblante.

–¡Estoy harto de que me ignores! –lo tomo de los hombros– ¿no te das cuenta de que….?– calló, se retrajo y ambos bajaron la mirada.

–Lo siento –dijo Spencer en un susurro, llevando sus manos temblorosas al rostro– las cosas sólo suceden, se salen de control y acaban mal.

–Si piensas eso….deja que también esto se salga de control, haremos que acabe bien.

Lo recostó y Spencer empezó a desabrochar la camisa del pijama y a dejar que Billy siguiera acariciando su cuello y que bajara lentamente por su torso.

–¿Por qué haces todo esto?

–Soy un fantasma….no puede importar….

–Así suenas como un idiota y aunque a veces te comportas como uno, sé que no lo eres– expreso incorporándose un poco.

–Si dijera que te quiero más que cómo amigo, aunque estoy muerto ¿eso no sería ser un idiota?

–Porque eso lo hace imposible….pero….

Billy espero alguna otra frase hiriente.

–No eres un idiota, no tanto– intento sonreír.

–No más que tú.

Acercaron sus rostros y rozaron mutuamente sus labios, mientras Spencer se quitaba la ropa y permitía que Billy pasara sus manos por su rostro y hombros haciéndole sentir escalofríos.

La manera en que el muchacho se quitaba lo que quedaba de su ropa y pasaba las manos por los caminos fríos que había dejado el toque fantasmal. Observarlo cerrar los ojos concentrándose en la combinación de las caricias frías y tibias que recorrían su cuerpo deviniendo en un cosquilleo que lo hacía retorcerse de fruición y que se iba concentrando en su hombría dejando que sus manos se dirigieran ahí. Todas aquellas acciones llenaban a Billy de complacencia, una que incluso podía reducirse a la paz que le provocaba verlo salir de esa tristeza, porque lo quería y aunque no podía compartir esas sensaciones con él, le hacía bien ver que él las pudiera disfrutar.

Y prefirió seguir cómo observador, no quería desperdiciar el excitante espectáculo que brindaba Spencer.

Miraba con atención cómo apretaba y masajeaba su miembro erecto, mordiéndose los labios entre jadeos que cada vez se hacían más profundos y que intentaba acallar, entonces arqueo la espalda contrajo un poco las piernas y con un último gemido eyaculo en sus manos; lentamente su respiración se fue normalizando, no le importo limpiarse, sólo miro a Billy con los ojos cansados y este volvió a acercarse para cubrirlo cariñosamente con sus frazadas.

–¿Qué te dije? –se dibujó una perversa sonrisa– te veías tan bien.

–Cállate….– rezongo avergonzado.

–¡Oh! –sonreía satisfecho, pero recordó algo de pronto y se golpeó la frente con la diestra– debí tomar tu cámara y filmarte.

–¡¿Qué?! –se alzó enfadado– ¿¡cómo pudiste pensar en eso?!

Billy rio y volvió a recostarlo en la cama abalanzándose a él.

–Tranquilo, nunca lo haría –susurró cerca de sus labios–  quiero ser el único que pueda verte así.

El muchacho no supo cómo responder a esas palabras ni a todo el esfuerzo que había puesto Billy para hacerlo sentir mejor a lo largo de esos días y esa noche, sólo quiso tomarlo de la corbata y tener esos labios fríos sobre los suyos. Sólo podían ser roces, pero ambos estaban dispuestos a disfrutar del placer que podía encerrar esa simpleza, pues Spencer ya se había decidido a olvidar.

Rodaron por la cama entre caricias y suaves besos unos momentos más, cuando el sopor comenzó apoderarse de Spencer y Billy flotando a lado suyo, procuro compartir su letargo, pero de pronto el celular de Spencer sonó; se levantó sorprendido y junto a Billy miro de quién era la llamada entrante….era Edith.

Tres minutos después el celular quedo hecho pedazos en una de las esquinas de la habitación, olvidado por aquel par que volvió a la cama sabiendo que el día de mañana sería mejor, a pesar de que Spencer tendría que confrontar a Edith en cualquier momento, aunque Billy aun quisiera saber que paso en esa cita y la muerte los separara a ambos, en algún momento aparecería la solución, lo sabían y eso era suficiente para creer que el día siguiente sería mejor.

Notas finales:

Espero que les gustara; disculpen el OC random, pero no quise poner de mala a Mallori porque me cae bien XD quiero saber qué opinan, porfa dejen review (?) n,n


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