PRÓLOGO
CREACIÓN Y CASTIGO
Hace millones de años, La Diosa, entidad dadora de vida y muerte, creadora de luz y oscuridad, con su sabiduría infinita y poder supremo, vio a bien crear un planeta distante al que nombro Dünya. Le doto de mares y océanos, de tierra fértil y rica con vastos bosques y llanuras. Con un dorado Sol brillante para que alumbrara sus días y con una Luna azul para que alumbrase sus noches.
Cuando al fin el planeta estuvo listo, la diosa creó vida en él. Sus primeras creaciones fueron seres dotados de magia e inteligencia que protegieran la naturaleza. Unicornios, Dragones, Fénix, Hadas, Sirenas y Pegasos entre otros fueron los primeros en caminar en Dünyan.
No obstante la Diosa pensó en crear otro tipo de seres, también mágicos e inteligentes pero más complejos.
Así se dio origen a los Elfos.
Estos eran seres perfectos, bellos, inteligentes y compasivos, eran quienes más contacto tenían con la naturaleza y con La Diosa, su físico era, aparte de ser agraciado, fuerte y ágil, poseían la habilidad de controlar en cierta medida la naturaleza y su sabiduría, el conocimiento amplio que tenían, lo recibieron directo de la Madre como llamaban a la Diosa.
Sin embargo la Diosa al ver su buen resultado con sus hijos, los Elfos, quiso crear dos razas más. Su objetivo con esto era que estas dos razas, aprendieran de sus hermanos mayores y terminasen de poblar Dünyan. Por ello decidió que ambas razas fueran el complemento de la otra.
Dos razas nacidas para unirse y formar nueva vida.
Así nacieron los Berserek y los Ahren.
Los primeros, los Berserek poseían una belleza igual a la de sus hermanos los Elfos pero eran diferentes a estos, su estatura era unos centímetros más baja que la de los Elfos y aunque eran fuertes, el cuerpo era más andrógino y delicado en los llamados “fértiles”. Esta era otra diferencia muy notoria en los Berserek, los fértiles eran hombres con la capacidad de concebir. También eran seres muy inteligentes, aunque no tan sabios como los Elfos, y a diferencia de estos eran más emocionales. Asimismo los Berserek desarrollaron una extraña fascinación por la Luna llena.
Los segundos, los Ahren tan agraciados como sus hermanos, también eran igualmente diferentes, ellos eran amos del cielo, poseían dos hermosas alas de plumas blancas que sobresalían de su espalda. Su piel era mas pálida que la de los Berserek y los elfos y aunque también eran muy inteligentes, tampoco poseían la sabiduría de sus hermanos mayores, aunque si su templanza. No eran tan emocionales como los Berserek pero eran generosos. También compartían otra particularidad con los Berserek, entre ellos también había “fértiles”. Igualmente desarrollaron una extraña fascinación por una cosa aunque no fue la luna, ellos adoraban volar cerca del sol.
Y así cuando los Ahren y los Berserek pisaron Dünyan, como fuera deseo de la Diosa, se conocieron. De inmediato ambas razas se atrajeron . Todo parecía salir bien, todo parecía perfecto, pero ocurrió algo que torció el destino de ambas razas y con ello el destino de Dünyan y sus demás habitantes.
Una traición surgió entre un Ahren y un Berserek.
Desconfianza y oscuridad se empezó a formar en los corazones de ambas razas con este hecho, y se separaron. Pero eso no fue suficiente, pronto el odio se hizo presente y se arraigo profundo en sus corazones y comenzaron a pelear. Los dones que les diera la Diosa para vivir por siempre en paz y armonía ellos los ocuparon para la guerra, la tortura y la muerte.
Ciertamente ambas razas eran inmortales pero al haber sido creados para complementarse también tenían el poder de destruirse.
Devastación y caos empezó a formarse en Dünyan a medida que el conflicto entre Bersereks y Ahrens crecía y crecía. Animales y plantas morían producto de un odio que nunca debió ser.
Los elfos, que se habían mantenido al margen, al ver con tristeza como sus hermanos menores se destruían y destruían su hogar, rezaron a la Diosa, le pidieron ayuda pues ellos no podían detener el caos provocado por sus hermanos.
Infinitamente triste y profundamente enojada con sus hijos, la Diosa se materializo en persona en medio de una pelea que protagonizaban ambas razas.
Su presencia causo sorpresa, pero también miedo, pues la mirada de la hermosa y etérea mujer ante ellos no mostraba amor o compasión, no había calidez y bondad.
Y todos los presentes, todo Dünyan, se estremeció cuando la voz fría y autoritaria de la Diosa se escucho en cada rincón del planeta.
- Mis hijos Bersereks y Ahrens, yo los dote con lo necesario para que fuesen felices y plenos en este su hogar, los cree con amor y dedicación y les obsequie compañeros para toda la eternidad con quienes formar una familia. No obstante ustedes decidieron lo contrario, dejaron que un error de dos de ustedes llenara al resto de odio, de oscuridad- la hermosa cabellera plateada de la Diosa se agito en negación – Han destruido lo que yo quise para ustedes y con su egoísmo han afectado a sus hermanos, a Dünyan, debería destruirlos…-
Ante esas tajantes palabras Ahrens y Bersereks se estremecieron y la tierra tembló. Al mismo tiempo el viento y los mares se agitaban por todo el planeta.
- Pero no lo hare, la muerte no sería suficiente para que paguen su desobediencia, la oscuridad que han desatado. No su destino será peor…-
Un rayo dorado cruzo el cielo azul cuando estas palabras fueron pronunciadas, y poco a poco la luminosa mañana fue oscureciéndose, hasta que todo quedo plagado de la oscuridad más absoluta. No había estrellas, no había nada, solo tinieblas.
- Eterna Oscuridad tendrán, no volverán a ver el sol o estrella alguna- declamó la fría pero melodiosa voz de la Diosa.
Al mismo tiempo que la Diosa hablaba, una enorme luna llena aparecía en el cielo, tornándose de un intenso color rojo al instante en que estuvo en lo alto del oscuro firmamento.
- Su única compañera será la Luna roja, teñida con la sangre que han derramado- sentenció- Y ya que decidieron actuar dejando que el odio y la oscuridad llenase su corazón, su apariencia mostrara su verdadera cara-
Con esa sentencia se escucharon exclamaciones de dolor y penuria de parte de Ahrens y Bersereks.
Las alas blancas de los Ahrens se tornaron negras, de sus manos surgieron uñas largas y puntiagudas y en sus bocas se formaron dos colmillos más largos que los demás dientes. Seguían siendo bellos en el exterior pero su roja mirada delataba al monstruo y la oscuridad en su interior.
Entonces la diosa exclamo.
- Su nombre, no será más Ahrens será Nosferatu, Vampiros, seres de la oscuridad que para vivir necesitaran beber sangre, esa será su maldición- dijo observando con impasividad a los antes Ahrens que terminaban de retorcerse de dolor debido a la transformación.
Por su parte los Berserek también habían cambiado, de sus cabezas brotaban dos orejas que terminaban en punta, garras afiladas se veían saliendo de sus dedos y una larga cola peluda se movía tras ellos. En sus bocas, aunque más pequeños y menos afilados también se formaron colmillos y sus pupilas se alargaron. Eran bellos todavía pero su apariencia y su dorada mirada también delataba la oscuridad en ellos.
- Bersereks, ahora serán Licántropos, mitad hombre, mitad bestia cuya maldición será controlar a la bestia que pedirá vidas para satisfacerse, si lo logran mantendrán la apariencia que tienen pero sino, permanecerán en un estado animal pues su ira hará surgir a la bestia - condeno la Diosa.
Luego de la transformación y sentencia de la Diosa hubo silencio sepulcral, ninguno de los nuevos vampiros o licántropos se atrevía a hablar y no lo hicieron temiendo un mayor castigo. Finalmente fue la Diosa quien hablo nuevamente mientras se elevaba en el cielo.
- Dünyan dejara de existir, desde ahora será llamado Tierra, borrare todo recuerdo de sus mentes y cuando despierten no recordaran nada, ni a mí, ni a sus hermanos, solo tendrán en mente el odio que desataron entre ustedes. Buena suerte en el destino que ustedes eligieron hijos míos, pues ustedes provocaron la maldición que gobernara ahora su existencia- pronuncio la divina y etérea mujer.
A pesar de todo mientras se elevaba la Diosa quiso mostrar un poco de piedad hacia sus hijos menores así que hablo una última vez.
- No obstante solo estas palabras permanecerán en sus mentes como un recuerdo vago. Si un día, el odio entre ustedes desaparece y surge amor verdadero que una a ambas razas, el sol volverá a posarse en el cielo y la Eterna Oscuridad desaparecerá. Todo será perdonado y volveré a estar entre ustedes.
Con esta última declaración la diosa vio por última vez a sus hijos menores y pronto una luz cegadora inundo Dünyan.
Cuando la luz cegadora se disipo, en la ahora Tierra solo había silencio y a pesar de la oscuridad, la luz rojiza que emitía la Luna Roja servía para darse cuenta que de Dünyan no quedaba nada. Sus verdes prados y frondosos bosques rebosantes de vida ahora estaban opacos, el agua en los mares distaba de ser clara y tranquila. Pero lo más notorio es que de los mágicos seres que habitaron Dünyan no quedaba rastro alguno.
En su lugar había solo seres primitivos que acompañarían a Vampiros y Licántropos a lo largo de su larga existencia.
La Noche Eterna había comenzado.