Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

No me gustan los domingos. por Nielya

[Reviews - 4]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Los personajes no me pertenecen, derechos reservados a sus respectivos autores ^^

Notas del capitulo:

Espero les agrade, gracias por pasar a leer

 

Escuchar las voces de mi madre y padre  desde mi habitación, indicaba que el domingo había comenzado, sinceramente detestaba esos días ¿Por qué?
Mi padre descansaba de su semana de trabajo duro, lo cual indicaba que se me prohibirían muchas cosas, como ver la tele, estar en la computadora, salir con mis amigos y un sin fin de cosas… pero lo que más repudiaba de aquel día era el ambiente tenso…
Mi padre siempre hacia algo que le molestaba a mi madre cosa que la hacía poner tensa, enojada y ardida.  Le echaba indirectas a mi padre sobre sus estupideces y ponía en duda el amor que él le tenía a ella, sinceramente no comprendía la razón por la cual seguían juntos. Su matrimonio se había ido a la mierda desde hace mucho.
Pero para rematar las cosas, ellos desquitaban su furia conmigo, sobre todo el…

Comencé a contar mientras miraba el techo… sabia que cuando llegara a diez el llegaría hecho una furia y me gritaría para que me despertara.

Uno, dos…

— ¡Ya es muy tarde y el estúpido de Mihael aun no se levanta!— La voz ahogada de mi padre me hiso sonreír ¿Era obvio que con ese ambiente no me animaba a bajar ¿Era estúpido como para entender?
— ¡No le digas así a tu hijo!—Como siempre mi madre definiéndome, hasta que llegaba a su límite y también se ponía en mi contra.

Seis, siete…

Comencé a escuchar los pasos pesados de mi padre subir las escaleras, el no era gordo pero si un tipo corpulento, supongo que eso le daba la seguridad para golpear a mi madre cuando le “colmaba” la paciencia. me cubrí por completo con las cobijas y decidí darle la espalda a la puerta de mi habitación… el color verde  de la pared fue lo que mi vista encontró.

Diez...

Escuche la puerta abrirse bruscamente, los paso se detuvieron, el silencio invadió el lugar… sabía que me estaba observando, podía sentir su mirada atravesarme.

— ¡Holgazán! Ya levántate ¿¡Qué no sabes la hora que es!? ¡Baja y has algo útil!— recuerdo que en un principio me asustaban sus gritos pero con el paso de los años me he ido acostumbrando y de hecho me gusta cabrearle, por esa razón no me moví ni un centímetro.
— ¡Mihael despierta!— Nuevamente sus pasos se hicieron presentes, se acercaba a mí, quizá me tomaría de los cabellos y levantaría de la cama, o me retiraría las cobijas y tiraría al suelo… cualquiera de esas dos opciones ya estaban más que estrenadas…
Al momento de sentir sus manos en la cobijas, me las retire de encima rápidamente, vire mi cuerpo para quedar cara a cara y tome su mano derecha para evitar un golpe.
—Estoy despierto… —lo mire directamente a los ojos, sabía que eso no le gustaba, refunfuño fuertemente
—y entonces ¿Eres sordo o qué?
—No, lo que sucede es que no me apetece escucharte. —sonreí socarronamente
—Hijo de…!
— ¿Perra? Con que así le llamas a la mujer que amas…— Al instante recibí un golpe en el rostro que no pude esquivar, claro aun estaba acostado, el tenia ventaja…
—Baja de una vez…— Salió de la habitación y cerró la puerta con violencia.


No me quite la pijama, era domingo ¿no? Todos podían estar como quisieran, era normal. Baje después de unos diez minutos pues me tome la molestia de lavarme los dientes y cara, incluso me amarre una coleta para sujetar mi cabello que me llegaba ligeramente sobre los hombros.

Entre a la pequeña cocina y salude a mi madre con un beso en la mejilla
—Hola hermosa ¿Cómo amaneciste?— Me encantaba decirle cosas agradables a mi madre, alguien tenía a que hacerlo, no quería ser como él.
—Cansada, como siempre…— No estaba de buen humor…
— ¿En qué te ayudo?
—Ve a comprar unas sopas maruchan, leche y... lo que se te ocurra, no tengo ánimos de hacer el desayuno…— Ella saco un billete grande de su bolsillo del delantal floreado y me lo dio.
—Esta bien…— Salí de la cocina pase por el comedor y me quede mirando a mi padre por unos instantes, estaba sentado viendo la televisión que teníamos ahí.
— ¿Qué miras?
—Un chimpancé…— Inmediatamente su rostro se deformo, Salí corriendo y azoté la puerta de la casa.
Sonreí divertido, era tan fácil de molestar. Comencé a caminar, me dirigí a la parte trasera de la casa vecina, tenía mucha vegetación y a decir verdad me ayuda a esconderme para evitar ser visto por los padres de Mail.
Ubiqué una piedra y la tome rápidamente, mire a mi alrededor y la lancé  a la ventana que estaba ahí.
Una cabellera pelirroja apareció al poco tiempo, abrió la ventana que era de las que se deslizaban hacia arriba.
— ¡Mello buenos días!—dijo entre gritando y susurrando, eran las nueve de la mañana y sus padres aun dormían
— ¡Déjate de estupideces y baja!—respondí de la misma manera. El asintió con la cabeza y cerró la ventana.

Me retire de ahí para ir a la entrada de la casa. No espere mucho, Mail era madrugador así que ya estaba listo para salir.
En cuanto la puerta se abrió, me sorprendí bastante al verlo, usaba su pijama de osos teddy
— ¿Pretendes salir con eso?—Lo mire indignado
—Así es, si tu sales en pijama yo también... además envidio tu libertad…
—Huy sí, que libertad— Comencé a caminar y él me siguió.

Matt —como me gusta llamarlo ya que creo que su nombre real es patético— y yo nos conocemos desde los 8 años, de hecho la forma en que comenzó nuestra amistad fue graciosa.

Había sido un domingo, ese día escape del refugio de protección infantil pues mi padre le había dado una golpiza a mi madre y para desquitar mi furia, me escondí entre los arbusto que adornaban el parque y lanzaba piedras a cualquiera que se acercaba a los columpios.
Pero como se corrieron rápidamente  los rumores de mis ataques ningún niño se acercaba. Comenzaba a aburrirme y estaba dispuesto a regresar a casa, aunque no hubiera nadie, Hasta que llego el ingenuo de Matt.
Tal cual gato me puse en posición de ataque, espere a que se sentara en el pequeño columpio infantil y entonces, al ver su sonrisa de felicidad le lance una tras otra las piedrecillas que me quedaban
el cayo bruscamente al suelo , en cuanto ubico mi fuerte, se abalanzo a mí y comenzó a defenderse.
Como él fue el primer niño que no  huía, pensé que era digo de ser mi amigo y desde entonces formamos nuestra amistad.



—Oye Mello… ¿No crees que deberías comprar algo más que chocolates?
—No son demasiados— entre al pasillo de los cereales y me detuve frente a un estante.
—Llevas en el carrito 10 cajas de treinta piezas de puro chocolate…
—Necesito mi droga, así como tú, el cigarro
— ¡Baja la voz, algún conocido mío puede escucharte.
—Miedosin…—Lo mire burlonamente, aunque era un problema que a la edad de 15 años ya fumaba. — ¿Chococrispis o Zucaritas?
Corn flakes…—suspiro resignado…— Deberías apoyar a tu madre…—Lo ultimo lo dijo en un susurro sin embargo alcancé a escucharlo, metí la caja de cereal bruscamente y me acerque a él, para después acorralarlo contra el estante.
— ¿que no apoyo a mi madre? ¿Crees que es fácil?— Me había enojado
—Lo siento Mello— Fije mi vista en sus ojos color aceituna, él como era de esperar no pudo sopórtala y la desvió.
— Apuesto que no tendrías los suficientes huevos como para enfrentarte a mi padre—sonreí con superioridad
—tienes razón…—Dijo nerviosamente, me gustaba ponerlo de esa manera, se veía tan indefenso…  pero sabía que podía hacerlo sentir aun peor así que acerque mi rostro al suyo, un notable sonrojo se hiso presente. Entonces escuche el sonido de un montón de cajas caerse, me aleje de él con rapidez. Nate se encontraba acomodando las cajas.
—Lleva el carrito… — Reanude el camino con cierto desgano. Ates de pasar al otro pasillo, voltee para ver a Nate, nuestras miradas se encontraron y por alguna razón un sentimiento de culpa apareció… Un sentimiento de traición.

Al final deje nueve cajas de chocolate, aunque me costara admitirlo Matt tenía razón, no debía de abusar de esos malos momentos.
Me ayudo a cargar las bolsas del mandado, no nos alcazaba para tomar un taxi. En cuanto llegamos a  la entrada de mi casa, su madre salió de la suya y se dirigió a donde estábamos.

—Jeevas ¿Qué te he dicho sobre juntarte con delincuentes?
— ¡Mama!— Mail se ruborizó al instante, después de todo seguía siendo un niño
—Mire señora, no me juzgue si no me conoce, igual y su esposo se cuesta con otra y usted de idiota con él.
— ¡Mello!— Matt se había enfurecido, sus ojos le delataban
—Descarado!— La mujer jaloneo a Matt y ambos entraron a la casa.

Saque las llaves del bolsillo de mi pantalón, abrí la puerta y poco a poco metí las bolsas. Había mucho silencio, cosa que se me hiso extraño. Vi a mi padre bajar de las escaleras

— ¿Y mamá?
—Salió de casa, para ser feliz… Así que nos vemos. —Se fue de casa muy animado, al parecer se iba a ir a sus fiestas con sus amigos que no sirven más que para drogarse.

Un vacio me invadió el corazón… me senté en el sofá de la sala, y fije mi vista en el comedor.
Cuando mi madre salía de casa sin ningún aviso un miedo me atormentaba, pues temía que no valiera jamás... porque yo no era importante en su vida o porque era parte de su amargura.. Envidiaba a Matt, el parecía tener una familia modelo…
Mordí mi labio inferior con fuerza, este comenzó a sangrar. Me levante del asiento y comencé a patear el mueble que se encontraba a un lado mío. Las pequeñas cosas cayeron al piso y se rompieron.

 

Me detuve al instante en que vi que el retrato de mi madre se había roto. Me hinque y entre los vidrios saque la fotografía del cuadro quebrado. 

 

—Por favor vuelve...—como un niño mis lágrimas salieron y acerque la fotografía de mi madre al pecho, como si fuera un inútil intento de transmitirle mis sentimientos.

 

Decidí salir de casa, a dar un paseo por ahí, me ardían un poco los ojos del lloriqueo que hice. Me senté en la banqueta de la avenida, el vecindario era realmente tranquilo y de algún modo me molestaba. Mire a enfrente, Nate  había salido de casa, su albinismo me llamaba mucho la atención, de algún modo sentía que estaba viendo  un ángel... 

 

— ¡Ey! ¡Bola de algodón!— grite lo más fuerte que pude, el fijo su vista en mi. Miro cuidadosamente ambos lados de la calle y cruzo.

—Mello...-—por alguna razón me pareció nervioso cosa que me extraño pues desde que lo conocía me daba la impresión de que no tenia emociones... —Hay algo que tengo que decirte...

— ¿Qué es?— lo mire curioso

—No puedo decírtelo aquí... Acompañarme— su delgada mano me tomo del brazo, con pereza me levante y lo seguí hasta un pequeño y oscuro callejón.

— ¿y bien? ¿Ya me dirás?—el asintió con la cabeza y comenzó a jugar con su cabello.

—veras, desde aquel día que me salvaste de aquellos bravucones... Una serie de sentimientos complicados me han invadido...— me miro de reojo y después fijo su vista en el suelo.

—Nate... Tú no eres así, ve al grano— el me miro seriamente a los ojos, me sentí incómodo. Y de pronto vi como se acerco rápidamente a mí, jalo mi rostro y lo inclinó levemente para después juntar sus labios con los míos

 

Mi respiración se congelo al igual que mi corazón ¿qué mierda pasaba?

 En cuanto terminó su beso, que solo fue un choque de labios, nos quedamos en silencio...

 

—Me gustas Mello y sé que es mutuo

— ¿Qué?— lo mire confundido ¿mutuo?— ¿en qué coño te basas para decir eso?—sus palabras me habían molestado como se atrevía a asegurarlo ¡ni siquiera yo lo sabia!

—Tu manera amable de tratarme, podría decirse... —lo ultimo lo dijo susurrando y en su rostro se dibujo una expresión extraña, poco después se normalizó— tus extravagantes regalos como las ranas disecadas... tus celos cuando estoy con otras personas... Y un sin fin de cosas.

—no inventes... Esas cosas... Son solo para molestarte...— dije a la vez que desviaba la mirada.

—oh... Entonces disculpa mi mala interpretación... Me voy... — Nate  comenzó a caminar sin embargo se detuvo y sin mirarme me dijo- un favor, después de esto dudo mucho que pueda verte a la cara, así que no me vuelvas a hablar.

 

Al momento de escuchar esas palabras mi corazón se encogió ¿cómo que no le volviera hablar? ¿Que se creía como para decir eso? Me acerque y lo obligue a verme al momento de  tomar su muñeca.

 

— yo soy el que decide si te dejo o no Nate...— lo mire a los ojos directamente

— ¿Por qué? si no somos más que amigos— me quede en silencio, el tenia razón solo éramos amigos...aunque de un momento para acá, comenzaba a sentir algo especial por él, no estaba seguro de que era pero no quería que se alejara de mi.

—Por que... — balbucee, no tenía nada en mente que decir, gruñí levemente y deje salir lo que fuera- ¡por que tengo que enseñarte a besar!

 

En ese momento lo tome del mentón y acerque su rostro rápidamente, nuestros labios se hundieron en un beso, lento y suave…
 por la manera de besar torpe de Nate supe que ese había sido su primer beso, cosa que me alegro  bastante. Acerque su pequeño cuerpo al mío...tenía la necesidad de sentirlo cerca.

Poco después terminamos el beso, el silencio que había no era incomodo sin embargo no duro mucho ya que la voz de Nate se hiso presente.

— ¿Y bien? ¿estaba equivocado?— sonrió levemente, rodé los ojos en forma de molestia y lo aleje con un suave empujón.
—Cierra la boca…— mire el cielo que era de un hermoso azul, la nubes sí que eran de un blanco brillante, casi como Nate… por reflejo sonreí levemente.

Quizá los domingos podrían empezar a gustarme…

 

 

Notas finales:

Hola!
tenía que sacarme esta idea de la cabeza, creanme que así podré abrir paso para que fluyan las ideas del otro fic (por si alguien conoce el otro)..
Bueno espero les haya gustado ^^

Que tengan linda noche


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).