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Hokoron Maal: Pequeño Enemigo por Silence Tsepesh de Lenfet

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Notas del capitulo:

Llego el sabadito de actualizacion, y aqui estoy.

A las personas que comentaron sepan que me hicieron la semana XD. Estuve con contenta y con ganas de actualizar (aunque quise hacerla de emocion)

En el capitulo pasado olvide mencionar el significado del titulo >.< Segun sigifica algo asi como Pequeño Enemigo, por si a alguien (Ademas de Honey) quedo con la duda ^^!

La siguiente semana fue mucho más aburrida que el primer día. Rein aún le tenía miedo, por lo que mantenerlo dentro de la casa fue una tarea sencilla, le bastaba con dirigirle una mirada seria y Rein se quedaba tranquilo sin mencionar nada más. Por la noche ponía el seguro a la puerta en caso de que intentara salir, pero Rein se quedaba profundamente dormido hasta poco antes del amanecer. Al parecer por las quejas que había entendido de Rein, esté tenía un trabajo y asistía a una escuela ¿o trabajaba en una escuela? El caso era que no solía estar mucho tiempo en la, a su parecer muy, pequeña casa.  Había también notado que el lugar en donde estaba se encontraba a las afueras de la ciudad rusa de Sarátov, en un camino poco transitado que daba a quien sabe dónde.

.- o-oye… la… la comida se está acabando.-  la voz cansada de Rein salió de la cocina. Al parecer Rein ya había notado que no le prestaba mucha atención. Se preguntó si ese era otra forma de intentar salir. Escucho la puerta de la habitación cerrarse y se dirigió a la cocina.  Era verdad que la comida se acababa, a su parecer no duraría una comida más. Suspiro.  No le agradaba ninguna de las ideas que tenía.  Salir solo o dejar salir a Rein solo. Camino a la habitación, abriéndola de golpe.

.- hey.- Rein pego un brinco.- ¿Qué tan lejos queda la ciudad?

.- unos kilómetros hacia allá.- señalo con su dedo.- u-una media hora en auto.- 

.- levántate, iremos.- Rein lo miro sorprendido, pero obedeció.- si intentas huir o algo,  lo de tu brazo no será nada.-  el brazo aun  no sanaba, y lo llevaba vendado aun.  Salió de la habitación, mientras escuchaba como Rein buscaba entre sus cosas. Se miró en el espejo que había en la sala, tratando de valorar si su aspecto podía pasar por el de un humano. Lo cierto es que esa forma era perfecta. Las únicas dos cosas que podrían delatarlo o poner alerta a alguien eran dos cosas: su altura, casi 1.90, que por sí sola no significaba nada pues muchos humanos eran incluso más altos, y sus ojos, color ámbar. Esperaba que en la oscuridad pudiera pasar inadvertido. Su cabello oscuro, casi negro con destellos cobrizos  y algo rizado, lucia alborotado.  Rein salió del pasillo, apresurado.- las llaves, yo conduciré.-

.- ¿tú sabes…?-  callo de repente, asustado. Soltó una risa.

.- claro que conduzco, si no lo hiciera no te pediría las llaves.- Rein se sonrojo.

.- lo siento.-

.- vamos, quiero regresar lo más rápido que pueda, los autos no me agradan.-  el recorrido al auto y el posterior trayecto en él, fueron en silencio y sin incidentes. Tal y como había indicado Rein, a los 25 minutos habían llegado a las primeras casas de la ciudad. Gruño inconforme. Las ciudades no le gustaban.

.- allí no.- Rein se refería a la tienda a la que iba a llegar.

.- ¿Por qué no?- gruño.

.-n-no creo que en-encontremos todo.- giro el volante, ocasionado un brusco giro y un jadeo de Rein. Llego al primer supermercado que vio, entrando con más calma.

.- nadie va comerte.- sonrió, divertido. Rein estaba completamente nervioso: caminaba rígidamente, con la mirada asustada vigilando todo y respirando agitadamente. Aunque le era divertido si Rein llamaba la atención de alguien podría tener problemas. Ahora se arrepentía de haberlo asustado tanto. En la tienda nadie les prestó atención, había dejado que Rein eligiera, manteniendo una distancia prudente para no asustarlo.  Cuando por fin salieron, no pudo evitar suspirar.

.- parece que ya no buscan a un dragón por aquí.-

.- ¿te irás?- el tono esperanzado de Rein le divirtió.-

.- ¿te arrepientes de ayudarme?

.- no, yo… e-es de-cir…-

.- solo bromeo.-

.-u-usted…-

.- regresemos.- Rein no dijo más, ni cuando llegaron a la casa y entro a la habitación. Él se quedó en sala viendo televisión.  No sabía que era mejor hacer, había estado pensando en irse, aunque no sabía a dónde, si volver o ir a otro lado. Cansado, opto por ir a dormir un rato.  Rein aún no se dormía, de nuevo atendía su brazo. Le dirigió una mirada al brazo, era obvio que dolía: las heridas de color rojo oscuro resaltaban en el brazo enrojecido.  Rein apenas y tocaba con el desinfectante y algodón.

.- dame eso.-  le arrebato el algodón.- a ese paso tendrán que cortarte el brazo.- suspiro exasperado mientras jalaba el brazo sin cuidado y comenzaba a frotar el algodón.

.- ¡NO! ¡Me duele!-

.- deja de moverte o dolerá más.-  Rein no se quedó quieto pero al menos su fuerza fue suficiente para mantener el brazo inmovilizado.- así deberías hacer esto, solo véndalo.-

.-me duele.- lloriqueo, retirando su brazo.

.- ¿Cuántos años tienes? Por favor.- murmuro, dejándose caer en la cama.

.- tengo diecinueve.- el tono resentido de Rein le divirtió.

.- ¿en serio? Al menos demuéstralo.-

.-umm…g-gracias… no se tu nombre.-

.- no necesitas saberlo todavía.-  no dijo más, Rein tampoco.

 .-ven aquí.-  Rein salió corriendo de la habitación, gruño molesto. Había querido ayudar a Rein con su brazo, algo que para él era lo más cerca de agradecerle que lo ayudara y lo dejara quedarse, pero Rein se había negado y no había dejado ni que se le acercara. Suspiro mientras salía. Sabía que Rein se había encerrado en el baño.-  deberías agradecer que quiera ayudarte.- murmuro audiblemente, aunque sabía que su aspecto y tono eran todo menos amable.- si no abres esa puerta la voy a derribar.- un jadeo fue toda respuesta. La puerta se abrió y Rein salió, sin míralo. Y antes de que dijera algo, volvió a intentar huir, esta vez a la salida.

.- en serio.- soltó, mientras llevaba de regreso a la habitación a Rein sobre su hombro.- eres valiente para intentarlo dos veces.- lo soltó sobre la cama y tomo los desinfectantes, Rein intento esconder el brazo, pero él fue más rápido y logro sujetarlo antes de que lo hiciera-

.- me duele y tú me das miedo.- presiono con más fuerza la herida.

.- casi te quedas sin brazo, me sorprendería más si dijeras que no te duele, y me gusta que me teman.- añadió, presumidamente mientras terminaba de vendar el brazo.

.- ¿ya puedo salir de aquí?- pregunto Rein mientras se levantaba y caminaba a su improvisada cama.

.- se un buen prisionero y no te quejes.-Rein suspiro mientras se tapaba y se dejaba caer en entre sus sabanas.

Despertó con el sonido del viento. Aún estaba oscuro. El débil tintineo le hizo levantarse, en silencio recorrió la casa, buscando el origen de ese ruido. Le inquietaba, como si hubiera  peligro, aunque sabía que no era así. Sintiéndose ridículo regreso a la habitación, justo cuando el tintineo sonó con más fuerza frente a él, pero frente a él solo había un mueble pegado al muro. Siguió de largo por el pasillo, hasta llegar al muro, examinándolo. Si, justo detrás salía ese tintineo. Golpeo el muro, recibiendo un sonido hueco y profundo. Sonrió, moviendo el mueble en silencio. El papel tapiz cubría una puerta, pero no la perilla, que el mueble impedía ver. Dudo unos momentos. Lo que hubiera detrás de la puerta era algo que Rein no quería que vieran,  él no solía invadir de esa forma la privacidad de otros, y sí abría esa puerta no podría hacer nada para ocultarla de nuevo; aunque lo que estuviera detrás podría ser importante si Rein lo ocultaba… pero ¿de quién lo ocultaba? No podía saber si esa puerta había sido cerrada antes o después de su llegada, ni sabía cuánto tiempo había dormido. Recordó entonces a Rein la primera vez que le hablo, le había hablado en su idioma. Dirigió una mirada atrás antes de abrir la puerta. La puerta no tenía llave y el tapiz se rasgó audiblemente cuando la empujo con fuerza.

Ningún otro sonido.  Entro. La puerta cubría una habitación. Al igual que el resto de la casa, tenía pocos muebles,  una cama, un ropero y dos cómodas.  Había mucho polvo en la habitación. Miro confundido. No había nada extraño en la habitación. El tintineo que escuchaba provenía de la lámpara de techo de la cual colgaban algunos cristales.  La única ventana que había estaba tapada.  Había ropa sobre una de las cómodas y sobre un lado de la cama, y esta no estaba arreglada. La ropa era de mujer.  Se acercó al mueble que no tenía ropa, abriendo el cajón.  Dentro había cajas de medicinas. Abrió el segundo, encontrando un marco de fotografía. Lo tomo, dándole vuelta para ver la fotografía.

En la fotografía había solo dos personas. Estaban en un parque, un niño y una mujer. Recorrió atentamente la fotografía.  El no necesitaba luz para ver a oscuras.  Su atención se fue por completo a la mujer. Era joven, de rostro redondo  y tenía el cabello largo,  lacio y  tan rubio que en algunas partes se veía blanco. Sonreía alegremente.  Sus ojos…, suspiro, mirando con atención al niño en la fotografía. El cabello castaño y los ojos azules, no le fue difícil saber que era Rein de pequeño. Siguió buscando en los demás cajones, encontrando otras fotografías, con la misma mujer y Rein en diferentes lugares y edades. 

La luz se encendió, enviando destellos de colores por la habitación.

.- ¿Qué…?- Rein tardo solo unos momentos en reaccionar.- dámela.- saltaba delante de él, tratando de quitarle las fotografías, que no alcanzaba. De un empujón lo hizo caer en la cama, y le devolvió las fotografías.

.- ¿Por qué estás aquí?-

.- ¿Quién es la mujer?-

.-no es asunto tuyo.-

.- solo hay dos opciones, o ella se hizo cargo de ti… o es tu madre…. Lo cual…-

.- ya te dije que no te importa.- Rein se levantó.

.- curiosamente, eso explica muchas cosas….-

.- ella murió, ya no importa.-

.-sigue importando… ella era como yo, tu nombre, que sepas hablar, el lugar de esta casa… ella se ocultaba.- hablo más para el que para Rein. Sabía que tenía razón.- tú eres un mestizo.-

.- soy Micah Rein… y no debiste entrar aquí.- Rein salió, dejándolo solo en la habitación. Se quedó pensando en las pocas probabilidades de que alguien como Rein existiera. Salió despacio, mirando a Rein, sentando en la sala.  Si regresaba con Rein al clan, regresaría con más gloria que nadie… seria de nuevo el mejor…

.- me voy.- paso de largo por el sofá donde Rein se encontraba.

.- ¿eh?-

.- que me largo.- Rein se levantó.- ni lo intentes. Si me quedo, nada bueno quedara para ti. Sé que no debió ser fácil para tu madre estar en este lugar lleno de humanos, con un bebe mitad humano, ocultándose tanto de humanos como de dragones… seguro ella te dijo que no le dijeras a nadie sobre ti.- Rein apretó los labios.- hizo bien. Estoy a punto de llevarte a mi clan, para restablecer mi posición. Cualquier dragón que sepa lo que eres, hará lo mismo… me voy antes de hacerlo, considéralo como agradecimiento por haberme salvado… así estamos a mano.- abrió la puerta.

.- espera… al menos… no se tu nombre.-  sonrió, sin girar.

.- Slayer.- salió sin cerrar la puerta, ya en la carretera comenzó a transformarse.  Antes de llegar al otro lado, sus alas lo elevaban en la oscuridad. No sabía a dónde iría, tal vez a algún lugar lejos de los humanos… volteo solo una vez, mirando la luz que salía de la ventana de la pequeña casa bajo él.  Rein estaba en la puerta, con expresión sorprendida. Sus ojos de nuevo parecía más plata que azul. Con un resoplido, se impuso con más fuerza hasta dejar de ver que había bajo el. 

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Solo había visto un dragón en toda su vida. Un dragón blanco plateado, que había aparecido cuando se había perdido en el bosque siendo niño. Era invierno y tenía solo 5 años. No supo cuánto tiempo paso, pero estaba por oscurecer cuando apareció sobre él y luego bajo frente a él.  Recordaba que no había tenido miedo, al contrario. Había llorado de alivio al reconocer a su madre a un en esa forma. Volvieron a casa y luego ella lo regaño. Después de eso, ella le explico que nadie debía saber sobre ella, que era un secreto. Con el tiempo ella le enseño más y más. Le hablaba en su idioma, le explicaba sobre los caza recompensas, sobre los clanes…

Cerró la puerta. Aún era verano, pero estaba terminando y el frio del otoño le hacía temblar… o tal vez temblaba por otra cosa.  Se obligó a regresar a la habitación y envolverse a temblar bajo una sábana.

Slayer.

Su madre le había dicho poco antes de morir, que si alguna vez veía a un dragón en problemas, lo ayudara… pero había hecho todo mal. Con el miedo que le había ocasionado, había respondido automáticamente a la pregunta sin notar que no le hablaba en ningún idioma humano. Sabía que eso había sido la principal causa de que Slayer entrara a esa habitación.   Tampoco pensó en revisar la habitación antes de sellarla,  meses atrás. Su madre nunca le advirtió que podrían reconocerla.... ni que ayudar a otros dragones fuera a ser tan peligroso y atemorizante… tal vez, así estaba mejor….

 

 

Despertó muy tarde en la mañana. Se sentía cansado cuando despertó.  Preparo un desayuno rápido que comió sin ganas.  El silencio de la casa le disgustaba, se dio cuenta que, de hecho ya podía salir.  Casi corriendo se cambió la ropa de dormir y salió. Sus ojos se dirigieron al cielo, al punto donde el gran dragón  negro- cobrizo había desparecido.  Manejo más rápido de lo que usualmente hacía, y vago en la cuidad por mucho tiempo, comprando. No tenía caso volver a su trabajo, que de seguro ya no era suyo. Cuando regreso a su casa, ya había decido lo que haría: ordenaría la casa, llamaría a sus compañeros para que le prestaran sus notas e iría  al campus de la universidad a tratar de arreglar sus inasistencias.  Se acostó ya muy tarde.  Todo estaba limpio, había cambiado las sabanas y también había optado por volver a dejar visible la habitación de su madre, que ahora también lucia limpia. Por la mañana iría a su trabajo a ver qué había pasado, y de igual modo comenzaría  a buscar uno nuevo.

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2 meses después.

Se despidió de sus compañeros agitando la mano. Era viernes, y siempre solían reunirse en un bar unas horas después de clases. Ese día era más temprano de lo usual para ir a un bar, y de igual manera no sentía ganas de ir. Camino entre los autos hasta el viejo auto suyo, en realidad el auto había sido de su madre y no había tenido valor para venderlo y comprar otro. Entro en el, frotándose las manos heladas. El clima se había vuelto helado, suspiro, pensando en comprarse más ropa abrigadora. Hizo el trayecto de regreso escuchando la vieja radio del auto y tarareando una que otra melodía. Bajo del auto, e inmediatamente noto que algo no andaba bien. Camino con rapidez a la casa, sacando las llaves de su abrigo.

.- ¿Eres Micah?-  se giró, reprimiendo un jadeo de sorpresa. Frente a él, y junto a su auto se encontraban dos personas, apretó los dientes tratando de que no temblaran sus labios. Sabia por las ropas que llevaban que ambos eran cazadores.

.-s-si…- respiro profundamente. No podía permitirse entrar en pánico en ese momento. Se giro de nuevo a abrir la puerta.- ¿ne-necesitan algo?-

.- ¿ese auto es tuyo?- el más alto de ellos, casi tan alto como Slayer e igual de intimidante, se había apoyado en el auto.

.-si, lo es.- observo a los dos. El que se recargaba en su auto era rubio, llevaba el pelo corto y sus ojos oscuros lo miraban fijamente.  El otro, de cabello oscuro y lacio ponía más atención a su teléfono.

.-está haciendo frio ¿podemos pasar?- la voz serena del de cabello oscuro le dieron ganas de encerrarse.

.- claro.- tratando de sonreír entro. No podía negarse, sería bastante sospechoso si se suponía que él no tenía nada que ocultar…

.- este lugar está muy lejos de la cuidad.- de nuevo, esa voz tranquila que le daba escalofríos.

.- m-mi madre… la casa era de ella y no le gustaba la ciudad… yo… estoy buscando un lugar en la ciudad pero necesito algo mas… de dinero.- murmuro, tratando de sonar coherente. La historia la había practicado muchas veces con su madre.

.- ya veo.- dejo sus cosas en la mesa y fue a la cocina, tratando de no parecer nervioso.

.- ¿puedo ayudarlos en algo?-

.- en realidad, solo queremos hacer unas preguntas… hubo un incidente hace un par de meses que sigue sin resolverse, y nos acaban de asignar el caso.- el rubio se sentó en el sofá, estirándose.

.- un equipo persiguió un dragón, no lo alcanzaron. Fue visto caer en un área boscosa a las afueras de Sarátov.- bebió agua, tratando de no temblar.

.- ¿cerca?-

.- no cerca de este lugar…-

.- entonces porque…

.- tú auto fue visto cerca de ese lugar.- la voz del rubio era divertida, era obvio que el disfrutaba haciendo su trabajo.

.- ¿mi auto? Hay muchos autos así en la ciudad.-

.-eso es verdad, Ulrik.- el chico de cabello negro miro de mala manera al rubio.- solo estamos verificando a los propietarios… tampoco son tantos autos similares.- miro por la ventana.

.-ah…- eso no iba bien, nada bien.

.-te diré algo, cuando detectaron el auto ya habían pasado unos días… nadie pensó que en realidad fuera a ver una pista importante después de varios días, dejaron de buscar y entonces… nos llamaron.-

.- somos los mejores, encontramos cualquier cosa… no es por presumir pero resaltamos entre nuestros compañeros, Emil encontró rápido la pista y descarto 24 sospechosos.- Ulrik rio estruendosamente. Internamente se alegró de que Slayer ya no estuviera allí.

.-  quedaron solo 5… lo que nos trae de regreso aquí… ¿hiciste un viaje a la montaña últimamente?- ¡lo sabían! No podía fingir mucho y era obvio que no estaban allí por azar.

.- f-fui a… mi madre falleció hace dos años… ella… sus cenizas… están allá.-

.-lamento escuchar eso… ¿viste algo fuera de lo normal?-

.- ¡NO!.. Yo… es decir si lo hubiera visto yo avisaría-

.-sin duda.- murmuro Emil. Sonrió mientras se giraba y abría el refrigerador, lo que fuera para ganar tiempo, saco un montón de frutas y las llevo a la sala. Miro de reojo a los invitados que tenía, aunque Ulrik parecía más temible, ya se había dado cuenta que del que tenía que cuidarse era de Emil.

. ¿Usas tu mano izquierda para todo, Micah?-  la voz de Ulrik rompió el silencio

.- ¿eh?-

.- usas el reloj en la mano derecha y sujetaste el vaso con la izquierda.-

.-ah, sí, soy zurdo…- miro su brazo.

.- ¿podrías decirme como se llamaba tu madre?

.- ah... si… Keith, ese era su nombre.

.-su nombre completo.

.- Keith Damir.- susurro

.- umm… si… es extraño, solo encuentro información de ella de hace 20 años en adelante...-

.-…-

.- ¿Qué te paso en el brazo?- se quedó inmóvil. Había estirado el brazo para tomar una manzana y la manga del abrigo que llevaba se había recorrido, dejando al descubierto parte de su brazo.

.-u-un accidente… na-nada grave.-

.- ¿puedo ver?- gimió bajito. Las heridas en su brazo ya estaban casi sanadas, así que había quitado las vendas el día anterior. Como hacia frio no creyó que alguien notara las tres líneas rojas que le quedaban.

.-  e-en realidad…- sus palabras murieron cuando Ulrik tomo su brazo y jalo la manga hacia arriba. Se zafo del agarre, pero ya era tarde.

.- son curiosas… en verdad.- la mirada de Emil había cambiado. Sonrió.- será mejor que nos acompañes.-  Ulrik se había levantado. Por fin comenzó a temblar. No había forma de huir de eso.  Recordó la voz de su madre, diciendo con su voz suave “no llames la atención, que nadie investigue más

Lo siento, no pude hacerlo.- ahí, en su sala,  en compañía de dos cazadores, por primera vez deseo ser más valiente.

Notas finales:

Como siempre, cualquier errocillo es sin quererer. 

Espero que esto siga siendo de su agrado y si lo desean pueden comentar, animense y haganme feliz (?) XD

 Hasta la proxima!!


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