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EN LAS TRINCHERAS. por Huitzil

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Notas del fanfic:

 

 

 

 

Dos claveles en el agua no se pueden marchitar,

 

Dos amigos que se quieren no se pueden olvidar.

 

 

 

 

 Sip lo volvi a subir, porque lo volvi a escribir B) bueno ya lo tenia corregido y como estoy apurada con otro fic pues de una vez lo subo, gracias a todos por leer :)

 

 

 

 

 

 

 

Notas del capitulo:

Hola fic nuevo :D inspirado en una cancion que RO me enseño (Gracias señorita Omega) espero que le sigan el hilo a la historia y no dejen de leer puesto que la e reacomodado le agregre mas sabor y cosas a la historia quiza asi se entienda mas.

 Los personajes esta vez  son de BBC XD ya era hora jejeje. por cierto los personajes de Sherlock Holmes y todo eso no me pertenece y no lucro con ellos. ojala les guste mucho :* besos!

 

 

 

Dos claveles en el agua no se pueden marchitar,

Dos amigos que se quieren no se pueden olvidar.

 

Compañeros de la escuela.

Dos niños, pequeños e inocentes corrían juntos por aquel verde prado, propiedad de la familia más adinerada de todo el condado, Los Holmes. El cómo se habían conocido era lo de menos, lo importante es que ahora eran inseparables. ¡Mejores amigos jurados en una tarde de agosto! en un frio septiembre declarados casi novios por los hermanos mayores.- (quienes se odiaban a muerte) Desde ahora me gustaría aclarar toda duda, si, era amor lo que esos dos niños sentían mutuamente, pero no aquel amor de amantes desenfrenados movidos por las hormonas o como el amor de los adultos que necesitan saberse amados y necesitados, no, este era un amor puro, de ese amor que solo se ve en los infantes, un amor sin condiciones y sin reglas o limitaciones de ese tipo de amor imposible que esta para toda la eternidad y se vive solamente una vez en la vida. 

Era el mes de julio, acababan de terminar las clases para la mayoría de los niños, cuando ambos pequeños corrían por aquel verde prado jugando a la guerra, elaboraban sus propias mediocres trincheras y disparaban con la punta de sus dedos haciendo ruidos de pistola con la boca.

- ¡Bang! ¡Te mate John! Debes tirarte al suelo.- Reclamo un pequeño niño blanco como la leche, con su cabello hecho una maraña de complicados rizos azabaches y en su mirar un azul zafiro profundo y absorbente.

- No. Sherlock no es verdad.- alego el otro niño con cabellos dorados como el sol, de piel apiñonada y con un mirar verde pasto, era un poco más alto que los niños de su edad, mientras se acercaba a su amigo hasta quedar completamente frente a frente.

- Deberías agradecer que es un juego John en la realidad estarías tirado muriéndote, agonizando de dolor y gimiendo mientras te ahogas con tu propia sangre.- Dijo muy seguro de si el pelinegro mirando la punta de su dedo con fingido interés.

- En la realidad, solo somos un par de niños Sherlock.- respondió terminando la discusión aquel rubio.

Ambos se miraron antes de echarse a reír

– No termino de entender porque te empeñas en jugar tanto a la guerra, es algo muy tonto, no le veo la lógica a algo tan estúpido. Es mejor encontrar un buen paradigma, un acertijo digno de resolver de algún malvado pirata o ladrón y hacerlos saltar por la tabla a los tiburones.- Sherlock hablaba alegre, arreglándose el traje de pirata que llevaba.

John sonrió – Mi papá es militar y mi madre enfermera, cuando sea grande quiero ser como los dos, aun no sé qué camino voy a tomar pero yo quiero ser como mis papas, creo que es lo más lógico que juegue a los soldados… además es solo un juego en la verdadera guerra no creo que haya piratas.-

- aburrido.- bufo Sherlock girando los ojos de mala gana, cuando el grito de una mujer proliferaba su nombre interrumpiéndolos. Ambos niños giraron para ver a una de las sirvientas de los Holmes hablarle a Sherlock en la lejanía. John Watson levanto su pequeña manita para hacerle ver a la sirvienta que le habían escuchado y que seguramente irían a donde estaba pero Sherlock al ver a la mujer predijo el siguiente movimiento de su amigo e impidió que delatara su atención, de un momento a otro le tomo con fuerzas de la mano y comenzó a tirar bruscamente de él para echarse a correr al campo abierto.

Ambos corrieron a toda prisa hasta que se quedaron sin aire en los pulmones, cuando sus pequeñas piernas exigían descanso, corrieron hasta que la mansión del menor Holmes desapareció de su vista.

- ¿Qué sucedió Sherlock?- Pregunto recuperando el aliento el rubio una vez que se detuvieron.

- Nada, es solo que la muchedumbre son espías de Mycroft y siempre están ahí para separarnos cuando me la estoy pasando bien, es como si lo hiciera apropósito.- dijo con fingida tranquilidad con los ojos azules bien abiertos viendo a John directamente a la cara el sol en el horizonte se ocultaba lentamente pintando de cobrizo ese cabello dorado que tanto le gustaba.

- Para ti todos son espías de Mycroft.- respondió el rubio sonriendo ampliamente al saber que lo que había dicho era la verdad y sentirse un poco intimidado con ese profundo mirar.

- ¡Porque lo son!- Grito Sherlock si dejar de soltar a su amigo de la mano, enderezándose por completo.

Watson comenzó a reír en voz alta, se llevó ambas manos a su estómago soltando inconscientemente el agarre del pelinegro, tirándose al pasto por el cansancio, cerró los ojos lentamente hasta que sintió como su amigo se situaba a su lado tomando la misma pose en aquel frio pasto.

- Sherlock.- murmuro Watson por lo bajo.

- ¿Qué quieres?- pregunto Sherlock con los ojos clavados en las estrellas que apenas empezaban a salir cuando el sol se hubo ocultado.

- Nada… me gusta decir tu nombre.- Watson soltó una tímida sonrisa de esas que encantaban al pelinegro aun con los ojos cerrados y se estiro perezosamente, el menor de los Holmes se sonrojo inesperadamente por aquel cumplido mientras le ponía orden a su corazón para que latiera normalmente y trataba de relajarse un poco más, el silencio rápidamente los rodeo al igual que una insólita obscuridad, pasaron cuarenta y cinco minutos cuando Sherlock decidió romper el silencio.

- ¿Sigues despierto?-

- Sigo despierto Sherlock.

-¿En qué piensas?- pregunto con duda mal disimulada el pelinegro al  caer en la cuenta que John H. Watson no era un niño al que se le atribuyera el silencio.

- Mis padres… han estado actuando muy extraño últimamente van de aquí para allá guardando todo en cajas mientras pintan la casa, ya no les creo lo de la remodelación y Harry ella es la que más me extraña, ya no me molesta como siempre sobre nuestra “extraña relación” todo lo contrario me dice que disfrute de mi tiempo contigo todo lo que pueda, cuando pregunto “él ¿porque?” ella sonríe como cuando termino con su novio y fingía que todo estaba bien, me sacude el cabello y me deja solo, me hacen sentir como si fuera un idiota.-

Sherlock se sentó de un golpe y Watson le siguió con la mirada.

- ¿Qué te sucede?- cuestiono Watson un poco preocupado imitando al menor de los Holmes.

- Tus padres y tu hermana se comportan extraño, y… escuche un ruido en la lejanía, baja la cabeza y sígueme.- comento Sherlock mientras que comenzaba a arrastrarse por el pasto seguido del rubio, estaban escabulléndose con rapidez sin embargo su huida se vio frustrada cuando se encontraron con los pies de Harriet quien había apagado la linterna para no ser descubierta y se plantaba frente a ellos impotente y autoritaria.

- Los a-tra-pe, ahora serán mis esclavos de guerra.- dijo la adolecente con una sonrisa que le dio escalofríos a Sherlock pero que reacciono rápidamente poniéndose de pie dispuesto a huir pero para su mala suerte Mycroft caminaba muy enojado con su sombrilla negra acercándose con lentitud con una lámpara de aceite en una de sus manos del lado contrario.

Mycroft el mayor de los Holmes miro con asco a la hermana de Watson, ambos iban en el mismo salón en la preparatoria pero simplemente no podían llevarse bien.

- Harriet.- escupió con repudio Mycroft mientras se detenía en breve para no ser descortés y no rayar en la grosería e impertinencia.

- Hola Micky solo vine por mi hermanito.- saludo con una sonrisa fingida la hermana de Watson a quien aún no le cabía en la cabeza porque el pelirrojo la odiaba tanto, si solo supiera que el mayor de los Holmes le declaro la guerra el día en que se comió la última rebanada de pastel de chocolate en la cafetería que estaba guardado especialmente para él seguramente ese mal entendido se resolvería con palabras; pero bueno, al ser los hermanos mayores simplemente les gustaba complicarse la vida.

- Mi nombre es Mycroft y ahora que Harriet dijo lo más obvio para todos.- El pelinegro soltó una risita ante el comentario ofensivo de su hermano mayor, la hermana de Watson levanto los hombros llevándose la mano a la nuca para rascarse la cabeza; Mycroft con la seriedad que le definía continuó hablando – Sherlock es hora de cenar, ya sabes que mami no cena si no está toda la familia, bueno no me sorprende, siempre la pones muy triste con tus actos.-

- ¿Yo soy el que la pone triste?- Sherlock se puso la mano en el pecho para demostrar su inocencia realmente ofendido lo miro desafiante y Watson le tomo del hombro para tranquilizarlo.

– Ya Sherlock, nos veremos mañana ¿Vale?- sonrió el rubio acercándose a su hermana quien lo recibió con una gran sonrisa.

- Ay mi pequeño erizo eres tan tierno que podría comerte a besos.- decía cómicamente la chica mientras abrazaba a su hermano menor quien solo giraba los ojos con fastidio e incomodidad, tendrían que pasar mil años antes de admitir que le agradaban los abrazos de su hermana.

- Buenas noches Sherlock, también tu Mycroft, descansen.- dijo el rubio con una sonrisa sincera y la hermana se despedía de una manera más informal solo moviendo una mano al aire, ambos hermanos desaparecieron por un largo sendero que les llevaría a su cómoda casa.

Sherlock no dijo más y comenzó a caminar sin esperar a Mycroft quien le tenía sin cuidado lo que hiciera el menor, siempre y cuando el pudiera disfrutar de ese delicioso estofado de carne que lo esperaba en la mansión lo demás le daba igual.

-¿Has escuchado lo de la familia Watson?- Comento la madre mientras se limpiaba la comisura de los labios viendo al padre que no dejaba de comer.

Sherlock se quedó con la cuchara en el aire antes de voltear a ver a su madre preocupado, Mycroft también le tomo interés a la plática de sus padres pero continúo devorando la comida como si nada.

- Querida, si la familia Watson se va a mudar a otro país es por el trabajo del padre, además no es un acontecimiento nuevo eso de la mudanza muchas personas se mudan y no es para publicarlo en el periódico.- El padre estaba comiendo sin tomarle la mayor importancia a la plática.

- ¡Pero se van hoy! Es muy repentino y sospechoso.- La madre de los hermanos Holmes no había terminado de hablar cuando Sherlock dejo caer la cuchara y salió corriendo del comedor a toda prisa. El menor de los Holmes escucho unos gritos provenientes de sus padres pero los ignoro para tomar la gran puerta de la entrada y abrirla, tenía que ir a ver a Watson y a su familia para tratar de razonar con ellos o hacer algo para que no se llevaran a su mejor amigo y en cuanto abrió la puerta se topó con unos hermosos ojos verdes pasto que vidriosos lo miraban.

- Watson.- murmuro instintivamente.

-She- Sherlock…- carraspeo el rubio con dificultad mientras de sus ojos desbordaban unas lágrimas que casi parten el corazón al pelinegro. – Nos vamos a ir para siempre.- Watson comenzó a llorar, su nariz esa pequeña nariz respingada se había enrojecido y su boca estaba torcida, apretaba los dientes con euforia y coraje.

- Me acaban de informar.- dijo el menor de los Holmes con pesar manteniendo su máscara de seriedad – Tenemos que hacer algo para que no te vallas, hay que escapar juntos a un lugar donde nadie nos encuentre, ven conmigo.-

El rubio negó con la cabeza tratando de sonreír – Suena bien pero mis padres están en el auto esperándome, no puedo preocuparles cuando me han dado la oportunidad de despedirme de ti… Gracias Sherlock por… por…- Watson no pudo más la voz se le quebró y empezó a llorar con más afán abalanzándose a su mejor amigo para envolverlo entres sus brazos, Sherlock frunció su joven ceño y lo abrazo protectoramente sin querer soltarlo.

- Quédate a mi lado Watson, no te marches.- murmuro Sherlock con pesar.

- Prométeme que, jamás me olvidaras.- ordeno el rubio hipando y casi sin aire mientras con sus pequeñas manos apretaba más la ropa que traía su amigo puesta.

- Nunca te olvidare, jamás lo hare te lo prometo John.- dijo Sherlock sintiendo unas manos que lo separaban con cuidado de su amigo, el claxon de un carro sonó varias veces en la entrada de la mansión Holmes interrumpiéndolos.

Mycroft ya estaba en la entrada de la puerta junto a su madre y veían tristemente como Harriet apartaba lentamente de los brazos del pelinegro a Watson quien no quería romper el abrazo.

- Solo un momento más por favor Harri.-

- Ya es hora John, mamá y papá tienen prisa.-

 Muy a su pesar Watson soltó al pelinegro para aferrarse al pantalón vaquero de su hermana mirando directamente al suelo sin ninguna clase de consuelo.

- Por favor… no te lo lleves Harriet, nos portaremos bien, haremos las tareas y comeremos nuestras verduras pero, no lo apartes de mí.

- Lo lamento, no es mi decisión.-

- Mamá ¿puede quedarse John? No permitas que lo separen de mí, por favor- Sherlock en su desespero miro a su madre suplicantemente, la madre de los Holmes nunca en su vida le había visto una mirada tan triste a su hijo, que de hacerla en otras ocasiones estaba segura que no le negaría absolutamente nada, sin embargo esta situación era distinta.

- No es como adoptar un perro cielo,  no podemos tener a un niño ajeno sin el consentimiento de sus padres… Lo siento.-

Sin más que hacer Sherlock miro por última vez a Watson, se gravo mentalmente sus facciones, aquel cabello rubio ceniza, la piel apiñonada y suave que tenía, los labios, la nariz, los ojos, ese verde mirar cristalino. Se acercó lentamente a John y le tomo del hombro.

- Dos claveles en el agua.- murmuro Sherlock sin quitarle la mirada cristalina a su amigo simulando ser valiente.

-No se pueden marchitar.- respondió John como si fuera un código secreto entre los dos dedicándole una triste sonrisa a Sherlock, ahora entendía un poco más a su hermana que lo único que quería era hacerle saber a Sherlock que todo estaría bien.

- Hasta luego.-

- Te quiero Sherlock, gracias por todo.-

Sherlock sintió como si dentro de su caja torácica comenzara una clase de revolución, un agujero negro empezaba a formarse, creyó que de un momento a otro el nudo en su garganta lo dejaría sin voz para siempre y que sus piernas le fallarían cuando vio con pesar a John subir al carro de sus padres junto a su hermana y empezaban a marchar. Con desespero decidió echarse a correr a su habitación para verlos desde la ventana, para mirar con su telescopio el coche de su amigo hasta que desapareciera por completo en el horizonte. Era definitivo, la única persona que había sido digna de ser llamada “amigo” se había marchado para siempre.

El menor de los Holmes se quedó en silencio un rato más, trago saliva y continuo con la mirada perdida, se dirigió lentamente a la puerta para cerrarla, volvió a la ventana esperando que de la nada regresaran, que los Watson volvieran; pero paso más de una hora y solo la noche se intensifico, algo lo distrajo de su espera, una tibieza recorría sus mejillas, levanto una mano para ver que era y solamente era agua, la vista se le borro y se llevó las manos a la cara… estaba llorando, quiso hablar pero ni siquiera podía tragar correctamente y sin más demora comenzó a llorar desconsoladamente.

Aquel compañero de juegos, de travesuras, se había marchado para siempre ¿Lo volvería a ver? ¿Con quién se juntaría en la escuela? Se había vuelto muy dependiente de una persona, y no se había dado cuenta en que momento su amigo se volvió imprescindible en su vida, todo lo hacía a su lado, con su consejo y con su ayuda, ¡Qué tontería!  ¡Esta no era la manera de pensar de un Holmes!

“Estúpido John Watson, no lo necesito ni a él ni a sus cursilerías de amigos para siempre” pensaba con amargura tomando asiento en la alfombra de su cuarto el pelinegro abrazando sus piernas en forma de protección, unos golpes en su puerta seguidos de la voz de su madre lo interrumpió de sus vacilantes pensamientos.

- ¿Puedo pasar mi amor?- dijo la mujer entrando sin permiso.

- Ya estas adentro.- respondió el menor de mala gana limpiándose con el antebrazo las lágrimas que empeñadas volvían a salir.

- Lamento mucho que el pequeño Watson se haya tenido que ir, encontraremos la forma en que de alguna manera lo vuelvas a ver…

- Pues yo lo lamento mucho más. Ya déjalo así, no quiero volver a verlo en mi vida.- respondió muy enojado Sherlock ¿Por qué no se había dado cuenta de las señales? De haberlo hecho le hubiera pedido a John que huyeran y este lo seguiría hasta el fin del mundo, y era mejor que se fuera, de quedarse se convertiría en una constante distracción, si… era mejor que marchara y aun así… dolía saber que ya no estaría a su lado nunca más. Sintió como unos cálidos brazos lo rodeaban y su madre hundía su cabello azabache en el rostro de su menor hijo brindándole una calidad en su exasperado corazón. Esa confianza de ser quien era delante de esta persona le daba un sentimiento de libertad, Sherlock se sorprendió bastante al escucharse a sí mismo hablando entre quejidos llorosos - Mami, Watson se fue… ya no lo volveré a ver, ¿Qué voy hacer? Mami, John se fue ¿Por qué se fue? Mami ve por él, dile que no se valla que regrese. Por favor mami no quiero quedarme solo. Mami, tengo miedo de estar solo.- decía Sherlock sin dejar de llorar, estremeciéndose bajo el abrazo de su madre, escuchando el corazón de su madre latir muy cerca de él. Su madre lo apretó más a su pecho sin decir nada mientras Mycroft escuchaba con pesar todo desde un lado de la puerta sin ser visto.

Muchos años pasaron los hermanos Holmes se habían independizado, se habían aislado de las personas y ahora cada uno trabajaba en lo que más le convenía. Sherlock había crecido considerablemente y le escribía (como una orden de su hermano mayor) a su madre cada fin de mes. Se había olvidado todo el asunto respecto al pequeño niño de cabellos rubios o, eso se repetía el pelinegro cuando el recuerdo de su infancia lo asaltaba por momentos con dulces pesadillas. Lo último que sabían de John Watson era que había estudiado medicina y había entrado en la milicia para servir a su país, su hermana se había convertido en una alcohólica y sus padres ya estaban muertos.

La vida continuaba, el tiempo seguía pasando y todo seguía igual que cada año, Sherlock tomo asiento en el escritorio del inspector Lestrade; para su mala suerte hoy era el día de entregar la carta a mamá y él lo había dejado para el final ¡Casi lo olvidaba!.

x/x/x

Madre:

Hoy por la mañana Mycroft me ha encargado un trabajo que trata en recuperar una memoria con “Los secretos del país”, es un caso sencillo; pero conoces al flojo de tu hijo mayor, no le gusta sudar para nada ni una gota. Me causa gracia incluso su flojera para conseguir pareja, si continua a este paso te dejara sin descendencia y recuerda que si él no se casa tampoco lo hare yo.- (No. no puedes obligarme, sé que lo estás pensando justo ahora y no voy aceptar más ridículas entrevistas con mujeres que no poseen ni la mitad de la mitad de un Intelecto mental normal)  teníamos un trato. Bueno no quiero explayarme, espero que el caso no me lleve más de un mes y que por lo menos sea interesante en fin no siempre la vida cumple los caprichos de uno.

Atte: S.H.

Posdata: No me sigas enviando dulces al departamento no me gustan, no soy un insecto. 

Con esto escrito Sherlock doblo la hoja, sin revisar su ortografía que ya sabía que era por demás perfecta, así que la introdujo en un sobre con sus correspondientes estampillas y dirección para salir a toda prisa e introducirla en un viejo buzón oxidado.

A lo lejos miro a Lestrade, un sujeto de cabello plateado, piel apiñonada, tostada, divorciado desde hace más de cuatro años, un enamorado empedernido, trabajador, uno de los hombres más astutos de la Scotland Yard,  y un poco conservador. Hoy había comido una dona y se había tomado cuatro tazas de café por lo que sugería mucho trabajo, había venido en coche y lo esperaba recargado en el poste de luz simulando tranquilidad pero por su postura delataba que se encontraba más nervioso que de costumbre.

- Hola.-

- Solo tengo una pregunta en la cabeza y esa es ¿Por qué mi hermano quiere que me acompañes? Estas lejos de ser de ayuda Greice sin ofender, claro está.-

- Me llamo Gregory, y no te preocupes no me ofendes en lo más mínimo, creo que Mycroft quiere que te acompañe para que no te corran del trabajo el primer día y para acentuar tu humanidad.

- minoridades, solo necesito guiñar un ojo para que me crean más humano, parece gustarles a todos no necesito a una niñera de tiempo completo.-

Lestrade pareció convencido con esa afirmación y solo levanto los hombros mientras llegaba un carro negro a estacionarse a un lado de ellos, una puerta se abrió, Sherlock entro de mala gana y el inspector le seguía de cerca. Ambos tomaron asiento, Sherlock frente a su hermano y Lestrade a un lado del mayor e impotente de los Holmes.

- Pude tomar un taxi, gracias por nada.-

- Sherly ¿Ya le mandaste la carta a mommy?

- Seguro, le comente lo flojo e impotente que eres y el poco interés que posees para buscar una pareja. Por cierto Grey, debes dejar el café, te pone muy nervioso.

Lestrade estaba sonrojado, cosa que se interpretó por los hermanos como la vergüenza al ser descubierto.- (de nuevo) por Sherlock y desvió la mirada hacia abajo, pensando en la suerte que tenía por beber tanto café. Si Sherlock se enteraba que se encontraba nervioso por ir a lado de su hermano porque se encontraba enamorado de este, seguramente sería la burla durante todo el viaje.

- Ya no seas condescendiente con el inspector Lestrade, mejor les dare los informes de la misión cuanto antes.- 

Notas finales:

Al final del Fic pondre en que cancion esta inspirado mientras tanto si ya saben :D bueno es muy obvio ojala les haya gustado de antemano agradesco a esas personas que en el fic pasado me dejaron un review que son: mochichan, Hades muchas gracias Hades :D y amor 1995 y a todos por leer! nos leemos en e proximo cap.


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