19- Constellations Storm (I/II)
El primer día de primavera, una lluvia liviana y refrescante cae sobre los techos de cálidos hogares en la ciudad. Los cristales se impregnan con las gotas translúcidas formando burbujas rellenas de nada más que pureza, y éstas a su vez, se explayen formando ríos hasta caer sobre la base que sostiene la ventana. Sobre el vidrio transparente, Kyungsoo divisa el paisaje mojado porque le gusta cuando la gente sostiene en sus manos paraguas de diferentes gamas y colores, los cuales hacen movimientos en forma de mosaicos mientras giran y se mueven contrariados.
Mientras alza la mirada, sus ojos chocan hacia la vivienda que se encuentra justo al lado de la suya. El lugar es similar al de él, una casa blanca con techo rojo, limpia de cualquier rayón, pinturas grises y negras, en el frente tiene árboles y también flores de diferentes formas y tamaños, además el hogar está equipado con unos columpios y una resbaladilla azul; la única diferencia es que Kyungsoo no tiene una casa para mascotas, y tampoco tiene un amigo peludo y suave. Por algunos segundos, observa al cachorro cubriéndose de los aires provocados por la tormenta, y en un santiamén éste le mira con desconfianza, al pasar de los segundos el perro empieza a ladrarle fuertemente. Kyungsoo ríe y le saluda alegremente, preguntándole desde dentro de su habitación si tiene hambre o frío, típico de cualquier niño de su edad que se preocupa por el bienestar de los animales. El animalito no le escucha, y Kyungsoo vuelve sus ojos a la casa blanca, en donde el dueño del perro le mira fijamente.
Sosiego de nervios inesperados.
Un segundo, luego otros más para completar el minuto, Kyungsoo se quita de la ventana, ocultando con unas cortinas de arcoíris, su pequeña habitación.
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El sol vuelve a salir, avisando con su luz un nuevo amanecer, entre cantos de aves y la calidez del aire, Kyungsoo sale contento de su hogar. Se columpia con alegría y se carcajea con los cosquilleos de su estómago, aprovecha al máximo la diversión porque hoy también lloverá, y su madre, usualmente no le da permiso para salir; la última vez que salió a jugar con la lluvia, tuvo un fuerte resfriado. Aunque la culpa no la tuvo el agua, sino él, porque se quitó su abrigo y lanzó a lo lejos su paraguas para poder sentir mejor la conexión con el cielo.
—Ho-hola.
El grito de Kyungsoo es poco varonil, y tampoco es lo que Jongin, el niño de al lado, hubiera querido escuchar ante su repentino y amigable saludo. Kyungsoo salta del columpio, golpeando con fuerza el pasto de su jardín; Jongin sigue allí, esperando por alguna respuesta. Al principio el infante más bajo piensa en huir, pero no desea causar una impresión de actitud antipática.
—Ho-
Su rostro despega hacia lo que está detrás de Jongin, aquel animalito peludito y suavecito de tono marrón y hocico negro, moviendo el rabo alegremente.
—¿Es tu perrito? —La voz es dulce y delicada, justo como Jongin la imaginaba acostado sobre su cama.
—Sí, se llama Monggu—La voz de Jongin es suave e infantil, tal como Kyungsoo la imaginó toda la noche.
—¿Jugamos? —invita Kyungsoo instintivamente, acariciando la mascota del niño frente a él.
—Sí.
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Desde hace varias semanas, Kyungsoo está siempre sonriendo y pese al clima húmedo y caliente; pero sublime, sale a jugar con Jongin, con aquel niño de tez ligeramente más obscura que la suya, a quien vio por primera vez frente a su cristal. Si bien, ahora es un poco más diferente porque sus sentimientos son ahora toda una constelación de las más preciosas e infinitas estrellas del universo. Pequeños sentimientos florecieron en su infantil corazón y en su ingenua razón, es extraño para él, muy extraño. Acariciar y en ocasiones abrazar y ser abrazado por Jongin le causa más de mil cosquilleos en su piel, los latidos de su corazón no han dejado de ser una brisa de nervios, y su rostro una llama de tonalidades rosáceas. Es difícil para él entenderlo pese a su escasa edad, más sin embargo está seguro de su futuro, estar siempre junto a Jongin, la única persona con la que ha sentido miles de emociones en solo una mirada a través de un insignificante cristal. Porque es más posible el que los sentimientos de solo un niño sean más propios y más sagrados, porque son los únicos quienes dependen de su pureza para sentir aquellas tormentas de constelaciones que conlleva un enamoramiento.
Juegos infantiles, sonrisas de felicidad, abrazos afables, saltos energéticos, carreras de temor, paseos livianos, pláticas amigables, susurros intranquilos, galletas y leche por la tarde, lunadas de terror, y muchas otras más.
—¡Alcánzanos si puedes Jongin! —grita Kyungsoo con el pequeño Monggu en brazos.
…Y Jongin, no entiende por qué todo puede cambiar en un abrir y cerrar de ojos.
Continúa, segunda parte; drabble 21-When the earth is sad (II/II)