-¡Demonios! -Oyó maldecir a Luhan a sus espaldas- ¿Sabes donde están las llaves del auto? -Interrogó una vez que posicionaba su mano en el hombro del contrario-.
-¿A dónde vas, hyung? -Respondió Sehun con otra pregunta-.
-¿Qué te debe de importar a ti eso? ¿Huh? -Le respondió Luhan a Sehun, este simplemente rodó los ojos- ¿No las estarás escondiendo de nuevo, no?
-No -Sehun apago la televisión y se volteo solo para observar a Luhan revolviendo las cosas de la estantería donde estaba situado los objetos de porcelana de su madre, que en paz descanse- ¿Por qué no te fijas en la mesa del patio trasero? Siempre estás ahí.
Luhan no tuvo que responderle. Solo salió fugazmente de la sala de estar hacia el patio trasero, volviendo de allí segundos después con una sonrisa de oreja a oreja y unas llaves colgando de sus manos causando un gran estruendo entre ellas.
-Las encontré, gracias -Musito Luhan, observando de reojo a Sehun que yacía apoyado contra el respaldo del sofá, mirándole fijo- Me voy, no abras la puerta a nadie aunque el timbre suene varias veces, tu cena esta en el microondas, cualquier cosa me llamas ¿Si? -Murmuro Luhan ahora dirigiéndose a la puerta- Llegare tarde. No vuelvas a esperarme hasta tarde, duerme. Cuídate, te quiero -Finalizo retirándose de una vez-.
Sehun, sin embargo, no entendía el porqué las cosas habían acabado así.
Luhan no era así antes, por lo menos no hace dos meses.
De la nada, Luhan había dejado de prestarle atención tanto que incluso una vez olvidó de ir a buscarlo de la escuela y tuvo que volver caminando, y esa era solo la primera señal que le había dado.
Si antes Luhan era completamente atento a las actividades de la escuela de Sehun, era cosa del pasado. Había faltado más de tres veces en un mismo mes a las jornadas con familiares-alumnos e incluso se excuso con algo tan tonto como el 'trabajo' que no le dejaba tiempo.
¡Eso era completamente mentira! Luhan siempre tenía tiempo, era un gran administrador en su empresa y si hablaba con tiempo con su jefe, le daría permiso.
Las tardes en casa se volvían vacías y solitarias para Sehun, ya nada era como antes, que juntos miraban una película u aunque sea la ordenaban. Ahora todo era simplemente: mañana en las escuela, ver tres o dos horas por las tardes a Luhan, este se iba y en la noche cenaba solo, se acostaba solo, y en más de una ocasión despertaba solo. Una y otra vez, tan rutinariamente que dolía.
Y claro... no podía olvidar la discusión de aquella vez...
-¡Por supuesto que tienes tiempo! Antes estabas todo el tiempo conmigo, ahora te desapareces cuando quieres, no te importo -Había chillado Sehun, con los ojos impregnados de lágrimas-.
-¡Tú no eres quien tiene que controlar mis horarios! ¡Madura de una vez Sehun, no todo gira en torno tuyo! -Le había gritado Luhan-.
-¡Siquiera te preocupas por las actividades de la escuela!
-¿Crees que me gusta a ir a reuniones molestas solo para tu gusto? Lo único que haces es estorbar en mis horarios, ¡Eres una molestia! Desde que naciste lo único que has hecho es arruinar la vida de los demás -Gruñó Luhan tirando su chaqueta al suelo-.
¿Arrui...Arruinar... la vida de los demás?
Y si, Sehun sabía perfectamente el sentido en el que iban esas palabras.
El día en que Sehun había nacido. El doce de Abril de mil novecientos noventa y cuatro. Pocos días antes del cumpleaños de Luhan, Xi LinYi de origen chino había fallecido debido a una hemorragia interna durante el parto de Sehun.
Sehun había matado a su madre, Había dejado solos a él y a Luhan junto un hombre que hacía de ambos testigos de su infierno personal dentro del hogar en que vivían. Su padre.
Claro, esto tuvo que parar en algún momento.
A la edad de dieciséis años Luhan había denunciado a su propio padre de abuso infantil, explotación, abandono, y por falta de condiciones optimas en las cuales cualquier persona debía ser criada.
Ese fue un nuevo comienzo, para ambos, viviendo bajo un techo decente con Luhan cursando su cuarto año de preparatoria, haciendo trabajos de medio tiempo y ayudando a Sehun con sus demonios personales que comenzaban a atosigarlo ahora que estaba en las puertas de la adolescencia.
Era perfecto, bueno, casi.
¡Pero qué dichoso era en ese entonces, cuando Luhan permanecía a su lado para guiarle! Hace ya dos meses que Luhan se comportaba tan fríamente con el que esos recuerdos se habían convertido en un amuleto sagrado.
Y asi es como Sehun, nuevamente cenó, acostó y despertó solo.
...
Era sábado, el pronóstico estaba diabólicamente frio y Sehun estaba viendo television de nuevo; The Game of Thrones estaba dando un especial, por lo que su itinerario era estar pegado al sillón viendo a Daenerys el resto del día, porque Luhan dormía profundamente, o eso creía.
-¿Qué haces? -Escuchó provenir de la somnolienta boca de Luhan-.
-Estoy viendo The Game of Thrones -Respondió Sehun acurrucándose dentro de la manta celeste-.
-¿Eso no se transmitía entre semana? -Musitó Luhan acercándose por detrás de él-.
-Lo hace, es que hoy hay un especial.
-No tiene gracia ¿Por qué miras esa ñoñada? -Murmuró Luhan dándole la vuelta al sillón y sentándose a su lado, Sehun no había sentido ese peso hundiéndose a su lado hace tanto...-.
Okay, ¿Qué está pasando? ¿Sera que Luhan volverá a ser el de antes?; La idea le emocionaba.
-No es una ñoñada, solo tienes que ver para entender la gracia -Dijo Sehun-.
-Lo que sea -Luhan rodó los ojos e inevitablemente le dolió a Sehun- Oye, Hun... Hoy traeré a alguien a casa.
-¿Quién es? -El menor volteó su rostro con curiosidad-.
-Se llama Yoona -Luhan acostó su cabeza sobre las piernas del otro-.
-¿Es una asistente social? -Murmuró Sehun temeroso, bajando su rostro para verle-.
-No -Siseo Luhan sonriente- Es mi novia.
¿N-Novia?...
Sentía desvanecerse.
No.
Simplemente no.
¡Pero por supuesto que no!