Noche caliente
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Ver como salpicaba la sangre en las paredes de ese sucio callejón y en el asfaltó no era lo que lo ponía cachondo…
Ver como se retorcía de dolor cuando lo pateaba una y otra y otra vez en el suelo no era lo que lo ponía caliente…
Y escuchar sus súplicas patéticas para que parase y le dejara vivo al menos, era lo que menos le hacía dar un respingo de satisfacción.
-Aahh… Aahh… gemía sin control mientras se tocaba con fuerza su más que despierta entrepierna y contemplaba por la ventana el magnífico espectáculo ante sus ojos.
Estaban asaltando a un pobre desafortunado, el vecino de cuatro casas adelante, ese vecino que detestaba porque no ponía su basura en los contenedores y deja las bolsas en la acera para que los perros callejeros las destruyan buscando comida.
Si… ese pobre diablo.
Pero aquel no era la estrella del espectáculo. El ladrón, ese enmascarado era quien se llevaba las palmas por todo lo que le hacía.
El sadismo con el que lo atacaba, con sus propias manos enguantadas para no dejar las huellas de sus dedos. La furia con la que le propinaba cada golpe certero ya sea en el estomago, cara o donde sea, con tremenda fuerza en donde lo tocara se retorcía de dolor y estaba seguro de que podría sentir la corrosiva ira que emanaba su cuerpo cubierto con esas ropas negras, con cada patada un como toque final de su presentación.
Era algo muy excitante para él.
Ver ese sujeto haciendo eso… se la ponía dura.
Así de simple…
La cereza sobre el pastel, fue la abrumadora risa macabra que hizo al burlarse de él descaradamente para meter la mano dentro de su chamarra oscura.
Detrás de la ventana, su agitada respiración creaba esa ligera capa de agua nebulosa sobre el cristal y sentía entre sus dedos el tibio semen saliendo por la punta de su polla y más descargas de placer cruzaban su columna.
Su vista no se aparto en ningún momento…
Y cuando vio el destellante brillo de una navaja, que sacaba de entre sus ropas, se cerco aun más a la ventana.
El movimiento de su mano incremento considerablemente…
No tuvo tiempo de gritar aquel chico cuando se vio apuñalado por ese mal nacido, que solo reía más cuando la sangre le salpico el ropaje y salir huyendo de ahí.
En ese momento… se corrió con fuerza manchando la ventana, impregnando del viscoso líquido blanquecino el cristal y parte de su mano.
Empezó a respirar agitadamente… había sido un orgasmo estupendo.
Hacía tiempo que no lo hacía porque no se habría presentado tal ocasión tan excitante como esta.
Vivir en barrio de una buena posición social, significaba poca acción en sus calles y por tanto poca diversión para él…
-Aahh... Estoy enfermo… - se dijo a sí mismo irónico y aun agitado.
Lo reconocía, al menos ya lo sabía.
Tomo un pañuelo de la caja que tenía junto a su ventana para limpiarse la mano y seguir cuidadosamente con su polla.
Un estremecimiento lo hizo suspirar, aun estaba muy sensible por ese trabajo manual, y la suave textura del papel mandaba fieras descargas placenteras pos orgásmicas.
Dejo escapar su respiración y su tibio aliento sobre la ventana una vez más cuando ya no vio aquel maleante… había dejando a su víctima desangrándose hasta morir.
“No estaría mal verlo otra vez…” Pensó con una pequeña sonrisa en su rostro.
Más bien, el pensamiento correcto era: “No estaría mal ver como golpeas a la gente mientras me toco…”
Bien… Ese chico tenía un serio problema, pero solo él lo sabía.
Después de acomodarse la ropa, y que el calor en su cuerpo bajara en tan solo unos minutos, tomo su móvil para marcar al número de emergencia.
-Quiero reportar un robo… - dijo con voz calmada. - ¿Mi nombre? – hizo una pausa para sonreír. – Trafalgar Law…