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Chocolate Box por AliceNya

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Notas del fanfic:

Este fic lo hice con motivo del cumpleaños de Kamio, y quién mejor que Ibu para hacerle compañía en un día especial n_n Eso sí, acá en mi país todavía es 26.08 así que... ¡Feliz Cumpleaños, Kamio!

PD: PoT no es mío, es de Konomi Takeshi.

Notas del capitulo:

Espero que les guste, es un tanto largo pero me esmeré así que disfrútenlo n_n

No era usual que los jugadores de la Fudomine se tomaran el día libre por el simple hecho de ser su cumpleaños, pero como muchos de ellos preferían jugar tenis y estar en compañía del equipo, daba igual si era o no un día libre para ellos. Éste era también el caso de Kamio, quien en vez de pasarla solo en casa, prefería hacer algo productivo y pasar un buen rato con sus compañeros... Aunque ninguno de ellos parecía haberse acordado. Tal vez era porque nunca se había tomado el día como para que sospecharan, tal vez nadie le había preguntado, y dudaba que alguien lo supiera. Es mejor así, no quiero que me traten especial sólo por el día en que nací, pensó.


- Terminó el descanso, vayan todos a las canchas –anunciaba el capitán.


Estaba sentado en el pasto cerca de donde estaban las canchas, por lo que no le tomó mucho tiempo alistarse. Esta vez le tocaba jugar contra Ishida, quien no era un oponente fácil aun cuando no usase su Hadoukyuu.


- ¿Qué te pasa hoy, Kamio? ¡No te veo correr como siempre! –le gritaba Ishida desde el otro lado de la red.


- Cállate, ¡espera a que de veras suba el ritmo! –respondió también gritando. La verdad era que no estaba concentrado, por lo que no podía marcar el ritmo del juego. Estaba 3-1 abajo y si seguía así lo más probable es que perdiera 6 juegos a 1.


- ¡Estoy esperando! –lo provocaba su compañero.


Argh, ¿qué me está pasando? Esto no tiene por qué interferir con mi juego… Concéntrate, Kamio, concéntrate. 1, 2, 3, 4. 1, 2, 3, 4…


- ¡Sigue mi ritmo entonces! –cuando por fin pudo concentrarse, sólo veía a su rival y la pelota. Nada más importaba ese día, nada más que el juego que se le presentaba ahora. Como si no hubiera un mañana y como si el hoy no le importara a nadie. A nadie le importa.


El partido terminó 6-4 para el pelirrojo, aunque tuvo que llegar al límite para poder lograrlo. Había acelerado demasiado y su respiración era muy, muy agitada. Había tenido que obligarse a concentrarse y por ratos su mente se iba a otro lado en vez de enfocarse en el partido. Menos mal sólo es un día al año, pensó. La verdad es que había ido con la esperanza de que alguien siquiera se acordara, pero más cerca estaba que el infierno se congelara a que lo felicitaran.


- Kamio… –lo llamaba Ibu. ¿Será que …?


- ¿Mmm?


- Tu raqueta, la estás pisando –le dijo Ibu señalando lo que había debajo de su pie derecho –. Hay gente que no cuida sus cosas, ¿por qué? Si alguien pisara mi raqueta lo golpearía, si yo pisara mi raqueta… No, eso nunca pasaría. En fin, tenemos que ir a los vestidores… ¿O vas a regresarte así a tu casa?


- Ya voy, déjame guardarla –Rayos, rayos, rayos. Nunca me pasa esto, estoy demasiado raro hoy día.


Cuando guardó su raqueta, se percató de que pronto se haría de noche, por lo que al ir a los vestidores decidió tomar un baño rápido para poder dormirse apenas llegara a casa. Ibu lo solía acompañar, pero al parecer hoy tenía que irse sin siquiera darse un baño o cambiarse. Lo había esperado sólo para asegurarse de que llegara ahí, pero de esto no tenía idea el pelirrojo.


- Hoy no te podré acompañar, tengo que ir por unas cosas que ordené por internet. No suelo hacer esto pero ya qué, algún día tenía que empezar. Tal vez compre algo más, nunca se sabe lo que puedes encontrar.


- Uh, está bien, yo… tomaré una ducha y me regreso. Ten cuidado –dijo a modo de despedida, un poco triste porque ahora se tenía que regresar solo. Vaya cumpleaños que me tocó.


- Yo siempre tengo cuidado, la verdad es que nunca he tenido un accidente. Oh, lo del taxi fue obra de los demás, yo no tuve la culpa. Incluso a pesar de eso, soy muy cuidadoso y… –así, se fue murmurando mientras salía de los vestidores, dejando a Kamio solo, pues el resto del equipo ya se había retirado. Qué alegría, soy el último y no hay nadie siquiera para pedir que me pasen el shampoo…


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- Buenas tardes, quisiera saber si mi pedido ya llegó. –Son 5:50, todavía debe estar en la ducha.


- Buenas tardes. Veamos… –el joven que atendía estaba buscando su nombre en la lista–, sí, aquí está. Una caja de chocolates suizos en un empaque verde, especial de temporada, ¿es correcto?


- Sí. El pago lo realicé por internet –Y fue más complicado que contraarrestrar mi Spot. Pff…


- Aquí tienes entonces. Disfrútalos –le decía el joven con un guiño.


- … –¿por qué me guiña el ojo? Que tenga el cabello largo no significa que sea una chica… –Ok.


Al salir de la tienda, miró su reloj y vio que tenía tiempo para alcanzar a Kamio mientras este iba a su casa, por lo que podía interceptarlo en el camino antes de llegar a su propia casa. Son las 6:10, ya debe estar en camino, mejor me apresuro o no voy a poder alcanzarlo.


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Ya no hay remedio, ya es de noche. Sólo mis padres me felicitaron pero se fueron a trabajar y dudo que vuelvan temprano; mi hermana me regaló un vale para dos en un restaurant. ¿Pero con quién iría? Al parecer nadie me considera lo suficientemente especial como para preguntarme siquiera cuándo es mi cumpleaños. No recuerdo que nadie me lo haya preguntado alguna vez, ni siquiera Ann-chan…


Sumido en sus pensamientos, iba a paso lento y encima se tropieza en la misma calle, cosa que era muy inusual en él, quien era conocido por su rapidez y su equilibrio. Esto lo hizo sonreír amargamente, por lo que decidió seguir caminando con la cabeza gacha jugando a no pisar las líneas. Debo parecer un tonto, pensó, pero al menos se distraía con algo… Tanto, que no se dio cuenta de que Ibu estaba parado en una de esas líneas, mirándolo extrañado.


- ¿Pero qué…? ¿Shinji? –preguntó con asombro. Parece real…


- ¿Qué hacías? –preguntó con su usual voz monótona.


- Nada, yo… yo sólo jugaba a no pisar la línea –confesó agachando un poco la cabeza.


- ¿No crees que es muy infantil? –volvió a preguntar.


- ¿¡Y eso qué!? –le espetó Kamio. Ya estaba cansado de reprimir su tristeza y su enojo, por lo que no pudo evitar responderle mal a Ibu. Cuando se dio cuenta, intentó disculparse – Ibu, yo… lo siento, lo siento mucho.


- Perdí, ¿verdad? –respondió mirando sus pies, al parecer no le había afectado mucho el enojo de Kamio. De hecho, hasta lo comprendía. El pelirrojo no hizo más que sonreír, sus comentarios tan desubicados eran a veces también tan acertados... Sin embargo, su sonrisa se volvió una sonrisa triste, pues aún le dolía sentirse solo–. Sé cómo te sientes, Kamio.


- ¿Qué? –respondió sorprendido. ¿De veras sabes cómo me siento?


- No estás solo –fue lo único que alcanzó a decir. Dicho esto, se acercó al pelirrojo para darle un abrazo que lo dejó sin habla. Con una voz suave, le susurró– Feliz cumpleaños, Kamio.


- ¿Cómo… Cómo lo sabes? –otra vez la sorpresa se notaba en su cara luego de recuperar el habla.


- Eso no importa ahora –le cortó Ibu.


- Yo creía que… ya que como iban las cosas, este día no era para nada especial –dijo con un par de lágrimas en los ojos que ya estaban recorriendo sus mejillas.


- Pero este día sí es especial –le corrigió Shinji– porque si no lo fuese, no estarías aquí conmigo. Toma –le entregó la hermosa caja de chocolates de color verde con un lazo amarillo, la cual mientras Kamio abría con sorpresa, se volteó y se marchó caminando, dejando al pelirrojo a solas, ya que no sólo había chocolates dentro de ella.


Kamio tomó la nota entre sus manos y la desplegó para poder leerla. Era la letra de Ibu:


“Kamio, feliz cumpleaños. Sé que creías que nadie lo sabía, pero lo único que no sabías es que había alguien que estaba esperando este día para poder darte algo especial sin que fuera rechazado. Tal vez algún día te diga cómo lo supe, pero por ahora espero que disfrutes los chocolates, son los mejores que pude encontrar. Shinji.”


- Shinji… –dijo pasando con su dedo el nombre de su compañero, como si estuviera acariciando el nombre. Cuando levantó la vista, ya no estaba ahí. No te rechazaría...


Con el corazón latiéndole a mil, corrió los pocos metros que le quedaba para llegar a casa y subió a su habitación. Tomó un chocolate y lo puso entre sus labios, sintiendo que se derretían con el simple contacto. Eran chocolates muy finos y delicados que nunca había visto en Japón, por lo que el detalle de su amigo lo conmovió aún más. De veras le importo, pensó con una sonrisa y secándose las lágrimas. Si bien era su cumpleaños, decidió hacer algo por él, por lo que tomó su teléfono y lo llamó.


- ¿Sí? –respondió Ibu en tono apático.


- Shinji, soy Kamio. Por favor no cortes.


- … –Me atrapó. Al menos no puede ver mi cara– Ok.


- Quería agradecerte por los chocolates, son muy ricos y…


- De nada –le dijo rápidamente a Kamio.


- Y –dijo el pelirrojo acentuando la conjunción–, quiero invitarte a comer esta noche.


- …


- Pasaré por ti en una hora por lo que…


- …


- ¿Shinji? ¿Estás ahí?


Ibu se había quedado en shock. Jamás en su vida lo habían invitado a algo excepto para jugar un partido. Y tal vez ni eso, pues siempre se entrometía o él proponía. Le tomó un par de segundos darse cuenta de que todavía no había colgado Kamio porque esperaba una respuesta.


- Ok –respondió y cortó.


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Ibu se alistó lo más rápido que pudo, pues tuvo que bañarse en su casa ya que no había tomado la ducha en los vestidores de la escuela, aunque ahora tenía mejor ropa que escoger que la que solía poner en su casillero. No sabía bien qué usar, pues aunque parecía una cita, en realidad era una forma de darle las gracias por los chocolates, así que eso lo confundía un poco. Al final, y como no tenía mucho tiempo, decidió ponerse zapatillas, unos jeans claros, un polo blanco y un cardigan marrón que resaltaba su cabello morado. Creo que así está bien… 5 minutos, menos mal estoy a tiempo. Salió de su habitación y se dirigió a la sala, cuando fue a sentarse a esperar a Kamio, el timbre sonó y no tuvo más remedio que ir a abrir la puerta.


- Hola Ibu, wow, qué bien te ves –lo elogió Kamio, aunque más convendría decir que se le escapó porque, para él, era demasiado evidente lo bien que se veía su compañero– ¿vamos?


- Ok –respondió con una sonrisa para sus adentros.


Cuando llegaron al restaurant, ambos se sorprendieron de lo elegante que era. Kamio sólo había visto la dirección y no se había percatado de los demás detalles del vale. Al parecer, éste cumplía la función de una tarjeta, pues estaba habilitada para que las dos personas que fueran a comer, pudieran consumir todo lo que quisiesen por ese día. Vaya, gracias ane-chan, pensó mientras se quedaba boquiabierto.


- Kamio… –le decía mientras lo jalaba de la chaqueta – Kamio, ¿vamos a entrar o no?


- S-sí, entremos –respondió mientras volvía en sí.


- Es muy elegante, seguro que quieres usar el vale… ¿Conmigo? –eso último lo dijo bajito.


- Seguro –le contestó con una sonrisa.


Entregó el vale en la entrada y el mesero que los llevaba a su mesa les avisó que, efectivamente, podían comer cuanto quisiesen, por lo que ambos muchachos pidieron bastantes platos recordando que no habían comido nada desde antes del entrenamiento… Y Kamio sólo había comido un chocolate, pues había guardado el resto.


- Iré directo al grano porque me intriga esto –dijo Kamio inesperadamente –, ¿cómo sabías que hoy era mi cumpleaños?


- Me lo dijiste el día que te conocí –respondió con un suspiro–. Seguro no lo recuerdas, ¿cómo recordarlo? Si ese día fue muy normal y yo sólo era uno más en el salón de clases, tuvo que pasar un año para entrar al club de tenis, que por cierto fue caótico ¿verdad que sí? A veces me siento nostálgico, pero… –otra vez murmurando, pero con esto Kamio empezó a recordar ese primer día que, increíblemente, había olvidado.


- Espera, espera. –dijo deteniendo las palabras de su amigo que parecían que no tenían fin–. Eso pasó hace dos años. ¿Por qué no me dijiste nada en esos dos años?


Había dado en el clavo con la pregunta. Pero tal vez la respuesta aún del todo armada.


- No lo sé –respondió simplemente.


- ¿No lo sabes? –preguntó extrañado. Nadie recordaba algo sin alguna razón. ¿Por qué mantuviste eso en tu memoria?


- Creo… que es porque realmente me importas, Kamio. Aún no estoy seguro de qué es lo que pasa dentro de mí, pero lo cierto es que hoy fue la primera vez que le di chocolates a alguien, la primera vez que compré algo especial para alguien que es también especial, creo.


- Gracias, Ibu. Muchas gracias –le dijo Kamio con ojos brillosos. Para él esas palabras fueron suficientes; sólo necesitaba un poco de cariño y compañía ese día, pero su amigo le estaba ofreciendo más. Yo me siento igual, gracias por darme lo que necesito.


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La noche se pasó volando, Ibu dejó a Kamio en su casa no sin antes despedirse con un fuerte abrazo. Ambos aún no tenían sus sentimientos bien definidos, pero con saber que podían contar uno con el otro, les bastaba por ahora. Querían que el abrazo durara más, pero Kamio vio que sus padres estaban llevando con un paquete por lo que, a regañadientes, tuvo que separarse de Ibu. Éste se rió, lo cual es muy raro, pero le agradó mucho a Kamio escucharlo reír. Nunca pensé que lo vería reír, se dijo para sí. En el momento en que sus padres llegaron, Ibu se disponía a irse, pero tal vez no era lo que es destino quería para ambos.


- ¡Feliz cumpleaños, hijo! –dijeron alegremente sus padres, quienes no habían notado la presencia de Ibu todavía.


- Fuimos a comprar una torta de chocolate, ya que es tu favorita. Y tu hermana ya debe estar en camino… ¡Oh! Tú debes ser Ibu-kun, ¿verdad? –preguntó amablemente la señora, quien lo reconoció por el cabello morado que llevaba, además de la cara inexpresiva que solía tener y de la que tanto le había hablado su hijo.


- Sí, señora –respondió Ibu tratando de no sonar monótono, sino también amable.


- ¿Por qué no nos acompañas? Sé que eres un buen amigo de mi hijo. Adelante –lo invitó mientras pasaba primero ella con su esposo.


- Seguro –respondió.


Cuando Ibu entró con Kamio al final, éste último se sorprendió por lo que vio: no sólo estaba su hermana adentro, sino que también estaban sus compañeros de la Fudomine y los chicos de la Seigaku invitados por Ann-chan para “hacer la fiesta más grande” según ella. Todos le tenían un regalo para él y lo miraban sonriente; Kamio hizo todo lo que pudo para no dejar que se le salieran las lágrimas, por lo que saludó uno por uno a sus amigos. Cuando terminó con los saludos formales, él se encontraba al final del comedor mientras Ibu estaba en el otro extremo conversando con Echizen. Se dio cuenta de que Kamio lo estaba mirando, por lo que, para finalizar con las sorpresas, le dedicó una sonrisa, corta, pero especial. El pelirrojo le devolvió la sonrisa pensando: De todos los regalos, que estés aquí es el mejor.

Notas finales:

Con ansias espero sus reviews, me hace muy feliz leerlos :3

¡Nos vemos!


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