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¿Sólo eso? por Nayuki_Uchiha

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Notas del fanfic:

Los personajes no me pertenecen sino a Tadatoshi Fujimaki-sensei.

Fic creado por y para fans, sin fines de lucro.

 

 

Notas del capitulo:

¡HOLUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUU!

Perdón, sé que dije que iba a estar más precente, pero tube problemas con el servicio de internet y estube semanas sin internet, y cuando por fin me lo arreglaron y estaba por subir esto, estube otros días más sin internet.

Así que les traigo esto atrasado, sé que el cumpleaños de Daiki fué hace un parde días ya, pero ya lo tenia preparado,y no fue culpa mía si no de la compañía de internet u_u

Bueno, pero basta de excusas.

Espero que les guste, está hecho con mucho amor! Y es puro fluff, aunque intente no salirme mucho de las personalindades, sé que lo hice.

¡A leer!♥♥♥

Se encontraba caminando hacia Touou totalmente nervioso. Hoy era el cumpleaños de Aomine, y él iba camino a llevarle su regalo.

Ellos eran algo así como una especie de amigos cercanos. Y ambos se gustaban. Pero pensaban que no eran correspondidos.

El sentimiento había surgido luego de los partidos, las tardes de one-vs-ones y mirar atardeceres desde la cancha cercana al departamento de Kagami, de noches en que se reunían a comer y ver partidos por la tv, de las tardes vaciando el Maji Burguer y llenando sus estómagos, de las conversaciones interminables y las llamadas que duraban horas, de la calma que ambos se daban, de el cariño que habían desarrollado el uno por el otro.

Pero así como sentían lo mismo, también ambos eran idiotas, y escondían lo que sentían por temor a ser rechazados y perder esa confianza que habían logrado con el otro.

..

Kagami estaba nervioso, porque Kuroko lo había presionado desde hacía semanas para que se confesara a Aomine en el día de su cumpleaños, pero él se negaba a ello. Jamás lo haría, no sólo porque estaba seguro que recibiría un rechazo, sino por vergüenza y miedo.

Había decidido que sólo le daría su estúpido regalo, y que si a último momento le surgía el coraje, se confesaría precipitadamente y sin planearlo, para que fuera natural y no se taladrara el cerebro en vano.

Le llevaba un peluche de una pantera tamaño real. Era el animal favorito de Daiki y, aun que éste lo negara, Kagami sabía que le gustaban los peluches.

Había buscado por todas las tiendas, hasta que por fin encontró el perfecto: era suave, no demasiado pesado, y tenía una expresión tierna pero desafiante al mismo tiempo.
Le había puesto una camiseta de un equipo americano que a ambos les gustaba, y un gran moño rojo alrededor del cuello, como detalle final.

..

Cuando llegó, los jugadores del equipo de baloncesto recién comenzaban a salir, y se acercaban a la salida donde Kagami se encontraba esperando.

A lo lejos, vio venir a un Aomine serio como de costumbre, pero obviamente de buen humor. Cargaba bolsas con lo que Taiga supuso eran regalos; porque a pesar de su terrible humor y actitud con los demás, Aomine era una buena persona y buen compañero, y lo querían mucho.

Momoi venía junto a él, ayudándolo a cargar un peluche de un tigre, también tamaño real. Kagami supuso que se lo había regalado la chica, a sabiendas de su gusto por los animales de felpa.

-¡Kagamin! –gritó la chica cuando lo vio, al tiempo que levantaba su mano en el aire para que él la notara.

Aomine, que hasta entonces iba mirando su celular, probablemente respondiendo algún mensaje de felicitaciones, levantó su cabeza al escuchar su nombre. Inmediatamente una sonrisa se instaló en su cara, y se acercó a Kagami.

Se dieron un abrazo algo tosco, como normalmente hacían cuando ambos estaban de buen humor o hacía algunas semanas no se veían.

-Yo~ Kagami –lo saludó.
-Hola, Aomine –le respondió Taiga, sonriéndole-. Feliz cumpleaños.

Y le entregó el peluche gigante.

Aomine lo miró con brillo en los ojos. “Por Dios, aun que lo niegue, es obvio que ama los peluches”, pensó el pelirrojo al ver la expresión del otro.

Momoi, que hasta entonces había estado junto a ellos y era consciente de su situación amorosa-e-idiota, dijo alguna excusa torpe y se fue, dejándolos solos.

-Gracias, Kagami –le dijo Aomine, mientras soltaba las bolsas y abrazaba a la pantera de felpa.

Se sonrieron, y permanecieron así durante un momento hasta que fueron conscientes de su situación, entonces ambos se sonrojaron. Para escapar de la incomodidad, Kagami habló.

-Sé que te gustan estas cosas, pero es la última vez que cargo con un animal de felpa gigante desde mi casa hasta aquí. La gente me miraba y una niña se acercó a acariciarlo.

El moreno rió ante esto, y Kagami fingió ofenderse por ello.

Estuvieron hablando un momento más, hasta que comenzó a hacerse de noche, entonces Taiga habló.

-B-bueno, será mejor que me vaya… Venía a darte tu regalo y ya lo hice, así que creo que debería irme –dijo, algo nervioso y decepcionado consigo mismo: después de todo, no tenía la valentía suficiente para declararse así sin más.

Pero el coraje que no le llegó a él, se fue hacia Aomine, quien habló.

-¿Y sólo eso? ¿Has venido hasta aquí para darme un estúpidamente lindo peluche y te vas a ir? ¿Así sin más? ¿Ni siquiera vas a darme un beso?

Una ola de electricidad atravesó a Taiga, y antes de que Aomine pudiera reír y decir que sólo era una broma, tomó su cara entre sus manos y lo besó.

Aomine al principio se sorprendió, no esperaba esa reacción, él creía que no era correspondido, y que ante su comentario Kagami pondría una cara de asco o, que en el mejor de los casos, reiría. Quedó estático en su lugar, pero pronto reaccionó y le correspondió.

Era algo difícil besarse con ese gran peluche en medio, y por eso rieron en medio del beso. Cuando se separaron, se miraron extasiados.

Ninguno acababa de creérselo: Aomine no terminaba de creer que había tenido el coraje de decir aquello, y que encima había obtenido esa reacción. Y Kagami no creía ni que había escuchado correctamente, ni que él se lo hubiera tomado correctamente. Pero lo habían hecho, y había resultado bien. Ambos estaban sorprendidos de ser correspondidos.

Una increíble paz los invadió de pronto, cuando sus miradas se encontraron. Automáticamente Kagami se ruborizó, al ser consciente de todo, y Aomine rió por ello.

-Ayúdame con las bolsas, Bakagami –le dijo, y el otro obedeció sin chistar, tomando las bolsas que el moreno había dejado en el suelo momentos antes.

Se tomaron de las manos, ambos sonrojándose levemente por ello, y comenzaron a caminar hacia la casa de Aomine.

Definitivamente, había sido un buen cumpleaños.

Notas finales:

¡Gracias por leer!

Espero que les haya gustadou♥

Pronto estaré subiendo cositas nuevas~

Ya saben que con un rw me harían supah feliz~~~

¡Saludos!


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