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Un hilo para los rivales por Fullbuster

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Notas del capitulo:

Portada (Click para abrir)

Actualizaciones: Un día a la semana, los martes.

Si alguien necesita contactar conmigo este es mi facebook y ésta la página donde están todos los fics que se han publicado hasta el momento de todos los fandom.

Caminaba por los largos pasillos del instituto mirando a toda aquella gente que preparaba el festival para celebrar juntos la última noche del año. Una tradición absurda que a Aomine no le gustaba nada. Él siempre pasaba aquellas tradiciones en su azotea, mirando los fuegos artificiales desde un lugar privilegiado, sin ajetreo de la gente, sin agobios.

 

Miró al otro lado del pasillo viendo a sus compañeros de equipo, éste era el último año que jugaría con ellos, todos se iban a la universidad, carreras diferentes, facultades diferentes, todos entrarían en equipos distintos de baloncesto y la competición entre ellos estaría a la orden del día. Sabía que Kise y Akashi serían duros rivales en la liga pero… no eran los que le preocupaban sino Kuroko. Siempre había tenido un sentimiento especial por Tetsu, era su alma gemela, se entendían a la perfección en el campo y separarse ahora de él después de tantas victorias juntos, de tantas jugadas perfectas… eso le suponía un gran esfuerzo.

 

- Aominecchi – escuchó Aomine que le llamaba Kise y se sonrojó un poco molesto caminando hacia ellos.

 

- Deja de llamarme así, Kise – comentó – sabes que lo odio.

 

- Qué aburrido eres – le dijo sonriendo pero Aomine miró hacia Tetsu que bebía un refresco - ¿Qué haréis esta noche? Podríamos quedar todos juntos y pasar la última noche como un equipo, al fin y al cabo es la despedida del equipo.

 

- Odio las despedidas – comentó Aomine.

 

Aomine se marchó hacia clase y fue a sentarse en su sitio cuando se asustó al ver a Kuroko allí sentado encima de su mesa con las zapatillas apoyadas en el asiento de su silla mirándole con los ojos muy abiertos mientras absorbía de la pajita del refresco. La cara de Aomine fue todo un poema, ni siquiera se había dado cuenta cuándo había entrado ese chico y se había sentado en su mesa.

 

- ¿No vas a venir entonces? – preguntó Tetsu con su rostro inexpresivo habitual al terminar con el refresco.

 

- No creo – comentó Aomine viendo cómo Kuroko zarandeaba el bote del refresco comprobando que no quedaba nada.

 

- ¿Por qué no? Yo quería que vinieras – le dijo aún inexpresivo y Aomine se sonrojó levemente.

 

Aomine miró al resto de su equipo que giraban todos la cabeza hacia sus cosas y fingían hablar. Entendió que habían mandado a Kuroko a hablar con él sólo porque sabían la debilidad que tenía con ese chico, todos querían que aceptase ir con ellos a la hoguera esa tan rara que hacían en el centro del patio del instituto. No le apetecía nada ir pero al ver los ojos saltones de Kuroko mirarle fijamente, se sonrojó aún más.

 

- Está bien, iré – dijo apartando la mirada de Tetsu finalmente.

 

- Gracias – le agradeció Tetsu para su sorpresa.

 

Vio cómo aquel chico de extraño cabello azulado se marchaba lentamente entre las mesas buscando la suya cuando el profesor entraba a clase. Se quedó estático mirando su elegante caminar, era un chico tan dulce y tierno, algo inexpresivo pero lo entendía por la familia que tenía, siempre ocupada en cosas, no era para nada como la de Aomine que siempre le apoyaban en todo, ese chico se había criado solo y había sufrido la indiferencia de todo el mundo, era invisible excepto cuando jugaba al baloncesto, entendía perfectamente su carácter como Tetsu entendía el de Aomine. Al llegar Tetsu a su mesa, se sentó y sonrió a Aomine volviendo a sonrojarle.

 

- Aomine, siéntate – le insistió el profesor y le hizo caso.

 

Aomine pasó el resto de la mañana sin prestar la más mínima atención a clase y en el primer cambio que hubo, se marchó hacia la cancha de baloncesto. Todo estaba muy tranquilo y es que las clases continuaban. Aomine era el único que se estaba saltando las clases con tal de practicar algunos lanzamientos, aunque realmente ni le hacía falta practicar, encestaba desde cualquier ángulo imposible y todos sabían que era bueno pese a no ser el capitán del equipo.

 

- Suponía que estarías aquí saltándote las clases como de costumbre – escuchó a su capitán, Akashi.

 

- Me aburren esas clases – comentó Aomine.

 

- También te aburre el entrenamiento. Al menos cuando no está Tetsu para darte sus pases imposibles.

 

- Con Tetsu ganar se convierte en algo fácil – comentó Aomine – sólo necesito un buen pase de los suyos y puedo encestar desde cualquier posición. El baloncesto ya no tiene secreto para mí, ni emoción.

 

- Ahora lo tendrá. Cada uno irá a una universidad diferente, nos veremos en los campeonatos universitarios.

 

- Eso parece. ¿Has decidido dónde vas a ir?

 

- A Rakuzan – comentó Akashi - ¿No quieres saber qué universidad ha elegido Tetsu?

 

-¿Cuál? – preguntó Aomine.

 

- Seirin.

 

- ¿En serio? Esa universidad está la última en el campeonato de baloncesto. No ganará ni un partido con ese equipo. Debería haber venido conmigo, en mi equipo él siempre tendrá un hueco y lo sabe.

 

- Le han propuesto ser capitán – dijo Akashi y Aomine detuvo el tiro que iba a hacer.

 

- ¿Capitán? ¿De su propio equipo? Pocos jugadores del primer año tienen ese privilegio.

 

- Saben que es de la generación de los milagros y lo quieren de capitán. No puedes competir contra eso. Además… ¿Tú no has sido nombrado también capitán de tu futuro equipo en el Gakuen?

 

- Sí, eso han dicho. Lo estaba pensando pero si Tetsu acepta… supongo que aceptaré, será bueno competir contra él al mismo nivel de capitán, quiero saber hasta dónde llevará a su equipo.

 

- Que te vaya bien, Aomine – comentó Akashi sonriendo con cierta perversión – nos veremos en el campo de baloncesto la próxima vez y voy a destrozarte.

 

- Inténtalo si puedes… porque soy el único que puedo vencerme.

 

- Tan soberbio como siempre, torres más altas han caído ante mí – comentó Akashi divertido marchándose del pabellón dejando a Aomine con una leve sonrisa. Esto iba a ser interesante, toda la generación de los milagros enfrentada.

 

Hizo un par de tiros más a canasta y decidió marcharse a casa. Esta noche tenía la celebración esa a la que no quería ir, pero se lo había prometido a Tetsu… desde luego ese chico era su debilidad y todos los del equipo lo sabían. Ahora se marchaba al Seirin, al peor equipo universitario y no lo entendía, no terminaba de comprender esa fijación por los perdedores pudiendo ser un ganador en su equipo, eran buenos los dos juntos, invencibles.

 

Iba caminando detrás de unas chiquillas de su instituto que hablaban de la fiesta de esa noche. No prestaba mucha atención a sus cursiladas cuando algo captó su atención de golpe, un ritual del que hablaban.

 

- Eso dicen – comentaba la chica – yo tengo que probarlo esta noche con mi novio, así estaremos juntos para toda la vida – decía con esa voz tonta que tanto desesperaba a Aomine.

 

Él no era un chico que creyese en tradiciones y mucho menos que creyese en el amor para toda la vida ni en un lazo del destino ni nada por el estilo, todo eso eran chorradas que se inventaba la gente para tener esperanzas. Hacer eso no iba a hacer que esa chica se quedase con su novio el resto de su vida.

 

- Qué emoción, yo también quiero hacerlo, cuéntame ese ritual, quiero saberlo – decía la otra chica.

 

- Tan sólo se necesita un hilo azul, hay que atarse y enredarse los cuerpos de los dos en él y besarse cuando los fuegos artificiales empiecen.

 

- Suena tan romántico.

 

- Sí, dicen que el hilo azul mantendrá la promesa de ambos amantes para el resto de sus vidas y jamás se volverán a separar, da igual sus caminos… volverán a unirse estén donde estén.

 

- Lo haré esta noche – comentó la chica ilusionada.

 

¡Qué tontería! Pensó Aomine adelantando a las chicas y entrando en una de las pequeñas tiendas de comida a comprarse algo. No esperó encontrar allí a Momoi, la entrenadora del equipo de la generación de los milagros… ahora ex entrenadora porque todos se separaban aunque iba a ir a Gakuen a entrenar, así que Aomine la tendría por su equipo de nuevo como entrenadora.

 

- Aomine – sonrió la chica saludándole desde la otra parte del pasillo y corriendo hacia él – Ey, Aomine… los chicos me han dicho que al final irás a la fiesta de esta noche.

 

- Sólo un rato – comentó el moreno – ya sabes que odio ese tipo de eventos.

 

- ¿Has escuchado lo de la tradición? Qué romántico suena.

 

- Es absurdo – dijo desesperanzando a la chica.

 

- ¿Por qué no lo pruebas entonces? – le preguntó con sonrisa perversa – si no te lo crees… podrías probarlo con alguien y demostrar que es cierto lo que dices.

 

- No pienso probarlo, es ridículo, una tradición absurda para dar esperanza a chicas como tú que no saben si sus novios seguirán con ellas en un futuro.

 

- Yo no tengo novio, pero si lo tuviera lo haría.

 

- A mí no me hace falta.

 

- Ya veo que no te atreves a probarlo.

 

- Está bien… lo probaré para que te quedes tranquila y te demostraré que no funciona – dijo buscando en la tienda un cordel azul y cogiéndolo en sus manos se lo enseñó a la chica - ¿Contenta? Lo llevaré esta noche y me enrollaré con él a la persona que me interesa. ¿Te parece bien?

 

- Claro. Demuéstrame que me equivoco, lo estoy deseando.

 

Todo aquello le parecía de lo más absurdo, no había ninguna “fuerza del destino” que uniera a dos personas, de eso estaba seguro. Por mucho que se uniera a esa persona… seguiría marchándose de su lado porque Tetsu iba a largarse a la universidad de Seirin, seguramente encontraría a otro chico al que entregar su corazón o incluso a una chica, sus vidas se separaban allí y no había otro camino para ellos. Debía olvidar a Tetsu, ese hilo que llevaba en su bolsillo no solucionaría sus problemas por arte de magia.

 

Se relajó en casa hasta la hora de irse, jamás le había contado nada a Tetsu, jamás le había dicho que le amaba, que se había enamorado de él, tampoco sabía si el resto del equipo lo sabía. Tetsu había llegado a su vida como un vendaval de aire fresco, le había cambiado como persona, le había hecho sonreír, sonrojarse y darlo todo por ver a ese chico feliz.

 

Cuando llegó a la fiesta ya había oscurecido y la hoguera ardía con fuerza en el centro del patio reuniendo a toda la gente a su alrededor. Aomine se había traído la chaqueta de su nuevo equipo, el Gakuen pero no fue el único que lo pensó, vio a todos allí reunidos con sus chaquetas nuevas, las de sus equipos incluido Tetsu había traido aquella chaqueta blanca con franjas negras del Seirin.

 

No tuvo fuerzas para ir con ellos y mirando la puerta del instituto, se dirigió a ella abriéndola y subiéndose a la azotea. Observó apoyado en la barandilla cómo ardía la hoguera, cómo la gente hablaba en sus grupos, cómo esperaban a la media noche para observar juntos los fuegos artificiales. Miró a su equipo abajo y se extrañó de no ver a Tetsu.

 

- ¿Qué haces aquí tan solo? – escuchó a su espalda la voz de Tetsu.

 

- Yo… sabes que no me gustan las fiestas.

 

- Ni las despedidas – dijo Tetsu – sabes… a mí tampoco me gustan mucho.

 

- No tendrías que despedirte de mí si hubieras aceptado jugar en Gakuen.

 

- Tenía que hacerlo – comentó.

 

- ¿Por qué?

 

- Porque… - se sentó apoyando su espalda contra la barandilla y Aomine supo que esto no se lo había dicho a nadie – porque todos sois geniales, sois perfectos jugando y yo… yo no soy como vosotros. Quería demostrarme a mí mismo que puedo ser bueno y liderar un equipo, quiero intentar alcanzaros y ser mejor.

 

- Eres bueno, Tetsu.

 

- Soy bueno cuando tengo a alguien a quien pasar el balón, pero seamos realistas… yo sólo no puedo hacer nada. Vosotros en cambio sí, podéis encestar, driblar, podéis hacer cosas increíbles y yo… yo solo puedo pasaros el balón.

 

Ambos chicos se quedaron en silencio, ambos sin tener el valor para decir las palabras más importantes que tanto tiempo habían guardado, ambos sin ser capaces de confesar sus sentimientos. Aomine jugó con aquel hilo azul en su bolsillo moviéndolo entre sus dedos.

 

- Yo… ¿Querrías hacer un experimento conmigo? – preguntó Aomine sonrojado hacia un Tetsu sorprendido.

 

- Sí, claro. ¿En qué consiste?

 

- Dicen por ahí que si dos personas se unen con un lazo azul y se… bueno… se besan a media noche con los fuegos artificiales… ¡Qué ridiculez! – empezó a reírse Aomine haciendo sonreír a Tetsu.

 

- Está bien, sigue, te escucho, no me importa lo del beso – comentó Tetsu suponiendo que era eso lo que le había dado vergüenza a su amigo.

 

- Bueno pues… dicen que quedan unidos para siempre y… yo he dicho que eso era mentira.

 

- Tiene toda la pinta de una leyenda urbana, sí – comentó Tetsu.

 

- Le prometí a Momoi que lo haría y le demostraría que es mentira así que…

 

- De acuerdo… hagámoslo. Saca ese hilo azul, queda muy poco para la media noche.

 

 


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