Mi buen maestro
Resumen: Aang está enamorado de su entrenador de artes marciales, pero no se atreve a confesarse, así que haciendo uso de toda su fuerza de voluntad hará lo que siempre debió haber hecho, decirle a Zuko que está enamorado de él… bajo una ramita de muérdago.
Respuesta al reto “31 drabble en 31 días” del foro oesed.
12 de Diciembre
Categoría: El último maestro aire.
Personaje: Aang, Zuko.
Géneros: Humor, Romance.
Advertencias: Au.
Clasificación: R.
Completo: Sí
Capítulos: Único
Disclaimers: Los personajes de este fic no me pertenecen, son propiedad de Michael Dante DiMartino y Bryan Konietzko junto a Nickelodeon.
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Iba tarde, lo sabía bien. Corría todo lo que sus pies le daban, pero su hermano Sokka se esmeraba diariamente en hacerle la vida imposible. Era tan insoportable cuando le quería hacer una broma. ¿La de hoy? Apagar su despertador antes de que sonara.
Su hermana mayor, Katara, había golpeado al idiota de Sokka, ella lo entendía. Le despertó y le entregó el paquete de regalo que ella misma le había ayudado a elegir. Era un regalo especial después de todo y Katara tenía buen gusto para ello.
-Aang –llamó alguien apoyado en la pared interna del dojo, justo por donde acaba de entrar corriendo al darse cuenta que estaba más tarde de lo normal.
-¡Maestro! –gritó haciendo una reverencia al reconocer quien le llamaba,
-Otra vez tarde, Aang –dijo Zuko, maestro de artes marciales de Aang desde hace tres años, cuando luego de una riña Katara decidiera que su hermanito menor debía aprender a defenderse.
-Lo lamento… no se volverá a repetir –dijo sin levantar la cabeza.
-Eso espero –dijo acercándose y entregándole una espada de madera. La clase de hoy incluía una.
La clase siguió como siempre cuando todos los alumnos llegaron, es decir, cuando Aang llegó y con él estuvo completa la clase.
-Estuviste muy bien hoy, Aang –dijo el maestro cuando todos se fueron y su alumno menor, fue el último en salir, como siempre.
-Es que tenía que darle algo –dijo sacando el pequeño paquete de regalo desde dentro de la mochila donde traía sus artículos de aseo- Feliz navidad, maestro Zuko –dijo extendiendo el paquete al mayor.
-Vaya, no esperaba que me trajeras algo –dijo el hombre algo nervioso. Entendió hace mucho tiempo, casi por completo por parte de su hermana, que el pequeño Aang estaba pasando por una etapa de enamoramiento hacía su persona, algo que creyó imposible y una completa locura por parte de Azula, pero después se dio cuenta por su propia experiencia que era verdad. Aang estaba enamorado de él.
¡No podía creerlo!
Debía ser honesto consigo mismo. Quería al chico, era adorable y los miraba con tanta admiración que a veces lo hacía sentir incomodo, pero era un niño. Aang sólo tenía doce años y él ya pasaba veinte.
Suspiró rendido.
-Ven conmigo, Aang, debemos hablar –dijo caminando hacia el patio que estaba a un costado del dojo.
-¿Ocurre algo malo? –preguntó preocupado.
-Claro que no –dijo acariciando con ternura la cabeza calva del niño-. Siéntate a mi lado –dijo sentándose en el pasto-. Aang, esto no puede seguir así… eres un niño y…
-Sé que soy menor que usted, maestro Zuko –dijo con una seriedad y madures muy poco propia de él-. Pero sé que me gusta y sé que usted lo sabe bien.
-Lo sé y es eso lo que me preocupa –soltó el aire sin saber cómo ocupar bien las palabras.
-Quiere que deje de estar enamorado de usted, pero no se da cuenta que eso no puedo hacerlo –bajo la cabeza un poco triste-. Yo lo amo.
-Pero soy mucho mayor que tú
-¡Entonces espérame! –dijo emocionado- ¡Sólo tienes que esperar a que crezca y listo!
Zuko se quedó con la boca abierta, así tan fácil Aang había arreglado lo de la diferencia de edad.
-Veamos, Aang, si en muchos años más estarás pensando de la misma forma.
-Lo haré, maestro Zuko y cuando sea grande seré tu pareja.
Zuko sonrió de lado, sin saber que Aang era muy perseverante.
Fin
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