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Réquiem. por Claire Strife

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Notas del capitulo:

Hola, les traigo otra rara historia.

Si siguen mis fics, les agradezco darme una oportunidad ante tantas ideas sobre parejas extrañas. Y si esperan por continuaciones de mis historias, por favor tranquilos, actualizaré pronto.

 

En esta ocasión necesitaba desahogarme y esto fue lo que surgió. Prometo no volver a proyectarme en una historia, parte es verdad mucha otra es invención, todo para darle un sentido a lo que escribía.

 

En fin, espero que les guste.

¿Alguna vez has llorado frente al espejo? Yo conozco a alguien que si.

 

Es una persona común entre tantas, no ha tenido una vida que se considere de desgracias, tampoco una que se considere ideal. No carece de lo esencial para “vivir” pero tampoco puede tener las cosas que quisiera. En fin, es una persona que no resalta por alguna característica material en su vida. Y ha vivido lo que muchas otras.

 

Algo distintivo podría ser su fascinación por los espejos, le gustaba observar el reflejo de las cosas; los espejos le resultaban atrayentes. Eran enigmáticos, fascinantes pero a la vez perturbadores, pues si los miraba detenidamente por un gran rato, no podía evitar pensar que su reflejo haría movimientos distintos. Eso era de temer, por eso en cuanto ese pensamiento cruzaba su mente dejaba de observar el espejo.

 

Sin embargo, las cosas cambiaron.

 

Todo comenzó cuando dejó de comer. Nadie preguntó el porqué, ni siquiera la su su madre, quien se declaraba ser la persona más preocupada por saber que su hijo había simplemente decidido dejar de alimentarse, ella sólo se limitaba a regañarlo. Los regaños de la madre se transformaron en amenazas hacia su propio hijo cuando el médico declaró que el pequeño chico de, aproximadamente, 11 años, desarrollaba anemia debido a la falta de alimentos. ¿Y su padre? Él no mostraba mucho interés al hecho de que su hijo estaba enfermando.

 

La madre, al parecer, preocupada, se.dedicaba a obligar a su hijo a comer, a tomar las vitaminas y el suero que evitarían que la anemia terminara de apoderarse del cuerpo del chico y que posteriormente, la anemia se transformara en una enfermedad irreversible que conducía a la muerte.

 

¿Qué sucedió para que él dejara de comer? Bueno, nadie lo preguntó, si lo hubieran hecho, se habrían enterado de que el chico, desde esa temprana edad, había descubierto que la vida no tenía sentido; sus compañeros de clase eran malos, de ellos sólo recibía rechazos y burlas, de los profesores sólo regaños por cosas que mayormente no hacía, el pequeño lloraba mucho a causa de eso pero a sus padres no les importaba, su padre lo ignoraba y su madre le gritaba que dejara de llorar. Se había deprimido por todo eso.

 

Ahora, en lugar de mirar al espejo, miraba el blanco techo de su habitación. Pensando que sería mejor no existir.

 

Por unos cuantos años más las cosas se mantuvieron de forma similar. Él no quería vivir y ella quería que él viviera, lo que llevó a todos al límite fue cuando una enfermedad más riesgosa se apoderaba del cuerpo del chico.

 

Él seguía anhelando su muerte, no podía decir que estaba feliz al saber que esa enfermedad podía matarlo, simplemente quería morir, no importaba como, en realidad ya nada importaba.

 

Mas, un día cambió de opinión. ¿Qué fue lo que sucedió? Irónicamente su madre fue quien le hizo “entrar en razón”. Era un día en que sentía sus fuerzas desvanecerse, sentía un fuerte dolor de cabeza al igual que fuertes mareos, todo a causa de la sangre que abandonaba su cuerpo. Mientras continuaba con la mirada fija en el techo podía escuchar los regaños de su madre, diciéndole que debía de dejar de hacer tonterías para aceptar el tratamiento que le salvaría la vida. El detonante fue cuando ella entre desgarradores sollozos dijo: “Si te vas iré detrás de ti”.

 

Entonces él la miró y comenzó a llorar de la misma manera. Las palabras sonaban tan reales que se sintió sumamente culpable de causar el sufrimiento de ella. Mientras las lágrimas resbalaban sin control por su rostro aceptó darse otra oportunidad de vivir.

 

“Afortunadamente” la decisión la tomó a tiempo, pudo salvarse de enfermedades peores y sólo quedaba su recuperación. Durante ese tiempo el chico reflexionó que ahora cursaba la adolescencia y se preguntó qué cosas harían que vivir valiera la pena. Tenía a sus dos padres, su madre había declarado que realmente lo amaba; su familia en general se mostraba feliz al verlo de nuevo bien. Tenía pocos amigos pero uno de ellos se había mantenido siempre cerca, en todo lo que su depresión y enfermedades transcurrieron, alguién que cumplía con su papel de hermano.. ¿Tener personas que te amen hace que la vida valga la pena?

 

Todo empeoró desde entonces. Durante su rehabilitación todos se habían mostrado atentos pero en cuanto se declaró que se había recuperado por completo todo se desmoronó. Todas las personas que dijeron quererlo, incluso su madre, le dieron la espalda. Bien, no todas, sólo su amigo se quedó con él.

 

Por primera vez en mucho tiempo volvía a contemplar un espejo. Pero ésta vez no le gustaba nada de lo que veía. Sobre todo su cuerpo, el cual terminó cargando con las marcas físicas a modo de recordatorio de todo lo que sucedió.

 

Desde entonces evitaba mirar el espejo, evitaba contemplar su reflejo en el espejo.

 

Algunos años pasaron. Un día conoció a una persona realmente sabia, era un gran ejemplo a seguir, siempre teniendo paciencia cuando socializaba con el resto de las personas. Este hombre sabio gustaba de ayudar a los demás, siempre se mostraba con una actitud alegre; gustaba ayudar sobre todo a los jóvenes que se sentían perdidos, sin importar que fuera. Trataba problemas sencillos como un desamor, un mal día o una pelea entre amigos por una torpe acción que fácilmente podía ser perdonada; y trataba problemas que se consideran graves, ya sabes, algo como quedarse sin hogar, sin nada o perder parte de sus facultades físicas por un accidente, drogas y alcohol.

 

Pues bien, nuestro protagonista se encontró con esta maravillosa persona, quien le dijo:

 

— ¿Sabes en qué lugar debe estar la basura? En un contenedor. Ya lo sabes, ahora tira toda esa basura que cargas, liberate, se feliz. Para lograrlo debes conocerte, habla contigo sobre todo lo que haz hecho en la vida, hazlo frente a un espejo.

 

Claro que esto disgustó al chico que había desarrollado un disgusto por los espejos. Sin embargo esas palabras no le dejaban tranquilo; después de pensar en ellas por un gran rato, durante una noche de insomnio, rompió a llorar. No quería seguir soportando la hipocresía de su madre, ni la indiferencia de su padre. Otra vez pensó que no quería seguir en una vida vacía. Mas, al rememorar muchas cosas que pasó, se dio cuenta, de nuevo, que sólo una persona se había quedado a su lado sin importar que, comprendió que su hermano realmente le quería,que su hermano también sufría, tanto por sus propios problemas como por los que él causaba al dejarse llevar por el abismo de su depresión. Era egoísta hacerle sufrir así cuando había siempre estado incondicionalmente.

 

Sólo se miró al espejo para contemplar el rastro del llanto de la noche. Sentía una gran felicidad al descubrir que su vida tenía un nuevo sentido, sin embargo ninguna sonrisa llegó a su rostro, el reflejo le ofrecía la imagen de un chico con mirada de incredulidad, con ojeras y los ojos inyectados en sangre, no caían más lágrimas.

 

Ese día, más tarde, se dispuso a hablar con esa su hermano que siempre se mantuvo a su lado. Hizo lo que pocos se atreven: le agradeció por su presencia, por su compañía, por seguir a su lado a pesar de todo. También le dijo que se había cansado de las personas que sólo aparecían cuando las cosas iban bien y desaparecían cuando más las necesitas. Ninguno de los dos era muy expresivo en público, pero ese día, después de que ambos calmaran su llanto, nuestro chico declaró que su vida sería sólo para su hermano, viviría por verle feliz. Si esa su hermano desaparecía de la faz de la tierra, si esa su hermano moría, entonces su propia vida llegaría a su fin. ¿Arriesgado? Lo era, pues nunca sabes que es lo que el destino tiene preparado, su hermano podía hacerle sufrir mucho más.

 

Esa noche se contempló en el espejo, comprendió que su físico no tenía importancia. Efectivamente se sintió liberado, a pesar de que no siguió las instrucciones como se lo indicaron.

 

Las cosas mejoraron desde entonces. Dejó de importarle lo que sus padres hacían, sólo se concentraba en vivir los mejores momentos junto a su querido hermano.

 

Pero, las cosas nunca pueden quedarse tranquilas ¿Cierto? Esa persona sabía siguió por otro camino y el chico no pudo agradecerle.

Falleció su abuelo, y su padre por primera vez en años se mostró diferente al porte serio que mantenía. El hombre se derrumbó frente a su hijo y le confesó cuán vulnerable era, cuánto amaba a su esposa pero la frustración que sentía al no poder lidiar con el carácter tan “especial” de ella, el chico lo entendía pues su madre le había jugado las mismas “trampas”. El hombre no sabía cómo continuar sin el constante apoyo de su propio padre. Y por su parte el chico comprendió que nunca dejó de importarle lo que hacían sus padres.

.Ahora es diciembre y han pasado 6 meses desde entonces. Aún no sabe cómo lidiar con lo que sucedió ¿Cómo lidiarías tú si las personas que te rodean se derrumban frente a ti y no puedes hacer nada ya que tú nunca dejaste la depresión en el olvido? ¿Cómo puedes ayudarlas así?

 

Era la madrugada del 14 de diciembre, cuando nuestro protagonista se contempló en el espejo mientras se decía a si mismo en voz alta que no quería sufrir más, que era consciente de que sus problemas lo viven a diario mucha más personas y ellas lo llevan bien, que sus problemas era nada comparado con una persona que había sufrido un accidente que casi le arrebata la vida pero lo dejó en condiciones deplorables. Decirse eso le hacía sentirse patético, sufría por cosas patéticas ¿O no?, mientras las lágrimas se deslizaban por sus mejillas se decía en voz alta que quería la fuerza para superar sus dilemas emocionales y así mismo ayudar a los demás a superarlos.

 

Continúaba aferrándose a su hermano y éste se aferraba a él.

 

— ¿Sabes Rox? La navidad la podemos pasar con Terra, Axel y los demás. O al menos un día antes podemos reunirnos todos, eso sería mucho mejor que quedarnos encerrados en casa ¿No lo crees?

 

Su hermano intentaba alegrar la temporada por ambos. Sus padres habían adoptado una actitud de extraña resignación a vivir con lo que tenían, el ambiente en casa cada vez era más deprimente.

 

—¿Prometes que habrá alcohol?

—Hum, puedo dejarte beber un poco, sólo por esta vez.

 

La sonrisa de su hermano y saber que contaba con él para lo que necesitase bastaba para sentirse bien, para olvidar que la vida era una mierda.

 

Pasar un rato con sus amigos, con su pareja y su hermano, esa idea se escuchaba más que bien. Esperen ¿Eso significaba que debía comprar regalos para todos?, esta bien, podía hacer el esfuerzo y si Axel no le hacía enfadar pensaría en algo sumamente especial para él.

 

¿Porqué te realaté esta historia? Bien, pues creo que muchos llegamos a sentirnos así, algunos saben cómo enfrentarse a eso, algunos no. Simplemente creo que todos debemos decidir qué hacer, podemos quedarnos con las personas que nos quieren o podemos bastarnos con nosotros mismos, si quieres saber la respuesta sólo debes hablar contigo.

No importa si lo haces frente a un espejo o no. Tal vez es difícil desprenderte de lo que te hace daño y tardes en aprender a hacerlo pero vamos, eso no significa que sea imposible.


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