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HIELO por Huitzil

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Notas del fanfic:

BUENO, SI BIEN NO ME FALLAN LOS NUMEROS ESTE ES MI OCTAVO FANFIC, La verdad he estado muy ocupada y tengo otro fic que hacer, lo estoy haciendo no me maten los que lo estan leyendo, pero la verdad me quede sin mucha motivacion, ya lo tengo solo tengo que transcribirlo, pero me dieron muchas ganas de escribir este, lo tenia en mi cabeza, y como que no me dejaba pensar bien sobre el otro ¿Les ha pasado eso? no? soy la unica? valla.... bueno espero que les guste mucho leerlo como a mi me gusto escribirlo, este es un Mystrade, han visto lo lindo que es Mycroft? es tan lindo cuando aun esta rechoncho es como una bolita kawai! ¿Soy la unica que piensa que Mycroft gordito se veia lindo? diablos... bueno sin mas espera los dejo leer! besos y abrazos!!!! los leo al final!

Notas del capitulo:

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En el hielo de la soledad es cuando el hombre, implacablemente, se siente como problema, se hace cuestión de sí mismo, y como la cuestión se dirige y hace entrar en juego a lo más recóndito de sí, el hombre llega a cobrar experiencia de sí mismo.


(MARTIN BUBER)


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Primer capitulo.

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Odiaba su obeso cuerpo… No tenía nada en contra de él pero lo odiaba, lo odiaba tanto como los fines de semana, como las verduras, como a las mañanas, como a la mayoría de las personas con las que convivía diariamente y aún más que el odio a su cuerpo, odiaba el Instituto Privado en donde tomaba sus clases diariamente.

-¡Pigcroft!- se escuchó un grito desde el otro lado del salón seguido de las burlas de sus compañeros – sí, te estoy hablando a ti, cerdo asqueroso ¿Trajiste mi tarea como te lo ordene?- exigió saber el capitán del equipo de fútbol, un chico rubio de centelleantes ojos, cuerpo atlético y muy popular con las mujeres.

El pelirrojo que estaba sentado en una de las bancas hasta enfrente del aula leía un libro de tapa negra y letras doradas en las que claramente se podía apreciar el título “El príncipe”  parecía ignorar todo el barullo de voces que los demás estudiantes hacían a su alrededor ya era costumbre encerrarse en su burbuja personal sin pestar atención a los demás, prácticamente alguien tenia que tocarlo para  se saliera de su mundo, justo como ahora,  el chico ruibio del grupo le golpeó la cabeza con la palma de la mano.

- ¡Auch!- se quejó en voz alta soltando el libro dejándolo caer en su pupitre.

- Te estoy hablando “Pigcroft” ¿Dónde está mi tarea?

- Es “Mycroft” y sobre tu tarea, supongo que hablas de  la que no hiciste por estar masturbándote frente al televisor viendo …- El mayor de los Holmes barrio con su fría mirada azul al chico que tenia enfrente analizándolo mas minunciosamente para sonreir con desden y continuar - la pornografía, ejem, de tu hermano.- Mycroft no era tan malo y cruel como muchos creían ya que se había abstenido de revelar toda su deducción acerca de que tipo de porno había visto su compañero, dejando en matises grises realmente toda la información que era mas que “obvio” era la verdad.

La mayoría del salón soltó una enorme carcajada mientras el capitán del equipo de futbol se teñía de un color puramente carmín y torcía la boca.

- Esta vez tú te lo buscaste cerdo asqueroso.-

- ¡Hey! oye ese es mi libro, no hagas eso que… Ay, no… -

Mycroft vio con resignación como su libro era deshojado y como todas las páginas que le habían brindado tantos conocimientos caían al suelo delante de sus pies y se esparcían por todas partes mientras sus compañeros jugaban futbol con su muy preciado libro.

- ¿Qué sucede aquí?- pregunto entrando el profesor al oir y ver el alboroto de todos en el aula. - ¿Quién es el responsable de este desorden?- pregunto enojado el hombre mayor acomodándose los lentes sobre su rostro.

- Pigcroft, como siempre.- contesto uno de los amigos del rubio, codeándose con un par de chicos y antes de que el profesor hiciera algo más una de las porristas seguida por las demás apoyo el comentario anterior para que al final no se escucharan más que calumnias por todos los alumnos sobre el pobre joven que se quedó sin inmutarse en su asiento mirando a todos los demás como si no fueran más que un montón de animales, pero y ¿Qué no lo eran?

Tan solo bastaron dos minutos para que el profesor pusiera orden y callara a todo el mundo con su autoritaria voz para dirigirse al estudiante que parecía ser de piedra, internamente un escalofrio recorrio su columna vertebral, el gordo pelirrojo le inspiraba un poco de miedo por su gélida mirada.

- Joven Holmes ¿Qué sucedió?-

Mycroft levanto los hombros y entrelazo sus dedos rechonchos sin mucha importancia.

- Estaba leyendo mi libro de Maquiavelo y aquí mi compañero Gerrard se molestó porque no hizo su tarea y bien… creo que hay mejores maneras para des estresarse que aventar los libros ajenos hasta romperlos. Por cierto Gerrard me debes un libro espero que, no presente mucha molestia si te lo pido para mañana a más tardar.-

Dijo con educación y levantando las cejas pelirrojas lentamente esperando una respuesta del contrario que lo miraba apretando los puños. No se tenía que ser un Holmes para entender que a la salida le esperaría una paliza bien bonita y colorida por ese comentario “Bueno, la paliza diaria con probabilidades de una muñeca dislocada y un par de moretones de más” pensó con fastidio al final el pelirrojo sin apartar la mirada del capitán del equipo de fútbol ¿Por qué siempre tenia que saber como acabarían las cosas?

- Steven Gerrard, estoy harto de tu comportamiento, egoísta y agresivo, una más y no me importara que seas el hijo del vicepresidente de la compañía “X” llamare a tus padres.

- Pero profesor…

-Nada de profesor, te quedaras a limpiar.-

La campana de la escuela sonó, anunciando que era el fin del día, y con ello todo lo demás. Como era su costumbre Mycroft Holmes tomo sus cosas y salió del aula sin mucha prisa y con la elegancia felina tan característica de él. Seguramente de ser otro niño quiza “más normal” se hubiera retirado de ahí sin que nadie se diese cuenta y evitarse así la paliza de su vida; sin embargo habían un par de cosas que por “obviedad” ya sabía y salir pillado de ahí no sería más que un esfuerzo en vano, por ejemplo lo mas indudable y que todos sabian era que Mycroft Holmes odiaba correr y sudar, no le gustaba sentir el sudor resbalarse por su cuerpo y mucho menos el dolor en sus extremidades eso no era nada sensato, si salía en este momento irrebatiblemente los amigos de Steven lo detendrían, podría correr, pero venga, no se puede engañar a la madre naturaleza, él era tan gordo y corría tan lento que el esfuerzo de intentarlo solo sería una pérdida de tiempo; además su chofer no llegaba hasta dentro de dos horas como se lo había ordenado desde hace dos años, después de eso estaba seguro que lo esperaría, de esta forma huir ahora seria tan estúpido como desconocer que aceptar una herencia en forma pura y simple significa obligarse por las deudas sucesorias, por eso tenía más probabilidades de huir dentro de dos horas que ahora.

El mayor de los Holmes se quedaba a estudiar una o dos horas más, porque la biblioteca del instituto estaba compartida con la de la preparatoria y la universidad y si, era amplia, muy amplia y a ¿Quién engañaba? Le encantaba estar rodeado de libros, en algún rincón en donde ningún ser humano se acercara para importunarlo. Sin meditarlo ni un minuto más, entro a dicho lugar, tomo dos libros enormes que se describirían mejor como “biblias” del derecho y empezó a pasar página, tras página dejando que el tiempo se perdiera en sus hojas.

OoOoOoOoOOoO

¡Por dios! ¿Cuánto tiempo se había sumergido entre libros? Había devorado dos libros de derecho como si no fueran más que un montón de hojas con dibujos ¡Qué maravilla! Se levanto un poco entumido  sin darse cuenta realmente se acerco a la ventana que estaba a un par de metros de su obscura esquina y se acercó para ver el exterior. ¿Tres horas con veintidós minutos había tardado? Valla, y lo había sabido tan solo de mirar el ocaso de la tarde.

Salió de la escuela con la mochila puesta, se sintió aliviado al no ver a Steven Gerrard y a sus amigos parados donde siempre esperándolo para su paliza diaria; sin embargo sus alarmas internas se encendieron ¿Dónde estaba su chofer? Ese hombre nunca se marchaba sin él, entonces todo alivio se esfumo al darse cuenta de lo que había pasado mientras se dedicaba a leer en la biblioteca, a su espalda pudo oir perfectamente una ironica voz junto con un par de risillas. Rodo los ojos fastidiado al creerse tan ingenuo por sentir que se había salvado de Gerrard y sus simplones amigos.

- Que lastima, tu chofer no está, ya se fue.

- ¿Qué le dijiste Gerrard?

- ¿Yo?, me ofendes Pigcroft, alguna persona le debió de haber dicho que ya te habías ido, además ¿No me digas que pensabas que te ibas a escapar?

- Por breves segundos así fue.-

De la nada sintió un fuerte dolor en el estómago que le hizo escupir bilis y callo de rodillas sosteniendo con asir el lugar del golpe, esta vez el golpe se había intensificado obligándolo a caer de rodillas, en verdad Gerrard estaba muy molesto.

- ¿Han jugado “Bollcroft”? ¿No? Bueno, solo necesitan a su propio puerquito pelirrojo para patear, quien lo haga llorar primero gana y quien le pegue más fuerte tiene un premio mayor.- sonrió con maldad Steven y sus compañeros comenzaron a reír y a mofarse con asir como si de algo muy jocoso se tratara. Con rapidez se le acercaron para empezar a golpearlo sin piedad en el suelo. Unas patadas eran más fuertes que otras, una le había dado de lleno en el rostro y le había roto la nariz, haciéndolo rodar a un costado, fue detenido por nada mas y nada menos que Gerrard, quien sin piedad le aplasto la muñeca cuando trataba de levantarse. Mycroft solto un gran grito de dolor retorciéndose por el calvario que vivía, quizo pedir piedad, misericordia, pero simplemente sus necios labios se negaban a abrirse y soltar nisiquiera un monosílabo correcto de docilidad y pese a sus quejas y gritos de dolor ninguno de los presentes paro hasta que por fin se hubieron fastidiado y cansado de lo mismo.

- A la próxima piensa bien lo que dirás.- musito Steven con enfado respirando agitadamente pero con una grata sonrisa de autosuficiencia en el rostro. – vámonos chicos, dejen al cerdo donde pertenece, en el suelo.- Steven le escupio en la cara y se marcho tras un monton de risas y felicitaciones de sus “amigos”

Mycroft estaba temblando y no por miedo, su cuerpo había liberado adrenalina y esta se había acabado de su rechoncho cuerpo, Holmes tuvo que quedarse en el suelo sin poderse mover. Como lo había previsto antes, después de su paliza tenía la muñeca dislocada y si a eso le sumamos el labio desflorado, la nariz rota, un montón de hematomas y un terrible dolor en el abdomen sus cálculos no habían sido del todo incorrectos. ¡Había sabido como terminaría su dia solo al ver las muñecas desgastadas de Gerrard!

Con trabajo el pelirrojo se puso de pie, se limpió la sangre de la comisura de la boca, detuvo el sangrado de su nariz y se tapó la mano con cuidado antes de recoger sus cosas del suelo, todo su cuerpo le dolia como mil infiernos.

- Bueno, al parecer todos perdieron.- dijo en voz alta para nadie en específico, solo para el mismo. Ninguno de ellos lo había podido hacer llorar y, no es que no le dolieran los golpes ¡valla que sí dolían! Los jugadores de futbol tenían piernas fuertes y aun creía que el dolor le quemaba todo el cuerpo como el hierro mismo; pero él lo sabía, bueno al parecer todo el mundo sabia que esto era lo mas “normal” y resignado su cuerpo se negaba a derramar lagrimas de tristeza, este era el precio por ser diferente, el “dolor” era un pago a la vida por no ser como los demás y por extraño que sonase llorar de coraje, tristeza o dolor no le traía ningún beneficio.

Llego a su casa, cansado, después de haberle hablado a su chofer y pedirle que fuera a recogerle con discreción y ropa limpia, gracias a dios su padre no estaba en casa, no podía decir lo mismo de su madre y su hermano menor.

- Myck, mi amor- dijo su madre asustada al verle el labio abierto y entrar cojeando a la sala donde estaba ella leyendo - ¿Dónde estabas? ¿Otra vez te peleaste?  Me tenías muy preocupada y…

- En la escuela y estoy bien madre no hay ningún problema, me voy hacer los deberes, buenas noches.-

- Pero Myck yo…

- ¡MYCROFT! ¡Mi maldito nombre es Mycroft! ¡Tú me lo pusiste! por el amor a…- El pelirrojo se dio cuenta que estaba pagando su mal día y enojo con la persona equivocada y modero su voz, tenia que controlar mejor sus emociones y mas tranquilo continuo - solo déjame en paz, buenas noches madre.

El pelirrojo se subió a su cuarto sin decir ni una sola palabra más, dejando a su madre con un nudo en la garganta y los ojos llorosos, pobre mujer no sabía lo que había hecho mal para que su hijo fuera de esa manera.

- Hiciste llorar a mamá, de nuevo.- escucho la voz seca de su hermano menor quien lo miraba desafiante junto a su perro “fantástico lo que me faltaba” pensó mientras el menor continuaba hablando - Porque no simplemente le dices la verdad para que dejes de ser el saco de boxeo de tu compañero.

- Metete en tus propios asuntos Sherlock, esto no te incumbe.

- No me importaría si no fuera porque en la escuela no dejan de llamarme Pequeño Sherpig por tu culpa, porque ni siquiera tienes el valor de enfrentarte a ellos cuando te cambian el nombre a Pigcroft.

- ¿y tú sí?

- Por lo menos soy yo el que pega, no al revés.-

Mycroft torció la boca y subió a su alcoba ignorando a su hermano, tenía suficiente con saber que Sherlock tenía razón y con saber que él ya había llegado a esa conclusión desde hace mucho tiempo y para nada le beneficiaba acusar a Gerrard y a sus demás compañeros en el futuro, no le beneficiaba si quería ser del agrado del vicepresidente de la compañía “x” para conseguir la simpatía de cierto político amigo del padre del tonto de su compañero Gerrard…

Dejo su mochila en el suelo con cuidado cuando entro a su alcoba, se sobo el puente de la nariz y suspiro hastiado de todo ¿Por qué no había sido igual de estúpido que todos los demás? Él no había pedido nacer diferente, ni gordo, ni pecoso ¡Odiaba sus pecas!, el no había pedido nacer, Mycroft Holmes simplemente hubiera deseado ser un millonario estúpido mas. Se odiaba así mismo y odiaba a todos, si no fuera porque para poder entrar a trabajar en el gobierno le pedían sus estudios terminados, hace tiempo que hubiera mandado todo al demonio no tenía por qué estar rodeado de animales incultos.

Y por desgracia ese solo fue un día de tantos otros para el pequeño y rechoncho Mycroft Holmes, quien a diario era golpeado, agredido y atacado en la secundaria. Todos los días, lo mismo… la misma monotonía; a excepción de unos días después, sus compañeros se pusieron “creativos” y al salir de la clase de gimnasia porque se aproximaban los partidos estatales lo bañaron de pintura roja y lo llenaron de plumas para exhibirlo en la cancha de básquetbol, como una tradición de suerte, todo el mundo se había reído de él, entre todo el público habían alumnos, maestros y su pequeño hermano Sherlock viéndolo con repudio y coraje.

Si, de ahí en fuera todo era igual que siempre, su cabeza en los inodoros, calzón chino en el desayuno, quemaduras indias en sus brazos, moretones en las piernas, su mochila tirada en la basura cuando no era incendiada sin que nadie supiera quien había sido, entre otros juegos y bromas de mal gusto, en fin, todo era normal y no rayaba en lo extraño.

Como cada año las competencias de futbol comenzaron y para su desgracia el equipo de la secundaria iba ganando en todos los partidos “cuando menos su estúpido ritual de la buena suerte le sirvió de algo” pensó Mycroft cuando todos hablaban de lo bien que les iba y sobre las “maneras” tan estúpidas para festejar con su lastimado cuerpo, hoy tenía un gran corte en el brazo, Gerrard con sus amigos lo metieron al bote de basura de la escuela y al caer se había cortado con un vidrio en el brazo, “Valla fortuna” su madre le había enfrentado para preguntarle que le había pasado, Mycroft sabía que su madre solo quería ayudarlo, pero realmente no haría nada más que perjudicarlo así que la había dejado en la sala de estar sola.

- Volviste hacer llorar a mamá.-

Dijo Sherlock con una rana muerta en la mano saliendo de su habitación sin mirarlo directamente.

- ¿Que le paso a tu cara Sherlock?

- ¿Te interesa? Metete en tus propios asuntos.-

- ¿Quién te hizo eso?- se acercó para analizar a Sherlock más de cerca, su pequeño hermano menor tenía un enorme ojo morado para tener solo siete años, se veía que le habían dado la paliza de su vida, algo en su interior se estremeció y se dijo a sí mismo “es mi culpa” pero su rostro no mostro ninguna señal de arrepentimiento “Sherlock es un estúpido, si tiene la capacidad de correr más rápido que cualquier niño de su edad debería hacerlo”

- ¿Porque? ¿Harás algo si te digo quien fue? Claro se me olvidaba con lo valiente que eres, Pigcroft porque mejor no ruedas a la cocina y me dejas en paz.

- Felicidades Sherlock.-

Respondió fríamente Mycroft, volviendo a su lugar, acomodándose el cabello e ignorándolo como siempre lo hacía cuando ya sabía algo, tenia mejores cosas que hacer, por ejemplo, ir con una enfermera a verse el brazo y conseguir quizás unas tres o cuatro puntadas en la herida.

- ¿Por qué?-

- Es obvio saber quién gano.-

Sherlock chasqueo la lengua, como odiaba cuando su hermano mayor lo sorprendía con sus estúpidas deducciones.

- Deberías poner un hasta aquí con ese chico que te pega en la secundaria Mycoft o lo hare yo.-

En ese momento Mycroft se regresó a ver la mirada desafiante de su hermano menor, estaba sorprendido por esas palabras.

- No te atreverías.-

- No me tientes Mycroft hay más de una manera de darle una buena paliza a ese cerebro de tejón.-

- No, no lo harás.-

- Pruébame.-

- ¡No! Sherlock, esto no es un juego o una cacería, no puedes parar algo que estaba destinado a pasar solo porque quieres, esto es lo que nos merecemos por ser diferentes.-

- Mañana después del juego entonces. Haz que pare o en serio Mycroft, lo hare yo.- Sherlock tomo su rana y se fue corriendo escaleras abajo sin escuchar ni una sola palabra más.

Mycroft se pasó la mano por el rostro, una cosa era que lo golpearan a él y lo molestaran a él, y otra cosa muy diferente era que Sherlock saliera herido y ahora sí que sería por su culpa. “Dios” pensó con pesar  “esto sí que se había vuelto complicado” se dirigió a su cuarto para pensar mejor las cosas con un vaso de chocolate y galletas ya iria al hospital mas tarde.

Notas finales:

Hola a todos! gracias por leer y llegar hasta aca, se preguntaran porque aun no hay Mistrade toda via, bueno pues porque la historia va un poco lenta pero les juro que subire un buen Mystrade, pero por el momento dejemos que la historia se cuente sola y paciencia, siculpen las falta horrograficas, lo cheque como diez veces o mas pero ya saben uno no es perfecto y todavia no tengo un editor, u.u bueno espero leer que les parecio en los comentarios, no olviden que sus lindos y extraños review son el motor de toda historia. besos y abrazos!!!!!! :*


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