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Seras Tú por samyalexg

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Notas del capitulo:

Y llego el viernes. Muchas gracias por sus RW y ahora si, este es el primer capítulo.

Capítulo 1  Aquí, comenzando de nuevo.

 

Me sentía triste y sobre todo perdida. ¿Cómo era posible que mi vida hubiera cambiado tanto? Yo que siempre tenía una linda sonrisa para todos, yo que lo tenía todo: una linda casa, un lindo auto, pero sobre todo una hermosa familia que siempre estaba ahí para apoyarme, pero que ahora no la quería cerca, porque no quería lastimarlas más de lo que ya lo había hecho.

Sabía muy bien quien había ocasionado todo, quien era la responsable de que mi vida cambiara tanto. Por mucho tiempo, pensé que la culpa era de ‘esa’ a la que durante años llamé amiga y que sin darme cuenta poco a poco se robó mi corazón. Mi confidente y sobre todo la persona que con tan solo una palabra podía destruirme... Y sin duda lo había hecho. Y es que la palabra traición se había inventado para esas cabronas que se decían nuestras amigas y que en realidad no lo eran.

¿Cómo permití que las palabras de una sola persona alterara de tal manera mi forma de ser, mi mundo, mi vida?

Pero no, por más que pudiera culparla, intentar odiarla, echarle la culpa de todos y cada uno de mis problemas, no podía, por que la culpa era mía yo era la que había confiado en ella cuando todos los demás me decían que no lo hiciera, que me utilizaba y eso era algo que no podía perdonarme. No podía creer lo ciega que había estado y lo mucho que había dado por alguien que no valía la pena. Y nadie nunca más volvería a tener ese efecto sobre mí, nadie volvería a ser tan cercana como para lastimarme.

Como buena mujer cuando se siente herida exige un cambio físico, uno en el que sienta que es alguien nuevo y renovado y no fui la excepción. Para empezar me pinté el cabello de rubio a negro con mechones rojos, verdes, morados y creo que incluso tenia uno amarillo, pero después decidí que los colores hacían que llamara más la atención y ero lo que menos quería en ese momento por lo que me las quité dejando mi cabello de color negro que hacía que mis ojos azules resaltaran muchísimo. Al mismo tiempo dejé de usar cualquier prenda de color para sustituirla por el negro. Luego vino mi actitud, de afable a seca.

Me empecé a alejar a las personas que se interesaban por mí. Cambié tanto mi actitud que mis amigos tenían miedo de mis reacciones y mi familia de mis crueles comentarios. Pero algo en lo que nunca pensé fue en la soledad y es que ‘Soledad’ es una palabra tan común y que al mismo tiempo engloba mucho dolor. Tan simple y compleja a la vez, y es que puedes estar en soledad sin nadie alrededor y sentir que estás acompañada, pero luego puedes estar rodeada de miles de personas y sentirte muy sola. Y así me encontraba antes de dejar mi hogar.

Pensé que alejando a todos iba a superar mi problema, que sin ayuda lo lograría, pero solo fui hundiéndome poco a poco en mi dolor. Estaba destruida y necesitaba ayuda, pero mi orgullo era tal que me lo impedía.

Siempre que intentamos ser alguien que no somos nuestra nueva actitud termina por aplastarnos y eso me pasó.

–Me voy – Tomé mi bolso con la intención de salir una noche más.

–¡No vas a ir!– Su agarre me lo impidió, me sentía enojada, no con ella, no con nadie en específico, pero me sentía sumamente molesta.

–No te estoy pidiendo permiso–

–Harás lo que te digo–

–No, no tengo porque obedecerte–

–Soy tu madre y...–

–Tú no eres nada mío– Estaba más que furiosa y no medí mis palabras, simplemente no pude detenerlas.

–¡¿Qué?!–

–¡¡QUE TÚ NO ERES MI MADRE!!– Después del portazo que di al salir de la casa el arrepentimiento se apoderó de mí, pero ya no podía hacer nada.

Ese día que vi el dolor en la mirada de mi madre por motivo de mis terribles comentarios, me di cuenta que no podía seguir así, después de todo mi familia no tenía por qué soportar mis estupideces solo porque yo estaba enojada con el mundo.

Mi madre… sí, y es que aunque le había dicho que no lo era, en realidad siempre la vería así, como mi pilar, mi ejemplo a seguir, como mi apoyo… Pero ahora no podía ni verla a los ojos. Me sentía atrapada, sentía que cada día que pasaba me asfixiaba y entonces ‘la Lagartija’, como llamaba a mi pequeña hermana, me dio la solución a mis problemas.

Esa noche cuando regresé a casa no podía dormir, por más que intentaba no podía dejar de dar vueltas en la cama y entonces la luz de un relámpago lejano inundó mi habitación, definitivamente habría tormenta.

Siendo la mayor por casi seis años debería ser yo la que cuidara de mi pequeña hermana, pero no, siempre ha sido ella la que cuida de mí. Antes de que naciera, en la noches de tormenta me escabullía para ir a los brazos de mamá, pero cuando mi pequeña Lagartija se hizo un poco mayor me colaba en su cama para que me abrazara y esa noche para su sorpresa, entré a su cuarto y me recosté a su lado. De inmediato sentí sus brazos cernirse sobre mí.

–No quise lastimarte, no era mi intención lastimarlas– Le susurré en medio de la noche.

–Lo sé–

–Es solo que todo se ha complicado, es que ella…– Y no pude decirle el nombre de quien me había lastimado –Necesito irme Lagartija, necesito escaparme, me duele estar aquí– Sabía las preguntas que surcaban por su cabeza, pero sólo dejó escapar un largo suspiro.

–¿Pero a dónde iras?– Me dijo mientras acariciaba mi mejilla.

–No lo sé– Un trueno se escuchó muy cerca y totalmente feroz y entonces una vez más me estremecí, sus brazos me rodearon con mayor fuerza. Me siento tan segura entre ellos.

–Deberías de hablar y decirles lo que te está pasando–

–No, no lo entenderían–

–Entonces dímelo a mí– ¿Qué me está pasando? Siempre hemos confiado la una en la otra pero esta vez no quiero decirle, así que me quedé callada.

–Sé a donde puedes ir– Me dijo de repente.

–¿A dónde?– Le pregunté sin mucho ánimo.

–Al departamento– Me dijo como si fuera lo más obvio.

–Pero se van a enterar–

–Mmmm les diré que una amiga irá a estudiar allá y necesita donde quedarse, sabes que les encanta ayudar–

–Pero, cuando Donuan me vea les avisará– Una pequeña risa escapó de sus labios, y es que a pesar de que los años han pasado aun le llamamos así por el cariño que le tenemos.

–Tienes razón– Sentí como acariciaba mi cabello y levanté mi mirada para encontrarme con esos ojos chocolate que tanto me gustan –Te ves tan diferente con el cabello negro, lo bueno es que te quitaste esos mechones de colores, aun así pareces otra persona…– Me comenzó a decir, no solo me veo diferente sino también me siento diferente. Creí que me daría un sermón, pero lo que hizo fue soltar una carcajada –Jajajaja… pero claro–

–¿Qué?–

–Eso– Me señaló el cabello –Te hace ver diferente, no te reconocerá cuando te vea, dalo por hecho–

–Es que ya no soy la de antes–  

–Lo sé– Y un nuevo brillo apareció en su mirada –Eso es, te cambiarás el nombre–

–¿Qué?– Mi hermana en definitiva ve demasiada televisión.

–Sí, si quieres ser otra y que no te reconozcan, cambiemos también tu nombre mmmm ¿Cuál era el nombre qué te querían poner? Ese que le encantaba a mami–

–Mmmm ¿Kim?–

–Pues entonces serás Kim– La miré como si estuviera viendo a una loca de remate, pero si lo pensaba bien era la mejor de las ideas. Una sonrisa apareció en mi rostro después de mucho tiempo y es que la loca idea de mi hermana era perfecta.

–Gracias Lagartija– Esa noche dormimos abrazadas y para mi sorpresa me sentía como si me hubieran quitado un peso de encima.

Pasaron un par de semanas antes de irme, primero tuve que terminar todos mis exámenes y una vez que me aseguré de que pasé, preparé una maleta, tomé mis ahorros y los de ‘la Lagartija’ y mi hermana me llevó al aeropuerto. Nos dimos un abrazo de esos que duelen porque dejas ir a alguien pero que sabes que la distancia jamás te va a separar de esas personas que quieres.

Dicen que alejarse de los problemas no los resuelve, pero definitivamente necesitaba alejarme para encontrarme a mí misma, para sanar y sobre todo para aprender a perdonarme y volver a ser la persona que siempre sonreía.

Llegué a la ciudad que alguna vez había sido el hogar de mi madre. Un día con lluvia me dio la bienvenida a esta nueva pero conocida ciudad, tal parecía que mi estado de ánimo se reflejaba con el día triste y gris. Aun me sentía culpable por haber dejado mi casa y a mi familia en la forma en que lo hice, pero lo que más me causaba dolor fue haber lastimado a la persona que sin ningún lazo sanguíneo me había criado como si en verdad fuera su hija. Ella no sabía lo que me había pasado, no entendía la razón de por qué había dicho lo que dije, pero por ahora ya no podía remediarlo. Sabía que llegaría el día en que volvería a casa y suplicaría si fuera necesario el perdón de esa mujer a la que quería con todo mi corazón y sobre todo admiraba.

Tenía el dinero suficiente para vivir un mes sin problemas, el no tener que pagar una renta era algo que innegablemente ayudaría a mi economía, pero tendría que conseguir un empleo si quería sobrevivir sin el apoyo económico de mi familia.

Tomé un taxi hasta el departamento que muchas veces había compartido con mi familia mientras estábamos de vacaciones en esta enorme ciudad. Y aunque en un principio sentí miedo de que el portero del edificio me reconociera, después me tranquilicé al ver que aquel personaje que me había visto desde que era una pequeña niña parecía no saber quién era.

–Soy Kim, estaré ocupando el departamento...– Le dije al portero al ver que no me abría la puerta y esperaba una respuesta. Me miraba fijamente de arriba abajo y lo aceptó, parecía una delincuente y resultaba sumamente sospechosa porque aunque el día estaba gris yo tenía los lentes obscuros puestos, mis ropas estaban rotas, y las perforaciones en mi cara no ayudan a cambiar esa idea en la gente mayor. Al principio no dijo nada, pero cuando el señor bajó la mirada a una libreta cambió su mirada.

–¡Oh claro señorita! Pase, pase, disculpe que no le abriera antes, pero es que solo me dieron su nombre, no sabía cómo era usted– Me dijo mientras me abría la puerta y me pasaba a la recepción –Y ya soy algo viejo para recordar cosas, pero lo bueno es que lo anoté– Tomé mi maleta y solo afirmé con un movimiento de cabeza.

–No se preocupe, suele pasar–

–El elevador está al fondo–

Si lo sé, era lo que iba a responder pero se suponía que era la primera vez que estaba aquí –Gracias–

–Por favor si se le ofrece algo no dude en llamarme–

–Está bien– Dije seriamente mientras caminaba al lugar indicado.

Una vez que entré al elevador y las puertas se cerraron, me sentí segura, aunque una extraña sensación me invadía. Por primera vez viviría sola, no habría nadie al llegar a casa y no habría nadie que me hiciera compañía y eso por un momento me asustó.

Pero cuando abrí la puerta de aquel lugar que a partir de este momento se convertiría en mi refugio, una sensación de paz inundó mi cuerpo además este tipo de soledad era necesaria y ya era hora de empezar a ser independiente.

–Todo va a estar bien– Me dije mientras sonreía y veía lo que sería mi nuevo hogar.

Cerré la puerta tras de mí, y miré a mi alrededor, hacia menos de un año que habíamos venido a este lugar por los negocios de mamá y como casi siempre veníamos todos juntos. Fue tan diferente entonces, cerré los ojos y casi podía escuchar sus voces, fue tan solo un mes antes de que… –¡Basta!– Me recriminé a mí misma.

Dejé mi maleta a un lado y caminé hacia la cocina, abrí el grifo y un chorro de agua refrescante salió por él, estoy segura que todos los servicios del departamento servían, la Lagartija se había asegurado de que así fuera, aun no dejo de sorprenderme por la astucia y eficiencia de mi pequeña hermana. Me dirigí a la habitación que compartía con mi hermanita y lo primero que vi al entrar fue una foto de mi familia.

–Éramos tan felices– Dije acariciando cada rostro de la imagen –Te quiero mamá– Lo dije al llegar a esa mujer de hermosa mirada que abrazaba a mi pequeña hermana y después me miré a mí misma ¿Cuán diferente era esa persona a la que era ahora? Mucho, había años luz entre una y otra, tal parecía que solo esos impresionantes ojos de color azul era lo único que aseguraba que yo había sido esa niña de la foto. Pero sanaría, algo dentro de mí me lo decía y entonces volvería a ser feliz y le pediría perdón a mi madre y todo estaría bien ¿Verdad?

–¿Verdad mamá?–

Me sentía cansada, no sé si era la diferencia de horarios lo que me estaba afectando o era todo el peso de las emociones que había tenido que soportar estos últimos meses que hacían que me sintiera así. Llegué hasta mi cama y me quedé dormida. Soñé con mi familia, estábamos frente al mar como tantas veces lo habíamos hecho, pero esta vez ellas se iban caminando por la orilla y yo me quedaba contemplando las olas y entonces me encontraba en absoluta paz y una melodía que venia del mar empezaba a escucharse, era tranquila y me hacía sentir muy bien, pero fue el murmullo de esa misma voz que escuchaba en mis sueños que me fue despertando. Entonces me di cuenta que en realidad había música y que en verdad había una voz cantando, por un momento pensé que era mi hermana pero después ubiqué donde me encontraba y que eso no era posible.

Me levanté rápidamente de la cama, fui hasta la pared y pegué mi oreja para tratar de escuchar mejor, fue cuando escuché una voz muy hermosa –Me pregunto ¿Quién será?–

Estuve así hasta que la música dejó de sonar y la voz ya no se escuchó. Intenté dormir de nuevo pero ya no tenía sueño, vi el reloj y aunque aquí ya era muy tarde para mí apenas empezaba el día.

–Tengo que acostumbrarme al nuevo horario– Me recosté una vez más y aunque me dispuse dormir me fue imposible. Me levanté y me puse a recorrer el departamento y como ahora yo era Kim iba a empezar a ser una nueva persona. Me puse a guardar todas las fotos de la familia en una caja. Moví uno que otro mueble y revisé los closets, aun había ropa de mi mamá y me probé algunas cosas. No había traído mucho equipaje por lo que tendría que usar su ropa. Encontré cierta caja con juguetes que en definitiva no son para niñas pequeñas y entonces sonreí, si no supiera lo abierta que es mi madre ante el tema del “SEXO” me hubiera sorprendido, pero de alguna forma siempre supe que ella usaría cosas como estas para hacer feliz a su pareja. Cerré la caja y la metí hasta el fondo del closet y después de echar un vistazo tomé la decisión de quedarme en la habitación con la cama más grande.

Fui por mi maleta que había dejado junto a la puerta y me dispuse a guardar mis cosas, acomodé al pequeño gato de mi hermana sobre mi ahora cama y cuando termine me di cuenta que ya era la hora del desayuno así que fui hasta la alacena y para mi sorpresa vi que tenía algunas cosas: galletas, leche, pastas, algunos cereales y al revisar la fecha me di cuenta que habían sido compradas recientemente.

–Lagartija, de seguro fuiste tú– Y sonreí, en definitiva mi hermana siempre me cuidaba.

Preparé algo sencillo y me dirigí hasta el sofá para ver algo de tele, me acurruqué y ahí me quedé todo el día. Mañana buscaría empleo.

Al día siguiente salí muy temprano en busca de empleo después de todo dudo que sea difícil. Pero ¡Oh sorpresa! Yo toda una licenciada en publicidad y relaciones públicas no podía conseguir nada si no presentaba un maldito papel que comprobara que había pasado cuatro años estudiando. Lo acepto aun me falta obtener mi título pero tengo la suficiente experiencia para obtener cualquier empleo. Y es que el problema era que si yo decía quién era pedirían referencias y mi madre sabría donde me he estado ocultando. Además tenía el dinero necesario para vivir durante un tiempo, así que decidí que lo intentaría mañana.

Pero el mañana se convirtió en otro mañana y así hasta que se cumplieron dos semanas completitas. Ser alguien independiente significaba que ahora tenía otros gastos y el dinero que pensaba que me duraría un mes se fue muy rápido y aunque estuve tentada de echar mano de mi cuenta bancaria donde depositaban mi mensualidad me abstuve por un mensaje de la Lagartija.

–No uses la tarjeta de crédito–

Era lo único que me había escrito y entonces le hice caso, si mi hermana lo decía era por algo y ya habría tiempo cuando hablara con ella para saber la razón.

Dejé escapar un suspiro, ya ha pasado mucho tiempo y estar encerrada y recostada en ese viejo sillón azul viendo televisión casi todo el día no ayudaría en nada a mi situación. Me seguía lamentando día a día y solo las breves llamadas o mensajes que intercambiaba con mi hermana era lo que la mantenían a flote. Días después me explicó que mi madre revisaba el estado de cuenta de mi tarjeta para ver si así sabía donde me había metido y que por eso si aún quería seguir en mi nuevo refugio, lo mejor sería no usar la tarjeta al menos que fuera una emergencia.

Se suponía que me había alejado para hacer algo, para cambiar y regresar mi vida a su cauce, pero no estaba haciendo nada para arreglarlo y quedarme casi sin dinero creo que fue el primer motivo para dar el primer paso y buscar empleo nuevamente. Así que después de darme una larga ducha y arreglarme un poco, me quite los piercing, peine mi cabello alborotado y aunque mis ropas eran negras me veía muy decente, así que salí a conseguir empleo una vez más.

Pero no era fácil, solo me prometían que me llamarían pero nunca lo hacían. Me sentí derrotada, pero sabía que si me daba por vencida regresaría a ese sillón azul y quien sabe qué día volvería a salir. Tenía que despejarme y distraerme un poco por lo que me dirigí a la zona gay de la ciudad y me dispuse a tomar una copa, después de todo no me alcanzaba para ponerme borracha aunque era algo que en verdad me hubiera encantado en este momento.

Mi sorpresa fue que al entrar vi un cartel donde solicitaban a una ayudante de cantinera, así que pregunté sobre los requisitos y para mi buena suerte solo era llenar una solicitud de empleo y un teléfono al que se pudieran comunicarse conmigo, me contrataron de inmediato ya que les urgía la ayuda. Salí de ahí con una sonrisa en mi rostro, ahora era la nueva ayudante de cantinera del famoso ‘Blue Factor’. La paga no era mucha pero todas las propinas que se recibían serian divididas y si usaba mi encanto estoy segura que podría conseguir muchas propinas.

A la semana de estar trabajando ahí me sentía muy contenta, el ambiente en este nuevo trabajo era increíble, mi mamá siempre dice que conocer a nuevas personas y dejarlas entrar en tu vida era como viajar a un nuevo país… a un nuevo mundo y que razón tiene. En un principio me negué a llevar mi relación laboral a algo más, sobre todo porque me había prometido no dejar que nadie fuera de nuevo mi amiga, pero conforme pasaron los días y mientras más convivía con Jime esa loca idea se borró.

Jamás me imaginé que Jimena o Jime como la llamábamos todas, llegara a ser mi amiga, he de admitir que al principio me daba un poco de miedo, pero es tan dulce. Innegablemente las apariencias engañan, porque esa chica butch llena de tatuajes, con una voz ronca y casi masculina que la hace ser endemoniadamente sexy, resultó ser una de las socias del bar además de trabajar como cantinera.

Jime es mi jefa inmediata, siempre me está enseñando la forma correcta de servir los tragos y como ligar con las chicas lindas. Ella al igual que Rox (la otra socia del bar) son las únicas que no usan pelucas de colores, al parecer solo era algo para las ayudantes como yo.

–¿Por qué tengo que usar esto?– Dije señalando mi peluca que en ese momento era rosa.

–Es la forma de decirle a las demás que eres mía– Dijo Jime tomándome de la cintura y dándome un beso en la mejilla.

–Ya quisieras– Le dije dándole una palmadita en la mejilla.

–Tú te lo pierdes guapa– Y ambas reímos –Creo que es el color lo que no te favorece–

–¿Tú crees?– Se acercó a mí de nuevo y fijó su mirada en mis ojos y sin decir nada se agachó y de una caja sacó una peluca de color azul eléctrico.

–¡Póntela!– Solo sonreí y negué con la cabeza, pero le hice caso –Fiu fiuuu, sí que te queda bien– De inmediato volteé al enorme espejo que estaba detrás del estante de los licores y en definitiva me gustó lo que vi. Desde esa noche siempre usé esa peluca de color azul que hacía que mis ojos resaltaran. Y que me hacía ser una tercera persona muy diferente a Kim o a…

–Oye Kimi, te espero aquí mañana– Me dijo mientras estábamos limpiando la barra, cosa que hacíamos después de que el bar cerraba.

–¿Para qué? Es mi noche libre–

–¿Que no sabes querida aprendiz? Jime no solo es la mejor cantinera friki del mundo mundial si no también es la mejor baterista…– Volteé a ver a Freddy ese chico lindo que era mesero y se había autonombrado mi sensei, según él me enseñaría a mover la cadera con estilo para ganar más propinas y estoy segura que Shakira lo envidiaría –…se presenta aquí los jueves con su grupo– Me terminó de decir.

Volteé a ver a Jime incrédula ella solo tenía una enorme sonrisa en el rostro, eso tampoco me lo hubiera imaginado y sería más que genial verla, pero mentalmente estaba haciendo cuentas, el próximo pago no sería sino hasta el sábado, y si quiero comer el jueves y el viernes, creo que mejor me negaré por esta vez, después de todo ya tendría otra oportunidad para ver a mi nueva amiga en el escenario.

–Me encantaría pero tengo planes, tal vez la próxima vez Jime–

–Claro Kimi, aunque…–

–¿Aunque?–

–Deberías de dejar de ser tan misteriosa, casi no sabemos de tu vida, y el que vengas un jueves nos daría la oportunidad de convivir un poco más– Lo acepto puede que Jime sea mi amiga y que Freddy sea mi amigo pero ellos sabían muy poco sobre mí. Lo único que les había dicho es que no era de aquí, que por eso mi acento de repente era raro y que vivía sola en un departamento que me prestó una amiga. –Prometo que vendré en otra ocasión–

–Eso espero Kimi– Y Jime me dio un fuerte abrazo –Somos amigas ¿Verdad?–

–Por supuesto– Si, por supuesto que sí.

Y por eso amaba mi trabajo, jamás me había divertido tanto, aunque estar de pie durante ocho horas era cansado pero el problema era que aun con las propinas mi cheque se iba en pagar las cuentas. Y es que al pagar los servicios del departamento me quedé con lo suficiente para galletas y café. Serán unos días largos y sin lugar a dudas pasaría hambre a no ser que encontrara otro empleo.

Regresaba de hacer las compras, aunque en realidad no eran muchas cosas las que había comprado, simplemente era lo básico, también acababa de dejar una solicitud para mesera en un restaurante no muy lejos del bar y una vez más me dijeron que ellos llamarían. Antes de llegar al departamento me detuve en un restaurante de comida china donde Freddy me había asegurado más de una vez que servían un muy buen café y como hoy sería una larga noche, pensé que lo mejor era llenar mi sistema de una buena dosis de cafeína.

‘Se solicita repartidor que sepa usar moto, sexo indistinto ¡URGENTE!’

Decía un cartel en la puerta. Definitivamente necesito más dinero y creo que esto me ayudará un poco. Entré y pedí informes, el dueño fue el que me atendió. Era un señor ya mayor y por supuesto chino, por lo que su español era como el de todos los chinos que apenas están aprendiendo el idioma.

–¿Tu manejal moto?– Me preguntó y me miró de arriba abajo. Espero que no se me note que no he dormido.

–Sí, señor–

–¿Segula? Yo no quielo ploblemas, yo no pago doctol–

–No se preocupe, se manejar bien– Eso se lo debo a mi madre, ese recuerdo hace que sonría y el gesto de molestia que tenía el señor se evaporó.

–Yo pagalte eto– Y me dio un papel con la cantidad, tampoco era mucho, pero si lo sumaba a lo que ganaba en el bar se ajustaría a lo que necesitaba –Ma plopina y tu comel aquí si quieles– Y entonces me convencí de que tenía muy buena suerte en esto de buscar empleos, aunque he de admitir que no soy muy fan de la comida china pero cuando uno empieza a tener hambre, hasta el pan duro es delicioso.

–Acepto–

–Mul bien, tu pasal atlas pala que te digal donde il–

Y sí, así de simple conseguí mi segundo empleo. La verdad es que pensé que todos los que trabajaban ahí eran chinos pero solo eran el señor Chao (mi jefe) y su esposa Bo. Jaime era el cocinero y resultó ser sumamente amable, siempre antes de irme a mi otro empleo me daba una bolsa de comida y aunque la primera vez pensé que sería lo mismo que servían en el restaurante resultó ser comida normal. Mis preocupaciones ahora eran menos, ya tenía un poco más de dinero y una comida caliente todos los días. Y durante este corto tiempo empecé a resolver mis problemas. Creo que estoy haciendo bien, y realmente me gusta mucho lo que estoy viviendo en este momento.

Mi turno terminaba a eso de las diez de la noche y salía corriendo para poder tomar el camión que me llevaría hasta el bar, un día al salir choqué con el señor Chao que iba acompañado de su esposa y le tuve que contar sobre mi otro empleo. Para mi sorpresa muy amablemente me dejó que usara la moto para poder ir al bar.

–Kim, tu sel glan lepatidola, y yo vel que sel buena muchacha y muy lesponsable, toma– Me dijo ofreciéndome las llaves de la motocicleta –Tu quedalte la moto–

–Pero señor Chao yo…–

–Solo si la cuidal  bien y lepalas si se decompone y complas gasolina–

Sin pensarlo hice una reverencia que hizo reír a mi jefe y a su esposa, y luego los abracé a los dos.

Así que dos meses después mi vida consistía en repartir comida china en las tardes y trabajar en el bar en las noches. Descubrí que lo que más disfrutaba era que al salir casi en la madrugada del bar y subirme en la pequeña moto sentía el aire frío en mi rostro. Era… era como si fuera libre, con mi cabeza vacía, sin ningún pensamiento y sobre todo me sentía ligera.

Pero había algo más, aunque llegaba cansada a mi casa, extrañaba a mi familia y sí, había empezado a cambiar, pero aún tenía muchas cosas que solucionar.

Lo único que me hacía sentir acompañada ciertos días era cuando escuchaba la voz de mi vecina, aunque ya llevaba tres meses viviendo en el departamento, aun no la había visto y no es que no tuviera curiosidad de ver el rostro de la dueña tan hermosa voz, pero simplemente no me atrevía ir a tocar su puerta, después de todo no quería que pensara mal de mí.

Las horas libres que tenía durante el día me disponía a dormir, para recuperarme y aunque ha habido reuniones vecinales yo no asistía y es que me parecían aburridas.

Hoy es mi día libre, no tenía que ir a ninguno de mis dos empleos y decidí que hoy era un buen día para descansar todo el día y relajarme, así que estaba fumando recostada en el pasto del pequeño parque que está a un lado del edificio.

–¿La viste?– Dijo una señora que creo es del departamento 8, y a mi parecer su cara es como de una víbora venenosa –Otra vez llegó a las tantas de la madrugada en esa moto– Y entonces con mucho cuidado me refugié en el pequeño arbusto para seguir escuchando lo que obviamente estaban hablando de mí.

–Y esos pantalones ajustados que usa ¡Dios! No tiene vergüenza– Dijo la que me parece que es del 6 –Hasta a mi Ricardito se quedó con la boca abierta– Si en definitiva la del 6 cara de lagartona y madre del cara de sapo –Pero ya le dije, que ni se le ocurra salir con esa prostituta–

¿Prostituta? La furia se apoderó de mí y entonces ya iba a salir de mi escondite, nadie me llama de esa manera, pero fue más mi curiosidad la que me obligó a quedarme escondida, quería saber que más hablaban de mí esas ‘señoras respetables’

–¿Cómo que prostituta?– Dijo la cara de víbora.

–¿Pues qué otra cosa puede ser? Llega siempre en la madrugada y siempre usa ropa ajustada– Dijo la lagartona.

¿Qué culpa tengo yo de tener una hermosa figura? Además mi mamá siempre me enseñó a vestir bien y a no temer el mostrar mi cuerpo y bueno en el bar el que yo use ropa de este estilo significa que recibimos más propinas.

–Pues dudo que ‘esa’ sea una persona decente– ¡Maldita alimaña! –Además creo que es la amante de alguien– Ahora resulta que tengo una amante y solo por llegar tarde en las noches o mejor dicho muy temprano en la madrugada… como sea, son unas…

–¿Pero eso como lo sabes?–

–Se le nota y algo dentro de mí me lo dice– ¿Qué se me nota?

Sinceramente en este punto fue que decidí salir, obvio las dos se pusieron pálidas al verme y aunque quería aplastarles la cara contra el pavimento, recordé las palabras de mi mamá ‘Cuando alguien te ofenda con palabras, solo tú les darás las fuerza de lastimarte si las crees’ Así que las mire fijamente, las recorrí con la mirada, puse mi cara de asco, me puse los lentes obscuros y me fui de ahí.

Estaba sumamente enojada, estaba esperando a que bajara el elevador y así poder subir, pero como estaba tardando le di una patada a la puerta, puse mis manos sobre esta y trate de empujarla como si pudiera derrumbarla aunque sabía que eso sería imposible, respiré una y otra vez y por un momento me calmé  –Malditas estúpidas– Pero solo recordar sus palabras me hicieron de nuevo enfurecer y de nuevo empujé con todo el peso de mi cuerpo y cuando las puertas del elevador se abrieron me quedé sin el apoyo que me sostenía y caí sobre alguien –¡No puede ser!– Me levanté lo más rápido que pude.

–¡Diablos mi blusa!– Y es que ahora la blusa pulcramente blanca de una chava como de mi edad estaba llena de café, estaba por disculparme no era mi intención ensuciarla pero… –¿Por qué no te fijas imbécil?–

Y entonces todo lo que había estado tratando de controlar causado por las idiotas de afuera, explotó –¿Por qué no te fijas tú?– Levantó su rostro para mirarme, esperaba una mirada de desafío y enojo pero solo me pude ver reflejada en sus lentes oscuros aunque bajo de ellos estaba más que segura que estaba una mirada de puro odio.

–Tú eres la que cayó encima de mí, carajo, eres una torpe– Dijo con un leve acento Español.

–¿Y por qué no te quitaste de mi camino entonces? Y no, no soy torpe, tú eres la idiota que no se movió–

–Si te quitaras esa gafas obscuras tal vez me verías y no tendría que ser yo la que me quitara de ¡TU CAMINO!– Me dijo mientras enterraba una y otra vez su dedo en mi brazo, tal parecían piquetes de araña de lo duro que lo estaba haciendo, tanta era su fuerza que me hacía retroceder hasta que ella salió del elevador.

–Pues lo mismo digo ¡Quítate esos lentes baratos! Y además niña…– Empecé a hacer lo mismo con mi dedo sobre su brazo derecho. Pero en eso sonó mi teléfono y al ver que era mi hermana quien me llamaba contesté –Espera un momento pequeña– Y me dirigí una vez más a mi furiosa vecina –No tengo tiempo, mándame la cuenta de la tintorería y me hago cargo– Y escapando a ese maldito dedo la deje ahí sin dejar que me dijera algo más y me subí al elevador.

–¡TENLO POR SEGURO TORPE!– Fue lo último que escuché antes de que se cerraran las puertas.

–¿Qué fue eso?– Me preguntó mi hermana.

–Eso fue una de mis molestas vecinas–

–¿Estaban peleando?–

Expulsé todo el aire de mis pulmones y le conté lo que pasó. Cuando llegué a mi departamento, me dejé caer en el sillón azul, sé que yo no soy así, no era así, tan…tan impulsiva.

–Y eso fue lo que pasó– Solo hubo un silencio en la línea – ¿No me dirás nada?–

 –Solo recuerda que del odio al amor hay un paso– Me dijo de la manera más seria posible.

–¡Cállate Lagartija! Ni de broma lo digas–

–Jajajajaja– Y soltó la carcajada y me contagió – ¿Por lo menos es guapa?– Y no dije nada –Vaya, vaya–

–Yo no he dicho que sí–

–No hace falta– Y empezó a reír –Por lo menos tiene linda voz–

–Ya cállate–

–Uy esto es serio ¿Me invitas a tu boda?–

–¡Lagartija!–

–Ya, ya, está bien, mejor cambio de tema– Me dijo riendo, me sentí tan bien, definitivamente extrañaba escuchar su risa  –Y bueno ¿Cómo te ha ido?– Me preguntó una vez que se calmó.

–Bien, hoy es mi día libre pero se vio arruinado cuando escuché a dos de mis ‘queridas vecinas’ en el parque hablando de mí–

–¿Y que decían?–

–Que era una prostituta, que por eso trabajo de noche–

Casi puedo asegurar que mi hermanita se levantó de golpe al escucharme –¡Malditas! Cuando vaya ya verán que nadie le dice eso a mi hermana– Y entonces sonreí. Ella siempre cuidándome, aunque esté muy pero muy lejos.

–Pero creo que sus comentarios sí me molestaron porque por eso seguí la discusión con mi vecina cuando le tiré el café y le manché su blusa–

–Ah ya entiendo– Y puedo jurar que mi hermana sonrió –¿Si no hubieras estado enojada no hubieras discutido con ella y la hubieras invitado a salir?–

–La verdad no sé– Y suspiré. Mi hermana solo comenzó a reír ¿Cómo se le metió esa idea  ahora en su loca en la cabeza? Y como no quería averiguar cambié el tema –¿Cómo está todo por casa?– Y entonces mi hermana se quedó callada –¿Pasa algo?–

–Mamá está preocupada, aún revisa tu estado de cuenta para intentar saber dónde estás y se nota que no duerme muy bien–

–Diles que estoy de vacaciones en España o en Italia y que tengo un empleo de mesera, pero que hablo contigo para decirte que estoy bien–

–Se lo diré, pero…– Y una vez más se quedó callada.

–¿Pero?–

–Ella discutió con el abuelo, la acusa de que fue por su culpa el que te fueras y ahora no se hablan– En realidad no era novedad que ellos discutieran, pero por el tono de voz de mi hermana se notaba que había sido una gran pelea –Mami trato de solucionar las cosas pero fue en vano– Y mi corazón se apretó.

–No era mi intención ocasionar tantos problemas– De nuevo todo vino a mí, la razón de mi partida y el por qué estoy sola en este departamento lejos de mi familia.

–Lo sé, y aunque aún no me dices que o mejor dicho quién es la que te motivó a marcharte… yo sospecho de quien se trata, pero bueno entiendo que necesitas este tiempo para ti– Dijo todo eso sin tomar aire, justo como mi madre lo hacía.

–Te lo diré Lagartija, algún día te contaré todo– ¿Por qué no puedo? ¿Por qué no desahogarme con ella, mi hermanita y confidente? Ella lo sabe todo de mí ¿Por qué no puedo?

–Está bien–

Mi hermanita sabía que ese tema también sería mejor dejarlo, así que platicamos solo un poco más de su vida y su tonto enamorado. Recuerdo la cara de mi madre cuando le dijo que tenía un novio, y de cómo habíamos reído por el drama que había ocasionado por su ‘bebé’… como quisiera regresar a esos días donde todo estaba bien.

Aún era temprano, pero no quería salir a ningún lugar, mi vicio por la nicotina ya me estaba llamando, pero de ninguna manera me iba a arriesgar a salir a fumar al parque y encontrarme con las estúpidas de mis vecinas. Así que tomé mis llaves y fui hasta el techo del edificio. Solo una vez había subido aquí con mi mamá, y no había notado la hermosa vista que se podía apreciar desde este tranquilo lugar. Miré a mi alrededor y encontré un bote que bien me podría servir de silla, lo volteé y lo acerqué hasta la orilla del edifico. Al sentarme me di cuenta que si levantaba mis brazos y los cruzaba frente a mi rostro podía recargarme en la pequeña barda y ver todo el paisaje, definitivamente este sería mi nuevo lugar para fumar.

Y por primera vez acepté que estar sola no era fácil. Que en definitiva este era un buen lugar para comenzar de nuevo y aunque extrañaba a mi familia ya no me sentía sola. Que las personas necesitan de otras  y que no porque me lastimaron una vez significa que lo harán de nuevo. Que mis nuevas amistades eran buenas personas y que sería buena idea dejarlas entrar un poco más y enseñarles quien soy.

Después de un par de cigarrillos me sentía calmada, aún estaba preocupada por mi madre y el abuelo, pero sé que ellos harán las paces. Vaya que este día ha sido todo menos el día que esperaba para calmarme y relajarme y entonces recordé la pelea con mi vecina.

Una sonrisa apareció en mi rostro –Si no fuera tan odiosa, grosera... hermosa– Y suspiré – Ya, ya deja eso– Me recriminé en voz alta.

¿De dónde saco que es hermosa? Mmmm bueno si lo es, tiene un lindo cuerpo y esas manos Dios, son largas y delgadas ¿Tocará el piano? ¿Le gustará la música? –Tiene linda voz– Recordé las palabras de mi hermana. Le di una calada más a mi cigarrillo y como si todo hiciera clic –¡Por Dios! ¿Pero por qué no me fije en eso? No, no puede ser, era ella... es mi vecina… la de voz hermosa– Sonreí –Así que ella es la dueña de tan hermosa voz. Sí que es hermosa, mañana le pediré una disculpa– Y tal vez si la pequeña discusión se soluciona ella podría ser también mi amiga.

Notas finales:

Eso fue todo, nos leemos el proximo viernes


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