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La peor traición por minima

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Notas del capitulo: Muchas gracias por seguir mi historia 
Este es un capitulo algo corto pero espero que les guste
Mmmm quizás se lleven una sorpresa
Los sigo invitando a mi canal de Youtube con el nombre de Iranea Barrera y que me den algunas sugerencias para los fics o las cosas que puedo dibujar
~9~

Gracias a la visita a Nana Díaz la familia se sentía mejor, se la habían pasado muy bien charlando, comiendo, alimentando a las iguanas y viendo una de las películas de comedia mexicana que tanto le gustaban a la abuela.

Hablar con su Nana había sido de ayuda para Marco, se sentía bien hablar con alguien sobre lo que le había pasado pero con un punto de vista diferente. Lo había dejado con que pensar también.

Tenía muchas cosas en la cabeza, pero con las palabras de su abuela sentía que las cosas estaban más claras.

Como llegaron ya muy tarde a su casa inmediatamente se metió a su cuarto y se preparó para dormir, los cachorros lo siguieron a todo momento esperando a que su dueño les brindara un par de caricias mientras hacia su rutina de lavarse los dientes, la cara y ponerse el piyama para acostarse, momento en que todos los cachorros sin excepción saltaron a la cama y se acostaron sobre y alrededor de Marco como una manta viviente de cachorros.

Era una forma muy cómoda de dormir en realidad.

Dedica un último pensamiento a Star y Toffee antes de caer dormido, de Star pensó que en algún futuro dejaría de estar decepcionado y enojada con ella, pero eso no quería decir que la perdonara, ¿algún día lo haría? Solo el tiempo lo diría. Y Toffee… Toffee realmente tenia ojos parecidos a las iguanas de su abuela, ¿se llevaría bien con ellas si las llegara a conocer?

*+*+*

No había encontrado mucho en la morada donde vivió la princesa Butterfly en la Tierra, su habitación ostentosa era un desorden de ropa, armas, muebles, algunos artefactos mágicos e invocaciones al azar. Para ser alguien de la realeza su desorden igualaba a un establo lleno de cabras cerdo. En realidad esos animales eran más ordenados en comparación de la princesa.

Y lo que se veía al entrar por su puerta era apenas la punta del iceberg de aquel deplorable desorden. Bajo la cama, en los cajones, bajo la alfombra, pero lo peor era el armario, había tantas cosas amontonadas que algunas llegaban a parecer pequeñas montañas, al parecer había un hechizo especial de expansión que hacia esta habitación mucho más grande de lo que parecía afuera. ¿Cómo era que alguien podría encontrar algo con este desastre? Solo con magia, seguramente la princesa ni se molestaba en buscar algunas cosas y las invocaba inmediatamente de su barita acumulando ya de por si aún más su colección de cosas diversas.

Aparte de aprender que la princesa tenía una tendencia de acumuladora compulsiva de cosas absurdas, como cabello, revistas, invocaciones y trucos de su varita, no pudo sacar mucho provecho de lo que encontró. Había encontrado una especie de diario, pero la escritura era como el de un niño de cinco años.

“Mamá tiene cabeza de popo”

“Golpear a monstruos es divertido”

“Ponnyhead es mi mejor amiga”

Y otras cosas por el estilo escritas en papel.

No había encontrado algo provechoso en esa habitación.

El libro de hechizos de la familia real no se encuentra en ninguna parte, seguramente la princesa o su familia se lo llevaron con ellos de regreso a Mewni, había pensado que pudiera tener la oportunidad de apoderarse de él si es que la princesa lo había llegado a olvidar en la residencia humana y así tener más secretos que la varita tenia y él no sabía.

Aprovechar que la vivienda estaba vacía no había dado resultados, hasta que recordó que había otra habitación en el pasillo, y conociendo el desorden y descuido de la princesa que dejaba todo donde sea, aun había una posibilidad que hubiera dejado algo en la habitación del otro adolecente que residía en la casa de los Díaz.

Cruzando el pasillo miro la puerta y la abrió, ya había cometido allanamiento de morada, ver una habitación más de la casa no cambiaría nada.

Comparado con la habitación de la princesa el cuarto de Marco Díaz era mucho más ordenado, aunque pequeño en tamaño y con menos cosas se sentía mucho más habitable y acogedor que el cuarto de la princesa de Mewni.

No era impecable, tenía unas pequeñas cosas fuera de lugar como la cinta del cinturón de karate en la silla enfrente del escritorio, algunos libros abiertos sobre este mismo, un par de zapatos gastados al lado de la cama, unos cuantos posters pegados en las paredes, pero en general para la habitación de un adolecente era un cuarto muy bien ordenado.

Debería tener más cuidado en no causar desorden en este cuarto a la hora de buscar alguna cosa, el humano podría notar si alguien ha estado en la habitación si siente que algo está fuera de lugar.

Estantes con libros, adornos y comics, cuidadosamente ordenados. Cajones con ropa perfectamente doblada. Un armario prácticamente lleno de sudaderas rojas y alguna que otra camisa formal o un par de trajes, había un traje con lentejuelas de tela negra, no era ningún tipo de esmoquin o traje formal a que Toffee estaba acostumbrado a ver, este era un traje de mariachi a medida de Marco Díaz.

Era bastante peculiar, se llegó a preguntar cómo se vería el humano con esa vestimenta.

Aparto la idea del humano vestido de manera diferente y regreso a su presente, se supone que estaba buscando algo que pudiera servirle en contra de la monarquía de Mewni, y aunque poco probable la princesa pudo hacer dejado algo de utilidad en esta casa o en su defecto en la habitación de su ex amigo.

Tratar de ser cuidadoso con su revisión, incluso revisa debajo de la cama encontrando solamente encontró un balón de fútbol socker, un poco viejo y desgastado junto algunas revistas viejas.

Aparte de encontrar un par de adornos de cabello del estilo que utilizaba la princesa no encontró algo en la habitación del joven Díaz que fuera de utilidad a sus planes, solo había aprendido que a Marco Díaz le gustaba el color rojo y las sudaderas, era un chico ordenado, tenía una colección de libros de psicología para principiantes en una de las estanterías, y había un aroma agradable impregnado en el ambiente, que bien había sido poco tiempo cuando se quedó en su escondite en el pantano después de su plan fallido, podía decir sin lugar dudas que era algo característico de Marco Díaz.

Era un aroma agradable.

No era asquerosamente dulce con una combinación de polvo y mugre de la habitación de la princesa Butterfly, a pesar la habitación de un adolecente estaba limpio por lo que el aroma característico del humano que habitaba en ella predominaba, era una combinación como un fresco roció de la mañana y los aromas de un bosque al amanecer.

Ya debía salir de aquí, no había encontrado nada y seguramente no encontraría nada.

Mientras recorría el mismo recorrido por el pasillo del segundo piso y las escaleras viendo esas fotos y siendo perseguido por esas pequeñas bestias que ladraban sin parar se dijo que no había nada en esa casa que pudiera sacar de provecho, ni de Marco tampoco, debía enfocar sus energías en nuevas estrategias.

Marco solo era un humano común y corriente, y que seguiría viviendo su vida normal y pacifica con su familia.

Se merecía su paz después de ser involucrado sin el quererlo en todo este conflicto.

Salió de la casa dejando a los cachorros adentro, aunque eran muchos seguramente Marco o su familia notarían si alguna de sus preciadas mascotas faltaría.

Era cuidadoso, no había gente por la calle paseando a esta hora, ya se encontraba listo para hacer algún portal y partir cuando…

-Uhh ¿pero que tenemos aquí?- una voz suave sonó a sus espaldas y Toffee se maldijo interiormente por su descuido, últimamente había estado actuando demasiado torpe para su persona.

Cuando volteo no se encontró a ninguna figura de la ley de este mundo, policías o alguna clase de adulto, sino una adolecente con un gorro verde y un suéter azul. Podría intimidar a la chica, convencer que no dijera nada, podía ser muy convincente, o ignorarla simplemente.

-¿Eres uno de esos monstruos que pelean con Marco y Star? O ¿simplemente otro que le gusta entrar a la casa de la gente interesante?- dijo la chica moviendo entre sus dedos un llavero con un adorno del monstruo del pantano y lo que parecía ser el diente de un tiburón, en dicho llavero había varias llaves chocando y tintineando entre ellas.

Al parecer no era el único que había decidido hacer allanamiento de morada ese día.

-Soy Hanna, lindo traje por cierto- se presentó como si fuera cosa de todos los días que un hombre lagarto se paseara por el vecindario, y quizás lo era al menos solo en el jardín de los Díaz cuando Ludo decidía hacer sus ataques imprudentes y mal planificados para hacerse con la barita.

*+*+*

Sin castillo y hogar tubo que valerse por sí solo en la intemperie por primera vez en su vida, y sus métodos más que mediocres parecían que lo harían morir más pronto por sus descuidos que por la propia naturaleza que lo rodeaba, y eso que ni siquiera se encontraba en una de las zonas más peligrosas de Mewni.

De un árbol seco arranco un par de ramas y trato de hacer una fogata, simplemente arrojo las ramas en un montón y espero a que hiciera fuego como en su chimenea que se encontraba en su castillo, ex castillo.

Obviamente no ocurrió nada, y aun así se quedó esperando a que el fuego apareciera.

-Tontas ramas, ¿no pueden hacer fuego? ¡Tontas ramas defectuosas!-

Tenía frio, tenía hambre, sus ropas eran harapos y ahora no tenía ningún secuaz que lo atendiera.

Desde el punto de vista de un tercero Ludo tuvo sus oportunidades para vivir cómodamente en su castillo que heredó de su familia junto algo de dinero, tener su propia banda criminal, quizás no una fuerza realmente amenazadora como para llegar a gobernar a Mewni, pero si para intimidar a algunos y hacer algunos negocios ilícitos, pero todas esas oportunidades fueron desperdiciadas, por su comportamiento infantil, por sus patéticos planes, por tener una mente tan pequeña que no podía ver cuando alguien lo estaba manipulando frente a sus narices.

Arto le lanzo rocas al montículo de ramitas rompiéndolas y haciendo que astillas llegaran a saltar en su person quellandolo a golpear.

-¡Auch! ¡Maldita seas Star Butterfly!- grito a los cielos que parecieron contestar con un rugido mucho más potente que el suyo.

La tormenta azotó golpeándolo con un viento frio y agua helada acompañada por el rugir de las nubes con sus truenos y relámpagos.

Empapo el pequeño cuerpo de Ludo al instante y entre temblores maldijo nuevamente su suerte a la que creía la fuente de todas ellas. Aun si tuviera que lanzarle rocas con sus propias manos haría pagar a la princesa Butterfly y a todos quienes le traicionaron.

Trato de hacer un pequeño refugio con los escombros de su hogar pero solo logro que rocas le cayeran encima. Ya se encargaría de hacer sufrir diez veces peor a todos los demás, si es que lograba salir de debajo de la roca antes de comer kilos de lodo.

*+*+*

El castillo de los reyes de Mewni era el más alto y glorioso de todos, más arriba de los del ducado, de los marqueses y demás nobles, más arriba de las nubes que en ese momento se encontraban grises y rugían como bestias salvajes. Por lo que los reyes y reinas no tendrían que preocuparse de que su esplendorosa vista de sus innumerables vitrales seria empañados por opacas nubes o gotas de lluvia.

Tampoco tendrían que preocuparse por la vista del pueblo lleno de lodo y los campesinos luchando para meter a sus animales en los establos o lidiando con docenas de goteras que los terminaban empapando a ellos y sus pocas pertenencias dentro de sus hogares.

La vida en el castillo era buena, la vida en el castillo era cómoda, era privilegiada y era… aburrida y solitaria.

Sus padres no habían comentado nada de regresar a la Tierra o no, estaban más preocupados para saber quién era Toffee y proceder con la evidente amenaza que era, después de la tristeza y chock llega el enojo. Star quería tener a esa lagartija sobre alimentada y golpearlo mucho más fuerte que cualquier otro monstruo con el que se hubiera enfrentado, de hecho era muy diferente a los monstruos que alguna vez había enfrentado.

Era malo, era astuto y por su culpa Marco y él ya no eran amigos.

La mayoría de los monstruos eran malos, ella ya lo sabía, pero Toffee era un nuevo nivel de maldad. Los otros monstruos eran músculos, brabucones, poco seso, algunos eran más difícil derribar que otros, pero ninguno le había tocado ser tan calculador y frio como para secuestrar a alguien que apreciaba o no querer hacerse de la varita de su familia, Ludo era patético, pero tenía a sus secuaces que los coordinaba muy mal, pero con ese lagarto los secuaces que había derrotado docenas de veces se volvieron realmente un peligro potencial.

Quizás era tiempo de involucrarse en la búsqueda de este malhechor al igual que sus padres, o hacerlo su propia investigación.

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