Aone Takanobu no era alguien de muchas palabras, eso era algo que todos sabían.
Los únicos momentos en los que hablaba más de una frase seguida, era cuando le tocaba leer en clase. Ni siquiera con sus padres intercambiaba muchas palabras, ni siquiera con sus amigos. Eso era algo que todos tenían aceptado.
Por eso mismo, nadie podía creérselo cuando lo vieron acercarse al ace de Karasuno finalizado un partido, y le pidió que saliera con él.
Sus palabras exactas habían sido "Sal conmigo", y segundos después el pobre Asahi se encontraba desmayado en medio de la cancha.
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-¿Aone, qué ha sido eso? -le preguntaba Futakuchi.
La verdad es que no podía acabar de creérselo. ¿Un buen remate y el muro de acero había caído enamorado? Nadie, en lo que iban de torneo, había logrado sobrepasar el muro de Datekou, mucho menos a Aone.. Salvo él. Asahi Azumane, ace de Karasuno.
Había hecho un remata tan brutalmente perfecto, que no sólo había pasado el muro, sino que había anotado un punto. Y, al parecer, eso fue demasiado para el corazón de Takanobu.
-Luego hablamos -fue su respuesta y luego salió de los vestidores.
Tenían una hora asignada para reunirse en el micro que los llevaba, asique Futakuchi no le hizo preguntas.
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En la enfermería de la escuela donde estaban, se encontraba un Asahi acostado junto a Daichi y Suga.
-¿Qué harás? -le preguntó Suga.
-¿Con qué? -le respondió él.
-Con Aone-kun. Debes darle una respuesta.
-¿Qué!? ¿Por qué!?
Suga suspiró. Asahi podría parecer un adulto, pero la verdad es que era todo un niño.
-Suficientemente malo debe haber sido que te desmayaras, lo mínimo que puedes hacer es darle una respuesta. Asahi, piensa en sus sentimientos.
Asahi agachó la cabeza, avergonzado. Suga tenía razón, no podía ser tan desconsiderado.
Está bien que le asustaba un poco su apariencia, su cara de pocos amigos. Pero, ¿Qué acaso él no era igual? Yachi al principio ni siquiera lo miraba a los ojos. Además, el chico no podía ser malo, después de todo, era amigo de Hinata.
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-¡Aone! -gritó Hinata, quien estaba sentado fuera de la enfermería junto a Nishinoya, cuando vio acercarse al más alto- ¿Qué ha sido todo eso? ¿De verdad te gusta Asahi-san?
-¡Oye, tú! -le gritó Noya- ¡Más te vale ser bueno con Asahi!
Antes de que Aone pudiera responder algo, Sugawara salió de la enfermería con mala cara.
-¿Por qué gritan tanto? -les preguntó, y luego se percató de la presencia del de Datekou- Aone-kun, ¿viniste a hablar con Asahi?
Antes de esperar su respuesta, se metió a la enfermería y segundos después salió seguido de su capitán.
-Asahi debe permanecer un poco más aquí, pero puedes entrar a verlo -le dijo mientras le sonreía amablemente, y luego él y Daichi se llevaban a los otros dos del lugar.
Aone tragó saliva y rogó a los dioses que por favor Azumane no se volviera a desmayar.
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Cuando entró, Asahi se encontraba sentado en la camilla, bebiendose algo en un pequeño vaso descartable.
Caminó hacia él y la enfermera salió diciendo que volvería enseguida o algo así.
-Hola -le dijo Asahi, y él asintió.
Se sentó en una silla que estaba junto a la camilla, frente a Asahi. Permaneció un momento en silencio, y Azumane supo que él debía ser el primero en hablar, porque el silencio lo estaba matando.
-Yo... Siento haberme desmayado -dijo-. La verdad es que cuando ví que te acercabas hacia mí pensé que ibas a golpearme por haber superado tu bloqueo, y cuando me dijiste.. eso.. me sorprendí. Tal vez demasiado.
Lucía verdaderamente apenado, y Aone le ofreció una media sonrisa.
-Creo que fui muy precipitado -dijo, y su voz sonó suave.
-Un poco.
Ambos rieron un poco, aliviados de aclarar la situación.
-Mira.. -le dijo Asahi- No puedo salir contigo, apenas sé tu nombre.
Aone lo escuchaba atento, con una expresión un tanto.. ¿Triste? ¿Resignada?
-Pero podemos empezar por ser amigos, ¿no lo crees? Datekou no está tan lejos de Karasuno, y existe el internet.
Inmediatamente Aone se levantó de su lugar. Caminó hacia el escritorio de la enfermera, y tomó un pedazo de papel y una lapicera. Anotó algo y luego volvió a acercarse a él.
-Eso espero -le dijo y le entregó el papel.
Luego se fue de la enfermería, dejándolo solo.
Asahi no terminaba de entender qué demonios había sucedido, y miró hacia el trozo de papel en su mano. Tenía escrito un número de teléfono.
Sonrió. Vaya día extraño.