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Firefly spell por sunshinebunny

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Notas del fanfic:

Todos los personajes pertenecen a Oda

Notas del capitulo:

Y aquí un pequeño Drasabo que en algún momento prometí... quizá haya otras parejas más adelante pero estas se irán revelando conforme avance la historia.

 

Gracias al gatito gordo que me ayuda con ideas, inspiración y obscenidad presente, le amo con todo el caventolomeo que aun le gusta aunque futuramente puede que sólo con mi corazón <3

 

Firefly spell

1

 

 

 

No fueron chispas lo que salto de sus ojos, fue toda una tormenta.

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Corriendo el año de 1938 en Londres los aires de la lucha que podía estar a punto de estallar de un momento a otro se hacían sentir en todos los aspectos, a los 11 años sin embargo los dos chicos que sobrevivían día a día no tenían demasiadas preocupaciones con ello, poco sabían que aquel mismo suceso que estaba a punto de desatarse en apenas un año más afectaría no solo al mundo entero si no también a su pequeño mundo de sobrevivencia diaria... aunque quizá aquel mundo se había visto afectado desde mucho antes.

 

Ace y Sabo eran lo contrario el uno del otro excepto en un respecto, aquel pequeño saco de piojos llamado Luffy era probablemente lo más importante del mundo para los mayores, desde la edad de los 9 años habían cuidado del pequeño engendro que se tragaba todos sus escasos ingresos, el orfanato no era un lugar agradable y cuando huyeran de este casi habían dejado al pequeñito de 5, era más probable que sobrevivieran por su cuenta después de todo, lo habían intentado de hecho pero no importaba cuantas veces regresaran al mocoso aquel no dejaba de escaparse y volver a seguirlos, claro que alguien tenía que ceder en algún momento y al final habían sido ellos.

 

Por aquel entonces no era demasiado raro que los niños de la clase marginada trabajase en el campo o las fabricas, Ace se había conseguido un empleo en una de ellas a la edad de 10 pero alguien necesitaba cuidar del pequeño Luffy que con sus 6 años apenas y podía servir de algo, el ambiente de la fabrica no era exactamente propicio y así Sabo se había terminado consiguiendo un trabajo menos remunerado pero que le permitiera cuidar del menor mucho mejor de lo que el trabajo en la fabrica lo habría permitido, como recadero y repartidor de diarios en realidad no ganaba demasiado y no había tardado en incursionar en áreas menos "dignas" pero que daban una remuneración más alta y que dejase subsistir a él y sus hermanos con mas solvencia que si nunca hubiera pedido a Luffy esconderse bajo los escalones de alguna casucha y cerrar los ojos hasta que el fuera a recogerle.

 

No era un orgullo para el rubio atender a un "cliente" en las callejuelas junto al hotel donde normalmente vendía los diarios pero hacía lo que tenían que hacer y con suerte no volvía a verlos. Al menos eso pensaba...

 

Había sido justo uno de aquellos clientes quien les sacara de las calles después de todo.

 

En las calles cada día era una batalla y el joven no había dudado un segundo ante la oportunidad de darle a sus "hermanos" (quizá no hubiera lazos consanguíneos originalmente entre ellos pero se habían criado juntos y hasta hecho juramentos de sangre, incluso el pequeño Luffy había soportado el piquete de la aguja con imponente temeridad para sus 7 años) una mejor oportunidad.

 

Aun cuando llegasen a aquella imponente casona la vida seguía siendo una cosa demasiado extraña como para asimilarla por completo, Sabo y sus hermanos acostumbrados a dormir en coladeras o cruces jamás habían tenido una cama tan mullida en su vida, a tal punto que la primera noche habían terminado abrazados bajo esta los 3 juntos a pesar de que cada uno tenía su propia habitación y aun así el alfombrado había sido para ellos como una suite de lujo en esos hoteles donde el rubio vendía el periódico por las mañanas hasta la tarde anterior.

 

El baño caliente había resultado tan extraño que el más joven de los 3 incluso había gritado que se estaba ahogando cuando lo metieran a la bañera que una de las empleadas domestica del señor Dragón había preparado, había hecho falta que entre los dos mayores lo sostuvieran para conseguir asearlo adecuadamente. 

 

Después de baño la cena había sido para ellos un completo banquete, y con la panza tan llena como nunca la habían tenido en toda su vida les habían mostrado a cada cual sus habitaciones. La de Sabo siendo la más cercana a la del señor de la casa.

 

El señor Dragón no hablaba con los chicos directamente, no cenaba con ellos y prefería, de hecho, que la presencia de aquellos chiquillos le pasase desapercibida mas que cuando le fuera necesaria y en realidad a pesar de que había permitido que los tres hermanos permanecieran en su casa en realidad solo requería los "servicios" de uno de ellos, durante las primeras noches había dejado que los niños fueran y vinieran a su gusto por la casa, a la tercera noche sin embargo había mandado a llamar por fin al rubio a sus habitaciones.

 

El joven ojiazul había sabido que ese momento llegaría eventualmente pero cuando lo había hecho se encontró a si mismo deseando que ni fuera así, que rápido se acostumbraba la gente a la buena vida...

 

-Sabo...- La potente y ronca voz del mayor había hecho al niño estremecerse, en la habitación iluminada únicamente por el mechero de gas en el escritorio donde Dragón trabajaba, el rostro del mayor se observaba mucho más siniestro incluso que lo que se había visto cualquier día en los sucios y húmedos callejones a plena luz del día, aunque el mayor nunca le había comprado de la manera que otros hombres habían hecho Sabo trago saliva ante la manera como su nombre había sido pronunciado, más de un año con sus ingresos "extras" le habían enseñado demasiado bien a reconocer cuando algo era dicho de manera que no debiera serlo, aunque su nombre realmente nunca se había pronunciado así, nadie además de sus hermanos se había preocupado en aprenderlo después de todo.- Bienvenido.- la sonrisa que se dibujase en el rostro moreno había resultado tan perturbadora que el menor no había podido moverse de su puesto en la entrada de la puerta, aunque quizá solo fuera un efecto por el mechero, teniendo luz eléctrica no entendía por qué el mayor no la usaba, la chica pelirroja a sus espaldas había tenido que darle un empujoncito para que ingresase a la habitación antes de cerrar la puerta tras de él, entregándole en la boca del lobo.

 

Respirando hondo el rubio se había calmado a sí mismo al pensar que aquello era lo que había ido a hacer al lugar de cualquier forma, no valía la pena atormentarse por algo que ya había aceptado desde antes por el bien de sus hermanos, aquellos días habían jugado, comido y bebido hasta la saciedad y era hora de pagar el precio de aquello, sonriendo un poco tímido se acerco hasta la regia figura que sentada en el escritorio de la habitación no parecía con ánimos de moverse de su lugar.- ¿Mando a llamar por mi señor Dragón...?- había musitado respetuoso al llegar a su lado, sintiendo el tacto de los gruesos dedos bajo su barbilla hacerle estremecer y levantarle el rostro para que tuviera que mirarle directamente a los ojos mientras el mayor bajaba su mano por el delgado cuello del infante hasta el blanco pañuelo de las ropas que se le habían proporcionado al llegar.

 

Entendiendo el mensaje enseguida el niño se había deshecho de aquella prenda colocándola sobre el escritorio antes de abrirse la camisa para que el otro pudiera comenzar a rosar la lechosa piel de su pecho que a pesar de los días que habían pasado ahí aun seguía apegándosele a los huesos de manera casi desagradable.- ¿La comida ah sido de tu agrado?- el menor asintió sintiendo su piel erizarse cuando la caricia en su pecho virara en dirección a uno de sus rosados pezoncitos, sintiendo el pellizco en un gesto que le había hecho jadear y suspirar a la vez. -¿Aun hay espacio para el postre?- de nuevo asintió, notando la forma como el otro parecía torcer la sonrisa mientras se le acercaba un paso  y se colocaba de rodillas frente a él, sabía lo que se avecinaba en aquel momento.- ¿Con cuántos lo has hecho niño?-

 

Sabo no era ningún tonto ni ningún inocente y ni el albergue ni la comida habían sido gratuitos alguna vez, no tenían por qué serlo ahora pero de alguna manera no podía responder a esa pregunta, no sabía la respuesta así que guardo silencio.

 

Con las pequeñas manitas comenzó  a desabrochar los pantalones del mayor sin despegar los ojos de aquella imponente mirada tan negra y profunda como un abismo, era como si la expresión "cuando miras al abismo, el abismo también te mira a ti" estuviera hecha para ojos como aquellos.

 

Una vez liberado el miembro viril del mayor se había relamido los labios antes de comenzar a introducirse aquel pedazo de suave carne en la boca, sus ojos entrecerrándose por acción aprendida aunque parecía que a el otro le agradaba verle a la cara mientras le atendía.- Sabo...- Su nombre pronunciado de aquella manera tan pesada y casi obscena le había hecho subir un poco el color al rostro al chico, ahuecando sus mejillas había podido sentir como aquella parte del más alto iba ganando tamaño y volumen hasta que casi le era imposible acomodarlo en su boca sin sentir un ligero asco cuando la punta del grueso falo le chocase en la garganta, con su joven manita colocada en la base de aquella hombría había comenzado a apretar aquella para estimular toda la extensión del pelinegro en un truco aprendido para complacer a sus "clientes" sin tener que soportar las molestas arcadas que alguno que otro bruto le provocara si se le ocurría enredarle la mano en los pajizos cabellos y follarle la boca más a prisa de lo que él podía succionar, con Dragón su tamaño sobrepasaba a tal manera las capacidades de la pequeña boquita del niño que incluso con su otra manita se dedicaba a acariciar aquel saco colgando entre las piernas del mayor para brindarle un mayor placer, no queriendo arriesgarse a que su boca no fuera a ser suficiente.

 

El señor de aquella casa solo había sostenido su cabello cuando estaba a punto de correrse y solo para que no fuera a separarse, con un suave gruñido la semilla caliente le había acabado llenando la boca a Sabo hasta desbordarse por las comisuras de sus labios pero el miembro del otro no había perdido contextura de manera que separándose un poco tras acabar de beber aquella esencia el menor había comenzado a masajear toda la extensión del mayor con su manita mientras le regalaba suaves besos y lamidas, la mano enredada entre los ahora dorados cabellos acariciaba aquellos casi de forma cariñosa, sus dedos perdiéndose entre las cortas y limpias hebras que aun en la penumbra resplandecían de una manera que nunca lo habían hecho en el callejón de donde le habían sacado.

 

-De nuevo...- La orden no había tardado en ser obedecida, inclinándose de nuevo al frente había comenzado a atender de nueva cuenta aquella persistente erección con lentas succiones, metiendo y sacando aquel miembro casi por completo en su boca, jugueteando en la punta con su lengua por un instante antes de volver a bajar a envolverle y tomarlo hasta donde su boca permitía, apretando con sus labios con fuerza antes de volver a subir.- nghh...- el suave sonido gutural había avisado al menor de la segunda descarga y tal como la primera vez le había bebido por completo antes de separarse de semiflacido miembro del mayor, dedicándole una breve mirada a aquel antes de regresar sus ojos al abismo que le juzgaba desde arriba.

 

Cuando Dragón le jalase el cabello para separarle el chiquillo había abierto la boca, mostrando, (mientras le sostenía la mirada de nuevo) con completo descaro la rosada lengua húmeda con la mezcla de semen y saliva.

 

La caricia que se deslizara por su nuca en aquel instante había hecho al más joven acelerar el pulso, una sensación similar a los nervios estancándose en el estomago del menor cuando el pelinegro alejase por completo sus manos para observarle ahí de rodillas ante él, sabía que la estadía propia y de sus hermanos en aquel lugar dependía de que pudiera complacer adecuadamente a su benefactor y a pesar de la evidente prueba de las veces que el otro se había corrido en su boca quizá y solo quizá aquello no habría sido suficiente, cualquier puta de oficio podría haber logrado lo mismo y él que solo era un recadero y ejercía aquellos humillantes actos lo menos que fuera posible seguramente tampoco era tan bueno aun, aun así no había apartado la mirada del mayor hasta que aquel le había hecho una seña para que se levantara.-¿Cuántas veces lo has hecho?- el menor de encogió de hombros y casi había podido jurar que había visto molestia en el rostro del más alto.

 

Dragón había comenzado a acomodar sus ropas y el menor tomando aquello como seña de que sus servicios, al menos de momento, ya no eran requeridos comenzó a hacer lo propio, cuando comenzara a intentar colocar aquel pañuelo de seda a su cuello con poco éxito sin embargo había podido sentir las gruesas manos del mayor de nuevo cerca suyo, anudándole a colocar la prenda de manera impecable antes de regalarle una fugaz caricia bajo el mentón que Sabo estaba casi seguro había imaginado pero que aun así le había hecho sonrojar profusamente, nunca nadie además de sus hermanos había tenido alguna clase de gesto cariñoso o de cuidado para con él.- Ya no lo harás más que cuando yo lo diga, vendrás aquí cada noche antes de acostarte de ahora en adelante.- había escuchado al señor del abismo sentenciar, viendo algo parecido a una chispa resplandecer en el fondo de aquellos ojos antes sentir aquel extraño cosquilleo de nerviosismo convertirse en algo que aun no alcanzaba a comprender, sus labios se habían entreabierto como para intentar adivinar lo que había provocado esa chispa pero entonces esta había desaparecido, asintiendo suavemente espero a que el otro le permitiera retirarse antes de hacer lo propio, yendo al cuarto que de alguna forma habían designado para dormir los tres hermanos. El cuarto de Ace.

 

-¿Dónde estabas Sabo?- La voz de Luffy le había recibido desde la mullida cama, aunque aún no se acostumbraban a dormir en esta el más joven gustaba de subir y rodar o saltar en ella por un rato después de la cena, inquieto y feliz como un niño de su edad debía serlo.

 

-Trabajando, Duh, no creerás que nuestra estadía aquí es gratis.- Le había dicho sin pensarlo, entre ellos no había secretos, pensaba, no muchos, no tantos.

 

-¿Y en que es exactamente que trabajas que nos permite vivir tan bien?- La voz del pecoso le había llegado desde debajo de la cama donde las luces que iluminaban la habitación no podían llegar, desde que llegasen al lugar Lu había insistido en dormir con las luces prendidas, no sabían bien porque, algún empleado siempre les apagaba una vez que los tres estuvieran dormidos así que los hermanos se lo permitían al menor.

 

-Cosas...- musito el rubio ya no tan feliz ni tan orgulloso como hacía apenas unos segundos, Ace no era tonto y antes o después acabaría enterándose... Sabo prefería que fuera después.

 

El cuerpo del pecoso se había asomado bajo la cama hasta la mitad.- Vamos Sabo, si me dices quizá pueda ayudar.-

 

-¡Si! ¡Si! ¡Yo también quiero ayudar!- los alegres alaridos del menor habían presidido a sus brincos sobre la cama.

 

-¡Luffy! ¡Te eh dicho que no brinques cuando estoy debajo!- había gruñido Ace saliendo a prisa, no le gustaba estar ahí viendo como los resortes amenazaban con golpearle en la cara.

 

El rubio soltó una pequeña risa por la escena, recobrando un poco de su confianza, no había nada de malo en lo que hacía pues lo hacía por sus queridos hermanos, para poderlos ver así, de esa manera, además, seguro Dragón no podía ser tan malo, nunca lo había sido antes y al menos sabia su nombre...- No es necesario A, yo me las arreglare solo, aunque deberías buscar que hacer ahora que no iras más a la fabrica.- había dicho el rubio sonriendo un poco.

 

-¡Oh! Inazuma ah dicho que podíamos ayudarle en el jardín y Emporio en la cocina, aunque  dudo que Luffy sirva para alguna de las dos.-

 

-¡Koala Dijo que podía ser un hombre espacial!- interrumpió el menor emocionado.

 

-Ah sido solo una historia Lu, nadie puede ir a la luna...- le corto el pecoso, al parecer aquella no era la primera vez que escuchaba aquello.

 

-¡No lo ah sido! había un dibujo y después dos- murmuro levantando un segundo dedito y después un tercero, pausando ahí pues aun no sabía contar más allá de dos.- .. y ... y... ¡Y otro!- argumento el chiquitín que aun no entendía bien la diferencia entre las ilustraciones y las fotografías y al parecer la historia que la chica pelirroja les había estado leyendo a sus hermanos antes de que Sabo llegara había tenido varias ilustraciones.

 

-¿Que hacia Koala aquí? - pregunto el rubio pues en aquellos días era la primera vez que escuchaba que la chica fuera a leerles historias y había sido la misma mujer quien le llevase esa noche a la habitación del señor de la casa.

 

-Dijo que venía a cuidarnos- comento Luffy con una enorme sonrisa mientras el otro moreno hacia un ruido de fastidio.

 

-Como si necesitáramos que nos cuiden.- había dicho evidentemente molesto el pecoso, haciendo que los otros dos chicos se echasen a reír, era verdad que nunca habían tenido nadie que cuidara de ellos pero tampoco estaba tan mal, seguramente a Ace solo le costaba admitirlo.

 

De alguna manera incluso aquello hacia a Sabo feliz, si podía comprar aquella felicidad con tan poco realmente no pensaba que hubiera algo que no estuviera dispuesto a dar.

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Continuara.

Notas finales:

El gatito gordo es muy bonito, está hecho de galleta, algodón de azúcar y chispitas de chocolate, yo quisiera devorarlo pero luego me quedo sin gato así que tendré que darle lamiditas para que dure más... con amor de coneja quizá dure para siempre. <3

 

Gracias por leer y los comentarios son agradecidos <3


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