Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Tear Down Your Perfect world por karcris

[Reviews - 45]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola!!! (le tiran con DE TODO) jejejeje extrañaron a su potus? Bueno, por qué escribir algo nuevo cuando tengo cosas viejas que terminar...es que para pedirles perdón pensaba en escribirles un one-shot, pero como soy despelotada , se extendió tanto que terminó siendo...esto.

Calculo que serán apróximadamente cinco capítulos y sí, tiene final y sí, ya está escrito hasta el final , solo que los voy corrigiendo y publicando.

MILES DE GRACIAS A AQUELLAS PERSONAS QUE ME SIGUEN DEJANDO MENSAJITOS EN THE BORING BOOK Y EN BITTERSWEET.

Hoy sentí esa cosita en el estómago al publicar que hacía mucho tiempo que no sentía. (NO SON GASES) espero que lo disfruten. estaré actualizando una vez por semana. Saludos!!!

La noche era demasiado fría para estar en la calle, pero aquello no importaba, el enigmático escritor que había sido mundialmente conocido bajo el pseudónimo de Yuki Eiri salió a caminar para despejar su mente en un bar. No importaba lo suficientemente famoso que fuera, aún no lograba su meta. Con su última novela lanzada al mercado, había recibido un gran reconocimiento, bastante desagradable por cierto, como "El príncipe de la novela ligera" según las críticas. Quién sabría cómo ese título empezó, pero los periodistas bastante perezosos de averiguar acerca de la verdad, se habían hecho eco de esas palabras y  las repetían como loros endemoniados, no suficiente con ello se escondían detrás de frases viejas como "No todo lo que es popularmente vendido, es lo mejor."

En la escena, un nuevo joven había aparecido y  muchos alegaban que el talento que poseía era mucho mejor que el suyo, o al menos que en cualquier momento podría superarlo. Al comienzo creyó que eran desvaríos de las personas que envidiaban su éxito, no era por creerse superior…aunque algo de eso también había pero no iba a negar que logró mantenerse en la cima durante bastante tiempo y en especial en el último había logrado una ventaja importante, incluso, sobre sus imitadores. Estilo que él usaba, estilo que ellos copiaban casi descaradamente.

Pero hablando de ese chico, él tampoco podía negar que su forma de escribir tenía mucho de poeta y en un país como Japón, la poesía era muy apreciada desde los tiempos feudales, donde mujeres y hombres de las altas sociedades se desvelaban en noches interminables escribiendo poesías y bebiendo sake. Pero además, tenía cierto don para relatar historias que a él no se le hubieran ocurrido ni en los sueños más alocados, aunque él sospechaba que la razón por la que lo comparaban, también, era el buen parecido del muchacho, no era tan hermoso como el rubio pero era lo suficientemente llamativo.

La ventaja de ser hermoso en donde la mayoría de los intelectuales no lo son, él siempre vio aquello como una desventaja. Los escritores no lo tomaban en serio, decían que vendía más a causa de sus escándalos amorosos y de que su pareja fuera un cantante masculino con una carrera ascendente. Siempre que veía alguna entrevista de algún escritor famoso o los cruzaba en las ferias dónde se presentaban sus libros, era tratado cortésmente por otros autores pero nunca iba más allá de eso.

-Aún sigues pensando demasiado.- Una voz conocida lo sacó de su ensimismamiento.-No deberías darle más importancia de la que se merecen.- Dijo mientras le señalaba al barman pidiendo una cerveza para sí mismo.- Dijiste que dejarías de beber porque tu novio te regaña demasiado.

-Sí, bueno. -Respondió mirando la cerveza en su vaso mientras recorría la boquilla con los dedos.- No creo que todos puedan cumplir con lo que dicen.

Los ojos marrones oscuros se posaron en él con una sonrisa de comprensión que arrugaba suavemente sus rasgos. Tachibana era un hombre que rondaba los cuarenta años, era un hombre maduro que inspiraba confianza. El primer encuentro que tuvieron en el bar no fue algo realmente digno de mencionar, simplemente siempre se encontraban allí ocasionalmente y comenzaron a saludarse, quién sabe por qué y con las semanas que pasaron el saludo se fue convirtiendo en charlas. Simples charlas en las que ambos hablaban sobre sus problemas con el otro. Había descubierto que Tachibana era un administrativo que se había divorciado hacía poco y que había ido al bar a pensar en qué haría con la custodia de su hija de seis años, el abogado no había sido muy optimista con su caso. Al comienzo pensó que era un borrachín más pero con el tiempo entendió que prefería estar en el bar antes que en una casa vacía.

-¿Qué pasó esta vez? -Preguntó.- ¿Problemas de pareja?

-Algo así.- Admitió, mientras giraba el vaso. Esa noche le había gritado a Shuichi diciéndole algunas cosas crueles, pero honestamente hoy no estaba con ganas de aguantar a su amante. No después de presionar su cabeza por alguna idea que fuera original pero en la que no se notara su desesperación por copiar el estilo de otro autor, por esa razón se había negado a terminar de leer los libros de aquel joven del que tanto hablaban.

Su celular sonó y se dio cuenta que ya eran las once y media de la noche. El supo quién era antes de mirar el identificador de llamada.

-¿Qué?- Dijo de mala gana.

-Eiri ¿Dónde estás? - Preguntó la voz insegura de Shuichi.

-Estoy en el bar. - Del otro lado hubo una pausa y aquello lo molestó internamente, no sabía por qué pero los celos de Shuichi a veces lo agobiaban, a veces el chico desvariaba un poco de más. Seguramente muchas veces creía que él salía exclusivamente para buscar a alguien más.- ¿Te sientes aliviado que no está con otra mujer?

Tachibana posó una vista sorprendida en Eiri para torcer un poco la boca en señal de desaprobación. Internamente Eiri también lo mandó al diablo en ese momento, que fuera una persona con la que charlara ocasionalmente, no le daba derecho a meterse de lleno en la relación.

-No es eso.- Tartamudeó.- ¿Vendrás? -Preguntó Shuichi con una voz que no fue más que un hilillo.

-No me esperes despierto.

Hubo una nueva pausa pero tampoco esperó respuesta antes de cortar. Eiri miró al señor Tachibana nuevamente, tenía que reconocerse a sí mismo que ya había bebido suficiente por cuatro horas. Se despidió con un gesto de cabeza sin palabras tambaleándose levemente hacia la salida y escuchó la voz del borrachín diciéndole que no condujera, en voz baja respondió "No soy tan estúpido como para hacer eso".

Caminó por el barrio en el que se encontraban la mayoría de los hoteles para pasar la noche y tal vez se llevaría a un par de prostitutas, pensó con gracia que al menos en el sexo él sí tenía mucha imaginación. Esta vez no tenía ni ganas, ni tiempo de cortejar a jóvenes para que después terminaran haciéndose las difíciles. Tampoco tenía ganas de volver al departamento y jugar con Shuichi al novio cariñoso. Esta vez quería puro sexo sin palabreríos.

Buscó con la mirada en las esquinas por las que pasaba,  había un grupo cerca de la entrada a un club a mitad de cuadra. Coloradas, rubias, morenas desfilaban por su camino diciéndole frases repetidas, parecía que todas estudiaban el mismo guión que se traducían en "Hola guapo. ¿Quieres coger? ¿Tienes el suficiente dinero para llevarme?" mientras se levantaban el pecho con las manos para exhibir la mercancía y apretaban sus labios en trompa que las hacía parecer ridículas. Eiri conocía bastante bien aquél lugar de Tokyo y tenía algunas prostitutas a las que recurría con algo de regularidad, digamos que conocía algunos lugares VIP donde se ofrecían "prostitutas de lujo" que buscaban en especial a turistas, los engañaban y en ocasiones les robaban. Había otras que fueron modelos o cantantes que nadie conocía y esperaban conseguir conexiones, y otras mujeres, a las que sus épocas de esplendor hubiera pasado por algún escándalo.

No eran mucho mejor que las que estaban en las calles, pero al menos la mayoría de estas no estaban todas pegadas a algún tipo de drogas, él en lo personal prefería que no consumieran ninguna pero no le importaba lo que hicieran con sus cuerpos, siempre habría otra para reemplazar a la anterior. Ver a esas mujeres le recordaba siempre que la belleza se marchita.

 Apenas entró al club, el aire se encontraba viciado por una mezcla de humo, calor de cuerpos y encierro, que hicieron que le picara los ojos y la nariz. Recorrió con la mirada el lugar, llamando la atención de las personas a medida que lo notaban. No tuvo que esperar mucho hasta que una muchacha joven rubia y muy bonita se le insinuó desde la barra, y él no era del tipo que se resistiera a ese tipo de tentaciones. No tenía que ir con excusas, sabía lo que había ido a buscar y por la vestimenta de la joven además de las caricias que ella les daba a los botones de su camisa con una sonrisa en sus labios ella sabía que era lo que tenía que ofrecer.

 

Apenas el sol del amanecer dio en su pálido rostro intentó moverse notando un peso a su espalda y un brazo en su cintura que le impedía moverse. Intentó hundir su cara en la almohada para seguir durmiendo, pero ésta olía horrible. Recuerdos de la noche anterior vinieron a su mente, lamentablemente no recordaba mucho más desde que subieron al cuarto de hotel con la rubia y bebieron. ¡Carajo! Ahora tendría que pagar por sexo que ni siquiera recordaba bien que hubiera tenido, pero que podría asegurar que tuvo después de todo estaban desnudos solo cubriéndose con la sábana y sentía la humedad en su parte baja. Esperaba al menos no haber sido una decepción, no era como si realmente importara, pero su orgullo seguía insistiendo con el pensamiento. Estiró su brazo para alcanzar su pantalón donde podía ver el celular en el bolsillo. Se refregó los ojos y trató de enfocar la vista en la pantalla, mientras se sentaba liberándose del brazo que lo apresaba.

Lo recibió la imagen de Shuichi sonriendo mientras lo tomaba del brazo, un fondo de pantalla que seguramente colocó cuando encontró una oportunidad, en ese momento la culpa lo golpeó tan fuerte que deseó estar a su lado. Se colocó la ropa con cierta prisa de forma silenciosa queriendo evitar la incómoda charla matutina, tomó su billetera y dejó un poco más de dinero que el acordado.

Llegó al departamento y Shuichi giró a mirarlo casi de inmediato desde la cocina, al parecer estaba lavando los platos por el ruido del agua corriendo, aunque si bien era extraño encontrarlo hacer eso, habían llegado a un acuerdo que si utilizaban algún cubierto luego de usarlo debían lavarlo para mantener un mínimo de orden en la casa ya que debido al trabajo de cada uno no tenían tanto tiempo. Pero era fin de semana y esta vez ninguno de los dos tenían compromisos.

Eiri se acercó a verlo en silencio, podía notar la tensión en el cantante que volvió su vista a los platos delante de él.

-Creí que no ibas a volver.

-Son las siete de la mañana.-Su voz sonó conciliadora, incluso para él mismo.-Te dije que durmieras.

Se removió al escuchar esas palabras apoyando los brazos estirados sobre la mesada, con cierto cansancio.- No podía hacerlo. -Intentó mantener la calma pero el temblor en su voz delató la angustia que debió haber sentido toda la noche.

El rubio cortó la distancia que los separaba tomándolo por sorpresa por la cintura y se acercó a su oído, podía sentir la lucha interna del cantante entre mantenerse firme o rendirse a su toque, había cerrado sus ojos para no verlo pero Eiri podía asegurar que estaban enrojecidos.

-Vamos a la cama, hoy no tienes que trabajar ¿Cierto?

-¿No tuviste suficiente anoche? -Reclamó, luego de decirlo, pareció recordar el origen de su sufrimiento y luchó para soltarse de los brazos del escritor. -Suéltame.

-No.- Dijo apretándose más contra el menor, olió el cuello de Shuichi. Olía a una mezcla de perfume frutal y el olor particular de él. Shuichi siguió forcejeando conteniendo un sollozo que el rubio sabía que había estado conteniendo.

-Suéltame.

-No.- Repitió la respuesta con firmeza, pegándose más. Sabía que a veces le gustaba negarse pero siempre terminaba cediendo, como un juego.

-¡No estoy jugando, Apestas Eiri! - Gritó el pelirosa dejando de forcejear cuando el rubio aflojó el agarre casi lentamente liberándolo. Las piernas del cantante temblaron tanto que volvió a sostenerse de la mesada. El rubio lo soltó del todo dando unos pasos hacia atrás, era como si lo hubiera abofeteado, Shuichi permanecía con la cabeza gacha.

-Iré a darme una ducha.- Sintiendo algo de vergüenza por no haber sido un poco más considerado con su pareja. -Después...iremos a la cama.- Sabía que era algo estúpido insistir con ello, pero sería para él más estúpido reconocer que había extrañado su calor. –Estoy seguro que no dormiste nada ¿Cierto?

Permaneció un rato mirando la pequeña figura que no se volvió a mirarlo, esperó un momento pero al no ver reacción caminó hacia el cuarto tomando un cambio de ropa para dormir y fue directo al baño. Abrió la canilla esperando que el agua se calentara y en aquél momento escuchó a lo lejos la puerta de entrada cerrarse.

-¿Shuichi?- Llamó de forma casi inaudible, fue a la sala pero ya estaba vacía.

La relación se estaba viniendo a pique, los vecinos estaban hartos de escuchar sus peleas diarias. Aún le sorprendía que el chico hubiera aguantado tanto. Todo había sido un acuerdo explícito desde el comienzo, él sabía que Eiri no renunciaría a su vida libertina y el cantante había aceptado quedarse con él para siempre, siempre que el escritor le dijera que lo hiciera. Hasta ahora llevaban dos años y la situación parecía no haber cambiado desde el comienzo.

Varias veces el ojiambar en algunas discusiones le había dicho que se buscara una novia o una amante, para que no estuviera encima de él todo el tiempo. Él sabía que Shuichi no lo haría y el cantante también sabía que no lo haría...porque ambos sabían la verdad detrás de las palabras, Eiri quería disminuir la culpa de ser el único de los dos que tuviera amantes fuera de la relación de ambos.

Terminó de bañarse y caminó al estudio, antes que nada y seguir preocupándose, llamó a la casa del guitarrista, Hiro, quién a los gritos lo amenazó con matarlo para terminar calmándose y decirle que Shuichi se encontraba allí. El escritor en ningún momento perdió el tono arrogante y frío, pero antes de colgar le dijo que pasaría por él a la noche.

Hizo varias cosas para que pasara el tiempo un poco más rápidos. Últimamente se sentía más inquieto que de costumbre, siempre había tenido un miedo latente a que Shuichi no soportara su comportamiento y lo abandonara. No quería admitir que más que miedo a quedarse solo, a lo que tenía miedo de verdad era a que fuera Shuichi quién lo dejara solo.

Aún era temprano, habían pasado 5 horas en la casa en absoluto silencio así que decidió llamar a Thouma su cuñado, ex- tecladista de Nittle Grasper y dueño de N.G. El jefe de Shuichi. Lo invitó a que pasara por su casa a la tarde para charlar. ¿Va a estar Shindou? Preguntó con cierta molestia en su voz, aún no entendía por qué el odio tan profundo de su cuñado por su amante pero una cosa era segura...lo odiaba. A veces discutían porque el dueño de N.G. se llenaba la boca de mierda cuando hablaba de Shuichi y cuando él confesaba que le era infiel, parecía que Thouma se ponía más que feliz y sabía que si se lo proponía seguramente su cuñado sería, inclusive, la persona que encubriría su crimen.

-No creo que ese chico fuera para ti. Aún no entiendo por qué sigues con él.

-Thouma. Ya escuché eso varias veces ¿No crees?

Su cuñado hizo una mueca de desagrado. - Mika cree lo mismo...hasta Thatsuha lo ha comenzado a creerlo.

Eso sorprendió bastante al escritor.- ¿Por qué? Creí que a Thatsuha le caía bien.

-No. Es a Ryuchi que le cae bien Shuichi y ya sabes cómo es Thatsuha cuando se trata de Ryuchi. –Frunció un poco el ceño.-Escucha Eiri, ese chico no es como tú crees que es.

-¿Por qué?- Fijó sus ojos ámbares como dagas.

 -Eiri...nosotros solo queremos lo mejor...entiende.- El presidente de N.G. soltó su taza y se arrodilló para estar más cerca de su protegido.

-¿Y Shuichi no es suficiente para mí? ¿Es eso?

-No, no, no. Eiri. Dime ¿Por qué ese chico se metió en tu casa a la fuerza y prácticamente estás viviendo como mantenido por ti?

-¿Crees que no sé con quién estoy viviendo? -Preguntó con obvia molestia, ignorando lo que su cuñado le decía.- No te invité para que ofendas a mi pareja en mi casa. A una persona que no está aquí para defenderse, de lo que sea que lo estás acusando.

-Eiri...- Lo llamó intentando apaciguar las aguas.- Ese chico trabaja pero jamás aporta nada ¿Cierto?

-¿Estás diciendo que Shuichi solo está conmigo por dinero?

El rubio mayor lo miró con algo de pesar. No quería discutir acerca del cantante y ganarse el odio de su cuñado, él jamás escuchaba de razones cuando se trataba de Shindou. Le sonrió con algo de tristeza y resignación.- Tienes razón, tal vez exagero.

Tomaron el café que había preparado el escritor y los pastelillos, hablaron sobre temas sin importancia intentando olvidar la discusión anterior, como siempre los problemas parecían ser tapados como basura bajo la alfombra. Cuando despidió a su cuñado decidió que ya había pasado suficiente tiempo como para que el cantante hubiera reflexionado sobre su actitud, porque para él realmente no creía que debiera sentir algo de culpa. No es como si le hubiera ocultado algo, no es como si le hubiera mentido.

Cuando se acercó a la casa de Hiro, Shuichi ya se encontraba en la puerta esperándolo como tantas veces antes. No pudo evitar que se le escapara una sonrisa, siempre que se separaban un tiempo largo alguna parte, inevitablemente, cedía a la otra. Era algo invisible, era una fuerza gravitacional y cuando eso pasaba la conexión era más fuerte y nada en el mundo se sentía tan correcto como el estar juntos.

Mientras viajaron ninguno habló, era otra de las cosas implícitas en la relación, ninguna parte debía darse glorias por la victoria o derrota del otro, porque al final no admitirían que se habían extrañado. Cenaron algo rápido mientras fingían mirar la televisión, evitando las preguntas que realmente debían hacerse...hacer aquello era solamente esperar a que una bomba de tiempo estallara entre ambos.

Los ojos amatistas estaban hinchados y apenas podían permanecer en la luz por el ardor. El rubio caminó a la cocina y buscó unas comprensas frías, se acercó a Shuichi y sin mucho más que un "déjame ver" lo abrazó con uno de sus brazos atrayéndolo hacia su pecho sin encontrar resistencia mientras con el otro cubría sus ojos, sin hacer un comentario. Había llorado por él, ¿Cuánto tiempo habría llorado por él? ¿Cuánto tiempo lo habría extrañado? se preguntó el escritor mientras por momentos seguían escapándosele algunos sollozos.

El escritor lo abrazó fuerte y ahogó el llanto del cantante con su propia boca. Lo besó, suave pero firme, sin detenerse. Un beso salado de lágrimas tibias. El cantante se aferró fuerte a sus brazos y Eiri lo acomodó de tal forma que pudiera alzarlo para llevarlo a la habitación. Lo dejó en la cama, mientras el rubio se sacaba los zapatos y la camisa, Shuichi permaneció quieto siguiendo sus movimientos con la mirada.

-No quiero hacerlo Yuki. -Rogó.

Cuando se sacó la camisa, le sonrió.- No soy un súper hombre Shuichi. Tan solo quiero dormir abrazando a mi pareja. -Shuichi le sonrió  entre lágrimas a la vez que se limpiaba la nariz. Aunque no era necesario. Preguntó.- ¿Puedo?

Entre risas asintió con la cabeza rosada varias veces, comenzó a sacarse la ropa hasta quedar en ropa interior. Shuichi se acostó mirando hacia la pared y detrás suyo el escritor abrazándolo, pero aún cuando apagó la luz el cuerpo del menor no se relajó del todo.

-Estás pensando muy fuerte, no me dejas dormir. -Dijo el escritor en una voz cansina. Hubo una larga pausa antes que escuchara un susurro pero que fue clara y audible por el silencio de la habitación.

-Tengo un amante.

El rubio inspiró profundo antes de responder. - ¿A qué se dedica?

-Es...un empresario.

Eiri sonrió en la oscuridad, sabía que era mentira. -No sabía que fueras un Snob. ¿No podía ser...no sé, un almacenero o un artista callejero?

-Hablo en serio, Yuki.- Dijo girándose mirando en la oscuridad adonde debía estar su rostro.

-Lo sé, lo sé.- Dijo sin ocultar la diversión en su voz.- Si tiene mucho dinero o una herencia, podemos estafarlo juntos.

Shuichi permaneció en silencio como si se sintiera decepcionado por la reacción del escritor.

-Bueno...-Dijo Eiri siguiéndole en el juego, abrazándolo más fuerte contra su pecho y enredando sus piernas. Tal vez era más beneficioso para él si le seguía el juego, esta vez lo dejaría ganar.- Si tienes un amante, eso significa que ya no habrá tantos reclamos de atención para mí ¿Cierto?

 

Al comenzar el nuevo día más que la iluminación de la habitación lo despertó el hormigueo de su brazo, se había dormido abrazado al cantante y éste se encontraba encima de su brazo. Intentó mover un poco el cuerpo para liberarse sin despertarlo, después del día de ayer debía estar más que cansado. Se veía tan lindo a pesar que era un desastre para dormir.

Shuichi siempre decía que él cuando dormía parecía como los modelos de revista cuando fingen que lo hacen, en cambio Shuichi era inquieto y amanecía en posiciones diferentes incluso cuando estaba muy cansado, roncaba y muchas veces recibía patadas. Cada vez que se despertaba su pelo parecía haber pasado por un huracán, parecía que dormía tan profundo que no tenía preocupaciones pero cuando se levantaba lo hacía como un resorte, lleno de energía y nunca paraba de hacer cosas.

Recordó que había desconectado el teléfono durante la mitad de la semana y no había vuelto a conectarlo, a pesar que ella lo había llamado a su celular e ido a su departamento se las arregló para no enfrentarla. Pensó con algo de maldad que ya había torturado lo suficiente a su editora Mizuki y que la llamaría justamente aquél día, justo en su día de descanso.

-Usted realmente es mi verdugo.- Dijo ella del otro lado del teléfono y divertido el escritor respondió que solo había necesitado tiempo sin presión para buscar nuevas ideas. Le explicó que esta vez quería escribir algo diferente, con un significado más profundo.

-Sensei. Usted sabe que no debe dejarse guiar por lo escriben los demás, no debe perder su toque personal. Ese chico...Takeda Minako, solo es comparado con usted porque es joven y bien parecido. También es talentoso y original, pero las ventas de su libro no tienen ni la más mínima comparación con las ventas de los suyos. ¿Sabe por qué? Porque los libros de ese chico son rebuscados y complicados, tanto así que los lectores que no desean perder el tiempo en reflexionar sobre cada hecho y tantos temas, lo encuentran tedioso. No es malo que sea popular, lamentablemente al día de hoy con la sobre información de internet, si no hay algo que te guste desde el principio fácilmente puedes elegir otra cosa que sí lo haga.

Luego de aquella charla el escritor se puso a reflexionar sobre aquello, su trabajo no era mediocre y dirigió su mirada a la puerta. Si él lo tenía así de difícil, entonces ¿Cómo lo tenía Shuichi entonces? Meses de trabajo dependían de una canción de poco más de tres minutos, si eso no gustaba entonces todo el trabajo era tirado a la basura. No había piedad para los artistas y no había consideraciones de parte de quienes un día te admiraban y al día siguiente admiraban a un nuevo artista, no eran casos de "fidelidad de clientes".

Unos golpes detrás de la puerta lo sacaron de sus pensamientos. "Yuki ¿Estás ahí?" El rubio rió pensando en cómo era posible que siempre supiera cuando pensaba en él. "Sí. Estoy aquí" Shuichi le dijo que estaba bien que pensó que había salido porque no veía la luz debajo de la puerta.

-Entra Shuichi.

El chico abrió la puerta sin moverse de su lugar y el rubio le hizo una señal para que se acercara, cuando lo tuvo lo suficientemente cerca tiró de él sobre su regazo sorprendiéndolo, la espalda del chico contra el pecho del escritor. El shock sobre su rostro era evidente, en especial cuando hundió su nariz en el cuello.

-Dime Shuichi ¿Sobre qué se trata el nuevo álbum que estás escribiendo?

-¿En serio quieres saber?

La voz del chico estaba sorprendida y sin duda algo entusiasmada, el escritor no respondió pero asintió afirmativamente con su rostro.

-Es como siempre…una historia de amor, comienza con una canción que es la confesión de una geiko.

-No es muy original que digamos.

Shuichi sonrió con una mirada que le daba a entender que había algo más de lo que parecía.- Nunca se dice en la canción específicamente pero la Geiko hace una promesa en la que si su amado vuelve a ella entonces ella dejará de hacer servicios a los hombres. -Suspiró fuerte antes de continuar.

-Déjame adivinar...él nunca vuelve por ella.

El pelirosa asiente.- No. Pero decide que no quiere parecerle hermosa a ningún hombre y trágicamente se arranca los ojos.

Eso sí sorprendió al escritor.- ¿Por qué los ojos?

-Porque en las canciones siguientes explico que ella no quiere ver cosas en las que no quiere creer. No quiere deslumbrarse nuevamente por la belleza.

-¿No es muy trágico para un artista pop?

Se rió levemente.- Ahí no termina la historia, un día un músico llega a ese lugar y logra hacerle ver cosas en medio de su ceguera, ya sabes, con su voz. Aquél era un hombre de mucha más edad que ella y no era guapo, pero era amable y bondadoso. Ambos se enamoran y ella admite que si no hubiera quedado ciega, jamás podría haber visto la bondad en el interior de aquél hombre.

-Veo que te esforzaste mucho esta vez.- El chico sonrió con orgullo. -¿Qué pasa si no les gusta a tus fanáticos?

-Todo puede pasar. -Dijo mientras casi distraídamente acariciaba el brazo del escritor.- El último álbum no fue tan bueno como esperábamos, terminó en el puesto 17 de las listas de Japón. -Eiri lo sabía, había visto bastante deprimido a Shuichi por ese entonces.

-¿Qué crees que pudo haber pasado?

-Dijeron que ese álbum sonaba igual a los otros dos anteriores y que ninguno de ellos tenía un trasfondo realmente interesante para analizar. -Le sonrió esta vez con algo de amargura.- Ahora le dimos un buen trasfondo para analizar, solo esperamos que la melodías que acompañen las canciones no lo arruinen.

-¿Por qué lo harían?

-Porque...para contar esta historia necesitamos bajar el ritmo y ponerle más pasión. Ya no sonarían tan... bailables, pero queremos que nos tomen en serio. Es arriesgado tomar un nuevo sonido pero tenemos que hacerlo.

Eso conmovió de cierta forma al escritor, giró el rostro del pelirosa y lo recompensó con un beso. Nunca le diría que aquella actitud era la que más le atraía de él.

-¿Qué es lo que te preocupa Yuki?- Dijo mientas acariciaba el cabello rubio y el rostro de Eiri. El escritor sabía que esa era la forma de confortarlo. - Eres talentoso y hermoso.

El escritor hizo una mueca en el último comentario, su rostro no tenía nada que ver con el talento.

-Puede llevarte tiempo pero sabes que en el momento menos pensado una idea vendrá a tú mente. Solo creo que debes tomar la idea con la que te sientas seguro y tomar el riesgo, si fracasas ¿Qué importa? Luchaste por lo que estabas seguro que era lo correcto, intenta salir un poco de tu zona de confort. Lo que más quieres es ser reconocido por tu círculo de escritores, más que de lectores ¿Cierto? -Eiri asintió.- Entonces...si tienes alguna idea que no sea acerca de romance escríbelo, insiste con la editorial para que lo publiquen. Existen muchos géneros para explorar.

-¿Desde cuándo te volviste un motivador? -Preguntó con cierta diversión.

-Desde que toqué el fondo  me di cuenta que podría haber llegado aún más profundo. Si yo estaba en el puesto 17 ¿Cómo se debe sentir el que se encuentra en el puesto 100? o...¿Cómo se debe sentir el que no llegó a estar entre los 100 puestos? -El rubio meditó las palabras.- Recuerda que siempre hay alguien que está en el fondo luchando por salir y el día menos pensado, pueden superarte.

Shuichi le sonrió como un niño y el rubio volvió a besarlo, a diferencia de la primera vez esta estuvo llena de pasión que no tardó en transformarse en lujuria. Aquel lugar que consideraba su santuario nunca había sido testigo de su pasión,hasta ahora, pero él creía que esta vez estaba bien. Era Shuichi, era su amante, su primer amante podría decir, porque él se encontraba sobre las demás y era al único al que le permitiría hacer otras cosas que nadie más podría.

A él le mostraba sus lágrimas y sonrisas, solo él podía ver su honestidad sin envolverlo en falsos cortejos. Shuichi era el único al que le permitiría consolarlo o por el cual él se dejaría acariciar su rostro por él luego de hacer el amor durante un largo tiempo, porque él también disfrutaba de esas caricias. Cuando Shuichi aparecía y estaba cerca de quebrarse luego de una pelea, el rubio lo abrazaba antes que pudiera decir algo, porque veía aterrorizado que en su rostro decía "Tengo que dejarte". Shuichi no podía dejarlo y él tampoco podría hacerlo.

Shuichi no se negó a su toque que muy pocas veces era como en aquél momento, de forma gentil. Lo hicieron lento, saboreándose y diciéndose cosas verdaderas pero que el escritor antes del amanecer negaría haberlas pronunciado. Diría que fue un momento de debilidad...incluso ya tenía la excusa antes de pronunciar las palabras.

-¿Ya te vas?

Preguntó el chico desnudo en el sofá-cama que el escritor utilizaba cuando debía internarse horas a escribir su novela y necesitaba concentrarse. El rubio se colocó el pantalón, solo tomándose una pausa para admirar las curvas del chico, las clavículas sobresalientes, las caderas unidas a sus largas y estéticas piernas color caramelo. Shuichi se puso colorado y se removió, bajo la mirada gatuna. Le sorprendió un poco, que se cubriera los muslos rápidamente con la camiseta que vestía.

-¿Qué puedo decir? Tengo que trabajar.

-¿Ya obtuviste tu satisfacción sexual y ahora puedes concentrarte en trabajar? -Dijo el más joven con algo de burla.- ¿Ahora no te voy a ver hasta que te agarren ganas de comer?

-Shuichi...-Dijo el escritor con advertencia y él sabía que debía abandonar su postura de niño caprichoso si no querían discutir. El chico al parecer pensó que era mejor no tentar a su suerte.

-Hai...hai...Ya entendí. -"Buen niño" Escuchó decir al escritor detrás suyo, ojalá todos los días el escritor estuviera de ese humor con él.

Entrada la tarde el teléfono que había sido nuevamente conectado sonó, pudo escuchar a lo lejos que Shuichi atendía y luego caminaba en dirección a su despacho. Golpeó suavemente la puerta antes de entreabrirla, todo hubiera pasado como si nada si no fuere que la mirada del chico no encontraba su rostro.

-Tienes una llamada.- Dijo con voz monótona.

-¿Quién es?

-¿Qué? -Preguntó como si estuviera lejos de allí.

-Que ¿Quién es? -Insistió el escritor.

-Es...Mian Yue. -Estiró la mano, dándole el teléfono inalámbrico. La expresión del escritor fue solemne, cuando tomó el teléfono Shuichi se quedó en el lugar.

-Puedes irte. -Shuichi lo miró dudando de marcharse o quedarse allí a escuchar.- Shuichi...vete.

Hasta que no escuchó los pasos de Shuichi alejarse no pensaba decir una sola palabra.

-Te dije que no me llamaras aquí. -La regañó.- No quiero que cruces ni una palabra con Shuichi ¿Entiendes? Te dije que si lo hacía cortaras cuando yo no te atendiera.

-Te llamé a tú celular pero no me atendías ¿Qué querías que hiciera?

-¡Maldición! -Dijo cuando vio a su celular sin batería, no se había dado cuenta que estaba apagado.- ¿Qué pasa?

-Necesito verte.

-Es demasiado tarde, además de ser un domingo. No tengo ganas, ni tiempo.

-¡Idiota! No es por eso, no te creas tanto. Solo necesito hablar, es algo serio.

El escritor se tocó el puente de la nariz, intentando contar hasta diez. -¿Dónde?

-Ven a mi apartamento.

-Shuichi va a sospechar. -No era que realmente no lo hiciera ya, o que le preocupara que confirmara aquella situación, pero odiaba que sus amantes tuvieran algo de control sobre él.

-Si no quieres que sea más que una sospecha, lo mejor será que te apures.

-No me amenaces.

-Entonces no me des razones para hacerlo. Ven ahora.- Exigió dejando con un humor de perros al escritor.

Cuando salió del estudio pudo ver a Shuichi en la oscuridad de la sala frente al televisor prendido mirando un punto ciego. Estaba preocupado, era como si quisiera decirle cosas, reclamarle, pero no lo hacía porque tenía miedo que lo dejara. Era obvio que sabía quién era Mian Yue...no era más que una atractiva presentadora china que en alguna ocasión lo había entrevistado...justamente ahora mismo, ella no contaba con ninguna razón para llamarlo cuando el programa para que el que trabajaba se encontraba fuera de emisión.

-Voy a salir.- Dijo el escritor mirando que el chico mantuvo su barbilla encima de sus rodillas, con la mirada perdida y el control del televisor en su mano.- No te quedes despierto, mañana tienes que ir a trabajar.

-¿Vas a tardar?- Preguntó con voz esforzada el peli rosa.

-No. -Y vio un ligero alivio en su postura. - Intentaré venir lo antes posible. Así que ve a dormir. Dejaré el celular, no tiene batería.

Shuichi torció el gesto, sabía que eso se solucionaba si llevaba el cargador portátil. En realidad no quería llevarlo para que Shuichi no lo molestara si se retrasaba.

Luego de veinte minutos en viaje, el rubio se encontraba frente a la puerta del departamento de Mian Yue quien no perdió tiempo en abrir la puerta y abrazarlo, con entusiasmo como si no hubiera visto a su amado después de tanto tiempo.

-Te extrañé. -Dijo sobre su cuello que olía a flores silvestres. -Pasa.

El permaneció serio e inmutable, no quería darle la impresión equivocada, no era como si estuviera entusiasmado con estar allí. Entró en el lugar paseando su mirada curiosa y no pudo evitar recorrerla con la mirada cuando fue a buscar algo para beber con una sonrisa radiante.

-Siéntate.

-¿No piensas decirme qué era tan importante?

El gesto se torció en su afilado rostro, la alegría del reencuentro tambaleó levemente. -Podemos hablar de eso después ¿No?

-Dijiste que era urgente.

Ella se paró rápido y dio unos pasos mientras retorcía sus manos con algo de presión. Se detuvo como si hubiera encontrado el valor y lo soltó.

-Estoy embarazada.

-¿Qué? -Dijo un tanto atontado al comienzo, el miedo lo invadió… miedo que luego se transformó en rabia.- No me digas que es mío.

-¿Y de quién más va a ser?

-No sé... ¿De tú marido?

-¿Mi marido? Hace tres meses no lo veo porque estoy en Japón por trabajo y tengo un atraso de dos. -Ella comenzó sollozar con desesperación.- ¿Qué haremos? Estoy de dos meses Eiri.

Preguntó una y otra vez, pero la cabeza de Eiri solo trabajaba en la forma de desligarse del problema.

-Vuelve a tu país y hazlo con él, luego cuando el bebé nazca dile que fue prematuro.

-¡No es estúpido, Eiri!- Ella se arrodilló y lo tomó del brazo.- ¿Qué crees que es lo primero que hará? Apenas nazca, pedirá hacer un ADN.

-¡¿Y qué?! ¡No es mi problema!

-¡Es tú problema tanto como mío! O piensas que porque no haya alguien con quién comparar la muestra no voy a decir que es tuyo.

-No te atrevas.

Dijo el escritor mientras clavaba sus ojos en los de ellas como dagas. No sabría cómo haría para enfrentar a Shuichi si eso pasaba. Se lo imaginó como tantas veces antes en medio de lágrimas, sabría que no habría comparación a nada que hubiera pasado antes. En su cabeza, la imagen de Shuichi diciéndole que no lo quería más, que ya había aguantado demasiado, que ya no quería verlo. La imagen del chico despidiéndose en medio de una gran pelea y sabiendo que con la fama creciente que tenía, habría gente dispuesta a conocerlo...a sanarlo y consolarlo. NO, se dijo. No, no era una excusa por la cual estaría dispuesto a perder a Shuichi...no importaba lo que tuviera que hacer. -Mañana iremos a que te lo saquen.

-¡Hijo de puta! -Gritó ella de inmediato en un arranque de furia.

-¿Qué demonios esperabas que sucediera? ¿Esperabas dinero o fama?

Ella volteó su rostro de un golpe fuerte y ella sin más volvió a sonreír con ironía.- Tengo dinero y tengo fama. No puedo creer que el gran escritor de novelas románticas no tenga ni una pizca de tacto al tratar con una mujer ¿Piensas que yo quería quedarme embarazada de ti? ¿De un escritor de novelas ligeras? -El rubio profundizó su ceño, eso sí era para él un golpe bajo.-Te equivocas, yo también solo busqué pasarla bien. No solo los hombres pueden hacerlo ¿Sabes? -Se colocó frente a él con fingida dignidad.

-Entonces estamos de acuerdo. -Ella lo miró confundida.- Ninguno de los dos quiere esa cosa. -Dijo señalando el vientre plano de ella.

-Tienes razón, ninguno de los dos lo quiere. Pero no voy a arriesgar mi vida en una de esas clínicas falsas. Porque que no se te olvide que soy yo la que pone su cuerpo. Además corremos el riesgo de ser reconocidos.

-Yo conozco un lugar, por unos cuantos billetes no dirán ni una sola palabra.

-¿Y si algo sale mal? -Dijo ella, realmente tenía miedo de hacerlo y el escritor sabía tratar más con eso.-Estoy sola aquí, Eiri. ¿Qué pasa si abren la boca?

-Todo saldrá bien.- Suavizó su mirada y le ofreció una sonrisa tranquilizadora.- Ya lo he hecho antes.

Ella abrió los ojos sorprendida y tragó el nudo de su garganta antes de preguntar. -¿Cuántas veces?

-Eres la tercera. -Ella miró a un punto perdido de la habitación y el escritor colocó una mano en su hombro.- Yo estaré contigo en todo momento. -Ella se hundió en llanto y él la abrazó. Luego de un momento cuando se hubo calmado alzó el bello rostro de Mian y enfrentó esos hermosos ojos, la besó. Mian lo tomó de la solapa de la chaqueta y lo atrajo más hacia la habitación. Ella estaba desesperada y necesitaba consuelo. Pensó que podría hacerlo una vez más, después de todo lo peor ya había sucedido ¿No?

Cuando por fin la vio dormida, se puso a pensar en la oscuridad mientras se cambiaba para volver a su departamento. Llamó a la clínica y pidió un turno con una doctora que conocía bien. Se prometió a sí mismo que si lograba salir de esto, jamás volvería a engañar a Shuichi. Se prometió, que sería un buen novio y que nunca más lo haría llorar.

Era tarde cuando llegó a su casa y contrario a lo que él esperaba ver, Shuichi estaba en la cocina lavando al parecer cubiertos.

-¿Comiste tarde?

-No. Solo que no quería ver los cubiertos sucios. -Siguió hablando sin mirarlo. -Me ayuda a no pensar.

-¿Me estabas esperando?

Shuichi soltó con violencia los cubiertos recién enjuagados. -No. -Lo vio apoyar los brazos y negar con la cabeza, enfatizando lo que decía.- No esperaba que volvieras.

Eiri sintió algo extraño, pero comprendió que en realidad esperaba que lo hubiera abandonado. Él no había vuelto rápido como había prometido.

-Ve a dormir.

-No quiero.

-Shuichi. Mañana debes ir a trabajar. -El chico no quería verlo y tenía miedo de tocarlo, porque sabía que huiría de cualquier contacto.

-¡Deja de fingir que te interesa algo de mí! -Gritó en un exabrupto.- Vete tú adormir en la habitación, yo dormiré en el sofá. Hoy no quiero verte.

-No. -Respondió ignorando la última frase.- Ve a dormir tú en la habitación, yo dormiré en el estudio.

-No discutiré esto Yuki. No puedo dormir solo en la habitación.

Eiri seguía observándolo en silencio pero sabía que no debía presionarlo cuando tenía ese tipo de rabietas. Rabieta, pensó si tan solo supiera lo que acababa de pasar era para mucho, mucho más que una rabieta.

-Está bien. -Dijo el escritor, aunque sabía que no estaba nada bien. Shuichi tan solo tendría que saber que si no le discutía ese capricho era porque necesitaba él también pensar acerca de lo que pasaría al día siguiente.

Esa noche durmió perfectamente, sorprendentemente había quedado tan agotado el día anterior que durmió muy cómodo...pero a su lado no había nadie. Shuichi se iba a las ocho y ya eran las nueve.  Llamó a su editora y le dijo que trabajaría en una idea, a las dos se la mandaría por mail.

Ella le pidió que mejor fuera a la editorial, justo aquél día el "joven atractivo" llamado Takeda Minako estuviera allí trabajando. Eso sorprendió al escritor que no podía ocultar que estaba curioso de conocerlo, era uno de los pocos escritores que iba a la editorial a realizar la mayor parte de su trabajo, según decía Mizuki que era un perfeccionista y que no aceptaba que ninguna de los diseños del libro, las ilustraciones de portada, o hasta el tamaño de letras se pasaran por alto. Además que prefería realizar correcciones en el momento y no como "cierto escritor", dijo ella haciendo demasiado hincapié para su gusto.

-Iré de inmediato.- Dijo como respuesta antes de cortar, cambiarse y tomar su auto.

En la editorial todos comenzaron a hablar en un murmullo audible cuando vieron al escritor Yuki Eiri buscar a su editora. Las chicas que trabajaban cuchicheaban en pequeños gritos de admiración y sin duda dedicándole miradas coquetas que lo hicieron sonreír mentalmente, ya que estaba acostumbrado a ser el centro de atención. En un punto no muy alejado la encontró teniendo una charla con otro hombre y Takeda Minako, quien se encontraba a su lado. Levantó la mano en forma de saludo y ella le hizo una señal que se acercara para poder presentarlos.

Cuando solo estaba a unos metros vio como el joven lo miró fijamente, inclusive, antes de llegar. ¿Quién lo diría? pensó el escritor, la mirada de aquél chico fue la de un adolescente nervioso.

-Mucho gusto, Yuki Eiri.

 -Ya lo sé, le respondió el chico casi en un susurro sonrojándose. Cuando estiró su mano para estrechar la de Minako la notó algo húmeda y temblorosa, tanto así que lo hizo sonreír. Le gustaba saber que de cierta forma era él quien lo incomodaba.

Los ojos castaños eran enormes y oscuros, su cabello castaño caía en picos largos sobre su rostro. Era hermoso y delicado, y por aquél sonrojo tan evidente no era indiferente a la presencia del rubio. Era una linda cosita gay.

Los ojos ámbares se clavaron divertidos en él y el silencio se hizo también entre los editores por una pausa eterna. El editor del chico se presentó pero el rubio no le hizo ni el más mínimo caso... ¿Ese era el Gran Mocoso que era tan respetado entre toda la nueva generación? ¿Era él quien escribió acerca de la existencialidad del humano, mezclando la poesía, la filosofía, la religión y la evolución, en la ficción? Sin darse cuenta o tal vez conscientemente, pensó en cómo podría usar su encanto para acercarse a él. Para saber cómo llegar a él, el joven se removió bajo la mirada y sus mejillas se volvieron rojas bajo la mirada. "Deje de incomodarlo" lo amenazó Mizuki con gesticulaciones y dientes apretados.

-Tú libro fue muy bueno. Tenía mucha curiosidad de conocer a la persona detrás de ese libro- Dijo el escritor dejando a una Mizuki con la boca abierta.

-Gracias.- Respondió con voz suave, antes de levantar su cabeza aún avergonzado.- Y-Yo...yo comencé a escribir por usted.

Eiri sospechó que era una mentira, él jamás se había centrado en temas tan abstractos...era obvio que solo lo decía para caerle bien.

-Me siento honrado de escuchar eso. -Con una sonrisa encantadora, que encandiló a todos los que la vieron lo invitó a tomar un café y charlar. El joven en un primer momento lo rechazó, pero dijo que luego podrían acordar encontrarse al día siguiente.

-Usted...no puedo creer que coqueteara así delante de todos.-Dijo Mizuki primero con rabia y luego con pesar.- Usted...usted, No se merece a alguien como Shindou.

-Oh vamos. Estoy jugando. - Intentó suavizar el regaño, increíblemente se sentía de buen humor al haber logrado un acercamiento al joven prodigio de la escritura.

 

Esa noche fue a visitar el bar dónde nuevamente encontró a Tachibana ya entrado en varias copas, cuando notó su presencia a su lado una sonrisa se formó en su rostro.

-¿Qué estamos haciendo hoy?- Preguntó el rubio, mientras hacía una señal al barman.- ¿Festejando o ahogando penas?

El rubio nunca sabía qué esperar de aquél hombre, a veces sonreía de lo borracho que estaba a pesar de que para él fuera un día de mierda. A veces sonreía porque festejaba, pero aún así sonreía.

-Festejando.-Dijo luego de pensarlo un rato y arrastrando las palabras más de lo normal.

-¿Qué ocurrió?

-La madre de Chisato me dijo que quería que nos volviéramos a ver.

El rubio sabía que se refería a su ex -esposa y a su hija de seis años.

-¿En serio? -Preguntó con algo de confusión. Se sorprendió a sí mismo a la vez, era muy extraño que se interesara en saber algo más sobre otra persona que no fuera Shuichi.

-Comenzamos a vernos de nuevo, ella viene y se va. Pero cuando estamos juntos es como si hubiéramos recuperado algo de lo que teníamos antes.

-¿Pero no estaban haciendo la división de bienes?

-Sí.- Suspiró.- Pero creo que hacer esto puede acercarnos de nuevo. Ella se ha mantenido sola como yo todo este tiempo, nosotros no nos separamos porque lo hubiéramos querido así. Fue la relación que se desgastó. Ya estamos divorciados, el acuerdo de bienes está casi terminado...solo restaba la custodia de mi hija. Si volviéramos juntos...todo estaría bien. -Lo miró y le dio una palmada en la espalda que casi lo hace escupir la cerveza.- Tú deberías proponerle a tu amante casamiento de una vez.

Eiri ahogó las palabras y pensamientos en su cerveza, que ella volviera a su cama no quería decir que quisiera a Tachibana de nuevo en su vida y sentiría algo de pena por aquel hombre. Luego cayó en cuenta de las últimas palabras que había dicho el contable.

-No podemos casarnos al menos no en Japón. –Dijo como quien no se toma en serio lo que le dicen.

-Amigo, a veces,  debes asegurarte que la persona que está a tú lado no se pueda ir fácilmente.

-No tengo necesidad de hacer algo como eso. –El cantante no lo dejaría, de eso estaba seguro.- Pero…si esa persona quiere irse, ni un contrato puede impedirlo.

Tachibana suspiró.- No, lo que los ata no es un “contrato”, lo que puede llegar a retenerlos es que sepan que tú lo quieres….y si no lo quieres ¿Qué haces perdiendo el tiempo con él? Es como si esperaras inconscientemente que te deje por alguien más ¿Cuánto tiempo crees que pueda aguantar en una relación inestable? Uno no se puede conformar hasta que no cree que tiene a la otra persona por completo y déjame decirte, que tu novio no parece ser que se conforme con algo a medias.

-Me encantaría seguir escuchando tus consejos de revistas del corazón, pero tengo algo que hacer.

-¡Eiri! –Lo llamó antes de cruzar la puerta.- Al menos hazle saber que sientes algo por él.

 

 

Salió a buscar su auto y llamó a Mian Yue para decirle que pasaría a buscarla. Debía hacerlo en ese momento porque estaba a punto de llover y por lo que parecía una tormenta se cerniría sobre ellos.

Lo había planeado con bastante anticipación, Shuichi estaba en NG y seguramente no aparecería hasta el amanecer porque sabía que era cuando grabarían sus canciones, si Shuichi no iba de campamentos con la banda como lo hacía la gran mayoría de artistas la única razón era Yuki. El cantante prefería ir a verlo muy tarde antes de no verlo, no importaba si eran giras, no importaba si era la grabación de un video, la composición de música con sus amigos y mucho menos la grabación extenuante de un álbum lo hacía desistir de estar lejos de él.

Mian Yue lo esperó en una esquina, vestía demasiado normal para que no la reconocieran y llevaba un enorme bolso. Cuando subió no se dirigieron ni una sola palabra, pero podía notar la palidez de su rostro, supuso que era así por no tener maquillaje pero luego descubrió que por la forma que miraba la ventana. No solo eran nervios si no también miedo.

-Todavía tenemos un viaje largo. Intenta relajarte.-Le dijo mientras la veía entrar al auto.

-Para ti es muy fácil decirlo ¿No?- Ironizó ella.

Eiri no era nada bueno al enfrentarse a una mujer así, si la situación hubiera sido otra ya la hubiera insultado. Contó hasta diez para atraer la paciencia y pensó en las palabras adecuadas. Nunca usar las palabras “Sé que es difícil para ti” eso es como prender un fosforo en medio de pólvora.

-No. No es fácil. –Ella lo miró un momento esperando que continuara.- Es muy peligroso.- Hizo un contacto visual con ella dándole a entender que era honesto.- Pero por eso estoy aquí y no estás sola. Estaré contigo, incluso luego de esto, yo cuidaré de ti. No ayuda que ahora mismo seas una bola de nervios. –el rubio miró sobre la ruta pero estiró su mano derecha para tomar la de ella sobre su propio regazo, su actitud se relajó e intentó ofrecer una sonrisa conciliadora. –Eres una mujer con carácter que no se asusta fácilmente y tienes razones para estarlo en este momento, pero estamos juntos. Confía en mí.

Interiormente el escritor pensó que ya la tenía dónde quería, ella haría todo en ese momento por él.  Había sido entrada la madrugada cuando llegaron a la clínica y luego de la intervención había estado insoportable quejándose de dolores que según había dicho la enfermera eran normales y él mismo podría dar testimonios de ello. Ya que las dos mujeres anteriores a ella también se habían quejado demasiado y de igual forma.

Volvieron al hotel que habían alquilado por esa noche, la recostó y la cuidó hasta que se durmió. Decidió llamar al cantante para que no se preocupara…pero fue él quien se encontró preocupado al no recibir respuestas ¿Por qué no estaba aún en el departamento? Ya eran las cuatro de la madrugada.

-Muy bien.- Dijo mirando la figura de esa mujer en la cama. –Fue bueno mientras duró.

Con esas palabras dio por terminada la relación con su amante Mian Yue. Él siempre había sido una gran amante y admirador de la figura femenina, pero también era conocido que la belleza no duraba por siempre. Era reemplazable, simplemente eso…era reemplazable.

Mientras manejó, el amanecer llegó, pensó que podría considerarlo como el fin de una etapa y el comienzo de otra. Intentó que el sueño que lo invadía no lo dominara, estuvo cuidando a la mujer toda la noche entre quejidos insoportables, así que no había descansado absolutamente nada…pero por suerte pensó, ella ya no era su problema.

 

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).