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Día del amor verdadero por DarkSweetLady

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Notas del fanfic:

Los personajes no me pertencen son propiedad de Fujimaki Tadatoshi 

Notas del capitulo:

Este es mi aporte para la convocatoria “Especial 14 de febrero” del grupo MuraAka Fans. 

No quedo tan bien como esperaba pero peor es nada(?) 

Mencion de las parejas: MomoRiko y HimuAlex 

13 de febrero, era la fecha marcada en el calendario de su escritorio, la fecha que su celular indicaba y que también podía leer en la parte inferior de la pantalla de su computadora, la fecha más movida para las empresas de dulces. Y para las pastelerías.

Seijuuro no pudo evitar lanzar una mirada preocupada a su celular conteniendo las ganas de llamar a su esposo peli morado para preguntarle si estaba bien, sabía que sería un día lleno de trabajo para Atsushi, y lo conocía tan bien que hasta podría apostar a que ni siquiera había probado bocado alguno desde que había empezado su trabajo. Pero llamarle tampoco era una opción, no quería entretenerlo ni distraerlo. Después de todo tenían que tener todos los dulces y postres listos para que las chicas al día siguiente pudieran entregarlos como regalo junto con una tímida confesión.

Él también esperaba con ansias que llegase el día de mañana. Pero no por ser San Valentín, el día festivo no le importaba más allá de las ganancias que para su empresa implicaba, porque al final de cuentas eso era para él, el día del amor, un día donde las ganancias se iban hasta arriba, un día creado para gente que necesita un pretexto para decir “te amo”.

Para Seijuuro es una fecha absurda como para que él la célebre, solo un día con mayores ganancias. Y es que dar chocolates para dar amor un solo día del año era una tontería considerando el tipo de esposo que tiene. Atsushi es un hombre que ama los dulces, así que sea el día que sea un chocolate o cualquier otro dulce está en su mano, sumado a eso el hecho de que son una pareja muy romántica. No del tipo de pareja melosa que va por la vida poniendo apodos estúpidos como “pastelito” “peluche” “terroncito de azúcar” “osito” ratoncito” o cualquier otro alimento dulce o animal en diminutivo. Vamos bastante ridículo se iba ver él diciéndole “ratoncito” a su esposo de más de dos metros.

No, ellos eran el tipo de pareja romántica que simplemente se aman, que disfrutan de preparar una sorpresa cualquier día solo para hacer sentir mejor al otro, solo para provocar una sonrisa en la cara ajena. Como cuando Atsushi lo sorprende con su comida favorita al regresar a casa, o cuando le envía cartas a la oficina solo para recordarle que le ama, así nada más para que lo recuerde; y el a su vez le gusta hacerle mimos a su gigante, prepararle el baño cuando sabe que el trabajo ha sido pesado, rellenar su reserva de dulces, o tal vez prepararle algún tipo de postre con un te amo de chocolate. Pero no necesariamente por ser 14 de febrero, la fecha que el mundo predispuso para que las personas amaran, ellos se aman todos los días.

Por supuesto ese 14 de febrero es diferente, porque por fin mañana tendrán la primera visita al orfanato. Lo habían pensado y hablado mucho, querían formar una familia, ser padres. Y habían movido cielo, mar y tierra para conseguir aquello, hacía mucho que habían ido a ver a los niños y casi de forma inmediata se habían enamorado de una pequeña, que a gritos con la mirada les pedía que la adoptaran. Sin embargo la cosa no era tan sencilla, se trataba de niños, no de juguetes, no puedes ir ver uno y simplemente pedirlo para que lo envuelvan para regalo. Era un proceso largo y más considerando su situación como pareja homosexual, las cosas se complicaban pero al final, lo habían logrado, y por fin mañana tendrían la primer entrevista formal con la pequeña, para conocerla más y decirle que querían adoptarla, y si la niña aceptaba tendrían dos semanas de prueba, donde la servidora pública los dejaría hacerse cargo de ella y después de hacerle una entrevista a la niña para asegurarse que todo fue bien, por fin procederían a darles la custodia de la pequeña.

Estaba más que emocionado, y no pudo evitar posar la vista, por enésima vez en el día, en el papel que estaba en su escritorio pulcramente cuidado sin manchas o alguna arruga. Dicho papel contenía los datos de quien esperaba sería su futura hija, y su fotografía. La niña tenía el cabello color caramelo que caía lacio por sus hombros, unos preciosos ojos color miel con unas largas pestañas enmarcándolos, en la hoja se leía el nombre de Nanami.

Recordó el día que la habían visto, hacía no más de un año de eso, la pequeña Nanami estaba sentada junto con otra niña, dibujaban y cantaban, a Seijuuro le había llamado la atención el pequeño anillo de caramelo que tenía en el dedo, ¿por qué? Porque su esposo hacía más de una hora que estaba haciendo berrinche porque no tenía dulces y de tanto pensar en ellos fue algo que inconscientemente buscó, pero la cosa no acababa ahí, la niña había notado su presencia y su mirada así que se volteó a verlo para sonreírle, el pelirrojo le devolvió el gesto, Nanami le explico que dibujaba pasteles, le hablaba como si aquellos postres fueran la octava maravilla del mundo y no pudo evitar pensar que era igualita a su Atsushi, el peli morado no había tardado en aparecer haciendo platica con la niña hablando aún más sobre dulces, al final la nena les había regalado uno de los preciados caramelos como una muestra de amistad, mirándolos con los ojitos más hermosos y tiernos; y supieron que la querían a ella.

Pero lamentablemente no les habían permitido más visitas y mucha suerte habían tenido que nadie la hubiese adoptado todavía pues con lo encantadora que era no dudaba que alguien más la habría querido.

Seijuuro miro el reloj, dándose cuenta que ya pasaban de las 3 de la tarde, termino rápido de guardar los últimos documentos para luego apagar su laptop y guardarla en su maletín juntos con los papeles, documentos y de más cosas que siempre cargaba, ese día quería salir temprano y abusando de ser el jefe y dueño de la empresa se dio el permiso.

Pasaría al centro comercial para comprar un lindo oso de peluche que había visto, uno perfecto para adornar la nueva cama de Nanami, y de paso tal vez iría a ver a su padre. Masaomi era de los más emocionados con el asunto de la adopción, el hombre había perdido la esperanza de ser abuelo desde hacía años, por eso cuando Seijuuro y Atsushi habían revelado lo de la adopción en una de las reuniones familiares, Masaomi había estado encantado con la idea, contrario a los padres de Atsushi, que no es que no quisieran nietos sino que simplemente creían que no podrían cuidar de una pequeña cuando trabajaban todo el día.

Por supuesto eso también lo habían pensado y no significaba problema para ellos, Seijuuro, a diferencia de Atsushi, podía trabajar desde casa yendo solo en cierto horario a la oficina, y para ellos eso estaba perfecto.

El tiempo con su padre pasó volando, casi cuatro horas simplemente hablando. Seijuuro no podía dejar de reír con algunos comentarios berrinchudos de su padre, como que quería acompañarlo a conocerla, que quería que lo visitaran cada fin de semana; Masaomi juraba ser el abuelo más consentidor del mundo.

Al llegar a casa lo primero que vio fue el auto de Atsushi, sin embargo al entrar no lo encontró ni en la cocina, ni en el cuarto o el baño o el patio o la sala.

-¿Dónde rayos se metió? – Preguntó en voz alta sin saber cómo es que no había encontrado a su esposo siendo que este era alguien enorme – Ya sé…

¿Cómo no lo había pensado antes? Ese día estaba especialmente distraído. Con tranquilidad se dirigió a la habitación que habían preparado para Nanami, y ahí lo encontró, sentado en la cama viendo fijamente hacía la pared que había sido pintada con algunas flores.

-Aka-chin, Bienvenido – Murasakibara le dedico una sonrisa para luego levantarse y darle un beso en los labios – Mañana por fin la veremos.

-Lo sé Atsushi, estoy muy emocionado – Seijuuro acarició los cabellos de su pareja enredando sus dedos en las finas hebras moradas, luego le beso – ¿Cómo te ha ido en el trabajo?

-Fue muy cansado Aka-chin~~ Hicieron muchos pedidos de los muffins de san Valentín~~

-Entonces será mejor que descansemos, no debemos lucir exhaustos mañana.

Atsushi asintió con pereza para después seguir a su Aka-chin hasta el cuarto para poder dormir.

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Apenas son las 7 de la mañana en el orfanatorio “La Esperanza” y una pequeña  anda muy inquieta, se ha puesto su vestido favorito, de color azul con lunares, y ha peinado una y otra vez su cabello color caramelo sin encontrar un peinado que le termine de convencer, quiere dar buena impresión a sus nuevos papis, no quiere que la regresen.

Ya había hecho su pequeña maletita, aun cuando su maestra le había dicho que no porque no sabía si aquellas personas le agradarían. Pero en realidad si lo sabía, recordaba muy bien el día que los había conocido, y la idea de tener dos papás era genial, a su amiguita la habían adoptado dos mamás y seguro que era divertido.

Aparte esos señores le agradaban, aun cuando el señor de cabello morado le había impresionado mucho, había visto que en realidad era muy agradable, tanto como el pelirrojo bonito.

Miro su nuevo peinado y lo deshizo, prefiriendo mejor solo dejárselo suelto, echó una mirada al reloj en la pared, 7:10 aún faltaba mucho para la entrevista, que sería a las 10

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Llegaron exactamente a las 10 en punto de la mañana al orfanatorio y la trabajadora social los había atendido amablemente mientras esperaban a que la pequeña Nanami llegara. Mientras toman un poco de café aunque este no sea del agrado de Atsushi quien aborrece lo amargo.

Escuchan unos gritos a lo lejos, una de las cuidadores parece regañar a alguien y la trabajadora social seguida de Seijuuro y Atsushi salé del salón donde esta para ver qué sucede.

 La cuidadora, una mujer de cabello cano y cara de enfado trae de la mano a una niña llorosa que solo aprieta contra su pechito una pequeña bolsa. Es Nanami y la pareja la reconoce enseguida.

-¿Qué sucede? – pregunta el pelirrojo con mirada severa.

-Lo sentimos pero Nanami no está lista aun – dice la cuidadora señalando el vestido que está manchado de chocolate – La llevare a que se cambie.

La pequeña solo oculta su carita para no mostrar sus ojos llorosos. A Seijuuro se le rompe el corazón de verla tan triste y pasando de las palabras de la mujer se agacha a la altura de la pequeña.

-Hola Nanami-chan – le dice con ternura el pelirrojo esperando por una reacción de la pequeña – Soy Akashi Seijuuro y el Akashi Atsushi,  queremos ser tus papás; ¿Me dejarás verte a los ojos linda?

Atsushi solo mira con una sonrisa la escena, su Aka-chin es perfecto y lo sabe todo, incluso como poner feliz a una niña. Por su lado Nanami solo alza un poco su carita, temiendo que al verla llorosa aquellos que van a ser sus padre ya no la quieran. Nadie quiere a los niños chillones, se los dicen todo el tiempo.

-Mira que linda carita tienes – le dice Seijuuro mientras con un pañuelo limpia las lágrimas y un poco de chocolate de las mejillas - ¿Por qué lloras preciosa?

-Quería hacer chocolates – dice con una voz débil y baja nuevamente la mirada – Para ustedes.

Seijuuro mira a la cuidadora para que suelte a la niña y Atsushi también se agacha para quedar a la “misma” altura.

-¿Es eso que traes en la bolsita? – Pregunta el peli morado. La niña solo asiente con la cabeza - ¿Y nos dejaras probarlos?

Nanami solo vuele a asentir y abre con cuidado la bolsita para mostrar dos trufas de chocolate, Seijuuro toma una y Atsushi otra. Su sabor es bastante dulce y tiene una consistencia un poco más suave de la que debería.

-Esto esta delicioso Nana-chin~~ – Exclama Atsushi lamiéndose el chocolate de los dedos – Es el mejor chocolate que he probado en mi vida.

-¿En serio les gusto? – pregunta Nanami con ojos ilusionados

-Te ha quedado muy bien – elogia a su vez Seijuuro – Es una lástima que parte de ese chocolate quedara en tu vestido.

-Se derramó un poco mientras lo hacía – explica Nanami más contenta pero igual preocupada pues quería dar una buena impresión – Debería ir a cambiarme.

-No te preocupes por eso Nana-chin – el peli morado acaricio la cabecita ajena – Llegando a casa puedes cambiarte por alguno de los que te compramos.

-Así es Nanami-chan – Seijuuro se levanta seguido de su pareja y luego extiende los brazos a la pequeña quien no duda en ir con el – ¿Te molesta si te cargo?

-Pero se manchara su traje si lo hace

-Eso no importa.

Seijuuro toma a la pequeña y la alza en brazos abrazándola, Atsushi los rodea con sus enormes extremidades y se adentran en el salón para seguir conversando. La trabajadora social los mira con seguridad de que Nanami estará muy bien con aquella familia y le da una seña con la mirada a la cuidadora para que se retire.

Pasan alrededor de dos horas platicando, la mayor parte de la charla se va en explicarle a Nanami que no es malo tener dos padres y cosas como esas, aunque la pequeña solo responde feliz a todo recordando lo feliz que se veía su amiga cuando fue llevada hacía no mucho por un par de mamás.

Al final le entregan a Seijuuro el horario escolar de Nanami así como la dirección de la escuela, tendrán que llevarla las dos semanas hasta que se tramite la adopción y se cambie el domicilio de Nanami para que pueda usar el autobús, también le dan indicaciones acerca de las alergias y control de salud.

Ya que les dieron todo aquello y después de que la trabajadora social habla en privado con Nanami, por fin los dejan irse con la pequeña sentada en la parte de atrás del auto. Durante el camino la niña habla mucho, les pregunta acerca de sus trabajos y queda fascinada al escuchar que Atsushi tiene su propia pastelería. Pero la pequeña pierde las energías como a mitad del viaje cayendo completamente rendida al mundo de los sueños.

-Es una buena niña – dice Seijuuro mirándola por el espejo retrovisor.

-Será nuestra niña Aka-chin.

El pelirrojo asiente y vuelve a fijar su mirada en el camino, ve como las chicas van muy arregladas cargando cajas de chocolates o como otras ya van caminando con algún chico. Es san Valentín y él también ha recibido chocolates, de la niña más linda de todo Japón.

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Al despertar Nanami se encuentra en una amplia habitación, está muy iluminada pues aun entra la luz del día, las paredes están pintadas, dos de lila, una de rosa y otra blanca, esta última también tiene pintadas varias flores de cerezo. La cama donde esta es muy cómoda y a su lado descansa un osito de peluche.

Nanami lo abraza y lo vuelve a poner en su lugar para después pararse, con cuidado dobla la cobijita que la cubría dejándola un poco desordenada sobre la cama, sigue mirando la habitación, tiene más juguetes, un espejo y un armario lleno de vestidos y demás ropa.

-Veo que te has levantado – la voz de Seijuuro la sobresalta – Lo siento ¿Te asuste?

-U-un poco – Nanami le sonríe – Acabo de despertar.

-¿Te gusta la habitación? – Pregunta Seijuuro con una sonrisa – La preparamos para ti.

-Es muy hermosa, gracias – Nanami vuelve a sonreírle y sin contenerse corre a abrazarlo.

Seijuuro le devuelve el gesto aprisionándola con fuerza ¿Es eso el amor paternal?

-Nanami-chan, hoy vendrán a cenar mi padre y unas amistades, ¿Te gustaría estrenar uno de los vestidos que compramos para ti?

-Sí, me gustaría – Nanami toma de la mano a Seijuuro para llevarlo al armario - ¿Cuál te gusta papi?

Seijuuro juró sentir un vuelco en su estómago al escuchar tan lindo apelativo hacia el por parte de la pequeña. En su corazón comenzaba a crecer el amor paternal que amenazaba con solo hacerse más y más grande.

-Veamos – Seijuuro tomo algunos vestidos – No lo sé, creo que te verás linda en cualquiera de ellos. ¿Cuál te gusta a ti?

Nanami se sonrojo un poquito y luego miro los vestidos, después de pensarlo bastante se decidió por uno de color rojo que tenía unas florecitas blancas.

-Te ves preciosa Nanami-chan – la elogió Seijuuro una vez que la vio salir del baño ya vestidita – Ahora ven, vamos a peinarte.

Seijuuro como siempre era perfecto y absoluto en todo, peinar a una niña no debía ser problema para él, así que con confianza en sí mismo comenzó a cepillar el castaño cabello para luego amarrarlo en una coleta alta y poniendo un moño como adorno en la cabeza. Jamás lo admitiría pero había estado leyendo revistas acerca de peinados para niñas.

-Wow quedo preciosa – Nanami se miró al espejo – Parezco una princesa.

-Es porque eres una princesa Nanami-chan.

La pequeña se sonrojo con el cumplido de su papi y luego le tomo de la mano para acompañarlo a la cocina donde su otro papá ayudaba a preparar el postre para la cena.

En la cocina Atsushi prepara pastel de chocolate con fresas, Nanami al verlo queda impresionada y no duda en ofrecerse para ayudar. El peli morado está encantado con la idea, le pone un pequeño mandil a la niña y le empieza a explicar cómo usar la duya para hacer flores con el betún de chocolate blanco.

Atsushi no tarda en juguetear con la pequeña, siente como por fin la tan ansiada familia con su Aka-chin está completa, siempre había querido hijos, tener a Nanami ahí era algo maravilloso y sabía, por la mirada roja que los vigilaba que aquella decisión había sido buena. Nunca había visto tan feliz a su Aka-chin.

Al poco rato Seijuuro también se les unió en la cocina, ayudando con el postre.

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A eso de las seis de la tarde llegaron las visitas para la cena, el primero fue Masaomi, quien traía un lindo regalo para su nieta. El señor había quedado encantado al conocerla y al parecer Nanami también estaba feliz con su abuelo. Los siguientes en llegar fueron la familia Himuro.

Tatsuya seguía siendo un muy buen amigo de Atsushi y hasta cierto punto de Seijuuro, claro está amistad había comenzado solo después de que el del lunar le asegurara que solo veía al peli morado como un amigo; iba acompañado de Alexandra, su esposa aquella que alguna vez también fue su maestra y por ultimo su hijo, David de 8 años, un par de años más grande que Nanami, era el resultado de mucho esfuerzo por parte de Alex y Tatsuya, pues ella había tenido problemas para concebir, al final lo habían logrado, David era rubio de ojos verdes y con el mismo lunar de Tatsuya bajo su ojo izquierdo.

Por ultimo llegó la Familia Aida, Satsuki y Riko se habían casado hacía algunos años y al igual que ellos apenas habían podido ser madres, habían adoptado a una niña en el mismo orfanatorio que ellos. Muchas veces les habían cuestionado a las chicas porque no realizarse una inseminación o algo así para concebir, ya que ellas si podían tener hijos; sin embargo la pareja había respondido que preferían darle un hogar y una familia a una pequeña o pequeño que no lo tuviera. Mei era su pequeña de seis años y coincidentemente era la amiguita de Nanami desde que estaban en el orfanato. La pequeña Mei tenía el cabello negro y los ojos color marrón.

La cena había sido relativamente tranquila, las niñas habían estado platicando la mayor parte del tiempo y David, tan galán como su padre las había elogiado y hecho sonrojar lo que hizo encelar a los nuevos padres que descubrían los celos paternales. Aunque no había pasado a más que eso y una sutil amenaza de Seijuuro para Tatsuya advirtiéndole acerca de su hijo.

Así fue como comenzó el primer día de Nanami, un 14 de febrero en el que pasaría a convertirse en parte de la familia Akashi.

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Diez años después.

Akashi Nanami va de un lado a otro de la cocina sacando y guardando los ingredientes para hacer brownies de chocolate, se había convertido en una tradición hacer chocolates para sus padres en San Valentín como un regalo de aniversario del día que había llegado a esa casa y había pasado a formar parte de la familia Akashi.

En esa ocasión está especialmente emocionada por la idea de hacer chocolates, ha platicado mucho con su mejor amiga Mei y por fin se ha decidido a declararse a aquel chico que le gusta.

Prepara su dulce con entusiasmo, ha aprendido de Atsushi las mejores recetas para postres desde pequeña y ahora ya no es complicado para ella hacer postres. Antes de irse a la cama deja sobre la mesa los dos regalos para sus padres envueltos.

Al siguiente día Seijuuro y Atsushi descubren el bonito detalle de su hija sobre la mesa, Nanami siempre los deja ahí pues sabe que se irán antes de que ella se vaya a la escuela. Sin embargo esa mañana con horror sus padres verán el postre envuelto para el primogénito Himuro.

Al pelirrojo casi le da un infarto de ver como su niña ya no lo es tanto y se da cuenta que aquella niña que había llegado a su vida hacía diez años ya es una señorita que piensa no solo en darle chocolates a sus padres sino también a alguien más.

Seijuuro mira de reojo a su esposo y le sonríe intentando calmarlo  por la fuerte impresión y antes de que se le ocurra ir a casa de Tatsuya a aplastarlo o algo parecido, lo toma del brazo para jalarlo y darle un beso que le haga olvidar por un momento aquello.

Ya después verán que hacer con David si este comete el error de lastimar a su princesa. 

Notas finales:

Espero que les haya gustado!! tengan un bonito día de San Valentín! 

Gracias por leer n.n/ 


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