Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Recuerdo lejano por capricornio no kyra

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Es corto, pero igual, espero que les guste...

Notas del capitulo:

Comentarios y tomatazos bienvenidos sean,,,

Es irónico, extraño, o simplemente molesto el hecho de que, estas a punto de morir, y toda tu vida empieza a pasar delante de tus ojos con la velocidad de un rayo.

Por tu cabeza empiezan a surgir trivialidades tales como que ese pantalón te quedaba horrible o que dejaste la estufa encendida.

Comienzas a navegar por esos recuerdos que, creyéndolos tan lejanos, parecen de vidas lejanas, tan pasadas, tan viejas como el tiempo, sin edad, tan impalpables, pero a sabiendas de que están ahí, porque en el momento en que lo viviste, cierras un ciclo, cerraste una puerta para abrir la siguiente. Cerraste una ventana y abriste muchas más. Como si sintieras que, a pesar que la luz se va, las estrellas en el cielo nunca te dejaran en la oscuridad.

Y un recuerdo muy especial asalta mi mente, uno especial, tan profundamente guardado en mi corazón, que casi lo creo olvidado. El día en que lo conocí.

Fue en esa cascada, en esos picos, en que nos vimos por primera vez.  Yo estaba realmente furioso, sentía que mi lugar especial junto al viejo maestro y Shunrei seria ocupado por ese nuevo niño. No pude evitar, al momento en que el llegara, fijarme en toda clase de detalles: su cabello largo y negro como el azabache, aunque a diferencia del mío, el suyo era bastante lacio, sus ojos de color verde, cambiando a verde grisáceo según le diera la luz, su semblante, siempre sereno, lo cual siempre me hacía querer molestarlo.

Desde el primer momento el viejo me puso a entrenar con ese niño, y no era nada extraño escucharlo quejarse sobre mi comportamiento, y decirme cosas como:

-Okko, tu eres mayor, tienes que dar el ejemplo.

-Okko, come tus verduras.

-Okko, te eh dicho que no te dejes llevar por tus arranques de ira.

-Okko esto, Okko aquello…

Y tonterías como esa.

Hasta ese día. El día en el que viejo maestro se enfureció y me echo por mal comportamiento. Desde entonces empecé a deambular por todos lados, siempre buscando peleas, siempre buscando hacerme más fuerte, siempre metiéndome en problemas, siempre… Siempre… Siempre… Siempre buscando llenar ese vacío. Vacío que se creo al no volver a verlo. Shiryu, pensaba, aun estando lejos, él era como una sombra. Todo lo que representaba, era como un fastidio.

Era cierto, muy cierto, el hecho de que, después de que murieran mis padres, yo me culpara de su muerte por no ser lo suficientemente fuerte como para pelear por ellos y que, finalmente, ellos no estuviesen con vida, desde entonces, creció en mi un deseo insaciable de poder y fuerza bruta. Desde que ellos murieran brutalmente asesinados, yo no vivía para otra cosa que no fuera hacerme más fuerte cada día, y algún día, derrotar a los más fuertes aun sin comprender, por ser un niño aun, que también debía controlar mi mente.

El viejo maestro me había expulsado de picos, y, en mi ímpetu y mis ganas de volverme más fuerte, en ese instante no me di cuenta de algo, algo que, talvez, de haber sabido antes que era, talvez, quizás, abrían evitado un montón de cosas que me llevaron a este punto en que sé que voy a morir.

Al momento de marcharme le había hecho una promesa a Shiryu, algún día, cuando me hiciera fuerte, regresaría, y ese día, pelearíamos, porque en mi furia por ser expulsado, creí ser más merecedor que Shiryu de la armadura de dragón, y en mi furia por haber sido expulsado cual bicho rastrero, lo único que veía era que ese chico, siempre tan correcto, siempre tan bien puesto, me había desplazado, y se había ganado aquella preferencia que, algún tiempo atrás, el viejo maestro tuviese conmigo.

Empecé a vagar por el mundo, a crecer, y cada vez más, a entrenar, pelear, y ganar. No quería que nadie fuese más fuerte que yo. Aun en un momento como este, viendo mi vida en retrospectiva, rio al pensar que el viejo maestro siempre tuvo razón al decir que yo tenía mal carácter.

Aun con toda la experiencia ganada, los golpes, las noches de frio y a la intemperie, siempre sentía esa sombra. Shiryu.

En un principio bastaba ignorarlo ¨éramos compañeros después de todo¨ pensaba, ¨es lógico pensarlo a veces¨. Pero mientras más trataba de avanzar, ahí más estaba, mientras más intentaba ignorarlo al dormir, más presente estaba. Y cuando menos me lo esperaba, me sorprendía a mí mismo pensando, pensando en esos ojos verdes, y que se tornaban grisáceos cuando les daba la luz. Y me maldecía internamente por tener esa clase de pensamientos, porque él me había desplazado con el anciano maestro. Me maldecía internamente porque sabía, sabia, que el todo lo que yo no seria. Pero ahí estaba, haciéndome perder el sueño cada noche, porque, aun cuando estábamos juntos, cuando entrenábamos juntos, no podía dejar de mirarlo como tonto, y eso me enfurecía, y entonces buscaba la manera de molestarlo, pero él siempre se comportaba de esa manera tan seria, tan madura para su edad, y por si fuera poco, en determinado momento, por si fuera poco, tuve una polución nocturna, lo que me avergonzaba aún más puesto que, de lo poco que recordaba del  maldito sueño, es que Shiryu estaba ahí.

Para cuando regrese a cinco picos, no solo me topo con el hecho de tener que salvar a Shunrei en primer lugar, sino con la sorpresa de que Shiryu estaba ciego. Eso no me impide que quiera cumplir mi promesa de enfrentarme a él. Ambos éramos fuertes, pero yo tenía la fuerte convicción de no dejarme ganar. Al enfrentarme a él, algo dentro de mí me dijo que mis ojos eran una ventaja injusta, así que los vende, eso no impidió que lo atacara con todas mis fuerzas. Pero… Algo era diferente… Al estar ahí, ante él, algo en mí empezó a resquebrajarse. Algo andaba muy mal. Veía a Shiryu ante mí, pero ya no era aquel chico que llego a cinco picos años atrás, era diferente, ver esos ojos cerrados y pensar que talvez, ya nunca volverían a ver la luz, sentir ese cosmos envolverme, tan cálido y fuerte y tímido. Y por un pequeño instante vi, que ya no era un niño, y por un momento breve, sentí, que esta pelea no tenía sentido, y por un segundo, eso que por tantos años me había empeñado en negar, en ocultar bajo una enorme capa de rebeldía, peleas, noches heladas durmiendo bajo el cielo, mirado las estrellas simplemente salió a hurtadillas de su cajón, y trepo hasta mi boca, y se escondió en mis labios, esperando que lo dijera en voz alta.

Sentía sus ganas de no querer pelear, pero no retrocedía, y yo, a pesar de tener un brazo roto, no retrocedía, porque era más el miedo a lo que sentía en mi interior por el hombre que tenía delante de mí, que el miedo a perder. Nos lanzábamos el uno contra el otro una y otra vez, y a cada segundo, a cada golpe, me quedaba más claro. Y, cuando finalmente, Shiryu dio el golpe final, justo en este momento en que, envuelto en sus brazos, le digo que me alegro por él, por ser quien era, por ser como era, por ser transparente, por ser quien me venciera, y en el último aliento, digo lo que calle por tanto tiempo, porque ya no me pertenece, porque esto nunca fue mío: TE AMO, SHIRYU…

 

Notas finales:

Gracias por leer. XOXO


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).