Ya han pasado tres largos y tediosos años desde la cruda y cruel Batalla contra Hades, la vida de los jóvenes caballeros de Atena, tomó un rumbo normal, menos uno, aquel cuyo corazón es bondadoso y libre de maldad, aquel cuyos ojos reflejan la más libre y llana esperanza. Los tres dioses se encargaban de su reino y no se metían con el de los otros dos dioses, el equilibrio existía en el mundo y ningún otro dios había aparecido para perturbar la paz.
El dios del inframundo como una ofrenda de paz ante Atena y Poseidón les devolvió la vida a todos aquellos que la perdieron durante la guerra, con el correr de los años y las guerra, los dioses aceptaron de buena gana aquel regalo que ante sus ojos era un movimiento de equilibrio pero ante el poderoso Dios del Averno era la manera de ganarse el corazón de aquel que le había robado no solo el pensamiento sino también sus sentimientos y por el cual haría mucho pues no dudaría en el mundo a sus pies de ser necesario con tal de obtener su atención y devoción.
El correr del tiempo había hecho madurar a los jóvenes santos junto con el rigor de las batallas sufridas y con esa madurez habían llegado nuevos sentimientos, sentimientos que pronto lastimarían a un ser que no merecía ese dolor tan grande, hasta que por fin pudiera encontrar a aquel ser que sería el encargado de devolverle la felicidad y las ganas de vivir.
Shun estaba muy feliz, sus bellos ojos esmeraldas reflejaban esa felicidad que tenía porque Shaka, su amadísimo maestro había aceptado su media torpe declaración de amor. Y es que Shun lo quería muchísimo, tanto como para animarse a dar el primer paso y confesarle sus sentimientos a un caballero dorado que en un primer momento lo había mirado sorprendido y después lo había besado. Robándole su primer beso, que de sólo recordarlo lo ponía todo rojo.
El joven peliverde iba muy feliz a comentarle los nuevos acontecimientos a sus amigos y diosa pero sobre todo a su hermano aquel que hace mucho tiempo lo había defendido pero que últimamente lo notaba distante y frio con su persona, siguió su camino ignorando el rumbo que estaban tomando sus pensamientos, fue buscando a sus amigos por la mansión sin embargo no lograba encontrarlos hasta que sintió sus cosmos en la oficina de la que era su diosa por lo que disminuyendo su cosmoenergia se dirigió a la oficina esperando darles una sorpresa sin saber que la sorpresa se la llevaría el.
Mientras en la oficina se desarrollaba una charla un tanto hiriente y decepcionante para uno de los santos de broce que no se encontraba presente, nadie sabía que esa conversación seria la que ocasionaría no solo el resurgir de un dios sino el deseo de venganza en alguien que jamás la conoció antes ni siquiera con aquel dios oscuro que uso su cuerpo.
-¿Para qué nos has mandado a llamar Saori?
-Shaka tiene algo que decirnos.- Shun iba a empujar la puerta pero se detuvo al escuchar el nombre de su amado salir de los labios de aquella que hasta ese momento consideraba su amiga y familia, por lo que decidió mejor escuchar lo que su amor tenía que decir pues talvez él sea quien de la noticia de su reciente declaración sin embargo lo que escucho por parte de aquel al que él consideraba su persona amada y de su supuesta familia termino destrozando su corazón.
-Tengo novedades Shun se me acaba de declarar y como usted me lo ordeno acepte sus sentimientos pero debo decir que no me complace para nada el tener que estar besando a ese muchachito, pues siento que estoy traicionando a mi amado Mu.-
-Te entiendo Shaka pero sabes que es necesario para tenerlo vigilado y en cuanto a ustedes caballeros de bronce deben apegarse al plan en cualquier momento el vendrá todo alegre e infantil a decirnos que se le declaro a Shaka y que este lo acepto.-
-Se hará como tú dispongas Saori, nosotros realizaremos lo que nos corresponde para mantener la vigilancia con la que hemos estado tratándolo.-
-Es cierto lo que dice Hyoga tanto Seiya, Ikky y yo lo seguiremos tratando igual el jamás sabrá que en realidad ya nadie confía en el.-
-Yo solo quiero que madure y entienda que por más que él me llame hermano yo ya no lo considero como tal, no después de que albergara en su interior a un dios, sigo sin entender por qué sigue siendo caballero pero bueno todo sea por lograr mantenerlo a nuestro lado y Hades no vuelva a apoderarse de su cuerpo pues esta vez no dudare en matarlo así nos libramos de alguien tan inútil.
Todos seguían discutiendo sobre los planes que tenían para el caballero de Andrómeda sin sospechar que este los había escuchado, el joven de cabellos verdes se alejó a paso lento de la habitación, camino tranquilamente por el largo pasillo, bajo las escaleras hasta la entrada principal y salió de la mansión sin ser detectado por nadie, siguió su camino recordando una y otra vez las palabras tan hirientes que había escuchado por parte de aquellos a los que él consideraba su familia, el pequeño llego hasta un parque desolado pues no pasaba ni una sola alma por ahí se sentó tranquilamente en una banca alejada y que era refugiada por las sombras de un enorme y frondoso árbol de Cerezo.
El joven peliverde por estar muy sumido en sus pensamientos no noto la presencia que sigilosamente se acercaba a su persona, cuando aquella persona estuvo sentada a su lado y escucho una voz tierna y gentil preguntarle fue que se percató de su interlocutora.
-¿Qué te sucede pequeño, porque estas tan triste?
-¿Quién eres tú?
-Yo soy alguien que quiere ayudarte y proporcionarte aquello que tu corazón más anhela, soy la hechicera de los dioses, pero tu pequeño puedes llamarme Hécate.-
Shun no sabía si era por lo que recién le había pasado o por el simple hecho de que se estaba tomando muy bien la compañía de la diosa que con aquellos singulares pero ahora vacíos ojos verdes le respondió:
-Yo simplemente asimilo lo que acabo de escuchar.-
-¿Qué es eso que te tiene tan afligido mi querido Shun de Andrómeda?.-
-Como sabes mi nombre, bueno eso no importa, solo quiero alguien que me escuche aunque muchas ganas de contarlo no tengo.-
-Yo puedo escucharte, quiero poder ayudarte, siempre junto a mi señor te hemos observado muy feliz, alegre lleno de amor que te sucedió para que ahora te muestres así pequeño mío.-
-Supongo que el descubrir que nadie te quiere, que eres un estorbo, un inútil y solo causas problemas es algo que cambia a cualquiera, aunque he de admitir que de cierta forma me lo esperaba ya lo sabía ellos son unos malditos que no merecen que siga con ellos, y dime hechicera tu dijiste que puedes cumplir lo que yo más anhelo en este momento.-
-Si así es, y mi señor también puede cumplirte tu capricho cariño.-
-Pues bien llévame con él, debo verlo.- Hécate sonrió maliciosamente por fin gracias a Athena y sus caballeros habían creado un ser que sería capaz de todo con tal de lograr su objetivo, la hechicera levantándose de su lugar abrió un portal y junto al caballero desapareció de ahí en la infinidad de la noche dejando como único testigo de ese encuentro un cielo negro cubierto de estrellas sin luna.