-¿Eh? ¿Un fetiche? – El pelimarrón se quedó pensativo unos segundos antes de ladear la cabeza al lado izquierdo en señal de que no comprendía la pregunta. - ¿A qué te refieres Nishinoya?
El líbero solo resopló creyendo que el más alto le estaba engañando; pero al notar la confusión en su mirada, supo que de verdad no le entendía. No creía que Yamaguchi podía llegar a ser así de inocente, o que aún hubieran personas como él; bueno, tal vez Hinata se le asemejaba en ese aspecto. Volvió a mirar al de pecas y sonrió.
-Dejaré que lo averigües por ti mismo, será tu misión.- Le dio una palmada en la espalda y se alejó para terminar de doblar la red antes de que su capitán le gritara al darse cuenta que no estaba trabajando.
Yamaguchi por su parte siguió pensativo con respecto a eso. No, no era porque no conociera el significado de esa palabra, sino más bien, era la primera vez que se le venía a la mente y que, de cierta forma, involucrara al rubio que justamente aparecía a su lado preguntándole si ya había terminado.
Porque de cierta forma ¿Tsukishima tendría algún fetiche entre ambos? Se sonrojó sin querer de tan solo imaginar eso. En el camino de regreso a casa, no mencionó mucho; el tema seguía rondando en su cabeza y a Tsukishima no parecía importarle el repentino silencio que su novio mostraba. Estaría cansado o algo así, fue un entrenamiento algo difícil.
Aun cuando se despidieron, el menor parecía distraído y alejado de la realidad. Al casi chocarse contra dos postes lo dejaba en claro; pero igual continuo con esa idea. En su habitación, antes de dormir, venían a su mente las veces que había hecho el amor con Tsukishima y, no era como si las contara, simplemente aparecían escenas variadas de todas las veces y lugares. Aparte de cubrir sus mejillas con un notorio sonrojo; no le servía de mucho.
-Es imposible que Tsukki pueda tener un fetiche… - Eran las dos de la mañana, seguía divagando en eso; sabía que al día siguiente las clases le cobrarían su descaro por no dormir lo suficiente.
Si bien era cierto que el rubio podía llegar a ser una persona seria, fría, indiferente a todo el mundo; también tenía sus secretos. Yamaguchi quería conocerlos todos y aunque conocía la mayoría; incluso al poder leer sus facciones aunque no cambiaran mucho, eso no era suficiente. Se encontraba almorzando en su aula como siempre hacía con el mayor; pero su mente no estaba presente en ese momento. Sus pensamientos se fueron alejando cada vez más conforme las opciones aparecían una a una.
- Podría ser algo con las fresas, le gusta mucho el pastel de fresa.-
-Yamaguchi.
-O con la música ¿Lo hemos hecho alguna vez con música de fondo? No que yo recuerde…-
-Yamaguchi.
-¿El vóley? No, eso es más para Hinata o Kageyama, además sería un poco extraño.-
- Tadashi.
Abrió los ojos y miró fijamente al otro cuando escuchó su nombre. Han sido contadas las veces que Tsukishima lo llama de ese modo, y la mayor parte son cuando estaban en privado; pero en ese momento era el almuerzo y habían muchas personas alrededor. Un leve tono carmín cubrió sus mejillas, cayó en la cuenta que le había estado ignorando a sus llamados continuos.
- ¿Me vas a decir que te pasa? Has estado muy distraído, más de lo normal. - No era una burla, era la forma en la que el rubio se preocupaba por él.
Negó.
-No es nada importante Tsukki, los exámenes… ya sabes, están por acercarse. - Muy bien, reconoció que no era la mejor mentira que pudo inventar en un momento desesperado; pero fue lo único que hizo click en su mente.
Tsukishima solo asintió nada convencido de lo antes dicho. Pero lo dejaría pasar, Yamaguchi tendría sus razones para preocuparse y muchas veces no eran necesariamente preocupaciones.
Así pasó un mes. Un mes en el cual Yamaguchi fue más observador para las acciones y reacciones de su novio, un mes donde tuvo que disimular lo suficiente y no ser tan obvio en las cosas que pasaban a su alrededor. Incluso después de pasar la noche con Tsukishima, no perdía de vista cada detalle para poder sacarse la duda de una vez. No fue hasta casi fin de mes donde descubrió, o más bien, notó algo que antes no había hecho.
Sus padres habían tenido que viajar por sus trabajos. El tema surgió entre conversación y conversación por lo que Tsukishima se quedó a dormir con él. Caso contrario a todo lo que hicieron ese fin de semana. Fue la mañana del domingo, al no encontrar una de sus prendas por ninguna parte, junto con el hecho de estar cansado; alcanzó lo primero que tenía a la mano. Junto con lo segundo. Tsukishima ya no estaba en el cuarto por lo que no le importó bastante.
Pero cuando se percató, al mismo momento en que el más alto ingresaba a la habitación, traía puesta la ropa interior junto con la camisa del otro. Evitó el contacto visual a toda costa, no había notado lo cómodo que se sentía estar con la ropa del rubio de ese modo, a pesar de las diferencia de talla, era como si encajaran con su cuerpo. Pero para la visión del rubio, era diferente. Era a su lindo novio, recién despertado, con su cabello despeinado, sus pecas cubiertas de un leve sonrojo y, lo que más importaba, llevaba puesta SU camisa y ropa interior. La ducha de agua fría de hace un momento se iba al diablo con esa combinación.
-Tsukki...lo siento, no vi que me estaba poniendo. - Murmuró por lo bajo; sin embargo, antes de quitarse la primera prenda. Tsukishima lo detuvo. - ¿Tsukki?
-No te lo quites. - Un beso le impidió responder aquello. Llevó sus brazos alrededor del cuello del más alto y presionó más el contacto. Terminó recostado nuevamente en la cama, aspirando levemente el aroma que desprendía la camisa de Tsukishima, era una sensación embriagante a su parecer. Volvieron a hacerlo esa mañana hasta casi entrada la tarde.
Después de ese incidente, Yamaguchi lo comprobó otras dos veces y por fin había dado en el blanco. Porque nunca antes se había atrevido a ponerse alguna prenda de Tsukishima, ni siquiera cuando eran niños. Ahora descubría las ventajas de esto. Su investigación había dado un resultado realmente beneficioso para él. No desaprovecharía la oportunidad.
Por eso, desde que dio todo su trabajo por finalizado, se aseguraba de usar cualquier prenda del más alto en los momentos que estaban solos. No importaba cual fuera, traían consigo la misma reacción. Incluso podía admitir que una noche de “estudio” en casa de Tsukishima terminó entre besos, abrazos, jadeos y otros detalles que prefiere no recordar; solo por haberse colocado el suéter del mayor. Yamaguchi no era egoísta o alguien aprovechado; pero hacer ese descubrimiento lo estaba encaprichando y Tsukishima, como buen novio, no sería capaz de negarle ese deseo que tanto le encantaba.
Ya que, de la misma forma, él había notado el comportamiento del pecoso. Añadiendo el cambio de su rutina y la frecuencia con la que se ponía su ropa. Y no se iba a quejar. Yamaguchi estaba haciendo algo que nunca se atrevería a pedirle por su propia voluntad y aunque el pecoso creyera que era él quien estuviera dominando la situación, era todo lo contrario en realidad. Porque sí, Tsukishima tenía sus secretos y aquel era el que más le fascinaba sin necesidad de revelarlo. Un fetiche, era la definición que había escuchado en algún momento.
Cuando volvió a entrar a su cuarto y notó al pecoso abrazado a la almohada con una de sus camisetas favoritas, dormitando tranquilamente, supo que sería otra noche larga y que, tal vez, le costaría el entrenamiento del día siguiente.