Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El Fénix del Rey por Orseth

[Reviews - 288]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

 

___________________________________________________

 

 

            Cinco meses después la tropa del capitán Malfoy terminaba un combate en la frontera de Hogwarts.

            -Dame un reporte –dijo a Blaise cuando todo termino.

            Mientras Blaise de daba el recuento de los daños, Draco caminó entre los cadáveres de sus soldados del desierto y los rebeldes del reino de Azkaban.

            -Mucha gente no acepta el tratado de paz –exclamó viendo aproximadamente treinta cuerpos a su alrededor.

            -Sí, pero antes de la boda del príncipe era peor ¿recuerdas?... incluso los mortífagos no están muy contentos, parece que les gusta la sangre, no había día en que no hubiera batallas; anda ven, deben atenderte esa herida en el costado.

            Así como a los soldados del reino de Hogwarts se les conocía como caballeros del desierto, a los soldados de Azkaban se les conocía como mortífagos.

            -Sí, pero antes quiero ejecutar a los enemigos capturados, son las órdenes del rey.

            -De acuerdo.

            -¡Cuidado! –gritó Draco empujando a Blaise a un lado cuando un rebelde se había enderezado rápidamente haciéndose el muerto.

            Draco recibió una estocada en la pierna mientras Blaise hundía su espada en la garganta del hombre.

            -¡Draco!

            -Estoy bien… -masculló en el suelo mientras se sujetaba el muslo derecho- estoy bien.

            -¡Vamos, deben atenderte! –dijo levantándolo y pasándose su brazo por los hombros.

            Draco fue atendido sin que aceptara anestesia para curarle el costado y la pierna.

            -Bueno capitán, al menos déjeme ponerle anestesia local –dijo el doctor en la carpa médica.

            -Sí, eso sí, pero no quiero que me duerma.

            -Nunca acepta que lo duerman –exclamó Blaise sentando enfrente.

            -Siempre hay que estar vigilantes –respondió Draco quitándose el velo.

            -Claro.

            -Te estás riendo.

            -Claro que no.

            -A pesar del velo puedo verte Blaise.

            -¿Por qué tanta fijación a quedar anestesiado, acaso temes no despertar?

            -No, lo que temo es perder el control.

            -¿Control de qué? –preguntó Blaise quitándose el velo.

            -No importa, mejor dame agua, muero de sed.

            Blaise le pasó un pequeño odre con agua mientras el doctor seguía cosiendo.

            -Por cierto Draco… gracias.

            -¿De qué? –preguntó empinándose el odre.

            -¿Cómo que de qué?... lo que hiciste, me salvaste de ese hombre, gracias.

            -Capitán ¿Qué hacemos con los capturados? –preguntó Goyle  asomándose a la tienda.

            -Ejecútenlos y dejen los cuerpos a los carroñeros, a los nuestros pónganlos en carretas para llevarlos de regreso.

            -Sí capitán.

            -Goyle…

            -¿Sí? –pregunto abriendo de nuevo la tienda.

            -En cuanto terminen de atender a los heridos y de subir a los compañeros a las carretas, desmonten todo, regresamos a la ciudadela.

            -A la orden señor.

            Cuando todo se hubo llevado a cabo, los caballeros del desierto que quedaron, regresaron a la pequeña ciudad con sus compañeros caídos a cuestas.

            Una docena de hombres vestidos de negro, con turbantes y velos que solo dejaban ver sus ojos, rindieron tributo a sus amigos y compañeros, hubo una semana de duelo y rezaron cinco veces al día.

 

__________________________________________________________

 

 

 

            -Buenas noches Luna –dijo Harry entrando a los aposentos de su primera concubina.

            -Buenas noches mi señor –respondió ella levantándose al verlo entrar- espero que esta noche pueda cumplir sus deseos.

            Cuándo Minerva le avisó esa tarde que su esposo la visitaría, Luna se esmeró en su arreglo personal y solicitó ropa nueva, ropa que le fue llevada de inmediato.

            Harry estaba mentalmente agotado y ni siquiera reparó el esmerado arreglo de su concubina, quien a pesar de serlo desde hacía cinco años, aún se ponía nerviosa por no saber si cumplía con las expectativas de su esposo.

            El príncipe tomó una copa, por lo que Luna se apresuró a tomar la botella de vino que había estado enfriándose desde hacía una hora y le sirvió vino.

            -¿Algo mas mi señor, desea algo de fruta?

            -No.

            Harry apuró la copa de vino y dejó que Luna le sirviera más, deseaba relajarse un poco y esa concubina en especial lograba tranquilizarlo más que su esposa o la segunda concubina. Se recostó en la cama con la copa en la mano mientras ella le quitaba las polvorientas botas.

            -¿Un día difícil?

            -No tienes idea… -dijo él cerrando los ojos sintiendo con agrado el masaje en los pies.

            -Siento mucho lo de su esposa, no había podido expresarle mi pesar porque no lo había visto.

            Harry sintió eso como un reproche y aunque sabía que no había sido intencional, supo que había descuidado mucho a sus concubinas.

            -Dame mas vino.

            Luna se levantó  y le sirvió mas vino; después de que lo bebió, Harry se levantó y comenzó a desvestirse, por lo que Luna se retiró a la habitación contigua a vestirse más adecuadamente, lo que en si fue desnudarse por completo y ponerse una hermosa bata de seda adornada con encajes y diminutas perlas en el cuello y mangas, luego regreso  a la habitación se sentó en la cama a la espera de lo que fuese a hacer su esposo.

            Luna era hermosa, con gesto inocente y un tanto atolondrado, pero tenía un cuerpo hermoso que realmente excitaba a Harry.

            Totalmente desnudo, mostrando un pene semi erguido al saber a su concubina desnuda bajo esa delgada bata, Harry se acercó a ella y la puso de pie para besarla, luego sus manos desataron la cinta y dejó caer la bata al suelo para después recostarla en la cama.

            Ella puso sus manos en los hombros de Harry mientras sentía las manos de su esposo estrujarle los senos y besarle el cuello, y dócilmente abrió las piernas para dejarse penetrar en cuanto él lo quisiera.

            Harry lamía y chupaba sus senos, ardiendo en deseo al sentir el vello púbico de su concubina en su muslo, por lo que sin dejar pasar realmente mucho tiempo, apunto su pene y la penetró de golpe.

            -¡Oh!... –gimió Luna sin quitar las manos de los hombros del príncipe.

            Harry la embistió un rato para después correrse dentro, luego se recostó a un lado y se durmió.

            -Buenas noches mi señor.

            Un ronquido fue la única respuesta que recibió, así que un sintiéndose un poco adolorida de sus partes intimas, cubrió a su marido y también se durmió.

            Al día siguiente, Harry la despertó cuando le abría las piernas y le besaba el cuello.

            -Buenos días, esposo mío.

            -Buenos días Luna… eres hermosa cuando duermes ¿lo sabías?

            Ella rio emitiendo un gorjeo  emocionado, mientras sentía el pene endurecido de su marido rozar por sus muslos.

            -Gracias mi señor… -respondió sonriente para después hacer un gesto al ser penetrada.

            La cama se movía debido al entusiasmo de Harry, y luego de cinco minutos se corrió dentro de ella; luego se levantó, se bañó y se fue de ahí.

 

_______________________________________________________

 

 

 

            -¿Cómo te fue anoche? –preguntó Pansy a Luna en la habitación de ésta última, mientras Minerva les preparaba una taza de té.

            -Muy bien, no me he levantado para nada para asegurarme de quedar preñada de nuevo.

            -¿Ni siquiera al baño?

            -Qué tonta eres –respondió riendo- claro que al baño sí, pero enseguida regreso a la cama.

            -Haces muy bien –dijo Minerva acercándole una taza de té- la semilla del hombre debe reposar en el útero de la mujer.

            -Pero ya pasa del medio día, no seas floja –intervino Pansy- ¿a qué hora te tomó en la mañana?

            -Apenas amanecía.

            -Entonces ya puedes levantarte.

            -Sí, tienes razón… Minerva ¿podrías prepararme el baño?

            -Con gusto.

            -Esta noche irá a tu lecho ¿verdad Pansy?

            -Sí, ya recibí el aviso y Minerva me preparará un baño con sales aromáticas.

            -¿Y por qué no me lo preparaste a mi? –preguntó con un mohín de reproche.

            -Porque no me lo pediste –respondió Minerva dándole la taza de té a Pansy- Pansy me lo pidió, por eso lo haré… bueno niñas… -añadió antes de irse a ver a la primera esposa- sean buenas concubinas, recuerden que el libro sagrado del profeta Merlín dice que los hombres son los protectores y proveedores de las mujeres, por lo tanto las mujeres correctas son devotamente obedientes y sumisas ante su marido.

            -Lo sabemos Minerva, lo sabemos… -respondió Pansy rodando los ojos.

            Sonriendo ante las chicas, Minerva salió de los aposentos de Luna.

            Esa noche, Pansy reviso por décima vez su ropa, una hermosa túnica color coral, un velo cubriendo su cabeza con diminutas perlas colgando por su frente; se aliso el vestido satisfecha de su apariencia y se sentó en la cama esperando que su esposo apareciera, hecho que ocurrió diez minutos después.

            -Buenas noches querida –saludó Harry sonriendo al verla.

            -Buenas noches mi señor ¿Cómo le fue en su día?

            -Mucho trabajo como siempre… cualquiera diría que por ser el príncipe podría vagar más pero es todo lo contrario –dijo quitándose el turbante y dejándolo en el sofá- voy a darme un baño para refrescarme.

            -Cómo lo desee.

            Harry se bañó y salió con una toalla en su cintura y otra alrededor de su cuello mientras secaba su alborotada melena negra; Pansy lo admiró discretamente sonrojándose ante la belleza masculina de su esposo, le encantaba ese cabello tan negro y tan rebelde que casi nunca estaba a la vista de nadie por el turbante… y sus ojos, a nadie se lo había confesado, ni siquiera a Luna, pero los ojos verdes de su esposo la embelesaban de tal modo que podía quedárseles mirando largo rato, nunca había tenido tal atrevimiento pero le gustaba que la mirara cuando le hacía el amor.

            Harry se sentó en la cama y Pansy se subió en ella y se le acercó por detrás.

            -¿Gusta un masaje, mi señor?

            -Sería fantástico.

            Pansy puso sus manos en los fuertes hombros de Harry y comenzó a darle un masaje.

            -Mmm eso se siente bien –dijo el cerrando los ojos.

            Después de un rato así, él se recostó mientras ella se desnudaba.

            -Ven aquí –dijo él abrazándola.

            Con ella fue un poco más vigoroso al penetrarla, Pansy solía ser un poco traviesa, hacía ruiditos cuando la penetraba y a veces le daba pequeños besos, cosa que le enternecía; pero cuando terminó se levantó casi de inmediato.

            -¿No dormirá aquí? –preguntó sentada en la cama, cubriéndose los pechos con la sabana.

            -No puedo, tengo mucho trabajo… -respondió mientras se vestía- pero tú descansa, buenas noches, que duermas bien.

            -Buenas noches.

            Una semana después, pasó a visitar a Bellatrix.

            -¡Oh, esposo mío, qué alegría verte! –dijo cuando él entró.

            -Bella, no has salido ni al jardín a tomar el sol, no deberías estar encerrada todo el tiempo –dijo él acercándose a darle un beso- me han dicho que ni siquiera te has reunido con las concubinas a tomar té ni a sus reuniones de costura.

            -Es que no tengo ánimo para eso, pero si tú quieres puedo hacerlo.

            -Me preocupa verte tan deprimida –dijo sentándose en la cama y acomodándole un rizo de su cabello tras la oreja.

            Ella le tomó la mano y se la colocó en la mejilla mientras cerraba los ojos diciendo:

            -No has visitado mi lecho, querido…

            -No se puede Bella, estás delicada.

            -Yo estoy bien, ese medico exagera mi condición.

            -Tranquila querida, no te angusties –respondio quitando su mano y tomándola de la suya para levantarla de la cama.

            La llevó hasta la ventana y abrió las cortinas de encaje.

            -Mira, hace un lindo día, sal al jardín con las concubinas, haré que les lleven frutas.

            -Sí eso te hace feliz, lo haré.

            -Sí, eso me haría muy feliz –respondió dándole un beso en los labios y soltándola.

            -¿Ya te vas?

            -Sí, tengo que hacer, Qué Dios te bendiga.

            -Bendiciones para ti también, querido esposo.

            Cuando él se fue, ella se sentó en un sofá sintiendo mucha tristeza e impotencia de su propio cuerpo, incapaz de concebir de nuevo.

           

 

 

______________________________________________________________

 

           

            -¿Dónde estabas? –preguntó Bellatrix molesta al ver entrar a Minerva con otras dos siervas a limpiar su habitación.

            -Estaba con las concubinas mi señora ¿puedo servirle en algo?

            -Supe… supe que mi esposo yació en el lecho de Luna y hoy lo hará en el de Pansy otra vez.

            -Sí majestad.

            Bella apretó los labios mientras se daba la vuelta para ocultar su humillación a las siervas.

            -Sí el príncipe no ha venido majestad, es porque se preocupa de su salud.

            -¿Y quién te preguntó, bruja estúpida?

            -Perdón mi señora –respondió Minerva inclinándose.

            -Lárgate, no quiero verte.

            -Sí majestad y nuevamente perdone mi atrevimiento.

 

 

_________________________________________________________

 

 

            Pasados dos meses, Harry se mostraba feliz al saber que Luna estaba embarazada.

            -¿Lo ves amigo? Todo es cuestión de que te relajes, tu concubina te dará el varón que tanto deseas y tu padre de dejará en paz.

            -No es solo mi padre.

            -Lo sé, también sé que a tu suegro le gustaría que el varón heredero fuera de su hija.

            -Sí, no le caerá muy bien que el niño no sea concebido por Bellatrix, pero eso a mí no me importa, el reino de Hogwarts necesita a ese niño y lo único que importa es que sea mi hijo.

            -Pero si fuera de Bella asegurarías la paz entre los reinos.

            -Eso es verdad, pero si tengo un hijo aunque no sea de ella, aseguro nuestro propio reino, es más fácil controlar a la gente de afuera que a la de adentro,

            -Lo bueno es que solo tienes   cinco hermanas.

            -Sí, son mujeres, así que no importan.

            -Tú madre fue la primera esposa, pero no solo eso, siempre fue la favorita y les ganó a todas al ser la única en concebir un niño.

            -Sí, eso sí… -respondió sonriendo- mi madre es única y por eso… -añadió poniéndose serio- debo tener un hijo varón, soy el único hijo, mi padre espera mucho de mí.

            Cuando llegó al palacio después de ocuparse de algunos asuntos relacionados con el pago de unos tributos, el rostro afligido de su madre le recibió en la puerta.

            -¿Qué sucede? –preguntó tomándola suavemente de los brazos.

            -¡Oh hijo!... –respondió llorosa- Luna…

            -¿Qué paso con Luna?

            -Tuvo un sangrado… perdió al bebé.

            Harry cerró los ojos sintiendo esa noticia como un balde de agua helada.

            -No puede ser…

            -Amaneció sangrando, llamamos a Dumbledore pero dijo que no había nada que hacer, que fue un aborto espontáneo.

            -¿Pero porqué, que paso? ¿Acaso ella hizo algo mal?

            -No hijo, Luna siguió todas las indicaciones, el médico dijo que las causas pudieron ser muchas.

            -Mierda… mierda… -masculló dándole la espalda mientras se pasaba la mano por la barbilla- ¿Qué he hecho para Dios me maldiga de esta manera?

            Lily no supo que responder, sobre todo porque James llegó en ese momento.

            -¡Tus malditas concubinas no sirven, solo sirven para parir problemas!

            -Lo siento –respondió sin saber que mas decir.

            James solo apretó los labios y se fue de ahí.

 

 

_________________________________________________________

 

 

            Lejos de ahí, el capitán Malfoy entrenaba con sus soldados en otra pequeña ciudad a la que habían sido encomendados.

            -Listo… terminamos… -exclamó empapado en sudor, con su turbante puesto como todos los hombres y caballeros del desierto, pero con el rostro descubierto pues estaban dentro de la pequeña ciudad.

            -Eres un flacucho pero eres bueno con la espada –dijo Blaise guardando su espada en su vaina- de hecho te gano en una partida de brazos, pero con la espada en la mano nadie puede tocarte.

            -Sí, soy muy bueno –respondió Draco muy pagado de sí mismo.

            -Hoy no me toca patrullar ¿bebemos unos tragos?

            -Tú solo piensas en beber, yo quiero descansar.

            -Oh vamos, siempre eres un aguafiestas, no sé ni cómo es que somos amigos.

            Sonriendo, Draco le dio un golpe en el hombro y  se dirigió al cuartel con los demás, pues en esta ocasión no había podido tener ni una tienda ni una habitación para él solo; después de bañarse con los demás, salió del baño antes que todos.

            -¡Hey Draco! –Gritó Blaise viéndolo pasar -¿Qué hay con tu cara?

            Draco se quedó tieso al escuchar aquello y no supo si volverse o seguir su camino… decidió seguir caminando.

            -¡Draco!

            Finalmente se detuvo y sin darse la vuelta giró un poco el rostro.

            -¿Qué pasa?

            -¿Qué hay con tu cara?

            -¿Qué hay con ella?

            -No te la lavaste, aún tienes mugre en la nariz.

            El alivio casi lo hizo suspirar haciéndole ver que había estado reteniendo la respiración.

            -Nah no importa –respondió haciendo un gesto despectivo con la mano y continuando su camino.

            Pero cuando llegó al camastro que le había tocado, miró que no hubiese nadie cerca y entonces sacó un pequeño espejo de su bolsa y revisó su rostro viendo con gran alivio que el maquillaje contra agua que tenia puesto no le había fallado y que efectivamente había sido una mancha oscura en su nariz la que había llamado la atención de Blaise, así que sacó su pequeño tubo de maquillaje y comenzó a aplicárselo en toda la cara, se vistió rápidamente apresurándose en colocarse de nuevo su turbante y su velo.

            -¿Y eso? –preguntó Blaise rato después al verlo con el velo puesto- ¿vas a salir?

            -Sí, voy a hacer una ronda antes de que caiga el sol.

            -¿No que querías descansar? Te esfuerzas demasiado, te levantas antes que todos y te acuestas después de todos, no tienes nada que demostrar, eres un capitán excelente.

            -No es por eso… solo quiero asegurarme, anda, adelántate y después te alcanzo, solo no te vayas a acabar el vino.

            -Siempre dices eso y nunca me alcanzas, siempre termino llevándote una cerveza a la tienda.

            -Ya te dije, no puedo.

            -Ándate pues a tragar mierda cabrón, todavía de que te iba a invitar.

            -Vete el diablo –respondió riendo.

            Sin dejar de sonreír Draco se dio la vuelta y se dirigió a las caballerizas; montó a su caballo y salió de la pequeña ciudad para dar un recorrido mientras el sol iba ocultándose, se alejó varios kilómetros  hasta quedar satisfecho de que nada fuera de lo común sucedía, así que dio la vuelta para regresar, fue entonces que lo escuchó, así que se detuvo atento aguzando el oído y volvió a suceder… los gritos de una mujer.

            Rápidamente dedujo que provenían detrás de un montículo de rocas que estaban a unos cincuenta metros de distancia, azuzó a su caballo y llegó para ver que se trataba de dos hombres atacando a una mujer, o más bien una niña por lo que pudo ver.

            -¡Hey, deténganse!

            Uno sujetaba los brazos de la chica mientras el otro la manoseaba, pero al oír la llegada del jinete, rápidamente se pusieron de pie.

            -Un soldado del rey… -dijo uno de ellos.

            -Oye… -dijo el otro dirigiéndose a Draco- vete de aquí, no estamos haciendo nada malo, es solo una mujer y ella nos provocó.

            -Váyanse de aquí y déjenla en paz.

            -Sí quieres puedes tenerla después de nosotros.

            -¡Lárguense ya!

            La chica miraba todo con cara de terror mientras intentaba cubrir su pecho desnudo.

            Los hombres se miraron entre sí, muy contrariados de que alguien hubiese llegado a interrumpir.

            -Escucha soldado… -exclamó uno de ellos- no hay nadie aquí aparte de nosotros, podemos matarte, enterrar tu cuerpo y coger a esta perra encima de tu tumba.

            Draco ya no respondió, supo que iba a ser inútil seguir conversando con ellos, así que se bajo de su caballo y desenvainó su espada.

            Los dos hombres sacaron sus espadas también y lo atacaron al mismo tiempo, pero el capitán Malfoy era famoso por ser un excelente espadachín, así que a pesar de que aquellos hombres eran más corpulentos que él, pudo con ambos al grado de matar a uno primero y luego al otro.

            -¿Estás bien? –Preguntó con la respiración entrecortada  viendo a la chica aún en el suelo y al acercarse pudo ver que no pasaba de los quince años- ven, regresemos a la ciudad.

            Pero ella permanecía paralizada, viendo con evidente temor al caballero del desierto.

            -Tranquila… -dijo comprendiendo el miedo de la chica al ver a otro hombre cerca de ella- no te haré daño, te llevaré a tu casa, ya estás a salvo.

            Largos minutos pasaron antes de que ella comprendiera que el soldado hablaba con sinceridad, así que sonrió titubeante mientras extendía la mano para tomar la que el hombre de turbante le ofrecía, pero su gesto cambio radicalmente a uno de terror al ver atrás de caballero del desierto a uno de los hombres con un garrote en la cabeza.

            Draco no alcanzó a girarse con suficiente rapidez, por lo que el golpe que recibió en la cabeza lo hizo literalmente ver luces de colores, pero acostumbrado a reaccionar al peligro, automáticamente su mano se hundió en el cuerpo del tipo para después caer inconsciente.

 

 

__________________________________________________________

 

           

-¿¡Donde esta, como esta?! –preguntó Blaise mientras llegaba apresurado al cuarto donde Draco había sido atendido.

            -El está bien –respondió el médico poniéndole una mano en el pecho para impedirle el paso- fue una fuerte conmoción pero por lo pronto esta estable, solo hay que dejarlo descansar y estar atentos a cualquier síntoma extraño.

            -¿Y entonces por qué esa cara larga?

            El médico se quedó callado por unos instantes, viendo  a los demás soldados que esperaban afuera, preocupados por lo que le había pasado a su capitán.

            -Ven, hablemos dentro.

            -¿Por qué?

            El médico no dijo nada, solo abrió la puerta del cuarto y entro en el seguido de Blaise, que ni siquiera había tenido tiempo de colocarse su turbante; ya adentro alcanzo a ver a Draco pero no pudo verlo bien, así que miró al médico esperando que le dijera aquello tan terrible que aparentemente le iba a decir.

            -Yo… -comenzó el doctor sacando de su túnica un lienzo con sangre- después de atenderlo comencé a limpiar su cara de la sangre que tenía.

            -¿Y?

            -bueno… no solo encontré sangre, también había esto.

            Blaise tomó el lienzo y vio que aparte de la sangre había manchas color piel en ella.

            -¿Qué es esto?

            -Maquillaje.

            -¿Maquillaje?... no entiendo una mierda ¿Qué quiere decir, Draco está mal o qué? déjese de rodeos.

            El médico exhaló un suspiro y luego dijo:

            -El estaba usando maquillaje para ocultar algo en su cara.

            -¿Y qué cosa?

            El hombre caminó hacia Draco siendo seguido por Blaise, quien al estar por fin a un lado de la cama pudo entender lo que el médico decía y simplemente quedó sin habla.

            El rostro de Draco tenía unas delgadas grecas de color negro, que le bajaban desde la sien hasta media mejilla, una de cada lado… unas líneas curvas que formaban un delicado ornamento, marcas delgadas que parecían pintadas a mano con un pincel… pero nadie había pintado esas marcas, esas marcas provenían de su misma piel.

            -Qué demonios… -balbuceó el soldado cuando supo que significaban esas marcas- esto no…

            -¿Entiendes por qué tenía que decírtelo en privado?

            -Hay un error en esto… -dijo Blaise cuando al fin pudo hablar- Draco no puede ser un doncel.

            -Pues lo es –respondió el médico- ya examiné esas marcas y no son tatuajes.

            -Pero… pero…

            -Por lo pronto y por la propia seguridad del capitán, nadie debe entrar a este cuarto.

            Blaise seguía impactado, por lo que solo asintió y salió de ahí.

            -¿Qué pasó Blaise, el capitán está mal? –preguntaron sus compañeros cuando lo vieron salir.

            -No… es decir, solo necesita descanso.

            -¿Y por qué esa cara?

            Sin decir nada se alejó de todos.

 

 

________________________________________________________


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).