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Bruja por DarkSweetLady

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Notas del fanfic:

Los personajes de Kuroko no basket no me pertenecen, son propiedad de Fujimaki Tadatoshi

Notas del capitulo:

Hola!! vengo a dejarles el día 28 de la convocatoria del grupo MuraAka Fans!! 

No quedó tan genial, pero es mi intento de fantasía :v 

Disculpen las posibles faltas de ortografía >.< 

En realidad nunca había creído mucho en los cuentos de hadas, ni en las historias de magia, mucho menos en las de terror. En realidad nunca creyó que se encontraría dudando acerca de todo lo que para él era verdad. En realidad aún no lograba comprenderlo ¿Qué clase de explicación lógica podría encontrar para lo que sus ojos veían? No, por más que intentaba no hallaba nada que lo explicase.

Atsushi aparto la mirada aun sin poder creer lo que veía. Su hermana lloraba sosteniendo el desnutrido cuerpo de su hijo de ocho años. El niño estaba tirado sobre la cama, con los ojos adormilados, parecía haber adelgazado 10 kilos o incluso más en una noche, y tenía varios moretones por todo el cuerpo. Su sobrino era rellenito, la noche anterior aun lo era, ahora parecía un niño desnutrido de áfrica, sin exagerar, era cierto que desde que se habían mudado el niño había comenzado a presentar moretones y a perder peso, pero eran perdidas pequeñas y como el niño estaba “a dieta” por el sobre peso que tenía, lo vieron como algo normal; sin embargo ahora todo era diferente, el niño estaba hasta los huesos y no sabían que estaba pasando.

¿Qué le había pasado? Se preguntaba una y otra vez sin encontrar respuesta. Salió de casa y camino al centro del pueblo. Aquel lugar no le gustaba mucho, era un pueblo pequeño, no había grandes tiendas de dulces, ni lugares a donde ir a comer golosinas o postres, tampoco vendían sus dulces preferidos, para comprarlos tenía que tomar un autobús a la ciudad, y eso significaban como mínimo 2 horas de viaje. Odiaba haberse tenido que mudar, era todo más aburrido, no tenía amigos y la mayoría lo evitaban por ser demasiado alto, en ese pueblo la estatura promedio para el hombre era de 1.70 m. por supuesto su familia sobresalía por el tamaño.

Camino por las angostas calles empedradas sin fijarse un rumbo. Paso por enfrente de la clínica del pueblo, el único lugar donde encontraría un médico real, aunque por lo que había visto casi nadie iba ahí, la gente prefería al parecer a los médicos herboristas, curanderos y chamanes. Atsushi dudaba que azotarte con ramas y sobarte con huevos crudos sirviera de algo, pero esas eran las creencias de la gente.

Hurgó en sus bolsillos, traía su cartera y tenía hambre, decidió que sería mejor no regresar a casa,  mejor comería en la fonda del pueblo. Tal vez encontraba en aquella fonda algo rico y que valiese la pena para quedarse en el pueblo.

La fonda es tan pequeña para alguien de las dimensiones de Atsushi, el pobre peli morado tiene que agacharse para cruzar la puerta, el techo puede tocarlo con la mano solo con estirarse. Las paredes son todas de color crema, hay mesas de madera con manteles coloridos cubiertos de hule, no hay mucha gente, posiblemente porque es muy temprano y son pocos los que no desayunan en casa con sus familias.

Atsushi toma asiento en una mesa al fondo cerca de una ventana, lo único bueno que tiene aquel lugar es la calma que se siente. En la ciudad todo es ajetreado. A penas son las nueve de la mañana y lo único que se ve por las calles son las mujeres que van a comprar el mandado para la comida del día.

-Aquí tienes la carta – le dice un chico pelinegro entregándole una hoja con letras de colores, el chico es de ojos oscuros, tiene facciones muy tradicionales y por lo que puede apreciar debe de rebasar el promedio por unos cuantos centímetros - ¿Gustas que te traiga café mientras revisas la carta?

-No me gusta el café, es muy amargo – Le contesto Atsushi con pereza.

-¿Entonces qué tal un chocolate caliente?

-Si está bien… ¿No hay pastelillos? – pregunto Atsushi con el ceño fruncido - ¿O algo dulce?

-Mmmm – el chico se rasco la mejilla un poco nervioso – Creo que aún queda un poco de pan de elote, te lo puedo servir con helado, sabe muy bien.

-Sí tráeme eso.

El chico dio una reverencia y se fue a atender a unos señores que también acababan de entrar. Veinte minutos después se le fue entregada su orden. El chocolate caliente sabía bien, y el pan junto con el helado era exactamente lo que él estaba buscando. Tal vez pediría un poco para su sobrino, igual y con eso se alegraba el niño.

Mientras comía, Atsushi fijo sus ojos violetas en la ventana, en las calles comenzaban a abrirse los negocios, entre esos, una dulcería, no tan surtida como le gustaría, pero era la única cercana. Volvió a comer de su pan. Ahh era tan dulcecito, posiblemente regresaría a comerlo una vez más al día siguiente día. Claro si seguía en ese lugar, posiblemente llevarían a su sobrino a la ciudad para que fuese atendido en un hospital, él tendría que acompañar a su hermana.

Entonces por la calle pasó una señora, niño en brazos, estaba en igual condiciones que su sobrino. La vio entrar a uno de esos consultorios herboristas. ¿Debía el también llevar ahí a su sobrino? No, no se fiaba de esos menjurjes raros, mejor era que su hermana lo llevase al doctor, por algo la gente había inventado la ciencia y esas cosas.

-Qué lástima parece que de nuevo están llevando a pollito con la curandera – habló un señor de los que también tenían vista a la calle – pobre pollito…

-Ya mi mujer le había dicho que le pusiera tijeras debajo de la cama – dijo el otro hombre – si lo hubieran hecho ya con eso lo habrían arreglado.

-No, no, eso no lo hizo la bruja – dijo contradiciéndolo – fueron las criaturas del lago, debían ponerle un costal de arena bajo la cama.

-Qué van a saber ustedes viejos alcahuetos – les dijo una señora que salía de lo que Atsushi supuso era la cocina – Si nunca han tratado con esas cosas, la curandera les dirá que hacer, ustedes no se anden metiendo en cosas que no.

Los hombres apartaron la mirada de la señora y cuando esta se hubo dado la vuelta comenzaron a susurrar.

-Sabrá mucho ella – dijo uno

-Claro lo dice quien tiene un hijo que todas las noches anda bichi – dijo el otro.

Atsushi no comprendía nada, pero aquello debía ser algo ofensivo pues la señora se había volteado para darle un buen golpe en la cabeza a cada uno. Qué aburrido. Atsushi comenzaba a creer que esa gente estaba loca, loca de remate. Brujas, criaturas del lago… ¿Qué se creían? ¿Parte del elenco de una película de ficción? Por eso no le gustaba la gente del pueblo, eran personas demasiado crédulas y supersticiosas.

-¿Crees que esos hombres están locos? – Le pregunto un joven sentado enfrente de él – ¿Chiflados?

-¿Quién rayos eres tú? ¿Y qué haces en mi mesa? – le pregunto Atsushi a la defensiva ¿cuándo se había aparecido ese chico? – Todos aquí están locos.

-Me llamo Himuro Tatsuya  y estoy en tu mesa porque me pareces interesante – le dijo el chico, cabello negro, ojos grisáceos, con la mitad del rostro cubierto por el lacio cabello, y luciendo un lunar bajo el ojo visible – Eres nuevo por aquí ¿cierto? Se nota en tu cara que no entiendes nada de lo que dicen. ¿Cómo te llamas?

-Soy Murasakibara Atsushi – contesto el peli morado – Muro-chin ¿tú sabes de que hablan esos hombres?

-Todos lo saben - Contesto Himuro, sin importarle el sobrenombre que el otro le había puesto – Sí quieres yo puedo explicarte...

-En realidad no quiero saber, no creo en supersticiones, me dan flojera.

-Dime Atsushi ¿tienes hermanos? – pregunto el del lunar

-Sí, 4 y dos sobrinos.

-¿Todos viven contigo?

-No, solo una de mis hermanas, la que tiene hijos – Atsushi volvió a comer de su pan – ¿Par que quieres saber eso?

-Mera curiosidad, yo ahora soy  hijo único – Himuro le sonrió y luego alzo la mano llamando al mesero, quien fue a atenderlo enseguida – Izuki, tráeme un café negro – le dijo al chico, este asintió y se fue por lo pedido, Tatsuya volvió a ver a Atsushi – ¿Quién de tus hermanos es el menor?

-Soy yo.

Himuro sonrió y no dijo nada hasta que le fue traído su café, una vez con la bebida caliente en las manos volvió a retomar la conversación.

-Ya veo, y dices que tienes sobrinos ¿de qué edades? – pregunto Tatsuya

-11 y 8 – Atsushi lo miro con mala cara - ¿Para qué quieres saberlo?

-Solo curiosidad, quería saber si me estaba acercando al chico correcto.

-¿Chico correcto? Muro-chin yo creo que tú también estás loco.

-Sí muchos aquí lo piensan, pero puedo demostrarte que no – Himuro volvió a sonreírle – también puedo explicarte que le paso a tu sobrino, y como remediarlo, aunque no es mala idea que se vaya de aquí, eso lo resolvería bastante bien.

-¿Cómo sabes que algo le paso a mi sobrino?

-Sí quieres saber cómo lo sé, reúnete conmigo hoy, a medianoche en el kiosco del centro – Himuro termino su café y se levantó dejando dinero sobre la mesa – Te mostrare lo que la gente habla y que tanto teme.

Atsushi lo miro enojado, no respondió y al terminar su comida solo pago y se fue. No quería pensar demasiado acerca de lo que decía Himuro, ese chico era raro, estaba loco y a él lidiar con locos le daba flojera. Regreso a su casa, su hermana ya había partido a la ciudad, según informo su madre, el ex marido de su hermana la recogería allá para llevar al niño al hospital, también se había llevado al mayor de sus hijos. Su madre se iría en la noche y él tenía que quedarse para esperar a su padre y su hermano mayor que llegarían en la tarde.

Eso hizo, se quedó en casa esperando por su padre y hermano. No hizo nada más que acostarse y jugar con su celular Candy crush toda la tarde. Cuando llegaron solo comió con ellos y luego se fueron a dormir. Vaya lugar más aburrido. A las 11:30 recordó la invitación de Himuro. No quería ir, pero ya que su día había sido un desperdicio, al menos saldría en la noche.

Se puso una sudadera y salió de casa. Afuera el viento era frio, las calles eran apenas iluminadas por unos cuantos faroles. Miro su reloj, daban las 11:59 y Himuro ya estaba ahí. Por un momento, al ver al pelinegro de espaldas, pensó en marcharse, en dejarlo ahí plantado. Pero el azabache volteo a verlo, le sonrió y Atsushi no tuvo de otra más que acompañarlo.

-Muro-chin hace frio, muéstrame lo que tengas que mostrarme y vámonos – le dijo a modo de saludo.

-Atsushi no comas ansias – Himuro comenzó a caminar y Atsushi lo siguió – ¿Crees en las brujas?

-No.

-Aquí vive una muy poderosa, dice la leyenda que la bruja maldijo el pueblo y que nunca nadie nacido aquí podría abandonarlo, que quien lo hiciera tendría una vida corta y dolorosa.

-Las leyendas son mentiras.

-Mitad verdad mitad mentira – corrigió el peli negro – la maldición, no sé qué tan verdadera sea, pero la bruja es real, yo la he visto.

-¿Y las creaturas del lago? – Pregunto Atsushi recordando la charla de los señores en la fonda - ¿Me dirás que esos también existen?

-Sí, de hecho, vamos a verlos justo ahora.

Atsushi suspiro, y se resignó a caminar al lado de Himuro, llegaron al lago que estaba a las afueras del pueblo, era un lago rodeado por algunas piedras y de color verdoso, había visto gente pescando ahí por las tardes. Himuro se agacho a la orilla y comenzó a cantar. Atsushi lo miraba sin ánimos, vaya que el tipo estaba loco.

-¡¿Qué rayos es eso?! – grito Atsushi al ver la cola de un enorme pez sobresalir del lago, era demasiado larga

-Es una amiga – contesto Himuro.

En la orilla del lago se asomó una bella mujer rubia de ojos verdes, la mitad de su torso salía del agua dejando ver los exuberantes y desnudos pechos, la mujer le sonrió mientras mostraba la cola de pescado que pertenecía a la otra mitad de su cuerpo. Mitad mujer mitad pez, Atsushi pegó el grito en el cielo, cayo de pompas al suelo, su cerebro era incapaz de procesarlo.

-¡Se supone que tu no existes! – Le grito a la mujer –Esto es un sueño, tiene que ser un maldito sueño.

-Qué grosero – le respondió la rubia y luego miro a Himuro – Tatsuya ¿por qué has traído a este gigante grosero?

-Discúlpalo Alex, es que nunca había visto a alguien como tú – Tatsuya palmeo la espalda de  Atsushi – Supongo que ahora ya puedes creer en todo lo que te había dicho. Alex – volvió a dirigirse a la rubia – Necesitamos del alga.

-Solo me buscas por eso – acuso la rubia cruzándose de brazos – Eres un interesado.

-Por favor Alex, después vendré a jugar contigo – Tatsuya acarició el mojado cabello – Lo prometo.

La sirena sonrió y se volvió a sumergir en el lago, un par de minutos después regresó con dos pedazos de alga marina. Se los entregó a Tatsuya y después de que este le diese un fogoso beso en los labios, ella se fue.

-Come – le indico Tatsuya a Atsushi, quien no salía de su asombro – No dejes nada.

Atsushi lo hizo sin replicar. El alga sabía a sal, y solo por curiosidad tomo un poco de agua, era salada, la escupió enseguida.

-Por las noches el lago se vuelve salado, porque es cuando las criaturas salen – explico Tatsuya – no solo hay sirenas, hay otro tipo de seres ahí abajo, pero es arriesgado juntarse con todos, por ahora conocer a Alex te bastara.

-¿Para qué es el alga? – Pregunto cuando termino de comérsela - ¿Me hará daño?

-¿No has pensado en lo bonito que es volar en la madrugada? – respondió Tatsuya.

Atsushi lo miro confundido, pero no alcanzo a formular la pregunta en su mente cuando ya se encontraba un metro arriba del suelo.

-¡Muro-chin! ¡¿Qué está pasando?! -  Atsushi gritaba mientras en el cielo comenzaba a patalear y mover las manos sin comprender como es que estaba volando - ¡MURO-CHIN!

-¿Quieres calmarte Atsushi? – Pidió el del lunar a su lado flotando como si fuese lo más normal de la vida – Vamos, te daré un recorrido fenomenal por el pueblo.

Atsushi intento estabilizarse, su ritmo cardiaco había aumentado tanto que sentía podría darle un paro en cualquier momento. Ya le había quedado claro, aquel pueblo no era normal, y las cosas sobre naturales existían. Vaya noche tan extraña, primero una sirena, ahora volaba y solo le faltaba conocer a la dichosa bruja.

Observo a Himuro quien había comenzado a caminar por los aires, él intento hacer lo mismo, después de todo aquel moreno no le había engañado en nada de lo que le había dicho. Recorrieron el pueblo casi en absoluto silencio, de vez en cuando Tatsuya le decía algún dato curioso del pueblo, que al parecer había sido construido hacía muchísimo tiempo.

-Muro-chin ¿Por qué el alga nos hace volar? – Pregunto Atsushi después de un rato – ¿No debería hacernos respirar bajo el agua  o algo así?

-No lo sé – Himuro puso cara de estar pensando – Puedes pedirle a la bruja que te explique, cada cosa sobrenatural que pasa aquí es por la bruja.

-Muro-chin…

-Dime Atsushi…

-¿Ese que va ahí no es el chico de la fonda? – Señalo Atsushi hacía abajo, por las calles Izuki iba caminando totalmente desnudo – ¿Por qué esta desnudo?

-Oh eso, bueno lo escuchaste en la fonda ¿no? Que el hijo de la dueña se pasea bichi por las calles en las noches – explico Tatsuya – Eso es andar bichi, o sea desnudo.

-¿Y por qué anda desnudo por las noches? – pregunto Atsushi.

-Porque esta hechizado, ya te lo dije, que cada cosa anormal que pasa en este lugar es por culpa de la bruja, Izuki Shun tiene un mal, un hechizo. Y cada noche mientras duerme se pasea por el pueblo desnudo, es una maldición; la gente ya se acostumbró así que solo cierran sus ventanas y nadie tiene problema.

-Creí que eso se llamaba sonambulismo.

-Es distinto, yo igual pensaba eso mismo, muchos piensan que es solo eso. Sin embargo es muy diferente a solo ser sonámbulo. – Comenzó a explicar Tatsuya – Izuki está despierto sin estarlo. Él en su mente siente que está dormido, piensa que esto es un sueño, pero es real, todo lo que hace aquí lo hace consiente, todo menos estar desnudo claro. Y cuando se acerca el amanecer regresa a su casa, se mete a la cama y piensa que todo ha sido un sueño. Una cosa bien rara.

-¿Y por qué mejor no lo amarran?

-Ya lo intentaron, incluso con cadena, no saben cómo, pero siempre logra zafarse – Tatsuya suspiro – Pero eso está bien, da oportunidad a los buitres como yo a atacarlo.

-¿A qué te refieres? – Pregunto Atsushi - ¿Atacarlo?

-Me refiero a que aquí termina mi paseo contigo, iré allá con Shun y me lo llevaré a la cama para hacerle el amor lo que resta de la noche, el piensa que es un sueño y le gusto – Tatsuya se encogió de hombros – Siempre que sea precavido no habrá ningún problema.

-Eso no deberías hacerlo Muro-chin – le regaño Atsushi – Podría ser malo para él.

-Tranquilo Atsushi – Himuro le guiño el ojo – Tu continua sin mí, ve a la punta del cerro, verás la casa de la bruja, es una cabaña de piedra muy curiosa, te darás cuenta de que es la casa de la bruja en cuanto la veas.

-¿Y qué voy a hacer yo ahí?

-No sé, averígualo tu Atsushi, mañana me puedes contar como te fue – Himuro se dio la vuelta dispuesto a irse para encontrarse con Izuki, luego hizo ademán de acordarse de algo y volvió a mirar a Atsushi – Por cierto, no te dejes engañar, no comas nada de lo que te dé y de preferencia no te dejes seducir, es bueno en eso.

Sin decir nada más Himuro dio la vuelta y se fue. Lo último que vio fue como el del lunar llegaba con el otro pelinegro para besarlo y arrastrarlo a saber dónde. Atsushi dirigió su vista al cerro, podía simplemente dar la vuelta y marcharse a casa. Pero no lo hizo, tenía esa extraña sensación de que si iba, sería testigo de algo maravilloso.

Fue hasta allá, ciertamente era algo hermoso volar en la madrugada, bueno, volar era increíble. Ahora comprendía porque Himuro se había llamado a sí mismo loco, todo lo que había visto aquella noche lo era.

En la cima del cerro encontró una cabaña de piedra, pequeña y apenas iluminada en su interior. A los alrededores había arbustos con flores y frutos. Pero lo más magnifico e increíble que podía haber en aquel lugar era él.

A la luz de la luna Atsushi observo a aquel joven, solo traía una bata de seda puesta, tenía los brazos extendidos, su piel era blanca, su cabello tan rojo como la sangre, cuando lo miro a los ojos, y vio aquellos orbes carmesí, aquella sonrisa que solo era para él. Fue inevitable. Atsushi bajo hasta donde estaba aquel joven y lo envolvió en sus brazos.

Aquel gesto fue correspondido al instante. Sintió como las manos contrarias enmarcaron su rostro y los labios de pelirrojo encajándose con los suyos. Jamás había sentido tanto deseo por alguien,  tantas ganas de tomar a otro ser humano y hacerle el amor.

No era un chico inocente, sabía de deseo carnal, de querer estar con alguien, aunque solo había sido por curiosidad. Pero no había nada como aquel deseo que ahora quemaba en su interior. Sus manos comenzaban a moverse casi solas, buscando acariciar la pálida piel del pelirrojo. Nada era normal, pero estaba bien.

-Te esperaba Atsushi – le dijo el pelirrojo cuando se separaron – Tardaste mucho.

-¿Quién eres tú?

-Tatsuya te hablo de mí.

-Tú no puedes ser la bruja, eres un hombre – Atsushi lo miro con detenimiento “Un hombre muy bello” pensó para sus adentros.

-Gracias por el cumplido Atsushi – el pelirrojo le sonrió – Tal vez te sorprenda que me llamen bruja a pesar de ser hombre, yo igual pienso que es un apodo absurdo.

-¿Por qué te llaman así? – Pregunto Atsushi – ¿Acaso nunca te han visto?

-Solo pocos me han visto, los llamaron locos cuando intentaron desmentir que era mujer, por eso pocos vienen a comprobarlo – el pelirrojo tomo las manos de Atsushi y lo condujo al interior de la cabaña – Imagino que viene por lo mismo.

-En realidad no creía que encontraría algo en primer lugar – Atsushi miro los cuadros en el interior de la cabaña, un arte demasiado abstracto para él – ¿Cómo te llamas?

-Akashi Seijuuro

-Entonces ¿Aka-chin fue el que le hizo daño a mi sobrino?

-No planeaba matarlo, solo me alimento de lo que puedo.

-Por eso la gente del pueblo te tiene miedo ¿no es así? – Pregunto Atsushi sentándose en una de las sillas que había ahí – Si no lo hicieras podrían llegar a convivir.

-¿Por qué habría de dejarlos en paz?

-¿Te gusta hacerlos sufrir Aka-chin?

-Ellos me han hecho sufrir durante más tiempo y de formas peores. Ni siquiera mato a los niños y ellos…

Atsushi jamás había visto tanta tristeza en el rostro de una persona. Akashi parecía tan vulnerable, tan frágil. Esa manera en que se abrazaba a sí mismo, esos ojos que miraban a la nada como deseando irse lejos.

En un segundo Atsushi se vio abrazando al pelirrojo, ocultando aquel gesto doloroso en su pecho e intentando protegerlo de nada en específico.

-¿Qué estás haciendo Atsushi? – Pregunto Akashi confundido intentando separarse – No tienes por qué hacer esto.

-Es que Aka-chin se veía tan triste, no me gusta triste.

Akashi lo empujo lejos, ahora lucía tan aterrado, él era “la bruja” y actuaba como si hubiese visto al diablo.

-Vete de aquí Atsushi, no es bueno que estés conmigo, ya he escuchado esas palabras antes, y se de sobra lo que me espera si me dejo engañar otra vez por un mortal como tú.

-Aka-chin….

-¡Largo de aquí Atsushi!

El peli morado dio media vuelta y se fue. Al salir de la cabaña emprendió nuevamente el vuelo, al menos aun podía volar. Posiblemente el efecto del alga pasaría al amanecer. Hizo una nota mental de no volver a comer nada que un extraño le ofreciera, aunque la extraña fuese una sirena, al menos no hasta saber si podía volver a la normalidad.

Llegó a su casa, se recostó y durmió lo que quedaba de noche y gran parte del día. A partir de ese siguiente día no volvió a donde Akashi, ni a la laguna, ni volvió a hablar con Alex y eran contadas las palabras que se dirigía con Himuro. Comenzó una rutina de ir a la fonda a desayunar, comprar dulces y volver a su casa.

Algunas noches salía a la azotea, y se quedaba mirando por largo rato el cerro. Deseaba volver, volver y encontrar a Akashi, y hacerlo suyo porque nunca había dejado de desearlo. Era tanto aquel deseo que algunos días pensaba que “la bruja” lo había hechizado. Tal y como había hecho con Izuki Shun. A quien por cierto había visto varias veces por las noches desnudo andando por las callejuelas del pueblo; todas y cada una de las noches vio al pelinegro unirse con un beso a Himuro y luego desaparecer.

Los días se volvían pesados. Una tarde decidió volver a la fonda, encontrarse nuevamente con Himuro y resolver dudas.

-Atsushi ¿Por qué no volviste la siguiente noche? – Pregunto el del lunar como saludo - ¿Acaso te asusto “la bruja”?

-Muro-chin… Aka-chin me corrió de su casa~~

Himuro rió ante el apodo que Atsushi había utilizado para referirse al pelirrojo, después de unos instantes de estar riendo paro abruptamente.

-Espera un minuto ¿Acabas de decir que te corrió? – Pregunto ahora confundido - ¿Hiciste algo mientras estabas ahí?

-Lo bese, y luego lo abrace, también le dije que no me gusto verlo triste – dijo Atsushi tratando de recordar aquella noche que sentía tan lejana – Pero ¿sabes Muro-chin? Yo quiero volver a verlo, no recuerdo mucho los detalles de aquella noche, pero su rostro tan bonito y su cabello tan rojo y sus ojos tan preciosos y su cuerpo tan elegante… lo recuerdo a la perfección.

-Te estas metiendo en territorio equivocado Atsushi, no puedes enamorarte de él, es malo.

-¿Entonces para que me llevaste a conocerlo?

-No creí que fueras a enamorarte de él, solo quería mostrarte, no sé divertirnos, las personas me creen loco.

-¿Qué hay de Izuki, el chico de la fonda?

-Él es otra historia, esta hechizado, la gente también lo rechaza, de eso ya te abras dado cuenta – Himuro lo miro con seriedad – Enamorarte de Akashi no es bueno, nadie ha sacado más que desgracias de una relación amorosa con él.

-Pero tú lo conoces. Te… te menciono aquella noche. – Dijo Atsushi recordando – Sí lo hizo.

-Claro que lo conozco, es bueno ser de alguna forma su aliado o algo así. Pero no te enamoras de él, porque el único ser humano que lo amo termino mal.

-¿Mal? ¿Cómo mal?

-Akashi lo maldijo, a él y a toda su familia – Himuro lo miro serio, se levantó de la cómoda mesa donde platicaban y le indico con la mano a Atsushi que lo siguiera, el peli morado así lo hizo una vez que se encontraron en un parque donde no había gente, Himuro volvió a hablar – La gente del pueblo considera tabú hablar de aquella maldición, si te escuchan luego luego te callan.

-¿Qué dice la maldición?

-Akashi maldijo a los hijos de aquel hombre, dijo que el primer hijo hombre que tuviera moriría a la edad de 20 años, que según cuentan fue la edad en que se enamoraron, después el primer hijo del segundo hijo moriría – Himuro hizo una pequeña pausa antes de continuar – Generación tras generación, siempre se ha cumplido la maldición.

-¿Estás completamente seguro?

-Mi familia es la maldita – aclaró Himuro – Mi hermano mayor murió hace dos años, y mi hijo morirá cuando cumpla veinte años.

-¿Cómo conociste a Aka-chin?

-Quería saber la verdad tras la muerte de mi hermano, cuando murió simplemente no pude aceptar que se trataba de una absurda maldición – Himuro miro hacia la nada y luego volvió su vista al peli morado – Me confirmo lo de la maldición y dijo que no podría deshacerla, que era nuestro castigo, sin embargo, me dijo que si hacía las cosas bien, tal vez podía terminar con la maldición.

-Gracias por prevenirme, pero no me importa, hoy tengo que ver a Aka-chin – Atsushi se levantó y lo miro con decisión – Y tú vas a darme esa alga.

-Está bien – Himuro suspiró, su amigo se estaba metiendo en problemas, pero no iba a detenerlo, cuando se diera cuenta del error, Atsushi regresaría con la cola entre las patas y el diría te lo dije – A las doce en el lago.

-Perfecto.

A las doce en punto Atsushi estuvo en el lago, Himuro ya lo esperaba con el alga en mano. Antes de que pudiese comerla la sirena le tomo del tobillo.

-Suerte con Akashi – Le dijo Alex – Vas a necesitarla.

-Gracias.

Atsushi comió del alga y apenas despego sus pies del suelo, voló hasta donde el pelirrojo. Necesitaba verlo una vez más. Tenerlo entre sus brazos, saber el porqué de la tristeza en su mirada así como del miedo con el que lo había corrido. No dudaba que lo que su amigo decía era cierto, pero estaba seguro que debía haber una razón por la cual Aka-chin había maldecido a aquella familia.

Al llegar a la cabaña no vio a Akashi afuera, pero el interior estaba iluminado y al acercarse, el peli morado no podía creerlo: escuchaba un canto, una nana. Se acercó más, pegándose a la puerta, la voz de Akashi ya no se escuchaba. La puerta se abrió y Atsushi que estaba recargado en ella cayó al suelo.

- Te dije que no regresaras Atsushi – Akashi lo miraba autoritario -  ¿Qué haces aquí?

- Quería verte, no podía dejar de pensar en ti, quiero tenerte -  Atsushi se puso de rodillas y lo abrazo de la cintura -  Solo déjame pasar una noche contigo.

Akashi no contesto, solo se inclinó y lo beso, un beso pasional que fue el inicio del mechero que llevaría a una bomba llamada amor.  El pelirrojo no podía siquiera saberlo en ese instante, pero no tardo en saberlo. Saber que Atsushi sería un mortal que pondría en riesgo su calmada vida.

Atsushi lo tomo de la cintura, profundizo el beso, lo tumbo en el suelo de la cabaña, y le hizo el amor como quería hacerlo desde la primera vez. Solo aquella cabaña fue testigo de la pasión que ardió como incendio en la punta de aquel cerro a causa de Atsushi tomando a Akashi.

- Aka- chin ¿Por qué te dicen bruja? – Pregunto Atsushi haciendo círculos en el pecho – ¿Me dirías?

- ¿Para qué quieres saberlo? No es de tu incumbencia Atsushi.

- Quiero saberlo todo de ti, me gustas por eso, quiero saber todo de ti.

- Esto es un error Atsushi, jamás le debí pedir a Tatsuya que te enviara. No creía que fueras a fijarte en mí.

- ¿A qué te refieres? – Atsushi se separó para verlo a los ojos – ¿Por qué mencionas a Muro- chin? Él dijo que solo me había mostrado esto por diversión.

- Te mintió, le dije que podía deshacer su maldición si me ofrecía al hijo menor de una nueva familia en el pueblo, ya me había alimentado de tu sobrino, sabía que me serviría alguien con tu sangre, pero tú eres distinto Atsushi – Akashi lo miro con seriedad, en su interior sabía que lo mejor era buscar una forma de hacer que el peli morado se alejase de él, porque era lo mejor para el mismo. Por eso le diría parte de la verdad. Las verdades duelen – Iba a asesinarte, a comerte y con eso obtendría el poder de deshacer la maldición que cae sobre Tatsuya.

- Entonces mátame Aka- chin, no me importa, pero dime toda la verdad y me ofreceré como sacrificio – Atsushi hablaba en serio, no podía soportar la tristeza en aquella mirada, tal vez estuviese embrujado, o enamorado, lo que fuera él tenía que cumplir con todo lo que su Aka- chin pidiera, no le importaba más – Pero antes de que me mates, déjame permanecer a tu lado y amarte.

- No Atsushi, te irás de aquí, regresaras a la ciudad de dónde has venido y te olvidaras de mí, es una orden.

Akashi intentó levantarse, el cuerpo del peli morado se lo impidió acorralándolo contra el suelo donde minutos antes habían sido uno.

- Dime la verdad, resuelve mis dudas y me iré, nunca más volveré a molestarte me iré – Atsushi se acercó a su rostro hasta que sus labios estuvieron casi rozándose -  Lo haré si así lo quieres.

- Es un trato Atsushi – Akashi lo separo y le tendió la mano -  Te contare la historia tras la maldición y resolveré tus dudas, a cambio te alejaras de mí, de este pueblo y jamás volverás.

- Trato hecho – Atsushi le estrecho la mano – Solo recuerda que me iré solo sí así lo deseas.

Partió a mitad de la madrugada, regreso a su casa. Al siguiente día le platico a Himuro sobre lo que había platicado con el pelirrojo y el trato que habían hecho. Tatsuya no negó nada acerca del trato que él tenía con Akashi. Por el contrario Tatsuya le pidió disculpas por haberlo llevado a tal trampa y le pidió que antes de que se marchara le dijera la verdad de la maldición, pues quería saber si aquel mal era merecido o si tenía que seguir luchando por su familia.

Cuando la luna salió de nuevo, Atsushi volvió donde Akashi quien lo recibió en la cabaña. El pelirrojo le indico que tomara asiento, el peli morado obedeció.

- Pregunta Atsushi.

- ¿Por qué te dicen “bruja”?

- Es una mala broma, para eso tengo que decirte primero lo de la maldición, así lo comprenderás.

- Pues cuéntame la historia de la maldición de Muro- chin.

- Fue hace muchos años, cuantos han pasado… no lo sé… demasiados como para recordar cuantos -  Akashi se levantó y miro por la pequeña ventana donde se veía la luna – Me enamore de un mortal, un hombre como tú, también había querido protegerme.

- ¿Y qué paso?

- Pasó que me enamore, fui estúpido y me deje engañar. En cuanto me di cuenta que lo amaba tanto y le daría todo de mí, me entregue a él y quede preñado.

- Eso es imposible, los hombres no pueden embarazarse

- Yo sí puedo, de ahí nació el sobrenombre de bruja, me lo puso él cuando supo que esperaba a su hijo, me llamo monstruo porque no era normal, creyó que había hecho un pacto con el diablo, me maldijo a mí. A mí que todo se lo había dado, que todo le había dado de mí. Me maldijo a mí y a su hijo, a mi bebé – Akashi se acarició el vientre plano – Yo no puedo salir de este pueblo, no puedo morir, esa fue su maldición. Mi bebé… oh con él fue tan malo. Con mi pequeño que no tenía la culpa de nada….

- ¿Qué le hizo?

- Lo maldijo también: el bebé crecería y viviría durante nueve meses en mi interior, pero jamás nacería, moriría dentro de mí hasta que mis entrañas se pudrieran con el bebé, una vida llena de dolor para mí -  Una lagrima traicionera resbalo por la mejilla del pelirrojo – No creí que su maldición fuese a funcionar, pero ya te dije, fui ingenuo, había estado enamorado y le di acceso a libros sagrados, aprendió como maldecir y para mi mala suerte se cumplieron cada una de las palabras que dijo.

“Sentí a mi hijo crecer día a día, mes a mes, lo sentí moverse, lo sentí patear en mi interior y cuando llegó el noveno mes. No nació. Lo sentí morir en mi interior, ha sido lo má doloroso que me ha pasado en la vida, una vida larga y dura. Tuve que sacarlo de mi interior yo mismo para evitar que se pudriera dentro de mí. No hay dolor más fuerte que ese Atsushi.

- Y entonces quisiste tomar venganza.

- Esa parte ya la sabes, maldije a su familia, el primer varón moriría a los veinte años, la edad que yo tenía cuando mi hijo murió, y el siguiente varón en morir sería el primero hijo del siguiente hijo o hija.

- ¿Por qué solo la lanzaste a varones?

- Porque mi bebé habría sido un varón y porque sé que él deseaba con el alma tener un hijo que llevase su apellido – Akashi sonrió con tristeza – No te negare que disfrute mucho ver como cada uno de sus descendientes se morían, se merecen ese dolor. La maldición puede terminarse incluso sin mi intervención. Tatsuya es el último en la línea, no hay más, si él decide dejar de tener críos, la maldición se acaba.

- Si es así ¿Por qué quería entregarme?

- Porque quiere tener hijos, porque quiere mantener su línea de sangre viva. Por eso – Akashi lo miro con seriedad – ¿Alguna otra duda?

- ¿Por qué no puedo quedarme contigo?

- No volveré a arriesgarme  ¿en serio crees que confiera de nuevo en ustedes los mortales después de todo lo que he sufrido?

- Yo puedo amarte, puedo renunciar a todo por ti, incluso a mi vida – Atsushi volvió a abrazar a Akashi – Si me dejas hacerlo, prometo no fallarte.

- Es demasiado riesgoso – Pero no importaba lo que dijera, Akashi estaba seguro que cedería ante los deseos del peli morado, lo supo desde esa primera noche en que hicieron el amor – Tendrías que decir a toda tu familia y quedarte aquí hasta que te mueras ¿Estás dispuesto a eso?

- Sí, estoy dispuesto, me quedare contigo hasta que me muera, o hasta que te canses de mí –Atsushi beso los labios del pelirrojo – Lo prometí ¿no? Que solo me iría si tú así lo deseabas, o sea que permaneceré aquí siempre que lo quieras.

- Cierto hicimos un trato. Más vale que lo cumplas.

Akashi volvió a besar los labios de Atsushi, tal vez lo lamentaría en un futuro o tal vez no. Pero correría el riesgo. 

Notas finales:

Bueno espero no haberles causado cancer en los ojos! y me disculpo por si hubo ooc, no sé si hay o no >.< peor si lo hubo lo siento! 

Gracias por leer!! 

Nos leemos!! 


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