Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El lago de los cisnes por Lobito Gris

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Si bien ese apuesto y bien parecido joven se había adentrado con intenciones de dar muerte a los habitantes de aquel lago, sus ojos no podían apartarse de la figura que este emanaba.


Ese intruso era el príncipe Sigfrido, apartado de su palacio por la abrumadora idea de tener que escoger una dama para desposar esa misma noche. Al parecer se encontraba abstraído en sus pensamientos; un buen rato atrás el tumulto de jóvenes lo dejo a la orilla del lago solo con su herramienta de cacería.


Y justamente quien no le apartaba de vista era el hechicero Von Rotbart, amo y dueño de aquel bosque y sobretodo de aquel simbólico y hermoso lago donde los cisnes se reunían de manera constante.


Probablemente el sentimiento que emanaba del corazón de Von Rotbart era rabia. Si bien se hablaba de el como un tirano, el protegería el bosque de todo aquel que quisiera destruirlo de cualquiera forma.


 


Mucho se hablaba sobre el hechicero. Que si su belleza física ocultaba al monstruo despiadado que habitaba en él, que si se había apoderado del bosque derramando sangre inocente, que si su poder provenía del temor que generaba a los pueblos, que si mantenía prisionera a una bella doncella… En fin muchas palabras que rodeaban a su persona y que poco valor tenían para él.


 


Lo único que importaba en ese momento era sacar al intruso del bosque antes de que lastimase a alguien inocente. Desde el punto donde se encontraba Rotbart se podía ver de manera sublime al príncipe Sigfrido, sus finas facciones contrastaban de la manera más bella con su cuerpo bien formado, su piel de porcelana y sus ojos color miel resaltaban gracias a la luna llena que iluminaba aquella noche.


 


Sorpresivamente un pequeño ciervo se acercó en dirección del príncipe. Este preparo su arma y coloco el mortal complemento justo en el pecho del ciervo, sus ojos prepararon el ataque y sus manos generaron un movimiento brusco. Finalmente el  desistió y bajo la ballesta.


-No podría lastimarte pequeño- dijo mientras bajaba la ballesta y estiraba su mano para acariciar al indefenso animalito.


¡Un humano había demostrado compasión ante los ojos de Rotbart! Algo había excitado el corazón del hechicero que aún no encontraba palabras para dirigirse por primera vez al joven. Su emoción le dejo mudo y paralizado en aquel punto del bosque. ¿Sería adecuado mostrarle agradecimiento? ¿O simplemente pedirle de manera prepotente que se marchase sería lo mejor para todos? Todo tipo de ideas rondaban ahora por su confundida cabeza cuando una voz lo saco de sus pensamientos.


Odette entro en escena interrumpiendo la meditación del príncipe. Las muestras de sorpresa y afecto de ambos no tardaron mucho en salir a relucir, ambos habían quedado encantados con el descubrimiento que ahora salía de los más profundos de sus jóvenes e inexpertos corazones.


Rotbart no podía interponerse en aquello que se desenlazaba frente a sus ojos.


Así que decidió permanecer en aquel escondite oscuro, sufriendo amargamente por no haber encontrado el valor para dirigirse al príncipe.


Pasado un tiempo una pizca de celos lo arrojo de su oscuro rincón, ahora tenía el valor para hablarle a aquel apuesto joven. Si bien la nueva presencia cayo de sorpresa sobre los enamorados, la figura del hechicero asusto a Sigfrido provocando que este empuñara su arma violentamente.


 


La joven Odette susurro palabras al oído del príncipe haciendo que este se calmara y subiera a su caballo lanzando una promesa de amor a la joven. En poco tiempo la figura del príncipe había desaparecido en la lejanía.


 


Desconcertado Rotbart se dirigió a la reina cisne que le explico todo aquello que sentía por el joven y a su vez este por ella. A pesar de que le decepcionaba escuchar la intensidad con la que ambos se juraron amor eterno, Rotbart sintió compasión por aquella chica.


Si, Rotbart desarrollo cariño hacia Odette. El rostro  de aquella niña que años atrás le había buscado para suplicarle ayuda para escapar de los abusos cometidos por su padre el rey, le bastaron para decidir ayudarla. La manera más conveniente para ocultar a la pequeña fue convertirla en cisne junto con sus más fieles sirvientas, así evitaría el dolor de la soledad. Pasado el tiempo Odette podría regresar a vivir como humana.


Lo único que no contemplo el hechicero fue la maldición que un día la madre de Odette lanzo al lago por la desobediencia y rebeldía de su hija al no aceptar su destino. Si el rey no podía tener el cuerpo de Odette, nadie más  lo tendría. Quizás la desdicha de jamás poder ser amada serviría de escarmiento para las futuras doncellas que intentaran huir de sus depravados y enfermos pensamientos.


 


Rotbart no pudo hacer nada más que permitir a Odette ser humana durante la noche y cada amanecer esta regresaría a ser un cisne.


Ahora su pequeña estaba enamorada del hombre que tanto le había fascinado. Aprobado el romance con el príncipe, Rotbart regreso a lo más oscuro y profundo del bosque a llorar amargamente siendo el único testigo un cuervo que pasaba por ahí. La tristeza había invadido su corazón.


Sabiendo que no tendría oportunidad alguna con el príncipe y espero a que la noche en que Odette se presentara al palacio para ser presentada por Sigfrido como su prometida llegara.


 


Los pensamientos para deshacerse de Odette y suplantar su identidad resonaban con fuerza en su mente, siendo desechados de inmediato.


De aquellos eternos y dolorosos momentos una pequeña esperanza surgió para él. Si tan solo tuviera un instante con el príncipe, si tan solo pudiera hablarle y mostrarle aquello que había desarrollado por él. Si de alguna manera pudiera confesarle su amor, moriría de felicidad.


Estaba decidido, se presentaría el día en que Odette asistiera al palacio, pero ¿Cómo? Sería algo estúpido que un apuesto hechicero se presentara por primera vez y gritara su amor a los cuatro vientos, probablemente la madre del príncipe mandaría a cortar la cabeza de aquel loco. ¿Un ramo de flores? ¿Una caja con dulces? ¿Cómo demostraría su amor de la manera más sincera y menos aterradora?


¡Un emisario! ¡Sí! El plan estaba completo, mandaría a alguien en su representación, ¿pero a quién? Era poco probable que alguien aceptara semejante trabajo y mucho menos para un hechicero con tan mala fama. ¿Y si iba el mismo disfrazado? ¡Solución encontrada!


La noche del baile donde se anunciaría el compromiso con Odette había llegado. Sigfrido se encontraba tan nervioso que solo daba vueltas alrededor del palacio, al fin habría encontrado lo que creía era el amor de su vida y este no había hecho aparición alguna.


Enfadado y al borde del llanto un pequeño saludo hizo que alzara su vista hacia una hermosa figura que ahora estaba frente a él. Una hermosa joven de vestido negro le había saludado, era el ser más hermoso que jamás hubiera imaginado conocer, sus ojos brillosos parecían hipnotizarle, su cabellera negra y el collar con un diamante rojo que exhibía en su cuello le cautivaron por completo.


La seductora joven abrió una tendida y divertida velada para el joven príncipe que poco a poco comenzó a tener sentimientos profundos por su nueva compañía, incluso más intensos por los que sintió por su desaparecida prometida.


 


Bailes que parecieron pequeños instantes de felicidad, pláticas sobre la exploración y belleza del mundo hacían estallar de emoción el corazón de Rotbart provocando que el diamante brillara y se tiñiera de un rojo más intenso, cada momento, cada instante, cada segundo para él era más que suficiente al encontrarse con el amor que el catalogo como imposible.


Si, Rotbart se presentó en la forma más auténtica que encontró para expresar por amor por el príncipe, a pesar de que ahora lo hacía como la bella “Odile”.


Llegado el momento el príncipe alejo a Odile del baile para confesarle su amor y proponerle matrimonio. ¡Que feliz se sentía Rotbart! Pero…a Odile fue a quien le propusieron matrimonio, no a él.


-Quizás no deberías apresurarte Sigfrido, apenas nos hemos conocido y realmente podrían haber cosas que te decepcionaran de mi- dijo Odile a punto de estallar en llanto


-Yo te amo, llámame loco pero siento como si lleváramos bastante tiempo conociéndonos, como si de alguna manera estuviéramos destinamos a ser tu y yo- respondió el príncipe abrazando y besando la frente de Odile


-Mañana veme en el lago de los cisnes, ahí te mostrare mi verdadera forma y así comprobare tus sentimientos.


Finalizado el dialogo Odile subió a su carroza que se adentró en el gran bosque.  En su guarida Rotbart no podía disimular la emoción y felicidad por el amor que el príncipe le había jurado, el diamante de su collar brillaba con una intensidad jamás vista, pues bien ahora sabremos de donde provenían los poderes de Rotbart.


Muchos siglos atrás sus poderes comenzaron a invadir su cuerpo robando su vida conforme los usara, para evitar que estos le destruyeran traslado su vida a un diamante rojo que colgada en su pecho para generar el equilibrio entre sus poderes y su vida. Entre más rojo y brillante fuera el diamante la vida sería más fuerte para él.


Realmente no podía esperar a que la noche del encuentro llegara, al fin podría mostrarse como Rotbart ante el príncipe y no como Odile, al fin podría ser amado.


Llegada la hora Rotbart tomo forma de un cisne negro y se dirigió hacia el lago de los cisnes. Navegando sobre este observo como el príncipe y Odette se reencontraban, uniendo sus manos y jurándose amor.


Rotbart sintió su alma morir, su cuerpo siendo atravesado por el más cruel y doloroso escalofrió, y sus ojos a punto de estallar en llanto. Realmente el príncipe nunca le había amado.


 


Tomo su forma humana y se dirigió a la pareja, amenazando a ambos y maldiciendo a Odette. Lanzando hechizos sin puntería a la joven, gritando mentiras sobre una falsa maldición que podría romperse con su muerte. Teniendo de frente al príncipe y dirigiendo una última mirada antes de ser herido con un puñal por el mismo. Arrastrándose agónicamente hacia el lago y convirtiéndose en un cisne negro para volar en medio y caer estrepitosamente hacia el fondo. Hundiéndose y sintiendo como el dolor terminaba con lo poco que quedaba de él, soñando con lo que pudo ser, muriendo entre sueños del amor con el que tanto soñó, imaginando como el diamante que quedo a orillas del lago de ennegrecía y opacaba para siempre.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).