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La Ciudad de los Muertos II : Vestigios de esperanza por InfernalxAikyo

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Notas del capitulo:

Bueno, bueno. Sé que dije que probablemente traería actualización de "Noah", pero esto surgió más rápido. Es cortito, pero vale la pena, créanme. 

La canción citada en este capítulo es "God's gonnna cut you down" de Johnny Cash, y creo que le hace bastante justicia a lo que se viene :) 

Recuerden señalarme cualquier error ortográfico que encuentren por ahí, por fis.

 

Disfruten el capítulo! 

Capítulo 108

 

 

Cuervo estaba tendido a torso desnudo sobre una camilla. Tenía la cabeza apoyada sobre su brazo y miraba al vacío. Scorpion se paseó alrededor de él, como si intentara pillar el mejor ángulo para comenzar. Se acercó y pasó su mano por la espalda del cazador.

   —Tardaron mucho en cicatrizar —comentó.

   —No todos somos como tú —le contestó Cuervo—. Esa capacidad para resistir que te pinten sobre la herida solo la vi en ti y… bueno, quizá personas como Ethan.  

   —Yo cicatrizo en media hora —comentó Ethan, que estaba en la habitación también y miraba atentamente el espectáculo, como todos los demás—. Siempre pintarás sobre piel lisa.

   —Eres la persona perfecta para tatuar —replicó Cuervo—. Te diseñaría algo si no me cayeras tan mal —río y el moreno chasqueó la lengua y soltó una sonrisa.

   —Me gustaría un tigre.

   —Un gato será entonces.

Ambos rieron.

Me senté en el suelo y le ofrecí una botella de agua a Terence, que estaba sentado a mi lado. Hace media hora habíamos terminado de entrenar y ambos estábamos cansados. Los últimos días habían sido intensos. Nos preparábamos para una amenaza que conocíamos, pero de la cuál sabíamos poco. La única información que manejábamos era que Los Lobos estaban activos y que al parecer los encapuchados estaban con ellos. ¿O eran lo mismo? Maldición. Caminábamos a ciegas y no teníamos guía alguna. Y no quería presionar a Terence. Sabía que él estaba nervioso. Después de todo, su ex escuadrón y la organización a la que traicionó nos intentaban cazar.

El pelirrojo dio un largo sorbo y me miró, como si adivinara mis pensamientos. Dejó la boca de la botella posada sobre sus labios, un poco rotos por un golpe que Ethan le había dado hace un rato, y pareció querer preguntar algo. Pero entonces, Scorpion encendió la máquina.

   —Voy a empezar, Brann —anunció y acercó la pequeña máquina para tatuar la espalda de Cuervo.

   —Recuerda meterla profundo —contestó el otro. Scorpion alejó la máquina y soltó un bufido. Ethan, Siete y otros cazadores soltaron algunas risas—. La aguja, cerdos.

   —Debes ser más específico… —Scorpion dio la primera punzada, que se oyó como el zumbido de un mosquito sobre la piel del líder cazador—. No es lo único que te gusta que te metan profundo.

Todo el mundo estalló en carcajadas.

Estábamos en la «sala de descanso», un salón vacío del que nos habíamos apropiado en los últimos días. Nadie lo acordó, pero de alguna forma todos; cazadores, Resistencia, nosotros, e incluso algunas viudas, comenzamos a reunirnos aquí sin ningún motivo aparente más que charlar, oír un poco de música, descansar de los entrenamientos y pasar el rato. Era una buena forma de distraernos y eludir la situación que atravesábamos. Y hoy Scorpion trajo una camilla y le pidió a Cuervo que se recostara en ella.

Las cicatrices en su espalda, dejadas por las torturas que sufrió en el Desire, eran demasiado visibles. Quizá era buena idea pintar algo sobre ellas.

Cerré los ojos un momento y me relajé con el ruido de la máquina y la voz de Johnny Cash en la radio que me decía que, sin importar cuánto corriera, Dios me cortaría igual. No era la canción más motivante, pero había algo en la melodía que me hizo sentir seguro.

Terence me tomó la mano.

   —Lamento… —masculló tan bajo que apenas le oí—. Lamento no ser de más ayuda.

   —¿De qué hablas? —lo miré.

   —De lo que está pasando —se removió en su lugar y se acomodó—. Con Los Lobos.

   —¿Qué más vas a hacer? —pregunté. Quería quitarle importancia—. No puedes detenerlos.

   —Quizá pueda. Si logro hallar a Cimeries, podría…

   —¿Qué estás a punto de decir? —le interrumpí—. ¿Hablar con él? ¿Convencerlo de algo? Dios, Terence. Odias tanto a ese tipo y a la vida que te dio que tu mente se olvidó de ambos apenas tuvo la oportunidad.

Guardó segundo silencio y me apretó la mano.

   —Quizá debería matarlo —soltó. Busqué en sus ojos rastros de broma. Sus iris vermazul estaban fijos en un punto en la pared frente a nosotros, pero parecía que veían a la nada misma. Él hablaba en serio.

   —No querrás matar por venganza… —repetí lo que él me había dicho hace ya bastante tiempo. Él se dio cuenta y soltó una sonrisa.

   —No uses mis palabras en mi contra.

La puerta se abrió violentamente y Morgan entró en la habitación. Estaba agitado y algunas gotas de sudor sobre su piel indicaban que había corrido para llegar aquí. Todo el mundo guardó silencio y lo miró, porque era claro que venía a decirnos algo. El hombre suspiró al vernos a todos reunidos, se apoyó contra la muralla para recuperar un poco de aire y preguntó:

   —¿Cuánto de ustedes estuvieron prisioneros en la guarida de Cuervo?

La pregunta pareció confundir a muchos y todas las miradas se centraron en el cazador que descansaba sobre la camilla. Cuervo levantó la cabeza.

   —Habla del primer Cuervo —dijo—. El que estaba antes de que yo asumiera.

Entonces el silencio pareció intensificarse aún más. El ambiente se puso increíblemente tenso de un segundo para el otro y lo único que se oyó fue la profunda voz de Johnny y la máquina. Varios cazadores se miraron entre ellos y parecieron dudar. Hasta que Scorpion, sin parar de dibujar, habló: 

   —Yo —contestó—. ¿Qué pasa con eso?

   —Y yo —dijo Samantha—. Pero eso ya lo sabes.

   —Yo también —dijo Lee.

Después de él, varios cazadores confesaron haber estado en la guarida del primer Cuervo. Por cada “yo” que oíamos, el rostro de Morgan parecía tensarse más y más y supe que algo malo ocurría. El médico endureció el gesto y dijo:

   —Necesitaré una muestra de su sangre, menos la de Scorpion y Samantha, que ya me la han dado. Tengo que comprobar algo.

   —A la mierda con eso —espetó Lee, ansioso. Al parecer había captado lo mismo que yo—. Ya dinos qué demonios pasa.

Morgan se pasó una mano por el rostro y su expresión fue de compasión, lástima o algo parecido. 

   —¿Alguna vez has sentido que tienes muy mala suerte con los infectados? —le preguntó el médico—. Ya sabes, como si siempre te quisieran comer —El cazador levantó las cejas y afirmó con la cabeza—. Bueno… creo que lo llevas en la sangre.

A Scorpion se le cayó la máquina.  

   —Lo… ¡lo sabía! —titubeó y me miró. Me apuntó con el dedo y noté que la mano le temblaba—. Reed, lo que pasó en la antena…

   —E-Era como si ellos te siguieran… —balbuceé y un escalofrío me recorrió la espalda.

Cuervo se sentó en la camilla y miró a Scorpion y luego a Morgan.

   —¿W-Wolfang…? —dudó. Morgan asintió con la cabeza—. No puede ser…

   —¿Tu ex novio? —rió Scorpion y, por su voz, me pareció que se había puesto nervioso—. Wolfang está muerto. Te lo comiste, ¿recuerdas? Ah, claro que no. Eras un zombie.

   —Claro que está muerto, pero no me refiero a eso… él… —Cuervo se pasó las manos por el cabello, en un gesto de frustración—. Joder, no puede ser.

    —¿Qué?

   —Wolfang solía drogar a los prisioneros antes de ingresarlos, ¿recuerdas?

   —Sí, lo recuerdo…pero creí que nos metía drogas normales.

Morgan dio un golpe contra la puerta metálica.

   —¡Es eso! ¡Ese hijo de puta…! —gritó, exaltado. Pero enseguida intentó explicar—: Estaba analizando la muestra de Scorpion para ver si había algún cambio. Ya saben, por el tema del V.I… —quiso decir, pero se arrepintió—. Por la mordida que recibió hace un tiempo —corrigió—. Y descubrí algo raro —se apretó las sienes y suspiró—. Bien, escúchenme. Para probar la efectividad de la sangre de Reed tuvimos que sacar algunas muestras de infectados, ¿bien? Los zombies están infectados por completo y sus células reaccionan a las células vivas —se refregó la cara con las manos. Parecía muy alterado—. Demonios. Lamento divagar, no puedo concentrarme. El punto es…

   —Pusiste la muestra de sangre de Scorpion cerca de la de un infectado y esta última reaccionó de manera extraña —completó Aiden y Morgan afirmó energéticamente con la cabeza.

   —Sobre reaccionó, mejor dicho —dijo el médico—. Y cuando puse cerca una muestra mía, que estaba más fresca, no cambió su comportamiento.

   —Igual que en la antena… —dijo Aiden.

   —¿Qué pasó en la antena? 

   —Lo mismo que nos relatas, pero con Scorpion y con infectados activos.

Samantha se levantó de su asiento y se acercó a Morgan con pasos acelerados.

   —¿Por eso me preguntaste si había estado en la guarida y me pediste una muestra de sangre? —le preguntó atropelladamente—. ¿Qué descubriste, Morgan? Sé claro.

   —Wolfang los transformó en carnada para infectados —contestó el médico. Se escuchó un clamor de sorpresa generalizado y una brisa fría pareció llenar la habitación—. Esto es sólo una especulación, pero creo que eso explicaría por qué este desgraciado no se muere… —se refirió a Scorpion—. Seguramente los pensaba usar de alimento para el escuadrón cero. No me extraña que algunos de ustedes toleren tan bien el dolor, cicatricen más rápido que los demás y sean… tan duros —El médico cerró los ojos y los apretó con fuerza. Parecía que el descubrimiento lo tenía aturdido—. Quién sabe, quizás quería cortarlos en pedacitos, esperar a que sanaran y volverlos a cortar…

   —Esa capacidad para resistir sólo la viste en mí… —dijo Scorpion y repitió las palabras que el otro cazador había dicho.

   —Cada vez que te quitas la costra del brazo, ésta vuelve a salir. Y cada vez tarda menos que la anterior —le contestó Cuervo. Soltó un jadeó de sorpresa—. Cicatrizas más rápido de lo normal y sólo ahora me doy cuenta de ello. Joder, Scorpion. ¿¡Has estado experimentando con tu brazo a propósito!?

El rubio no contestó.

   —Y-Yo también cicatrizo bastante rápido y mi resistencia es muy buena… —balbuceó Lee y se sentó en el suelo. Se cubrió el rostro con las manos y soltó  un suspiro—: Así que… ¿somos carnada?

   —Somos ganado —corrigió Scorpion—. O eso es lo que pretendía Wolfang. Iba a sacarnos pedacitos para dárselos de premio a los del escuadrón cero. Luego, esperaría a que cicatrizáramos y nos quitaría otro trozo… —El cazador recogió la máquina del suelo y la encendió de nuevo—. Quería ampliar nuestra fecha de caducidad, por eso nos volvió resistentes.

    —Tiene sentido… —dijo Morgan—. Y, sinceramente, es algo que Wolfang habría hecho. Ese desgraciado…

    —No puedo creer que nos joda incluso después de muerto —Cuervo parecía muy preocupado—. ¿Hay forma de quitarlo?

   —No lo creo. Es algo que les modificó la sangre y eso no es algo que se pueda arreglar. Ni siquiera la sangre de Reed pudo. Es… una maldición con la que tendrán que vivir.

   —¡Eh! —Jack, que estaba sentado junto a Aiden, a unos metros de mí, se burló—: El karma es una perra, ¿no, Scorpion?

   —¿Qué vamos a hacer? —preguntó Cuervo e intentó voltear hacia Scorpion, que ya estaba listo para empezar a tatuar otra vez. Pero el rubio lo sujetó, lo giró para que le diera la espalda y dejó la mano apoyada sobre su hombro un momento. Luego le acarició el cuello.   

   —Seguir como estábamos —contestó y volvió a punzar sobre la piel de Cuervo—. ¡Nada ha cambiado, señores! —alzó la voz, para dirigirse a sus hombres—. Han sido ganado todos estos años y aun así siguen aquí —sonrió—. Sólo estamos jugando en modo experto y el karma no es más que un modificador de dificultad —miró directamente a Jack—. ¿No es más divertido así? ¿Eh, Jackie?

Jack soltó una risita.

   —Hijo de puta.   

 

 

 

 

 

 

El resto del día pasó sin mayores complicaciones. Los ánimos parecieron calmarse un poco después de esa conversación. Al parecer, la idea de haber sido intervenidos para convertirse en comida de infectados no les afectó tanto a los cazadores. Era eso o eran muy buenos para esconder el miedo.

Scorpion trabajó sin descanso hasta el atardecer y, al cabo de varias horas, la espalda de Cuervo estaba terminada. El diseño era simple; un par de alas negras que se extendían desde la nuca hasta un poco más abajo de la cintura y algunas plumas que se distribuían por sus hombros. Las incesables punzadas de la aguja habían dejado un rastro de sangre que escurría entre las alas de manera dramática. Se veía doloroso.

El rubio pasó un algodón sobre la mezcla de tinta y sangre con cuidado, casi de manera religiosa, como si temiera dañarlo, a pesar de que Cuervo no se quejó una sola vez durante el proceso. Lo limpió lo mejor posible y observó unos momentos su diseño. Algunos cazadores se acercaron a admirarlo.

   —Me gusta —confesó Scorpion—. Para ser el primero, está muy bien.

   —¿Bromeas? —Siete le dio un codazo—. ¡Está mucho más que bien! ¿¡Cómo demonios te quedó tan perfecto, Scorpion!?

   —No me extraña —Ethan se acercó y analizó un poco el trabajo—. Sus calificaciones nunca bajaron de A. Era uno de los mejores de la clase… —Siete lo miró, como confundido, y levantó una ceja—. ¿No sabías que uno de tus líderes estudió licenciatura en artes? —El cazador abrió la boca. No se lo creía.

   —¿Un hombre como tú estudió algo tan sensible como eso?

   —El apocalipsis llegó un par de meses antes de graduarnos, así que no alcanzamos a terminar —le contestó Ethan—. Él era muy bueno.

   —Ya cierra la boca, Eth —gruñó Scorpion. Recorrió con sus dedos, de abajo hacia arriba, el camino que la piel hinchada marcaba y los pasó ligeramente por el cabello de Cuervo—. Oh —dio un respingo—. Se ha dormido.

Ethan se acercó a Cuervo para comprobarlo.

   —No me jodas. ¿Quién se duerme mientras le clavan la espalda?

   —Alguien que no siente dolor —masculló Siete.

   —O que se acostumbró a él —le corrigió Scorpion—. Bien, bien. El espectáculo terminó. Deberían moverse.

    —Tengo hambre —dije y desperté a Terence, que se había dormido sobre mis piernas sin que me diera cuenta—. Deberíamos ir por algo de comer.

    —Me parece bien… —balbuceó el pelirrojo con voz dormida.

   —Carga a Cuervo y llevémoslo al dormitorio —le ordenó Scorpion a Siete—. Para los demás: vayan a comer algo y vuelvan a los entrenamientos.

Los cazadores se reagruparon y nosotros también. Por desgracia, los entrenamientos dos o tres veces al día se habían hecho rutina en las últimas semanas. Eso sólo hablaba del peligro que corríamos.

Esperamos a que los cazadores se marcharan primero y luego nos dirigimos al comedor. Cuando salí, vi la silueta de Salvatore en el pasillo. Cargaba algunas cajas con él e intentaba abrir una puerta, así que corrí a ayudarle. Entonces me percaté de algo que estaba fuera de lugar.

Él sujetaba un teléfono entre su oído y su hombro, como si hablara con alguien.

   —¡Oh, Reed! ¿Me ayudarás con la puerta? —preguntó cuando me vio. Reaccioné y la abrí para que pasara. Él dejó las cajas sobre una mesa—. Son insumos de limpieza. Los conseguimos en la última exploración, ¿no es genial? ¡Ah! Y también encontré este teléfono… —lo agitó en el aire e hizo una mueca—. Por un momento creí que funcionaría, la verdad. Intenté encenderlo.

   —Está descargado, por supuesto —contesté—. Además, ¿con quién hablarías?

   —Con nadie, obviamente. Pero quizá encuentre algo divertido en la galería de fotos.

   —¿Necesitan ayuda? —Terence se asomó por la puerta.

   —No. Está todo listo.

   —¿No separarás los insumos caducados? —pregunté—. Puedo ayudarte con eso.

   —No, no. Eso ya está hecho. ¿Irán a comer? Mañana saldremos antes del amanecer, deben estar preparados.

   —No sabía que habría excursión.

   —Ahora lo sabes —Él apoyó una mano en mi hombro y lo estrujó con fuerza. Me dolió—. Lamento abusar así de ti, Reed. Pero eres el mejor tirador que tenemos disponible en este momento.

   —Está bien, no te preocupes —le di una palmada en el brazo para que me dejara. Dios, su mano pesaba.

   —Ups, lo siento.

   —Eres fuerte, hombre.

   —Me lo dicen seguido —rió. Me dio un golpecito en la mejilla y se hizo a un lado para que pasara—. Yo tampoco he comido. Ordenaré estas cajas y los seguiré al comedor, ¿vale?

Asentí con la cabeza.

   —Te guardaremos un lugar.

Salvatore se quedó en la habitación y nosotros seguimos hacia el comedor, sin hablar. Esa tarde los pasillos estaban especialmente silenciosos. Casi no había gente ahí, salvo algunas personas armadas de La Resistencia, y todo parecía tan quieto que asustaba un poco. Pero entendía el cambio. Todo el mundo estaba asustado e inseguro. ¿Y quién no lo estaría después lo que había pasado en los últimos meses?

   —¿Quién en su sano juicio intentaría encender un teléfono en estos tiempos? —preguntó Terence, seguramente para romper el hielo.

   —La esperanza es lo último que se pierde —contesté—. Además, dijo que quería chismear en la galería.

Él rió.

   —¿Y qué va a encontrar ahí? ¿Selfies con zombies?

Ambos rompimos en una carcajada.

   —¿De qué ríen? —La voz de Salvatore me hizo dar un respingo. Ya nos había alcanzado.

   —De las fotos con zombies que encontrarás en ese teléfono que hallaste —le contestó Terence.

   —Juro que lograré encender esta cosa —prometió él.

   —No dudo que lo hagas —Terence y yo abrimos un espacio para que el estratega se posicionara en medio de ambos. Él era alto, incluso un poco más que Terence. ¿Cuántos años tendría? —. Pareces la clase de persona que logra siempre lo que quiere.

    —Le has atinado, chico —Él me miró y sonrió con una sonrisa tensa y sin mostrar los dientes.

    —¿Pasa algo? —le pregunté directamente—. Te ves preocupado. ¿Ocurrió algo durante la exploración?

    —Sí, parecías nervioso hace un rato —añadió Terence—. ¿Está todo bien?

   —A ustedes los jóvenes no se les escapa nada, ¿verdad? —Salvatore soltó un suspiro—. No, no ocurrió nada en la última exploración. Sólo estoy preocupado.

   —¿Por qué?

   —Por lo que podría pasar… —Sin darnos cuenta, los tres bajamos la velocidad de nuestros pasos, para tardar un poco más en llegar al comedor que estaba a la vuelta de la esquina—. Ya perdí a mis compañeros una vez, ¿saben? No me gustaría hacerlo de nuevo.

   —Supongo que… —Creo que lo entendía. Una pérdida siempre será una perdida sin importar el número. Y todos habíamos vivido una en mayor o menor medida—. Fue muy doloroso, ¿verdad?

    —Lo peor es que el fuego salió de la nada… —comentó—. No hubo sobrevivientes.

   —¿Cómo que salió de la nada? —pregunté.

   —Eso fue lo que me dijeron cuando me avisaron. Nunca se supo la causa del incendio.

   —Eso es… —intenté decir, pero el ruido de un disparo nos sobresaltó—. ¿¡Qué pasó!? —un segundo disparo retumbó en mis oídos y lo sentí demasiado cerca—. ¡Fue en el edificio! —los tres corrimos en dirección al ruido, que venía directamente desde el comedor.

Cuando abrimos la puerta, vimos dos cuerpos que estaban tirados en la entrada. Uno de ellos tenía un disparo en la cabeza. Eran dos chicos de La Resistencia. Un tercero estaba a unos metros de ellos, con una pistola en la mano. Había caído sentado al suelo y gritaba.

   —¿¡Qué demonios pasó!? —gritó Salvatore.  

   —E-E-Ellos… —balbuceó el chico que había disparado—. Ellos se convirtieron de repente e intentaron morderme.

Miré los cuerpos que estaban a mis pies y reconocí a ambos. No tenía sentido lo que el chico decía.

   —Eso es imposible… —Terence se me adelantó—. Estuvimos con ellos dos hace un rato en la sala de descanso —me miró, para que lo apoyara—. No es así, ¿Reed?

   —¡Pero todos lo vieron, ¿verdad!? —exclamó el chico del arma. No podía levantarse del suelo y le temblaban las manos y las rodillas. Dios, estaba aterrado y en shock—. ¡Ellos se volvieron locos!

Varias respuestas afirmativas respaldaron lo que decía.

   —Pero hace veinte minutos que estuvimos con ellos y se veían bien… —dije y me sentí confundido. Nunca vi a nadie convertirse de repente, ¿por qué ahora?

Ethan se levantó de su lugar y caminó hasta nosotros. Se acuclilló para inspeccionar los cuerpos y les tomó el pulso. Me miró, con los ojos bien abiertos. Estaba pálido.

   —Uno está vivo —masculló—. ¡Vamos! ¡Alguien deme algo para amordazarlo! ¡Y vayan a buscar a Morgan! —gritó—. ¡Necesitamos mantenerlo vivo si queremos una explicación de por qué se convirtieron de la nada!

 

Notas finales:

Creo que lo de Scorpion y el resto de personas "ganado" ya lo sospechaban varios de ustedes, ¿no? 

¿Por qué chucha dos personas se convirtieron de repente? Acepto sus teorías aquí. ¡Los estaré leyendo!

 

Abrazos <3


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