30 DINNER
Saga x Milo
#1. Tiempo.
475 palabras | G
Ver a Milo con su semblante entorpecido mirando extrañado por todos lados le hizo recordar el tiempo que había compartido con él cuando era niño. El silencio que se había formado entre todos se quebró cuando los pasos torpes de los tacones de Acuario se escucharon, salpicando de paso los charcos de agua cristalizada donde ellos había resucitado. Durante unos segundos, Saga se debatió en ir o quedarse en el mismo lugar. Muchas cosas habían cambiado, en especial el muchacho a quien por trece años había hecho tanto daño. Por un instante se planteó que la mejor idea era quedarse como espectador de aquel conmovedor y a la vez extraño reencuentro. El cuerpo desnudo de Milo era solamente cubierto por el de Camus que ya estaba forrado con la armadura de la vasija mientras que el francés se permitía liberar gruesas lágrimas sobre su amigo.
Respiraba con dificultad cuando aquellos ojos turquesas conectaron con los suyos, hasta que al final una pequeña sonrisa amistosa Milo le permitió apreciar, logrando que el aire que no sabía retenía escapara. Aunque agradecía ese gesto, por lo menos sabía que Milo no guardaba rencor hacia él, pero eso no significaba que la duda había desaparecido.
Era consciente del castigo que Kanon había recibido por parte del muchacho y por un momento su cuerpo se empezaba a acostumbrar a la sensación de quince agujas clavarse en su piel, más al contrario de todo pronóstico no había pasado nada. Sin embargo, el recuerdo de lo ocurrido en Asgard apareció, ver aquellos brillantes turquesas perder su brillo al tener que enfrentar a Camus fue devastador y le causaba daño.
La relación de Acuario y Escorpio era dañina, desde que ellos cruzaron palabras por primera vez lo había predicho. Es por eso que sintió un gran alivio cuando Arles lo envió a Siberia, y más al pelear en Asgard.
Pero se daba cuenta que no importaba cuanto intentara separarlos, solo era cuestión de tiempo para que ellos volvieran a cruzar sus miradas. Era un lazo que no podía romper con facilidad.
Una sonrisa apareció por fin en su rostro. Y sin esperar un minuto más sacó su capa y se acercó con firmeza. Agachándose hasta llegar a la misma altura que Milo, cubrió la desnudez del muchacho, mientras que sentía una fulminante mirada hacia él.
—Bienvenido a casa.
—Creí que necesitabas más tiempo para pensar —respondió Milo agrandando su sonrisa— Me alegro que por fin decidieras acercarte a mí Saga.
—Siempre estoy cerca de ti.
La suave risa que brotó de sus labios fue suficiente para que la calidez llegara a su corazón.
Sí, él siempre estaría cerca de Milo. Sin importar de qué bando sirvan ambos, Saga nunca dejaría de vigilarlo.
Después de tanto tiempo, por fin podía estar en paz consigo mismo. Sus pecados solo fueron recuerdos amargos de su pasado.
#2. Herida.
500 palabras | G
— ¡Basta! ¡No sigas!
La desesperación que estaba tiñendo su dorado cosmo lo invadió. La tristeza y soledad que estaban rodeándolo le causaba un gran vacío que no supo cómo interpretar. Las palabras no le alcanzaban para tratar de calmarse a sí mismo ni los intentos del patriarca de comunicarse con sus compañeros.
—Milo… —susurró cuando llegó.
Cuando pisó el suelo del octavo templo, la orden dorada estaba quieta, incluso Camus el mejor amigo de Milo, se encontraba parado mirando hacia la entrada del recinto. Pensó en gritarle por no hacer nada al respecto al igual que a todos sus compañeros, sin embargo a acercarse el miedo pintaba su rostro. En los siguientes segundos pudieron escuchar los gritos del joven que parecía retorcerse del dolor. Su cosmo alterado había formado una barrera y Saga ahí entendió porque nadie hizo algo.
Todos apretaban sus manos en puños sintiendo la impotencia de no poder hacer algo al respecto y ayudarlo cuando por fin el silencio volvió. La barrera aún seguía intacta pero eso no le impidió seguir caminando hasta que cruzó –con algo de dificultad- y al hacerlo la enorme cantidad de cosmo era abrumador.
—Milo —pensó yendo hacia las habitaciones privadas.
Agarrando su pecho con fuerza y todo sudoroso, lo había encontrado.
—Es una pesadilla —dijo Shaka a través de su mente.
—Ahora si puedes hablar —reclamó con molestia.
—No te confundas Géminis. Al verte cruzar fue un milagro, supongo que Milo te quería dentro de su templo.
—Solo yo puedo calmarlo… ya entiendo.
Saga ya no escuchó si Shaka le contestó, sin embargo empezó a caminar decidido hacia el inconsciente muchacho se encontraba y tomó entre sus brazos el cuerpo de Milo. Para sus ojos aún seguía siendo aquel niño que le recordaba la poca humanidad que tenía cuando era Arles, el único que podía desarmarlo con una sola mirada, rompiendo cada una de sus barreras.
— ¿Qué te está teniendo en ese estado? —Dijo con cautela, como si temiera herirlo— Camus está contigo, tus compañeros también. Yo regresé para cuidar tus pasos, acaso… ¿aun tienes una herida abierta?
Dejó la última palabra flotando cayendo en cuenta de aquel detalle que se negaba a aceptar, Saga recordaba cada herida que le hizo a Milo como Arles y como hasta el mismo Camus lo hacía con cada egoísta decisión que tomaba.
Recuerda que también había algo importante, una herida que no se podía cicatrizar tan rápido pero que él estaba dispuesto a cocer.
—Te fallé en el pasado, pero quiero seguir adelante ¿esa es tu filosofía, no? Enséñame que yo… No, que todos aún podemos aprender del pasado para hacerlo. Es por eso que te necesito. Despierta.
Al terminar de hablar pudo sentir el cuerpo de Milo relajarse y el cosmo agresivo y abrumador desaparecer al igual que la barrera. Dando paso a un angustiado Camus que le hizo a un lado para abrazar a Milo, tomando sus manos entre las suyas y besarlas con añoranza.
Milo estaba devuelta, al igual que él.