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El trono de los reyes por alessa san

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Notas del capitulo:

¡Buenas gente! Un mes casi exacto que no había pasado por aquí. Debo agradecer a los días festivos mexicanos y a los días festivos que da de más la Uni a la que voy jajaja

Realmente pensé que este lugar estaría medio muerto, pero al parecer aún se logra poner de pie. Pero cuando menos me di cuenta, este fanfic se fue ¡hasta la pagina 6! Claro que pasó un poquito más de un mes, pero aun así me sorprende la actividad en el fandom y no, no me entristece o molesta que mi fic haya sido arrojado hasta el seis, es más, me pone feliz de que aún hay fans de KnB.

En otro tema, algo que no mencione en el anterior capitulo, y es que quiero retomar mi otro fanfic sin terminar -se apuñala por dejar las cosas a la mitad- el AoMura no ha muerto gente, y yo estoy aquí para rescatarlo del fondo del abismo de shipps. ¡Alabados sean el titán y el negro!

Sin más, les dejo leer este capítulo sin antes volverles a advertir del OOC futuro que pueda tener el fanfic.

Un sueño.

Algo que parecía lejano. Distante. Algo irreal y que no pasará jamás.

Si. Él estaba en un sueño después de todo, uno en el que tenía una conciencia total sobre su cuerpo y entorno.

¿Cómo sabía que estaba en un sueño? Fácil. Las personas después de ser amputadas no recuperan sus extremidades. Las espadas no salen de la nada. Las armaduras ya no se usan. Ese ojo gris tan profundo que parecía consumir su alma no debía de ser humano.

Además, el lugar en donde estaba era completamente negro. Como si flotara en la profundidad del mar. Sumado a eso, frente a él había un recuerdo que se mostraba como un espejismo, un recuerdo muy vivo de su infancia. Algo que siempre trataba de olvidar pero que se aferraba a su memoria.

En él, su hermano había caído y raspado su rodilla. El niño lloraba por el dolor mientras la sangre emanaba, en su desesperación Chihiro colocó sus manos sobre la herida, de la nada un extraño brillo verde surgió de sus manos, y cuando las quitó, la herida había sanado completamente.

Ambos niños asombrados trataron de decirle a su madre el gran acontecimiento que habían presenciado. Pero la señora no les creyó.

Entonces tiempo después, mientras ambos niños hacían sus deberes escolares, y, mientras la señora cocinaba, ella cortó su dedo por accidente.

- ¡Deja que mi hermano te cure! – había exclamado el menor de ellos, en su rostro se dibujaba un verdadero entusiasmo por volver a ver lo que hacía su hermano.

Su madre pensando en que el niño de cabellos grises haría algo inocente como besar su dedo y decir que todo estaría bien, quedó completamente anonadada cuando el menor puso sus manos sobre el dedo lastimado y una luz verde irradió de ellos.

La herida estaba sanada. Justo como aquella vez que el más pequeño se lastimó.

Ambos se miraron como con felicidad, en sus infantiles mentes lo acontecido era sorprendente; pero el rostro de su madre pintaba un gesto de incredulidad y miedo, con un poco de ira y repulsión.

- Chihiro… ¿Dónde aprendiste eso? –.

- No lo sé. Simplemente lo pensé y salió –.

Su madre se levantó de la mesa y tomó su delgado brazo de manera ruda.

- ¡No me mientas! ¿¡Quién te enseño eso!? –.

- ¡Ya te dije que solo lo hice! ¡mamá, me lastimas! –.

Chihiro cerró con fuerza sus ojos a punto de llorar por el forcejeo con su madre. Sin embargo, nunca se dio cuenta de que mientras más peleaba con ella, extraños círculos con escritos incomprensibles aparecían alrededor de ellos.

Su hermano menor lloraba de miedo, los círculos extraños que aparecían de la nada le aterraban, y mientras más gritos y llantos había, más círculos aparecían. La situación empeoró; las sillas, la mesa, los platos, todo objeto en la cocina comenzaba a temblar como si un temblor los moviera. Las cosas caían al suelo y los objetos de vidrio se rompían esparciendo sus esquirlas.

Entonces su madre hizo lo que no había hecho en todos los años de criar a Chihiro. Levantó su mano y abofeteo a su hijo. Solo así pudo controlarlo. Solo así logro que los extraños círculos desaparecieran. Solo así logro regresar la calma a su cocina.

- Nunca vuelvas a hacerlo – fueron las palabras finales de su madre. Nunca sonó como advertencia, más bien como una orden.

Pero incluso en otra ocasión, cuando se encontraba solo con su hermano a la edad de diez años; su hermano, de en ese entonces ocho años, hizo los mismo que él. Pero en otro contexto.

Ambos fingían acampar en su cuarto. La sábana se había vuelto su casa de campaña y desde adentro de ella podían ver la televisión. Ya era hora de dormir, pero en casa ellos eran los únicos despiertos. Su hermanito extendió sus brazos y con mucho esfuerzo pudo realizar una réplica exacta de uno de esos extraños círculos que él había creado hace dos años.

Juraron guardar el secreto, sobre todo de su madre. Pero aún a sus dieciocho años no sabía porque ella se había alterado de esa manera.

Tenía muchas preguntas y pocas respuestas.

¿A qué se debía todo eso? ¿Un sueño que era más bien un recuerdo? ¿Tendría algún significado?

Sencillamente no lo sabía.

Extendió su mano para alcanzar ese recuerdo y destruirlo de una vez, pero este se distorsionaba como ondas de agua cada que su mano pasaba sobre él.

Cierto. Estaba en un sueño dentro de lo profundo del mar.

Su mano se vio envuelta en largas algas marinas, que lentamente cambiaban de forma a cadenas y le arrastraban más profundo. Más hacia la oscuridad.

En su mente resonó una voz que se le hacía familiar y al mismo tiempo no.

“Te pregunto…”

Frente a él apareció un circulo, rodeado de extrañas escrituras con un enorme ojo en el centro, el iris de color rojo sangre, similar al de la sangre arteriosa, le miraba directamente; su pupila era angosta como la de un felino, llamas del mismo color que el iris salían del orbe y la intensidad de su mirar le hacían sentir que lo podría matar solo con eso, al mismo tiempo que sentía podría jugar con sus pensamientos o leer su mente.

“… ¿Eres tú la escoria humana que me invocó?”

No sabía que responder porque para empezar ni siquiera conocía la respuesta. ¿Realmente fue él quien le llamó? Ciertamente lo desconocía.

Las cadenas en su cuerpo se apretaron, sintiendo que la de su cuello le asfixiaba a tal grado que podría morir.

“Responde” Insistió la voz.

Tal vez si respondía podría ser liberado. Tal vez de esa manera terminaría su sufrimiento. Solo tal vez así tendría la oportunidad de poder morir tranquilo.

- Si –.

Sus palabras salieron forzosamente. Aquella cadena se empeñaba en cortar su suministro de aire. Pero en cuanto su respuesta fue emitida, la cadena desapareció y su cuerpo se elevó hasta la superficie donde el sol le segó.

Entonces pudo abrir los ojos. Cuando todo dejó de ser borroso se dio cuenta de que no estaba en casa, o en un lugar que él reconociera. En sus oídos resonaba el pitido molesto de un electrocardiograma.

- Vaya, sí que despertaste rápido – la sonrisa que el doctor le dedicó era de total confianza, después de todo él era el médico de la familia – De hecho, tu recuperación es muy rápida. Aunque era de esperarse –.

- Doctor Okamura – susurró con esfuerzo. Fuertes punzadas atravesaron su cuerpo, como pequeñas dagas hiriéndolo en intervalos cuando trató de incorporarse.

- Ni siquiera pienses en levantarte chico. Tuviste mucha suerte de que la ambulancia llegara a tiempo, un poco más tarde y te hubiéramos perdido por anemia. Tienes un ángel guardián muy grande, y un salvador anónimo que llamó a emergencias – el hombre de aspecto intimidante revisaba las máquinas para saber los signos vitales – aun así, me gustaría saber qué hacías en un lugar tan peligroso a esas horas de la noche –.

Chihiro no se molestó en dar explicaciones, simplemente no quería hablar de lo acontecido. Sería imposible que alguien le creyese.

- Como sea. Hay oficiales esperando a que te recuperaras para poder charlar contigo, trataré de persuadirlos para que te dejen descansar un poco más ¿Qué te parece? – y de nuevo no obtuvo una respuesta.

La mente de Mayuzumi maquilaba miles de respuestas, pero esta vez pensando cómo les explicaría a los policías que uno de sus compañeros había sido asesinado por flechas, que el encapuchado había perdido los brazos y después los había recuperado como si nada. Ojalá todo fuera un sueño y poder despertar ya.

- Te dejaré descansar hoy, mañana hablaras con ellos – se alejó de la cama, pero antes de abrir la puerta Mayuzumi le habló.

- Nadie… ¿Nadie ha venido a verme? –.

Okamura regreso dejando unas pastillas en la mesita de ha lado, tenía una vaga idea del significado de esas palabras. Aquellas que podía traducir en si le importaba a alguien de su familia – cuando sientas que te duela mucho la herida trata de tomar una de estas, te harán dormir, pero aliviarán el dolor – se alejó de nuevo, pero habló antes de llegar a la puerta – solo Jumpei –.

Era obvio que su madre no se molestaría en venir a verlo, después de todo, para ella, él era la oveja negra de la familia.

Después de la muerte de su padre, hombre al cual no recordaba y ni siquiera tuvo la oportunidad de conocer, hombre quién según su madre los abandonó; ella se volvió casar y tuvo otro niño. Aunque el carácter de ambos niños a veces se asemejaba mucho, el aspecto físico era muy diferente. A pesar de vivir en familia y llevarse bien con su padrastro, Chihiro aprendió por las malas que las emociones fuertes le hacían hacer esas cosas raras de las que su madre se empeñaba a alejarlos, así que a una edad muy temprana supo que tenía que mantenerse al margen y evitar mostrar sentimientos.

Desde pequeño en su mente estuvo presente que “si hacer esos círculos era malo, entonces jamás los haría de nuevo”, aunque sea no frente a los demás.

Pero cuando Jumpei comenzó a aprender también y ella se percató de eso, su madre dejó caer todo el peso de la culpa a Chihiro. Y temiendo lo peor prefirió alejarlos, dejando a Chihiro con la parte de su familia que no deseaba ver y volviéndolo ajeno a lo que pasaba con ella, su padrastro y su hermano.

Solo en ocasiones podía ver a su hermano y jugar con él, platicar, saber que era lo que acontecía en su vida y, sobre todo, si aún podían hacer aquello que era prohibido.

Aunque ver crecer a Jumpei y saber que lo único que los unía era la mitad de sus genes, no iba a despreciar a su hermano, después de todo, él seguiría siendo el mayor.

- Así que ya despertaste –.

Chihiro miraba por la ventana, no se había percatado de que ya había atardecido, y que el reloj de la pared marcaba más de las seis de la tarde; después volteo a ver a su hermano.

- Es peligroso que estés vagando por ahí a estas horas… mira lo que me paso a mí –.

- ¿Entonces no puedo preocuparme por mi único hermano? –.

- No es eso… yo también me preocupo–.

Jumpei soltó una pequeña risa y dejó unos cuadernos sobre la mesita – No importa que tan enfermo estés, sigues teniendo escuela y responsabilidades, además ¿Qué clase de hermano mayor serías si dejaras tus responsabilidades a un costado? No eres un buen ejemplo –.

- Así que este es el trato de los Hyuga ¿eh? –.

- Hyuga o Mayuzumi, tienes que cumplir con tus obligaciones escolares… además estuviste durmiendo por tres días seguidos. Eres demasiado flojo ¿No me digas que esperabas el beso de tu príncipe azul? –.

Por un momento hubo un silencio que después fue roto por ambos mientras reían.

- Eso es una tontería… pero aun así ¿tres días? Demonios, ¿Qué tanto me hicieron? Porque duele demasiado –.

Hyuga tomó asiento y se sacó los lentes para limpiarlos con su chaqueta del uniforme – te quitaron al menos medio metro de intestino… sacaron todo de ti y después lo volvieron a meter, solo para asegurarse de que no hubiera más daño. Fue una laparotomía exploratoria muy rigurosa. Te estas recuperando de una operación de más de cinco horas, así que de seguro tu cuerpo lo resintió. Los doctores dijeron que era un milagro que estuvieras vivo –.

- Sin embrago, Okamura también dijo que me estoy recuperando más rápido de lo normal ¿tuviste algo que ver? –.

Silencio de nuevo. Fue todo lo que hubo por unos minutos, Jumpei seguía limpiando sus lentes mirando el suelo, pero Chihiro seguía sin quitarle la vista de encima. Estuvo a punto de volverle a hablar, pero este último acomodó sus lentes y se levantó caminando hasta él, colocando ambas manos sobre la herida. De repente una luz verde muy brillante apareció, hundiéndose en el cuerpo de Mayuzumi como si esta fuese absorbida.

- Esa vez… ¿Qué fue lo que viste? –.

- No me creerías –.

- Puedo intentar –.

Entre ellos no había secretos, y fue por eso que Chihiro terminó contándole todo a su hermano, desde el extraño mensaje hasta los sucesos ocurridos en esa noche.

Hyuga estaba escuchando, tratando de analizar las palabras de su hermano para poder darle algún consejo o ayudarlo con algo. Pero no podía. Era la primera vez que escuchaba tales cosas, pero la evidencia cuadraba con esa descabellada historia. Las desapariciones, el oficial muerto, los destrozos que habían cerca de donde encontraron a Chihiro, la herida en el cuerpo de su hermano. Ciertamente había escuchado al final de la operación que esa herida pudo haber sido causada por un arma blanca de gran tamaño.

No sabía que creer.

- Entonces deberías de rendirte –.

- ¿Cómo? Ni siquiera sé cómo demonios terminé en todo esto –.

La luz verde desapareció y el rostro de Chihiro se descompuso en una mueca de dolor y cansancio. No recordaba que el usar los poderes para curarse lo dejara tan exhausto.

- Está por anochecer. Deberías de dormir y yo de irme. Si seguimos así estarás fuera del hospital en un par de días –.

- Descansa… Y Jumpei suerte en el siguiente juego –.

Hyuga tomó sus cosas y salió de la habitación con una sonrisa.

Si bien, su hermano tenía razón y necesitaba descansar, no podía. Al cerrar los ojos sentía que volvería a ese lugar, con el encapuchado atravesando su cuerpo con infinidad de espadas mientras él suplicaba en su mente que parara y su boca no articulaba ninguna palabra.

Pensaba en tomar las pastillas que Okamura había dejado, pero drogarse para dormir no era lo suyo.

Sin darse cuenta anocheció y él aun no podía conciliar el sueño. Las luces fueron apagadas en el pasillo y un silencio sepulcral se hizo presente.

El reloj marcaba las once de la noche y Chihiro solo se fijaba en la manecilla del reloj para que cambiara de lugar.

De repente, una extraña luz se reflejó por debajo de la puerta. Pensó que se trataba de los guardias haciendo sus rondas, pero esta volvió a aparecer quedándose enfrente de su puerta. Segundos después volvió a desaparecer.

Últimamente no podía darles explicación a varias cosas y estaba fastidiado de eso.

Trató de hacer un último intento por dormir, pero una luz le molestaba a pesar de tener los parpados cerrados. Al abrirlos pudo distinguir un extraño pajarillo azul en forma de ruiseñor parado en la mesita de noche, el cual brillaba intensamente; este en vez de cantar, al abrir el pico se escuchaba una melodía muy dulce ser tarareada. En segundos desapareció en el aire, pero regreso estando ahora enfrente de la puerta, flotando con un par de aleteos y esperando a ser seguido.

Podría estar loco si seguía a un pájaro que brillaba, pero ya estaba metido en algo más loco. Podía pasar algo bueno o algo malo, ya no sabía. Tomó el valor suficiente para ponerse de pie, sintiendo punzadas en el cuerpo y como la sutura de la herida se estiraba. Un mareo repentino le hizo sostenerse de la cama por unos segundos, y después se alejó de ella.

A paso lento alcanzó al pájaro, este último atravesó la puerta de madera. Chihiro salió del cuarto y el pájaro volaba lentamente guiándolo.

Caminó apoyándose de la pared hasta que terminó frente a las escaleras que daban al techo del edificio. El pájaro voló dejándolo atrás. Al parecer solo había que seguir escaleras arriba, y así lo hizo. Cuando abrió la puerta el viento fresco de la noche golpeo su rostro, moviendo sus claros cabellos, sumado a eso la clara noche dejaba relucir las estrellas sin mostrar a la luna.

Dio un par de pasos y vio al pájaro descansar sobre el hombro de un chico.

Los ojos azules como el claro del cielo al medio día se conectaron con los suyos, un gris claro como las nubes de tormenta, apagados y melancólicos.

- Hubiera sido mejor que murieras en esa noche –.

- Lo siento. Me gusta más vivir –.

En la mano del chico apareció una navaja. Mayuzumi retrocedió unos pasos queriendo salir corriendo por donde entró, pero de las mismas escaleras se escuchaba un ruido metálico acercarse.

Entre las sombras salió un chico alto, de cabello y ojos color rojo. En su mano una lanza casi tan alta como él; lo sorprendente de aquella persona era la armadura que usaba, una parecida a la de los gladiadores romanos. Su cuerpo mostraba cicatrices de viejas batallas y su mirada era fiera como la de un tigre a punto de atrapar su presa. El simple hecho de mirarlo imponía, los ojos carmín sumado a esas pobladas y partidas cejas podían hacer temblar a cualquiera.

“Todo esto es ridículo” pensó Mayuzumi al ver que el gladiador se acercaba a él, empuñando su lanza lista para atravesarlo.

¿Por qué él? ¿Por qué ahora? Él no quiso estar inmiscuido en todo esto. No tenía algo por lo que pelear. Su más grande deseo no lo conocía, si todo eso es cierto ¿por qué fue escogido para participar en algo tan ruin y bárbaro como una guerra?

Terminó de rodillas en el suelo, soltando unas lágrimas de impotencia. Susurrando por ayuda mientras las palabras se las llevaba el viento nocturno. Sus agallas de hace unos segundos se habían desvanecido al verse de nuevo frente a la muerte. No tenía ni siquiera la fuerza mental suficiente como para sobrellevar su actual problema.

- Tu pelea es conmigo –.

Aquella voz resonó por el lugar. De la torre más alta del techo se distinguía apenas una figura negra. Este se dejó caer al suelo aterrizando con gracia de pie y sin dificultad alguna. Su porte era impecable, sus brazos cruzados en todo momento daban la misma sensación de imponencia con solo verlo. Su ojo visible penetraba a través de Mayuzumi, con cierto odio y desprecio, pero al mismo tiempo parecía tener un brillo nostálgico.

De nuevo el chico de armadura negra se hacía presente, interponiéndose entre Chihiro y el gladiador.

- Pelea – fueron las palabras que dio el de cabellos celestes en cuanto sintió cierta hostilidad por parte del recién llegado, y el gladiador blandió su lanza contra el caballero negro dando inicio a la pelea.

Como una bruma densa mezclada con polvo negro, alrededor del caballero negro apareció un casco que dejaba su rostro al descubierto. En su mano se materializaba aquella espada negra con rojo que Chihiro había visto; todo esto en segundos.

El choque de las armas resonó en el techo, las vibraciones de ambas se esparcían. El cuerpo de Mayuzumi percibía esas vibraciones haciéndolo temblar. Era sorprendente la ferocidad con la que ambos golpeaban, sin perder la fuerza del golpe o la velocidad de esta. Tanto era que incluso las armas dañaban la construcción alrededor. El techo ya había probado el filo de las armas incontables veces en tan poco tiempo, evidencia de ello eran las marcas en el suelo.

Ambos contrincantes se movían de manera rápida para el ojo humano. Pero Mayuzumi podía seguirles, con mucha dificultad, pero al menos veía de donde provenían los golpes entre las armas que se escuchaban.

En un principio el gladiador parecía que tomaba la ventaja usando la distancia de su larga lanza de casi dos metros de altura. Para el joven caballero acercarse era un tanto difícil. Aunque si lograba acercarse lo suficiente como para esquivar la punta de la lanza podría gestar un golpe ganador.

Cuando el gladiador desvió el golpe de la espada contraria su lanza se rompió, una pequeña brecha se abrió, siendo utilizada por el caballero para acercarse y enterrar su espada en el pecho. Sin embargo, antes de que su ataque fuera gestado este fue detenido. Con su mano derecha el gladiador empuñaba ahora una espada.

Era impresionante ver a ambos dar tal lucha. Digna de un duelo en el coliseo romano. Ninguno mostraba caer en la rendición o el cansancio. Como si eso no existiera para ellos.

Chihiro no lograba entender cómo es que había personas tan fuertes aun en el mundo. Pero su error fue estar tan sumergido en sus pensamientos que no se percató cuando el de ojos celestes se acercó a él.

La punzada en su herida le hizo volver en sí, justo antes de que el otro chico se acercara más a él.

- Detente, no tenemos por qué llegar tan lejos – el dolor en su cuerpo le hizo arrastrarse para alejarse del chico.

- Se nota que es la primera vez que estas inmiscuido en esto, pero, yo realmente no quiero dañarte –.

Al levantar la navaja un pequeño resplandor dorado recorrió la hoja, lo suficientemente brilloso como para que el caballero negro lo mirara de reojo.

En un pestañeo estuvo cerca del par de chicos, blandiendo su espada contra el de cabellos celestes. Sin embargo, de igual velocidad el gladiador se interpuso recibiendo el golpe perdiendo casi todo el brazo.

El ruido de la espada contra el suelo cuando fue tirada sonó claramente. No hubo quejidos o gritos de dolor, solo el fluir de la sangre caer hasta el suelo, la cual salía como un pequeño riachuelo, pero el pelirrojo ni se inmutaba por la pérdida de la misma.

Y de nuevo el caballero estuvo por atacar, pero fue interrumpido por un grito.

- ¡Detente! – Mayuzumi había puesto sus manos sobre el suelo, y un círculo mágico de color amarillo se materializó debajo del caballero.

- ¿Atacaras a tu propio familiar? Aunque en el contrato no está estipulado que tengas prohibido hacerlo, dime, si resulto herido con esta absurda cantidad de magia ¿Quién te defenderá de gente como ellos? – con la punta de la barbilla y un movimiento de su cabeza señaló al gladiador y al chico detrás de él. Sabía de antemano que si hacía un movimiento en falso todo dentro del circulo explotaría, y para su suerte, él era lo único dentro del círculo.

- Ibas a matarlo. Incluso le cortaste el brazo… así que ya detente – y aunque para Chihiro hacer ese círculo nunca le fue complicado, por alguna razón mantenerlo le estaba costando más que en otras ocasiones.

El chico de cabellos celeste bufó con molestia ante lo que veía. Levantó la mano y la sacudió hacia un costado – Desaparece, Kagami-kun – y ante esa orden, el gladiador se desvaneció dejando detrás de sí un rastro de una bruma rojiza y dorados destellos – esto no es lo que quería y tampoco nos llevará a ningún lado. Además, nuestro espectáculo atrajo más ojos de los que esperaba –.

Tanto el invocador como el familiar presente voltearon a ver al de ojos celestes. El pequeño duelo había terminado, cediéndole el breve título de ganador a Chihiro.

- Pero esto no se quedará así, invocador de demonios – una diminuta bola apareció en su mano y cuando la arrojó al suelo estalló con la suficiente fuerza como para hacer que ambos cerraran los ojos. Al abrirlos el chico ya no estaba.

Molesto, el caballero tenía la intención de alejarse de Mayuzumi, dispuesto a arrojarse en contra de alguno de aquellos pares de ojos alrededor de ellos, pero su acompañante colapsó de dolor desapareciendo el círculo mágico que lo mantenía restringido.

No tenía por qué preocuparse por su invocador, en ninguna parte de su contrato lo estipulaba escrito con claridad, aunque la inquietante sensación de llevarlo hasta su habitación apareció de repente. Tal vez serían las restricciones de su otro contrato.

Despreocupadamente cargó al chico en su hombro, su armadura se había ido pareciendo evaporarse y dejando un rastro de humo negro.

 

*****

 

Sus ojos se abrían con pesadez al nuevo día, el sol entrando por la ventana era demasiado molesto. Tomó su almohada y la colocó sobre su rostro.

- Al fin te despiertas, estúpido invocador –.

La voz le hizo reaccionar de manera brusca, algo que deseaba se quedara como un sueño estaba frente a él apoyado contra la blanca pared de manera despreocupada, ni siquiera portaba su elegante armadura. Si alguien entraba no sabría que explicación dar acerca de su extraño visitante.

Balbuceos sin sentido salieron de su boca, y la expresión facial de su receptor demostraba que se estaba irritando.

- Te lo aclararé lo mejor posible. Hace cuatro días en tu lecho de muerte me invocaste, al parecer sin darte cuenta. Al ser un invitado a la guerra por el trono de los reyes cuando haces tú invocación o proyección terminas por firmar tu sentencia de muerte. Así que, si quieres seguir viviendo, más te vale no volver a hacer esa payasada de querer explotarme ¿Comprendes? –.

La información dada de golpe no fue lo rápidamente digerida como el de cabello negro esperaba. Al ver la cara de confusión de Chihiro se limitó a respirar con profundidad y acomodar sus ideas.

- Dime, ¿Cuál es tu nombre? –.

Los ojos de Chihiro se toparon con el ojo visible – Mayuzumi Chihiro –.

- Escucha, Chihiro. A partir de ahora yo pelearé por ti, seré tu espada, tu escudo y tu caballero. Te alzaré a la gloria y traeré para ti el trono de los reyes, y así, el milagro que esperas será cumplido… pero antes de eso, necesitas aliviarte y salir de este triste lugar –.

- Yo no pedí estar aquí o estar inmiscuido en todo este lío sin sentido –.

- Yo tampoco, sin embargo, tuve que responder al llamado de las cadenas que me atan a tu sucia sangre de mago. Así que ahora dejaras de llorar y pelearas para que alguien más no te mate. Incluso ese chico con mirada inocente puede ser más bravo que tu… que vergonzoso para alguien como yo tener a un invocador así –.

- Si no te gusta puedes irte –.

- Rompe los contratos y me iré –.

Mayuzumi guardo silencio. Por su cabeza no pasaba la más mínima idea de cómo hacer eso, aunque por un momento supo donde comenzar a buscar.

- Si por estos días voy a tener a un stalker siguiéndome desde las sombras o estando detrás de mí, al menos déjame saber tu nombre –.

- Yo no tengo nombre, soy la materialización de algo más grande que un insignificante como tú no podría controlar. Sin embargo, cuando mi cuerpo aún era libre y hacía lo que le complaciera era llamado por un nombre… – dirigió su mirada a Mayuzumi, el tono de su voz demostraba seguridad el pronunciar las palabras – Mi nombre es Himuro Tatsuya –.

- Muy bien, Himuro, tal vez no sea un placer conocerte, pero en el tiempo que estemos juntos, que espero no sea mucho, tratemos de hacer esto más ameno –.

Su mano se extendió esperando a la contraria, Himuro extendió la suya con lentitud hasta juntarlas y dar un apretón de manos formal, sellando así un futuro incierto.

 

 

Acto 2.
Pelea.

Notas finales:

Cualquier duda que tengan son bienvenidos a dejarla, con gusto contestaré lo más detallado que pueda.

También, si es necesario, pondré un pequeño apartado en estas notas finales sobre palabras o terminología usada en el fanfic. Aunque creo que no será necesaria :)

Espero les haya gustado.

Nos vemos en unos meses (o mes) y saludos!


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