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Confianza por LUCIFER69

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Notas del fanfic:

Hay una parte donde el texto empieza con *, de ahí hasta que termina es un recuerdo. Quiza esto sea demasiado corto, pero creo que así esta bien. Criticas, opiniones, sugerencías, maldiciones son biienvenidas. Un agradacimiento a quien se pase a lee. :)

¿Por qué las personas bebían? La sensación de pesadez y mareo, sumada a la falta de razonamiento, lucidez y unas ganas terribles de vomitar, era, Definitivamente, de las peores estupideces que alguien podía hacer. Una manera de olvidarse de los problemas; al menos eso decían. Lo cierto es que la mayoría de veces terminas recordándolos y llorando por ellos. Para volver a la sobriedad y sentirse más miserable. 


Le había visto. Con alguien más. No era nada nuevo, no era algo que no supiera; pero el conocimiento y la costumbre de ello no lo hacía menos doloroso. 

Era un circulo. Siempre terminaban a causa de algo, mentiras, infidelidades, peleas, desconfianza... Pero no podía culparla. 


El no saber dónde estaba era una de las cosas que más le molestaba, es por eso que ignoro todas las llamadas que le hizo en el transcurso del día. Era ya demasiado tarde, las 4:00 am para ser preciso. Después de aquello, decidió que se quería embriagar, a pesar de odiar la sensación de ebriedad. Desde la noche hasta la madrugada, bebió. Había ido a un bar pequeño, odiaba estar entre tanta gente, y el ruido solo le ponía peor, así que ese lugar era su mejor opción, sin mucho ruido, sin mucha gente y un olor fuerte a licor y tabaco. Cuando vio la hora decidió que ya era suficiente, pago lo consumido más la propina del mesero y una cajetilla de cigarros, que nunca estaban de más. No estaba muy alejada de su casa, pero era algo peligroso caminar a esa hora y no precisamente en buen estado. Le dio poca importancia y comenzó a caminar. Saco la cajetilla de su pantalón, tomo un cigarro junto con un mechero y encendió. Inhalo profundo, como si la vida se le fuese en ello. El humo quemando su garganta no quitaba el nudo que aún tenía en ella. Recordó ese momento nuevamente, a su novia y a la otra chica, besos, roces, risas, desnudas... En su departamento. Un departamento que habían rentado sólo para ellas dos, para poder estar juntas, más cerca. 

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*Ese mismo día fue de paga, y había pedido la tarde cómo adelanto por su día de descanso. Estaba decidida, compro unas cuantas velas e ingredientes para preparar una cena romántica. Las oportunidades de poder compartir una agradable comida se habían reducido drásticamente gracias al trabajo de las dos, siempre llegaban cansadas y algo fastidiadas; así que no desaprovecharía una oportunidad de cambiar eso al menos un día. Si eso podía instar mejoras en su ya quebrada relación. Era la decimosexta vez que volvían, quería que las cosas fueran bien esta vez, y si quería que funcionara tendría que hacer lo mejor posible para que eso sucediera. Llego, el lugar no era la gran cosa, una sala, un comedor, una cocina, una recamara y un cuarto de baño, no era mucho, pero al menos lo suficiente para que dos personas vivieran a gusto. Dejo las bolsas en la cocina, deseaba empezar ya, pero se detuvo.

Guardo silencio, creyendo haber escuchado algo. Pasaron unos cuantos segundos sin haber escuchado nada, justo cuando iba a ponerse manos en la cocina, lo escucho de nuevo. Un chillido apenas audible debido a la distancia y las puertas, pero bastante alto para ser escuchado en el silencio. Salió de la cocina, silenciosamente y lento, muy lento. Mientras se acercaba a la recamara, podía oír más claramente, voces... Su voz. Poso su mano en la perilla de la puerta, sudando frío y con el corazón latiendo dolorosamente contra su pecho. Cerró fuertemente los ojos, temblaba. Quería pensar que era mentira, que las voces al otro lado puerta eran una ilusión, que la persona que amaba aún estaba fuera de aquel lugar y estaba por llegar... Pero no era así. En un arranque repentino de coraje abrió la puerta, confirmó lo que ya sabía. 

En la cama, entre las sabanas que compartían todas las noches desde hace cinco meses, estaba una ex compañera de instituto, y ella, la mujer que amaba. 

Las risas y respiraciones dejaron de escucharse, sólo podía escuchar el sonido de su corazón golpeando contra su pecho, implorando no ver más esa escena. No se habían percatado de su presencia, era mejor así. Salió de ahí, con lágrimas en los ojos y un fuerte dolor de cabeza. Busco presurosamente una hoja y dejo escrita una nota pegada al refrigerador. 

Sin hacer ruido, sin avisar, tragando sus sentimientos para no denotar debilidad, camino con ojos muertos, directo a un lugar donde nadie preguntara nada y pudiese ahogarse en su miseria.*
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Vacío sus pulmones de la cancerígena toxina, sintiéndose patética una vez más, reanudo el camino a su antiguo hogar. En su caminata se detuvo en un puente, un río justo a dieciséis metros bajo sus pies. Apoyándose del borde de la barra miro abajo. Saco un nuevo cigarro y lo consumió, perdiéndose en la vista. 

A pesar de no estar en su estado más lúcido, se dio cuenta de lo que estaba pensando, y se quitó con rapidez del lugar. "No puedo creer que lo considere por un momento", volvió a su camino. 

Ya no tenía, lágrimas, ganas o fuerzas para seguir llorando ese día. Simplemente se acostaría a dormir y se olvidaría de ella. Ya no tenía caso seguir pensando en ello, al menos no por ahora. La evitaría durante una semana, después de eso regresaría al departamento a sacar sus pertenencias y olvidarse de todo. Saco sus llaves, sólo faltaban unos cuantos metros para llegar a su casa. 

Una pequeña luz iluminaba la puerta de entrada, y una figura no reconocible a la distancia hacía sombra bajo ella. Cuando se acercó lo suficiente, pudo ver que era, quien era. Reconocía a la persona en cuestión, un ruido metálico se escuchó cerca del piso, despertando a la figura dormida. Cogió sus llaves, frunciendo el ceño y con mirada dura vio levantarse a aquella persona, que le había esperado ahí desde hace ya bastante rato.



- Tú ¿Qué haces aquí?-


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