Piko se encontraba buscando unas maletas en un pequeño armario cerca del techo, por lo que estaba subido en una escalera para llegar a ella. Estaba tranquilo buscando hasta que vio una mancha negra salir rápidamente del closet, más pronto que tarde sintió que algo se agarraba de su cabello.
Lo sabía.
El insecto que más asco le daba en el mundo estaba en su cabello.
Cerró sus ojos lentamente, respiró de manera profunda para no perder la compostura, abrió sus ojos empezó a descender escalón por escalón.
A mitad de del recorrido sintió como caminó un poco aún en su cabello, volvió a cerrar sus ojos y apretó los labios, respiró una vez más.
Cuando ambos pies tocaron el suelo simplemente abrió sus ojos, tomó mucho aire.
Y gritó como si se le fuese la vida en ello.
Agitó su cabeza mientras revolvía su pelo con sus manos aún gritando, cuando vio que aquel horrible ser cayó al suelo y se arrastró a una esquina él salió de la habitación, encontrándose con Len, quien era su pareja, a punto de entrar.
—¡¿Qué pasó?!— preguntó este claramente preocupado, el Utatane simplemente se puso detrás y apuntó a la esquina donde estaba aquel feo insecto —¿Solo por eso gritaste de esa manera? ¿Por una triste cucaracha?
—¡Se le ocurrió ponerse sobre mi cabello!— se defendió el de mirada dispareja apretando un poco la camisa del rubio.
—No sé por qué les tienes tanto miedo...
—No es miedo, es asco, ¿comprendes? ¡Me dan mucho asco!— exclamó Piko, para después hacerse para atrás al ver que el insecto caminó un poco hacia su dirección, como amenazándolo.
—Ya, ya— el de coleta le dio unas palmaditas a la cabellera blanca y entró a la habitación donde antes se encontraba el más bajo —. No pasa nada, solo la pisas y ya.— dijo caminando hacia la esquina donde se encontraba la cucaracha.
El insecto solo movía sus antenas mientras el humano se acercaba y cuando esté estuvo a unos pasos...
Extendió sus alas.
—¿Eh?— murmuró Len al ver la acción del bicho, este emprendió vuelo —¡Al carajo todo! ¡Vamos a mudarnos!— gritó mientras corría hacia la puerta con el horrible ser persiguiéndolo. Piko ahogó un pequeño grito también corriendo. El de cabellera blanca se metió en el baño, el de coleta le quiso seguir, pero la puerta fue cerrada enfrente a su cara —¡Piko! ¡Ábreme!— pidió al ver que el más bajo le había puesto seguro, golpeaba la puerta con desesperación.
—¡No! ¡Si te abro esa horrible cosa entrará! ¡Jódete!— gritó el de mirada dispareja al otro lado de la puerta.
—¡¿Y así dices amarme?!— reclamó el Kagamine. En ese momento la puerta que estaba a unos metros en la misma pared fue abierta bruscamente, el rubio miró hacia aquella dirección viendo a su hermana salir de su habitación. La chica traía su uniforme de sóftbol y, por supuesto, su bate en su mano.
—¿Dónde está la desgraciada?— preguntó de manera seca azotando la puerta. Su gemelo miró a los lados confundido.
—No sé dónde quedó.— habló para después darle la espalda a la rubia. Caminó un poco.
—¡No te muevas!— exclamó la voz femenina mientras afilaba sus ojos a la espalda del de coleta —Está en tu espalda— avisó, el menor sitió un escalofrío por la información —. No te muevas— comenzó a caminar lentamente hacia el insecto —...No te muevas— tomó su bate con ambas manos mientras preparaba su movimiento —...No te muevas— paró cuando estuvo frente al bicho —¡Jonrón!— exclamó antes de darle un batazo a la espalda de su gemelo, quien cayó al suelo quejándose.
—¡¿Por qué hiciste eso?!— preguntó el Kagamine levantándose con dolor.
—Exageras, ni lo hice con fuerza, fue un toque nada más.— respondió la rubia.
—¿Ya la mataron?— preguntó Piko abriendo la puerta del baño, en ese instante la cucaracha pasó volando cerca de donde estaba, por lo que dio un pequeño grito y cerró la puerta.
—Ups, un strike— habló Rin viendo al insecto, Len la miró de manera fulminante mientras se paraba con una mano sobándose la zona afectada —. Bueno, no importa, solo he tenido un strikeout, y ese fue en mi primer juego.— presumió antes de correr hacia la cucaracha y adelantarse a su camino, ponerse en posición y...esta vez no falló en su bateo.
El insecto se estrelló en una pared y cayó al suelo, la Kagamine no esperó ni medio segundo y corrió hacia la cucaracha y la pisó mientras estaba atontada, matándola al fin.
Y si.
Ese ser expulsó cosas de su horrible ser.
—Que asco— murmuró la melliza para después dirigirse con tranquilidad hacia el baño, tocó la puerta —. ¡Piko! ¡Ya la maté!— anunció, el mencionado abrió la puerta y asomó su cabeza, haciendo una mueca de asco al ver al insecto muerto. Salió para dejar que la de broches entrara por papel para agarrar al bicho y tirarla —Bueno, ya me voy a mi entrenamiento— dijo la muchacha para ir a su habitación y tomar dls grandes bolsos —. Después me iré a casa de Gumi a una pijamada con las demás chicas, así que cuídense.— dicho esto se fue a las escaleras.
—Adiós, gracias— el Utatane recibió un "no es nada" de la gemela y suspiró —. Me meteré a bañar, tú cámbiate la camisa y busca las maletas.
—Pero...
—Tienes razón, no será suficiente, quema tu camisa, yo me cortare los mechones que tocó.
—¡Eso no!— exclamó el más alto —Solo iba a decir que me duele la espalda y no puedo hacerlo, y no seas exagerado, solo lávate bien el cabello ya.— explicó jugando con el ahoge en forma de P de la cabeza de su pareja. Este infló sus mejillas.
—No quiero que otra cucaracha se me aparezca, así que los buscas tú o los buscas tú.— sentenció el de ojos distintos para después encaminarse a la habitación que compartía con el rubio.
—¡Pero me duele!— se quejó otra vez el Kagamine, siendo olímpicamente ignorado por su novio, lo siguió hasta el cuarto mientras que el más bajo comenzó a sabría el armario —...¿Y si mejor nos bañamos juntos?— sugirió con una sonrisa pervertida abrazando al de cabello blanco por detrás de su espalda.
—Nos vamos en menos de dos días y no hemos visto ni siquiera que vamos a llevar, así que no— tomó una camisa del de coleta y la puso sobre el rostro del dueño. El Utatane tomó su toalla e intentó irse al baño, pero era inútil con el otro abrazándolo muy fuerte, por lo que rodó los ojos con algo de fastidio —. Bien, hagamos esto— se giró sobre sus talones y le alzó la tela a su pareja para verle la cara —. Cuando termines te echas un baño y después te hago un masajito en la espalda, ¿si?— el de coleta sonrió mientras asentía efusivamente —Bueno...¿Me sueltas?— preguntó el más bajo pues el otro seguía abrazándole por la cintura, Len negó y le besó, por lo que sin remedio comenzó a corresponder, unos segundos después se separó —Ya— el Kagamine intentó volver a besar a su novio pero este le cubrió los labios —. Ya— sentenció para después darle un beso a la nariz del de ojos celeste —. Te doy los que quieras después pero déjame bañarme.
—Ya rugiste.— dijo, o eso intentó, el más alto y menor por unos días. Soltó a su pareja quien no tardos en irse a la ducha. Sin remedio se fue a buscar las maletas, sintiendo como su espalda se destrozaba gracias a su delicada hermana. Tiempo después logró localizar las dos maletas que llevarían, por lo que simplemente las agarró y las dejo caer al suelo para después bajar un poco y cerrar el pequeño closet, después terminó de bajar.
Sacudió sus manos llenas de polvo, no se había encontrado con ninguna invitada indeseada más.
Pero su pareja si tenía una compañera silenciosa.
Compañera que se hizo notar cerca de los pies de su novio.
Y no fue hasta que su amado gritó y salió corriendo del baño aún desnudo y enjabonado que se enteró de ello.
—¡La desgraciada tenía una vecina! ¡Una vecina de las de patas largas!— exclamaba el Utatane acercándose, el Kagamine soltó una pequeña risa antes de ir a salvar a su príncipe de aquel "temible dragón".