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Wife por metallikita666

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Notas del fanfic:

Este fic nació con la intención de ser únicamente un one-shot que narrara lo relativo a la espantosamente hilarante relación entre Yuki y Uruha, pero como mi capacidad de síntesis es casi inexistente (no del todo, pues así lo prueba uno de mis últimos proyectos), acabó siendo un relato con varias escenas. Veinte, para ser exacta. El origen de la pareja tan crack se encuentra en un pasaje del anterior fanfic, en donde Yuki se expresa sobre el pato en términos tales que, releyéndolo, hicieron que se me prendiera (¿o más bien apagara?) la lamparita.

Al pertenecer al mundo del rol, los créditos de los personajes son básicamente los mismos que se hallan en las notas de Ano toki no you ni, pero como no pretendo que vayan hasta allá a buscarlos, les dejaré una versión simplificada. Como siempre, todo jrocker que no aparezca en las líneas siguientes pero intervenga en la acción, estará consignado en una nota al pie de página.

 

Hiroshi “Dynamite Tommy” Tomioka. (COLOR, Sister’s no Future. Fundador de la Free-Will Records)

Kenji “Kenzi” Ishii. (Kamaitachi, Anti Feminism, Sister’s no Future, the Dead Pop Stars)

Takayuki Itakura (Tomioka, en la historia). (the Piass)

Takanori “Ruki” Matsumoto (Tomioka, en la historia). (the Gazette)

Tatsuya “Tatsu” Shinozaki. (Gastunk)

Tadashi “Crazy Cool Joe” Masumoto. (Rajas, Dead End)

Taiji Sawada. (X-Japan, D.T.R., Loudness)

Motoyuki “Morrie” Ohtsuka. (Dead End)

Naoki (Endo). (Decameron)

Makoto “Gara” Asada (Endo, en la historia). (Merry)

Akiko “Kuroneko” Kunimoto (Ohtsuka, en la historia). (Onmyo-Za)

Tetsuya (Itakura, en la historia). (Féria, KeiL, the Piass, dear rain)

Takashima “Uruha” Kouyou. (the Gazette)

Akira “Reita” Suzuki. (the Gazette)

Chihiro, Yoshio, Ruiji, Kirala, Hiroshi, Takashi y Shizuki. (Mazohysteria, the Piass, Anti Feminism, Art Cube)

 

El título corresponde a una canción de the Gazette de su época indies (cuandoRukicofcofintentabaescribircofcofcomoKyocof), del Gozen 0-ji no Trauma Radio, single lanzado con Matina en 2003. Y aunque la letra tenga poco que ver con la historia, el objetivo era atormentar a Yuki con su elección.

Notas del capitulo:

Me encuentro muy satisfecha con esta ficción porque combina elementos de varios tipos que para mí se han vuelto muy importantes en la literatura: tanto la que hago, como la que disfruto consumir. Es posible que sea más puntualmente explícita sobre cada uno de ellos conforme publique las partes, para no espoilear desde el principio, pero deseo que no quepa duda de lo mucho que me divertí redactando y corrigiendo este relajo. Los chinos son medicina, y escribir sobre ellos es una de las mejores terapias que tengo en mi vida.

Mención aparte merece que este sea un nuevo tributo a the Piass, en el que a diferencia de Live to Love, pude explayarme más con la caracterización de algunos de sus miembros.

Nunca sobrará agradecerle a mi princesa querida por ser ella también gestora de esta aventura. Por ello, deseo aprovechar la bonita coincidencia de que tenga la oportunidad de empezar a publicar este trabajo un 16 de noviembre, día de su cumpleaños. Aquí comienza este humilde regalo, mi vida, que es el que puedo ofrecerte por ahora. Te amo.

Uno: El idiota de los labios carnosos

 

Tomioka Takayuki da yo… Y voy a contar algo que me sucedió hace seis años… cuando tenía catorce. Aclaro de una buena vez que no lo hago por gusto, sino por conveniencia. También, que si en el pasado no me referí al tema directamente, fue para evitar restarle seriedad a lo que en ese momento estuviera diciendo.

Se trata de un asunto que me dejará totalmente en ridículo, pero por desgracia, la necesidad tiene cara de caballo. Y no soy yo el tío Naoki como para que me guste eso.[1]

En fin. Todo sucedió cuando iba en tercero de secundaria, y mi hermano cursaba el quinto. Nuestras vidas transcurrían con bastante tranquilidad y normalidad, por no decir que era casi perfecto: los varones de mi grado y hasta de los superiores sabían muy bien que no debían meterse conmigo ni con mis amigos, mientras que las chicas nos respetaban y, en algunos casos, soñaban secretamente con nosotros. Como fuera, a mí no me importaba; lo único que quería era que nadie nos molestara, y tener bajo control a las pandillas de la zona.

Pero todo cambió drásticamente ese año… luego de alrededor de cuatro semanas. Un mes que fue suficiente para echar abajo mi imagen forjada desde la primaria, y que me tomaría tiempo restituir. Añádase, por supuesto y de ahí en adelante, a las amenazas usuales relacionadas con invadir nuestro territorio, no pagar nuestra protección o burlarse de la ropa de Ruki, la de mencionar en público el tema de mi fugaz y estúpida relación con Uruha.

Takashima Kouyou ingresó a nuestra secundaria a medio curso, junto con Akira Suzuki, otro chico que también era de Kanagawa. Hasta ahí, todo suena muy poco particular, excepto que entrar a medio curso a otro instituto, en otra prefectura, sí que era una cosa inusual. Por lo general, a quien le sucedía eso había sido expulsado de su colegio tras una falta grave o, tal como lo justificaron ellos, debido a que se había tenido que mudar. No obstante, la posibilidad de una mudanza forzosa a causa de la anterior expulsión era algo que también tenía todo el sentido del mundo.

Ambos recién llegados ingresaron a onceavo, es decir, al grado que como he dicho, cursaba Takanori. Y justo por el hecho de que no serían mis compañeros, ni siquiera me preocupé por averiguar quién carajos eran, de dónde venían o qué habían hecho en su lugar de origen. O eso creía yo hasta que los vi.

El dichoso Takashima era alto y esbelto, de cabello largo y castaño. De entrada, poseía una mirada enigmática y profunda, pero una vez que la fijaba en algo de su interés, sonreía tontamente y le comentaba a quien estuviera a su lado para que también mirara. Al principio, esa persona solía ser el tal Akira, pero con el tiempo Ruki se integró al círculo de sus amistades, pues compartían bastantes intereses. Además de lo explicitado hasta ahora, el susodicho era de rasgos finos y armónicos, y lo que más resaltaba de su apariencia toda eran sin duda sus labios carnosos y curvados: el superior lo era tanto así, que inevitablemente parecía invitar a morderlo…

Por otra parte, Suzuki era un tipo corriente: rubio mal teñido, de estatura media y pocas palabras. Además, se caracterizaba por una timidez que le exudaba por los poros; razón por la cual resultaba curioso que fuera cercano al otro. Incluso, su introversión parecía ser tanta que lo hacía llevar una banda de tela que le cruzaba la cara a la altura de la nariz, la cual llamó la atención de todos en el colegio, como era de esperarse.

Nuestro primer encuentro fue ese mismo día del ingreso de ambos, a media mañana durante el receso, momento en el cual me dirigí al salón de mi hermano para pedirle ehh… dinero. Bueno, ¿tengo que repetir que solo tenía catorce años? Papá prefería darle lo de nuestros gastos a Takanori, por ser el mayor y en quien más confiaba.

Entré al salón y busqué rápidamente al rubio, pasando una rápida revista, y advirtiendo la presencia de los perdedores usuales. Empero, cuando llegué a las mesas de uno de los extremos de en medio, mi mirada se cruzó con la de Takashima. Nos quedamos en silencio durante unos cuantos segundos, hasta que fue incómodo seguirnos mirando de esa manera. Yo, al menos, me sentía bastante estúpido por estar parado en la puerta sin decir nada, con todos dirigiendo sus ojos hacia mí. Además, si el atisbo del fulano hubiese sido con intención camorrera, lo habría detectado de inmediato y, gustoso, no habría dudado en alzarle la deseada bronca; pero fue muy evidente que esa no era la razón por la cual me observaba… Ni yo a él.

-¿Yuki-kun?- Me habló Ruki desde el otro extremo. Se hallaba cerca de la ventana, charlando con una compañera suya acerca de un esmalte de uñas que la chica le mostraba. -¿Necesitas… algo?-

-Ahh, sí. Ya voy.-

Le contesté y después caminé hacia ellos, odiando la manera inusual en que algunos de los de siempre clavaban su atisbo en mí, como si no me vieran ahí todos los malditos días del mundo. No obstante, lo que más me incomodaba era sentir los orbes del recién llegado, quien se fijaba en mis movimientos con un descaro poco convencional. En esa situación, cualquier otra persona normal habría retirado la mirada.

-Necesito… que me des lo de la merienda, y lo del almuerzo de una vez.- Le contesté al mayor, notando con el rabo del ojo cómo el idiota risueño del fondo cuchicheaba con el zonzo de la bandita. –Aghh… ¿Quiénes… son esos tipos?-

-Son nuevos.- Respondió la chica, visiblemente emocionada, mientras Takanori se fijaba en lo que los aludidos hacían. –Vienen de Kanagawa, y sus nombres son Kouyou-kun y Suzuki-san. ¿A que son una monada, Takayuki-kun?-

-No son mi tipo, pero el castaño ese no está m--…- Rápidamente, me di cuenta de la burrada que estaba a punto de decir. -¡¡¿Ehhh?!! ¿¡Qué me preguntas, tonta?! ¡¿Yo qué mierda voy a saber?!-

Y tras tomar el dinero, di media vuelta y salí de ahí con los puños apretados y las mejillas rojas, agradeciendo que la pendeja hubiese hablado en voz baja, pero sabiendo que a causa de mi reacción, no dudarían en acercarse algunas curiosas para preguntar qué había pasado. ¿¡Cómo carajo pudo ser posible que pensara en voz alta de esa manera!? Lo dicho al principio, sin embargo, fue del todo sincero: ninguno de esos dos idiotas, y ninguno de los que cursaban en ese lugar (a excepción de Tecchan, pero esa es otra historia) estaba siquiera cerca de ser lo que yo querría. Todos se encontraban a años luz de parecerse siquiera un poco a Taiji.

Camine rápidamente hasta el patio, lo crucé y salí del instituto, juntándome con Tetsu y Yoshio en la entrada. De inmediato me extrañó no ver a Ruiji, y eso hizo que de momento se me olvidara lo que acababa de suceder en la clase de mi hermano. Sin embargo, mis condenadas mejillas seguían rojas.

-¿Qué te pasa, corazoncito de mis amores?- Bromeó el enano pelicorido, con su usual risa burlista. Pero yo, que no sabía a qué se estaba refiriendo, solo atiné a mirarlo algo confuso. Quería preguntar por nuestro miembro ausente, pero su interrogante me lo estorbó. –¡Tienes la cara toda colorada!-

Mierda. En teoría, pude haberles inventado cualquier bobada, pero no se me ocurría nada. Seguía muy aturdido.

-Pues… ehmm… Es que Ruki no quería darme toda la plata, entonces tuve que explicarle para qué la necesitaba. Y eso me molestó mucho, porque además me regañó frente a su amiga.-

Mentira: ni yo me habría podido creer una excusa tan insulsa. Y lo mismo se leía en las caras de mis compinches.

Yoshio levantó una ceja y Tetsu guardó silencio, tras de lo cual volvió a reír. Sabía que a esa sabandija no me la sacaría de encima más tarde, pero por el momento pareció convenir en dejar el tema hasta ahí.

-¿Dónde está Ruiji?- Inquirí por fin, con un suspiro.

-No lo hemos vuelto a ver por aquí. Es probable que Kenzi-san lo haya llamado de nuevo.- Respondió el pelirrojo.

De entre los nuestros, había algunos como Tecchan y yo que éramos realmente mocosos y seguíamos asistiendo al colegio; u otros mayores, como Yoshio o el mismo Ruiji, quienes tenían edad para cursar doceavo, pero se habían salido. Había, asimismo, otros tantos que no pasaron de la primaria.

Pero volviendo al femenino bajista sobre quien conversábamos, aquello significaba que mamá me había vuelto a tomar la delantera.

Gruñí ligeramente, mas sabía que no podría decirle nada. Al fin y al cabo, eran sus músicos; y ella, nuestra jefa.

Ese día me fui temprano del colegio, pues el resto de clases no me interesaba. Lo único que tenía que hacer era pedirles sus apuntes a mis compañeras después, antes de entrar, pues ellas siempre me los prestaban de mil amores. Tras leerlos rápidamente, tendría para las próximas lecciones.

-Andando.- Les dije a los demás tras quitarme la chaqueta del gakuran, debajo de la cual llevaba una camiseta sin mangas de The Stalin.

Afortunadamente, mis acompañantes parecían no saber nada acerca de los dos recién ingresados a onceavo (Yoshio porque no estaba en el colegio, y Tetsuya debido a que no había asistido en todo el día), gracias a lo cual no tuve que sortear preguntas incómodas en el camino, si bien el último no dejaba de reír y reclamarme que le estuviera escondiendo algo. Ese día, vigilaríamos de cerca una de las trincheras al límite del territorio de papá, pues al parecer cierto grupo foráneo intentaba inmiscuirse sin su permiso.

 


[1] Alusión a cierto gusto del melón que si el amable lector avanza en su faena, puede que descubra más adelante…

Notas finales:

Y así comienza este desmadre XD 

¡Gracias por leer! Nos vemos la próxima semana ;)


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