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Only reason. por DNA

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Notas del capitulo:

Volví!!!!

Muchas gracias por su paciencia, espero que los capítulos de hoy les gusten.

Disfrútenlo ^^

— Ya deja de insistir —pidió fastidiado el muchacho tras el mostrador.

El ceño fruncido del castaño se profundizó tras la insistente negativa aún después de que estaba utilizando su mejor mirada amenazante, es decir, el tipo tendría que estar asustado y diciéndole lo que quería saber y no mirándolo como si fuese algo irritante.

— Tan sólo responde —insistió.

— ¿Qué parte de: ‘no puedo darte información privada acerca de Sehun', tú no entiendes? —preguntó el irritado joven.

— Oh, vamos —resopló—, no estoy pidiéndote su dirección o algo así, yo tan sólo quiero saber porque él no vino a trabajar —señaló.

— Me da lo mismo si quieres saber eso o el color de su ropa interior, de cualquier forma yo no estoy autorizado a decirte nada —farfulló.

Luhan casi dejó ir un bufido de exasperación al cielo pero pudo controlarse a último minuto y de mala gana tuvo que aceptar que no le quedaba otra opción que utilizar “eso” si es que pretendía tener la información que deseaba.

— Bien —dijo, cruzándose de brazos y haciendo un puchero con los labios.

El chico pareció sorprenderse con la nueva actitud y sus ojos se abrieron desmesuradamente cuando vio el labios inferior del menor comenzar a temblar al tiempo que sus bonitos ojos parecían llenarse de lágrimas cual niño haciendo un berrinche.

— No me digas nada si no quieres —refunfuñó con la voz quebrada, le mostró la lengua infantilmente y finalmente dio la media vuelta dejando al otro totalmente aturdido.

Comenzó a caminar lentamente mientras en su mente hacía una cuenta regresiva hasta que finalmente las palabras mágicas abandonaron la boca del atontado muchacho tras el mostrador del minisúper.

— Espera, haré una llamada y tal vez entonces pueda darte alguna información.

Y ahí estaban ellas, una sonrisa se extendió en sus labios momentáneamente pero se aseguró de borrarla antes de girarse hacia el chico con aquel estúpido puchero en su rostro.

— ¿De verdad? —musitó fingiendo timidez.

— S-sí —balbuceó y Luhan casi vomitó al ver el rubor teñir sus mejillas.

— ¡Muchas gracias! —exclamó, mostrándole su más hermosa y resplandeciente sonrisa falsa.

Él asintió torpemente y rápidamente desapareció por una puerta dejándolo solo para que por fin pudiera gruñirle e insultarlo en paz todo por obligarlo a hacer “eso”, porque él sabía que a los ojos de los demás él era alguien a quien veían como alguien lindo, un chico bonito y todo lo que hacía les resultaba adorable; y joder, cómo odiaba eso.

Simplemente porque parecía que nadie tomaba en serio el hecho de que él era un chico, un varón, un muchacho, un HOMBRE y no tenía nada de bonito, adorable o lindo. Él no debería tener que verse obligado a usar sus “encantos” para conseguir alguna cosa pero parecía ser la única forma de conseguir las cosas que necesitaba y odiaba al mundo entero por obligarlo a ello.

— Sehun se reportó enfermo, es por eso que hoy no está aquí —habló nuevamente el idiotizado muchacho, sacándolo de su burbuja de despreció hacia todos los que lo llamaban bonito.

— Oh, ya veo —murmuró.

— Puedo darle algún recado si tú quieres —se apresuró a decir.

— No —sonrió divinamente—. Muchas gracias por tu ayuda de todas formas —dijo antes de salir de ahí antes de que al tipo ese se le ocurriera la idea de pedirle su número o algo peor.

Suspiró pesadamente una vez estuvo nuevamente vagando por las calles con la mochila del imbécil de Sehun todavía en sus brazos y nuevamente lo tentaba la idea de tirarla en el próximo contenedor de basura que viera, no lo haría más sin en cambio.

Y no lo haría simplemente porque le debía devolvérsela por lo menos, o eso se repetía él porque en el fondo, muy en el fondo, él mismo sabía que la seguía manteniéndola a su lado sólo para tener una excusa para hablar con él y así tal vez poder aclarar algo de las millones de dudas que sentía dándole vueltas en la cabeza.

— Luhan —llamó una voz demasiado familiar y al girarse hacia ella se encontró de frente con la sonrisa amable del señor Kim.

— Hola —saludó inmediatamente e hizo una perfecta reverencia.

— No seas tan formal, muchacho —sonrió y él no demoró en devolverle la sonrisa—. ¿A dónde vas?

— Mmm… bueno yo…

— ¿Tienes tiempo? —preguntó—. La verdad me gustaría alguien con quien charlar.

Luhan miró el camino delante de él y luego la mochila que traía en sus brazos, se suponía que estaba yendo hacia la residencia de los Oh pero repentinamente la propuesta del señor Kim era muchísimo más atractiva y fue por eso que decidió aceptar.

El anciano hombre fue tan amable con él como siempre solía serlo y luego de dejarlo pasar a su hogar no tardó demasiado en darle algo de leche y unas galletas, eso en realidad era algo que más bien haría una abuela pero él se abstuvo de hacer comentario alguno e igual aceptó lo que se le ofrecía.

— Así que… —comenzó el mayor—, ¿qué es lo que tanto te está molestando?

Luhan le dio una mirada confundida tras aquella pregunta, la galleta que trataba de sumergir dentro de su leche se quedó a mitad de camino y el anciano hombre tan sólo se rió un poco de su expresión.

— Te conozco bien —aseguró—, supe que algo iba mal contigo tan pronto te vi vagando en la calle aferrado a esa vieja mochila como si tu vida dependiera de ello.

El castaño parpadeó un par de veces antes de dejar la galleta nuevamente sobre el plato donde todas las demás estaban, un suspiro abandonó sus labios y sin pensarlo mucho le contó todo al señor Kim, confiando en que él tal vez tendría algún buen consejo que darle.

El hombre de cabello blanco lo escuchó con atención en todo momento y él no tardó mucho en darse cuenta que en algún punto mientras él hablaba la mirada del señor Kim se había vuelto un tanto triste y no supo por qué.

— Eres muy duro con ese pobre chico —dijo y Luhan no pudo evitar fruncir el ceño.

— No, usted no lo conoce, él lo merece —afirmó.

— ¿Y tú Luhan? ¿Tú puedes decir que conoces a ese chico al cien por ciento? —interrogó.

No respondió, y no lo hizo simplemente porque no tenía respuesta para eso.

— Las personas fingen, Luhan. No todas lo hacen claro está pero por lo menos la gran mayoría de nosotros le mostramos una cara diferente a los demás, por ejemplo; el muchacho que es mi enfermero personal. Él aparenta ser alguien duro y cretino pero… nadie sabe que ese muchacho tiene el corazón tan grande que cada tarde se escapa de su trabajo para venir a preguntarme si ya me he tomado mis medicamentos, nadie sabe que él una vez al mes me trae una despensa para que no muera de hambre así como nadie imagina que es ese chico es quien hace quien sabe qué cosas para conseguir para mí esas medicinas que yo no podría comprar ni aunque tuvieran un noventa por ciento de descuento en la farmacia. —Luhan apretó los labios y agachó la cabeza sintiéndose conmovido al escuchar lo buena que era esa persona—. Todos ven en él un vago bueno para nada que seguro termina siendo un delincuente pero no es así, Luhan, ese chico tan sólo aparenta lo que no es y tal vez, sólo tal vez, ese tal Sehun sea más que esa mala persona que tú decidiste que es.

— Pero…

— Escúchalo —aconsejó—, puede que no te arrepientas.

El castaño no dijo nada en respuesta a eso y en su lugar se puso de pie murmurando un pequeño gracias antes de abandonar el hogar del amable anciano hombre. La tarde estaba comenzando a caer cuando salió nuevamente a la calle y sus brazos se apretaron sobre la vieja mochila de ese que alguna vez llamó amigo mientras que sus pies lo llevaban hacia el hogar de los Oh.

***

11:25 PM era la hora que marcaba el reloj de su celular cuando lo sacó para cortar la llamada número treinta y nueve que le hacía Kyung Min, sus ojos volvieron pronto al mar de personas que había de frente a él y apenas fue capaz de distinguir a Chanyeol entre todos los cuerpos que se movían violentamente en la pista de baile.

Su amigo debía estar bastante ebrio ya y prueba de ello era el hecho de que ya ni siquiera estaba bailando con la chica a la cual casi estaba arrancándole la blusa. Se rió por lo bajo de él y dio un nuevo tragó al vaso de color fluorescente y de contenido poco fiable que alguien le había dado por ahí.

Buscó a Lay con la mirada pero su amigo ya no estaba donde lo había visto la última vez con aquella chica rubia, suspiró cansado y volvió a pasar olímpicamente de la mirada coqueta que la bella joven pelirroja sentada en la barra le estaba lanzando y no era que no hubiera considerado ya la idea de cercarse y tal vez dejarse arrastrar a algún rincón oscuro, sin embargo, no lo haría porque no quería perder aún la dulce fragancia que la cercanía de Luhan había dejado esa tarde sobre su cuerpo.

Lo había tenido tan cerca; entre sus brazos como secretamente deseaba sostenerlo innumerables veces.

Todavía podía sentir sobre su uniforme escolar el sutil perfume que él siempre usaba aun cuando el aroma del humo de cigarrillo se había adherido también a la tela, era por eso que lo dejaría así por esa noche, iba a conversar su perfume por mucho que esté le recordara lo estúpido que había sido ese día; lidiaría con todo lo demás por la mañana.

Un último trago fue suficiente para acabar con lo que quedaba de su bebida y con ella la hora de irse también llegó, se abrió paso entre la multitud que bailaba eufórica sin molestarse en avisarle a sus amigos que ya iba a marcharse porque de cualquier forma no sabía dónde era que Lay estaba y Chanyeol parecía estar más ocupado con la chica que lo había arrastrado a un rincón oscuro y se encontraba de rodillas frente a él.

Salió por la puerta trasera del almacén abandonado que era la locación para esa reunión colmada de adolescentes estúpidos y con las hormonas alocadas además de uno que otro entretenimiento que no fuese bien visto por la ley. Afuera había varias personas más gritando y agitando las manos al aire, podía escuchar gruñidos y ladridos feroces pero no se sintió con ganas de acercarse al sitio donde todas las personas se aglomeraban aclamando a su luchador favorito.

No le encontraba sentido a ese tipo de entretenimientos además de que tampoco le gustaba mucho el maltrato animal, así que tan sólo pasó de largo la pelea.

— Joder, perdí mucho por culpa de este estúpido animal —escuchó decir a alguien y seguidamente escuchó un agudo chillido de dolor.

— Ya déjalo hombre, está ya lo suficiente mal como para que sigas golpeándolo —dijo alguien más.

— ¡Me importa un carajo, este hijo de puta merece morir como la mierda que es! —exclamó furioso y nuevamente un gañido se dejó oír, fue entonces que Sehun se animó a acercarse.

Había dos hombres en el lugar en el que Sehun había escuchado el gañido y se sorprendió un poco al ver en el suelo el cuerpo laxo y sangrante de un gran perro negro; su respiración era agitada, tenía la lengua fuera de su sangrante hocico, había perdido parte de la oreja izquierda además de algunas porciones de cabello y piel, sus patas estaban cubiertas de laceraciones y uno de sus ojos estaba totalmente cerrado.

No conocía mucho de perros pero por lo menos podía identificar esa raza en específico; era un doberman macho, la misma raza del perro que uno le los oficiales de su antiguo colegio había tenido y usado para joderles la vida. Mierda, él maldecía a Napoleón donde quiera que el maldito perro se hallara.

Sin embargo, aunque ese perro se parecía a Napoleón sabía que no lo era aunque si parecía haber sido el perdedor de alguna de las peleas clandestinas que solían organizar en aquel lugar. Miró al dueño del agonizante animal y de inmediato supo que nada bueno iba a suceder cuando un arma fue apuntada a la cabeza del lastimado animal.

— No volverás a hacer que pierda dinero —soltó fríamente.

— ¿Cuánto quieres por él? —Su voz sonó alto y claro, deteniendo al hombre que estaba por disparar.

— ¿Qué? —espetó, girándose a mirarlo con el ceño fruncido.

— El perro, ¿cuánto quieres para vendérmelo?

— ¿Estás bromeando? —inquirió incrédulo.

— No.

— ¿Niño, acaso ya viste el estado en que el maldito animal está?

— Sí pero esa no es la cuestión, lo que importa aquí es que tú estabas quejándote acerca de haber perdido dinero y que yo puedo darte algo a cambio de ese perro moribundo —explicó.

El tipo lo miró con una ceja arqueada antes de sonreír ladino, se acercó peligrosamente hasta él y lo miró de pies a cabeza.

— ¿Cuánto tienes?

— Mil —respondió tranquilamente, aun cuando el tipo parecía querer intimidarlo.

— Bien, no es lo que perdí pero es algo —sonrió mordaz.

Sehun asintió y sacó su billetera, extrayendo de ella el dinero que luego le entregó al fastidioso tipo. El sujeto asintió conforme antes de arrebatarle el dinero de las manos y cabecear hacia su compañero para indicarle que debían marcharse.

— Suerte con el cadáver —se burló.

El rubio no le prestó la más mínima atención y se dirigió a paso lento hasta el herido animal que no dudó en gruñirle, tratando de ser tan feroz como no lucía. Un chillido salió de su ensangrentado hocico cuando el rubio lo cargó y seguidamente volvió a gruñirle.

— Oye, estoy salvándote el pellejo, sé más agradecido y deja de gruñirme —bufó, comenzando a caminar—. Ahora, vamos a ir a casa, no te prometo que sobrevivirás pero haré lo que pueda —prometió.

***

Media noche en punto y esa fue la señal de Luhan para marcharse a su casa, ya había esperado demasiado a Sehun y por más que le hubiera dicho a sus padres que iba a estar en casa de Cherry, ellos no iban a tardar en llamarlo.

Suspiró cansado mientras se ponía de pie con la mochila aún en sus brazos y decidió dar una última mirada hacia el camino por si acaso lo veía venir, fue justo en ese momento en el que retuvo bruscamente el aire y corrió hacia él.

— Y esta es mi calle, no es la gran cosa y a esta hora ya no es muy segura pero… oye, ya deja de gruñirme o voy a dejarte justo aquí —amenazó irritado.

— Sehun.

El sonido de esa voz fue lo único que hizo falta para que todo él se congelara en su sitio y contuviera el aliento, sus ojos se quedaron un poco más de lo necesario en el animal en sus brazos por miedo a elevarla y que una vez más no fuese más que su imaginación.

Tardó varios minutos más antes de que se atreviera a levantar la mirada y encontrarse con la expresión preocupada del precioso muchacho que miraba con angustia al mal herido perro y Sehun tuvo que apartar la mirada para así no sentirse aún más estúpido de como ya se sentía por sentir envidia de un perro prácticamente moribundo.

— ¿Qué le pasó? —murmuró Luhan con voz preocupada.

— Bueno… —comenzó pero no sabía cómo continuar la frase—, digamos que se metió en una pelea que fue demasiado para él —respondió indeciso, porque ciertamente para él era mucho más importante saber qué era lo que Luhan estaba haciendo ahí.

— ¿Se pondrá bien? —inquirió esperanzado, dándole una mirada llena de angustia y algo de dulzura.

Eso aturdió al rubio y apenas pudo asentir aún a sabiendas de que no era cien por ciento seguro de que el dañado animal pudiese salir de esa. Al final bastaron solamente un par de minutos más para que Luhan y él estuvieran ingresando trabajosamente a la residencia del rubio con el herido animal en sus brazos.

La puerta de la habitación de Sehun golpeó con fuerza la pared cuando ambos entraron, se dirigieron rápidamente hasta la cama del rubio dejando sobre ella el malherido cuerpo del lastimado perro. Sehun salió rápidamente de la habitación dejando a Luhan junto con el herido animal y sin saber si sería de ayuda igual tomó todo lo que halló en el precario botiquín del baño y lo llevó hasta su habitación.

Al entrar nuevamente a su alcoba se quedó momentáneamente pasmado cuando halló a Luhan sentado sobre su cama con la cabeza del maltratado animal sobre sus piernas, lo estaba acariciando muy despacio y su mirada estaba colmada de una ternura que él ya había olvidado haber visto antes cuando eran pequeños.

 — No tengas miedo, todo estará bien, Sehun va a ayudarte —prometió con voz tranquilizadora.

El adolorido perro únicamente pudo gemir quedamente ante las suaves atenciones del castaño y se acurrucó un poco más cerca de él. Los ojos de ciervo del castaño no tardaron mucho en dirigirse hacia él y ante eso él únicamente pudo elevar lo que traía en las manos para lucir menos idiota. Luhan asintió levemente ante su acción  y únicamente entonces el rubio se atrevió a acercarse para tratar de curar un poco del daño que aquel pobre animal había recibido.

Comenzó por limpiar las heridas de la misma forma en que solía limpiar las suyas propias, hizo también lo posible por parar la sangre y finalmente colocó lo mejor que pudo las vendas sobre las cada trozo de carne y herida expuesta mientras luchaba por no dejarse distraer por la bella voz que le susurraba palabras tiernas al temeroso perro.

Los bellos ojos de Luhan fue lo primero que vio cuando levantó la mirada y por un instante sintió su corazón deteniéndose tan sólo por ello y sabía, era totalmente consciente de lo fácil que le resultaría en ese preciso momento estirar sus brazos y volver a capturar entre ellos a Luhan pero se resistió al desesperante deseo de hacerlo.

— ¿Lo curaste? —preguntó ansioso.

— Bueno… no soy precisamente un veterinario, así que… por lo menos espero haber hecho algo que lo ayude aunque sea un poco —contestó dudoso.

— ¿Vivirá?

— No lo sé.

— Espero que lo haga —musitó suavemente, acariciando con delicadeza la cabeza del dormido animal.

Sehun asintió sin que él lo notara y se puso de pie sin prisa, ojos castaños no tardaron demasiado en fijarse en él y seguir cada uno de sus movimientos mientras ponía en orden todos los materiales que había utilizado en su improvisado tratamiento.

— De cualquier forma voy a llevarlo al veterinario mañana —aseguró.

Luhan asintió de acuerdo con la idea y continuó acariciando lentamente cabeza del perro dormido, el silencio entre los dos se instaló y Sehun no podía dejar de mirarlo mientras se preguntaba cómo era que las cosas habían terminado así entre ambos. Su mirada no tardó en captar el objeto que Luhan tenía a un costado suyo y decidió hablar entonces.

— Entonces… ¿a qué debo tu grata visita? —preguntó sin más rodeos.

— ¿Eh?

— ¿Viniste solamente para entregarme mi mochila? —señaló el objeto a un costado del castaño.

Luhan se giró en dirección a lo que Sehun estaba señalando y rápidamente tomó la mochila, tendiéndosela al rubio que sin mucha ceremonia la recibió y lanzó sobre el escritorio que tenía a unos metros de distancia.

— La dejaste luego de tu dramática salida y decidí traértela, además… supongo que también podría darte las gracias por lo de esta mañana —casi susurró lo último.

— Sí, bueno… —formó una mueca con los labios y desvió la mirada únicamente para evitar la de Luhan—. ¿Decidiste esperarme todo este tiempo únicamente para eso? —preguntó con la intención de evitar el tema.

— ¿Q-qué? —tartamudeó, el color carmín de sus mejillas delatándolo—, por supuesto que no. Yo apenas llevaba unos cuantos segundos ahí antes de que tú aparecieras —mintió sin éxito.

Sehun tuvo ganas de reírse de eso pero no lo hizo y simplemente se limitó a asentir a las palabras de Luhan, su vista fija en él mientras trataba con tanto cuidado la oreja herida del cansado perro que dormía sobre su regazo.

— ¿Cómo lo llamaras? —preguntó con un suave murmullo.

— No lo sé —se encogió de hombros—. Yo realmente no pensé en ponerle nombre alguno.

— ¿Qué? ¿Cómo se supone que lo llamaras entonces cada vez que quieras que se acerque a ti? —inquirió con el ceño levemente fruncido.

—Mmm… supongo que algo se me iba a ocurrir —dijo relajadamente.

— Eres un idiota —bufó—. No puedes tomarte esto tan a la ligera porque ahora tienes una responsabilidad para con él y lo primero que esto implica es buscar un nombre adecuado —regañó.

— De cuerdo, de acuerdo —rió algo divertido por la seriedad tan tierna del castaño—. ¿Qué tal si me das algunas sugerencias entonces? —pidió.

— Bueno… —permaneció pensativo durante unos instantes—, la verdad es que creo que esto te corresponde a ti, así que no sé, llámalo 焦糖 (Jiāo táng)* o yo qué sé —dijo desinteresado.

La sonrisa de Sehun no demoró mucho en aparecer debido al ridículo nombre que Luhan estaba sugiriendo para el malherido animal pero de todos modos decidió que ese iba a ser el nombre que iba a darle. ¡Dios!, él incluso le pondría hamburguesa al perro si era eso lo que Luhan sugería.

El sonido que su reloj digital en la mesita de noche lo devolvió a la realidad, recordándole que pronto su madre iba a estar de vuelta y se suponía que él no debía estar cerca de Luhan, apretó con fuerza los puños y luego de varios minutos de indecisión finalmente miró a Luhan directamente a los ojos.

— Está haciéndose ya muy tarde, tal vez deberías volver a casa —sugirió contra su voluntad.

La decepción brilló intensamente en los ojos de su dulce Luhan y él tuvo que morderse la lengua para que las súplicas para que se quedara no salieran de su boca como amenazaban con hacerlo casi siempre.

— Tienes razón —musitó Luhan, poniéndose de pie y ante esa simple acción todo su cuerpo se tensó—, es muy tarde ya.

— Sí —susurró.

— Bueno, entonces… —murmuró, mirando con decepción el suelo.

Se obligó a sí mismo a dar los primeros pasos hacia la puerta y cuando su mano tocó el picaporte se giró hacia Sehun con la mirada cargada de un montón de emociones que el rubio no podía identificar en absoluto pero que hacían doler su corazón.

—Sehun, yo…

« Vete », quería suplicarle el rubio simplemente porque no era tan fuerte y no iba a poder soportar más de aquello a lo que ni siquiera podía ponerle un nombre.

— Todos dicen que algo pasó, que yo debo escucharte y… —guardó silencio entonces, tratando de tragarse el nudo que se había formado en su garganta y le impedía hacer la pregunta que deseaba responder desesperadamente—. ¿Por qué te fuiste?

« Porque debía proteger lo que más amo en el mundo, tenía que salvarte », deseó decir eso con toda su alma pero en su lugar tan sólo se encogió de hombros y sonrió con amargura, intentando aguantar cuanto podía la decepción con la cual él lo miraba.

— No puedo decirte, no es algo que te incumba —dijo tan indiferente como logró sonar.

— No, tú sabes que…

—Te dejé atrás por una razón que aunque no dije, sé que la conoces —señaló—. No seas tan idiota y me hagas decirla en voz alta.

La ira brilló en los ojos claros del castaño, su mandíbula se apretó con fuerza y una sombra de dolor se ocultó tras la máscara de resentimiento que creía que nadie podía atravesar. Sehun no lo miraba a los ojos pero sonreía y lo odió por ello, porque se estaba burlando de él al señalarle una vez más que no era más que una insignificante basura en su vida.

— Tienes razón —masculló entre dientes—. Yo ni siquiera sé qué demonios hago aquí.

Salió apresurado de la habitación, sin notar la mirada de agonía del rubio, se topó con Minho en el camino y sin importarle las consecuencias de sus actos lo empujó fuera de su camino y salió de ahí dando un portazo mientras maldecía con toda su alma a Oh Sehun.

Él no lo siguió y no era como si Luhan lo esperar de todas formas pero igual dolía y eso lo hacía enojar aún más que todo estúpido que sabía que era por creer en las ideas absurdas de los demás.

¿Escucharlo?

¡Ja!, vaya que había sido un imbécil al creer que Sehun realmente había tenido una excusa para lo que le había hecho, él no la tenía y solamente lo había tratado como un simple pedazo de nada; él se merecía que lo odiara con toda su alma por el resto de sus días.

El siguiente día no fue nada bueno para él, los problemas que antes no habían existido a la preparación del festival se presentaron todos a la vez, las cosas se le salían de control y lo que más le molestaba era que estaba sintiéndose mucho más afectado por el hecho de que Sehun estaba huyendo de él como si tuviera lepra o algo parecido.

Le frustraba y llenaba de rabia descubrirse mucho más atento a eso que al hecho de que faltaban materiales y había peleas dentro del grupo. Sabía ya que se estaba transformando en una bomba de tiempo y pronto todo iba a sobrepasarlo sin embargo no esperó explotar contra quien lo hizo.

En ese justo momento estaba lidiando con una estúpida discusión entre dos de sus compañeros antes de que llegara a los golpes, el secretario de la clase tampoco se callaba con el hecho de que nadie estaba prestándole atención con lo de la colecta para comprar algunos materiales, los adornos tampoco estaban cooperando y se negaban a quedar como deberían y, finalmente, Kyung Min se acercó para quejarse sobre Seohyun no haciendo nada.

— Ya Luhan, dile algo —exigía el extravagante pelirrojo y a Luhan le estaba comenzando una maldita migraña.

— ¡Quieres callarte de una jodida vez! —le gritó, sintiéndose harto de la maldita situación absurda.

Kyung Min permaneció en silencio durante unos instantes en los cuales parecía estar en shock y para cuándo pareció lograr reaccionar y Luhan lo vio con intenciones de abrir la boca no pudo soportarlo más.

— ¡Ya deja de fastidiar, maldita sea! —le gritó por segunda vez—. ¡Eres la persona más fastidiosa del puto mundo, cierra ya la maldita boca y mejor ocúpate de tu jodida vida en lugar de estar molestando a Seohyun!

Todo mundo cerró la boca justo en ese momento, el ceño de Kyung Min se frunció evidentemente y sus puños se apretaron a causa del enojo pero ni ver eso hizo que Luhan cerrara la boca como sabía, muy dentro de él, que debía hacer.

— ¿Tan patética e insignificante es tu vida que tienes siempre que estar fijándote en lo que hace o deja de hacer Seohyun? —soltó con desdén y todo mundo comenzó a reírse de Kyung Min.

La determinación del pelirrojo falló entonces, su rostro confuso era adornado también por una mirada herida y si Luhan se dio cuenta de lo cruel que estaba siendo con ese pobre chico no pareció importarle.

— ¿Qué acaso le tienes envidia porque ella es todo lo que tú no puedes ser? —espetó y todo mundo volvió a reírse—, ya deja de ser tan lamentable y hazte cargo de tu propia vida que ya es de por si lo bastante triste como para que tú vengas a ignorarla.

Lágrimas brillaron en los ojos falsamente azules el pelirrojo y sin saber cómo responder agachó la cabeza sintiéndose un idiota total por no poder defenderse de las crueles palabras de Luhan, sentía demasiada impotencia y quería echarse a llorar aunque se suponía que ya estaba acostumbrado a que todos lo trataran igual o peor que ese castaño idiota.

— ¿Y tú te crees mejor que él? —espetó una voz cargada de enojo y lo próximo que Kyung Min vio fue a Sehun empujando a Luhan—, ¿te crees superior por atacar a un chico indefenso que solo está señalando lo inútil que es esa perra que tanto te gusta?

— ¡¿Cómo te atreves?! —rugió furioso el castaño.

— ¡No, ¿cómo te atreves tú a humillar y denigrar de esa manera a Kyung Min?! ¡Crees que él no tiene a nadie que dé la cara por él como tú lo haces por esa estúpida chica, pues déjame decir te que no es así Wu, yo no voy a dejarte seguir haciéndole esto!

— ¡Sehun, detente! —exclamó el horrorizado pelirrojo cuando nuevamente Sehun le dio un empujón al cuerpo más pequeño de Luhan.

— ¡Vamos, intenta hacerme a mí lo que le acabas de hacer a Kyung Min! —lo retó.

Luhan le lanzó una mirada llena de desprecio y reproche al ver sus brazos firmemente envueltos en torno a la asustadiza figura del pelirrojo, porque esa persona tan feroz y protectora alguna vez había sido la misma que lo protegía a él.

Ese era su Sehun o por lo menos ese había sido el mismo chico que le había visto la cara, quien había fingido preocuparse por él alguna vez pero que ahora no lo fingía y realmente estaba dando la cara por Kyung Min, porque a él si lo quería realmente, porque ese chico no era un simple juguete como él si lo había sido, porque él tenía eso que Luhan extrañaba desesperadamente.

Quería gritar mil maldiciones justo en ese momento pero no lo hizo y en su lugar tan sólo huyó de ahí, escuchando la voz e Cherry gritando su nombre tras su espalda y una maldición de parte de Sehun.

Era estúpido sentirse tan herido como lo hacía pero tan sólo no podía evitarlo y seguía sintiéndose de esa forma, viéndose obligado a ocultarse en ese lugar secreto que creía nadie conocía más que él, sin embargo, hubo alguien que si lo siguió y que le estaba dirigiendo una mirada de infinita angustia mientras que él peleaba desesperadamente por no dejar caer ni una sola de sus lágrimas.

— Seohyun —musitó débilmente.

— Shhh, está bien Hannie —arrulló ella, envolviéndolo en un cálido abrazo—. Ellos son unos idiotas, no prestes atención a sus palabras.

— Yo…

— Ta sólo escúchame a mí, yo soy la única que te quiere de verdad —aseguró.

Esas palabras lo dejaron confundido pero igual terminó asintiendo a ellas mientras torpemente devolvía el cariñoso gesto de la pelinegra, ocultando su rostro en su pecho con una sonrisa estúpida dibujada en sus labios y su corazón latiendo demasiado rápido.

La amaba demasiado, sólo ella lo haría feliz y estaba seguro de ello con toda su alma.

Gracias a ella pronto la mayor parte de todo ese mal día quedó en el olvido, sin embargo recordaba perfectamente lo mal que había actuado con cierta persona y por muy difícil que le resultara igual se obligó a acercarse a él durante el almuerzo para así decirle por lo menos un perdón que, si bien no borraría el daño, por lo menos le hiciera saber que se arrepentía de lo cruel de su actuar.

Decidió esperar a verlo sin su perro guardián rondándolo porque sinceramente pelear con él era algo que deseaba evitar y no le sorprendió en lo absoluto recibir una mala mirada de parte del pelirrojo cuando estuvo frente a él, al final decidió no retroceder e hizo una perfecta reverencia frente al pelirrojo chico que tras sorpresiva acción lo miraba con la boca abierta.

— Lo siento mucho Kyung Min, fui un idiota total contigo —dijo alto y claro—. Sé que no es excusa para mi horrible comportamiento pero me sentía muy estresado con todo aunque eso no es excusa para descargarme contigo que no tenías la culpa de absolutamente nada porque de hecho eres una de las personas más participativas y cooperativas de todas, realmente yo lamento muchísimo haber sido un imbécil total contigo y realmente no espero que me perdones porque igual no lo merezco pero quiero que sepas que me arrepiento profundamente de todo lo que te dije —finalizó y nuevamente se puso derecho para mirar al pelirrojo.

Él tenía el ceño fruncido cuando sus miradas se cruzaron una sonrisa no demoró en aparecer en el rostro ajeno y antes de poder reaccionar, Luhan se vio envuelto en un efusivo abrazo acompañado de una jovial risa.

— ¡Waaa, eres tan formal que hasta eres tierno! —chilló alegremente Kyung Min, consiguiendo con ello que las mejillas de Luhan se pintaran de rojo.

— ¿Gra-gracias? —balbuceó avergonzado al tiempo que devolvía el abrazo del pelirrojo.

— De nada, pero esto no significa que estés cien por ciento perdonado —aseguró.

— ¿Eh?

— Tú y yo vamos a tener una cita el sábado —anunció alegremente.

— ¡¿Q-qué?! —exclamó sorprendido.

— Ya me escuchaste, tendrás que hacerlo si quieres mi perdón —dictaminó, fingiendo seriedad.

Y contrario a todo y sobre todo al hecho de que Luhan bien podría decirle a Kyung Min que no tener su perdón era algo con lo que podría vivir el resto de su vida, igual comenzó a reír ligeramente y asintió sin más.

— De acuerdo —aceptó felizmente.

— ¡Maravilloso! —exclamó emocionado—. ¡Ya verás cómo nos vamos a divertir! —prometió.

Claro que su principal intención no era esa sino más bien encontrar la forma de poder volver a unir a Luhan y Sehun, ¡y qué mejor manera de hacerlo que primero conocer mejor a Luhan!

De esa forma sabría la mejor línea de acción a seguir, porque se estaba quedando sin tiempo y luego del incidente de esa mañana sentía que en lugar de avanzar las cosas estaban retrocediendo demasiado y si quería irse con la seguridad de que Sehun estaría en buenas manos tenía que comenzar a actuar.

***

— Ya son las once —murmuró para sí misma mientras volvía a mirar por la ventana como por decimoctava ocasión.

— Amor, ya deja eso —pidió riendo ligeramente el hombre que junto a sus dos hijos miraba la televisión.

— ¡Pero ya son las once de la noche y mi bebé no llega! —chilló con un tono demasiado infantil al tiempo que se cruzaba de brazos y hacía un adorable puchero.

— Vaya, y yo que pensé que el bebé de la familia era Xiǎolù —se burló YanYan.

— ¡Yo no soy un bebé! —exclamó el indignado chico.

— Shhh, cállate niño que los adultos estamos hablando —dijo divertida.

— Eres muy mala, YanYan jiejie —refunfuñó infantilmente.

El señor Wu al ver toda la situación tan sólo pudo echarse a reír antes de ponerse de pie e ir hasta donde su adorable esposa seguía mirándolo enfurruñada cual niña pequeña a la cual se le niega su golosina preferida.

— Tranquila, Zhao no debe tardar —aseguró.

— Pero…

— Él ya es un muchacho mayor y de todas formas no es como si no nos hubiese informado a donde iría, estará bien.

— Ya se tardó mucho —murmuró.

— Naturalmente, mi cielo, fue a hacer tarea y no a jugar —le recodó.

— Supongo que tienes razón —admitió de mala gana.

Una nueva risita brotó de los labios de su esposo y fue justo ese momento que el celular del menor de los Wu decidió romper la empalagosa atmosfera que la pareja estaba teniendo.

— Por fin alguien me responde —dijo falsamente molesto Zhao.

— ¿Se puede saber dónde estás? —preguntó molesto el menor—. Dijiste que llegabas a las diez y ya son las once, mama está preocupada —regañó y él tan sólo rió ligeramente ante eso.

— Lo siento, lo siento. Ya no me regañes Xiǎolù —pidió risueño—. Es sólo que el trabajo resultó más difícil de lo que pensamos y en mi defensa también diré que llevó un buen rato intentando llamar a casa pero simplemente nunca me respondieron, fue por eso que decidí llamarte a ti ya que sé que tú siempre estás pegado al celular en espera de un mensaje de esa niña que tanto te gusta —molestó un poco a su hermano menor a sabiendas de lo avergonzado que siempre se ponía respecto a ese tema.

— Oh, cierra la boca —bufó y de hecho Zhao ya tenía una imagen mental de él completamente rojo, se rió con ganas de ello mientras aceleraba más el paso a su hogar.

Malas noticias fue lo que obtuvo al girar en una esquina y aun cuando los oscuros ojos de Oh Minho se posaron inmediatamente sobre él, no dejó de sonreír mientras sostenía su teléfono aún cerca de su oído.

— Rayos, esto es malo —se dijo a sí mismo cuando vio a todos los acompañantes de Minho ponerse de pie.

— ¿Zhao gē? —llamó Luhan al otro lado del teléfono.

— Lo siento mucho Xiǎolù, pero debo colgarte —explicó tranquilamente.

— ¿Qué? ¿Por qué? —preguntó con angustia ya plasmada en su voz.

— Es porque creo que estoy a punto de recibir una paliza —dijo riendo y fue en ese momento que Minho chasqueó los dedos dando la expresa orden de atacar.

— ¡Zhao gē! —oyó gritar a Luhan antes de que su móvil se fuera directo al suelo.

Logró esquivar y conectar algunos golpes tanto como no lo logró con muchos otros, eran cinco contra uno y aunque sabía que no podría ganar por lo menos podía decir que estaba defendiéndose lo mejor posible.

— Impresionante, no lo haces tan mal —elogió Minho, quien sólo se mantenía mirándolo todo a una distancia prudente.

— ¿Qué puedo decir? —respondió limpiando un poco de la sangre que escurría por su barbilla antes de lograr darle un puñetazo a uno de sus atacantes—. Soy chino y todo mundo sabe que todos los chinos somos como Jackie Chan, todos sabemos karate o alguna otra arte marcial —bromeó aún a pesar de la mala situación.

— Con que de eso se trata —musitó Minho.

La sangre de Zhao se congeló por completo y apenas giró un poco su rostro antes de sentir el punzante dolor que algún duro objeto le provocó a su cabeza, cayó al suelo sin poder evitarlo y todo a su alrededor se tambaleaba cuando trató de ponerse en pie, al final solamente pudo arrastrarse lejos y girarse en dirección a Minho que sonreía torcidamente mientras que de su mano derecha colgaba el bate que había usado para golpearlo.

— Oh amigo —sonrió trabajosamente—, eso es hacer trampa.

— Esto es la calle, niño. Aquí se juega con mis reglas —anunció burlón.

Y tras esas palabras y ver a Minho elevar nuevamente el pesado objeto de madera lo único que Zhao pudo hacer fue cerrar los ojos con fuerza y rezar silenciosamente porque todo terminara rápido y así poder volver a casa para no seguir preocupando a sus padres.

Notas finales:

*Jiāo táng: caramelo.

Y bueno eso es todo por hoy, muchas gracias por leer y hasta la próxima.

La amuuuuuuu <3


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