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Only reason. por DNA

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Notas del capitulo:

Por fin logré hacerme un espacio libre para poder actualizar, lamento mucho la espera pero aquí me tienen.


Disfrútenlo~

Dos semanas del plazo que tenía se habían cumplido desde el día que había ido a dejar su primer sueldo y cada vez era más difícil. Había pensado tontamente que los únicos clientes difíciles que tendría serían esos imbéciles que no dejaban de decir que él era homosexual, lo cual siempre traía las palabras groseras y miradas despectivas de todos los demás, pero…

¿Qué les importaba si lo era?

Se trataba de su vida privada pero en ese lugar el hecho de ser diferente, o tener otro modo de pensar, era igual a tener lepra o alguna otra enfermedad contagiosa al tacto. Luhan simplemente no lo entendía y ya no estaba seguro de cuanto más podría lidiar con toda la maldita situación, muy a pesar de que sus compañeros de trabajo y su jefe siempre estuvieran diciéndole que todo pasaría y que lo estaba haciendo genial.

Sin embargo, sabía que sus palabras de aliento no iban a funcionar para siempre y su paciencia cada vez era menos, lo único que lo mantenía ahí era el saber que gracias a eso Sehun ya no llegaba tan tarde a casa, también se veía más tranquilo y eso estaba bien. Ahora bien, regresando a la situación actual, tal vez era recordar a Sehun lo único que lo frenaba de estrangular a la maldita mujer que no dejaba de hacer escándalo.

— Señora, por favor tranquilice y…

— ¡No me toques! ¡A saber donde estuvieron tus asquerosas manos antes! —exclamó histérica.

Luhan apretó la mandíbula pero se tragó el grito que amenazaba con decirle que alguien como ella era la menos indicada para decir cualquier cosa sobre él; ya todo el mundo estaba mirándolos y eso era lo suficientemente malo ya por sí mismo.

— Señora, le suplico que se calme, está incomodando a los demás clientes —trató de disuadirla.

— ¡Me importa una mierda la demás clientela! —vociferó furiosa—. ¡Li! ¡Li!

— ¿Cu-cuál es el problema señora? —intervino rápidamente Rin.

— Oh, Rin, que bueno que estás aquí —dijo viéndose realmente aliviada—. Ese jodido maricon de mierda es el problema —señaló a Luhan con asco.

Luhan dio un paso al frente ya al borde del colapso, afortunadamente Jackson apareció justo a tiempo, tomándolo del brazo y negando apenas con la cabeza para que se detuviera.

— ¿Qué pasó con Luhan? ¿La ha tratado mal? —preguntó la china. Luhan sabía que su compañera había visto todo y sabía la verdad pero no dejaba de ser molesto tener que quedarse ahí en silencio, aceptando todo lo que la bruja dijera.

— Oh, cariño —suspiró exageradamente—, las personas como él ya de por sí son despreciables y lo sabes, pero… este —soltó con desdén—, no ha hecho otra cosa que ser un irrespetuoso —acusó.

— Ya veo —murmuró Rin—. Lamentamos profundamente que una distinguida clienta como usted tenga que haber pasado un mal rato y, para compensarla, hoy la casa invita y yo seré su mesera personal —dijo sonriente.

La arrogante y odiosa mujer asintió complacida mientras Luhan utilizaba todo su autocontrol para no gritarle todo su desprecio y enojo a la maldita bruja. Rin le dio una rápida mirada indicándole que se alejara y no tuvo que volver a repetirlo para que él ya hubiera dado la media vuelta.

— ¿A dónde crees que vas? —inquirió la odiosa mujer. Luhan no respondió a la pregunta pero se resistió a dar un paso más—. Todavía me debes una disculpa por tu comportamiento —afirmó.

El castaño se giró a verla con expresión incrédula, una sonrisa enorme adornaba sus gruesos labios rojos y cuando el castaño miró como Rin se mordía el labio inferior y desviaba la mirada, quiso llorar y patalear como un niño pequeño haciendo una rabieta. Sus suplicantes ojos fueron hasta su jefe quién le daba una apenada sonrisa pero igual asentía para que lo hiciera y era demasiado malditamente injusto.

— ¿Y bien? —inquirió la arrogante mujer.

— Lamento mucho mi comportamiento, no se volverá a repetir —masculló entre dientes.

— De acuerdo, espero que la próxima vez que venga ya te hayas hecho cargo de este desagradable asunto, Li —lo señaló al decir desagradable asunto, bufando antes de ir hasta su mesa.

El coraje y la frustración se hicieron cargo y lo llevaron hasta la habitación de los empleados donde no pudo aguantarse las ganas de arrojar algo al suelo, ese algo siendo su pequeña libreta y bolígrafo. Sentía algo atascado en su garganta y sintió humedad en las esquinas de sus ojos. Se sentía demasiado molesto y también pisoteado, esa mujer lo había insultado y no contenta con ello lo había acusado a él, exigiendo una disculpa que Luhan no habría tenido que dar.

— ¿Lu? —llamó cautelosamente Jackson, el cual se había olvidado que estaba ahí.

— No es justo —murmuró por temor a que su amigo escuchará su voz fallar.

— Lo sé, pero no le hagas caso, ella obviamente solo estaba aquí para joder a alguien, seguramente hubiera hecho lo mismo con Rin o conmigo —dijo tratando de animarlo.

— No —negó con un movimiento de su cabeza—. Ella lo hizo porque se trataba de mí, todo ese asco y desprecio en su mirada eran para mí —aseguró—. Tú no viste la forma en que me veía.

— Hannie…

— Todos ellos hacen lo mismo, me miran igual que ella y hacen todo tipo de comentarios ofensivos desde que esos tipos dijeron que era gay, son así porque piensan que soy diferente y no es verdad —murmuró con un hilo de voz.

— Lo siento Lu, yo no hice nada para ayudarte —dijo avergonzado.

— No Jackson, no te digo esto para que des la cara por mí, yo puedo defenderme solo, es únicamente que… —pausó, como reflexionando sus palabras—, que es una mierda que crean lo que los demás dicen, es un maldito asco que me juzguen y traten como basura por una mentira y, aunque no lo fuera… ¿qué mierda les importa a ellos si me gustan los chicos? Se trata de mí y no de ellos —dejó ir con frustración.

— Sí, pero...

—No Jackson —sonrió levemente—. Gracias por preocuparte pero no podría pedirte que pusieras en riesgo tu empleo así como seguramente lo está el mío —musitó ya resignado.

— No digas tonterías Lu —habló, frunciendo el ceño—. ¿Qué te hace pensar que tu empleo está en riesgo?

— Es que es obvio —suspiró cansado—. Todos los clientes me miran mal, hacen todo toda clase comentarios despectivos sobre mí, algunos hasta se niegan a que los atienda y siempre que vienen esos tres no paran de fastidiar al señor Li. Él obviamente no va a soportarlo todo el tiempo e inevitablemente me despedirá —aseguró.

— Por supuesto que eso no pasara —frunció el ceño—. El señor Li es un gran jefe y sabe que tú eres un buen chico, además de que te estás aguantando todo esa mierda que te lanzan sin golpear a los idiotas, él sabe que eres un gran empleado.

— Pero…

— Tranquilo, Lu —sonrió—, el jefe sabe lo que vales y has aguantado, él no va a cometer una injusticia. Además, seguramente tendrá muchos problemas si lo hace —afirmó con seguridad.

— ¿Por qué tendría problemas por ello? —inquirió confundido.

— Porque muchos de los clientes te adoran —dijo sonriente.

— Ay Jackson —negó levemente—, tú sí que puedes ver lo positivo en donde no existe, ¿verdad?

— ¡No miento! —exclamó ofendido—. Tú incluso puedes salir a preguntar a los clientes y lo verás, ¡ellos te adoran! —afirmó.

— No, tú no sabes lo que…

— La señora Kang siempre pregunta por ti cada vez que viene y suele dejarte propinas muy buenas, ella antes nunca dejaba nada; el señor Seung nunca antes había sonreído hasta hace unas semanas atrás que tú lo atendiste y ahora siempre que viene tiene una gran sonrisa para ti; los pequeños de la señora Park te aman y siempre corren a abrazarte cuando te ven e incluso varias chicas vienen aquí solamente para verte porque piensan que eres guapo. Tú realmente has hecho que la clientela aumente en ese aspecto e incluso me has hecho popular porque yo siempre digo que soy tu amigo y así ellas me darán sus números —rió por su comentario—. Tú has hecho de este un lugar más agradable, Lulu. Antes aquí solo venían tipos con aspectos escalofriantes pero desde que viniste cada vez hay más familias, ancianos, chicas y chicos jóvenes. Todo es gracias a ti, a la sonrisa que les das cuando cruzan las puertas del lugar y a la amable manera en que los atiendes;  incluso yo, Luhan, yo que siempre atendía de mala gana a la clientela he comenzado a ser más amable y es por ti, porque tú haces todo más agradable y más divertido.

Luhan se quedó sin palabras ante las palabras del pelinegro, jamás imaginó siquiera que él lo tuviera en ese concepto.

— Sé bien que te es difícil porque aún hay bastantes idiotas que sólo están molestándote pero ellos son la minoría, ellos no importan porque hay muchísima más gente a la que le agradas y se ha encariñado contigo —afirmó con seguridad.

— Yo…

— Eres un gran chico y en este corto periodo incluso yo me encariñe contigo, tu sonrisa es realmente contagiosa y esa tierna forma de ser tuya hace que cualquiera quiera ser cercano a ti. Ya sé que ahora es difícil para ti pero te pido aguantar y quedarte, por favor, no te vayas Luhan, no todavía o voy a sentirme muy pero muy molesto –pidió con un lastimero tono de suplica.

Luhan no pudo hacer más que sonrojarse y sonreír tímidamente luego de escuchar a Jackson decirle todo eso y, tenía razón, Luhan se veía obligado a admitir que realmente había personas muy amables y buenas en aquel lugar, empezando por su jefe y compañeros de trabajo.

— Tienes razón pero aún con eso…

— Yo no te despediré, Luhan —habló repentinamente su jefe y Luhan abrió ampliamente los ojos al verlo ahí, recargado en el umbral de la puerta—. Eres un buen muchacho y también haces un grandioso trabajo, muchos de los clientes me felicitan por ti y dicen que eres la mejor contratación que he hecho, no puedo permitirme el lujo de despedirte y perder clientes —sonrió.

— Señor Li.

— Lamento no poder defenderte Lu, pero yo no puedo…

— Está bien, señor Li —interrumpió el menor—. Yo lo entiendo de alguna manera y ya me siento mejor solo con saber que no corre riesgo mi empleo —sonrió.

— No te preocupes chico, yo jamás te despediría por algo que realmente no es culpa tuya, además, sé bien que necesitas el dinero y yo también necesito que tú sigas aquí, ambos ganamos de esta forma.

— Tiene razón —asintió.

— Por cierto, el próximo miércoles habrá una fiesta organizada por el gran jefe para todos sus empelados y me preguntaba si podrías venir a cubrir un par de horas extras —explicó.

— ¿El dueño del lugar vendrá? —preguntó nervioso, no están muy seguro de acceder. Poco le habían hablado de aquella persona pero todo lo que le habían dicho era realmente para poner a cualquiera asustado.

— Sí pero tranquilo, de verdad que no es un mal sujeto y tú solamente tienes que hacer lo que siempre haces, la diferencia es que en lugar de atender a todos en el lugar, tú únicamente serás el mesero del jefe y ya. También voy a pagarte las horas extras y te juro que la propina que él te deje será realmente generosa —dijo, viéndose algo ansioso por escuchar un sí de parte del castaño.

— N-no es que no quiera hacerlo pero… ¿no sería mejor si Jackson o Rin lo hicieran? Es decir, yo soy nuevo y no conozco al dueño mientras que Jackson y Rin saben que hacer mejor que yo —explicó Luhan.

— Tienes razón al decir que Jackson y Rin trabajan aquí desde hace más tiempo que tú pero Jackson no puede estar aquí porque trabaja de noche mientras que Rin siempre termina en una pelea con el jefe. Tú en cambio eres realmente bueno atendiendo a los clientes, ellos siempre dicen que es realmente agradable ser atendidos por alguien tan atento y tu sonrisa es realmente refrescante, los clientes te adoran y seguro el gran jefe quedará impresionado si tú eres su mesero por esa noche —habló con tono suplicante.

Los varios cumplidos que su jefe le hizo provocaron que se sonrojada levemente, una sonrisita tímida fue esbozada por sus labios y decidió aceptar. La idea del dinero extras sonaba bien y además su jefe realmente parecía querer rogarle porque accediera.

— De acuerdo, lo haré —respondió finalmente.

— ¡Genial! Te prometo que haré que valga la pena —aseguró y salió de ahí prácticamente dando saltitos—. Oh, es verdad —lo oyó decir antes de que volviera a asomarse—. Vuelvan ya al trabajo o Rin nos matará a los tres por dejarla sola.

Ambos menores rieron por aquello y por la forma en que su jefe se estremeció al decir lo que la china les haría. Jackson abandonó la habitación primero mientras que él se quedaba a levantar lo que había arrojado al suelo en medio de su rabieta pasada. Salió minutos después con una sonrisa en los labios que se fue tan pronto se vio de frente con sus clientes favoritos, miró a ambos lados encontrando a Jackson y Rin demasiado ocupados como para salvarlo por esa vez y luego de tomar aire se acercó a la mesa.

— Buenas tarde, ¿qué van ordenar? —habló tan educadamente como le fue posible.

El líder de los tres imbéciles lo miró fijamente y bufó con desagrado al verlo, no respondió a la pregunta y simplemente se reclinó en su silla, subiendo los pies a la mesa mientras los otros dos lo ignoraban y seguían con su charla.

­— Le pido por favor que baje los pies de la mesa, no está en su casa —dijo con el ceño fruncido.

El otro lo miró con molestia, incluso los otros dos detuvieron su conversación y le lanzaron miradas mortales pero Luhan no retrocedió, no estaba seguro de lo que estaba por hacer, tal vez le causaría problemas con el señor Li pero no podía dejar que todo siguiera así por el bien del restaurante y por el suyo mismo.

— ¿Qué has dicho? —masculló entre dientes.

— Ya me escucho —respondió desafiante y sin temor alguno empujó los pies ajenos, bajándolos bruscamente de la mesa—. ¿Van a ordenar o se largan de aquí? —espetó.

Los tres chicos lo miraban con la boca abierta, sentía la mirada de todos sobre ellos y al girar un poco en dirección al señor Li, no vio más que aprobación y un poco de preocupación, se sintió mucho mejor entonces y sólo esperaba que eso no llegara más lejos.

 — Tráenos tres cervezas —ordenó el líder de los tres estúpidos pero no hizo nada más. Luhan asintió sonriente y se retiró para traer lo que le pidieron, el señor Li le dio una sonrisa de satisfacción al verlo acercarse a la barra.

Le bastaron apenas un par de minutos regresar con lo pedido y entonces obtuvo sus órdenes entre malas miradas y ceños fruncidos. Pensó entonces que de haberse enterado antes que ellos iban a dejar de joder si los enfrentaba, lo hubiera hecho hacía mucho.

El señor Li apenas se demoró con su pedido, dándole algo de tiempo para atender a otras tres personas, sintiéndose feliz al notar lo que Jackson le había dicho antes; esas personas lo habían saludado amablemente y su sonrisa era tan genuina como la de Luhan. Cuando fue momento de volver con los tres tipos fastidiosos su rostro volvió a mostrarse indiferente y tan pronto sus miradas se cruzaron, les lanzón un claro mensaje de: “no me jodan o les irá mal”.

— Sus órdenes —anunció, colocando uno a uno los platillos en la mesa.

Observó atentamente a los tres y su ceño se frunció visiblemente luego de ver como uno de ellos se sacaba de la boca goma de mascar que minutos después terminó debajo de la mesa.

— ¡Por todos los cielos! —exclamó asqueado—. No puede ser posible que sean tan cerdos.

— ¿Qué has dicho? —masculló el tipo de la goma de mascar, siendo frenado por el líder.

— Corregiremos eso —aseguró viéndose algo molesto—. Aunque yo también tengo una queja, ¿qué se supone que es eso que está sobre mi comida? —preguntó fastidiado.

El castaño le dio un vistazo al platillo pero nada malo había en él.

— No tiene nada de malo —respondió firmemente.

— Claro que sí —afirmó irritado—. Está ahí —señaló al centro del plató.

— No hay nada ahí —bufó.

— Que sí —insistió ya más irritado—. Tan sólo acerca tu estúpida cara para ver bien la maldita cosa —escupió con enojo.

Luhan resopló por la infantil actitud ajena, se inclinó para mirara bien el maldito plato pero ahí no había absolutamente nada y estaba por hacérselo saber al estúpido necio pero antes de poder decir nada una fuerte presión lo hizo ir hacia abajo, estrellando sus cabeza contra el plato y contra la mesa luego de que el objeto de cerámica se rompiera.

— ¡Luhan! —escuchó el aterrorizado grito de una voz femenina.

Retrocedió trastabillando, algo húmedo resbalaba en alguna parte de su rostro, todo estaba dándole vueltas y su visión estaba entre doble y borrosa. No podía enfocar bien, no entendía tampoco lo que estaba pasando pero era consciente que ya se hallaba en el suelo. Alguien lo llamaba y sentía su cuerpo siendo sacudido pero no podía distinguir nada a pesar de estar despierto.

Hubo un estruendo, distinguió el sonido de la loza haciéndose añicos y una voz rugiendo furiosa, trató de verlo al pensar quien era el dueño de la voz pero apenas podía conseguir sus ojos abiertos entonces.

— Sehun —llamó en un débil susurró y luego de ello no hubo nada.

*~*~*

— ¡Bǎobèi Lù! —gritó angustiado el pelinegro tras ingresar estrepitosamente al aula de clases.

Su única respuesta fueron débiles sollozos y al verlo salir de debajo del escritorio del profesor. Sehun corrió hasta él y lo envolvió en un fuerte abrazo.

— Ya paso, Bǎobèi Lù, estoy aquí —consoló al nervioso castaño.

Sus pequeñas manos acunaron suavemente el bonito rostro del más pequeño que mantenía la mirada agachada y una mueca de enojo se formó en su rostro del pelinegro al ver el moretón que comenzaba a hacerse visible en la pálida piel de su mejillas izquierda.

— No te preocupes, Hannie, ellos no volverán a meterse contigo nunca más —prometió, estrechándolo un poco más fuerte, temiendo hacerle más daño al dulce y frágil pequeño.

— E-ellos fueron ma-los, Hunnie —balbuceó—. Y-yo solamente que-quería jugar ta-también.

— Pero Bǎobèi Lù —llamó cariñosamente—, no tienes que buscar nadie más para jugar, me tienes a mí —le recordó sonriente.

— Lo lamento, Hunnie —musitó, abrazándolo un poco más fuerte y escondiendo su rostro en el pecho del pelinegro.

— No importa, no estoy molesto —aseguró, depositando un pequeño beso en la frente del castaño luego de que el elevará el rostro para mirarlo bien—. ¿Por qué no vamos a jugar? —preguntó.

— ¿Q-qué te paso? —preguntó con la voz quebrada, sosteniendo el rostro ajeno por las mejillas.

Él estaba despeinado, su pómulo derecho comenzaba a hincharse y había un corte en su labio inferior, todo era nuevo y Luhan no podía culpar a la horrible familia del pelinegro, alguien ahí lo había hecho y él no había podido hacer nada; nunca podía.

— No te preocupes, no es nada —aseguró con su dulce sonrisa.

— Pero…

— Estoy bien —afirmó—, solamente tuve un accidente con una de las cajas que la directora me hizo mover por lo de mi castigo, ella se sintió mal después de eso y me dejó ir —explicó tranquilamente.

Luhan lo miró con un puchero en sus labios, habían algo extraño en aquella historia pero terminó creyéndola al final tras ver la sonrisa de Sehun y recibir un tierno beso en su mejillas lastimada. Su sonrisa volvió entonces y no dudó más cuando Sehun le pidió que fueran a jugar, tomando su mano para arrastrarlo al patio de la escuela.

— ¡Andando, andando! —exclamaba felizmente el pequeño castaño.

— De acuerdo, de acuerdo —reía el pelinegro.

Días más tarde el pequeño castaño se enteró que Sehun no solamente lo había consolado aquel día, sino que también había ido tras sus agresores y era por eso que ellos huían cada vez que lo veían venir; esa tarde lloró una vez más porque sabía que aunque Sehun siempre lo protegía, él nunca podría hacer lo mismo por el pelinegro y eso lo llenaba de pena y frustración ya que él quería hacer lo mismo por una de las persona que más quería en el mundo.

*~*~*

— ¡Sehun! —Su nombre fue lo primero en abandonar sus labios tan pronto sus ojos se abrieron.

La conciencia le dio la bienvenida bruscamente y lo que él creyó fueron unos segundos apenas, no era ni de cerca de esa manera luego de que mirara a su alrededor, encontrándose con la luz de la habitación de los empleados encendida y eso únicamente era así una vez que ya era de noche.

Se incorporó, dándose cuenta que estaba sobre una de las bancas del comedor que había en la habitación, cubierto con una chaqueta que sabía era de Jackson. Una punzada de dolor le hizo llevar su diestra a su frente y ahí encontró pequeñas manchitas de su sangre. Fue capaz de recordarlo todo entonces y se puso rápidamente de pie, mareándose por ello y yéndose de bruces al suelo.

— ¡Luhan! —exclamó alarmado Jackson, corriendo hasta donde él se encontraba para ayudarlo a ponerse en pie—. ¡¿Acaso te has vuelto loco?! No puedes levantarte aún —lo regañó, obligándolo a sentarse una vez más.

— Jackson —murmuró tratando de darle sentido a todo—. ¡Jackson! —exclamó tan pronto logró reaccionar como era debido, tomando fuertemente las manos de su amigo—. ¿Dónde está Sehun? —preguntó ansiosamente.

— ¿Sehun? ¿Quién es Sehun? —preguntó desconcertado y preocupado.

— É-él vino, escuché su voz luego de que todo pasó —afirmó.

— Luhan, ese fui yo —respondió mirándolo con preocupación, tal vez él pensaba que se estaba volviendo loco o que el golpe había sido demasiado fuerte.

— Ya veo —murmuró, había una nudo un su garganta mientras liberaba las manos del otro y el hecho de saber que Sehun ya no estría ahí nunca más, lo tenía al borde de las lágrimas—. Perdóname por preocuparte a ti y a todos los demás, ya estoy bien —forzó una sonrisa.

— No te preocupes —le restó importancia—, pero por favor ya no vuelvas hacer una locura así jamás, me asusté mucho, todos lo hicimos —explicó, sonriendo dulcemente para que también supiera que todos estaba bien­—. Ah, también olvídate de esos tipos, ellos ya no volverán a molestarte nunca más —prometió.

— ¿Te encargaste de ellos por mí? —preguntó visiblemente asombrado.

— Bueno, no exactamente pero ya no serán un problema —aseguró, revolviéndole el cabello con mucho cuidado.

— Gracias Jackson —sonrió ampliamente. Su amigo comenzó a toser entonces y Luhan lo miró preocupado, sólo para que Jackson rehuyera a su mirada—. ¿Te encuentras bien? —preguntó angustiado.

— S-sí, yo sólo…

— ¡Luhannie! —lloriqueó Rin, abalanzándose sobre él para envolverlo en un asfixiante abrazo—. ¡Me alegro tanto de que este bien, estaba tan asustada! —chilló la adorable chica.

— Lamento mucho hacer que te preocuparas por mí —sonrió tímidamente.

— Nunca, jamás puedes vuelvas a hacer algo como aquello, ¿queda claro? —habló autoritariamente.

— Lo prometo —respondió sonriente.

— Luhan, hijo —habló un angustiado señor Li—, que alegría que estés bien —dijo con sinceridad.

— Yo… lo lamento mucho señor Li, pensé que podría con la situación y en cambio terminé armando un escándalo —murmuró apenado.

— No digas eso, chico —sonrió—. Nadie iba a imaginarse aquello, todos pensábamos que la situación estaba controlada, además, seguramente después de esto esos ineptos ya no vienen por aquí —rió ligeramente.

— Gracias a todos por cuidarme.

— Tenemos que hacerlo, eres como el bebé del lugar —señaló su jefe, haciéndolo sonrojar.

— ¡N-no es así!

Los otros tres rieron ligeramente tras su chillido mientras que Jackson, quién anteriormente lo había ayudado a volver a sentarse sobre la banca, lo ayudó también a ponerse de pie.

— Bueno chicos, ya es hora de cerrar y también es viernes así que voy a darles su paga antes de que se marchen —anunció el animado mayor.

Los tres menores asintieron rápidamente y se pusieron a recoger sus pertenencias, Luhan siendo ayudado por Jackson en todo momento. Un par de minutos más tarde el señor Li ya estaba entregándoles a cada uno un sobre blanco con dinero dentro. Luhan lo revisó como siempre solía hacer, fruncido el ceño al darse cuenta de algo.

— Señor Li, creo que me dio dinero de más —informó.

— ¿De verdad? —inquirió extrañado puesto que lo había contado antes de entregárselo.

Luhan le tendió el sobre con el dinero y una vez más él volvió a contarlo, descubriendo que no había error alguno y que era el salario que normalmente le daba al menor.

— El dinero está bien —aseguró, viendo confundido como el menor negaba—, pero Luhan, es lo mismo que te doy cada semana.

— Lo sé pero hoy yo…

— No importa Luhan, lo que sucedió hoy no es culpa tuya ni de nadie más que de los tipos que te lastimaron, yo no voy a descontarte nada por ello —afirmó.

— Pero…

— Mira, si quieres puedes tomarlo como una recompensa por librarme de esos imbéciles, o por haberte aguantado todo este tiempo o incluso tómalo como una compensación porque yo nunca hice nada para defenderte, no importa como lo quieras ver porque yo no voy a quitarte nada —sentenció.

Luhan no pudo decir ya nada más y sonrió agradecido. Iba a darle las gracias verbalmente también pero no pudo ya que el mayor puso una mano en su cabeza y revolvió su cabello mientras negaba.

— Váyanse ya, lo niños buenos ya deberían estar en casa —dijo risueño—. Oh es verdad, conseguimos que un medico viniera a verte pero creo que también debes ir a que te revisen apropiadamente ese golpe Lu, no te preocupes si mañana te ausentas, lo comprenderé.

— No creo que vaya a ser necesario señor Li, pero muchas gracias de todas maneras —sonrió.

Su jefe asintió a lo dicho y luego de unos minutos  los tres menores salieron de ahí. Jackson insistió en acompañar a Luhan a su hogar pero el castaño terminó declinando la oferta, despidiéndose de ellos para luego comenzar el camino a su casa, siendo observado por los otros dos hasta que desapareció al doblar en una esquina.

— Ya se fue —musitó Rin—, vamos Jackson.

El menor asintió y comenzó a caminar lentamente tras su prima; tenía algo dándole vueltas en la cabeza desde que todo el incidente con Luhan había ocurrido y no podía olvidarlo aunque lo intentará.

— Rin —llamó quedito a su prima, deteniendo su andar y haciéndola girarse en su dirección.

— ¿Pasa algo? —preguntó extrañada por la actitud del pelinegro.

— ¿Tú… tú crees que sea verdad que Luhan…, qué él sea gay? —interrogó.

— ¿Eh? ¿A qué viene esa pregunta de repente? —cuestionó confundida.

— Bueno es… es solamente que cuando todo aquello pasó, él… él dijo el nombre de un hombre —explicó sin mirarla.

— Bueno… no lo sé, él no se comporta como un chico afeminado pero ciertamente no todos los chicos gays lo son, por lo que no podríamos saberlo a simple vista, tal vez lo sea o tal vez no —se encogió de hombros—. De cualquier forma, lo sea o no lo sea es algo que ni a nosotros ni a nadie le incumbe, eso es asunto suyo y no tendría nada de malo si lo es, no está cometiendo un crimen ni nada, no deberíamos verlo como algo erróneo sino como algo perfectamente normal —aseguró.

— Eso lo sé pero…

— ¿Pero…? —lo miró seriamente esperando su respuesta.

— Sigo creyendo que debimos acompañarlo, es decir, tiene un golpe en la cabeza. Ósea, ¿Qué pasa si cae desmayado a medio camino o algo peor? —insistió el preocupado pelinegro, haciendo sonreír a su prima al verlo recuperar su estado de ánimo habitual.

— Él dijo que estaba bien —le recordó.

— Eso lo sé, yo también lo escuché —bufó—. Sin embargo tal vez sólo lo dijo para no preocuparnos —farfulló cruzándose de brazos como un niño encaprichado.

— Estará bien —afirmó sonriente, pero esa sonrisa apenas duró—. Sin embargo, he estado pensado sobre todo esto y… —pausó, meditando lo que estaba por decir—; sé que Luhan es un buen niño y todo pero, no deberíamos volvernos tan cercanos a él —explicó.

— ¿Por qué no? —preguntó con el ceño fruncido.

— Jackson, ¿acaso no recuerdas lo que sucedió hoy? —soltó irritada y algo temerosa—. Ese tipo, el tipo que apareció cuando Luhan cayó al suelo, ese sujeto prácticamente masacró a los tontos que le hicieron aquello a Lu, fue realmente atemorizante —murmuró, estremeciéndose levemente al recordarlo.

— Sí pero…

— Jackson, es obvio que Lulu tiene algo que ver con ese tipo y tal vez no lo sabe pero eso lo vuelve alguien peligroso. Tú eres como un hermanito para mí, es por eso que te pido que te mantengas a raya desde ahora, por favor —pidió suplicante.

Jackson vio la expresión angustiada de su prima y suspiró pesadamente, no iba a prometer mucho porque Luhan de verdad le agradaba mucho pero al menos iba a intentarlo.

— Lo intentaré —respondió, obteniendo un abrazo y una enorme sonrisa de ella.

— Gracias, Jackson.

***

Tan pronto como Luhan cruzó la puerta de su hogar, corrió en dirección al baño más cercano que había para revisar la herida en su cabeza, suspirando aliviado luego de verla. La herida en sí era apenas un pequeño rasguño pero el área alrededor ya estaba poniéndose de un color verdoso, lo cual quería decir que aunque el corte no era mucho sin duda iba a tener un gran moretón.

— Bien, no está tan mal —se dijo a sí mismo—. El corte no es la gran cosa, pero el moretón va a ser grande. Mmm, creo que tal vez algo de maquillaje puede cubrirlo, únicamente tengo que encontrar el tono adecuado y la herida no va a notarse si acomodó un poco mi cabello, así que… debo dejar de hablar solo porque es malditamente extraño —suspiró.

El ruido de la puerta le hizo saber que su hermana había llegado y no supo que hacer, lo más que pudo conseguir hacer fue dar vueltas en círculos dentro del cuarto de baño. Suspiró resignado entonces y decidió salir para enfrentar a su hermana mayor, rogando que ella le creyera cuando le dijera que había sido todo un accidente sin importancia.

— Hola Xiǎolù —saludó sin mirarlo—, he hecho las compras de camino a casa pero se me olvido comprar algo de leche, ¿crees que podrías ir por ella? —preguntó, dirigiendo su mirada a él entonces.

Tan pronto ella lo vio el color abandonó su rostro, se apresuró a llegar a su hermano y delicadamente acunó su rostro como si no pudiese creer lo que estaba viendo.

— ¿Qué te pasó? ¿Quién te hizo esto? —preguntó angustiada.

— No es nada YanYan jiějiě, fue solamente un pequeño accidente en el trabajo, estoy bien —aseguró con una pequeña sonrisa en los labios.

— Tienes un gran hematoma formándose en tu frente y dices que no es nada, ¡estás demente! Ahora mismo vamos directo al hospital a revisarte para que puedan decime que no tienes daño cerebral y pueda estar tranquila cuando mamá y papá vuelvan —soltó, sujetando fuertemente su mano con la clara intención de arrastrarlo con ella.

— Por favor espera, te digo que estoy bien, no es necesario ir al hospital porque en el trabajo ya me reviso un doctor —insistió, resistiéndose a  caminar.

— Luhan —gruñó a modo de advertencia.

— De verdad YanYan jiějiě —se zafó del agarre de su hermana mayor—, te juro que voy a estar bien con un poco de desinfectante y una gasa —aseguró.

Ella lo miró con desconfianza antes de finalmente suspirar y dejarlo ir. Luhan la vio marcharse escaleras arriba y por un momento temió haberla hecho enojar pero pese a sus preocupaciones su hermana mayor no tardó demasiado en reaparecer con un botiquín en las manos.

El menor le dio una gran sonrisa al verla y corrió a sentarse en uno de los sofás de la sala de estar cuando ella lo señaló, se mantuvieron en silencio mientras ella se encargaba de todo y cuando finalmente terminó, Luhan corrió hacia donde su mochila descansaba y de ahí sacó su paga además de un nuevo sobre blanco que le extendió.

— ¿Podrías? —murmuró.

— Sí mamá y papá supieran de esto estarían muy enojados, así que ve pensando que les dirás cuando pregunten que es lo que has hecho con todo el dinero que se supone estás ganando —refunfuñó, tomando el sobre para comenzar a escribir los mismos datos de siempre, esos que se suponía pertenecían al tío de Sehun.

— Ya me las arreglaré —musitó.

Realmente le hubiese gustado poder mantener todo eso en secreto de todos pero necesitaba que Sehun creyera que el dinero lo enviaba su tío y lamentablemente Sehun conocía su letra por lo cual no tuvo más opción que contarle todo a YanYan quien desde entonces había estado escribiendo todo los datos por él.

— Ustedes dos son realmente idiotas, ¿sabes? —suspiró pesadamente, devolviéndole el sobre—. No es muy difícil acercarse el uno al otro y hablar todo como las personas sensatas e inteligentes —bufó.

— Lo voy a hacer pero primero yo quiero, no —negó con un leve movimiento de cabeza—, yo necesito ser capaz de ayudarlo con esto.

Su hermana mayor suspiró con fuerza antes de sonreírle y darle un suave golpecito en el hombro.

— De acuerdo, voy a dejarte seguir con esto pero más vale que al final ambos me den una muy buena noticia —guiñó juguetonamente. Luhan asintió en respuesta sin alcanzar a comprender lo que su hermana realmente estaba queriéndole decir.

— Así será —prometió.

— Sé que sí —sonrió, dando la media vuelta para dirigirse a la cocina—. Ah, ya que saldrás por favor ve por la leche —pidió.

— Sí —asintió.

Salió de su hogar realmente contentó, una sonrisa tonta se dibujó en sus labios como cada viernes y suavemente deslizó una vez más el sobre dentro del hogar de rubio. No iba a negar que estuviera tornándose algo complicado y no sólo por la gente estúpida sino también porque el trabajo era realmente duro pero estaba bien si era por Sehun.

Seguiría haciéndolo por él.

— Lamento no poder hacer más, pero te juro que hago lo que puedo —susurró antes de alejarse e ir por el encargo de su hermana mayor.

***

— ¿Luhan? —murmuró un confundido Lay al verlo de pie en la puerta de la casa de los Oh, se acercó apresuradamente para hablarle pero no consiguió alcanzarlo a tiempo.

Miró en dirección al suelo en busca de alguna cosa puesto que cuando había visto una figura frente a la casa de su amigo la había visto agacharse, eso antes de descubrir que en realidad era Luhan, pero ahí no había nada.

— ¿Se le habrá caído algo? —se preguntó a sí mismo.

— ¡Hey, Lay! —llamó la inconfundible voz de Sehun, haciéndolo girarse en su dirección.

— Hola, estaba viniendo a verte —saludó sonriente—. ¿Vienes del taller? —inquirió lo obvio puesto que el rubio traía la ropa manchada de grasa de motor.

— No idiota, vengo del departamento de cosméticos y perfumes del centro comercial —respondió sarcásticamente, haciendo reír al mayor.

— Lo siento, preguntaba por educación —farfulló, fingiendo estar ofendido.

— Tú no sabes que es eso —se burló.

Lay se rió por el comentario del menor, recibiendo un leve golpe en el hombro antes de que el rubio abriera la puerta y lo invitará a entrar con un leve movimiento de cabeza. Lo siguió al interior sin mucha objeción y aguardó en la sala de estar cuando el otro le dijo que tenía que ir a darse una ducha. No puso ninguna queja ante ello, es decir, él siempre terminaba hecho un asco al final del día.

Sabía lo mucho que él estaba esforzándose entre trabajar en el minisúper todas las noches e ir a trabajar en aquel taller mecánico -donde Bobby le había conseguido el puesto- todas las tardes, estaba partiéndose el alma por cumplir su objetivo y entrar a esa escuela de niños ricos y él no iba a ir a estar jodiendolo por unos minutos de espera.

A esas alturas él realmente estaba agradecido de que aún con todo lo que Sehun tenía que esforzarse, todavía tuviese tiempo para pasar con Chanyeol y con él, de verdad que sí. Aunque tampoco iba a negar que realmente hubiera deseado que su amigo le permitiera ayudarlo más, pero ahora que el tío del menor había tomado cartas en el asunto estaba algo más tranquilo.

— ¿Sólo viniste a verme? —habló de la nada Sehun, sacándolo de sus pensamientos.

Lay miró primero al rubio que secaba su cabello con una toalla y después desvió su mirada al lindo perro a su costado izquierdo. Jiāo Táng lo miraba fijamente, moviendo su cola frenéticamente y eso lo hizo sonreírle al adorable animal.

— Sí, hace un par de días que no te veo y estaba asegurándome que seguías con vida —explicó divertido.

— Claro, buena forma de decir que me extrañabas —se burló.

— Sí eso te ayuda con tus problemas de autoestima, adelante, cree lo que tú quieras —contraatacó—. Además, en realidad vine a ver a ese chico —señaló al canino.

Recibiendo como respuesta un tierno sonido que no supo identificar y segundos después el adorable animal ya se encontraba junto a él, exigiendo caricias al frotar su cabeza contra su pierna.

— Alguien está muy mimado —se burló al tiempo que acariciaba la cabeza del dócil dóberman.

Notó entonces que él traía algo en el hocico pero al tratar de obtenerlo, el perro apretó más la mandíbula en el objeto.

— Oh, casi lo olvidaba —habló Sehun, quién hasta ese momento solamente se había mantenido observándolo todo—. Jiāo Táng, el sobre —ordenó.

Su mascota lo obedeció al instante, yendo hasta él para entregarle el sobre a Sehun, acción que Lay encontró confusa porque, para empezar, ¿de dónde había sacado eso el dóberman?

— Esta vez envío más —murmuró para sí mismo.

— ¿Es el dinero que tu tío envía? —preguntó curioso el chino.

— Exactamente —respondió sonriente.

Lay lo miró extrañado para después desviar su mirada a la mascota de su mejor amigo.

— ¿Por qué Jiāo Táng traía el sobre? —interrogó confundido.

— Porque no sé a qué hora es que la correspondencia llega, así que como probablemente yo no estoy en casa, Jiāo Táng lo recoge y me lo entrega cuando llegó, lo ha hecho desde el primer día aunque no tengo ni idea de cómo es que él sabe que es para mí —se encogió de hombros.

— Ya veo, es bastante curioso a decir verdad —dijo no muy convencido y por alguna razón el recuerdo de Luhan volvió a su cabeza.

— Como sea —restó importancia, sacando a Lay de sus cavilaciones—, gracias de nuevo por guardar el dinero por mí.

— No hay problema Hun, sabes que puedes contar conmigo para lo que quieras —sonrió.

— Lo sé —sonrió de vuelta—. Hey, ¿qué dices si me acompañas al parque con Jiāo Táng? Suelo sacarlo a pasear un rato luego de llegar y antes de ir al minisúper, puedes acompañarnos si quieres —propuso.

Lay asintió en respuesta y, luego de buscar el collar y correa del inquieto dóberman, los tres salieron rumbo al parque. En el lugar no había casi nadie como era de esperarse, eran simplemente personas que iban y venían yendo a sus casas o a la tienda por alguna cosa.

Sehun permitió entonces que su mascota corriera con libertad, quitándole el collar y correa para que fuera libre de moverse a donde quisiera, advirtiéndole de todas formas que no se fuera muy lejos mientas él charlaba de cualquier cosa con Lay. Todo parecía muy tranquilo hasta que un gritito se dejó oír, seguido de un ladrido muy fuerte y al mirar a todos lados Sehun no halló a su perro.

Maldijo por lo bajo y corrió hacia la fuente de donde provenían los constantes ladridos de Jiāo Táng, seguido de Lay. Sehun para esos momentos solamente suplicaba que no fuera algo grave o que su mascota no hubiera atacado a nadie por temor a las repercusiones.

Sin embargo, lo que encontró al dar con el paradero de Jiāo Táng no fue un horrible escenario sino risas y aún muy emocionado Jiāo Táng.

— Tranquilo, tranquilo —rió el castaño—. Tienes que ser bueno o harás que deje caer al suelo todo —dijo divertido.

Sehun miraba fijamente a Luhan, no porque le sorprendiera verlo, tampoco porque estuviera acariciando a su mascota y mucho menos por las cosas que llevaba consigo; lo que tenía toda su atención era la blanca gasa en su frente.

¿Qué demonios se supone que esa cosa significaba?

Fue la pregunta que rondó su mente y, como siempre, actuó antes de hablar, sujetando el brazo del castaño que entonces se percató de su presencia y palideció.

— ¿Qué te pasó en la frente? —preguntó sin rodeos, dándole una mirada que sabía lo asustaba, podía verlo es sus bonitos ojos.

— Sehun, deja…

— Cierra la boca —cortó el reclamo de Lay—. Habla —le ordenó al castaño.

— Tu-tuve una accidente en mi trabajo —murmuró apenas, sin mirarlo a la cara.

El ceño de Sehun se frunció tan pronto la respuesta de Luhan se deslizó de sus labios; estaba mintiendo y nunca podía hacerlo bien cuando le mentía a él. Su mano apretó ligeramente el brazo ajeno, haciéndolo ganar una mirada nerviosa de parte del castaño.

— N-no es realmente nada, e-es sólo un golpe, de verdad —balbuceó.

— ¿Quién fue? —masculló entre dientes.

Luhan lo miraba fijamente a los ojos sin saber que decir y eso solamente confirmó que aquello había sido causado por alguna o algunas personas.

— Sehun, de verdad que fue un accidente —aseguró.

Sehun gruñó por lo bajo pero antes de tener oportunidad alguna de decirle al castaño que sabía que estaba mintiéndole, alguien lo tomó a él de la chaqueta y lo alejó rápidamente del más pequeño.

— Parece un golpe muy feo, debes tener más cuidado, Lu —intervino Lay, blandiendo su mejor y más amistosa sonrisa para Luhan.

— S-sí, seré más cuidadoso de ahora en adelante —prometió.

— Genial —asintió satisfecho—. Ya es tarde, deberías volver a casa —sugirió.

— Eso haré —sonrió lo mejor que pudo—. Nos vemos, Lay g“ —se despidió del mayor.

— Ve con cuidado —pidió sin borrar su sonrisa.

— Hasta luego, pequeño —acarició una última vez a la mascota del rubio, obteniendo un ladrido en respuesta—. Adiós, Sehun —susurró por último.

Él no le respondió y únicamente se mantuvo mirándolo fijamente hasta que desapareció, dirigiendo entonces una mirada fulminante hacia su mejor amigo.

— ¿Qué mierda se supone que le pasó? —exigió saber.

— ¿Cómo carajos voy yo a saberlo? —espetó.

— ¡Dijiste que ibas a cuidar de él! —vociferó.

— ¡Eso hago, joder! —elevó la voz, ambos se quedaron en silencio  y por varios minutos luego de eso hasta que fue Lay quien decidió romperlo—. Sehun —suspiró pesadamente—, tú tampoco puedes esperar que yo me la pasé tras Luhan todo el maldito día, tengo que trabajar —le recordó.

Sehun gruñó en respuesta y no porque no entendiera el punto de su amigo, sino porque no necesariamente tenía que gustarle.

— Tranquilo, voy a resolverlo —prometió.

— De acuerdo, y gracias por todo lo que haces por mí, también lamento haberte hablado de esa forma —dijo ya mucho más tranquilo.

— No fue nada, no te preocupes —se encogió de hombros—. Me hubiera preocupado más si tú lo veías y no decías o hacías nada —sonrió.

— De cualquier forma voy averiguar quién lo hizo y lo van a pagar —sentenció.

— Oh, amigo —fingió estremecerse—. Tú tienes que dejar de ser tan intenso, un día asustaras a Luhan tanto que tendrá pesadillas sobre ti toda su vida —se burló.

— Jodete —respondió, mostrándole el dedo medio, acción que solamente hizo reír al mayor.

***

Los días continuaron transcurriendo como si nada pasará luego de aquel encuentro con Sehun, pero para Luhan aquello solamente había sido el impulso que necesitaba, sabía entonces que todavía quedaba algo y que aún tenía esperanzas.

Aunque en ese preciso instante no podía estar sino nervioso. El miércoles había llegado y aunque el señor Li le había dicho hasta el cansancio que lo iba a hacer muy bien, todavía sentía que las manos le sudaban mientras ayudaba a su jefe a mover todo a la bodega trasera que finalmente sabía bien para que servía.

— Mmm, señor Li —llamó a su jefe.

— ¿Dime?

— ¿Por qué estamos moviendo aquí las mesas y las sillas? —preguntó confuso.

— Es para evitar daños materiales —respondió sonriente.

— ¿Daños materiales?

— Verás, Lu —habló nuevamente su jefe—, los chicos del gran jefe suelen ser algo revoltosos y, cuando ya están ebrios, las cosas suelen volar por todas direcciones —explicó tranquilamente.

La expresión de Luhan le dijo al mayor que tal vez su explicación no había sido la más adecuada y lo hizo sonreír avergonzado.

— No te preocupes Luhan, ellos no van a hacerte nada —prometió pero fue obvio que Luhan no le creía—. Mira, ellos son muy revoltosos pero nunca se meterían contigo, son buenos chicos aunque sean unos brutos y el gran jefe también es genial, recuerda también que te dije que tu único trabajo para esta noche consiste solamente en quedarte en la habitación que el gran jefe ocupa para estar con sus más allegados, así que no te preocupes por nada, tú ni siquiera tendrás que convivir con los chicos —aseguró.

Luhan asintió, aún algo inseguro.

— Calma pequeño, el gran jefe no te hará nada siempre y cuando obedezcas lo que dice y no lo mires a los ojos —sonrió tranquilamente, abandonar la habitación.

Luhan ya de por sí sentía que vomitaría debido a los nervios pero tras lo dicho por el señor Li, pensó que tal vez podría desmayarse. Todo comenzó demasiado rápido para él, la cantidad de gente le resultó un tanto asfixiante luego de que en cuestión de segundos el lugar se llenara. Todo estaba llenó de voces y una estridente música que Luhan no sabía de donde provenían.

Al principio su único trabajo fue quedarse con su jefe, ayudando con las bebidas o alguna otra cosa que les llegaran a pedir, fue así durante un largo rato antes de que su jefe se quedará mirando fijamente hacia la puerta e hiciera una respetuosa reverencia que él rápidamente imitó, todo sin atreverse a ver a quién o quiénes entraban.

— Sígueme —ordenó tiempo después.

Luhan asintió nerviosamente y lo siguió, adentrándose a una pequeña habitación apartada del ruido. Se mantuvo con la mirada agachada en todo momento, sintiendo su estómago volviéndose un nudo y sus manos sudar como nunca antes.

— Buenas noches señor, es un gusto tenerlo aquí esta noche —habló el señor Li.

— ¿Y Jackson? —preguntó el hombre, sin molestarse siquiera en responder el saludo y aunque Luhan no lo estaba mirando, sabía que él no le quitaba los ojos de encima.

— Bueno, él ha conseguido un nuevo empleo y es de noche por lo que no pudo estar aquí en esta ocasión —explicó algo nervioso.

— Ya veo.

— Pero no hay de que preocuparse, Luhan va a atenderlo esta noche —anunció felizmente y el menor sintió ganas de salir corriendo de ahí—. Ven aquí, Luhan —ordenó.

El castaño contuvo el aliento luego de oír la orden, sus piernas apenas y consiguieron moverse y para cuándo estuvo cerca de la mesa, sus ojos lo único que podían ver era los zapatos de los ocupantes del lugar, además de los suyos propios y los del señor Li. Eran cuatro pares en total, excluyendo los suyos y los de su jefe.

— Él es Luhan —lo presentó el señor Li.

— E-es un gusto tenerlo con nosotros —musitó apenas.

— De acuerdo, tráenos lo de siempre —ordenó.

La respiración de Luhan se detuvo en ese preciso momento, apenas pudo levantar un poco la mirada únicamente para bajarla nuevamente tan pronto sus ojos conectaron con la sombría visión de los ojos ajenos. Giró nerviosamente hacia su jefe y esté únicamente sonrió, tomándolo del brazo para sacarlo de ahí, no sin antes agregar un: “enseguida, señor”.

Estuvo de regreso en la habitación unos minutos más tarde con una charola con una botella de algo que no sabía que era y cuatro pequeños vasos. Tras dejar su pedido, su siguiente orden fue quedarse junto a la puerta esperando que le pidieran algo más y sinceramente era por mucho la situación más extraña que hubiera vivido nunca.

Porque simplemente estaba ahí como una estatua, sin hacer nada ni poder mirar a nadie. Lo único que daba fe de que seguía con vida era el hecho de que tenía que seguir respirando aunque no era muy agradable después de que la habitación había sido inundada con humo de cigarrillo. Luhan tuvo un pensamiento luego de que la primera media hora pasó.

— Hey, niño —llamó uno de los hombres que ocupaba la mesa.

Sí, definitivamente iba a ser una noche larga.

***

Resultó que al final había tenido toda la razón, la noche realmente había sido larga y todo aquello había terminado a las dos de la mañana, ni siquiera sabía bien como había sido que aquellos hombres habían decidido irse. Lo único que le fue dicho antes de marcharse fue un: “buen trabajo”, de parte del atemorizante dueño del lugar y luego salieron de la habitación.

Ellos ni siquiera se tomaron la educación de informarle a Luhan que ya no iban a volver, razón por la cual él había esperando ahí durante una hora hasta que el señor Li fue a buscarle y le informó que la fiesta había terminado ya.

Tras eso se le dio la oportunidad de marcharse a casa y sin embargo Luhan se quedó ahí, ayudando al señor Li a ordenar un poco y reacomodar todo el inmobiliario.

— Muchas gracias por lo de hoy, me salvaste la vida —dijo sonriente mientras colocaba otra silla en su sitio.

— No hay problema —respondió sonriente

— Lo hiciste muy bien Lu, el gran jefe quedó muy impresionado contigo e incluso me felicitó por el buen servicio —rió alegremente.

— ¿De verdad? —inquirió asombrado—. Yo estaba demasiado nervioso y pensé que tal vez lo había hecho mal.

— Nada de eso —aseguró, antes de irse rápidamente hacia la cocina.

Volviendo poco después con un sobre en la mano que le tendió, dándole una sonrisa enorme que el menor no supo descifrar. Luhan lo miró sin comprender su repentina acción pero tomó el sobre de igual forma para revisar su contenido.

Su mandíbula casi llegó a tocar el suelo cuando descubrió el contenido del sobre, su mirada incrédula fue hasta su jefe que no dejaba de sonreírle ampliamente.

— ¿Me está pagando por adelantado? —preguntó, contando una vez más el dinero en el sobre, siendo justo la cantidad que ganaba cada semana.

— Nada de eso —negó levemente con la cabeza pero sin dejar de sonreírle—. Te dije que el jefe estaba muy satisfecho con tu trabajo y que además siempre era muy generoso con sus propinas, porque esa es tu propina —señaló el sobre.

— ¿De verdad? —preguntó una vez más.

— Por supuesto —asintió alegremente—, además él también me pidió preguntarte algo más.

— ¿Qué es?

— Le gusto mucho tu trabajo, entonces él me pidió preguntarte si no estás interesado en acudir de vez en cuando a su casa para servir durante sus reuniones privadas. Dijo que el sueldo que te dará es el doble de esto por noche y que no será muy frecuentes, tú trabajo es el mismo realmente, quedarte en todo momento cerca de él por cualquier cosa que llegué a ofrecérsele, no tienes que escuchar ni servirle a nadie más —explicó.

Luhan miró indeciso el sobre en sus manos, se escuchaba realmente bien y también sabía que el señor Li no se lo estaría diciendo si fuese peligroso, sin embargo seguía tratándose de tener que ir a la casa de un completo desconocido y está también estaría llena de desconocidos.

— No hay de que preocuparse, Lu —aseguró—. El jefe me dijo que nadie va a meterse contigo estando ahí, él mismo se encargara de eso, pero claro que también puedes rechazar la oferta si no quieres, no estás obligado a aceptar —sonrió para tranquilizarlo.

Luhan clavó su vista en el sobre, mientras pensaba seriamente en que hacer. Por un lado el dinero extra estaría genial y sus padres tampoco estaban en el radar para impedírselo; aunque por el otro lado estaba que no conocía bien a esas personas, aunque ellos tampoco le habían hecho o dicho nada cuando estaba antes con ellos.

— De acuerdo, voy a hacerlo —respondió.

La sonrisa del señor Li creció más, si es que eso era posible, y chilló un eufórico “gracias” antes de abrazarlo sin dejar de repetirle que había tomado una buena decisión y que no iba a tener que ir a trabajar los días siguientes a las noches en las que iría a la casa del gran jefe. Luhan tan sólo pudo reír por ello.

A partir de ese día se dio por iniciado su nuevo trabajo y durante la siguiente semana, resultaba que aquel hombre había tenido por lo menos tres fiestas casi seguidas, Luhan había asistido a todas ellas para cumplir con el convenio que habían hecho y se había quedado ahí hasta las tres o cuatro de la mañana para luego regresar a casa y conseguir alunas horas de sueño para luego irse a trabajar, lo único bueno de todo eso era que la el gran jefe, como solía llamarlo el señor Li y él puesto que en todo ese tiempo no había podido averiguar cómo era que se llamaba, le pagaba inmediatamente era hora de irse.

El hombre incluso había ofrecido que su chofer lo llevara a su casa todos los días que fuera a trabajar ahí, sin embargo, Luhan lo había rechazado tan pronto había visto al espeluznante hombre. Además, no había estado muy seguro de querer que ellos supieran su dirección.

La única desventaja de todo eso era que estaba agotado, apenas conseguía tener los ojos abiertos y algunas veces se quedaba dormido tan pronto se sentaba, justo como en ese momento en que su hermana mayor lo estaba regañando por haberse quedado dormido en la mesa durante la cena.

— Esto es ridículo Luhan, ya ni siquiera podemos tener una maldita conversación porque te quedas dormido. Además, llegas muy tarde y…

— Lo siento, no volverá a pasar —aseguró con una sonrisa apenada.

— Dices eso siempre —farfulló.

— Será solamente por dos semanas más, voy a dejarlo una vez que…

— Luhan —interrumpió—, sé el porqué haces esto y te apoyo, lo sabes bien. Sin embargo sigues siendo mi pequeño hermano menor y también me preocupa verte así, tienes que descansar n poco más, ¿por qué no tomas la sugerencia del señor Li y faltas los días que ese hombre te pida ir? —sugirió.

— Estoy bien —sonrió para tranquilizarla—. Esta es la primera semana apenas, yo estoy seguro de que es cuestión de acostumbrarme y ya —afirmó muy convencido.

Su hermana mayor lo miró con desconfianza pero ya sabía que sería inútil tratar de convencerlo de lo contrario por lo cual lo dejaría hacer lo que quisiera solamente un poco más.

— De acuerdo —asintió—. ¿Por qué mejor no mejor me sigues contando sobre la casa de ese hombre y lo que haces ahí? —dijo para así cambiar el tema.

— Sí —asintió alegremente—. El señor vive en una gran casa, tiene muchas habitaciones además de cosas que realmente parecen muy caras. Durante las fiestas deja a todos los invitados en el salón principal mientras él y algunas personas más se encierran en una habitación an la segunda planta. No sé que es lo que haya ahí, porque aunque ya he entrado nunca he visto alrededor. Se me pide que haga trabajo tan rápido y en silencio como pueda, tras eso yo tan sólo abandono la habitación y me quedo junto a la puerta a esperar que me den alguna orden —explicó.

YanYan ta sólo asentía en silencio, todo aquello se escuchaba demasiado sospechoso para su gusto y realmente le preocupaba la seguridad de su hermano pero de momento no diría nada porque hasta ese momento realmente no tenía gran motivo para señalar que era peligroso. Luhan nunca se quejaba por algún mal trato y tampoco era como si tuviera herida físicas que sugirieran una mentira de parte del menor. En realidad el lucía muy animado y por eso dejaría que siguiera delante, únicamente esperaba que terminara pronto, ya solamente faltaban dos semanas antes de que todo terminara a final de cuentas.

***

La semana siguió transcurriendo rápidamente y a esas alturas Luhan se preguntaba cuantas fiesta más ese hombre haría, iban por la tercera y era jueves apenas, habían sido tres noches seguidas y todavía faltaban tres días.

— Aquí tienes —escuchó a voz de su jefe, tomó el sobre e hizo una reverencia.

— Gracias —murmuró.

— ¿Crees poder venir el sábado? —preguntó seriamente y Luhan quiso resoplar exasperado.

¿Qué acaso ese sujeto no dormía o algo así?

— Claro, no hay problema —respondió igual que siempre.

— De acuerdo, nos vemos hasta entonces. Descansa —se despidió antes de marcharse escaleras arriba, dejándolo de pie en la puerta principal.

Salió de la residencia, despidiéndose del guardia de seguridad con una sonrisa. Generalmente encontrar transporte siempre era un problema pero parecía estar de suerte cuando encontró todavía un bus que lo levara a su hogar. El problema real fue conseguir quedarse despierto durante el trayecto, pasándose un par de calles de su destino y teniendo que caminar más de lo debido.

Dormir por siglos era lo único que deseaba para el momento en que bajó del transporte, comenzó a caminar sin ganas doblando la primera esquina y fue entonces que todo el sueño que tenía desapareció.

Sus ojos se quedaron fijos en la oscura y maliciosa mirada de Minho, el rostro del mayor permanecía con la misma seriedad con la que lo había mirado aquel día varias semanas atrás. Pensó entonces que tal vez él haría exactamente lo mismo que aquel día y simplemente se largaría sin más ceremonias pero algo era diferente ese día.

— Hola, Luhan —saludó, transformando su expresión sería en una sonrisa diabólica.

Fue esa su señal y sin perder segundo alguno, corrió en dirección opuesta a el mayor y su grupo.

— ¡Tras él! —gritó a sus espaldas el mayor.

Eso lo alentó a poner hasta su alma en su desesperada huida, porque Luhan podía no ser tan fuerte como para enfrentarlos, podía ser que Luhan siempre necesitará ayuda de los demás pero si alguna cualidad Luhan tenía, esa era su velocidad. Él sabía que por lo menos si era rápido.

Era justo por esa razón que estaba luchando tanto como sus fuerzas le daban para poner una gran distancia entre él y ellos. Sólo se atrevió a mirar atrás una vez luego de doblar en una esquina, derrapando sin poder evitarlo e impactando contra la pared sin remedio. Se quejó levemente pero no sé detuvo, ellos estaban lejos; podía lograrlo.

Se auto alentó y presionó con más empeño sus energías y músculos, adentrándose a una especie de oscuro pasillo, consiguiendo el tiempo suficiente para ocultarse cerca de una pila de basura y cartón. Su corazón seguramente podía ser escuchado por toda la cuadra y más allá luego de que escuchará al grupo de Minho pasarlo de largo a toda velocidad.

No se movió, ni siquiera parpadeó por varios minutos hasta que estuvo seguro de que todos los sonidos que escuchaba provenían de la calle y no del hecho de que tal vez Minho seguía rondando los alrededores. Sus piernas temblaban sin remedio para cuando se pudo de pie y comenzó a andar hacia la salida de su escondite.

Una sonrisa temblorosa de dibujo en sus labios por el simple hecho de que lo había conseguido, él realmente había huido de Minho.

Salió de aquel lúgubre lugar sin estar seguro que era lo que debía hacer a partir de ese punto, seguía algo aturdido y desorientado para cuando finalmente puso los pues de vuelta en la avenida.

— Tardaste más de lo que esperaba, llegue a pensar que tendríamos que entrar por ti...

Una vez más la sonrisa perversa de Minho fue lo que tuvo enfrente. Su cuerpo entero se quedó estático tan sólo viendo fijamente la amenazante figura frente a sus ojos y tuvo la sensación de que el suelo comenzaba a temblar.

Algo lo devolvió a la realidad y lo hizo dar la media vuelta en un desesperado intento por escapar, sin embargo, se dio cuenta entonces que estaba rodeado. La sonrisa del demonio se ensanchó más al ver a su pequeña víctima llevando sus ojos de un lado a otro como un animalito salvaje y asustado, pero estaba bien.

Luhan tenía que tener miedo; ese día estaba decidido a todo para demostrarle a Sehun que no podía jugar con él.

¿Era un cobarde por utilizar a ese pobre chiquillo que de nada tenía la culpa?

Por supuesto que lo era, sin embargo, en su mundo tenía que hacer lo que fuera para cumplir con sus objetivos y sí eso incluía ir tras un pobre niño inocente, lo haría sin pensarlo dos veces.

Observó cómo la desesperación se apoderó del menor y la forma en que corrió hacía, lo que tal vez creyó que eran sus hombres más débiles, terminando en el suelo en segundos.

— Tráiganlo —ordenó.

Luhan intentó desesperadamente volver a ponerse de pie, resultando en una lucha inútil cuando uno de los sujetos que lo rodeaban lo sujetó por la camiseta que usaba, regresándolo al suelo pero nunca soltó la prenda. Todo iba demasiado rápido para que él reaccionara y de un momento a otro estaban utilizando su propia ropa para arrastrarlo de vuelta al oscuro corredor donde se había.

Sentía su piel abrirse debido a la fricción entre su suave piel y el áspero suelo con objetos desconocidos sobre él. El ardor era más doloroso que cualquier otra cosa que hubiera sentido pero era superado por mucho por el miedo. Peleó por liberarse y cuando creyó tener una oportunidad, otros dos de sus secuestradores lo tomaron de los brazos para evitar que se deshiciera de su camiseta.

— ¡No! —gritó con tanta fuerza que su garganta quemó, sus piernas se moviendo frenéticamente tratando de detenerlos pero era inútil.

— Aquí debe estar bien —suspiró—. Sujétenlo bien.

Luhan jamás dejó el suelo, el hombre que antes lo había arrastrado con ayuda de su camisa se colocó tras él, pegando su pecho contra su lastimada espalda para sujetarlo por ambos brazos, dejándolo sin posibilidad de moverse.

— ¡No! ¡Déjeme ir! —gritó desesperado porque alguien, quién quiera que fuera, lo ayudará.

— De nada sirve gritar, nadie vendrá en tu ayuda —rió.

— ¡Ayuda! —suplicó a quien fuera.

— Que fastidio con las personas tan tercas —bufó—. Hazlo callar —ordenó al hombre detrás de él.

Los otros hombres que antes habían ayudado a llevarlo ahí aprisionado sus brazos, en lugar del  sujeto que estaba tras su cuerpo. Intentó gritar una vez más hasta que algo fue puesto en su boca, presionando tan fuerte las comisuras de sus labios hasta hacerlas arder, supo que era una soga por lo áspero del material y el cómo se sentía cuando sus dientes se cerraban sobre ella. Se dio cuenta entonces que Minho realmente no lo quería en silencio total y que quería ser capaz de oírlo mientras lo torturaba.

Lágrimas inundaron sus ojos y se desbordaron una tras otra sin tregua. En ese preciso momento sentía todo el miedo que jamás había ni imaginado que podría llegar a sentir, había pensamientos que solamente habría tenido cuando era un niño asustado por alguna película de terror. Deseaba con todas sus fuerzas estar en casa, acurrucado en los brazos de su madre y no ahí a merced de ese desquiciado y a puertas de un destino incierto.

— Tranquilo pequeño —murmuró suavemente Minho—. Aquí no pasara nada que no te haya pasado antes —aseguró con una cruel sonrisa.

Sólo entonces Luhan notó el largo y grueso tubo de metal con el que el mayor jugaba.

¿Lo golpearía hasta matarlo con eso?

¿Le rompería uno por uno los huesos sin dejarlo llegar nunca a la inconsciencia para que sintiera cada segundo de dolor?

No sabía cuál de las dos se escuchaba peor y sin poder detenerlo comenzó a temblar y sus lágrimas se volvieron más y más abundantes. Estaba tan muerto de miedo que apenas y podía respirar.

— Espero no haberme equivocado, te juro que busque algo que llenara realmente tus expectativas —afirmó, haciendo reír a todos los demás.

Luhan cerró los ojos con tanta fuerza que dolieron, su cabeza negó frenéticamente y de su boca comenzó a filtrarse su saliva y le comenzó a saber a lágrimas, bilis y sangre.

— Bueno, no hay que seguir haciéndote esperar —rió—. Ábranle las piernas y bájenle los pantalones —ordenó.

Tras esas palabras Luhan experimento, por primera vez en su vida, un miedo tan profundo y crudo que le dio un nuevo significado a la palabra. Temió incluso de morir al no poder sopar aquel sentimiento.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Espero les haya gustado, eso es todo por mi parte el día de hoy.


Gracias por leer y hasta la proxima.


Bye bye <3


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