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Only reason. por DNA

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Notas del capitulo:

Hola!!!


Espero que esten muy bien todos y que el capítulo les guste :3

« Minho, perdóname. »


Se repetía sin parar mientras bajaba a toda prisa del auto de Bobby. Todavía escuchando la voz de su amigo en el teléfono cuando este lo había llamado para avisarle que Suho se había presentado en Hell para hacer algo en contra de Minho luego de un altercado que se había dado en los baños del lugar. Luhan y un tal Baekhyun estaban involucrados y tenía un mal presentimiento con sólo con saber que ese estúpido niño chino estaba involucrado en ello también.


El letrero del Hell ya estaba apagado y solamente eso era una mala señal, era muy temprano para que el lugar estuviera cerrando sus puertas y, con eso en mente, corrió al interior. Tenía el corazón encogido al encontrar el local vacío cuando debería estar a rebosar de gente a esas horas.


Su mirada desesperada fue hacía Bobby y él simplemente señaló el oscuro pasillo que llevaba tanto a la oficina personal de Minho como al almacén. Volviendo a la marcha sin dudarlo, sin un plan y sintiendo las lágrimas a punto de salir de sus ojos debido a la culpa que lo golpeaba sin piedad.


Todo eso era solamente su culpa.


— ¿Y bien? —escuchó la escalofriante voz de Suho haciendo eco por todo el lugar y guiándolo al almacén.


Su respiración se atoró en su garganta cuando finalmente salió del oscuro pasillo al área designada para almacenamiento y se encontró con Minho postrado de rodillas frente a Suho, quien sonreía con deleite mientras se acomoda uno de los guantes negros que cubrían sus manos.


Su mejor amigo era flanqueado por dos de los escoltas de Suho, tenía el rostro magullado y rastros de sangre en cada centímetro de él, pero aun así no dejaba de mirar a Minho con todo el desprecio del mundo.


— Yo no hice nada —masculló entre dientes.


Suho rió por lo bajo y negó lentamente, antes de que su puño aterrizara en el rostro de Minho una y otra vez.


— ¡No! —gritó y trató de avanzar hasta donde Minho estaba.


— Ni lo pienses, niño. —El dueño de la voz lo sujetó sin esfuerzo a la vez que le hablaba.


— ¡Déjenlo ya!


— ¡Kyungsoo! —gritaron a la vez Minho y Bobby. El segundo de ellos dando apenas un par de pasos hacia él antes de que un arma fuera apuntada en su dirección.


— Retrocede o no sales de aquí con vida —advirtió un hombre alto y moreno. Kyungsoo lo reconoció al instante como la mano derecha de Suho, él lo había visto antes y había sido incluso su rehén tiempo atrás.


— ¿Invitados nuevos? —habló Suho con desinterés.


— ¡No tienen nada que ver! ¡Deja que se vayan! —exigió Minho.


Kyungsoo en cualquier otro momento se hubiera reído por eso, porque conocía a su amigo lo suficiente como para saber que bajo ninguna circunstancia él iba a suplicar por nada. Sin embargo, justo en ese momento era una pésima idea.


— Dejar que se vaya —dijo el moreno, dándole un fuerte tirón a su cabello—, pero si el niño acaba de llegar. Sería una lástima hacer que se fuera —murmuró, rozándole el cuello con los labios a cada palabra que decía.


— ¡Aléjate de él! —rugió, luchando por ponerse de pie.


— No tienes derecho a exigir nada aquí, Minho —soltó con malicia Suho—. Además, yo ya te lo había advertido antes —le recordó—. Sí de alguna forma tú llegabas a acercarte de nuevo a Wu Luhan…


El pelirrojo tomó una respiración profunda cuando ese hombre se volvió a mirarlo. Él no podía permitirse ser dominado por el miedo cuando estaban en una situación como esa sin importar lo incierto de su destino.


Sin embargo, se negaba a mostrarse derrotado y su mirada fue hasta su mejor amigo, prometiéndole que todo estaba bien y que no tenía miedo en absoluto a lo que sea que ese hombre fuera a decir a continuación.


— Yo iba a hacerte trizas por pendejo —se burló—, y Kai iba a tener a tu lindo amigo como su premio —sonrió perversamente.


— Esperen, por favor —habló Bobby, intentando nuevamente acercarse a Kai—. Él es completamente inocente, esto lo hicimos Minho y yo.


— ¡Bobby, cállate! —ordenó Kyungsoo, consiguiendo únicamente que su cabello fuera tirado con más rudeza.


—No, Kyungsoo —lo miró angustiado—. Yo digo la verdad, tienen que dejar que él se vaya. Les juro que yo voy a dejar que hagan lo que quieran conmigo, pero por favor déjenlo ir —suplicó.


— No lo creo —respondió Kai, mirándolo con desdén—. Definitivamente yo prefiero mil veces tenerlo a él que a ti, es decir, tan solo hay que mirarlo… —Un beso fue depositado en su piel sensible y se obligó a cerrar los ojos con fuerza—. Nuestro Kyungsoo es precioso —rió suavemente.


— ¡Quítale las manos de encima! —ladró Minho.


— ¡No te he dado permiso de hablar! —vociferó Suho.


Kyungsoo gritó para detenerlo sin éxito alguno. El dolor desfiguraba el rostro de Minho y él ya no sabía qué más hacer tras darse cuenta que huir de Kai era imposible. Lo único claro para él era que todo eso era por su culpa y tenía que sacar a Minho de ahí a como diera lugar.


— ¡Basta! ¡Él no hizo nada! —soltó desesperadamente.


— ¿Disculpa? —preguntó Suho, deteniendo los golpes.


— Te digo que él no hizo nada —respondió derrotado—. Fui yo quien planeo todo esto.


— ¡Cállate! —ordenó alarmado su mejor amigo.


El mayor gruñó ante eso y chasqueó los dedos, haciendo que uno de sus escoltas se moviera rápidamente y cubriera la boca de Minho.


— ¿Me estás diciendo qué Minho recibió órdenes de ti? —inquirió con burla.


— Sí —asintió—, fui yo quien le dijo que se hiciera cargo de Luhan —confesó, tragándose todo el maldito miedo que trataba de quebrar su voz.


La risa de Suho se escuchó por todo el lugar, acompañada de la risa de sus escolta, todos ellos menos Kai y otro de ellos que permanecía de pie justo al fondo del lugar. Fue únicamente entonces que Kyungsoo notó al chico peli-plata parado justo al fondo del lugar, con el ceño fruncido y la mirada fija en cualquier otro lugar menos la escena que ahí se desarrollaba.


— ¿De verdad, Minho? —preguntó entre risas—. No sé si tu cerebro no funciona como se debe, pero se supone que tú debes dar las órdenes y no recibirlas, mucho menos si vienen de un chiquillo como ese —dijo con sorna.


La mirada de Minho fue de puro desprecio cuando se elevó hasta el otro hombre. La humillación era algo que Minho jamás perdonaba a nadie y si ellos salían con vida de eso, Kyungsoo estaba dispuesto a jurarle que lo iba a ayudar a vengarse de Kim Suho.


— En fin —suspiró Suho—. Me importa un infierno quien tuvo la culpa, van a pagarlo igual —sentenció con voz gélida.


Kyungsoo gritó cuando los hombres de Kin se movieron para rodear a su mejor amigo y Kai comenzó a arrastrarlo fuera. Bobby trató de llegar a él pero era todo completamente inútil.


Ellos estaban más que jodidos.


— ¡Alto! —Se escuchó por sobre todo el ruido y tras ellos, eternos minutos de un silencio preocupante descendieron sobre todo el lugar.


— Baekhyun —gruñó Suho en dirección al peli-plata, tras lo que Kyungsoo sintió fueron años más tarde.


— Es una orden, Kim —masculló entre dientes—. Esto se detiene aquí y se queda como una clara advertencia. ¿Está claro? —Su expresión dejó claro que no admitía protestas y Kyungsoo no podía creerlo cuando Suho, hizo un ademan a sus hombres para que retrocedieran.


— Piensa antes de actuar la próxima vez —le susurró Kai, liberándolo finalmente.


— Esto no se vuelve a repetir —masculló entre dientes el pequeño chico, avanzando hasta la salida seguido por Suho y todos sus hombres.


El pelirrojo cayó de rodillas, respirando con dificultad y parpadeando para hacer retroceder las lágrimas de sus ojos. Lo que acababa de pasar por mucho era lo peor que había vivido y sabía que debía estar demasiado agradecido por haber salido ileso de todo.


— Minho, háblame —escuchó la alarmada voz de Bobby y alzó la mirada hasta donde su amigo se encontraba de rodillas junto a Minho.


— Minho —sollozó sin poder contenerse y se apresuró hasta donde él estaba, acunándolo con cuidado—. Lo siento, lo siento tanto —sollozó.


— Estoy bien —gruñó.


— No, no lo estás y todo es por mi culpa.


— No, fui yo quien hizo todo, tú no hiciste nada —se incorporó con dificultad—. Nunca más vuelvas a venir si las cosas no van bien.


— Pero…


— Es muy peligroso, Soo —sentenció.  


— No me importa en absoluto, tú mismo me preparaste para esto y yo vendré cada vez que sea necesario —afirmó con firmeza.


El pelinegro formó una mueca de preocupación y ternura a la vez, su diestra acarició una de sus mejillas y Kyungsoo se inclinó hacia su toque. Viendo como una sonrisita se dibujaba en los labios de mayor.


— Eso se acabó, Kyungsoo —dijo en un murmullo—. Tú ya no puedes enredarte más en mis asuntos —declaró, mirándolo a los ojos con intensidad.


Kyungsoo lo miró atónito, porque era la primera vez en todo el tiempo que llevaban siendo amigos, que Minho insinuaba de alguna forma que debía estar lejos de él y de ese mundo al que voluntariamente se había metido.


— Es tiempo que pongamos fin a esto.


— ¡No! ¡Yo no voy a dejarte!


— Es por tu bien —explicó, pegando su frente a la del menor—. Esto no es para ti.


— Minho por favor, yo…


— Siempre seremos amigos. Yo nunca voy a dejar de cuidarte, pero no dejare que te involucres más. Tienes que alejarte ahora, es por tu seguridad —explicó con calma.


— Minho —cerró los ojos, dejando caer sus lágrimas.


— No tienes nada que temer, Soo —sonrió levemente—. Nunca te desharás de mí por completo —rió, revolviéndole el cabello de esa manera con la que siempre trataba de hacerlo olvidar cuando estaba molesto con él.


— Puedo venir a verte cuando quiera, ¿verdad? —preguntó con lágrimas en los ojos.


— Siempre —besó su frente—, siempre serás bienvenido a cualquier hora para verme. —Kyungsoo asintió levemente—. Bobby, llévatelo de aquí —ordenó.


El menor lo miró a los ojos en todo momento mientras era ayudado a ponerse en pie y guiado hasta la salida.


— Te juro que haré que Luhan salga de tu camino sin importar que —prometió antes de que fuera llevado fuera del lugar. Kyungsoo asintió, retirando su mirada finalmente y abandonando el lugar con Bobby a su lado.


— Estará bien, Soo. Tú lo conoces bien —lo consoló su amigo, obsequiándole una pequeña sonrisa.


— Lo sé —asintió levemente.


Ya que, aunque sabía que Bobby tenía la razón, él continuaba sintiendo que acababa de perder algo importante.


***


¡Qué se joda el mundo entero!


Fue su último pensamiento antes de despedirse de la cordura y dejarse arrastrar por completo, derritiéndose con el sabor dulce de los labios ajenos. Asegurándose de disfrutar cada bendito segundo en el cual los labios de Luhan acariciaban los suyos.


Podía sentir su corazón eufórico, porque Luhan no estaba dormido y no era otro beso robado más. Era la culminación de una de sus más grandes y preciosas fantasías. Algo tan único y maravilloso que lo tenía al borde del llanto.


Ya que, se había resignado a que jamás sucedería, se había convencido años tras año que era algo que únicamente pasaría en sus sueños y que además de ellos, tan sólo tendría aquel recuerdo de su infancia cuando había obtenido el más inocente de los besos.


Sin embargo, estaba pasando de verdad.


Luhan lo besaba con tanta lentitud y cuidado que por un segundo creyó que era únicamente una mera ilusión. Tuvo incluso que estrechar más su cuerpo para estar completamente convencido de que era real y que Luhan no iba a desvanecerse si cerraba los ojos.


— Sehun —susurró, su cálido aliento acariciando sus labios y no pudo evitar jadear ante ello.


Luhan, su dulce y precioso ángel, lo miraba como si fuese la persona más maravillosa en el mundo y a la que más quería también. Haciendo que por un segundo su corazón saltara, anunciando su felicidad al saberse amado también.


— No es un sueño —sonrió torpemente—. De verdad está pasando.


Luhan ladeó su cabeza en un gesto adorable, la confusión brillaba en sus hermosos ojos y por un segundo la culpa llenó el corazón de Sehun, a sabiendas de que Luhan no estaba actuando conscientemente y que él estaba sacado ventaja de ello.


Tenía que parar y lo sabía perfectamente, únicamente que no pudo hacerlo al sentir los tiernos belfos de Luhan rozando los suyos con lentitud. No podía resistirse a ello y una vez más se encontró tomando sus labios al lento ritmo que Luhan imponía.


— Te quiero tanto —murmuró Sehun y pudo sentir una sonrisa apoderándose de Luhan.


Sehun le acarició el rostro con ternura, preso del temor de que él se desvaneciera entre sus dedos, pero eso no sucedió y un quedo suspiro fue una prueba más de que todo era real y que ambos estaban ahí y que Luhan le correspondía de igual manera mientras tomaba sus labios con parsimonia.


El tiempo se detuvo justo ahí, en ese pequeño instante, permitiéndole que grabara en su memoria cada segundo de uno de los mejores momentos de su vida.


El primero de ellos siempre sería la primera vez que había visto a su Luhan.


Tan pequeño, inocente y precioso que por un segundo pensó que tenía que ser un sueño y, sin embargo, teniendo la dicha de estar sosteniendo entre sus brazos a su más precioso sueño. Grabándose de memoria cada pequeño detalle de sus labios de algodón.


Recibiendo de él la experiencia más sublime y perfecta que jamás había experimentado. Completamente consciente que todo era mágico y maravilloso porque se trataba de Luhan y de nadie más.


Quería mostrarle con un beso de seda cuánto lo amaba, deseaba con toda su alma que él lo recordará cada vez que cerrara los ojos, que soñará cada noche con ese momento y lo anhelara al despertar, pero sabía que no iba a ser de esa forma.


Así como también sabía que justo ahí; en el instante más dulce y dichoso que estaba experimentado, que su corazón solamente se había hundido más en todo el amor que sentía por Luhan y que estaría condenado para siempre.


Ya que Luhan no lo amaba igual y podría ser que jamás lo hiciera.


La revelación fue devastadora y provocó que una solitaria lágrima rodara por su mejilla, retirándola tan pronto Luhan se alejó de sus labios para mirarlo a los ojos, con su preciosa sonrisa en los labios y recordándole de nuevo a Sehun que ya no era el dueño de su propio corazón.


— Hola —le sonrió apenas. Luhan sonrió más ampliamente en respuesta—, ¿qué dices de ir a la cama? —preguntó, luchando con el temblor de su voz.


No hubo respuesta verbal y él únicamente cerró los ojos, descansando su cabeza contra su hombro derecho. Sehun dejó salir de entre sus labios un sonido que pretendía ser una ligera risita pero se escuchaba demasiado lastimero para él mismo.


— ¿Quieres que te abrace mientras duermes? —Luhan asintió lentamente.


El pelinegro asintió en respuesta, estrechando con cuidado su más precioso tesoro y  guiandolo hasta la cama para acurrucarse a su lado. Mirándose a los ojos hasta que él se durmió, permitiéndole a Sehun abrazarlo tan cerca como era posible mientras rezaba en silencio para que, al despertar, Luhan volviera a sonreírle una vez más.


— Te amo, Hannie —susurró—. Incluso si algún encuentras a alguien más, yo te seguiré amando —prometió, tomando una profunda respiración de su sutil perfume y hundiéndose en una bruma donde lo anterior no terminaba todavía.


***


— ¿Puedes quitar ya esa puta expresión? —gruñó el mayor en dirección al enojado peli-plata.


— No tenías nada que hacer en Hell —masculló entre dientes, disparándole dagas al mayor con la mirada.


— ¿Crees de verdad que a mí me gusta meterme a ese inmundo agujero? —bufó—. Fui por ti, así que muéstrate un poco más agradecido.


— No lo necesitaba. Puedo cuidarme perfectamente solo por si no lo sabes —resopló, notablemente ofendido.


— Me importa una mierda si eres un arma mortal andante. Tu padre ha sido muy específico en decirte que te quiere lejos del miserable de Minho. —Sus ojos brillaron con una clara amenaza.


Baekhyun sabía, en cambio, que Suho no podía hacerle absolutamente nada por mucho que lo odiara.


— Dile a ese hombre, que me importa una mierda y que haré lo que mi puta gana me dé —escupió entre dientes y bajó del auto sin esperar siquiera a que aparcar del todo.


— ¡Baekhyun! —vociferó el mayor.


Baekhyun no le prestó atención y caminó a prisa al interior de la mansión Kim, pasando a los escoltas sin mirarlos y corriendo a la oficina de Suho. Estaba más que furioso y dispuesto a descargar esa furia con cualquiera que lo mirara mal.


— ¿Dónde está? —exigió tan pronto cruzó la puerta.


Los seis hombres en la habitación agacharon la cabeza, elevando más el nivel de enojo del joven peli-plata.


— ¡¿Dónde está Luhan?! —gritó iracundo.


Ellos se encogieron en sus lugares, mirándose entre sí, cómo decidiéndose por quien era él más capacitado para darle la noticia a la pequeña fiera frente a ellos.


— N-no lo sabemos, joven Byu —se atrevió a responder uno de ellos.


— Co-como le di-dijimos antes. Él ya no estaba cuando salimos del baño del antro —murmuró otro.


— ¡Me importa una mierda! ¡Tráiganlo ahora! —ordenó.


— Gritándoles no vas a conseguir nada —dijo alguien desde la puerta.


La mirada furiosa del menor fue disparada al hombre, recargado en el marco de la puerta y, que a diferencia de los otros, ni siquiera pestañeó en dirección al rabioso chiquillo que estaba listo para arrancar cabezas.


— Lárgate de aquí, JongDae —exigió, volviéndose de nuevo a su grupo de escoltas—. ¿Dónde mierda están mis amigas? —preguntó, mirándolos a todos como un animal salvaje.


— E-Ellas dijeron que querían ir a casa —respondió el más joven de sus empleados.


— ¿Acaso yo les dije que les preguntaran a donde querían ir? —masculló con la mandíbula apretada—. ¡Quien da las órdenes aquí soy yo! —rugió.


Ellos asintieron una y otra vez, lo cual lejos de mejorar la situación, la empeoraba por completo.


— Tienen una hora para conseguir a Luhan y esas malditas brujas aquí. —Nuevamente ellos asintieron—. ¡Muévanse! —Los seis hombres salieron a toda velocidad, dejando al iracundo chico tras él.


— ¿Por qué esos hombres van a buscar a Luhan? —preguntó Jackson desde la puerta y llamando su atención.


El joven chino aún estaba en recuperación, llevaba todavía el yeso en uno de sus brazos y su rostro continuaba medio inflamado, todavía con varios cortes visibles y amoratado.


— ¿Qué le hiciste? —exigió saber.


— Yo no tengo porque darte explicaciones a ti —soltó con desdén—. Soy el único que cuidara de Luhan a partir de ahora —sentenció.


— Ni loco dejaría a Luhan en tus manos. Dime ahora mismo que le has hecho —gruñó amenazante.


— Vete al demonio, tú no eres nada más que un simple empleado y yo no tengo porque hablarte siquiera —escupió con desprecio.


La ira brilló en los ojos de Jackson, que sin dudar avanzó hasta el peli-plata más que dispuesto a darle una lección, porque con lesiones o sin ellas, él iba a conseguir a ese idiota lo más lejos posible de Luhan.


— ¡Hijo de…!


— ¡Jackson! —vociferó Suho, deteniéndolo en seco—. ¿Qué demonios significa esto? —preguntó entre dientes.


— Nada, señor. —Jackson agachó la cabeza con frustración, apretando la mandíbula y tragándose sus ganas de lastimar seriamente al estúpido niño rico.


— Baekhyun. —Los ojos de Suho se dispararon entonces a Baekhyun, quien sonreía triunfal mientras avanzaba hasta la salida, asegurándose de chocar hombros con Jackson.


— Yo no tengo nada que explicar —dijo, deteniéndose en la puerta—. Así que en lugar de reclamarme algo a mí, recuérdale a tu empleado cuál es su lugar —bufó.


— Tú…


— Ah, y más vale que no vuelva a verlo cerca de Luhan de ahora en adelante —advirtió, abandonando la habitación por completo.


El mayor llevó su severa mirada al joven chino que todavía continuaba en la habitación, veía su frustración y enojo con claridad. Era natural, Suho conocía perfectamente el sentimiento al haberlo sentido desde la primera vez que había visto a Baekhyun. El niño era un dolor en las bolas y daría cualquier cosa por acabar con él.


Lamentablemente, sabía que Baekhyun era intocable y que Jackson tenía que entender eso, porque definitivamente no iba a permitir que ese chico se arriesgara por alguien que no valía la pena desde su punto de vista.


— Haz lo que él dice —ordenó seriamente.


— No, eso no… —Suho elevó su mano para detener cualquier protesta.


— Basta, Jackson —ordenó—. No tienes oportunidad alguna y ese niño no vale la pena —dijo con seriedad.


— Usted no lo sabe, no conoce a Luhan —masculló entre dientes.


— No me importa en absoluto, limítate a cumplir mis órdenes —sentenció.


Jackson no respondió en lo absoluto y abandonó la habitación más que furioso. Suho rechinó los dientes al verlo salir, el dolor comenzó a palpitar en su cabeza y se volvió hacia Kai, quien permanecía inmutable en su lugar.


— Te lo dije —masculló entre dientes—. Te dije que Luhan no sería más que una molestia.


Kai asintió para darle la razón, ahorrándose sus comentarios al final para no ser receptor de la ira de su hermano mayor que ya tenía suficiente ira en él como para que Kai decidiera que era una buena idea dar su opinión.


— ¿Qué diablos es tan especial en ese estúpido niño? —inquirió molesto.


— Es encantador —respondió con simpleza el moreno, ganándose un bufido de parte del otro.


— Ni siquiera es tan atractivo, pero aun así tiene tras de él a tres sujetos dispuestos matarse el uno al otro —resopló.


— ¿Qué quieres que haga entonces? —interrogó, a sabiendas de que su hermano tendría una orden para él.


Siempre la había.


— Nada. —Kai le dio una mirada de incredulidad.


— ¿Dijiste que no quieres que haga nada?


— Sí —asintió—. Yo me haré cargo personalmente.


— ¿Tú? —soltó incrédulo—. Tú sabes que Lay…


— No le haré nada al maldito niño —resopló.


— ¿Cuál es el plan entonces? —cuestionó preocupado.


— No te preocupes —sonrió ladino—. Resolveré esto.


Kai supo entonces que todo se iría al carajo e igualmente asintió. Suho jamás lo escuchada a final de cuentas.


***


« Te quiero tanto… »


El dulce susurro lo tuvo abriendo los ojos de golpe, el dolor estalló en su cabeza segundos más tarde, haciéndolo revolverse entre las sábanas y cerrar de golpe por culpa de la luz dándole de lleno en el rostro.


Una imagen se materializó tan pronto cerró los ojos, obligando no solo a abrirlos de nuevo sino también a incorporarse de golpe con las manos cubriéndose la boca y un sudor frío recorriendo su espalda.


Su mano fue directo hasta sus labios y los rozó apenas, su diestra temblaba ligeramente cuando los tocó, como buscando prueba alguna sobre lo sucedido. Buscó también entre sus recuerdos pero todo era confuso y borroso, el dolor tampoco ayudaba y la única imagen clara era justo la que no tenía idea de dónde había salido y lo tenía más que preocupado, pero si todo era real...


¡Él había besado a Sehun!


Cubrió su boca con incredulidad, nada tenía sentido alguno y la expresión atónita de Sehun mientras él simplemente pegaba sus labios a su boca, era algo que no iba a poder sacar de su sistema.


¿Por qué demonios había hecho eso en primer lugar?


Mierda, Sehun seguramente lo odiaba justo en ese momento. Tenía que ser un mal sueño, nada de eso pudo haber pasado, no podía ser cierto que hubiera actuado de una forma tan estúpida. Quería llorar de solo pensar en Sehun odiándolo.


« ¡Joder, cálmate! »


Se ordenó a sí mismo, tomando pequeñas y rápidas respiraciones. Tenía que poner todo en orden antes de cualquier cosa y comenzaría por averiguar dónde demonios era que estaba al darse cuenta que ni siquiera reconocía la habitación donde estaba despertando.


Un escalofrío lo atravesó mientras miraba con confusión en todas direcciones. No tenía idea de cómo había llegado ahí ni con quien, levantó las mantas alarmado para después suspirar aliviado al encontrar toda su ropa justo en su sitio.


¿Qué había pasado la noche anterior?


Era eso lo único que quería saber, su mente estaba en blanco a excepción de aquella escena que lo estaba torturando.


La puerta se abrió repentinamente y su mirada asustada se disparó al recién llegado. Su sangre se congeló tan pronto vio a Sehun ingresar y mirarlo sorprendido. También se acaba de duchar por la toalla que sostenía y con la que se había estado secando el cabello antes de que se detuviera al verlo despierto, usando una camiseta negra y unos jeans algo desgastado.


¿No había sido un sueño entonces? Se preguntó para sus adentro, su mente iba a toda marcha pensando en que tenía que decir para disculparse y su pecho se contrajo de dolor en espera de que Sehun comenzara a decirle que jamás lo quería volver a tener cerca.


— Hola, me alegra ver que estés despierto —le sonrió con ternura.


Luhan lo miró atónito, porque definitivamente eso era lo último que había esperado, mucho menos había esperado que él se acercará a la cama y se pusiera en cuclillas para mirarlo a los ojos.


— ¿Cómo te sientes? —preguntó, su mirada decía que estaba preocupado y Luhan ya no entendía nada.


— Yo… a-anoche… —balbuceó e hizo una mueca, sentía la boca seca.


— ¿No lo recuerdas? —inquirió el pelinegro, mirándolo con intensidad.


— A-algunas cosas, pero… —Apretó los puños y miró al suelo—. Es todo muy confuso —lo miró angustiado.


— Tranquilo, eso es completamente normal. —Le dio apenas lo que parecía una sonrisa—. No estabas muy bien anoche cuando te recogimos. —La mano derecha de Sehun se elevó para acariciarle la cara, drenando algo de su miedo.


Dudaba que Sehun lo estuviera tocando si la noche anterior él simplemente se le hubiera ido encima para besarlo de la nada.


— ¿Cuándo me recogieron? —preguntó un poco más aliviado.


— Chanyeol y yo fuimos a buscarte ayer por la noche a un antro de mala muerte, luego de que mi amigo Bobby me llamara para decirme que estabas ahí en muy mal estado —explicó.


— No lo recuerdo —murmuró un tanto frustrado.


— ¿Cómo fue que llegaste ahí en primer lugar, Lu? —interrogó, tomando suavemente la mano del castaño en un intento de tranquilizar sus nervios.


— Baekhyun me invitó a una fiesta, pensé que solamente sería una reunión pequeña en su casa pero él me llevó ahí —miró a Sehun, dándole una ligero apretón a su mano—. Sus amigos no estaban felices conmigo ahí y Yuna se acercó a mí para charlar, ella había prometido que hablaría con Baekhyun para irnos, pero… —pausó e hizo una mueca de molestia.


— ¿Ella te hizo algo? —interrogó seriamente.


— No recuerdo nada más que haber aceptado un poco de soda —respondió afligido.


— Está bien, Hannie —sonrió con dulzura.


— Ellos me hicieron algo, ¿verdad?


— Definitivamente ellos te dieron algo y te juró que no van a salirse con la suya tras eso —aseguró.


Luhan asintió, sintiéndose más que tranquilo cuando sintió los brazos de Sehun envolviéndolo. Todavía no tenía idea alguna de que significaba aquella imagen en su cabeza, pero Sehun no lo había mencionado, lo que probablemente significaba que eso había sido un sueño y él no sabía porque razón había soñado algo así.


— Sehun, llegó el doctor —anunció Chanyeol desde la puerta.


Ambos se giraron para ver al pelirrojo, sonriendo ampliamente y elevando su mano en dirección a ambos.


— Dile que venga aquí —indicó.


— Hola, Luhan —saludó el pelirrojo y Luhan apenas asintió antes de verlo desaparecer.


— ¿Por qué hay un doctor viniendo? —preguntó confundido.


— Porque no voy a estar en paz hasta que él te vea —explicó, revolviendo su cabello y poniéndose de pie cuando un hombre joven entró en la habitación.


— Entonces... ¿A quién violaron? —preguntó el joven hombre que ingresaba a la habitación con una sonrisa inmensa.


Luhan miró con puro terror en dirección a Sehun, quien le dio al otro una mirada fulminante y tuvo que ser detenido por Chanyeol que sonreía con incomodidad.


— No se trata de eso, Kyuhyun hyung —dijo incómodamente Chanyeol.


— ¿Qué acaso no dijiste que tenía que venir a revisar a un chico que había sido drogado en Hell? —interrogó con una ceja arqueada.


— Sí, pero jamás mencione ninguna violación —bufó.


— Chanyeol, es para eso es que te drogan en un lugar como Hell —se rió, causándole un escalofrío a Luhan.


— Cierra la boca de una jodida vez y revisa a Luhan —masculló entre dientes Sehun.


El médico, que Luhan dudaba realmente que fuera médico, le dio a Sehun una expresión interrogante, antes de mirar en su dirección y acercarse a él.


— ¿Qué te metiste anoche? —preguntó sin rodeos.


— Voy a matarlo —gruñó Sehun, pero Chanyeol lo detuvo.


— Yo no me metí nada —farfulló el castaño.


— ¿De verdad? —arqueó una ceja—. Porque déjame decirte que quienes van a Hell no son inocentes almas de Dios.


— Yo no hice nada malo —gruñó y él suspiró.


— Veras… Luhan, ¿cierto? —Luhan asintió aun con el ceño fruncido—. De acuerdo, Luhan —sonrió de forma un tanto extraña—. Es importante para mí, como tu médico…


— ¿Eres realmente un médico? —lo miró con desconfianza.


— Me falta muy poco para titularme, así que técnicamente, sí —asintió tranquilamente—. Ahora, cierra la boca y déjame hablar —ordenó con una falsa sonrisa de amabilidad—. Como decía…, es muy importante que tú seas completamente honesto conmigo por lo que preguntare otra vez…


— Ya le dije que yo no me hice esto. Yo ni siquiera sabía que ese lugar existía hasta que me vi frente a sus puertas —resopló.


— De acuerdo —asintió el mayor—. Vamos revisarte entonces —dijo, yendo hasta su maletín para tomar algunas cosas.


Luhan cooperó lo mejor que pudo con el desesperante sujeto, dejando que revisara su pulso, ritmo cardiaco e incluso que le lanzara su estúpida lámpara en los ojos. Respondió algunas preguntas sobre lo que había pasado y las cosas que podía recordar, hasta que finalmente el joven hombre le dio instrucciones para así tomar una pequeña muestra de su sangre.


— Él va a estar bien —anunció finalmente, escribiendo algo en un pequeño bloc de notas—. Seguro debe tener un espectacular dolor de cabeza y por eso esta super irritable y odioso —lo miró con el ceño fruncido.


Luhan y Sehun le dispararon dagas con los ojos y él simplemente rodó los ojos en un gesto de fastidio.


— Probablemente también va sentirse algo mareado e incluso puede que vomite un poco, pero por lo que Luhan dijo, no parece ser que quisieran hacerle daño sino más bien una broma pesada —explicó—. De todas formas, voy a llevar esto a laboratorio con un amigo y le llamare a Chanyeol para darle el resultado.


— De acuerdo —asintió el pelinegro—. Alguna otra recomendación.


— Nada en particular en realidad, él puede hacer cualquier cosa que quiera a partir de aquí —dijo entregando una nota al pelinegro.


— ¿Por qué me das esto entonces? —inquirió confundido.


— Es para la marca de mordida en su pantorrilla, debe ayudar a que cicatrice sin problemas —sonrió—. En fin, yo me voy ya.


— Bien, sobre los honorarios…


— No es nada. Le debo un favor a Chanyeol —respondió con simpleza, abandonando la habitación sin más.


Chanyeol se echó a reír sin más y abandonó la habitación también, dejando únicamente a Luhan y Sehun. La sonrisa que Sehun le dio fue preciosa y aun así algo no parecía estar bien. No podía sacar aquella imagen de su cabeza.


Toda ella era tan real que incluso tenía el pensamiento de todavía sentir el sabor y textura de los labios del más alto. Sus ojos fueron por inercia a los labios ajenos y sabía que Sehun le estaba diciendo algo, sin embargo, él estaba muy lejos de estar prestando atención.


¿Qué pasaría si lo besaba?


La pregunta lo dejó en shock e hizo que se pusiera de pie tan rápido como fue posible, mareándose por el violento movimiento y casi terminando en el suelo de no ser por Sehun. Encontrándose a sí mismo envuelto en sus brazos e hipnotizado por sus ojos.


Luhan siempre había pensado que Sehun tenía los ojos más bonitos que había visto, era absolutamente precioso cuando se volvían medias lunas cada vez que él sonreía. Siempre se lo había dicho cuando eran niño y Sehun le decía que sus ojos parecían los de un bonito ciervo.


Lo recordaba a la perfección, así como recordaba que le encantaba pasar horas solamente mirando esos ojos y pensaba que cosas mágicas sucedían cada vez que la mirada de Sehun se iluminaba de alegría.


No le gustaba, sin embargo, cuando ellos reflejaban tristeza o preocupación, le dolía el pecho cada vez, justo como en ese momento. Quería preguntar con urgencia que estaba mal y borrar eso que ensombrecía su mirada.


— ¡Chanyeol! —gritó Sehun, regresándolo a la realidad.


— ¿Qué pasa? ¿Por qué diablos gritas? —bufó el pelirrojo.


— ¡Llama a tu estúpido amigo de vuelta! —exigió alterado.


— Sehun —lo llamó rápidamente para detenerlo.


— Luhan, ¿estás bien? —preguntó angustiado.


— Sí.


— Dios, yo te estaba llamando y tú no respondías, pensé que algo andaba mal. —Los brazos de Sehun lo estrecharon ligeramente y fue inevitable contener una sonrisa por tan simple acción.


— Estoy bien, creo que solamente sigo algo torpe —murmuró, frotando su espalda para tranquilizarlo un poco.


— ¿Estás seguro? Yo puedo hacer que Kyuhyun hyung regrese —ofreció Chanyeol.


— No, estoy bien —aseguró sonriente—. Aunque sí me gustaría saber qué hora es.


— Falta una hora paras las doce —respondió Chanyeol.


— Tengo que irme —musitó, dando un paso fuera de los brazos de Sehun.


— ¿Irte? ¿A dónde? —interrogó Sehun todavía visiblemente preocupado.


— A trabajar —respondió con simpleza—. El señor Li me tiene solamente a mí por el momento y tengo que estar ahí antes del mediodía.


— Luhan, no creo que esto sea una buena idea, tú…


— Él necesita mi ayuda, Sehun —soltó seriamente.


— De acuerdo, nosotros vamos a llevarte —intervino Chanyeol, recibiendo una mirada fulminante del pelinegro.


— De acuerdo —aceptó de mala gana—, pero primero seguramente te gustaría tomar una ducha.


Era obvio que él no estaba de acuerdo con su decisión, lo veía en su expresión y la diversión en la cara de Chanyeol. Sin embargo, no tenía más opción y se limitó a seguirlo cuando lo llevó fuera de la habitación, una puerta más lejos a la derecha y le entregó algo de su ropa.


— Estamos a fuera si algo pasa —casi resopló al final.


— De acuerdo, solamente me gustaría saber algo.


— ¿Qué pasa?


— ¿Dónde estamos?


Era obvio que era un departamento, pero nunca en su vida había estado en ese lugar y Sehun simplemente caminaba por ahí con toda tranquilidad.


— En mi departamento —respondió tranquilamente para luego alejarse.


Luhan permaneció estupefacto en su lugar por varios minutos antes de recordar que se quedaba sin tiempo y terminar de entrar al baño para prepararse para irse. Apenas le tomó un momento estar listo y salir a despedirse.


Tras eso no había entendido muy bien lo que estaba pasando y tan sólo sabía que estaba abordo de un auto, que sabía entonces era propiedad de Chanyeol, sentado entre el pelirrojo y  Sehun con dirección a su trabajo.


Tenía un montón de preguntas pero no la confianza suficiente para hacerlas y tampoco creía que Chanyeol apreciaría ser interrumpido mientras contaba cómo era que había convencido a su madre la noche anterior para pasar la noche fuera.


No tenía el valor tampoco, cada vez que Sehun lo miraba y le sonreía Luhan simplemente se ponía totalmente nervioso y la imagen, que decidió que era un sueño, no paraba de aparecer una y otra vez cada vez que lo miraba. Los nervios lo llevaron a bajar a toda velocidad del auto, sonriendo apenas cuando vio al señor Li abriendo las puertas del local.


— Promete que llamaras si algo pasa —oyó hablar a Sehun y se volvió hacia él rápidamente.


— Lo haré —musitó, mirando a cualquier otra dirección que no fuera él.


— De acuerdo, ten un lindo día —sonrió cálidamente antes de pellizcar juguetonamente su nariz.


Luhan sintió el calor llenar sus mejillas por la inesperada acción y por el sonido de la risa de Sehun. Su corazón estaba acelerado, su sueño aparecía otra vez y sus manos empezaron a sudar por ello; era aterradoramente confuso.


Logró asentir apenas y armando lo que él esperaba hubiera sido una sonrisa cuando el pelinegro subió al automóvil. No tenía idea de que había estado conteniendo la respiración hasta que el auto desapareció de su vista, se volvió hacia la entrada del local y notó entonces que el señor Li lo observaba fijamente.


— ¿Amigo tuyo? —preguntó con una sonrisa.


Luhan asintió torpemente, corriendo a la entrada y tropezando al entrar, prácticamente corrió a los vestidores y se recargo en la pared, tratando de calmar su corazón mientras se repetía que tenía que averiguar qué estaba pasando y porque había tenido un sueño como aquel.


Con el transcurrir del día, había esperado que todo mejorara eventualmente, pero había sido algo absurdo al final y todo había sido un desastre. Su mente estaba en las nubes si es que no estaba en la imagen de su sueño, provocando que se sonrojara de la nada y que tuviera varios errores.


Su jefe había estado preocupado y preguntado qué era lo que andaba mal y él, por su parte, no había tenido idea alguna de que responder. Tan sólo sonreía prometiendo que todo estaba bien cuando no era verdad y para ese punto, Luhan esperaba con ansias poder marcharse a casa.


Sacar la basura era la única tarea que lo separaba de ello. Se dio prisa en ir hasta el callejón a un costado del local y dejar las bolsas negras en el contenedor, girando después en todas direcciones, con un pequeño plato en sus manos.


Un maullido llamó su atención y una sonrisa se extendió en sus labios mientras se ponía en cuclillas y ponía el pequeño plato en el suelo para alimentar al bello gatito blanco. El pequeño se acercó sin titubear y comenzó a tomar el contenido del plato ante su atenta mirada.


Lo había encontrado apenas cuatro días atrás y lo había alimentado desde aquel día que él lo había mirado con sus grandes y adorables ojos. Había adecuado un lugar para que él pudiera pasar la noche caliente y seguro mientras Luhan conseguía un hogar para él.


No podía llevarlo a su propia casa debido a que YanYan era alérgica a los gatos, pero sin duda le hubiera encantado poder hacerlo. La pequeña criatura era adorable y Luhan ya lo adoraba, le preocupaba bastante que un día algo pudiera llegar a pasarle si no le encontraba un hogar apropiado cuanto antes.


— ¿Quieres más? —sonrió al verlo acercarse, acariciándolo con cuidado y recibiendo un maullido en respuesta.


— No deberías alimentarlo si no planeas conservarlo.


Luhan reaccionó poniéndose de pie correctamente y levantando al pequeño felino en sus brazos, antes de alzar su mirada rápidamente al dueño de la voz. La fría mirada de Suho chocó con la suya, poniéndole la piel de gallina.


— Señor Kim —hizo una reverencia al instante.


— ¿Es tu mascota? —preguntó, sin apartar su mirada de él.


— No. Yo únicamente lo alimento, pero estoy buscando un hogar para él —respondió de inmediato a sabiendas de que él odiaba esperar.


— ¿Por qué no llevarlo a casa si te estás tomando tantas molestias? —arqueó una ceja en su dirección.


— Mi hermana mayor es alérgica a los gatos. —Luhan quería salir corriendo, la situación no podía ser más incómoda.


— Ya veo.


Su mirada gélida seguía puesta en él y, aunque Luhan quería preguntar qué era lo que el mayor hacía ahí, sabía que sería un gran error, por lo que decidió cerrar la boca y rezar para que él le dijera que se podía marchar de una vez.


— ¿Qué harás mañana? —preguntó.


Luhan levantó la vista de suelo, dándose cuenta muy tarde de que el hombre estaba frente a él, apenas un paso de distancia. Quería gritar por ayuda, pero teniendo en cuenta que todos ahí obedecían a ese hombre, sabía que nadie iba a ayudarlo.


— ¿Puedo?


Luhan no quería entregarle al pequeño felino, sin embargo, no tenía ninguna otra opción, así que terminó entregándolo al mayor a regañadientes.


— No me has respondido —habló, mirando con desinterés al pequeño gatito que maullaba asustado en sus manos.


— Nada, señor. —Sus ojos estaban fijos en el pequeño animal, no tenía idea de que iba a hacer, pero lo haría pagar si lo lastimaba de alguna forma.


— Muy bien —asintió—. Te recogeré mañana al mediodía —indicó, dando la media vuelta.


Luhan se quedó estupefacto, no logró reaccionar hasta que escuchó al pequeño minino maullar al estar siendo alejado de su lado.


— Señor —llamó apresurado.


— ¿Qué? —se giró para mirarlo.


Tenía tanto que decir, cómo que ni loco quería a ir a ningún lugar con él, pero sabía que no tenía opción alguna en ese caso. Por lo que solamente haría lo que pudiera por el pequeño gatito que el mayor estaba llevándose.


— ¿A dónde lleva a 牛奶 (Niúnǎi)? —preguntó ansiosamente.


— ¿Le pusiste leche por nombre al gato? —inquirió con un tono un tanto burlón.


Bien, Luhan sabía que tal vez podía ser el nombre menos ingenioso en el mundo, pero no era como que fuera a quedarse con el gato y a él también le gustaba mucho la leche, así que en ese momento había sido lógico para él. Además de que definitivamente no le estaba contando a ese hombre que el pequeño gatito inicialmente tenía por nombre –勛 (Shì Xūn).


— Yo solamente quiero saber a dónde lo está llevando —musitó.


— Dijiste que buscabas un hogar para él, ¿no es verdad? —Luhan asintió—. Le estoy dando uno entonces.


Los ojos del menor se iluminaron y una sonrisa surcó sus labios. Algo en su interior le decía que el pequeño estaría en buenas manos y, olvidándose de su anterior temor por el hombre, se acercó al mayor para mirar al felino.


— Ahora tienes una casa de verdad, Niúnǎi —le dijo con una sonrisa afectuosa—. Debes ser bueno, ¿está bien? —El felino maulló en respuesta—. Te voy a extrañar —Luhan besó su pequeña patita cuando el pequeño animal la estiró hacia él—. Muchas gracias por esto.


El mayor se aclaró la garganta ante su mirada y sonrisa llenas de agradecimientos, desviando su rostro en otra dirección.


— Como sea, puedes venir a visitarlo de vez en cuando —farfulló—. No vayas a olvidar lo de mañana.


Luhan todavía no pensaba que fuera una buena idea salir a ningún lugar con él, pero estaba sin opciones tratándose de Suho y él también estaba adoptando a Niúnǎi, así que era algo que tenía que hacer sí o sí.


— De acuerdo —asintió levemente.


Suho le dio una última mirada, dando por finalizada la conversación y saliendo del callejón para dejarlo solo finalmente. Un sonoro suspiro abandonó los labios del castaño y regresó al interior del local, rezando para que esta no fuera una más de sus muy malas ideas.


***


¿Negro o gris?


Esa era la pregunta que se hacía mientras sostenía la chaqueta de cuero negra y una chaqueta color gris oscuro con un estilo más casual. No veía mucha diferencia en realidad, pero tenía que elegir alguna y no estaba muy seguro de cual.


— ¿Qué opinas? —le preguntó a su nuevo compañero de habitación.


No fue de gran ayuda al final, ya que lo único que hizo fue maullar y darse vueltas en la cama para luego mirarlo con sus brillantes ojos de gato. Suho suponía que con ello le estaba diciendo que le daba exactamente igual lo que fuera usar para ese día.


El mayor bufó y siguió pensando, tal vez podría llamar a Kai para que le diera su opinión, aunque eso seguramente lo haría acreedor a la pregunta de a dónde iba y en realidad no quería responderle para ahorrarse un sermón que a final de cuentas iba a ignorar.


— Buenos días, Suho.


Y ahí estaba Kai, tan puntual como de costumbre y con su agenda en mano, listo para decirle todos los compromisos que tenía para ese domingo. Una lástima que él no tuviera intención alguna de cumplir con ninguno de ellos.


Ya que generalmente para él, los domingos eran siempre una rutina desde que tenía memoria. Sin embargo, lo iba a cambiar para ese día. Lo haría todo diferente; se tomaría un día libre y saldría con un niño chino para así, tal vez, descubrir porque todo mundo parecía llegar a los límites de la locura por él.


— ¿Todavía no te has cambiado? —preguntó Kai, un tanto confundido al no verlo usando un traje como siempre.


— No, de hecho, estoy más que listo —aseguró, decidiéndose al final por la chaqueta de cuero.


— ¿De qué estás hablando? —interrogó confundido.


— Cancela todo lo que tenga para hoy, tengo algo que hacer —informó, tomando su billetera para salir.


— ¿Cómo que cancele todo? —soltó atónito.


— No me llames a menos que sea estrictamente necesario y vigila que Niúnǎi sea cuidado correctamente —instruyó mientras baja las escaleras.


— Espera un segundo. ¿Realmente me estás poniendo como niñera de esa bola de pelos? ¿A dónde carajos vas en todo caso? El equipo de seguridad no me informo de nada de esto —Lo siguió de inmediato.


— Eso es porque no llevaré seguridad —respondió, al tiempo que llegaba a la puerta de su casa.


— ¡No puedes salir sin escoltas! —chilló el moreno.


— Tengo una cita, Kai. No voy a llevar a mis escoltas conmigo —respondió con simpleza en tanto esperaba que uno de sus empleados llevará su auto a la entrada de su hogar.


— ¿Una cita? ¿Realmente estás cancelando todos tus compromisos por una simple cita? —bufó.


— No es solamente una cita, Kai —sonrió ladino—. Es una cita para resolver un gran misterio, así que es la cita —recalcó las últimas dos palabras.


— ¿Te has vuelto loco? —resopló—. ¿Qué demonios está pasándote desde ayer? —inquirió.


— No sé de qué hablas, yo estoy bien —afirmó.


— Suho, ayer te presentaste con un puto gato diciéndome que lo estábamos adoptando y ahora me dices que te largarse a quién sabe dónde, con quién sabe quién y sin llevar a tu equipo de seguridad. Así que discúlpame, pero si eso no es extraño, entonces soy obviamente el del problema —resopló molesto.


— Exageras —rió por lo bajo y caminó a su auto cuando las llaves le fueron entregadas por su empleado.


— Dime al menos quién es la mujer que logra hacer que dejes todo tirado —exigió, ya sin hacer nada para detener.


— Se llama Wu Luhan y la última vez que lo vi no era una mujer sino un delicioso jovencito —respondió divertido.


El rostro de Kai se desfiguró en una mueca de incredulidad. Él estaba pálido como una hoja de papel y a Suho no pudo importarle menos.


— ¡Lay te arrancara las bolas cuando lo descubra y te juro que yo voy a ayudarlo!


Lo escuchó gritar tan pronto había pisado el acelerador y salido por la reja principal de la mansión. Conocía muy bien las consecuencias de lo que estaba haciendo, pero él no iba a quedarse con la duda por ninguna circunstancia.


El GPS lo llevó sin problemas a su destino. Un barrio muy agradable a decir verdad, todo parecía bastante tranquilo e incluso había algunos niños jugando en la calle. Lo único malo era que la casa del castaño estaba justo a la que sabía era la casa de Oh Minho. Le dio exactamente igual en ese momento, ya que de todas formas Minho tenía una deuda que saldar con él.


Bajó sin mucha ceremonia, mirando en todas direcciones. Una mujer ya algo mayor lo observaba desde su ventana con un muy evidente interés y le resultó obvio que era ese tipo de personas que siempre metía las narices donde nadie la llamaba.


La miró de vuelta, provocando una mueca de espanto y le sonrió encantadoramente antes de tocar el timbre del hogar de Luhan. Se rió por lo bajo cuando la señora entrometida se sonrojó y cerró a prisa sus cortinas.


— ¿Conoce a la familia Wu? —preguntó una chillonsita voz.


Suho bajó la mirada al pequeño curioso que alternaba la mirada entre él y su auto. Era seguramente que se había acercado más por eso que por saber si conocía a la familia de su joven empleado.


— No realmente —respondió simplemente.


— ¿Por qué tocas a su puerta entonces? —Suho frunció el ceño, odiaba ser interrogado.


— Porque sí —masculló.


— ¿Ese es tu auto?


— Sí —bufó irritado.


¿Dónde estaba Luhan en todo caso?


— ¿Eres el novio de la hija de los señores Wu?


Suho le dio un mirada confundida al menor, sabía en efecto que Luhan  tenía una hermana mayor; Wu YanYan, así era como se llamaba si la información no era errónea. Sin embargo, el mocoso estaba haciendo preguntas muy molestas, definitivamente le ordenaría que se largara y entonces notó a la señora que parecía vigilar al pequeño mientras fingía regar las flores del jardín.


Entrecerró los ojos en su dirección, viéndola tensarse y darle la espalda de forma nerviosa. Miró en dirección al pequeño nuevamente y se puso en cuclillas, llamándolo con su dedo índice para que se acercara, él lo hizo sin dudar.


— Tú mamá te pidió venir a hacerme todas estas preguntas, ¿verdad?


El niño se le quedó mirando durante unos instantes para finalmente afirmar con un movimiento de su pequeña cabeza algo asustado. Él daba miedo y lo sabía.


— Entonces ven, esto es lo que debes decirle a tu mamá. — Le susurró su respuesta al menor y le dio una palmadita en la espalda cuando dio la media vuelta y corrió hasta su madre.


— ¡Mamá, dice el señor que te busques una vida propia en lugar de estar pendiente en la de otras personas!


Suho se rió sin vergüenza alguna de la expresión estupefacta de la entrometida mujer. La puerta eligió ese preciso momento para abrirse, mostrándole tras ella a un adorable y temeroso chico castaño que parecía estar a punto de correr al interior de su hogar.


—  Te ves bien — elogió al sentir que era apropiado, el chico parecía haberse esmerado un poco más en su apariencia después de todo.


— Gracias —murmuró apenas. Luhan de verdad parecía demasiado incómodo y eso no podía resultarle más divertido al mayor.


— ¿Luhan?


La voz femenina los hizo volverse en su dirección tan pronto la escucharon. Suho la reconoció de inmediato como la hermana mayor del castaño y, por su mirada asesina, ella no estaba nada feliz de verlo ahí en su compañía. Volvió a poner sus ojos sobre Luhan  y la mueca del menor solamente afirmaba sus sospechas.


— ¿Quién es ese hombre? ¿Qué hace aquí? —exigió saber la enojada chica, acercándose con prisa a ellos.


El mayor bufó fastidiado, abriendo con una mano la puerta del copiloto de su auto y tirando del brazo de Luhan con la otra, empujándolo sin esfuerzo al interior y cerrando en unos cuantos segundos nada más.


— ¡¿Qué demonios crees que haces?! —gritó ella, corriendo hasta ellos justo cuando el mayor subía al auto y lo ponía en marcha.


— Es-espere un momento, ella es…


— Tu hermana mayor, lo sé —dijo como si nada y pisó el acelerador, dejando una estela de polvo y a una furiosa chica tras ellos.


El menor suspiró agobiado, pero se abstuvo de decir cualquier otra cosa. Lo estaba asustando y era sumamente consciente de ello, solamente que no le importaba en lo más mínimo. Tenía todo un día por delante en su compañía y no iba a conformarse con nada menos que descubrir qué era lo que lo hacía tan atractivo para los demás.


— ¿A dónde vamos? —preguntó con un tono algo titubeante.


— Primero, a comer —respondió sin apartar su mirada del camino.


— ¿Por qué me pidió venir con usted? ¿Es por algo sobre el trabajo? —musitó débilmente.


— Oh, en absoluto. —El semáforo se puso en rojo y detuvo el auto, volviéndose para mirar al menor.


— ¿Entonces? —susurró, encogiéndose en su asiento.


— Nosotros actualmente estamos en una cita romántica —respondió con una sonrisa maliciosa.


Los ojos del menor se abrieron como platos y su cara palideció por completo, haciendo reír al mayor antes de volver al volante. Debía admitir que el menor era sumamente expresivo y tal vez de alguna forma eso podía ser algo lindo, aunque a él en realidad no le parecía nada extraordinario ni nada.


Sin embargo, esperaba que con el transcurso de su cita su percepción cambiará o iba a matar a Baekhyun y a Jackson por imbéciles.


***


— Déjanos aquí —indicó Chanyeol a su chofer tan pronto vieron la fachada del local de Lay.


Sehun bajó primero, esperando a que su amigo le diera instrucciones antes de entrar al lugar. Era ahí donde siempre se reunían y al ver a su amigo rezo para sus adentro por una buena noticia que les diera al menos un avance con su plan.


— ¿Tienes lo que te pedí? —preguntó Sehun.


— Tengo la información pero no hay nada que nos sirva a en realidad.


La frustración de Lay era evidente mientras el pelinegro recibía la carpeta que le ofrecía, revisando todo lo que contenía y resoplando con enojo al darse cuenta que toda esa información era lo mismo que ellos ya habían logrado investigar acerca de Minho.


El tipo era una escoria. Ellos sin esfuerzo habían averiguado eso y sabían bien sobre casi toda la mierda que el tipo hacía. Sehun no necesitaba ser un genio para averiguar todo eso, trabajaba para el mal nacido después de todo. El bastardo debería estar en la cárcel hacía años.


Sin embargo, Lay se había negado a proceder de esa forma por el bienestar del propio Sehun, ya que su amigo de ninguna forma quería que él terminará involucrado en todo eso. Decir únicamente que estaba siendo chantajeado por su hermano no sería en absoluto algo que lo absolviera de nada.


Aunque si decidiera proceder de esa forma no importaría de todas formas, ya que no importaba lo que Minho hiciera, él nunca tenía ningún problema. Seguramente el maldito podría ir por ahí cometiendo algún crimen a plena luz del día, pero simplemente no pasaría nada.


Era también esa la pieza que faltaba en su rompecabezas. Alguien estaba cubriéndolo muy bien y Sehun comenzaba a pensar que esa información bien podría ayudarlo a lograr su objetivo y darle la clave principal de su plan contra el maldito bastardo, necesitaba hallar su punto débil con desesperación para hacerlo caer de una vez por todas.


— ¿Estás seguro de que esto es todo lo que pudieron conseguir? —preguntó frustrado.


— No, pero el sujeto no me dirá nada más —resopló.


Sehun maldijo por lo bajo y arrojó la carpeta al suelo sin cuidado alguno. Sus planes no estaban saliendo como quería y sabía que no era como que lograría descubrir nada estando bajo la vigilancia de Minho.


Los imbéciles de sus mascotas no iban a hablar y aunque Bobby era su amigo, él se negaba a decir palabra alguna por Kyungsoo más que por lealtad a Minho. Estaba prácticamente caminando a ciegas y era más que frustrante.


— Esto no funcionara, debes hacer lo obvio, Sehun. Tú sabes ya cuál es el punto débil de Minho —le señaló Chanyeol.


— No —sentenció sin dudarlo—. Yo no voy a convertirme en la misma porquería que él e ir tras un chico inocente. Kyungsoo también es mi amigo.


— ¿Y crees de verdad que ese chico lo va a dudar si Minho le pregunta a cuál de los dos traicionar? —bufó—. Va a elegir a Minho sin pensárselo dos veces mientras que tú estás aquí dudando.


— Chanyeol —llamó Lay a modo de advertencia.


— Yo sólo digo la verdad —farfulló molesto.


— No, tiene que haber otra alternativa —murmuró como tratando de creerlo él también.


— ¡Por supuesto que la hay! —elevó la voz el pelirrojo—. ¿Pero adivina qué? Esa alternativa solamente incluye a la policía y ambos sabemos que tú también vas a ser arrastrado si eso pasa, además de que al final serás el único que sufra porque ambos sabemos que Minho será liberado de todo cargo de inmediato mientras tú te pudres en una correccional —soltó sin contemplación alguna.


— Chanyeol —llamó severamente Lay.


— No hay otra manera y lo saben, no importa cuántas cosas más descubramos de él. Es ese chico lo único por lo cual parece tener alguna clase de afecto real —señaló seriamente.


Sehun lo sabía pero seguía sin estar de acuerdo, Kyungsoo no era alguien malo después de todo. Él lo conocía lo suficiente para saber que jamás le haría daño a alguna persona en realidad y que lo que estaba haciendo junto con Minho eran solamente las estupideces que algunos chicos hacen en busca de emoción.


— No lo haré —respondió con firmeza.


— ¡Maldita sea, Sehun! —gruñó Chanyeol.


Lay le dio una mirada de orgullo por su respuesta. Su amigo también estaba muy preocupado por él pero nunca había sugerido nada como eso, Chanyeol tampoco lo había hecho antes pero estaban llegando a un punto de desesperación que comenzaba a sobrepasarlos a los tres.


La campanilla del local de Lay sonó justo en ese momento, Sehun fue el primero en volverse en dirección a la persona que recién llegaba. Lay seguramente tenía mucho trabajo que hacer y al no encontrar nada útil, ellos deberían marcharse entonces.


Ver a YanYan ahí, sin embargo, no era algo que había esperado, pero bien sabía que ella estaba loca y que en definitiva a ella no podría detenerla de lo que sea que quisiera hacer. Lo que no esperó fue que ella corriera hacia él y lo sujetara del cuello de la camisa, viéndolo como si estuviera más que lista para molerlo a golpes.


— YanYan jiějiě, ¿qué demonios…?


— Luhan se fue con él —soltó de golpe—. ¡Ve y haz algo! —ordenó furiosa.


— ¿De qué demonios estás hablando? —preguntó confundido y preocupado al mismo tiempo.


— ¡De su maldito jefe! ¡Luhan se fue con él! —soltó histérica.


Sehun permaneció pasmado, procesando lentamente el hecho de que la chica estaba diciéndole que Luhan estaba quién sabe dónde en compañía de Kim Suho, quien bien podría matarlo con un chasquido de sus dedos.


— ¡Ese jodido bastardo! —oyó rugir a Lay.


Su amigo salió por la puerta hecho una furia y Sehun se apresuró para ir tras él, reaccionando finalmente al hecho de que Luhan estaba en la boca de lobo y más que decidido a matar al hermano mayor de Lay si él lo dañaba de alguna forma.


— Súbete —ladró su orden Lay, tan pronto montó su motocicleta y le entregó el casco a Sehun.


A partir de ese instante para Sehun todo a su alrededor se volvió un borrón debido a la velocidad en la que avanzaron. Llegando en un parpadeo a una imponente mansión a la que él solamente había ido un par de veces para acompañar a Lay.


Las enormes rejas abrieron tan pronto estuvieron ahí, varios hombres saludaron a Lay en el camino tras cruzar las puertas de la mansión, pero el mayor los ignoró y avanzó hasta uno solo de ellos, tomando al moreno por las solapas de su costoso traje y estrellándolo en la pared más cercana.


— Bienvenido Lay —saludó sin inmutarse por la agresión.


— ¿Dónde está y qué mierda pretende? —masculló entre dientes el chino.


— No tengo ni puta idea —suspiró—. Esa es la respuesta a tus dos preguntas.


— No te hagas el idiota, Kai —gruño.


— Lay, de verdad que yo de esto entiendo lo mismo que tú. Es decir, creo que tu hermano se está volviendo loco o, en su defecto, tú amigo aquí presente —señaló a Sehun—, tendrá que lidiar con una tercera persona de ahora en adelante.


— ¿De qué mierda estás hablando? —espetó Sehun, porque en definitiva no le estaba gustando en absoluto el rumbo de todo eso.


— De que tú, mi querido amigo, podrías tener a una tercera persona interesada en tu pequeño castaño. —La expresión tanto del pelinegro como de Lay fue de completo shock, el segundo de ellos incluso dio dos torpes paso hacia atrás por la conmoción.


— No, tú debes estar equivocado, JunMyeon jamás…


— Tu hermano anoche llegó anunciándome que estábamos adoptando a un gato que extrañamente tiene un nombre chino y hoy me avisó de la nada que debía cancelar todas sus citas porque tenía una cita romántica con alguien —bufó ante el recuerdo—. Cosa que estaría bien, el tipo está muy estresado últimamente y le hace falta follar o algo así.


Tras sus palabras, Sehun le dio una mirada cargada de desprecio que únicamente tuvo al moreno poniendo los ojos en blanco antes de continuar con su explicación.


— El problema aquí es que estuviera cancelando un montón de compromisos importantes; algo que él nunca hace. Así que para cuando le pregunté qué estaba sucediendo, él simplemente me anunció con toda la calma del mundo que se estaba largando en una cita con Wu Luhan y sin todo su maldito equipo de seguridad. ¿Tienes una puta idea de lo que es eso? —masculló, dirigiéndose hasta la computadora portátil que ellos apenas habían notado y oprimiendo algo en su móvil antes de llevarlo a su oído.


— No, eso no es posible, él nunca…


— Pues créelo, Lay —dijo tajante el moreno—. Aunque puedes estar tranquilo, estoy en la tarea de buscarlo y traerlo aquí cuanto antes, porque me está costando las bolas resolver todo lo que dejó botado —sentenció, tecleando furiosamente en la portátil.


— ¿Puedes encontrarlo? —se adelantó Sehun. Ni de broma estaba permitiendo nada entre ese sujeto y Luhan.


— En eso estoy, niño —sonrió ladino, desviando su mirada de su portátil hasta él y volviendo a oprimir algo en su móvil; era la tercera vez que lo hacía—. Suho no puede dar ni dos pasos sin que yo lo sepa, es por seguridad —explicó.


— ¿Tan importante es que ese hombre esté bien? —inquirió desconcertado.


— No es por su seguridad —murmuró Lay—. Es por la seguridad de otras personas.


Eso no se escuchó nada bien en absoluto e hizo que su preocupación se disparó a niveles críticos. Lanzó su mirada en ese momento al moreno perdido en la pantalla de su portátil hasta que lo vio sonreír levemente.


— Informe —dijo el moreno cuando finalmente consiguió que atendieran su llamada—. Lo tengo —anunció triunfante.


— ¿Dónde están? —se apresuró a preguntar Sehun.


— Llevando a tu chico por algunos dulces —respondió con el ceño fruncido, caminando con prisa a la entrada de la mansión seguido por Sehun y Lay.


***


Él no era feliz.


No importaba cuando llevaba intentándolo, el castaño simplemente no estaba feliz en lo absoluto y eso estaba poniendo a Suho de los nervios. Hasta ese punto él simplemente no entendía qué era lo que Luhan necesitaba para sonreír un poco siquiera.


Lo había llevado a comer y durante ese tiempo el menor había tenido una expresión de querer largarse de ahí.


Luego de eso, lo había llevado a un maldito parque de diversiones y él se había negado a subir a cualquiera de los juegos. Cuando eso falló, Suho había sugerido probar con algunos juegos de tiros y esas mierdas, ganando para él un muñeco estúpidamente ridículo y gigante, pero él parecía aceptarlo más por obligación que nada.


El acuario no había sido diferente, aunque por lo menos ahí parecía haberse interesado en los peces. Sin embargo, no había sonreído ni una maldita vez durante todo el jodido paseo en el jodido lugar repleto de gente y niños.


Cambió de táctica entonces e intentó preguntar qué era lo que el niño quería hacer para estar contento y el muy hijo de perra se había encogido de hombros y nada más, Suho quería estrangularlo para ese punto.


Él incluso lo había arrastrado a un museo para al menos obtener una expresión de aburrimiento, cabe mencionar que no lo había logrado. Luhan simplemente lo seguía como un robot, o un muerto tal vez, tan inmutable y sereno que el mayor comenzaba a considerar golpearlo para al menos así verlo llorar de dolor.


—¿Qué tal tu pastel? —preguntó.


— Bien —musitó apenas.


Lo cual era otra de las cosas que lo estaban haciendo perder los estribos, debido a que el menor se negaba a hablar con el más allá de palabras simples y uno que otro movimiento de cabeza cada vez que intentaba entablar con él alguna especie de conversación.


— ¿Qué está mal, Luhan? —preguntó sin rodeos, dejando de lado sus cubiertos.


— Nada —murmuró en respuesta.


El puño del mayor golpeó la mesa en ese momento, haciéndola temblar y ganándose una mirada de puro terror de parte del pequeño castaño que lo estaba enloqueciendo. Matarlo sería la mejor forma de parar las estupideces de Jackson y Baekhyun, pero apreciaba su miembro donde estaba y era por ello que no iba a enojar a Yixing.


— Lo siento —tomó una gran bocanada de aire—. Me pareció ver un insecto. —Tomó de nuevo sus cubiertos y siguió con su postre, ignorando la expresión espantada del menor—. ¿Algún lugar que quieras visitar después de salir de aquí? —Luhan volvió a encogerse de hombros.


Suho decidió matarlo entonces, deteniéndose un segundo más tarde cuando una pequeña niña; con sus ropas de aspecto bastante deplorables y su pálida cara manchada, se acercó a ellos con una canasta llena de rosas.


— ¿Flores para su acompañante, señor? —preguntó la niña.


El ceño de Luhan se frunció de disgusto y era, por mucho, mejor que esa expresión de autómata que Suho había estado viendo durante todo el tiempo que habían pasado juntos. Por lo menos ya era un avance de algún tipo.


— Oh, mil disculpas señor, haré que se vaya de inmediato —se apresuró a decir una voz masculina—. No puedes estar aquí, largo —ordenó a quien Suho reconoció como el dueño del lugar.


Notó apenas por el rabillo del ojo el rostro de Luhan tornarse preocupado y se eso lo hizo elevar la mano para detener al hombre mayor de echar fuera a la pequeña niña. Ya que, si eso ayudaba a mejorar en algo las cosas, él iba tomarlo.


— ¿Cuánto cuestan? —preguntó, sonriendo apenas.


La sonrisa de la pequeña fue resplandeciente mientras tomaba una rosa blanca y la extendía en su dirección.


— ₩878,22* cada una, señor —respondió con entusiasmo.


— Las quiero todas.


Los ojos de la pequeña se abrieron ampliamente, nerviosamente contó un total de 20 rosas, dándole una mirada como en espera de que él se arrepintiera luego de que le dijera la cantidad por las flores que estaría adquiriendo.


— Entrégaselas a él —indicó, haciendo un ademán en dirección a Luhan.


Los dos se miraron boquiabiertos antes de que la pequeña reaccionará y tomará las rosas de su canasta entregándolas todas al castaño. Una leve sonrisa se extendió en los labios del menor cuando se dirigió a la pequeña. Los ojos del mayor se quedaron fijos en él, era su primera sonrisa y a decir verdad, era bonita, claro que no estaba ni de cerca a comparación con la sonrisa de su Yixing, pero era agradable de alguna forma.


— Aquí tienes —le entregó el dinero a la pequeña. Ella lo contó rápidamente, dándole una mirada sorprendida después.


— Señor, esto es más de…


— Quédate con el cambio —indicó, volviendo su atención a su plato.


— ¡Muchas gracias, señor! —Fue lo último que escuchó decir a la niña, antes de verla alejarse.


El castaño que seguía sonriéndole para cuando volvió sus ojos a él, parecía entonces genuinamente feliz por algo así de simple y estúpido que apenas le había costado hacer. Sin embargo, no pudo evitar recordar a Yixing al estar mirándolo a él.


— Gracias —le dijo el menor.


— ¿Por las flores? —inquirió sin comprender—. No fue nada en absoluto, te hubiera comprado más si eso querías —se encogió de hombros.


— No es por las flores, sino por lo que hiciste por ella —explicó, aun esbozando esa sonrisa suya.


« Muchas gracias JunMyeon g“, eres el mejor… »


Sus dedos apretaron con fuerza los cubiertos ante el recuerdo de esas palabras. La mirada que Luhan le daba seguía estando llena de un brillo extraño que le revolvió el estómago y lo hizo preguntarse si acaso era eso lo que todos veían en él.


— ¿Acaso tú…?


— Miren nada más a quien tenemos aquí. —Una mano aterrizó en su hombro derecho y lo hizo girarse con una expresión de hielo hasta aquella persona.


— ¿Cambiando de juguete? —preguntó con burla, dándole a Luhan una mirada de asco total—. A Minho le va encantar saber esto —rió junto con sus acompañantes.


Suho les dio una mirada de reojo para luego fingir que ellos en realidad no estaban ahí, siendo plenamente consciente de que eso a final de cuentas no iba a resolver nada en absoluto. Ellos estaban enojados por la paliza de Minho después de todo.


— ¿Te atreves a ignorarme? —masculló, demasiado cerca de su rostro y arruinando su apetito con su mal aliento—. No es muy inteligente de tu parte ya que ninguno de tus perros está contigo hoy —se burló.


Los ojos de Suho se posaron en Luhan, quien tenía una evidente mueca de angustia y miedo. Frunció el ceño por ello, a él le había costado demasiado borrar esa expresión del rostro del más joven como para que esos idiotas vinieran a tirar su trabajo a la basura.


— Hey, te estoy hablando —repitió el tipo del mal aliento.


— Oigan, vagos —se escuchó la voz del dueño. Suho no dejó de mirar a Luhan ni un instante—. Salgan de aquí antes de que llame a la policía —amenazó.


Un estruendo y varias exclamaciones de sorpresa y miedo siguieron aquellas palabras. Luhan miraba la escena con una expresión de angustia e impotencia mientras que el mayor no dejaba de verlo a él. Captando apenas por el rabillo del ojo, el momento en el que el dueño del lugar había sido lanzado contra una de las mesas, causando el pánico de los comensales.


— Al parecer no es tan valiente sin sus escoltas alrededor —rió otro de ellos.


Suho siguió mirando a Luhan. El muchacho era lo único que Suho debía mantener ileso, no por una sino por muchas razones, por lo que todo lo demás que se destruyera serían puros daños colaterales mínimos con los cuales su chequera podía lidiar.


— Oh, ¿pero que tenemos aquí? —dijo el líder con mal aliento—. ¿No puedes dejar de mirar a tu chico?


La mirada de Suho se volvió afiliada mientras observaba al tipo rodear a Luhan y pararse tras la silla que el menor ocupaba. El chico estaba tenso, mirando de reojo cada movimiento que el idiota hacía.


— Minho estará encantado de conocerlo —sonrió perversamente, dejando caer sus manos sobre los hombros del menor.


El rostro de Luhan se volvió blanco y eso fue todo. Suho se movió, clavando su tenedor en la pierna de uno de ellos, el hombre gritó y cayó al suelo. Se puso de pie y antes de que ellos siquiera procesaran eso, el segundo de ellos ya estaba inconsciente y Suho iba por el tercero.


Las personas comenzaron a gritar y a empujarse hacia la salida, el hombre intentó largarse también, volviéndose un objetivo inútil tras ser sujetado por la chaqueta en un agarre de acero.


Habías gritos y exclamaciones de horror desde la primera vez que su puño conectó con la cara del sujeto, algo se rompió también y lo hizo formar una mueca de desagrado al sentir la sangre sobre su piel. Le resultaba asqueroso, siempre usaba guantes por esa misma razón, sin embargo, no los llevaba consigo ese día, al ser último pensamiento darle una golpiza a Luhan o a cualquier otra persona.


Aunque no podía negar que era satisfactorio ver la cara de sufrimiento y agonía que portaba la estúpida mascota de Minho cada vez que sus manos aterrizaban en el, ya bastante, desfigurado rostro del hombre.


Hubo una sonrisa torcida extendiéndose en sus labios antes de que hiciera al tipo atravesar el gran y bonito ventanal de la cafetería. Oyó que lo llamaban en alguna parte lejos mientras cruzaba por lo que una vez había sido un hermoso ventanal, caminando sin prisa hasta el sujeto en el suelo.


— ¡Señor Kim, deténgase ya por favor! —pidió Luhan, quien cruzaba la puerta apresurado.


Ah~, el niño era tan educado que era hasta tierno.


No se molestó en mirarlo y volvió su atención al hombre semiinconsciente, estaba aterrorizado para cuando salió de su aturdimiento e incluso se arrastró de espaldas lejos de él en un intento patético de huir. Apenas avanzó un poco antes de que su pie lo empujara hacia abajo con brutalidad.


— ¿Te has preguntado cual es el motivo del montón de escoltas que me siguen? —le preguntó al otro hombre.


Él movió la cabeza a modo de negativa, suplicando con la mirada que lo dejara ir.


— Es porque ellos no me protegen a mí, sino a basura como tú para que yo no los mate —sonrió, inclinándose a una altura que permitió a una de sus manos rodear el cuello del hombre, empujándolo hacia abajo de tal forma que su cabeza golpeó contra el lizo piso.


— ¡Por favor, ya basta! ¡Se meterá en problemas! —suplicó Luhan, rodeando firmemente su brazo en un intento lamentable para hacer que se detuviera.


Se zafó con facilidad, empujando al jovencito al suelo con una mueca de puro miedo en su bello rostro. Estaba más allá de detenerse, le daba igual el lugar donde estaban, nadie iba a mover un solo dedo en su contra y salir de ello intacto.


— JunMyeon g“ —susurraron con suavidad, tocando apenas su brazo—, déjalo ir.


Los ojos de Lay estaban fijos en los suyos y tenía una sonrisa suave, apenas visible. El tiempo se detuvo para él y su mano deslizó con suavidad el férreo agarre que había mantenido sobre el cuello de ese desagradable idiota y se enderezó para estar correctamente de pie.


— Tú… ¿Cómo es que tú…?


— No importa, yo te voy a explicar pero debemos irnos de aquí. —La expresión serena se había ido en ese momento y él frunció el ceño—. Andando —lo tomó del brazo para que caminara.


Fue eso lo que bastó para que se diera cuenta de la situación; Lay no estaba solo. Kai estaba ahí, hablando acaloradamente con los de seguridad del lugar, todo su equipo de seguridad contenía a la muchedumbre curiosa y un chiquillo pelinegro estaba ayudando a Luhan a volver a sus pies.


Los ojos del castaño brillaban mientras veía los orbes del pelinegro y al ver eso se dio cuenta que solamente había rencor en la mirada que Yixing le daba a él, todo eso parecía un teatro ridículo e hizo su sangre hervir.


— Vámonos —le gruñó Yixing.


— No —escupió entre dientes, deshaciendo bruscamente el agarre de su hermano menor.


— JunMyeon, no pruebes mi pa…


— ¡Al carajo con tu puta paciencia! —ladró enfurecido, sus ojos fueron hasta Luhan y el niño se puso blanco—. Nos vamos ahora —sentenció.


— Él no va contigo a ningún puto lugar —intervino el pelinegro, desafiándolo con la mirada.


— ¡Ahora, Luhan! —vociferó.


— ¡No! —respondió ferozmente Oh Sehun.


— ¡¿Te has vuelto loco acaso?! ¡¿Qué mierda planeas hacerle?! —explotó Yixing.


No lo escuchó y mantuvo sus ojos fijos en Luhan, quien alternaba la mirada entre el pelinegro que lo ocultaba tras su propio cuerpo y él. Había una mueca de miedo en su bonito rostro y sabía que era por la forma en la que estaba viéndolo.


— No voy a repetirlo —advirtió.


— ¡Jódete, bastardo! —estalló el niño Oh.


Luhan tomó su decisión en ese instante, pasando a prisa al pelinegro y casi corriendo hasta donde estaba él.


— ¡Luhan, no! —Gritaron al unísono el pelinegro y Yixing, dirigiéndose a ellos para detenerlos.


Suho le dio una rápida mirada JongDae para que se encargará de detenerlos y tomó uno de los delgados brazos del menor, comenzando a arrastrarlo fuera del lugar sin molestarse en ver si JongDae había intervenido o no. Los gritos de ambos jóvenes le decían que sí.


Caminó aprisa por el estacionamiento, gruñendo cada vez que Luhan se tropezaba y siendo consciente de que eso de hecho era por su culpa y no del menor que apenas le seguía el paso. Lo empujó dentro del asiento del copiloto tan pronto desbloqueó el auto y abordó el vehículo apenas unos segundos después.


— ¡JunMyeon!


La voz de Yixing se escuchó incluso por sobre el sonido de las llantas sobre el asfalto. Todo se volvió un borrón tras eso y era más que consciente del exceso de velocidad que llevaba desde que había salido del estacionamiento y le daba completamente igual.


No se tomó la molestia de girarse a ver al chico a su lado, sin embargo, estaba seguro de que él estaba temblando, si era de rabia o de miedo eso era que él no sabía a ciencia cierta. Lo único de lo que era consciente era de que la cita se había terminado y era hora de sacar la información de otro modo.


— ¿Dónde estamos? —preguntó el niño justo cuando lo sacaba bruscamente del auto.


No respondió, no era su obligación en absoluto, por lo que se simplemente se limitó a arrastrarlo al interior del rascacielos y asentir en dirección al hombre en recepción, quien al instante le extendió una tarjeta-llave.


— ¿Qué es este lugar? —insistió el muchacho, luchando por liberarse.


— Bienvenido, señor Kim —saludó un muchacho en los asesores, deteniendo las puertas para que ellos entraran.


— Le he preguntado algo —exigió.


Lo ignoró e hizo una mueca de disgusto al presionar el único de los botones que no tenía número en el panel en la pared, asegurándose de no soltar a Luhan ni un segundo para que el menor no tratara de huir.


Luhan tampoco dejó de luchar ni un segundo hasta que llegaron y lo empujó dentro de la habitación. El menor corrió a una distancia prudente y mantuvo una mirada desafiante fija en él mientra entraba y se deshacía de su chaqueta. Suho tenía que reconocerle su falta de miedo y hasta ese punto.


— ¿Dónde estamos? —masculló entre dientes.


— En mi penthouse —respondió finalmente.


La expresión determinada del niño vaciló un momento, pero no lo suficiente, él de hecho apenas y lo había notado. Se dirigió entonces al mini bar, necesitaba un trago fuerte antes de comenzar con su interrogatorio.


— Ponte cómodo —habló tranquilamente.


— ¿Para qué me trajo aquí?


Había algo que le dijo que Luhan tenía cierta sospecha y eso lo hizo fruncir el ceño, porque aunque era plenamente consciente de lo mal que eso se veía, él no estaba ni de cerca interesado en llevarse a Luhan a la cama.


— ¿Algo de tomar? —fingió no haberlo escuchado.


— Le hice una pregunta —gruñó.


El mayor le dio una mirada de soslayo, terminando con lo que hacía y dirigiéndose a uno de los mullidos sofás en la sala de estar. El castaño dio varios pasos atrás mientras él se sentaba y Suho no pasó por desapercibido lo mucho que miraba a la puerta, seguramente esperando el momento para correr a la puerta e intentar huir.


Él podía hacerlo, Suho no iba a correr tras él por la sola razón de que para eso era que tenía empleados que con una sola llamada suya iba a traer al jovencito de regreso a él, usando la fuerza de ser necesario.


— No planeo mostrarte mi dormitorio si eso es lo que te está preocupando —dijo con calma, tomándose el tiempo para apreciar sus reacciones.


Luhan se sonrojó furiosamente y eso le sacó una sonrisa ladina. Él era adorable y obviamente virgen, tal vez era por ello que había tres imbéciles en espera de ser partícipes de una guerra estúpida que, luego del altercado del restaurante, obviamente tenía un solo ganador.


— Te traje aquí porque el plan original era infructífero y se volvió aburrido —respondió, tomando un sorbo de su bebida, colocándola en la mesita a un costado del sofá tras eso.


— ¿Qué?


La confusión era algo que naturalmente esperaba, así que hizo un ademán para indicarle al muchacho que se sentara. El niño lo dudó durante unos instantes antes de tomar asiento en el sofá un poco más pequeño frente al que él ocupaba.  


— Verás, Luhan —se enderezó, dándole una mirada penetrante y le divirtió verlo tensarse por ello—, me gustaría hacerte una pregunta.


— ¿Es solamente por eso que decidió armar todo esto de la cita? —soltó, viéndolo como si estuviera loco.


Suho lo estaba por lo cual se rió.


— Algo así —se encogió de hombros—. Así que dime… ¿qué hay en ti tan especial que tienes a tres inteligentes y prometedores jóvenes actuando como pendejos? —dejó ir por fin.


La expresión del menor no tenía precio, era graciosa de hecho. Sin embargo, Suho estaba esperando una muy buena respuesta, la merecía después de toda la mierda que había tenido que pasar a lo largo del día.


— ¿De qué rayos está hablando? ¿Se ha vuelto loco acaso?


Genial, el niño estaba indignado y era lo suficientemente idiota como para insultarlo a él, que bien podría ya haberlo arrojado desde el balcón de su hermoso penthouse y salir impune por su insignificante muerte.


— Eres hermoso…


— Yo soy un chico, no soy hermoso en absoluto —farfulló el menor y Suho le dio una mirada con la promesa oculta de que si volvía a interrumpirlo no iba a salir ileso de ahí. Él lo captó de inmediato y cerró la boca.


— Como decía —continuó—. Eres un chico sumamente hermoso, con una bella figura e incluso tienes unos ojos impresionantes y eso yo no lo niego —Luhan se sonrojó antes sus palabras—. Yo estoy seguro de que muchos hombres pagarían mucho por tener a un chico como tú, sin embargo, hay muchos chicos, igual o incluso más bellos que tú y que, a diferencia de ti, sabrán cerra la boca y tiene muchos menos defectos que tú —aseguró.


Luhan frunció el ceño, su mirada fue fulminante y ser tan fastidioso era de hecho otro de los muchos defectos de Luhan. Tal vez sí le cubrían el rostro para que no mostrara su altanera expresión sería más agradable.


— Yo estoy seguro también de que esos tres hombres saben muy bien todo eso y, de todas formas, ellos siguen tratando de matarse por ti. Lo que me lleva a preguntarme el porqué. ¿Es acaso por qué serían el primero en tomarte? —inquirió. La mandíbula de Luhan se desencajó ante eso—. No veo lo atractivo en ello, personalmente me gusta más la idea de alguien con experiencia. Así que, dime, ¿por qué ellos te quieren a ti por sobre otros cientos y cientos que hay por ahí? —Aguardando por su respuesta.


— Está demente —dijo él, evidentemente espantado e indignado.


— ¿Por qué? ¿Por hacerte una pregunta razonable? —arqueó una ceja en su dirección.


— Eso no es una pregunta razonable —bufó—. Es una estupidez total tener idea de porque hay un trío de degenerados, los cuales por cierto ni siquiera conozco, detrás de mí —gruñó.


Suho se abstuvo de decirle que de hecho los conocía, Baekhyun ya era suficientemente fastidioso por sí mismo sin que él empeorara las cosas.


— Es decir, si yo supiera el porqué, definitivamente lo arreglaría porque todo el asunto es escalofriante y yo no tengo intención alguna de tener nada que ver con ellos —sentenció.


¿Era de esa forma de verdad?


Porque él definitivamente había notado todo lo contrario cuando el niño había puesto sus ojos en el hermano de Oh Minho, claro que no iba a mencionarlo, eso sería grosero de su parte. Lo que lo llevó a preguntarse algo más.


— ¿Por qué decidiste venir conmigo? —soltó de la nada y el menor no pudo ocultar su sorpresa ante el cambio brusco de tema—. Era obvio que tú estabas totalmente aterrorizado de mí y de todas formas estás aquí.


— N-no tenía otra opción, yo…


— La tenías, Yixing y tu amigo estaban ahí. —Luhan se tensó ante la mención del pelinegro—. Por lo que tenías todos los medios para no venir aquí conmigo y, sin embargo, me seguiste.


— Y-yo no podía arriesgarme, usted…


— No hubiera hecho nada y lo sabes —afirmó—. Desde aquella noche en la mansión, cuando te enfrentaste a mí en la mansión por hablar sobre ese chico Sehun —lo vio reaccionar una vez más ante la mención del chico—, tú mismo te diste cuenta que no soy capaz de mover un dedo si Yixing está involucrado.


— Yo…


— Fue por ese muchacho, ¿no es verdad? —dejó de darle vueltas—. Viniste porque tenías miedo de que le hiciera algo al chico pelinegro.


La reacción de Luhan fue instantánea, su mirada era la de un animal salvaje ante la amenaza de que le hiciera algo a esa persona. Todo tuvo sentido en ese preciso segundo, él mismo había experimentado eso que veía claramente reflejado en los ojos color avellana.


— Estás enamorado de él —murmuró con asombro.


La expresión del niño cambió por completo, la confusión y la duda estaban escritas por todas partes, haciendo que algo cálido se instalara muy dentro de su ser. Era como verse a sí mismo de años atrás justo cuando nada tenía sentido.


— No… yo no…


— ¿No te habías dado cuenta? —Se puso de pie, acercándose con cautela al confundido y asustado niño.


— Eso no…


— Luhan, mírame —pidió gentilmente.


— Yo no sé lo que siento —musitó. Su voz evidenciaba la duda y el dolor que sus bonitos ojos reflejaban—. Todos dicen que es obvio, pero no lo es para mí, jamás había pensado en otro chico de esa manera —hizo una mueca—. Yo ni siquiera sé que es el amor para empezar, y es por eso que no quiero equivocarme.


— No lo quieres perder, ¿no es así? —sonrió con ternura al ver lágrimas derramarse.


— No —sollozó—. Yo lo quiero tanto, no quiero perderlo por un error al confundir mis sentimientos.


— Está bien —lo abrazó con cuidado—. No vas a perderlo.


— Es que no lo sé, porque todo es tan confuso y yo no sé qué hacer cuando todo mundo dice que es obvio. No lo es para mí, yo jamás había sentido nada de esto, es demasiado abrumador y da miedo.


— Lo sé, pequeño —lo arrulló.


— Sé que tengo que averiguar y que todos piensan que soy estúpido porque no me doy cuenta de nada, ¡pero no lo soy! —casi gritó.


Suho lo estrechó levemente, frotando su espalda para darle consuelo al perdido joven en sus brazos.


— Algo está pasando con mi corazón, yo sé que ya he pasado la línea de una simple amistad y que siento por Sehun algo diferente y creo que ese algo estuvo desde la primera vez que lo vi, pero no lo comprendo. Todos estos sentimientos son tan fuertes y caóticos que no puedo ni comenzar a explicarlos —hipó— Y sin embargo, todo mundo viene y me dice que tienen la respuesta, pero ellos no lo entienden porque se trata de mí. Quiero ser yo quien le dé nombre a esto y no simplemente decidir que todos tienen la razón. Quiero estar seguro de que puedo ver a Sehun a los ojos y tener la certeza de que es amor y no algo que todos dijeron que sentía antes de hacer nada.


— Eso no es malo Luhan, tú tienes derecho a querer eso —aseguró, retirando sus lágrimas con ternura.


— Yo ya ni siquiera puedo ver a Sehun a la cara sin sentir que todo gira, se detiene, tiembla y luego se pone de cabeza, todo a la vez. Eso me asusta mucho, yo no sé qué hacer, porque… ¿qué voy a hacer si de verdad es amor? Sehun me va a odiar y yo… yo siento como si arrancaran algo dentro de mí de solo pensarlo —lloró, escondiendo su bonito rostro en sus manos.


— ¿Realmente crees que él haría eso? —preguntó serenamente. Suho sabía que no.


— No lo sé, pero es en lo único que no dejó de pensar y estoy asustado de lo que pueda descubrir una vez que entienda todos estos sentimientos. Soy un desastre en este momento y estoy aterrado de cometer un gran error si confuso las cosas, porque hay veces en las que Sehun se acerca tanto a mí y yo…


— ¿Tú qué? ¿Qué sientes?


— Yo… —apretó los labios—. Yo he pensado que quiero que me bese —susurró—, pero me daba miedo admitirlo porque después me doy cuenta que esa nunca es la intención de Sehun y yo me siento terrible por desearlo —se mordió el labio afligido—. Me asusta todo esto y no quiero que me odie si lo descubre, no puedo perderlo. —Suho lo miró en silencio, pensando en lo que diría a continuación y tras eso habló.


— Puedes decidir mantenerlo todo en secreto si tú así lo quieres —musitó. Luhan lo miró como esperanzado al escucharlo decir eso—. Sin embargo, si al final descubres que es amor y decides callar, siempre te quedarás atrás, aunque no lo vas a perder.


— ¿Me quedaré atrás? —inquirió confundido.


— Tu decisión será para siempre y puede que también esos sentimientos —susurró—. Vas a estar con él para siempre, lo veras cumplir sus sueños y estarás ahí cuando encuentre a la persona adecuada, mirándolo sin poder hacer nada cuando se marche y sea feliz con otra persona mientras tú cargas todos esas sentimientos. Sin embargo, siempre serás su mejor amigo —sonrió con tristeza.


Luhan hizo una mueca de dolor y su mano se apretó en su pecho, dejando caer más lágrimas.


— Ese no es el camino que quieres, Luhan —aseguró—. Porque, aunque sabrás que él será feliz y estés dispuesto a hacer todo para verlo sonreír. El dolor nunca se irá y cada día vas a despertar sabiendo que perdiste la que pudo ser tu oportunidad de ser inmensamente feliz por temor.


— ¿Y si él me odia?


— No va a importar, porque eres joven y fuerte. Tú podrás reponerte, aunque el rechazo duela y saldrás adelante para que, un día, el destino ponga en tu camino a una persona que pueda amarte como tu maravilloso corazón merezca —aseguró, acunando su rostro para que pudiera ver la sinceridad en sus ojos.


— Suho hyung, acaso tú…


— Lo harás bien ”蜜的天使 (tiánmì de tiānshǐ)* —sonrió con ternura. Luhan lo miraba asombrado y él ante eso le dio un golpecito sobre su nariz con su dedo índice y rió suavemente.


— Muchas gracias por sus palabras Suho…


— JunMyeon, puedes llamarme por mi nombre —interrumpió sin dejar de sonreírle.


— Muchas gracias JunMyeon hyung —sonrió divinamente, dándole a Suho un poco de entendimiento a la pregunta que inicialmente tenía sobre el menor.


— Esa sí que es una sonrisa bonita —revolvió su cabello, logrando que riera.


Se dio cuenta en ese momento que el sol ya estaba ocultándose y que era ya momento de que el menor se marchara. No perdió la sonrisa para él cuando se puso de pie y caminó al teléfono para llamar a recepción y Luhan utilizó ese tiempo para limpiar los rastros de lágrimas en su rostro.


Lo dejó solo un momento y se dirigió a la alcoba para conseguir un abrigo del armario, poniéndolo sobre Luhan cuando volvió a la sala de estar del lugar. El menor no puso objeción y permitió incluso que lo abotonara por él.


— Enseguida subirá un chofer que te llevara a casa —le informó.


— Muchas gracias JunMyeon hyung, sé que no lo parecía, pero de verdad me divertí hoy —confesó, con un leve rubor en las mejillas.


— Lo sé —sonrió arrogante—. Me divertí también, gracias por permitirme un poco de tu tiempo. —Tomó con su diestra una de las manos del más joven, besando apenas el dorso e hizo una elegante reverencia.


Su armónica risa no ocultó el tono rojizo de sus mejillas. La puerta se abrió abruptamente, revelando tras ella a uno de los empleados del hotel y a un muy enojado Kai; el empleado hizo una reverencia tan pronto lo vio y Kai parecía estar por matarlo.


— Me voy ya entonces —sonrió divinamente—. Gracias de nuevo, JunMyeon hyung.


Suho asintió para él y lo vio salir junto con el chofer, también vio la expresión estupefacta de Kai, decidiendo que la ignoraría a final de cuentas. El tipo le debía mil explicaciones a final de cuentas y acababa de pasar un rato agradable que no quería amargar.


— ¿Qué demonios fue eso? —preguntó atónito.


Suho no respondió y fue directo al mini bar, haciendo un ademan para que Kai cerrara la puerta y terminara de entrar al lugar.


— ¿De verdad todo esto era para seducir al niño? —inquirió incrédulo.


Una mueca se formó en sus labios ante la sola idea de eso, Luhan era demasiado joven y tocarlo de esa forma sería un acto inconcebible. Además, el niño también tenía la misma mirada brillante e inocente que Lay poseía años atrás y si podía hacer algo, le gustaba mantenerla de esa forma para por lo menos tener la oportunidad de verla de vez en cuando y así no olvidar cómo se veía.


— Tiene la misma mirada —murmuró distraídamente, con la mirada perdida en su bebida.


— ¿La misma mirada? —hizo una mueca de confusión.


— Yixing, él me miraba de la misma manera en que Luhan me miraba hace unos momentos. —Una sonrisa lastimera se formó en sus labios cuando miró a Kai.


— JunMyeon…


— Yo era su héroe —rió sin ganas—, pero ahora él me mira con tanto asco, que no entiendo como no he muerto todavía.


— Él no hace eso Jun —aseguró Kai—. Sé que él siempre parece estar enojado contigo, pero no te odia.


— No quieras consolarme —lo miró un tanto agradecido—, pero tú y yo sabemos que él me odia y tiene toda la razón.


— Eso no es verdad, todo lo que haces es por él —sentenció.


— ¿Qué? ¿Atarlo a mí aunque él daría todo por estar lo más lejos posible? ¿Vigilarlo las veinticuatro horas del día como un loco? ¡¿Lastimar a los que amas?! —gritó lo último, estrellando su vaso contra el aparador.


— No es tan horrible como tú quieres hacerlo sonar.


— ¡Yo mate a la mujer que amaba frente a sus ojos! —vociferó, tragándose las lágrimas que el solo recuerdo le provocaba—. ¡¿Crees que él no me odia por eso?!


— No —afirmó firmemente—. No lo hace porque él no la amaba y porque ella era una perra que lo merecía. Lay lo entendería si tan sólo tú le explicaras las verdaderas razones de eso y…


— ¡¿Y qué le diré?! —exclamó—. ¿Que yo jamás la hubiera tocado por no herirlo? ¿Qué ella no era quien decía ser? ¿Qué la hubiera matado así nunca la hubiera conocido? ¿Que fue una orden del hombre para el que trabajo y es mi única garantía de poder mantenerlo sano y salvo? ¿Que la mujer a la que le dio su corazón no era más que una perra que lo estaba usando para llegar a mí? ¡¿Cuál de esas quiere que le diga primero?!


— Hermano…


— No está bien, JongIn —sonrió—. Yo lo amo más que a nada en el mundo y no dejaré que nadie le rompa el corazón de ninguna forma, así tenga que comprar a todo Corea del Sur para que finjan que todo es perfecto para él.


— ¿Dónde me deja eso a mí? —preguntó dolido—. Yo soy tu sangre, me duele verte sufrir.


— Pero él es mi todo —esbozó una sonrisa con la cual le pedía disculpas a su hermano menor—. Fue porque conocí a Yixing que yo decidí que quería seguir respirando.


— Algunas veces me haces creer que papá tenía razón sobre él —masculló entre dientes.


— JongIn —susurró afligido.


— Pero también lo quiero, es mi familia y, por ambos, llegaré al extremo que tú quieras que llegue —musitó derrotado.


— Lo lamento mucho, JongIn —le sonrió a medias.


Un estruendo vino desde el pasillo, Kai abrió la puerta y salió a revisar antes de que nada pudiera salir de la boca del mayor. Esperó impaciente y con los ojos fijos en la entrada, hasta que finalmente Kai volvió.


— No había nadie y eso no me gusta, salgamos de aquí —indicó.


Suho asintió sin chistar, tomándose apenas unos segundos para recomponerse y luego cruzó la puerta tras él moreno. Recordando por un instante a Luhan y pidiendo para sus adentros que el menor lograra hacer lo correcto en donde él había fallado.


***


« ¿Por qué se tarda tanto? »


La impaciencia estaba consumiendo a Sehun mientras esperaba a que Lay regresará, tras la promesa de entrar al lugar y regresar con Luhan. Sin embargo, Lay estaba tardando y él comenzaba a pensar que debía ir también.


Algo de alivio volvió a él cuando las puertas del ascensor se abrieron por fin, sin embargo, el alivio no duró nada tras ver a Lay caminar solo hasta donde estaba y todo fue para peor al ver lágrimas derramándose de los ojos de su amigo.


— Yixing que...


— Tao, lleva a Sehun a casa —ordenó apremiado.


— Espera un segundo, no puedes…


— Un chófer ya recibió órdenes de llevar a Luhan a su hogar, vete ahora y alcánzalo —indicó, dándose la vuelta para marcharse por su cuenta.


— Yixing, tú no puedes quedarte solo, yo ire...


— ¡Tan solo vete, Sehun! —exclamó—. Quiero estar solo, entiéndelo.


Fueron sus últimas palabras y Sehun lo dejó ir, lo conocía lo suficiente como para saber que no iba a ayudar en nada si lo seguía. Lay era como él y estaban mejor solos en momentos como esos, tan sólo esperaba que Lay hablara con él una vez todo hubiera pasado.


— ¿Qué hacemos? —preguntó angustiado el joven chofer.


— Lo que él dijo —respondió, subiendo al auto seguido por el joven conductor.


— ¿Qué le pasó? ¿Te dijo algo? —interrogó el joven chino, mirándolo apenas por encima del hombro.


Sehun gruñó por lo bajo y no respondió, era ya suficientemente malo el saber que Lay se marchará por su cuenta como para tener que tolerar las preguntas del entrometido sujeto. Tampoco sabía dónde era que Luhan estaba y eso únicamente era un dolor de cabeza más, sin embargo, sabía que YanYan podía informarle de inmediato sobre Luhan mientras que Lay era una historia totalmente diferente.


La preocupación lo hizo cerrar los ojos y lo único que le quedaba por hacer era dejarlo todo por la paz y esperar que todo fuera mejor por la mañana.


***


« No temas por nada, Hannie, él nunca te odiaría… »


— Kyung Min tiene razón —se dijo a sí mismo, suspirando pesadamente y tomando finalmente su mochila.


Vio de reojo el abrigo que su jefe le había dado y sonrió ante ello, hablar con él lo había ayudado en gran medida a resolver algunas cosas y por lo menos sabía que podría enfrentar ver a Sehun durante las clases sin atormentarse con sus pensamientos.


Eso lo había ayudado bastante al saber que besar a Sehun seguía en sus pensamientos y que tan sólo la noche pasada había tenido un extraño sueño en el cual él estaba muerto de miedo y Sehun lo abrazaba, susurrandole palabras dulces antes de besarlo.


« No dejaré que nada te pase… »


El calor se apoderó de las mejillas del castaño ante el recuerdo y tomó aire, cerrando los ojos para tranquilizar sus caóticos pensamientos y su agitado corazón, o de lo contrario sabía que no iba a poder mantenerse tranquilo cuando lo viera.


Debía tomar las cosas con calma antes de poder descifrar todo ese enigma, ya había tomado una decisión respecto a lo que haría a partir de ese momento y estaba más que conforme con ella. Tenía miedo de las consecuencias pero prefería arriesgarse y fallar, que nunca haberlo intentado.


Lo había pensado hasta que la cabeza le había dolido, pero estaba seguro de ello y le diría todo a Sehun una vez pudiera ver su reflejo en el espejo y saber qué era lo que estaba pasando con él. No iba a tener miedo del resultado.


— Luhan —llamó YanYan desde la puerta, cortando el hilo de sus pensamientos—, tú amiga está esperando abajo —anunció y se le quedó mirando con mucha atención, como si sospechara algo.


— Y-ya bajo —murmuró.


— ¿Te encuentras bien? —preguntó seriamente—. Tienes la cara roja.


— Estoy bien —aseguró y se apresuró a salir de ahí.


No estaba listo para responder a las preguntas de su hermana mayor y ya suficiente había tenido con el interrogatorio de la noche pasada luego de regresar de su salida con su jefe. No iba resistir algo así otra vez y por ello, huir cobardemente era su mejor opción.


Cherry apenas había comenzado a hablar cuando la tomó de la mano y la arrastró fuera de su casa, elevando la voz a la hora de despedirse para que sus padres lo oyeran. Su amiga no comprendió en absoluto toda su rara actitud, pero no dijo nada y se limitó a seguirlo, entablando apenas una conversación trivial a la que Luhan no le estaba prestando atención.


Su mente se mantuvo muy lejos, tratando de contener la tormenta dentro de él con cada tramo que avanzaban hacia la escuela. Debía tener la cabeza fría cuanto antes pero los nervios solamente iban en aumento.


Tenía que buscar una distracción cuanto antes o todo se iba a ir a la basura antes de siquiera haber visto a Sehun. Se concentró entonces en Baekhyun y el enojo que lo invadió fue lo suficientemente fuerte para que los nervios se fueran.


Baekhyun era el primer problema que debía resolver, ya que ese chico no solo se había burlado de él, sino que lo había puesto en riesgo también. Debía poner distancia total con él y hacerle saber todo lo que pensaba sobre su pequeño y cruel ser.


— Mira, Lulu —habló Cherry—. Ahí están Hunnie y Yeol. ¡Hola chicos! —exclamó una muy emocionada Cherry.


Luhan llevó sus ojos al frente tan pronto Cherry había dicho la frase. Sehun se giró en su dirección, esbozando una pequeña sonrisa y tan sólo con ello el mundo de Luhan giró, se detuvo, tembló y se puso de cabeza, todo a la vez por algo tan simple como una sonrisa a medias.


El calor comenzó en su pecho y se extendió por cada rincón de su cuerpo en un microsegundo, haciéndolo sentir mareado y confundido al grado de alterar hasta sus funciones motrices, provocando que tropezara y casi besara el suelo de no ser porque logró detener su caída con sus manos en el último segundo.


— ¡Hannie! —chilló espantada Cherry. Ella se apresuró a su lado y Luhan consiguió moverse hasta estar al menos sentado para así sonreírle y decirle que estaba todo bien.


— ¿Te encuentras bien?


La piel de Luhan se erizó ante el sonido de su voz, su vista fue hacia arriba tan rápido que su cuello dolió un poco, solamente para encontrarse con una mirada de preocupación y una mano extendida en su dirección.


Sus mejillas ardieron y su corazón comenzó a bombear a toda marcha, nada coherente se formaba en su mente y ni siquiera conseguía mover algún músculo en su cuerpo para reaccionar y hacer algo, lo que fuera iba a estar bien para no parecer un idiota.


— ¿Luhan? —lo llamó angustiado.


Logró hacer algo entonces, y ese algo fue levantarse a toda velocidad y salir corriendo tan lejos como consiguiera llegar. Deteniéndose a tomar aire para calmar a sus pulmones, únicamente hasta que se sintió lo suficientemente seguro y dejó de escuchar su voz.


Su diestra se posó sobre su pecho, justo donde su corazón palpitaba de una forma que comenzaba a pensar era sobrehumana. Todavía sentía el rostro totalmente caliente y las piernas le temblaban al igual que todo el resto de su cuerpo.


— Esto es un desastre —murmuró para sí mismo, con los ojos fuertemente cerrados y a sabiendas que eso no iba a borrar la absoluta vergüenza que acababa de experimentar.


— ¡Hannie, por fin te encuentro!


La emocionada voz, que reconoció como la de Baekhyun, hizo que frunciera el ceño y llevará sus ojos al alegre peli-plata, dejando de lado toda la vergüenza que acaba de experimentar apenas unos segundos atrás.


— Lamento no haber ido hoy a tu casa, me levanté algo tarde —rió ligeramente—. Ahora vamos, tenemos mucho de qué hablar.


La mano del peli-plata rozó su antebrazo y Luhan se olvidó de los modales, golpeando lejos la mano ajena y mostrándole una expresión de enojo.


— No vuelvas a acercarte a mí —escupió entre dientes.


— ¿Pero qué rayos…?


— ¿Cómo puedes venir aquí y fingir que nada pasó? —espetó—. Debería darte un poco de vergüenza venir aquí como si nada y pensar que yo simplemente no diría nada.


— Luhan, tranquilizate, lo eso qué pasó simplemente…


— ¡Me drogaron, Baekhyun! —exclamó furioso—. ¡¿Tienes al menos una maldita idea de lo que eso significa?!


— ¡Lo sé y lo siento, Luhan! ¡Tienes que dejar que te explique…!


— ¡¿Explicar qué exactamente?! —vociferó—. ¿Qué esto es parte del trato que hicimos y que yo debo permitirlo sin decir absolutamente nada? ¿Qué no eres más que un maldito mentiroso que desde el inicio solamente quería humillarme y burlarse de mí?


— ¡No! ¡Yo jamás…!


— ¿Pues adivina qué? —gruñó—. Yo no voy a dejarte, esto se acabó y te quiero lejos de mí —sentenció


— Lu…


— ¡Piérdete! —ladró y comenzó a caminar sin mirarlo siquiera.


— ¡Luhan, escúchame! —pidió y comenzó a seguirlo.


Llegando apenas un metro más allá de donde inicialmente había estado, antes de que su espalda chocara brutalmente contra la pared y una mano envolviera su garganta, dificultando su respiración. Los ojos del demonio se clavaron en los suyos, prometiendo nada más que dolor.


— Aléjate de él —advirtió con voz de ultratumba Oh Sehun.


Baekhyun tenía una ingeniosa respuesta para él, sin embargo, apenas podía respirara por lo que hablar era una tarea que no podría hacer en ese momento. Se centró entonces en desafiarlo con la mirada y gruñirle para hacerle saber que podía tomar sus amenazas y metérselas por donde mejor le placiera.


— Voy a matarte si vuelvo a verte cerca de él —amenazó.


— Jo-de-te —habló le mejor que pudo.


Los orbes de Sehun brillaron tenebrosamente y Baekhyun no pudo hacer nada más que cerrar los ojos y esperar el golpe que venía mientras en su cabeza comenzaba a ingeniar las posibles excusas que iba a dar para justificarlo, pero este jamás llegó en todo ese tiempo.


Abrió los ojos con cautela, ya que podría ser que Sehun estuviera esperando eso para después romperle la nariz, por lo que apenas podía creerlo cuando no era la mirada mortal la que tenía frente a él, sino la amplia espalda de Chanyeol.


— ¡¿Qué mierda estás haciendo?! —gritó Sehun.


Baekhyun no pudo explicarlo, fue algo como instintivo y solamente se pegó a la espalda del más alto al escuchar la atemorizante voz de Sehun. Era algo que simplemente le decía que iba a estar seguro y cubierto si permanecía ahí.


— ¡Te lo dije ya, aléjate de él! —vociferó de vuelta.


— ¡Ese hijo de perra drogó a Luhan! —acusó el furioso pelinegro.


— ¡Baekhyun no lo hizo! —respondió Chanyeol, sin pensarlo siquiera.


No hubo duda en su voz y Baekhyun no podía entenderlo de ninguna forma, porque el pelirrojo ni siquiera lo conocía bien y de todos modos estaba ahí defendiéndolo de las acusaciones de su mejor amigo.


Decir que estaba sorprendido sería un eufemismo, era la primera vez que estaba en esa posición, nadie antes de Chanyeol había dado la cara para defenderlo en alguna acusación donde probablemente todos los demás estarían señalándolo a él como culpable también.


— Chanyeol, ¿de verdad vas a seguir defendiéndolo luego de saber la clase de persona que es? —masculló entre dientes Sehun, su voz baja y amenazante.


Esas palabras seguramente deberían ser para él un incentivo para que diera la cara y no permitir que Chanyeol se arriesgara más por él y, en cambio, se quedó en su lugar, con los ojos cerrados y pidiendo para sus adentros que Chanyeol no escuchara a Oh Sehun.


— Vete a la mierda, Sehun —escupió entre dientes—. Tú ni siquiera estás escuchando su versión de los hechos, él no sería capaz de estas cosas pero ni siquiera estás dispuesto a averiguarlo porque se trata todo de ese maldito niño chino.


— ¡Chanyeol! —rugió.


— ¡A la mierda contigo!


Baekhyun casi gritó al sentir el cuerpo de Chanyeol alejarse de él, quería pedirle que no lo dejara, siendo innecesario al final cuando él fácilmente rodeó sus hombros para mantenerlo cerca mientras se alejaban de un furioso Sehun.


— ¿T-tú…?


— No importa, sé que no hiciste nada y él tendrá que entenderlo tarde o temprano —sentenció.


« No te acerques a ese sujeto Baek, él únicamente jugará con tus sentimientos como los otros… »


Sus ojos fueron al ceño fruncido del más alto y entonces pensó que Minseok podría estar equivocado. Chanyeol se acababa de enfrentar a su mejor amigo y estaba seguro de que era inocente aunque todavía no le hubiera contado su versión de los hechos.


— Muchas gracias, Chanyeol —murmuró.


Daba igual si Chanyeol lo había escuchado o no, se sentía bien tener la confianza de alguien tras lo sucedido con la persona que le gustaba, quien no había dudado ni un segundo en señalarlo como el culpable sin escucharlo siquiera.


Él no le había dado oportunidad alguna de defenderse y tan sólo había decidido que todo lo había planeado por su cuenta, siendo tan cruel y retorcido al punto de que hacía ese tipo de cosas por diversión. Era decepcionante y había provocado una punzada de dolor en su pecho.


Sin embargo, sus sentimientos por Luhan seguían ahí y eso era lo peor de todo el asunto, ya que, a diferencia de Luhan, Baekhyun todavía lo consideraba como alguien valioso aun cuando se sentía defraudado.


— Esto da asco —musitó sin darse cuenta.


— Tranquilo, Sehun siempre es así de idiota —le aseguró Chanyeol, obsequiándole una sonrisa.


Baekhyun elevó la mirada hasta él y suspiró, porque no conocía bien a Chanyeol y de todas formas iba a desahogarse con él.


— Me refiero a Luhan —susurró decaído—. Él ni siquiera me dejó explicarle nada.


— Bueno, él se lo pierde al no querer estar cerca de ti —afirmó.


— No, de hecho debe estar muy feliz —suspiró—, Luhan jamás me ha querido cerca desde el inicio —admitió.


— ¿Por qué nos dijeron entonces que eran mejores amigos? —hizo una mueca.


— Porque fui yo quien insistió —admitió y entonces algo hizo clic dentro de su cabeza—. Fue porque yo me aproveché de la situación para que él aceptara estar cerca de mí —dijo con un murmullo, cayendo en cuenta de su error—. Es por eso que él me creyó capaz de esto, porque yo me había aprovechado antes de la situación para sacar ventaja.


— Baekhyun, no es solo tu culpa, él aceptó después de todo —bufó.


— ¡Dios!, es imposible que él confíe en mí luego de eso —maldijo por lo bajo y, sin notarlo, se alejó de Chanyeol—. ¡Ahora todo tiene sentido! —Se revolvió el cabello exasperado.


— Baekhyun, escúchame…


— Debo arreglarlo —sentenció—. Muchas gracias por todo, Chanyeol —sonrió divinamente, alejándose con prisa del más alto sin detenerse a escuchar su respuesta.


No tenía más tiempo que perder, debía arreglar las cosas con Luhan y comenzaría por encontrar una forma de convencerlo de que no era la persona perversa que él creía. Era su única opción y haría lo que fuera por lograrlo.

Notas finales:

Espero de todo corazón que les gustara, eso esto todo por mi parte y espero volver pronto. ;)

Y como siempre las aclaraciones del capítulo al final.

?878,22 = 0.78 en dólares y 15 en pesos mexicanos.

?”????? (tiánmì de ti?nsh?) = Dulce ángel.

 


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