Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Only reason. por DNA

[Reviews - 71]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola de nuevo hermosuras ;)


Espero de todo corazón que todo mundo este muy bien. Yo por mi parte, les traigo el nuevo capítulo que espero sea de su agrado.


 
 — Sí, Luhan —susurró quedamente—. Te lo prometo.

La más sincera y grande alegría iluminó la expresión del ser que más amaba, siendo como una inyección de pura felicidad cuando él se abalanzó sobre él, abrazándolo al punto en el que corría el riesgo de terminar con algo roto, pero valiéndole menos que nada si por ello recibiría otro dulce beso como compensación.


El correspondió a su beso con la misma necesidad y emoción, derritiéndose con cada dulce maldito segundo y al mismo tiempo queriendo mucho más.


— Todo saldrá bien —prometió Luhan con inocente optimismo.


A lo cual Sehun tan sólo sonrió, sin tener corazón para decirle que estaba equivocado y que lo único que estaba haciendo era concederle esa noche para hacerlo tan feliz como le fuera posible, para que a su partida, tal vez fuera menos doloroso para él.


Mientras que él se quedaría con aquella sonrisa de ángel y el brillo de esos orbes de ciervo con los que iba a soñar cada vez que cerrara los ojos a partir de ese día. Para él, Luhan era tan hermoso que casi era irreal para existir.


Un pequeño e inocente beso fue presionado en sus labios, sacando una sonrisa estúpida que nada borraría de sus labios. Luhan rió de forma adorable, acurrucándose más cerca y dejándose guiar de vuelta al sofá todavía abrazados el uno al otro.


Dejándose caer en la mullida superficie únicamente cuando el borde tocó sus piernas, Sehun continuaba sonriéndole para cuando se situó a su lado para, seguidamente, quitarse la chaqueta y colocarla sobre los hombros ajenos y cubrir su todavía descubierto torso.


Luhan sintió un ligero calorcito en su pecho, permitiéndose tomar su mano y entrelazar sus dedos, recostando su cabeza sobre el hombro ajeno. Levantó sus manos unidas un poco, solamente para ver la diferencia en sus tamaños y no pudo evitar reír.


— Cuando éramos niños nuestras manos eran del mismo tamaño —comentó felizmente.


— Sí, bueno, te recuerdo que ahora soy más alto que tú. —Sehun sostuvo su mano de vuelta, llevándola a sus labios para besarla.


— Justo ahora nos vemos como los personajes de los libros de Baekhyun —rió ante su propio comentario—. Ya veo la historia; un fiero general nazi y su tropa son atacados por un batallón enemigo, donde el general resulta gravemente herido y, estando al borde de la muerte, es rescatado por un cambiaformas león amante del BDSM con quien conocerá el verdadero amor —relató con tono bromista.


— Dios —negó divertido—, ¿qué clase de cosas te hace leer? —Luhan rió mientras negaba.


— Realmente no me hace leerlas, pero lo mencionó cuando me dijo de lo que estaba disfrazado, por lo que simplemente lo imagino ya. Aunque no creo que los nazis de ese entonces tuvieran piercings —señaló divertido.


— Es que yo soy único en mi especie, incluso tengo tatuajes —comentó distraídamente, jugueteando con la mano de Luhan.


— ¿De verdad tienes tatuajes? —Interrogó, mirándolo con curiosidad.


Sehun se tensó, notando entonces que había dicho demasiado, aunque…


¿Qué más daba si Luhan los veía?


Ya no hacía falta esconderlos en realidad y de todos modos le había confesado ya lo que una vez había sido su secreto más grande, por lo que simplemente asintió a la pregunta de Luhan, tomando la decisión de simplemente quitarse aquella carga de los hombros.


— ¿Quieres verlos? —Preguntó seriamente.


Luhan guardó silencio, como analizando su respuesta para al final asentir despacio. Él sonrió a cambio y se incorporó, hasta estar frente al confundido y nervioso chico, comenzando a desabrochar la camisa de su uniforme y riendo cuando él tragó duro, sonrojándose bastante.


Se detuvo antes retirar la prenda por completo, dudando brevemente antes de finalmente terminar con eso y quitar la camisa, dejando ver claramente las áreas donde la tinta marcaba su piel.


Los ojos de Luhan se fijaron de inmediato en su pecho, sus bellos orbes se abrieron cómicamente mientras sus labios se entreabrieron mientras parecía estar analizando el tatuaje que adornaba el lado izquierdo de su pecho.


— E-Eso… —Balbuceó apenas.


— Tú lo dibujates —habló, saboreando aquel viejo recuerdo—. Ese día estabas enojado porque Zhao g“ se había comido el postre que habías guardado, su excusa fue que el postre no tenía un nombre o marca en él.


Luhan se levantó, acercándose hasta que sus dedos fueron capaces de acariciar la cálida piel marcada con tinta.


— Cuando te vi ese día, tú estabas dibujando esto en todos tus juguetes para que así Zhao no pudiera tocarlos —sonrió cuando él levantó la mirada para encontrarse con la suya—. La L es por Lu, la H es por Han y...


— El siete es porque es mi número favorito —concluyó, todavía sin lograr salir de su asombro.


— Hay uno también en mi antebrazo derecho —levantó su brazo para mostrárselo.


Él lo miró todavía aturdido, descubriendo ahí la bella silueta de un ciervo, la cual en el interior tenía negras ramas secas, todo con tinta negra al igual que el primer tatuaje.


«Mamá no estaba enojada con Yifan g“ por el dibujo en su brazo y realmente era genial, por eso cuando sea mayor, yo quiero que me dibujen un ciervo en el brazo…»


Aquella vez Sehun había escuchado con atención su ingenuo comentario y asentido con una sonrisa cariñosa en los labios. Apoyando su idea de hacerse un dibujo como su hermano mayor y asegurando que iba a ser increíble.


— Y este fue el tercero —habló, tomando delicadamente su mano y guiándola hacia el sur.


Rozando con la punta de sus dedos su abdomen, hasta tocar la tela de su pantalón, sabiendo que el tatuaje estaba del lado izquierdo en su cadera. Luhan contuvo el aliento, sintiendo el calor en sus mejillas antes de por fin atreverse a mirar abajo, descubriéndolo ahí, por encima del comienzo de su pantalón, bellamente plasmado en chino.


«¡Hunnie! ¡La abuela me dijo, tu nombre es –勛 (Shì Xūn)!»


— En la academia a la que fui, los superiores tienen como tradición obsequiar a los graduados su primer tatuaje, que sería su nombre en el estilo y forma que lo prefieran. Ellos tuvieron que adelantarse conmigo, puesto que iba a regresar aquí. Fue mi primer tatuaje —relató, con una sonrisa pacífica en sus labios.


Luhan no tenía idea que decirle, luego de que toda la comprensión lo golpeara, recordándole una a una todas aquellas veces que Sehun le dijo que al estar lejos nunca había dejado de pensar en él ni una sola vez.


— –勛 (Shì Xūn) —murmuró, en lo que de algún modo era para ellos como su lenguaje secreto.


— 請“‘看看你美—的眼睛。(Qǐng ràng w’ kàn kàn nǐ měilì de yǎnjīng.)* —Luhan asintió, disfrutando de la tierna manera en la que sus manos acariciaban sus mejillas y dejándose hechizar por su voz.


*Por favor déjame ver tus hermosos ojos.


Su preciosa sonrisa fue la mejor de las recompensas y permitió que el retirara las lentillas doradas, a pesar de lo poco agradable que eso fue.


— Tienes los ojos más hermosos que he visto nunca —comentó, pareciendo maravillado—. Todo tú eres preciso, Bǎobèi Lù.


Ese comentario lo hizo ruborizar hasta la punta de sus orejas, empeorando tras escuchar una traviesa risilla de parte de Sehun. Quien fácilmente tiró de él a sus brazos, haciéndolo sentir únicamente con ello como si nada importara además de ese momento, su momento.


Los labios ajenos rozaron su cuello y un quedo suspiro se deslizó fuera de los suyos, consiguiendo otra risita de su parte. Él lo liberó, tomando su mano en su lugar, para guiarlo de vuelta al sofá, donde Luhan se situó a su lado rígidamente, experimentando entonces toda la timidez que antes no había sentido.


Preguntándose de qué se suponía que hablarían entonces, luego de haber ido mucho más allá de aquella línea que hacía mucho que habían cruzado. Sehun por su parte estaba más que tranquilo, sentado cómodamente entre tanto le daba una mirada burlona.


— Entonces… —Habló, reclinándose más en el sofá, con los brazos extendidos sobre la parte superior del respaldo—. ¿Qué sigue? —Preguntó divertido.


Obviamente molestándolo y disfrutando demasiado el avergonzarlo. Luhan le dio una mirada igual de feroz que la que cualquier cachorro podría lanzar y se reclinó enfurruñado sobre la mullida superficie.


— Yo creo que deberíamos comenzar a pensar en los sobrenombres lindos —bromeó—. Sin embargo, yo lo te puse uno desde niños. ¿No es así, Bǎobèi Lù? —Luhan lo miró con ojos entrecerrados, fingiendo enojo.


— 白— (Báichī)* —masculló por lo bajo y Sehun se rió a cambio.


*Idiota.


— Ese ya lo escucho mucho. Probemos con otro —rió.


— Tú...


— 你很可愛,即使你假裝心…意亂 (Nǐ hěn kě'ài, jíshǐ nǐ jiǎzhuāng xīnfán yì luàn)* —interrumpió, robando una rápido beso de esos dulces labios de azúcar.


*Eres muy lindo, incluso si pretendes estar molesto.


— ¿Cómo es que tú continúas recordándolo? —Interrogó con un apenas perceptible murmullo.


— ¿Cómo iba a olvidarlo? —Suspiró, trazando lentamente su labio inferior—. Me esforcé tanto por aprender, para así no ver tus ojitos llenarse de lágrimas de frustración cada vez que tratabas de decirme algo y el maldito traductor no ayudaba.


Luhan se estremeció, sosteniéndose de los brazos del chico en ese momento acunaba su rostro, regando tiernos besos sobre cada rincón de su rostro.


— Quería comprender cada palabra que saliera de tus labios, aun cuando solamente fueran cosas triviales. Necesitaba desesperadamente entenderte y verte sonreír como lo hacías cuando Zhao g“ lograba traducir lo que necesitabas para mí.


— Sehun —musitó débilmente.


— Había tanto que quería decirte también, e incluso cuando me marche... —Él lo miró a los ojos, de esa manera que le hacía sentir como el mundo entero—. Tenía miedo de olvidarlo, porque tenía la sensación de que, si eso pasaba, entonces perdería lo que me unía a ti.


— Pero incluso si tú no…


— Lo sé —sonrió—. Aun así, seguí practicando, tal vez preparándome para cuando volviera a verte.


— Dios, te han dicho que eres realmente cursi —farfulló, desviando el rostro en un vano intento de esconder el rubor que llenaba sus mejillas.


Sehun se echó a reír con ganas, sopesando la idea de decirle a Luhan que solamente él provocaba que fuera de esa forma y que en todo ese tiempo, en todas sus demás relaciones, lo único que había escuchado era lo bastardo hijo de puta que era.


— Deberás darme crédito, ¿sabes? —Soltó, declinando la idea y decidiendo probar de otra forma—. Es decir, estamos aquí, ambos desnudos del pecho hacia arriba y yo todavía no trato de quitar tus pantalones —sonrió sugestivamente.


El rostro de Luhan se iluminó de rojo y Sehun vio claramente venir la ola de palabras llenas de indignación, callándolas todas ellas con un beso como el que jamás le había dado al dulce chico que hasta ese momento solamente había tratado de envolver en algodón y cubrir sus ojos de todo lo que fuera cruel y desagradable.


Lo sintió temblar entre sus brazos, mientras tomaba sus labios con la insoportable necesidad con la que había estado viviendo desde que había logrado poner un nombre a sus sentimientos. Luhan era adictivo, perfecto y a pesar de estar tomando sus labios con aquella hambre, no estaba de cerca de sentir que era suficiente.


No cuando Luhan lo alentaba sin saber, con esa inocente torpeza con la cual quería corresponder a ese beso exigente. Él suspiró temblorosamente cuando mordió juguetonamente sus labios, tomándome como un incentivo para ir más allá.


Sintiendo los dedos de Luhan clavarse en sus hombros mientras que presionaba su boca contra esos tiernos labios que se abrían para él, incitándolo tomarlo todo y dejarlo sin aliento. Su lengua se deslizó provocativamente sobre sus labios antes de invadir esa dulce boca y explorar cada rincón, memorizando su sabor.


Se apartó de sus labios a regañadientes y únicamente por el hecho de que Luhan debía conseguir respirar o de lo contrario se desmayaría. Sus ojitos brillaban, al igual que sus enrojecidos labios, estaba sonrosado y su respiración era irregular.


En ese momento, cualquier adjetivo no alcanzaría a hacerle justicia a su hermoso que se veía a sus ojos.


— Soy la primera persona que te ha besado así —afirmó, todavía peligrosamente cerca, acariciando sus húmedos labios con su dulce aliento—. Fui también tu primer beso —dijo con otro embriagador murmullo, para después presionar sus labios juntos brevemente.


Luhan asintió sin estar muy seguro del porqué, aturdido aún por el sabor de los belfos ajenos y por el calor que seguía corriendo por cada una de sus terminaciones nerviosas tras aquella experiencia tan extraordinaria y perfecta.


Sehun se relamió los labios, apenas conteniendo la risita arrogante que casi se le escapó al ver como Luhan se sonrojada hasta la punta de las orejas y huía de su mirada en un intento de ocultar su inocente expresión.


— Eres completamente adorable, amor.


Y tan correcta como sintió la oración al decirla, provocó en su tímido chico una ruidosa inhalación que lo hizo reír un poco antes de levantarse y tenderle una mano para ayudarlo a ponerse de pie. Él no vaciló en tomar la mano que le ofrecía, sin embargo, no se puso de pie.


— ¿Hannie? —Llamó desconcertado, debido a la expresión contrariada de su lindo rostro.


— ¿M-Me creería si te digo que me tiemblan las piernas? —Susurró avergonzado.


El corazón de Sehun se hinchó de emoción y tiró firmemente de su mano para tenerlo de pie, entre sus brazos, deleitándose con el calor de su cuerpo, la adorable forma en que ocultaba su sonrojado rostro en la curva de su cuello y el fresco aroma de su perfume.


— Te amo tanto, Luhan —susurró, comenzando su camino de esa forma. Abrazados.


Luhan mascullaba palabras intangibles que bien podrían ser maldiciones en su contra por continuar metiéndose con él y no hizo más que reírse de ello, empujándolo suavemente sobre el colchón, trayendo con ello su hermosa risa a la vida.


Descubrió de ese modo, que pese a todas las veces que había soñado con el momento en que vería a Luhan sobre su cama, nadie iba a quitarle jamás de la cabeza que esa imagen, esa donde él estaba ahí riendo alegremente, era lo más hermoso que nunca vería en su vida.


Él lo miraba con aquella sonrisa infantil que no había cambiado a pesar de los años, sus orbes castaños brillaban hermosamente y nadie debía saber que estuvo a punto de atragantarse con su propia saliva luego de verlo extender los brazos pidiendo un abrazo.


Lo complació de inmediato, cubriendo con su cuerpo la esbelta figura del bello ángel que tanto adoraba. Besando tiernamente su frente, estrechándolo solamente un poco más fuerte, porque sabía que ese momento al final no sería más que un recuerdo fugaz.


— Eres mi persona especial, Oh Sehun —murmuró cariñosamente.


Algo que simplemente fue como un montón de concreto cayendo sobre él, apretando su corazón insoportablemente, a la vez que también quería reírse y llorar porque cuando finalmente veía su más grande sueño a nada de hacerse realidad, su vida de mierda le recordaba que no era merecedor de algo tan precioso como lo era Luhan.


— 你是‘的特殊人物 (Nǐ shì w’ de tèshū rénwù)* —susurró apenas.


*Eres mi persona especial.


Luhan esbozó una sonrisa radiante que casi lo hizo llorar, ya que sabía que sería la última vez que la viera probablemente.


— Ahora descansa, Bǎobèi Lù —indicó—. Yo cuidaré tu sueño —prometió.


Luhan bufó pero de igual manera se acurrucó más cerca, suspirando profundamente antes de sumergirse en un cómodo silencio. En el cual seguramente él no imaginaba más que un bello final feliz para aquella historia que no avanzaba más que hacía un doloroso desenlace.


— Todo irá bien, cariño —musitó—. Sé que vas a lograr superar lo que sea.


Sehun confiaba ciegamente en ello, tanto como sabía que en cambio, él mismo no iba a lograr sobreponerse por más que lo intentara.


***


Era el final del encuentro.


El marcador estaba ya dado y una vez más, Baekhyun era el patético perdedor. Por lo que actualmente aquello era como:


Amor no correspondido: 300,999,550,000.


Baekhyun: 0.


Él sonrió ante ese pensamiento y el evidente hecho de que el chico malo con corazón de oro acaba de llevarse su más grande tesoro frente a sus narices, claro, eso después de que él ayudara a que sucediera.


Le fue imposible no reír por ello, aunque su risa más bien era como un lastimero gimoteo que demostraba que estaba a punto de romper a llorar como un niño. Lo cual contrastaba de jodida perfecta maravilla con la alegre música que sonaba por todos los rincones de su casa.


Y tal vez, de no ser por Cherry, Baekhyun hacía horas hubiese salido a gritarle a todos que quería sus malditas existencias fuera de su hogar para luego arremeter con las estúpidamente alegres decoraciones y terminar totalmente ebrio e inconsciente en su sala de estar.


Sin embargo, en su lugar estaba recluido en una de las tantas habitaciones del lugar, mirando al suelo, atormentado por las voces que le decían que había hecho lo correcto y las que no paraban de insultarlo por haber sido un idiota al arrojar a la persona que amaba a los brazos de otro.


— Baekhyun. —La voz preocupada de Chanyeol lo hizo caer en cuenta que él nunca se había ido de su lado en ningún momento luego de que viera a Luhan partir.


Lo miró, todavía sintiéndose traicionado por la forma en que él se había acercado a su vida y a la vez aliviado de que estuviera ahí a su lado. Sintiéndose un poco mejor de saber que si al final lloraba, por lo menos alguien iba a abrazarlo un poco.


— Debo ser el sujeto más imbécil de la historia, ¿no es así? —Rió débilmente.


— Por supuesto que no —aseguró firmemente.


Su respuesta inmediata y tan decidida lo hizo sonreír un poco, haciéndolo de algún modo sentir menos miserable de lo que ya se sentía.


— Tú eres el chico más valiente que he conocido —afirmó.


La mirada extrañada de Baekhyun fue dirigida a él, quien sonreía dulcemente revolviéndolo todo a su paso. Se tensó cuando lo vio acercarse y más aún cuando se sentó a su lado izquierdo en la cama, pasando su brazo por sus hombros.


— Generalmente, en una situación como esta, lo normal sería alejarte una vez eres rechazado porque tal vez así duela menos. Sin embargo, tú no solamente no te alejaste de Luhan, sino que además decidiste esforzarte para que él estuviera con la persona que ama y fuera feliz.


— Eso no es ser valiente, eso es ser pen…


— Está noche has demostrado que realmente lo amas —musitó con un tono que denotaba lo que parecía ser decepción—. Tú has puesto su felicidad sobre tus propios sentimientos, diste un paso atrás y libremente lo entregaste a alguien más sin importar cuanto doliera. Te admiró por hacerlo.


— Chanyeol —musitó al sentir una suave caricia en su hombro.


— También lo envidió —admitió—. Porque me encantaría tener a alguien que me amara por lo menos la mitad de lo que tú a él.


— No te parece que ya es muy tarde para decirme todas estas palabras bonitas —gruñó, empujando lejos al más alto.


— Lo sé —susurró.


— Entonces ya deja este ridículo acto —sentenció, poniéndose en pie para marcharse de una vez por todas.


— No es un acto ridículo —dijo apresurado—. Fui honesto cuando dije que me gustas.


— Mira, tan sólo…


— No miento —afirmó seriamente—. Estoy siendo sincero cada vez que te digo que me gusta y que eres la primera persona a la que le gusta el verdadero yo.


La voluntad de Baekhyun se tambaleó al escucharlo, su corazón se agitó y las heridas que le recordaban que no debía ser ingenuo palpitaron dolorosamente. Pero su mirada era tan honesta que no podía ignorarla y tan solo irse.


— Recuperare tu confianza, sin importar que deba hacer o cuanto tiempo me tome —le juró decidido—. Voy a demostrarte que soy honesto.


Lamentablemente para él, Baekhyun jamás daba segundas oportunidades, simplemente porque había aprendido desde hacía mucho que quien te traiciona una vez, lo iba a hacer mil veces más.


— Esta noche… —Musitó, ignorando aquello que le pedía detenerse—. Finjamos que somos desconocidos —propuso.


Se acercó lentamente hasta tenerlo frente a frente, cerrando los ojos y suspirando despacio al sentir su diestra acariciando delicadamente una de sus mejillas.


— ¿Estás seguro? —Preguntó, depositando un casto beso en su frente.


— Solo por esta noche —respondió, rodeándolo con sus brazos y abandonándose a la tiernas sensación que los labios ajenos provocaban en él.


***


¿Todo habría salido de acuerdo al plan?


Kai se lo había estado preguntando desde el segundo que habían abandonado la fiesta tras recibir un llamado de su jefe.


Él esperaba que sí, porque Luhan realmente le agradaba y sabía que ambos chicos merecían disfrutar de eso que estaba pasando entre ellos, sin importar quien tratará de interferir, ellos habían luchado por ello y se lo habían ganado.


— ¿Listo para esto? —Preguntó Chen con una sonrisa inmensa, preparando con entusiasmo todo su equipo.


— Definitivamente —asintió, decidido a concentrarse—, se podría decir que hasta lo necesito.


Ambos se miraron entre sí, la diversión y anticipación brillando en sus ojos antes de finalmente asentir y bajar del vehículo estratégicamente aparcado frente al lugar donde su objetivo los esperaba. Un grupo pequeño de sus hombres los siguieron de cerca, tan silenciosos como era posible ser.


— Recuerda, mantente apegado al plan —pidió seriamente Kai, acercándose más y más.


— Como digas —bufó su compañero—, pero si esto se sale de control, planeó defenderme —sentenció.


— Y yo también espero que lo hagas, porque en definitiva no quiero que Minseok patee mi trasero porque algo te pase —bromeó, recibiendo una mirada fulminante de JongDae.


Un hombre tan sólo unos pocos centímetros más alto que él, los detuvo en la entrada del lugar pidiendo sus invitaciones. Ninguno de los dos tenía una, pero Kai también sabía que tan sólo decir quién era que los estaba enviando, iba a desatar más que el caos y le daría la oportunidad perfecta a su objetivo para huir.


Miró de reojo a su compañero, para luego mostrarle una gran sonrisa al hombre que le daba una mirada con una de sus, casi inexistentes, cejas arqueada. Todo sucedió en un parpadeó tras eso, el hombre ni siquiera vio venir el ataque de JongDae, quien en ese momento sonreía triunfal, acomodándose elegantemente su saco. Entre tanto todos pasaban de largo al hombre inconsciente en el suelo.


Nadie más se interpuso en su camino al interior del asqueroso lugar, atiborrado con una multitud eufórica que parecía convulsionar con la estruendosa música del antro. El moreno frunció el ceño debido al que el lugar estaba prácticamente a oscuras, sin embargo, eso no le impidió encontrar a su objetivo entre toda la intoxicada masa humana.


Asintió en dirección a su primo, quien en respuesta desenfundo su arma, disparando sin falla hasta una de las bocinas. Obteniendo gritos de puro horror y el final de la infernal música.


Las luces se encendieron, dejándoles ver como todos corrían al igual que cucarachas tratando de ocultarse. Gruñó por lo bajos, disparando su mirada al hombre a unos metros más adelante, chocando de inmediato con sus ojos inyectados en sangre y una asquerosa mueca de enojo.


Un jovencito se encontraba a su lado, evidentemente drogado al parecer, estaba más bien dormido ahí sentado al costado derecho de aquel cerdo, que le rodeaba por los hombros con su grasiento brazo.


— ¡Los que no tengan relación alguna con ese desperdicio humano, lárguense ya! —Rugió JongDae, apuntando en dirección al obeso hombre frente a ellos.


El grito colectivo no se hizo esperar, el lugar se vació en cuestión de unos cuantos segundos, dejando solamente a aquel hombre y a sus escoltas, además del joven a quien Kai temía le rompiera algún hueso por como apretaba su hombro.


— ¡¿Cómo se atreven a irrumpir aquí y arruinar mi fiesta?! —Ladró el rabioso sujeto.


— Nos importa una mierda tu fiesta, el jefe quiere su dinero —soltó el moreno, con un tono de voz que advertía que esperaba obediencia inmediata.


— ¿Acaso son estúpidos? —Rió a carcajadas—. Le dije muy claramente a ese bastardo niño engreído que no le daría mi dinero más —gruñó.


— Oh, vamos Yan —habló Chen—. Sé que hasta tú eres más inteligente que esto, sé que sabes que no te conviene retar al jefe.


— Lárguense —masculló entre dientes.


— No, voy a volver a repetirlo, Yan —gruñó Kai—. Yo no soy tan paciente como el jefe.


El estúpido hombre rugió, desatando el infierno y permitiéndole apenas el tiempo suficiente para cubrirse cuando el fuego cruzado comenzó. Resopló fastidiado, buscando con la vista a sus hombres y a su primo después. Ellos estaban bien, Chen incluso igual de molesto por el punto al que todo había llegado.


Para ese momento, sus oídos estaban siendo atacados por los gritos del cerdo de Yan y las constantes detonaciones, además de los quejidos de dolor de los que eran alcanzados por las balas. Cerró los ojos, concentrándose en su misión para ponerle fin a esa mierda de una vez por todas.


Sin embargo, al final fue inútil después de escuchar un grito de pura agonía, un sonido que se distinguió por sobre todo el infierno y que le congeló la sangre. Haciéndolo mirar en dirección a la mesa que antes Yan ocupaba con el alma en hilo.


*~*~*~*


— ¡Deja de seguirme de una maldita vez! —Exigió el furioso chico.


— Lo haré si subes al auto —respondió divertido.


— ¡Vete al infierno, imbécil de mierda!


— Wow —rió con ganas—, eres muy agresivo para ser un simple duendecillo.


— ¿A quién le dices duende, perro pulgoso? —masculló entre dientes.


— Tan sólo súbete y ya, Soo.


El menor le lanzó una mirada fulminante, subiendo al auto de todos modos. El moreno sonrió con suficiencia ante el ceño fruncido del chico.


— Eres un puto dolor en las bolas —farfulló.


— Y de todas formas siempre te subes al auto —señaló sonriente, fingiendo que no escuchaba la maldición del menor en su contra.


*~*~*~*


— Debe ser una puta broma —murmuró apenas.


Había visto al menor apenas unas horas más tarde, tras haber estado haciendo su actividad favorita en la actualidad; molestar al gruñón chico al cual se suponía debía vigilar sin ser descubierto por nadie. El menor había estado irritable pero se suponía que se quedaría en casa y en su lugar, estaba en ese nauseabundo lugar, en medio de un tiroteo y con una herida sangrante en el brazo derecho.


¿Cómo mierda había llegado a ese lugar?


Kai descubrió que la respuesta no le importaba en el segundo que lo escuchó gritar por segunda vez.


«Sí, sí. Seré un niño bueno, ahora deja de joder de una maldita vez y lárgate.»


— ¡Chen, cúbreme!


Fue lo único que alcanzó a gritar, abandonando su escondite para correr en dirección al pequeño y aterrorizado menor. Un agudo dolor explotó en algún lugar en su espalda, oyó el grito de su primo y, sin embargo, no paró hasta tener al odioso chiquillo en sus brazos.


Volcando la mesa para proporcionarle a él alguna clase de refugio que lo mantuviera lejos del fuego, empuñó su propia arma para responder al incesante ataque, importándole menos que nada a quien era que le disparaba entre tanto oía claramente a Chen ladrando órdenes.


Finalizando todo, apenas unos minutos más tarde, sin saber si tenían a Yan o no. Kai en ese momento no podía prestar atención a nada más que no fuera el chico en sus brazos, que lloraba por el dolor.


— ¿Qué mierda estás haciendo aquí? —Espetó, sin saber qué demonios hacer.


El menor negó, apretando los dientes con fuerza para contener de algún modo el agudo ardor que quemaba a carne viva.


— Mierda —masculló el moreno—. Todo estará bien, duende. Te sacare de aquí para que un médico te vea, tan sólo resiste un poco más.


El mayor se puso de pie con él todavía en sus brazos, ignorando sus propias heridas y las preguntas furiosas de Chen, quien lo siguió a cada paso que dio hasta alcanzar la maldita salida.


— JongIn, respóndeme con un carajo —exigió, sujetando su brazo al estar frente al automóvil.


— ¡Deja de joder, JongDae! —Rugió demasiado alterado—. ¡Se útil para algo y llama a casa para que el médico está ahí cuando lleguemos!


Chen se quedó pasmado en su lugar, permitiéndole liberarse de su agarre y subir a la parte trasera del vehículo. Solamente para darse cuenta que, por primera vez, no sabía qué hacer con la herida de Kyungsoo a pesar de siempre haber tratado con las suyas y, tan acostumbrado a ver sangre como siempre lo había estado, era la primera vez que sentía que veía tanta.


— Yo…


«¡Mierda, reacciona!» Se gritó a sí mismo, negando con la cabeza y tratando de controlar el temblor en sus manos al quitarse la camisa para presionarla contra la piel lastimada.


— Dios, tú prometiste ser bueno y quedarte en casa —lo regañó, mirándolo a los ojos únicamente cuando las manos ajenas se cerraron en torno a sus brazos en un agarre de acero—. Sé que te duele, pero pronto te vas a poner bien. Ellos van a tratar con esto —aseguró, luchando contra su propia angustia.


JongDae abordó en ese preciso momento, arrancando el vehículo con su pie pisando el acelerador como si lo odiara. Y pese a eso, para Kai no iban lo suficientemente rápido, sobre todo cuando su preocupación aumentó a niveles críticos luego de que el pequeño chiquillo se desmayara.


Le costó un golpe en la cabeza darse cuenta que Chen finalmente había frenado del todo y estuvo abajo con Kyungsoo a cuestas casi al mismo tiempo que su primo le abrió la puerta. Kai estaba ladrando órdenes incluso antes de haber entrado a la mansión.


Todos a su alrededor se movieron a la misma velocidad en que sus labios escupían cada palabra y entonces, se vio obligado a ver como el menor desaparecía por uno de los pasillos con el doctor Xen soltando un montón de palabras que él no logró entender en lo absoluto.


Tuvo que enfrentarse a JongDae entonces, recibiendo ya una mirada severa y de enojo total. Él mentiría si dijera que no estaba esperando eso, pero en realidad no importaba en lo absoluto lo que fuera a pasar con él a partir de ese punto siempre y cuando le dijeran que el menor estaba bien al final.


— Más vale que tengas una muy buena explicación para que yo entienda porque mierda llegamos a esto con la mascota de Oh Minho —masculló entre dientes.


— JongDae…


— Déjalo para después —interrumpió—. Mejor ve a que te revisen la herida en la espalda. Lo último que me hace falta es que te desmayes o te mueras antes de que Suho pueda matarte él mismo —finalizó, dando la media vuelta para luego desaparecer de su vista.


No le quedó más que obedecer a final de cuentas, aguardando con inquietud a que el médico entrara a decirle que todo estaba bien, a sabiendas que debía estar más preocupado porque Suho apareciera para exigir una explicación en cualquier instante.


— Suho ya lo sabe —informó JongDae, cruzando la puerta tranquilamente.


— Lo sé —asintió resignado.


— El niño estará bien, fue una herida en el brazo y nada más —bufó ante su, muy seguramente, ridícula preocupación.


— Ya lo sé, pero… —Kai negó—. Él no debió haber estado ahí.


— ¿Por qué te importa tanto? —Preguntó seriamente—. Tú no eres así, nunca te arriesgas por nadie más que por JunMyeon. Dios, Kai, tú odias a Minho profundamente y aun así saltaste como un novato imbécil para salvar al niño que, sin pensárselo dos veces, le entregara tu culo en bandeja de plata al bastardo de su amo —soltó irritado.


— Kyungsoo no haría tal cosa —sentenció con seguridad.


— ¿Y cómo mierda lo sabes? —Gruñó.


— Porque es un buen chico, JongDae —afirmó sin titubear—. Sé que es un completo idiota a la hora de elegir a sus amistades, pero no es alguien malo. La prueba misma soy yo.


— ¿Tú?


— Yo lo he visto, JongDae. Lo he observado día y noche en un principio, actualmente incluso he convivido con él día a día hasta hoy pero él no me ha delatado con Minho a pesar de libremente poder hacerlo pero en su lugar, me dejó acercarme y entrar en su vida. Es alguien bueno —aseguró. Palabras de las cuales JongDae simplemente se rió con ironía.


— Te está engañando pero tú no lo ves.


— No es así, Kyungsoo...


La puerta se abrió violentamente deteniendo lo que fuera que estaba por decir, anunciándole que lo primero que iba a tener que enfrentar era a Suho, quien seguramente no tendría compasión alguna aun viendo que él mismo había sido herido también.


— Habla —escupió entre dientes, mirándolo como si tratara de matarlo solamente con ello—. Y más te vale que haya una muy buena razón para tener al estúpido juguete de Minho en mi casa.


— JunMyeon, yo…


— Fue mi idea. —Chen se adelantó.


— ¿Qué? —Gruñó su jefe por lo bajo.


— Kai me dijo que era mala idea, pero yo lo ignore de todos modos trayendo al niño aquí.


— ¡¿Y por qué mierda lo hiciste?! ¡El puto mocoso es la mascota de Minho, seguramente es la misma clase de basura que ese hijo de puta que tiene por líder y de todas formas lo trajiste aquí! ¡A mi casa! ¡A un lugar que incluso Yixing visita! —Vociferó rabioso.


— Fue por eso mismo —explicó seriamente—. Ya que Minho es un imbécil de mierda que buscará culparnos de lo que le paso al jodido niño y eso sería perjudicial si va con el señor Byun para acusarnos de atacar a su gente. Así que pensando en ello decidí que lo mejor era hacer esto —explicó con una expresión estoica, una que solamente él conseguía al estar frente a su rabioso jefe.


Suho puso esa expresión que Kai reconoció como la que mostraba cuando odiaba que alguien más tuviera la razón, lo cual era algo bueno ya que aseguraba que Kyungsoo estuviera a salvo por el momento.


Tanto él como su primo lo vieron salir de la habitación como alma que lleva el diablo, lo cual era suficiente para saber que iba a llamar a Minho para que el bastardo fuese a buscar a Kyungsoo. Algo que puso los nervios de punta en Kai, Chen lo notó de inmediato pero no le apetecía quedarse a saber qué era lo que él tenía que decir, por lo que simplemente abandonó la habitación.


Avanzando rápidamente por los pasillos hasta estar frente a la puerta de la habitación que Kyungsoo ocupaba, entrando sin molestarse en llamar y recibiendo una mirada irritada del médico.


— ¿Cómo está? —Preguntó sin rodeos.


— Estará bien, pero sugiero que vaya a un hospital de verdad —soltó con sarcasmo.


Kai pensó en golpear al hombre, pero le resultó mucho más importante acercarse a la cama para ver con sus propios ojos que Kyungsoo estaba dormido y nada más.


— ¿Cuándo va a despertar? —Interrogó preocupado.


— No debe tardar mucho o bien podría despertar hasta mañana —respondió con simpleza.


Kai le dio una mirada fulminante que el hombre tranquilamente ignoró mientras salía de la habitación con la promesa de volver para una última revisión al joven dormido.


Él asintió, decidido a permanecer ahí hasta que el menor abriera los ojos y le dijera él mismo que se sentía mejor. Ocupó un lugar en el extremo inferior de la cama y permaneció ahí, mirándolo e intentando entender por qué era que Kyungsoo había terminado en esa situación.


Durante su espera, se atrevió a pesar que jamás había sentido que el tiempo pasaba demasiado lento, sin embargo, en ese momento sentía que por cada minuto bien estaba pasando mil años.


Un quejido débil lo puso en alerta, se apresuró a estar a su lado y justo cuando los bonitos ojos del chico se abrieron. La puerta lo hizo también con un estruendo que lo hizo desenfundar su arma y apuntar en dirección a quien quiera que pudiera representar una amenaza para el chico.


— Tú —masculló Minho con un tono bajo y mortal.


Kai gruñó sin intención alguna de retroceder, no cuando ese hijo de perra representaba todo lo que él menor necesitaba lejos de su vida. Lamentablemente y pese a sus deseos, no tuvo más opción que retroceder al ver la expresión furibunda de Suho tras Minho.


— Minho —llamó el joven con un murmullo lastimero.


Minho estuvo a su lado en un parpadeó, empujándolo sin reparo a pesar de no estar en su camino en ningún momento. Lo vio tomar la mano del menor y acariciar tiernamente su triste rostro, sintiendo que podría vomitar en cualquier segundo.


— ¿Qué mierda le han hecho? —Exigió saber tan pronto sus ojos repararon en la venda en el brazo del menor.


— Nadie le hizo nada a tu jodida mascota, así que en lugar de acusarnos, deberías darnos las gracias por salvar su miserable vida —escupió desdeñosamente Suho.


— ¡Hijo de puta! —Rugió Minho, obligándolo a reaccionar.


Kai lo tomó por el cuello, estrellándolo contra la pared a la par que apretaba más y más, cortando la respiración del estúpido hombre que trataba de ir contra Suho y que además era el único culpable de lo que había llevado a Kyungsoo a aquel lugar en primer lugar.


— ¡Suéltalo! —Pidió espantado Kyungsoo, haciéndolo dar marcha atrás con solamente eso.


— ¡Suficiente! —Gritó rabioso Suho, dejándolos congelados por completo—. Toma a tu maldito juguete y sal de mi casa. ¡Ahora! —Ordenó autoritariamente.


Minho gruñó por lo bajo, pero de todos modos levantó al pequeño chico en sus brazos, aún en contra de lo mucho que Kai quería ordenarse que se detuviera. Él no medió palabra alguna con ninguno de ellos y simplemente desapareció rápidamente de sus vistas.


Consiguiendo hacer que Kai recurrirá a todo su autocontrol para no seguirlos y convencer a Kyungsoo para que entendiera el error tan grande que cometía al continuar confiando en Oh Minho.


Su hermano estaba mirándolo seriamente para cuando miró en una dirección diferente a la puerta. Usó su mejor expresión impasible todavía a sabiendas que no iba a engañarlo y lo vio fruncir el ceño.


— Mucho cuidado, JongIn —advirtió.


Abandonando la habitación mientras él hacía una reverencia respetuosa y se mordía la lengua para no soltarle a él todo lo que antes le había dicho a JongDae, no solamente por su seguridad, sino también por aquel niño al que algunas veces llamaba amigo cuando nadie lo escuchaba.


***


Tras salir de la residencia de Kim, Kyungsoo fue llevado al auto de Minho donde Bullet y dos chicos más los esperaban. Casi comenzando a correr en círculos cuando vieron a Minho y este empezó a escupir órdenes sin piedad.


El comenzó a sermonearlo en algún punto cuando ya estaban en el auto, pero Kyungsoo tan sólo podía cerrar los ojos y recordar con amargura aquella escena. ¡Qué estúpido había sido al querer sorprender a Sehun!


Él había dicho que iba estar en su apartamento con sus amigos luego de la media noche. Dijo que solamente serían ellos tres y Kyungsoo pensó en ir a reunirse con ellos para pasar el tiempo con él.


Pero Sehun no sólo no llegó a la hora que había dicho, sino que además había llegado con él y lo había besado frente al bloque de apartamentos. Kyungsoo quiso llorar a gritos por todo, quería destrozar todo a su alrededor a sabiendas que eso nada iba a resolver y tampoco cambiaría nada.


— ¡Responde con un carajo! —Vociferó furioso su mejor amigo—. ¿Qué demonios estaban pensando? ¿Cómo carajos terminaste en ese puto lugar?


Kyungsoo lo miró con todo el coraje que sentía quemándolo por dentro, sabía que él no tenía la culpa de nada y que únicamente estaba preocupado, pero sentir que nadie estaba entendiendo que pasaba lo estaba superando.


— ¿Qué quieres que haga para que te alejes de toda esta mierda, Kyungsoo? —Inquirió afligido—Ya estoy apoyándote en todo lo que quieres respecto a Sehun e incluso te ayudo cuando así me lo pides con la condición de que te mantengas lejos de los problemas. Joder, lo he amenazado con todo lo que he podido para mantenerlo lejos del niño chino para que estés tranquilo y tengas el camino libre, pero aun así tú no…


— ¿Lo has mantenido lejos? —Escupió mordaz—. Eso sí que no lo sabía —rió entre dientes.


— Kyungsoo, no te atrevas a…


— ¡Explícame entonces porque estaba besándolo hoy! —Gritó, dejando ir amargas lágrimas de rabia.


La expresión de Minho se transformó en una mueca indescifrable combinada con pura confusión. Él boqueó como tratando de formular una explicación que realmente no tenía a toda la situación.


— ¡Es inútil, Minho! —Sollozó frustrado—. ¡Ellos están juntos! ¡Los vi hoy! —Admitió dolido—. ¡Van a pasar la noche juntos! ¡Sehun lo eligió a él! —Bajó del auto sin más, tallando con sus manos las estúpidas gotas saladas que no querían detenerse.


No miró atrás a pesar de saber que Minho estaba ahí, petrificado por sus palabras que seguían repitiendo en su cabeza, sin apartar sus ojos del pálido rostro colmado de tristeza que se alejaba cada vez más.


— Es su culpa, todo es su culpa —masculló.


Conteniendo la rabia que comenzaba a aturdirlo luego de saber que Sehun lo había engañado y el hecho de que entonces no podía acercarse a Kyungsoo y abrazarlo para decirle que todo estaría bien, porque él no iba a aceptarlo. Pero si había otra cosa que podía hacer y con ello en mente puso el auto en marcha con un solo pensamiento.


— ¿Qué haremos ahora, jefe? —Preguntó Bullet.


— Vengaremos a Kyungsoo —respondió entre dientes.


***


Despertar y que fuera el rostro de Sehun lo primero que viera, producía en Luhan un sentimiento precioso que nunca se cansaría de sentir. Estirar su mano y rozar con la yema de sus dedos su mejilla, para confirmar que estaba bien y que él no era un producto de su imaginación, era simplemente mil veces mejor.


— Buenos días —musitó con la voz un tanto rasposa, sonriéndole de esa forma bellísima con la que solamente él conseguía hacerlo.


Luhan simplemente atinó a devolver el gesto, esbozando una sonrisita tímida que tan sólo pareció hacer mucho más feliz a Sehun. Sus brazos lo envolvieron, provocando una explosión de latidos enloquecidos en su corazón. Un tierno beso fue presionado en su frente y una risita estúpida fue imposible de contener.


— ¿Qué te gustaría de desayuno? —Preguntó cariñosamente.


Luhan era consciente de que debía responder, simplemente su mente estaba más en la tarea de adorar la forma en que la mano derecha de Sehun frotaba su espalda y el pensamiento de idiota enamorado sobre lo guapo que era el chico incluso todo despeinado y somnoliento.


— ¿Me prepararas el desayuno? —Luhan se sonrojó luego de la pregunta tonta, porque naturalmente Sehun estaba diciéndole que iba a hacerlo si en primer lugar estaba preguntando qué era lo que quería.


— Bueno, no soy un chef profesional, pero estoy casi seguro de que puedo hacer algo que no te haga ir a la sala de emergencias —bromeó—. Así que, ¿qué te gustaría?


Luhan sabía perfectamente la respuesta a esa pregunta y tan fácil como lo era el saberlo, sus labios buscaron los ajenos. Sehun sonrió en medio del beso, tomando sus labios lenta y dulcemente.


— No era esto a lo que me refería, pero no vas a escucharme quejándome por ello —rió suavemente—. Sin embargo, ambos debemos salir ya de la cama —indicó.


Luhan se quejó falsamente, escuchando su armoniosa risa como recompensa, antes de que fácilmente él tirara de sus manos, poniéndolo en pie e, igual que la noche anterior, Sehun lo llevó en su espalda entre risas tontas y bromas infantiles.


Preparar el desayuno, convirtió la cocina en un campo de batalla cubierto de harina y las paredes manchadas de fresa y chocolate. Todo junto convirtiéndose para Luhan en uno de momentos más precioso que había tenido.


Manteniendo una sonrisa en sus labios de infinita felicidad, que de alguna manera lo ayudaba a fingir que ese algo, fuera lo que fuera, no restaba el brillo en los ojos de Sehun y dándole la determinación que necesitaba para decirse que iba a conseguir que él se quedara.


— ¿Iras directo a tu casa? —Interrogó Sehun tras terminar su desayuno.


— No —sonrió lindamente, a sabiendas que la respuesta no iba a gustarle al más alto—. Iré a ver a Baekkie.


En efecto, Sehun frunció el ceño y se cruzó de brazos cual niño caprichoso, robándole una risita divertida y de paso lo hizo obsequiarle un pequeño beso que buscaba poner la sonrisa de vuelta en sus labios.


— Tengo que ir a devolverle, entre otras cosas, esto —hizo una mueca al levantar el arnés que la noche pasada había terminado en algún rincón de la sala de estar—. Además de también preguntarle cómo demonios quitarme las garras falsas, que es lo único intacto del disfraz.


Sehun asintió, pidiéndole que esperara solo un instante entre tanto iba a su habitación, volviendo unos minutos más tarde con una sudadera, la cual le colocó cuidadosamente, ganándose una mirada curiosa.


— La camisa te queda fantástica, cariño —acarició su mejilla cuidadosamente—. Sin embargo, la porquería es transparente y no estoy dejando que salgas así de ningún modo, además de que debe hacer frío afuera.


Luhan asintió agradecido, dejando un beso en su mejilla como despedida. Sehun lo acompañó solamente hasta la puerta del edificio, despidiéndose con una sonrisa ya no tan radiante y un leve movimiento de su mano.


Acciones que Luhan no iba a permitir que lo desalentaran y arruinaran lo que prometía ser un buen día. Su móvil le hizo saber que tenía una llamada solamente unas cuadras adelante y no dudo en responder al ver que era Rin quien lo llamaba.


— Buenos días, Rin noona —saludó animadamente.


 Bu-Buenos días, Lu —respondió con la voz algo temblorosa.


— ¿Rin noona, estás llorando? —Inquirió preocupado.


 N-No, para nada —fingió reír—. So-Solamente te llamo para saber si tardaras mucho en llegar.


Luhan frunció el ceño, puesto que era fin de semana y él no trabajaba esos días, a menos que se lo hubieran notificado con anterioridad, lo cual no era el caso ya que se había asegurado de tener ese fin de semana completamente libre debido a la fiesta de Cherry.


— Rin noona, yo hoy no…


— N-No te preocupes Lu, a to-todos se nos hace tarde alguna vez —volvió a reír de aquella forma que lo preocupo—. S-Solo apresúrate.


— ¿Qué está pasando, noona? ¿Estás bien? —Inquirió alarmado.


 E-El jefe llegará algo tarde, así que… estoy sola —murmuró nerviosa.


— Voy para allá —aseguró, comenzando a correr a la parada del bus—. Tan sólo resiste, noona.


 O-Okay, me haré cargo mientras llegas —prometió, antes de que la llamada terminará bruscamente.


El tiempo mientras trataba de llegar al restaurante estaba enloqueciéndolo y el conductor parecía estar yendo a paso de caracol para él en esos momentos. Salió disparado del transporte tan pronto el bus se detuvo a una cuadra del local y corrió con todas sus fuerzas, petrificándose solamente a unos metros cuando sus ojos vieron a Oh Minho ahí.


Él no lo había notado aún y su cerebro le gritó con desesperación que corriera tan lejos como le fuera posible, retrocedió torpe y aterrorizadamente siguiendo sus instintos y la escuchó llorar entonces.


Rin estaba ahí, imposibilitada a huir mientras aquel grotesco hombre la tenía sujeta por el cabello y la sacudía cual muñeca de trapo. Un hilo de sangre corría de su pequeña nariz a sus labios y lágrimas bañaban su rostro deformado en una mueca de temor.


— ¡¿Por qué mierda no llega?! —Ladró enfurecido Minho y ella simplemente pudo encogerse, sollozando atemorizada.


Luhan todavía quería correr pero algo le exigía quedarse y salvarla porque Minho estaba ahí por él. Vio a su amiga negar y la mano de Minho elevarse, obligándolo a tomar una decisión, lanzando su miedo lejos.


— ¡Minho! —Gritó, llamando la atención de los cinco hombres de los que Rin trataba de escapar.


— ¡Luhan, vete! —Ordenó, tratando de ir hasta él hasta que su captor la haló por el cabello para mantenerla quieta.


— ¿A dónde crees que vas, perra? —Gruñó.


— Deja que ella se vaya —ordenó—. Soy yo a quien estás buscando —dijo con determinación, mirando al mayor a los ojos en todo momento.


Minho sonrió ladino al escucharlo, comenzando a caminar hasta él con lentitud, logrando que las piernas de Luhan temblarán. Pese a ello, igual se las arregló para mantenerse firme en su lugar incluso cuando él estuvo de frente y lo sujetó dolorosamente por el brazo.


— ¡No! ¡No pueden llevárselo! —Gritó Rin desesperada—. ¡Luhan!


Él la miró, esbozando para ella una sonrisa suave que tenía por único objetivo trasmitirle calma y persuadirla de que todo iba a ir bien de algún modo, que no pasaba nada si ella se iba para ponerse a salvo.


— Ve, Rin noona. Voy a estar bien —prometió.


— Hannie —sollozó.


— ¿Y quién dijo que ella se puede marchar? —Inquirió Minho con malicia.


Rin palideció, llevando sus aterrorizados ojos al hombre que aún sujetaba su cabello y se relamía los labios. Un rugido distrajo a los cuatro hombres que la rodeaban y al mirar al frente, lo que encontraron fue a Minho cubriendo sus ojos y aun furioso Luhan corriendo hasta ellos. Teniendo apenas el tiempo justo para reaccionar y contener al salvaje muchacho.


— ¡Corre, noona! —ordenó, una vez ella estuvo libre.


— Pe-Pero…


— ¡Ahora! —Exigió al ver a Minho ir en su dirección.


Ella dio la media vuelta en apenas unos segundos antes de que el puño de Minho encontrará su camino al rostro de Luhan, enviándolo al suelo y dejando todo a su alrededor tambaleándose.


— ¡Déjenla! —Vociferó Minho, al ver sus hombres con intenciones de perseguir a la china—. La chica ya no me interesa —indicó, sus ojos cargados de odio mirándolo solamente al menor que lo veía con desafío—. Tengo lo que quiero.


***


«Eres mi persona especial, Oh Sehun…»


El recuerdo fresco de sus palabras, la adorable forma en que se había sonrojado, el brillo en sus preciosos ojos castaños, además de la inocente y tímida sonrisa de sus labios. Todo ello lo hizo suspirar como el idiota enamorado que era.


Pensó entonces que lo daría todo por quedarse a su lado y ver todo eso todos los días por lo que sea que le quedara de vida. Lamentablemente, no iba a arriesgarlo, no cuando sabía que MInho podría enterarse de algún modo y más cuando ya se había atrevido a ir tan lejos la noche anterior.


Todavía rezando en ese momento que Minho no lo descubriera, aferrándose con fuerza a la esperanza de que, como Minho no sabía de ese lugar, nunca iba a enterarse de nada y entonces Luhan estaba seguro.


— ¿Se-Sehun oppa? —Llamó con un murmullo la asustada chica a su lado.


— Tranquila Hye Mi —sonrió levemente para tranquilizarla—. Nadie va hacerte daño a donde vamos —prometió.


Ella asintió apenas, tomando una temblorosa bocanada de aire mientras volvía a mirar con temor a los asientos delanteros del auto. Lay no la miró de vuelta sabiendo que ella estaba asustada por él.


— ¿A dónde vamos? —Susurró, acercándose más hasta pegar su temblorosa figura a él, con quien compartía el asiento trasero.


— Iremos a ver al hermano mayor de Lay —respondió, conteniéndose para no pasar su brazo alrededor de sus hombros.


Más que consciente de sus límites, porque aun cuando ella le había permitido acercarse de a poco con el pasar de los días y confiaba en él más que en cualquier hombre luego de lo que había pasado, no iba aceptar su tacto, no aún.


— ¿Para qué vamos ahí? ¿Por qué Jessica unnie no vino? —Preguntó alarmada, con la voz quebrada y seguramente queriendo salir de ahí.


— Llegamos —anunció Lay.


Los temerosos orbes de la adolescente se movieron en todas direcciones, su respiración se volvió irregular y Sehun se apresuró a hacerle un ademán a su amigo, pidiéndole que abandonara el vehículo mientras él hablaba con Hye Mi.


— Hye Mi, mírame —pidió y ella apenas lo hizo. Nadie te hará daño, yo no los voy a dejar —prometió.


— ¿Por qué estamos aquí entonces? Quiero irme —sollozó asustada.


— Hye Mi, estamos aquí para ponerte a salvo y tan lejos de Minho como sea posible —explicó.


— ¿Q-Qué? —Balbuceó aterrorizada.


— Él hermano de Lay te pondrá a salvo de él, nunca te va encontrar —prometió.


— ¿D-De verdad? —Sollozó.


— Sí, linda —sonrió dulcemente—. Yo te prometí que ese monstruo jamás iba a volver a tocarte. —Hye Mi asintió, llorando audiblemente—. Vamos, él nos espera y también hay una sorpresa para ti.


La menor asintió, bajando lentamente sin poder dejar de temblar mientras era escoltada al interior de la gran residencia. Deseando salir corriendo cuando vio al grupo de hombres que custodiaban el impresionante lugar.


— Todo está bien —aseguró Sehun, consiguiendo que ella asintiera a pesar de su evidente miedo.


Sehun se aseguró de ir a su ritmo, incluso listo para irse si ella decía que no podía y pedía regresar. Siempre quedándose cerca para hacerla sentir lo más segura que pudiera hasta llegar al despacho de Kim Suho, donde lo primero que escuchó fue ruidosas inhalaciones seguida de llanto.


— Mamá. —Hye Mi sollozó, corriendo a los brazos de la pareja mayor que la recibió con lágrimas de felicidad y un amoroso abrazo.


— Está viva, mi pequeña niña está viva —lloró la bella mujer, besando su cabello una y otra vez.


— Muchas gracias por devolvernos a nuestra niña —dijo el hombre que estrechaba a ambas mujeres en sus brazos.


Sehun asintió con un nudo en la garganta, porque aún con eso, sentía que le debía mucho más a la chica que en ese momento se aferraba a su madre como si temiera que en cualquier momento ella fuese a desaparecer.


— ¿Qué esperas que haga? —Interrogó Suho, mirándolo intensamente.


Todas las miradas estuvieron sobre él, pero él solamente podía ver a la pequeña chica que aguardaba esperanzada su respuesta. Él les sonrió a medias, prometiéndole así a ella que todo iba a estar bien a partir de ese punto.


— Ponlos a salvo —pidió sin titubear.


Suho asintió, chasqueando los dedos, gesto al cual un hombre asintió antes de abandonar la habitación apresuradamente. Los padres de la chica la estrecharon con un poco más de fuerza, diciéndole sin parar que la pesadilla había terminado y que irían a un lugar donde nadie más la iba a lastimar.


Sehun sabía que esa era la despedida para ellos, deseando nada más que pura felicidad de ese momento en adelante para la hermosa y fuerte joven que sabía Hye Min era.


— Sehun oppa —llamó rápidamente, a sabiendas de que él simplemente estaba por irse sin decirle nada—. M-Muchas gracias —sonrió lo mejor que pudo.


— No tienes nada que agradecerme a mí, no cuando yo… —Agachó la cabeza más que avergonzado—. Yo te prometí que te ayudaría a hacer justicia, pero en su lugar lo único que puedo ofrecerte es huir como si fuese tu...


— Me salvaste —lo interrumpió abruptamente—. También me ayudaste a comprender que absolutamente nada de lo que pasó ese día fue mi culpa como pensaba en un inicio —musitó con la voz rota—. Es por todo eso que te doy las gracias, porque esa vez, tú tenías la oportunidad de ignorarlo, pudiste solamente decidir que no era tu problema e irte, pero…


Ella se acercó, sus manos temblaban mientras tomaba las de él y continuaba sonriendo a pesar de las lágrimas.


— Te enfrentaste a ellos y, sin importar el cómo, me sacaste de ahí con vida y me llevaste a un lugar seguro e incluso ahora, también estás poniendo a salvo a toda mi familia. Gracias por esto. —Hye Mi lo abrazó rápidamente—. Espero que volvamos a reunirnos alguna vez.


— Cuídate mucho, Hye Mi —pidió, esbozando para ella una sonrisa cariñosa—. Sé que vas a superar esto y te convertirás en una mujer asombrosa.


Ella asintió, regresando al lado de sus padres, quienes aún lo miraban con agradecimiento. Sehun permaneció ahí, mirando con tranquilidad como ella y sus padres eran escoltados a otra habitación.


Su atención volvió a Suho tan pronto ella ya no estuvo más, queriendo agradecerle por lo que estaba haciendo pero sin llegar a hacerlo. No cuando la puerta se abrió bruscamente, revelando tras ella la odiosa figura de Baekhyun, quien veía en compañía de Chanyeol.


Le sorprendió no ver a Luhan también, pero suponía que él se había marchado a casa para esas horas y así no preocupar a sus padres.


— ¿Y tú qué haces aquí? —Interrogó con el ceño fruncido.


Sehun puso los ojos en blanco, decidido a ignorarlo y simplemente marcharse sin más. Ya teniendo suficiente con tener que comenzar a trabajar con la mudanza sin que Luhan se diera cuenta de nada.


Un fuerte estruendo los alertó a todos, haciéndolos correr fuera donde la el caos estaba comenzando. Una bella chica gritaba palabras intangibles, aferrándose a Jackson que simplemente la miraba sin comprender.


— Rin, tienes que calmarte.


— ¡Te digo que se lo llevaron! ¡Haz algo! —Gritó llorando con desesperación.


— ¿A quién se llevaron? —Interrogó asustado, sosteniéndola para que no cayera al suelo como amenazaba con hacer.


— Ellos me hicieron llamarlo —berreó—. Traté de advertirle, recé para que nunca llegará pero lo hizo, Jackson. ¡Él fue por mi culpa y se lo llevaron!


— Rin, tienes que ser más clara.


— ¡Ellos se llevaron a Hannie! —Gritó.


Sehun reaccionó cuando todos parecían petrificados, arrancando de las manos de Lay las llaves de su auto y corriendo con el alma en un hilo.


— ¡Kai! —Rugió inmediatamente Suho, desatando el infierno. Baekhyun fue el siguiente en reaccionar, volando por el pasillo con Chanyeol tras él.


Sin embargo, nada de eso le importaba, para él todo se centraba en la imperiosa necesidad de llegar a Luhan y evitar que Minho destruyera todo su mundo.


***


Luhan había pelado con desesperación, a pesar de saber que iba a ser inútil cuando ellos lo habían empujado dentro de un auto y se alejaron a toda velocidad del lugar donde todo había empezado. No se rindió, más sin en cambio, gritando y negándose a cooperar cuando se detuvieron finalmente frente a lo que lucía como una bodega abandonada.


Lo llevaron entre empujones, amenazas y duros golpes al interior, empujándolo al suelo frente a Minho, quien parecía estar teniendo el espectáculo de su vida al verlo ahí, indefenso y de rodillas.


— Ufff, pero miren nada más esa mirada —se burló, sosteniendo su rostro sin cuidado alguno.


Luhan peleó contra él, aun cuando resultaba inútil al ser inmovilizado por dos de los lacayos del mayor. Su mirada feroz se sobreponía sobre todo el miedo que aún luchaba por mantener bajo la superficie.


— ¿Es así como miras a mi hermano cuando te está follando duro? —Inquirió con malicia—. Porque de ser así debo darle algo de razón, justo ahora tienes una expresión muy erótica. ¿Ustedes que dicen?


Hubo gritos y silbidos a su alrededor, poniendo más alerta todos sus sentidos y una vez más, forcejeó para liberarse. Gruñendo como una fiera salvaje, alentando más sus risas debido a sus nulos intentos.


— Oye, tranquilízate amiguito. La fiesta aún no empieza —sonrió retorcidamente.


— ¡Hazlo, pedazo de basura! ¡Te reto a hacer cualquier mierda conmigo! —Rugió, provocando las risas de la multitud.


Minho, sin embargo, parecía todo menos feliz con su reacción. El primer golpe, de los muchos que estaba por recibir, conectó con su rostro entonces, todo a su alrededor se agitó violentamente y luces comenzaron a tintinear cada vez que parpadea.


— ¡¿Te crees muy valiente, pequeño chupa pollas?! —Vociferó, empuñando su cabello con tal fuerza que Luhan pensó que iba a arrancarlo—. ¡Haré que te tragues tus putas palabras!


Por dentro, Luhan tembló de miedo, mientras que por fuera mantenía su expresión feroz, escupiéndole a la cara al mayor. Él gruñó furioso y él siguiente golpe vino con más fuerza que el primero.


— Te haré desear estar muerto —anunció sádicamente—. Es su turno —miró a sus mascotas—, y más les vale hacer bien su trabajo esta vez —sentenció.


Obtuvo su libertad momentáneamente, solamente para verse rodeado de los cuatro hombres que habían ayudado a Minho a llevarlo a esa pocilga. Apretó los puños, mirando en todas direcciones mientras ellos se acercaban cada vez más, esperando que su expresión continuase ocultando su pánico y, contra toda lógica, arremetió contra ellos.


Usando como mayor impulso el desprecio infinito que sentía por Oh Minho y la desesperación que lo empujaba para hallar una forma de huir. La adrenalina se disparó, anestesiando su cuerpo y volviéndolo incapaz de sentir dolor alguno por más que recibía más golpes de los que conseguir acertar.


Peleaba con uñas y dientes, entre tanto sus atacantes parecían tan fuera de sí que apenas podían contenerlo del todo. Minho lucía furioso, cambiando su expresión a una de estupefacción cuando Luhan logró pasar a sus hombres y acercar su mano lo suficiente como para arañarlo antes de ser arrojado atrás violentamente.


Gritó, arañó, pataleó y se retorció en el suelo cuando ellos volvieron a inmovilizarlo otra vez. Minho estaba en estado de shock en ese momento, llevando su diestra a su rostro y como si fuera un autómata rozó el rasguño fresco y sangrante.


— ¡Hijo de puta! —Gritó rabioso, pateado su estómago con tal fuerza que lo hizo casi desmayarse—. ¡Pagarás caro por esto! —Vociferó.


Gritó con todas sus fuerzas tras oír sus palabras, retorciéndose con todo lo que tenía para liberarse de cualquier manera cuando él lo alcanzó, pero todo fue en vano y descubrió a partir de ese punto, que los hombres que antes lo habían golpeado no eran nada en comparación con el dolor que Minho le causó.


Al punto, de por un momento hacerlo pensar que tan sólo quería desmayarse y no despertar más, había un asqueroso olor en el aire y el dolor corría por todas sus terminaciones nerviosas, aun cuando lo único que ya era capaz de hacer era respirar.


La fuerza lo había abandonado hacía mucho tiempo atrás, su garganta estaba al rojo vivo de tanto gritar y lágrimas se hallaban ya secas en alguna parte de su rostro. El cual, sorprendentemente, era la única parte medio intacta de su cuerpo.


— ¿Eso fue todo, putita? ¿A dónde fue todo el valor que antes tenías? —Ya no había risas, pero sí una bruma de miedo saturando cada rincón de aquel lugar—. Mejor alégrate, fui tan bueno que dejé tu bella carita intacta —rió sardónicamente—. Sehun debe de verla intacta para recordarse a sí mismo que no pudo defenderte de mí y que todo esto es culpa suya —dijo con malicia.


Luhan apretó los dientes, su instinto de supervivencia diciéndole que se encogiera en sí mismo para que así ese monstruo decidiera dejarlo en paz. Lamentablemente, Luhan nunca escuchaba nada de lo que ese instinto le decía.


Fue por ello mismo que lentamente intentó incorporarse, fallando un par de veces, gimiendo de dolor cada vez que golpeó el suelo antes de lograr que sus temblorosos brazos sostuvieran su peso.


— ¿Lo sigues adorando ahora? —Interrogó con una mueca perversa en el rostro—. ¿Lo seguirás haciendo después de todo lo que me hizo hacerte?


Luhan no sabía si podía hacerlo, pero esperaba que la mirada que la estaba dando, fuera una que logrará hacerle saber cuánto lo despreciaba.


— No es nada personal, niño —sonrió ladino—. Sé que en el fondo sabes que de no haber sido yo, cualquier otra persona lo habría hecho —aseguró—. Lo que ustedes están haciendo es asqueroso y anormal —sentenció.


Luhan apretó los puños, deseando tener la fuerza para hacerlo tragar sus malditas palabras. Deseaba desesperadamente poder defenderse de él y todos aquello que los juzgaran en el futuro.


— Porque tú realmente no crees que tus padres van a aceptar esta mierda, ¿verdad? —Bufó—. Por supuesto que no —se auto respondió—. Ellos estarían asqueados de saber lo que hicieron anoche.


El menor inhaló atónito, él ya sabía que Minho no estaba bien de la cabeza pero que libremente admitiera que los vigilaba a cada paso que daban, lo hizo temer por el bienestar de Sehun, al ser obvio que si Minho lo tenía ahí, Sehun podría estar igual o peor.


— ¿Qué hicieron anoche? —Interrogó seriamente—. ¿Follaron? —Luhan no respondió, conteniendo sus ganas de gritarle cuanto lo odiaba—. Obviamente lo hicieron, se nota que eres un cualquiera —rió con desdén—. Tus padres seguramente desearán no haberte tenido cuando se enteren de esto.


Se estremeció, agachando la cabeza para que él no viera que sus palabras lo afectaban. Quería mantener su falsa máscara de valentía pasara lo que pasara.


— Dios, todos siempre dicen que Sehun es tan bueno, tan perfecto y noble —bufó asqueado—, pero… ¿qué tiene de perfecto ser un puto desviado? ¿Qué hay de noble en provocar que algo así le pasará a un pobre mocoso como tú? —Soltó con desdén.


— É-Él… no…


— ¡Es su culpa! —Gritó rabioso—. Nunca hubiera ido tras de ti de no ser porque él rompió su palabra primero. ¡Fue él quien me hizo hacerte esto!


Luhan sintió que podría vomitar tan sólo al ver la locura brillando en los turbios ojos de Minho, tenía tanto miedo que temía asfixiarse únicamente por ello.


— No es su culpa —musitó, pasando por alto el miedo que gritaba llorando que cerrará su maldita boca—. Él no… no te hizo la basura que eres —afirmó, logrando apenas ponerse de pie—. No es quien me está haciendo esto, eres tú quién lo hace —sentenció firmemente.


Sus orbes oscuros brillaron peligrosamente, Luhan incluso podía jurar que veía la ira abandonando su cuerpo y tenía el presentimiento de que no había ya más oportunidades para él.


— Eres tan cobarde y poco hombre que necesitas lastimar a alguien mucho más débil para sentir que has ganado —rió levemente—. Le tienes tanta envidia a tu hermano menor.


El rostro del mayor se deformó en una mueca grotesca de puro odio, algo que le advirtió que de seguir así, todo iba empeorar para él y de todas formas decidió no callarse nada.


— No soportas la idea de que él es mucho mejor que tú y es por ello que tratas de justificar toda tu mierda diciendo que él es peor por enamorarse de hombre y que por ello es correcto que, siempre que algo o alguien lo hace feliz, vayas y lo destruyas. —Minho se tensó mucho más, obviamente afectado por sus palabras—. Pero no importa eso, porque no vas conseguir nada, porque tú sabes que no podrás quebrarlo ni detenerlo —sonrió con confianza y orgullo—. Porque incluso si yo no consigo salir de aquí, o si todo mundo se entera de lo nuestro, él va a salir adelante y se convertirá en un gran hombre mientras que tú, tú siempre serás la misma escoria patética que eres.


— ¡Cállate! —Ladró.


— Haz conmigo lo que quieras —desafío—. No me importa y al final no vas a cambiar nada. Sehun es y siempre será mucho mejor que tú —sentenció.


Lo vio avanzar y no se movió, recibiendo de lleno el golpe que dejaría su pómulo negro y lo regresó al suelo dolorosamente.


— ¡¿Gran hombre, dices?! —Rió histérico, enloquecido—. ¡Tú gran y precioso Sehun aceptó dañar a otras personas por salvarte a ti!


Luhan se quejó, mordiéndose la lengua para no gritar una vez más a pesar de que temía que Minho podría haber roto los dedos de su mano cuando la pisoteó con saña.


— Es peor que yo—masculló entre dientes—, y voy a demostrártelo —liberó su mano, dando marcha atrás—. Sosténganlo bien y quítenle la ropa —ordenó.


Fue empujado boca abajo con fuerza, su piel fue descubierta. Terror puro se instaló en su corazón, esparciéndose por todo su cuerpo con cada latido de este. Sus aterrorizados ojos tratando de seguir a Minho mientras se movía por la habitación, sin conseguirlo del todo, no hasta que él comenzó a acercarse, sosteniendo en sus manos un extraño objeto de metal sin quitar su psicópata mirada de él.


— Sehun odia todo lo que es mío —sonrió torcidamente—. Así que… ¿descubramos cuánto te puede amar después de esto?


Forcejear fue inútil y lo que experimento seguidamente, fue el más horrible, agonizante y desgarrador dolor que jamás había sentido en su vida. Un gritó de pura agonía brotó de lo más profundo de su alma, la risa diabólica de Minho lo acompañó y finalmente Luhan fue arrastrado a la oscuridad, de la cual, muy en el fondo deseaba no volver.


Una bruma de tensión se instaló en el lugar mientras los ayudantes de Minho veían inmóviles al chico inerte en el suelo. Había un pesado olor angustiante que se mezclaba con su propio miedo, pero ninguno se atrevía decir nada y terminar como el pequeño niño chino.


— ¿Es-Está muerto? —Preguntó uno de los hombres.


Minho no respondió y permaneció de pie observando su trabajo con una sonrisa torcida en los labios. Él había ganado y ellos no iban a olvidarlo nunca, no cuando su marca estaba ya sobre el pequeño niño que Sehun tanto amaba.


— ¿Podrás amar algo que yo he marcado, hermanito? —Preguntó al aire, completamente satisfecho con su obra.


— ¡Minho! —La voz de Kyungsoo fue la única razón que encontró para desviar la vista del muchacho a sus pies.


El menor corría hacia él y Minho primero lo vio confundido, ya él no debería saber dónde estaba. Pese a ello, se aseguró de esbozar para él la sonrisa más dulce que tenía, porque él lo merecía todo. Sin embargo, solamente había horror en su rostro cuando llegó hasta su lado y miró a Luhan.


— Minho, ¿qué hiciste? —Inquirió aterrorizado.


— Él ya no podrá volver a meterse en tu camino —murmuró, sin borrar su sonrisa cariñosa.


El menor estaba atónito, mirando a su mejor amigo como si fuese la persona más perversa y extraña de todo el mundo, pero consciente de que de aquello también era por su culpa.


— ¡Kyungsoo! —Gritó Bobby, obligándolo a mirar en su dirección—. ¡Tenemos que irnos! ¡Luhan necesita atención médica! —Dijo alterado, acunando con sumo cuidado el cuerpo del muchacho inconsciente.


— ¡No! —Ladró Minho, permitiéndole apenas el tiempo para meterse en su camino y detenerlo de ir hasta ellos.


— ¡Minho, ya basta! —Imploró—. ¡¿Qué tan lejos quieres llegar?! ¡¿Planeas matarlo?! —Él no respondió, ojos vacíos chocaron con los suyos y pudo escuchar claramente su corazón romperse.


¿Por qué no pudo verlo antes de que todo eso llegara tan lejos?


De haberlo hecho, tal vez hubiese podido salvar a Minho de convertirse en eso que tenía frente a él. Lo vio dar un paso adelante y suavemente lo empujó para que retrocediera, para salvarlo aunque fuera por lo menos entonces.


— Debes irte —pidió suplicante—. Suho y Baekhyun ya saben de esto, vendrán por ti en cualquier momento.


Eso consiguió una reacción de parte de su amigo, quien parecía haber caído en cuenta entonces de su grave error. Recordándole que Luhan era el más precioso tesoro que Byun Baekhyun tenía y que haría que lo destruyeran por tocarlo.


— Soo…


— Vete, desaparece, por favor —su voz se quebró. Minho asintió e hizo un ademan a los cuatro hombres para que lo siguieran.


— Kyungsoo, yo…


— Estaré bien, ellos no me harán nada a mí —prometió, mostrándole su mejor sonrisa.


Él desapareció en un parpadeó y únicamente la voz de Bobby lo devolvió a la realidad. Miró nuevamente a su amigo, quien le hablaba suavemente a Luhan mientras miraba alterado su lesionado cuerpo sin tener idea de si tocarlo o no.


— Bobby —susurró.


— Tenemos que llevarlo a un hospital, Kyungsoo, nada en él se ve bien —balbuceó, las manos le temblaban y había pura preocupación en sus ojos.


— Sí —susurró apenas.


— Está bien, Luhan —musitó al oírlo quejarse.


— ...cía. —Eso fue lo único que alguno de los dos pudo captar.


— Tranquilo, te sacaré de aquí, te llevaré con Sehun y vas a estar bien. ¿De acuerdo? —Trató de sonreír inútilmente—. Pronto esto pasara y entonces obligaré a Sehun a que nos presente oficialmente como tú querías. Voy convertirme en tu mejor amigo entonces, solamente para hacer a Sehun volverse loco por lo mucho que le va a irritar nuestra amistad —rió apenas.


— Bobby —murmuró tristemente Kyungsoo.


— Te llevaré a comer ese helado que prometí y te juro que yo pagaré esta vez. —Su voz se quebró—. Tan sólo…


Un grito de puro terror rompió en el lugar, ambos miraron al frente encontrándose con la expresión aterrorizada de Baekhyun siendo abrazado por un alto muchacho pelirrojo que lo contenía para que no corriera hasta ellos.


— ¡Luhan! ¡Mi Luhan! —Baekhyun estaba fuera de sí y eso era el peor augurio.


Suho rugió furibundo, como un animal salvaje herido, ordenando que trajeran la cabeza de Minho ante él, y tal vez Kyungsoo habría corrido para suplicarle a Kai que no lo hiciera, que dejara a su mejor amigo vivir, pero él estaba ahí, totalmente paralizado luego de ver a Sehun derrumbarse frente a sus ojos.


Sus rodillas habían cedido y su rostro se deformó en la más angustiante mueca de agonía, viendo por primera vez como sus, por lo general, intimidantes ojos oscuros se cristalizaron por las lágrimas.


— ¡Levántate! —Lay gritó, sujetándolo del brazo para devolverlo a la realidad—. ¡Luhan te necesita con los pies en la tierra!


Todo se volvió un torbellino a su alrededor, Luhan había dejado de estar en los brazos de Bobby mucho tiempo atrás, el auto en el que estaban yendo iba a tan rápido que no parecía estar tocando el suelo en absoluto y los gritos de aquel extraño chico peli-plata retumbaron por todas las paredes del hospital tan pronto entraron.


El caos aumento, una enfermera escupía órdenes a diestra y siniestras, dos médicos aparecieron con un par de enfermeros que lucharon un poco para conseguir que Sehun les entregará a Luhan mientras que la misma mujer de antes comenzaba a hablar con un montón de palabras que no comprendía.


— No puedes venir —sentenció la rubia enfermera, deteniendo a Sehun.


— Pero…


— No vengas, Sehun —ordenó, empujándolo levemente y, con ello, Luhan desapareció tras unas puertas dobles, dejando a Sehun atrás, de pie pero luciendo destruido.


Kyungsoo lo vio llevar su puño a la boca y morderlo hasta que sus dientes atravesaron la carne, a tal punto que ya no sabía si los gritos que trataba de callar con su puño eran de dolor o rabia. Sus tres mejores amigos estuvieron a su lado, repitiendo con una angustiante insistencia que todo iba a salir bien. Kim Suho caminaba en círculos maldiciendo a Minho, al mundo entero y a sí mismo por no haber evitado aquello.


Mientras que Baekhyun estaba de pie, con la mirada del mismísimo diablo en los ojos, rechinando los dientes y helándole la sangre a Kyungsoo en el preciso instante que dio la media vuelta.


Lo supo entonces…


Él no volvería a ver a Minho y el saberlo lo hizo llorar inevitablemente.


***


«Yo no voy a dejarte, Baekhyun, me quedaré a tu lado hasta que tú ya no me quieras ahí.»


Baekhyun veía rojo con cada paso que daba, su corazón estaba pendiendo de un hilo y no podía dejar de imaginar las horribles formas en las que Minho podría haber torturado a su amable y tierno Luhan.


— ¿Jo-Joven Byun? —Balbuceó atónita la secretaria de su padre tras verlo ingresar al lugar intempestivamente. Apresurándose a correr tras él cuando no se detuvo luego de advertirle que su padre no podía recibirlo—. ¡Joven Byun! —Llamó angustiada.


Baekhyun la ignoró igual que había hecho desde que ella le había dicho que su padre estaba ocupado, avanzando con prisa mientras sentía que se quemaba por dentro. Empujando la puerta de la oficina de su padre con violencia. Su padre le dio una mirada dura tan pronto lo vio y la clara advertencia de que estaba por recibir una reprimenda verbal.


— ¡Destrúyelo! —Ordenó, conteniendo un mar lágrimas y la rabia ardiendo dentro de su pecho.


El mayor lo miró conmocionado, al igual que Mino, y aunque de algún modo sabía que debía explicar la situación, el conjunto de sentimientos que lo abrumaban, tan sólo exigía a gritos que hiciera desaparecer a la basura que había lastimado a Luhan.


— ¡Destruye a Oh Minho! —Exigió.


Su padre estuvo frente a él en un parpadeó, con la preocupación escrita por todo el rostro al igual que una profunda confusión que tan sólo comenzaba a sacar a Baekhyun de sus casillas, a pesar de saber que era él quien no estaba dando ninguna explicación.


— ¿Él te lastimó? ¿Te ha hecho daño? —Preguntó, con un tono letal que prometía hacer al mundo explotar si Baekhyun afirmaba.


— No…


— ¿Qué significa todo esto entonces? —Espetó con el ceño fruncido.


— ¡Déjame hablar!


— Primero que nada, modera tu tono de voz —lo cortó—. Si él no te hizo nada no tiene sentido que estés aquí, no tengo tiempo para tus tonterías — resopló irritado.


— ¡Escúchame!


— Baekhyun, cálmate —ordenó severamente—. Ahora mismo estoy algo ocupado, pero en cuanto termine iremos a casa para hablar sobre lo que sea que te molesta de Minho —indicó tranquilamente.


— ¡No! ¡Ese bastardo debe pagar por lo que le hizo a Hannie! —Vociferó fuera de sí.


— Hijo —suspiró pesadamente—, la pelea en la que tu amigo se haya enredado con Oh, seguramente…


— ¡Luhan no es así! —Gritó alterado—. ¡Hannie no merecía la mierda a la que ese enfermo lo sometió!


— Baekhyun…


— ¡Me lo debes! —Exclamó desesperado—. Yo nunca te he pedido nada, pero no puedo quedarme con los brazos cruzados. ¡Él tiene que pagar! ¡Lastimó a mi Hannie! —Sollozó sin poder contenerlo.


Su llanto fue la clave, porque su padre jamás lo había visto tan afectado desde la muerte de su esposa e hija. La furia deformó el, normalmente, estoico rostro del hombre mayor antes de jalar a su único hijo a un férreo abrazo protector y jurase que mataría al hombre que había regresado aquel dolor al corazón de la persona que más amaba en el mundo.


— ¡Tráeme al bastardo! ¡Ahora! —Rugió y Mino salió a toda velocidad del lugar.


Baekhyun estaba temblando, sintiendo como si le costara respirar en el preciso momento en que su padre se separó un poco para mirarlo a los ojos.


— Lo haré arrepentirse de haber tocado a tu amigo, hijo —prometió—. Tu amigo también tendrá la mejor atención médica —aseguró, a lo que Baekhyun simplemente pudo asentir, pensando que iba a estar solamente conforme si su padre cumplía con hacer trizas al hijo de perra.


— Quiero ver a Hannie — susurró entre hipidos.


— Haré que te lleven, también haré que tu amigo tenga toda la seguridad posible — aseguró—. Nadie podrá tocarlo otra vez sin que yo acabe con él — prometió, todo fuera por quitar la agonía del dulce y pequeño niño.


— Gracias papá —musitó, estrechando un poco más fuerte el cuerpo ajeno, sintiéndose por primera vez, en mucho tiempo, seguro al estar de esa forma con él.


***


Un grito desesperado brotó, quemando su garganta y no dejándolo más remedio que estrujar las mantas hasta que sus nudillos estuvieron blancos. Estaba boca abajo en una habitación que no conocía, la cabeza le daba vueltas y sentía algo ardiendo furiosamente en alguna parte de su cuerpo.


Su respiración eran cortos y ruidosos jadeos, la puerta golpeó la pared con un ruido sordo y pronto la habitación fue llenada por órdenes que no conseguía seguir, mientras sus ojos apenas abiertos veían manchas de color blanco moviéndose por todos lados.


— ¡Luhan! —Escuchó gritar con desesperación.


Sin embargo, y por más que quiso hacerlo, le fue imposible moverse para buscar dónde era que ella estaba.


— Señora Wu, debe salir de la habitación y dejarnos trabajar —pidió una voz femenina.


Y aun con lo mucho que Luhan quiso decirle a su mamá que no se fuera, no podía ni articular otro sonido que no fuera su llanto de agonía.


— ¡Y una mierda! ¡¿Qué carajos están haciéndole?!


Sehun.


Sus ojos se abrieron de golpe y luchó por incorporarse para ser capaz de verlo, voces alarmadas chillaron a la vez al verlo levantarse a medias, rogándole que volviera a acostarse, lo cual no iba a hacer, no cuando consiguió que sus ojos coincidieran.


— Hu-Hunnie —jadeó a penas, perdiendo el equilibrio y derrumbándose en la cama con un chillido de agonía.


— ¡Xiǎolù! —Gritó alarmada su madre a la par de los resuellos de los demás ocupantes de la habitación.


— ¡¿Qué demonios intentas hacer?! —Espetó la alterada voz de Sehun—. ¡No debes levantarte!


Delicadas y temblorosas manos apenas estaban tocándolo, sacándole una mueca que debía ser una sonrisa en realidad. Porque él estaba a salvo y no podía haber nada mejor que saber eso, aún a pesar del jodido dolor.


— ¡¿Por qué dejó que hiciera eso?! —Esa era la furiosa voz de Baekhyun—. ¡¿Qué clase de médico deja a su paciente lastimarse más?!


— Policía —dijo contra la almohada.


— ¿Qué ha dicho? —Preguntó otra voz femenina de quien sea que estuviera abriendo la prenda que cubría su torso.


— ¡Llamen a la policía! —Gritó luego de que por accidente ella tocara el centro de su espalda.


— ¡¿Qué mierda haces?! —Vociferó alterado Sehun—. ¡Le haces daño!


Todas las voces se elevaron, un torbellino lo atacó con violencia y sus ojos se cerraron arrastrando a los brazos de la inconsciencia, alejando solamente así lo que quemaba su piel.


— ¡Hannie! —Exclamó alarmado Sehun.


— Basta, solamente se desmayó —indicó el médico—. Dejen ya de hacer escándalo o los echaré de aquí —advirtió.


Sehun gruñó pero no dijo nada e incluso detuvo a Baekhyun cuando este se adelantó listo para protestar. Dos enfermeras les pidieron abandonar la habitación amablemente y lentamente los tres salieron, reuniéndose en el pasillo con Chanyeol, Lay y el resto de la familia de Luhan.


— ¿Cómo está? —Preguntó al instante el señor Wu.


— Oh, Wen Yi —sollozó su bella esposa, estirando los brazos en busca de un abrazo que él rápidamente le dio.


— Él quiere a la policía —musitó Baekhyun, sin dejar de tirar de su cabello.


Lay lo miró seriamente, y seguramente Sehun tendría que estarse preguntando algunas cosas, pero en ese momento él no podía ser capaz ni de decir su propio nombre si alguien le preguntaba.


Su cuerpo entero estaba temblando y no pudo contener su llanto cuando Baekhyun simplemente lo jaló a sus brazos, llorando también. Siendo nuevamente atacado por los miles de: y si hubiera, que podían venir a su mente entonces.


Dios, él no debió dejar a Luhan irse esa mañana así como así.


— ¿Familiares de Wu Luhan?


La pregunta lo devolvió al mundo real luego de eternos minutos de permanecer sollozando junto a Baekhyun.


— Soy el detective Zhang Jiang Chen, recibí un llamado sobre…


— ¿Tío? —llamó Lay, recibiendo una inmediata mirada del hombre que recién llegaba.


— Yixing —musitó, apresurándose hasta él para un rápido abrazo—. ¿Estás bien? ¿Te hicieron daño? ¿Alguien trato de lastimarte? ¿Dónde carajos está el pendejo de tu hermano mayor? ¿Por qué no está a tu lado? —Escupió de golpe el mayor.


— ¿Qué carajos haces tú aquí? —Masculló Suho, empujando al mayor para apartarlo de su hermano menor.


— No creo que estés aquí para esto, tío —respondió dando un paso atrás para ver al mayor a la cara cuando este pareció estar por empezar una pelea con Suho—. Y ya te he dicho mil veces que no insultes a JunMyeon g“ —gruñó.


El hombre les dio una mirada significativa a ambos, recorrió con la mirada la sala tras ello, deteniéndose apenas unos breves segundos en cada uno de los ocupantes antes de asentir y hacer un ademan a los dos hombres que lo acompañaban.


— Yoon, Shin —llamó—. Entrevisten al personal médico sobre la condición de Wu Luhan, mientras Yixing me pone al tanto de todo y habló con la familia.


Ambos hombres asintieron, haciendo una reverencia antes de marcharse para cumplir sus órdenes, mientras que el mayor volvía a escanear la habitación, reparando en Baekhyun, a quien se quedó mirando por varios minutos antes asentir discretamente y volver su atención a su sobrino.


— ¿Qué sucedió, Yixing? —Interrogó.


— Oh Minho atacó a Luhan, estaba bastante lastimado cuando lo encontramos pero los doctores aún no nos dicen nada y Luhan es la única persona que puede decirte qué pasó —explicó nerviosamente.


— Muy bien, esperare a que el doctor salga para hacerle unas preguntas. —Lay asintió, recibiendo unas palmaditas en la espalda antes de que el hombre se encaminará hasta los Wu.


— Lay —llamó seriamente Sehun.


— Él es de confianza —afirmó.


— También significa que Baekhyun hizo al señor Byun tomar cartas en el asunto —murmuró Suho.


Sehun siguió al hombre con la mirada entre tanto se acercaba a los Wu, estrechando la mano del padre de Luhan. Había un vibra extraña a su alrededor que de algún modo le advertía que si se metía en su camino, él lo haría ver el infierno.


Sehun rezó para sus adentros, enviando una oración a cualquier deidad, deseando con toda su alma conseguir que ese hombre pusiera sus manos sobre Minho.


***


Kyungsoo había tomado la mano de Bobby tan pronto había escuchado las palabras que Suho había dicho respecto al oficial recién llegado. Su amigo simplemente se había dejado arrastrar sin decir nada en absoluto.


— Tenemos que hacer algo o jamás vamos a volver a ver a Minho —dijo angustiado.


Bobby lo miró como si fuese la criatura más extraña y grotesca que jamás había visto tras sus palabras.


— ¿Te has vuelto loco? —Inquirió incrédulo.


— Minho es nuestro amigo —le recordó—. Debemos ayudarlo.


— ¡No! —Vociferó furioso.


— ¡Booby!


— ¡¿Qué acaso no viste lo que él hizo?!


— ¡Lo vi! —Aseguró alterado—. Pero eso no...


— ¡No tiene excusa, Kyungsoo! —Gritó furioso—. ¡Ese chico no se merecía lo que Minho le hizo!


— Bobby, no lo estoy excusando —masculló entre dientes—. Tan sólo te estoy pidiendo que me ayudes a protegerlo, se lo debemos después de todo lo que él hizo por nosotros cuando lo necesitamos.


— No, esta vez no voy a defenderlo —sentenció—. ¡Lo que hizo fue una monstruosidad! —Exclamó, señalando en dirección al pasillo donde estaba la habitación de Luhan.


— Lo dices como si tú no…


— Yo no soy inocente. Sé muy bien las cosas horribles que he hecho, soy consciente de todos y cada uno de mis errores —escupió con desdén—. Sin embargo, yo por lo menos sé que las personas por las que fui eran una mierda y que borrar sus miserables existencias no le hacía ningún mal al mundo, pero Luhan…


Apretó la mandíbula, la rabia brillaba en su mirada tanto como la decepción, el dolor y frustración.


— Luhan es un buen niño, es realmente dulce —aseguró—. También ama a Sehun con todo su corazón y no merecía la mierda que ese… ese… bastardo le hizo.


— Él lo hizo porque…


— ¡Porque está loco, Kyungsoo! ¡Ya daté cuenta que ese ya no es el amigo que tú y yo solíamos conocer! —Kyungsoo agachó la mirada, apretando los ojos con fuerza para contener sus lágrimas—. Kyung, yo sé cuánto lo quieres y lo especial que él es para ti, pero alguien debe detenerlo y esperó que lo entiendas, porque yo esta vez no voy a dejarlo pasar —finalizó, yéndose de su lado y haciéndolo sentir más solo que nunca.


Después de todo, acaba de perder a los dos únicos hombres que significaban algo para él al mismo tiempo.


***


La conciencia volvió mucho después, siendo aún dolor a pesar de que sentirse adormilado en todos lados. Su posición en la cama había cambiado y se encontraba de costado, mirando directamente a la mujer que miraba alguna cosa en aquella máquina conectada a alguna parte de su cuerpo.


Un miedo profundo estaba incrustado en su pecho y cerró los ojos, intentando pensar en algo que lo tranquilizara, en cambio, solamente obtuvo de vuelta cada maldito segundo de todo lo que había pasado con Minho, trayendo de vuelta el insoportable dolor, su enfermiza risa psicópata, el nauseabundo olor de la carne quemada, las desesperadas lágrimas y la asquerosa sensación de terror arrastrándose dentro de su sistema.


Todo en conjunto le provocó incontrolables arcadas y la exclamación nada educada de la enfermera que apenas y consiguió el tiempo suficiente para acercar un recipiente para que el vaciará lo único que había conseguido ingerir aquel jodido día.


— Déjalo salir, corazón — arrulló con voz tierna.


— Necesito que llamen a la policía —pidió con la voz en un hilo.


— Ellos ya fueron notificados, ya hay un oficial afuera en espera a que tu puedas recibirlo —explicó y Luhan solamente pudo asentir.


Estaba temblando, presa de un frío insoportable, plenamente consciente que todo era producto del miedo y el dolor semidormido que tenía todo su cuerpo adormecido.


— ¿Qué me pasó?


Luhan sabía que no era la pregunta correcta, más sin en cambio había sido la única forma en la que había sonado como algo claro en su cabeza. Él solamente tenía que escucharlo para tal vez así, asimilarlo del todo y no simplemente desmoronarse frente al oficial que tomará su declaración.


La enfermera lo miró seriamente, como tratando de averiguar la forma de explicarle las cosas, hasta finalmente asentir levemente y enderezarse, mostrándole su expresión más seria y profesional.


— Tus amigos te trajeron hace aproximadamente diez horas atrás inconsciente y en malas condiciones. Al revisarte, hallamos múltiples lesiones y laceraciones, por lo que inmediatamente se ordenó hacer una serie de exámenes para descartar daños internos y también determinar la magnitud de todas tus lesiones. Afortunadamente, no hubo ningún daño demasiado grave o permanente.


— ¿Y mi espalda? —Preguntó queriendo, y a la vez no, saber.


— Esa es hasta ahora nuestra máxima preocupación —explicó seriamente—. En el centro de tu espalda hay una quemadura de segundo grado profunda, creemos que provocada por la exposición prolongada de un objeto a altas temperaturas.


Ella continuó hablando, explicándole como toda una profesional el procedimiento que el equipo médico había seguido para tratarlo, pero Luhan estaba lejos, todavía en aquella bodega, tendido en el suelo con los ojos clavados en Minho y aquello que había sostenido en su mano en aquel momento.


Sus iniciales al rojo vivo era lo último que recordaba haber visto antes de que aquel agonizante dolor lo hiciera desear estar muerto.


— Tuviste suerte.


Elevó la vista, retando a la mujer de esa forma a que le dijera que era lo bueno de todo eso. Quería que le señalará el lado positivo en el hecho de que probablemente las iniciales del bastardo que lo había torturado siempre estarían grabadas en su piel.


— Un poco más y hubiera sido una quemadura de tercer grado muy delicada, y... —Su cálida mano le alisó el cabello suavemente—. También estás aquí, con vida —señaló seriamente—, porque tú sabes que alguien que te hace esto solamente por diversión, podría ir muchísimo más lejos.


Luhan asintió apenas, cerrando los ojos en un intento inútil de controlar el temblor de su cuerpo y olvidarse de todo por un breve instante. Pensando en cualquier otra cosa que no fuera Oh Minho y el dolor.


— Quiero a Sehun —murmuró con un hilo de voz, minutos después que todo había pasado. Ella lo miró con pena, esbozando una sonrisa comprensiva.


— Ahora mismo él no puede venir, pero en cuanto sea posible lo traeré para ti —prometió, aun mostrando aquella comprensiva sonrisa.


No pudo asentir en ese momento, pero de igual modo también se contuvo de exigirle ver a Sehun para poder asegurarse que estaba sano y salvo, además de conseguir sentirse de esa forma también.


— Ese chico parece ser un importante amigo. ¿Quieres contarme de él? —Ofreció ella, tal vez notando que necesitaba centrar su atención en algo para calmar lo que lo atormentaba.


— No es mi amigo —susurró, recibiendo una mirada expectante de ella—. Es mi novio. —La bella mujer asintió sonriéndole más ampliamente incluso.


— Es un chico muy lindo. Tienes buen ojo —guiñó traviesamente.


— Lo es —sonrió inevitablemente—. ¿Sabes? Debe querer matarme ahora mismo —rió apenas.


— No, en realidad yo creo que lo que él desea es matar a todo el personal del hospital —soltó una leve risita—. Dios, él casi le arranca la cabeza a la pobre enfermera cuando la pobre mujer le pidió salir de la habitación la primera vez que recuperaste el conocimiento.


— Él también es muy sobre protector conmigo.


— ¿De verdad? —Inquirió con un tonito sarcástico—. Creo haberme dado cuenta de ello hace un largo rato —dijo a modo de broma.


— Antes —comenzó con la voz en un hilo—, hubo una vez en que yo estaba peleando infantilmente con Chanyeol, porque él decía que al ser más alto era más rápido mientras que yo, argumentaba que la altura no tenía que ver con la velocidad, así que decidimos hacer una competencia para saber quién era el más rápido entre los dos.


— ¿Y? —Interrogó realmente interesada—. ¿Quién ganó?


— Ninguno de los dos —sonrió apenas—. No noté que no tenía atados los cordones, así que los pisé al iniciar la carrera y terminé besando el suelo. —Ella asintió, aguardando a que continuara—. Sabía que Chanyeol iba reírse y me sentí realmente avergonzado, pero entonces…


«Atrévete a reírte de Luhan, y te arranco las bolas para hacértelas tragar, Park…»


— Sehun lo amenazó para que no se burlara —su voz se quebró.


— Eso realmente parece algo que él haría —asintió ella, acariciando levemente su cabello.


— Sé que él realmente tiene una imagen intimidante a primera vista, pero él es la persona más dulce del mundo —aseguró con la voz rota—. Siempre piensa primero en mí, olvidándose por completo que voy a sufrir mucho más si algo le llega a suceder. —La primera lágrima se escapó—. Estaba tan malditamente asustado en aquel momento, pero no tenía nada que ver conmigo, yo tan sólo no podía dejar de pensar en que no hubieran llegado a él, rezaba para que no lo lastimaran de ningún modo —sollozó.


— Oh, cariño.


— Quiero verlo —suplicó—. Debo estar seguro de que nada pasó, solamente un poquito, por favor —pidió entre lágrimas.


La bella mujer asintió rápidamente, corriendo fuera de la habitación mientras Luhan trataba de lidiar lo mejor posible con su maldito llanto para así no preocuparlo y poner una expresión triste en su hermoso rostro.


La puerta fue abierta una vez más y pasos apresurados fueron hasta él, haciéndole imposible contener el llanto de puro alivio al verlo ahí, sano y salvo.


— Estás bien —sollozó de alegría.


— Dios, amor —lloró igualmente, cayendo de rodillas mientras alcanzaba su mano y comenzaba a besarla—. ¿En qué mierda estabas pensando, Bǎobèi Lù?


— Él me quería a mí, no podía dejarlo dañar a una persona inocente —respondió serenamente.


— ¡Debiste hacerlo! —Exclamó alterado—. Tan solo debiste ignorara esa llamada, debiste llamarme a mí o a la policía y…


— Y entonces no harían nada porque se trataba de Minho, luego él hubiera lastimado a Rin noona porque yo no llegue nunca y luego de saber que llame a la policía, iría tras de mí el doble de enojado —señaló seriamente.


Sehun no pudo negarlo, porque sabía que era totalmente inútil cuando Luhan tenía toda la razón.


— Tú habrías hecho lo mismo —afirmó, conociendo a Sehun demasiado bien.


— ¡Pero se trataba de ti! —Vociferó, viéndose igual a un animalito herido y asustado—. ¿Qué habría pasado si tú…?


Sehun comenzó a dar vueltas por la habitación, pasando sus manos por su cabello nerviosamente y murmurando un montón de palabras intangible. En ese momento, Luhan no deseaba otra cosa que poder ponerse de pie para abrazarlo y hacerlo ver que todo estaba bien.


Pero apenas y podía hacer que sus manos le respondieran, se removió un poco, quejándose tan pronto una punzada recorrió su espalda. Sehun regresó a su lado en un parpadeó, mirándolo con un miedo que le oprimió el corazón tras recordar lo que había en su espalda y lo que Minho había dicho antes.


— Él me marcó —confesó con el corazón encogido—. Él… usó esa cosa en mí, como… como si fuera alguna especie de cosa de su propiedad —sonrió entre lágrimas—. Eso es lo que hay en mi espalda.


La expresión en el rostro de Sehun estaba completamente en blanco, algo que formó un nudo en la garganta de Luhan.


— É-Él dijo que tú… —Apretó los labios—. Dijo que no ibas a quererme más si él me marcaba, porque entonces yo era suyo —sollozó—. Dijo que me ibas a odiar y…


Luhan hipó, cerrando los ojos para tranquilizarse un poco al no sentirse capaz de seguir hablando y, de algún modo, también evitar la mirada que Sehun tenía entonces.


— ¿Era verdad? —Preguntó asustado—. ¿Me odias ahora?


Ira fue lo único que encontró en los bellos orbes que le robaban el aliento, cuando se atrevió a mirarlos de nuevo y se apresuró a tomar la mano de Sehun, sabiendo que si no lo hacía él se iría para buscar a su monstruoso hermano, poniéndose en peligro.


— No te vayas —imploró.


La calma y todo aquel abrumador amor volvieron. Lo vio con atención sentarse con mucho cuidado en el borde de la cama, sosteniendo su mano con sumo cuidado para así no provocarle ninguna clase de dolor.


— ¿Cómo podría dejar de quererte, cariño? —Inquirió dulcemente—. Eres la única persona que me ha mantenido de pie durante todos estos años —confesó—. Hannie, yo no podría odiarte por nada del mundo. Te amo tanto que incluso ni decirte esas dos palabras parece suficiente. —Luhan asintió emocionado.


Él se acercó un poquito más, acción que él aprovechó para tratar de incorporarse a pesar de la expresión de total horror de Sehun.


— ¿Qué haces? Vuelve a recostarte a… —Luhan lo hizo callar en el segundo que lo abrazó, intentando por todos los medios ignorar el palpitante dolor en su cuerpo.


— Le dije a la enfermera que eres mi novio —susurró suavemente, como tratando de pedirle una disculpa por ello.


— Puedes decirles lo que tú quieras, bebé —besó su mejilla y otra vez—. Dios, tú puedes decirles que soy el imbécil que te debe todo su existir si eso deseas.


Luhan dio un delicado apretón a la mano de Sehun que aun sostenía la propia, dejando que él lo ayudará a recostarse de nuevo con cuidado.


— Me siento mareado —musitó débilmente.


— ¿E-Eso, se supone… se supone que es normal? ¿E-Es por el medicamento? —Interrogó angustiado—. Mejor llamare a…


— Estoy bien —aseguró, sin soltar su mano—. Solamente necesito dormir un poco. —Él lo miró dudoso, asintiendo al final.


Lo observó mientras se ponía a su altura, sentándose en el frío suelo, sin soltar su mano y dándole una mirada desolada y temerosa, parecida a la de un cachorrito con miedo a ser dejado atrás.


Y era ridículo, porque él no tenía idea de que el único muerto de miedo por despertar y no verlo ahí a su lado, era Luhan.


— ¿Vas a seguir aquí para cuando despierte? —Preguntó asustado.


— Nadie va separarme de ti —prometió.


Luhan asintió levemente, cerrando los ojos solamente un momento cuando Sehun delicadamente acaricio su pómulo, provocándole un ligero pinchazo que lo hizo formar una mueca involuntaria que de alguna forma parecía estar por romper el corazón de Sehun.


— Es algo físico, Hunnie —susurró—. Todo va a terminar por sanar y borrarse —señaló serenamente—. No es nada y va a dejar de importar en el segundo que hunda a Minho —afirmó.


Sehun apretó los labios, asintiendo apenas, jurando para sus adentros que no iba a quedarse simplemente así. Minho iba a pagar por todo, aunque conseguirlo fuera lo último que lograra hacer en su vida.


***


¿Por qué no se apresuraba?


La paciencia y nervios de Baekhyun no estaban para eso, así como no estaban para ver la sonrisa burlona de la enfermera que custodiaba la puerta junto a él.


Un pequeño ruido se escuchó al fondo del pasillo y se tensó, mirando rápidamente en esa dirección, a la espera de que el doctor o cualquier otra persona viniera para revisar a Luhan y descubriera que Sehun estaba dentro a pesar de las estrictas órdenes de que nadie podía entrar a verlo todavía.


— Cálmate, niño —dijo con burla la enfermera. Baekhyun le dio una mirada fulminante.


— A mí no me importa que me descubran —mintió—. La que debería estar preocupada es otra persona, puesto que se trata de su empleo —bufó irritado.


— Oh, cariño —sonrió de lado—. Yo estaré perfectamente —afirmó con arrogancia.


Baekhyun masculló una mala palabra, la mujer no le agradaba en absoluto pero era mejor que ella estuviera ahí para, en caso de ser atrapado, no estar ahí completamente solo para cargar con toda la responsabilidad.


— Sigo diciendo que no deberíamos estar aquí —resopló—. Los padres de Luhan deberían ser quienes lo tendrían que ver primero —sentenció enfurruñado.


— Luhan pidió ver a Sehun —señaló con fastidio, luego de haber tratado el mismo tema antes.


— Sí, pero…


— Minho iba tras ambos, es obvio que no se acercó a su familia —sentenció fastidiada—. Sin embargo, sí Minho pudo capturar a Luhan, es lógico pensar que pudo hacer lo mismo con Sehun. O al menos para Luhan lo es —explicó.


— Luhan es tan tonto —musitó quedito Baekhyun—. Es increíble que siga temiendo que ese hombre lastime a Sehun físicamente, cuando es más que obvio que él sabe perfectamente que al ir tras Luhan, Sehun sufrirá mil veces más.


— Pero ellos se aman —suspiró profundamente—. Es natural que se preocupen el uno por el otro. —Ella tenía una sonrisa suave en sus labios que le daba una imagen embelesada.


— Son unos idiotas —farfulló.


Ella rió levemente, dándole una mirada divertida antes de informarle que estaba por retirarse a fumar un cigarrillo y que le dejaba todo el trabajo a él. Baekhyun estaba listo para protestar, quedándose en silencio al ver al detective aparecer.


La enfermera se retiró silenciosamente, mientras que Baekhyun se enderezaba y cruzaba de brazos, al tiempo que el hombre mayor se acercaba y colocándose a un costado suyo en completo silencio.


El menor aguardo, pensando que él le dijera algo, pero él continuó en completo silencio por varios minutos más. Poniendo de los nervios al chico, que pese a no querer ser él quien hablara, no pudo soportarlo más.


— ¿P-Por qué lo llamó a usted? —Preguntó, sin querer conocer la respuesta en realidad.


— Porque simplemente Suho no es suficiente, necesita extender su búsqueda y al mismo tiempo hacerle saber que cometió el peor error de su vida —explicó en voz baja—. Estamos aquí para que Minho sepa que está siendo cazado.


Baekhyun tembló ligeramente, sintiendo como algo comenzaba a crecer en su interior. En ese momento únicamente había una pregunta en su cabeza para la cual, muy en el fondo ya tenía la respuesta pero le temía.


— ¿Qué pasará cuando lo atrapen? —Interrogó—. ¿Irá a prisión? —El hombre mayor le dio una mirada gélida que le encogió el corazón.


— Si logra sobrevivir tras estar frente a tu padre, sí.


— ¿E-Eso significa q-que…?


— Minho sabe demasiado, niño —señaló con fría indiferencia—. Tú deberías ya saber que eso no es conveniente para él señor.


— Pe-Pero…


— Esto también fue lo que tú le pediste —le recordó.


Eso fue como un cubo de agua helado sobre él, un despiadado recordatorio de que, a pesar de jurarse nunca actuar como su padre, él acaba de pedir algo de esa magnitud.


Algo le dijo que debía retractarse, que no podía caer tan bajo como todos ellos, sin embargo, el recuerdo de Luhan exigía que se mantuviera firme, que Minho debía pagar a como diera lugar y que el fin justificaba los medios.


— ¿Niño? —Llamó seriamente, deteniendo su batalla interna.


— Asegúrese de que nadie entre a la habitación —indicó, alejándose a prisa.


Negándose a ver atrás, mientras luchaba por alejar todos los pensamientos que iban a consumirlo y lo hacían sentir como el peor de los monstruos.


— Es por Luhan —se dijo a sí mismo, aferrándose a eso con todas sus fuerzas.

Notas finales:

Así que...


Espero que lo disfrutaran y volver tan pronto como pueda, y sin más que agregar, yo me despido no sin antes recordarles que l@s amo con todo mi corazón y les mando mil besos y abrazos.


Bye Bye


 

Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).