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Only reason. por DNA

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Notas del capitulo:

Feliz año nuevo a todos!!!

Espero que este nuevo año este colmado de alegría para tod@s ustedes y que puedan cumplir todas sus metas.

Saben que nunca me cansare de agradecerles todo su apoyo hacia mí y espero de todo corazón poder seguir compartiendo muchas cosas con ustedes.

Gracias por todo y desde donde estoy les envío un enorme abrazo y mil bendiciones. <3

Brillantes ojos avellana lo recorrían todo con gran emoción, su corazón latía al mismo ritmo de su alegre anticipación y la sonrisa en su angelical rostro no parecía querer desparecer por nada del mundo. Su brillante e inocente mirada se cruzó apenas por un segundo con la de su madre, que rápidamente elevó dos pulgares arriba diciéndole así que todo estaba perfecto.

— Feliz cumpleaños Sehun —leyó en el gran cartel dorado que adornaba una de las paredes del comedor.

— ¿Y? ¿Qué te parece? —preguntó Zhao.

— ¡Le encantara! —aseguró.

— Pues eso espero porque yo ya estoy demasiado viejo para eso de estar subiéndome en un pequeño banco sólo para colgar una obra de arte así de pesada —dijo su padre mientras suspiraba dramáticamente y señalaba la enorme sabana/lienzo donde YanYan había pintado una hermosa imagen de Sehun y él jugando.

— ¡Gracias papi! —chilló, estrechando a su padre en un fuerte abrazó al mismo tiempo.

— De nada mi xiǎolù —respondió, abrazándolo igual de fuerte— Sabes que yo también aprecio mucho a Sehun y también estoy feliz de poder hacer esto para él.

— Lo sé —asintió.

— Xiǎolù —llamó su madre desde la cocina—, HunHun ya debe venir en camino y lo mejor será que ya vayamos poniendo las velitas al pastel, ¿podrías subir por ellas?

— Sí.

— Gracias, están en el tocador de mi habitación.

Luhan asintió rápidamente a las instrucciones de su madre y rápidamente subió a la segunda planta, corrió por el pasillo hasta la última habitación y entró apresurado a la habitación de sus padres, miró rápidamente en todas direcciones hasta llegar al tocador que estaba justo al lado de la ventana —que daba a la casa de junto— y fue rápidamente a tomarlas.

Una sonrisa resplandeciente adornaba sus labios mientras sostenía el pequeño paquetito que contenía las velitas y corría de vuelta a la puerta, antes de salir dio otro vistazo a la habitación pensando en lo mucho que esta le gustaba y centrándose un tiempo de más en la ventana.

Vio justo el instante cuando la puerta se abría y alguien entraba, su corazón se oprimió dolorosamente en ese segundo y el paquete de las velitas cayó al suelo mientras el pequeño castaño corría a toda velocidad hacia él.

Bajó las escaleras en tiempo record, ignorando a su familia cuando lo llamaron, cruzó las puertas sin molestarse en cerrarlas tras él y siguió hasta la casa de al lado. Sus dos pequeñas manos aporrearon la puerta con fuerza y tan pronto esta se abrió, Luhan empujó a la mujer en su camino y corrió a las escaleras ignorando sus gritos.

Se resbaló a mitad del pasillo pero ignoró su propio dolor luego de caer duramente al suelo y tan sólo se obligó a seguir corriendo hasta que finalmente llegó a esa habitación. La puerta se abrió de golpe y todas las lágrimas que Luhan jamás había llorando se derramaron tan pronto vio el mal estado de Sehun.

— ¡Sehunnie! —sollozó.

Sus pequeños bracitos se envolvieron en torno al herido cuerpo y lloró más fuerte cuando él se aferró con aquella desesperación y escuchó su llanto amortiguándose en su pecho. No sabía quién era el responsable de que Sehun estuviera así de lastimado pero él no lo iba a perdonar nunca.

— Más le vale tener una muy buena explicación para esto. —Hablaba una agitada y molesta voz desde el pasillo.

— Yo lo siento, no sé que está pasando. —Explicaba alguien más y aunque Luhan sabía que esa era su mamá, no se movió ni un centímetro—. Tan sólo…

La oración no fue concluida y una mirada llena de horror fue dirigida a ambos menores que lloraban aferrados al otro y no eran precisamente las lágrimas de ambos pequeños lo que la tenían tan impresionada, en realidad era el estado de Sehun.

— ¡Mami, rápido!—habló Luhan con desesperación—. ¡Debemos ir al hospital, Hunnie está herido!

— ¡Oh, mi Dios! —logró reaccionar al fin y se apresuró a llegar junto a ambos niños—. ¡¿Quién te ha hecho esto?! —preguntó horrorizada mientras miraba las pocas heridas que podía, ya que Luhan apenas dejaba que Sehun se moviera y tampoco veía que él quisiera hacerlo en realidad.

Le envió una rápida y rabiosa mirada a la mujer en la puerta, que había comenzado a mordisquearse los labios y retorcerse los dedos en un obvio gesto nervioso. Repentinamente se sentía como la madre sobreprotectora que era con sus niños y tenía unas inmensas ganas de estrangular a esa bruja.

— ¡¿Qué le ha hecho?! —exclamó furiosa.

— ¡¿Pero cómo se atreve a insinuar algo así?! —espetó indignada—. Aquí nadie le ha levantado un solo dedo a Sehun —afirmó.

— ¿Cómo es que está en este estado entonces? —exigió saber, se puso de pie dispuesta a todo.

¡Oh!, en ese momento ella estaba tan molesta que podría olvidarse de los modales, tomar a esa perra de su horrible cabello negro y arrastrarla por todo el lugar.

— No es culpa mía, Sehun es un niño problema —dijo con desdén—. Llegó así a casa y lo más seguro es que él haya peleado con otro niño como siempre —bufó.

La rabia que sintió luego de que le dijera eso y que hablara de esa forma tan despectiva de ese maravilloso niño, casi lograron que viera rojo. Se acercó peligrosamente a esa mujer y la vio retroceder asustada.

— ¡Mamá, debemos llevar a Hunnie con el doctor! —Luhan habló, devolviéndola a la realidad.

— S-sí —masculló entre dientes, sin dejar de mirar con desprecio a la nerviosa mujer de pie en el umbral.

Se giró rápidamente y ayudó al pequeño pelinegro a ponerse de pie con ayuda de Luhan, quien no dejaba de repetir que todo iba a estar bien. La mujer ni se inmuto cuando ellos pasaron a su lado sacando de ahí al pequeño niño pelinegro.

Hubo muchas preguntas por parte de su marido cuando salieron de casa de Sehun, sin embargo, ella se limitó a pedirle que los llevara rápido a un hospital. En el camino nadie dijo nada, Luhan no dejaba de llorar y sus pequeños brazos aferraban fuertemente a Sehun contra sí. El pequeño pelinegro no decía nada pero si devolvía el abrazo con la misma fuerza. Y para ella era desgarrador ver en ese estado a su pequeño hijo y también a Sehun, porque lo quería demasiado y lo que ellos le hacían era una aberración.

— ¡Hunnie! —sollozó alarmado Luhan cuando finalmente estuvieron en el hospital y tuvieron que separarlos para que el médico pudiera evaluar al pequeño pelinegro.

Cálidos brazos se envolvieron en torno a su pequeña figura y al mirar hacia atrás se topó con la amorosa mirada de sus padres, ellos le sonreían en ese momento pero él no podía estar tranquilo, no hasta que le dijeran que Sehun iba a estar bien y que podría llevarlo a casa.

— Todo saldrá bien, xiǎolù —prometió su mamá. Algo fue extendido hacia él y al mirarlo se dio cuenta que era el pequeño ciervo que le había obsequiado a Sehun por su cumpleaños—. HunHun nunca lo soltó hasta ahora, debes cuidarlo por él.

— Sí —respondió, dejando escapar un hipido.

— Él saldrá pronto de donde el doctor y entonces podremos ir a tener esa fiesta de cumpleaños, ¿está bien? —Luhan asintió a las palabras de su padre—. Pero xiǎolù, debes dejar de llorar o de lo contrario también el pequeño Sehun se pondrá muy triste —explicó con uno de sus pucheros, que sin duda alguna lo habrían hecho reír en cualquier otra situación.

— Lo siento —musitó, haciendo un tierno pucherito mientras con su pequeños bracitos abrazaba al pequeño ciervo—, pero… ¿por qué esto le pasó a Sehunnie? —preguntó confundido.

— Bueno… —comenzó su madre.

— No lo sabemos, pero seguro Sehun nos explicara —aseguró tranquilamente su padre.

Pasaron las siguientes dos horas esperando noticias y cuando finalmente alguien los llamó, Luhan fue el más feliz de todos, saltó fuera de sus asiento en apenas unos segundos y corrió hacia el pequeño pelinegro al cual abrazó con fuerza.

— ¡Estás bien! —chilló con desbordante alegría.

— Sí —respondió quedito, pero era la verdad; siempre que estaba con Luhan él estaba bien.

— ¿Qué te pasó, Hunnie? ¿Por qué tenías tantas heridas? —interrogó muy preocupado.

Sus bonitos ojos avellana brillaban por causa de las lágrimas retenidas y Sehun tan sólo pudo sonreír avergonzado, porque había mentido por ella una vez más y aunque eso realmente nunca le importó, lo odiaba en esa ocasión porque le mentía a Luhan esa vez.

— Yo…

— Familiares de Oh Sehun —llamó el hombre de bata blanca que lo había atendido antes.

— ¡Nosotros! —respondió al instante la señora Wu.

— Bien —asintió el galeno—, afortunadamente todo fueron lesiones menores y no tiene nada roto. Le pregunte que pasó y Sehun dice que tuvo un altercado en la escuela con un grupo de niños mayores, ¿es eso verdad?—preguntó seriamente el médico.

La pareja se dio cuenta inmediatamente de la mirada acusadora del hombre mayor, sin embargo, estaban demasiado ocupados creyendo que aquel relato era una gran mentira como para sentirse ofendidos por la forma reprobatoria en la que él los miraba.

— Nosotros sabemos tanto como usted, pero le aseguro que tendremos una muy larga charla con Sehun para llegar al fondo de todo esto —dijo con determinación la señora Wu y no dejó de mirar ni un segundo al pequeño pelinegro mientras lo decía.

— De acuerdo —suspiró—. Por ahora sólo deben asegurarse de que tratar la inflamación y desinfectar algunas heridas. Sehun debe descansar mucho y si hay alguna complicación no duden en llamarme.

— Lo haremos —respondió el señor Wu, recibiendo la receta que el médico les tendía.

Los cuatro salieron del hospital sin decir absolutamente nada. Dos manos pequeñas se sostenían con fuerza, uno de ellos tenía miedo de soltarlo mientras que el otro se repetía un millón de veces que tenía que proteger a su mejor amigo a como diera lugar.

Los padres de Luhan se miraron entre sí al ver a ambos niños luchando por subir al auto sin soltarse de las manos, sabían ya que eso iba a tardar demasiado pero ninguno de ellos tenía el corazón para pedirles que soltaran sus manos para que así pudieran subir más rápidamente. Sin embargo, tampoco fue necesario al final ya que Sehun no tardó en darse cuenta de ello y la expresión de Luhan cuando el pequeño pelinegro soltó su mano casi hizo llorar a su mamá.

— Vamos —habló Sehun, extendiendo su mano para él.

El pequeño castaño asintió levemente y finalmente sostuvo su mano, compartiendo de esa forma ese sentimiento que únicamente ellos compartían. Porque nadie sabía lo felices que ambos se sentían con sólo mirarse y sonreír, nadie podría entender eso que ellos compartían y les daba incluso la capacidad de saber lo que el otro pensaba sin escucharlo hablar siquiera.

Porque nadie podría nunca saber lo valioso que era Luhan para Sehun que había nacido sintiendo que vivir era algo que tal vez no tenía caso y a su vez, nadie nunca podría saber lo que significaba Sehun para Luhan, él quien sólo conocía el amor que lo rodeaba pero que al conocer al pelinegro sentía que acaba de encontrar algo que siempre había buscado sin saber.

— Mentiste —susurró Luhan en algún momento del viaje a casa.

Su mirada fue dirigida a los oscuros ojos contrarios y una mueca lo hizo torcer los labios al ver lo feo que se veía su ojo izquierdo y eso que apenas comenzaba a notarse la hinchazón. La mano pequeña —pero más grande que la de Luhan— dio un ligero apretón antes de entrelazar sus dedos y moverse en el asiento hasta que su cabeza estuvo sobre el hombro del pequeño castaño.

— Lo siento, sé que no te gustan las mentiras —murmuró, únicamente para que Luhan lo oyera.

— No estoy molesto, yo sólo quiero saber porqué —explicó para así no hacer que Sehun se sintiera mucho más triste.

— Debo hacerlo —respondió, era lo único que podía decirle de cualquier forma.

— ¿A mí también? —Brillantes ojos avellana volvieron a buscar los suyos más oscuros. Sehun lo pensó entonces, y  de hecho era la primera vez que lo hacía, pero se trataba de Luhan.

A él no quería mentirle, quería que él supiera hasta la más pequeña cosa acerca de él. Luhan era la persona más especial que tenía, la única de hecho, y era por eso que a él no iba a ocultarle ese hecho que todos sospechaban pero nadie decía en voz alta, no a él.

— No, te contaré todo más tarde —prometió.

— ¿Es malo? —preguntó, tan preocupado y viéndose tan inocente que Sehun sintió su estomago revolverse al darse cuenta de que probablemente nada tenía que hacer cerca de él.

— Sí —susurró todavía más bajito de lo que ya lo hacían.

— No temas —pidió suplicante—. Sea lo que sea yo salvaré a Sehunnie.

No podía, Sehun ya sabía eso pero no dijo nada y dejó que Luhan se acurrucara tan cerca como deseara de su adolorido cuerpo. De reojo logró ver a su pequeño ciervo rosado y una enorme impotencia lo embargó al verlo roto, ese había sido el único obsequio que recordaba haber recibido alguna vez en su vida y aún más, era algo que Luhan le había dado y no había podido protegerlo de Minho.

— No importa, vamos a repararlo con el estuche de costura de mami —aseguró, mirándolo a los ojos y reafirmando así esa telepática comunicación que compartían—. También te ayudaré a buscar un nombre muy bonito para él porque estoy seguro de que Hunnie aún no le ha puesto uno —rió ante eso y Sehun quiso llorar aún más de lo que ya quería.

— Lo lamento —musitó.

— No me importa. Habría estado bien para mí si el juguete se rompía si eso hubiese hecho que nada te pasara. —La voz de Luhan se quebró en la última palabra y aunque a Sehun siempre le había dado absolutamente igual ver llorar a alguien más, no fue así con Luhan.

Ver sus lágrimas le dejó un sabor nauseabundo en la boca y consiguió que su pecho doliera mucho más que cualquier otra parte de su lastimada anatomía.

— No llores Bǎobèi lù, nunca nada más va a pasarme, así no deberás preocuparte por mí —mintió, sin embargo era por una buena razón, todo lo que hiciera a Luhan feliz siempre iba a ser una buena razón.

— Está bien, yo confío en ti —aseguró con una sonrisa deslumbrante dibujada en sus labios.

Sus dos pequeñas manos volvieron a unirse una vez que bajaron del auto de los padres de Luhan. Las lágrimas se habían vuelto risas mientras caminaban todos hacia la puerta. El señor Wu les estaba contando el final de un mal chiste cuando la puerta finalmente fue abierta y enseguida el sonido de una pequeña explosión y miles de pequeños papelitos de colores aparecieron.

— ¡Feliz cumpleaños! —gritaron llenos de alegría los integrantes de la  familia Wu.

No hubo reacción alguna del pequeño pelinegro puesto que apenas y podía parpadear. La maravillosa sonrisa de su dulce persona especial fue la única capaz de devolverlo a la realidad pero aún así no sabía que decir.

— Feliz cumpleaños, Hunnie —repitió, pero únicamente él en esa ocasión—. Sé que esto no es mucho pero de verdad que quería darte algo especial hoy.

¿Qué no era mucho?

Hubiera reído tal vez de no ser por lo aturdido que aún estaba, porque Luhan realmente no tenía ni una idea de todo lo que eso significaba para él. Él, que realmente nunca había tenido algo siquiera parecido a eso que Luhan había hecho y quería llorar, pero no de tristeza, porque en ese momento era genuinamente feliz.

Luhan parecía tener el poder para que él sintiera que no todo estaba mal en su vida, a veces el castaño le parecía algo demasiado bello que no merecía y en otras tantas pensaba que él era la recompensa que le estaban dando por haber soportado tanta mierda durante tantos años; en realidad no sabía porque el destino lo había puesto en su camino pero a quién quiera que fuese la divina entidad que lo había hecho...

Sehun se lo agradecía con toda su alma.

—Y ya que todo regresó a la normalidad, ¡comamos pastel! —exclamó Zhao, logrando sólo así que quitara sus ojos de Luhan.

Al final todo estuvo colmado con cosas en las cuales él no tenía ningún tipo de experiencia, porque aún cuando es muy fácil soplar las velas del pastel, no lo es tanto cortarlo y por ello los trozos quedaron demasiado grandes e incluso chuecos.

Sin embargo, eso no hizo que todo fuera menos divertido sino todo lo contrario, y no, no eran las serpentinas de colores, las risas, las felicitaciones, los abrazos, los obsequios o que hubieran preparado su comida favorita; en realidad todo era perfecto por una sola razón y esa era él.

Su héroe y mejor amigo, el que  con una simple mirada podía volver todo colorido y hermoso a su alrededor que siempre se veía demasiado oscuro, era por Luhan que todo era mejor para él. Era precisamente por esa razón que con él se atrevía a hablar de cualquier cosa, incluyendo lo mal que iban las cosas para él.

Recordó entonces la promesa que le había hecho sobre decirle toda la verdad y aprovechó que todos estaban demasiado entretenidos con el relato de como el señor Wu había conquistado a su esposa como para notar el instante en el que Sehun tomó la mano de Luhan y lo sacó de la habitación.

La pequeña mano de Luhan le dio un suave apretón en el momento en que ambos comenzaron a subir las escaleras que los llevarían a la habitación del castaño. La puerta fue cerrada una vez ambos estuvieron dentro, Sehun no demoró mucho en guiarlo hasta su guarida, la cual no era otra sino una simple casita de campaña justo a un lado de la cama de Lu.

Ambos la habían armado juntos tiempo atrás y era justo por esa razón que era su guarida, estando ahí ellos siempre se sentían seguros de todo. Se miraron el uno al otro una vez que estuvieron resguardados por las débiles paredes azules y entonces Sehun suspiró.

 — Fue mi hermano Minho y lo terminó papá—habló por fin, señalando los golpes para que así Luhan entendiera sin problema.

— ¿Por qué? ¿Por qué tu hermano y tu papá hicieron eso? —preguntó, molesto y a la vez preocupado.

 — Minho, a él simplemente se le dio la gana y papá, él lo hizo porque yo hice algo malo, por eso él me castigó.

— No, Hunnie nunca haría nada malo —aseguró.

— Bǎobèi lù, eso ya lo sé —sonrió, estirando su diestra para así acariciar el bonito rostro de Luhan—. Yo nunca hago nada malo pero él igual me golpeara porque simplemente así lo quiere.

— ¡Eso no está bien! —exclamó, su vocecita falló entonces y su ceño estaba fruncido—. ¡Él no puede seguir haciéndote daño, debemos decirle a mamá y papá para que te ayuden!

— No puedes, no debes decirles —sentenció firmemente.

— Pero…

— Sé que estás preocupado y sólo quieres ayudarme pero yo no puedo dejar que me separen de mi madre, debo quedarme para cuidarla —explicó.

— No —sollozó, negando frenéticamente con la cabeza—. No quiero que sigan haciéndote daño.

— Pero no lo hará, te prometo que voy a ser muy bueno para que así él no tenga razones para herirme —prometió pero Luhan siguió negando frenéticamente, sus lágrimas no paraban e incluso abrazarlo falló a la hora de tranquilizarlo—. Bǎobèi lù, ya no llores por favor —suplicó angustiado.

— Y-yo n-no quie-ro perder a Hu-Hunnie —balbuceó.

— No lo harás, Bǎobèi lù. Eso nunca pasará —afirmó.

— Lo haré… si Hunnie s-se queda en e-esa casa un día… un día y-yo no volveré a verlo.

Sehun hizo una mueca desagradable tan pronto aquella frase salió de los labios de Luhan, sin embargo, sabía que también tenía razón; vivir donde vivía era, de alguna forma, tener una bomba de tiempo entre las manos.

— Lu, tienes que escucharme —pidió—. Todo va a estar bien —aseguró.

— ¿C-cómo pu-edes sa-saberlo? —preguntó entre hipidos.

— Porque estoy prometiéndotelo —respondió con una dulce sonrisa.

Una débil sonrisa también surcó los labios del pequeño castaño en ese momento, porque Sehun siempre cumplía sus promesas y por ello Luhan sabía que podía creer en cualquier cosa que pudiera salir de su boca, pero aún así no podía evitar tener miedo también.

— ¿De verdad? ¿Prometes que estaremos juntos siempre? —preguntó temeroso.

— Para siempre —afirmó sin dejar de sonreír.

— De  acuerdo —musitó indeciso.

— Confía en mí —murmuró.

— Yo confío en Hunnie pero...

— Luhan —lo interrumpió—, en unos días también será tu cumpleaños, ¿verdad?

El pequeño castaño lo miró totalmente desconcertado debido a su sorpresiva pregunta pero al final terminó asintiendo de todas formas, vio entonces como el pelinegro le sonreía levemente y tras eso lo vio acercarse a él como siempre hacía, pensó que iba a abrazarlo igual que siempre pero él no hizo eso sino algo que él nunca pensó que podría hacer.

Los ojos de Luhan se ampliaron graciosamente en cuanto la boca de Sehun se pegó a la suya y su corazón se transformó en nada más que latidos irregulares que iban en aumento mientras su cabecita le trasmitía una y mil voces que gritaban de confusión. Y Luhan sabía bien lo que Sehun estaba haciendo pero él no entendía porque lo hacía si se suponía que eso era algo que sólo los enamorados hacían.

— Feliz cumpleaños, Bǎobèi lù —susurró tan pronto sus pequeños labios se despegaron de los ajenos.

El pequeño castaño no respondió a eso, su expresión seguía siendo una de puro asombro y sus tiernas mejillas estaban pintadas de rojo, dio un pequeño saltito cuando la mano de Sehun acarició su rostro y al ver la sonrisa que él le mostraba sólo pudo hacer una sola cosa; simplemente sonrió de vuelta.

— ¿Por qué hiciste eso? –preguntó con timidez.

— ¿No te gustó? —inquirió decepcionado, Luhan únicamente se encogió de hombros a modo de respuesta.

— Mamá dice que eso solamente se hace cuando uno encuentra a su persona súper especial, esa que no es como nadie más en el mundo y… —La frase terminó inconclusa y una vez más los brillantes ojos avellana se ampliaron sólo que en esa ocasión había un radiante destello en ellos—. ¡¿Yo soy la persona súper especial de Hunnie?! —exclamó emocionado.

— Sí.

Una dulce risita escapó de los labios de Luhan tras recibir aquella respuesta y sus pequeños bracitos se estiraron en dirección a Sehun, envolviéndolo en un gran abrazo que correspondió dichoso.

— ¡Hunnie también es mi persona súper especial! —dijo eufórico.

Ambos niños rieron alegremente luego de que terminaron en el suelo debido al inmenso entusiasmo de Luhan, no oyeron la puerta ser abierta y mucho menos vieron a la señora Wu observándolos desde la puerta con una sonrisa pintada en sus labios.

— ¡Mami! —chilló alegremente Luhan tan pronto la vio.

Ella les dijo hola con un movimiento de su mano y se acercó a ellos tan pronto su pequeño estiró su mano hacia ella. Un feroz ataque de cosquillas comenzó entonces por parte de ella, la risa de ambos pequeños llenaba la habitación mientras tanto ella los perseguía por todos lados.

Sé podía escuchar claramente la voz de Luhan llamando a Sehun para que escaparán hasta que terminó tropezándose con algo más en el suelo. La señora Wu y Sehun tenían una expresión de horror luego de ver a su adorado niño caer al suelo pero pronto eso se volvió un suspiro de alivio tan pronto el pequeño niño se puso en pie tranquilamente.

Sus manos sostenían el objeto con el que había tropezado y al identificarlo una mueca de disgusto se dibujó en su bonito rostro, se giró rápidamente hacia su madre con el juguete en manos y la miró con suplica.

— ¿Puedes arreglar a Bǎobèi lù?  —preguntó esperanzado Luhan y junto a él estaba la mirada suplicante del niño pelinegro al cual comenzaban a tornársele moradas algunas zonas de su rostro.

La mujer miró con ternura a los dos pequeños niños y asintió al tiempo que tomaba el pequeño muñeco en sus manos, salió de la habitación con ambos infantes siguiéndola de cerca y entró a su habitación, yendo directamente hacia su tocador donde tenía su estuche de costura.

Las miradas angustiadas de los dos menores no se despegaron de ella mientras hacía su trabajo y al final, el ciervito rosa fue entregado a su legítimo dueño que, aunque se sentía triste al ver que había perdido una de sus orejas y astas, sonreía levemente por verlo medianamente completo.

— Bien, ya que el xiǎolù de peluche está nuevamente sano, es hora de que los niños buenos se vayan a la cama —dijo risueña.

— ¡No, yo soy un niño malo! —exclamó risueño el lindo castaño.

— ¡Oh, no, mi lindo bebé se ha vuelto malo! —exclamó bromista la dulce mujer.

Hubo más risas dentro de esa pequeña habitación pero una vez el señor Wu se unió al juego Luhan fue atrapado y llevado en brazos hacia su habitación junto con Sehun. Ambos niños fueron ayudados con sus pijamas y una vez estuvieron listos, ambos recibieron un beso de parte de ambos mayores.

— ¿Te sientes mejor ahora? —preguntó Luhan luego de que se quedarán solos.

— Mucho mejor, gracias por todo Bǎobèi lù —sonrió.

— No —agitó su cabeza—, Hunnie es mi persona súper especial y por eso yo me esforzaré porque sonría siempre —aseguró.

¿Han sentido alguna vez como si en su estómago hubiera muchas hormiguitas y en su corazón una máquina súper poderosa que hace latir como nunca lo ha hecho?, a decir verdad Sehun nunca lo había experimentado hasta ese momento, justo cuando tenía a Luhan frente a frente y él le sonreía de esa forma tan bella.

Y eso sólo se intensificó en el instante en que ambos se abrazaron y escuchó la melodiosa risa de Luhan muy cerca, sonrió sin poder evitarlo y lo estrechó un poco más fuerte, sintiendo su corazón latir tan rápido como el suyo y finalmente se permitió cerrar los ojos a sabiendas de que ahí no tenía que tener ningún tipo de precaución o miedo; ahí estaba seguro.

Durmió en paz varias horas hasta que sintió demasiada sed como para seguir durmiendo. Luhan fue lo primero que vio al abrir los ojos y esa visión fue suficiente para hacerlo sonreír, dejó un beso en su frente antes de levantarse y salió con sigilo de la habitación.

Le extrañó ver la luz del comedor encendida y más le sorprendió encontrar ahí a la señora Wu. Ella estaba sentada en una de las sillas de los extremos, con un vaso de leche entre las manos y luciendo demasiado pensativa. Sehun se acercó despacio y colocó cuidadosamente una mano sobre uno de sus hombros, provocando que diera un saltito por la sorpresa.

Ella le sonrió cálidamente al ver que era él y bastaron únicamente un par de minutos más para que él también estuviera sentado a la mesa con un vaso de leche tibia entre sus manos. Ninguno dijo nada en todo ese tiempo pero Sehun era capaz de ver todo lo que la atormentaba en sus bellos ojos de ciervo, esos que eran iguales a los de cierto niño castaño que Sehun adoraba.

— ¿Quién te lastimó, HunHun? —preguntó finalmente luego de largos minutos en la escuela.

— Yo… —murmuró con la mirada fija en su vaso—. Unos chicos en la escuela…

— No —lo cortó al instante—. Yo quiero la verdad.

El pequeño pelinegro guardó silencio entonces y ella frunció el ceño, porque sabía que Sehun no tenía intención alguna de decirle aún cuando sabía perfectamente que ella ya lo imaginaba todo.

— ¿La persona que te lastimó es alguien de tu casa, cierto? —interrogó sin rodeos. Sehun no dijo nada pero se tensó visiblemente y eso fue suficiente para que ella supiera que la respuesta era afirmativa—. Tenemos que ir a la policía —explicó con cuidado la señora Wu.

— ¡No! —exclamó el horrorizado pequeño.

— Sehun, será por tu bien.

— No. Prometa que no lo hará, no le dirá a la policía —suplicó desesperado.

—Hunnie, tenemos que hacerlo para que así no puedan seguir lastimándote —explicó.

— No —repitió—. Eso tan sólo empeorara todo.

— Claro que no, cariño. Ellos van a ayudarte —prometió.

— No, usted no entiende. Si yo denuncio y ellos vienen a investigar, mamá va a negarlo todo y nada le pasará a él y a mí me irá mucho peor —aseguró.

— No hay de que temer, si tu madre hace eso yo...

— No —la interrumpió con lágrimas en los ojos—, si hace esto mami va a odiarme y me alejara, yo tengo que quedarme ahí para cuidar de ella.

— Sehun...

— Sé que ella no me quiere pero yo sigo queriéndola mucho y por eso debo quedarme a su lado hasta hallar una forma de poder rescatarla también, no la dejaré —sentenció.

— Pero de seguir ahí, entonces...

— Seré bueno —prometió—, de esa forma no habrá razón para que él me haga daño y así usted no deberá preocuparse por mí, lo juro.

Lágrimas de admiración y tristeza corrieron por las blancas mejillas de ella, porque a sus ojos ese pequeño niño era un dulce ángel que no merecía estar en aquel infierno con ese monstruo y esa mala mujer que no merecía ni una sola pizca de todo el amor que ese precioso ser le tenía.

— Sé que no lo entiende, pero... estoy seguro de que ella me quiere, muy dentro de su corazón está mami, la que era buena conmigo antes —afirmó tan esperanzado que ella no tenía corazón para tratar de convencerlo de lo contrario.

— De acuerdo —musitó con su quebrada voz—. Tan sólo recuerda que si algo malo pasa puedes correr hacia esta casa, todos aquí vamos a protegerte si lo necesitas.

— Gracias, por todo —sonrió entre lágrimas y fue hasta ella para abrazarla.

— No agradezcas nada, cariño, para mí siempre serás un hijo más —aseguró, estrechándolo fuerte entre sus brazos, de esa forma en que seguramente esa mujer nunca lo había abrazando.

Temprano por la mañana Sehun tuvo que despedirse a pesar de las miradas preocupadas que recibió de la señora Wu y del mismo Luhan, él en cambio les dio una sonrisa resplandeciente y salió con rumbo a su hogar donde a la primera persona que vio fue a su madre, la cual tenía una expresión ansiosa en el rostro.

— ¿Qué les dijiste?

Eso fue lo que le dijo tan pronto lo vio y además de eso no hubo ni un solo signo de preocupación hacia su estado físico o ausencia, sólo estaba el miedo a lo que pudo o no decirle a las buenas personas que, aunque eran casi extraños, si se habían preocupado por su bienestar.

— Lo de siempre —respondió con indiferencia—. Mentí sólo para proteger a quien no lo merece —dijo fríamente antes de seguir su camino rumbo a su habitación, para así descansar un poco.

Notas finales:

Espero que hayan disfrutado de este capítulo.

Muchas gracias por leer, hasta la próxima.

Bye bye (*u*)/


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