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Only reason. por DNA

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Notas del capitulo:

Holi, sigo viva!!!

Espero que el cap de hoy les guste.

Disfrútenlo~

Ah~, lunes por la mañana, el día que Sehun más odiaba en la vida y no precisamente porque fuese el inicio de la semana laboral sino más bien porque ese día por la mañana tenía que compartir la mesa con esos bastardos que llamaba familia.

— Buenos días —le dijo Minho tan pronto puso un pie dentro de la cocina.

«¡Mierda! », maldijo para sus adentros porque ya sabía que Minho estaba enterado de lo sucedido y aún con lo mucho que le estresaba la idea de tener problemas, igual puso su mejor cara de indiferencia y siguió adelante sin dirigirle la palabra al idiota de su hermano mayor.

— Buenos días, Sehun —saludó con seriedad su madre y sí, él ya sabía que no estaba saludándolo por gusto sino porque su deber era actuar como la madre perfecta frente a ese bastardo que llamaba esposos.

Tampoco respondió a su saludo y su mirada desafiante rápidamente se clavó en su padre, que tenía el ceño fruncido y le daba una mirada de asco. Lo vio apretar la mandíbula y sus ojos adquirieron un brillo perverso que le hizo recordar entonces su nuevo color de cabello y que a su padre no le gustaban esas mariconadas.

— ¿Qué carajos te pasó en la cabeza? —exigió saber su padre.

— Me teñí el cabello —respondió con simpleza.

Un bajo gruñido brotó de la boca de su padre y de reojo pudo observar a su madre tensarse visiblemente. Poco le importó la latente amenaza dirigida hacia él y sin más tomó asiento en una de las sillas del comedor y se sirvió una generosa ración de cereales.

— ¿Y en que jodido momento se te ocurrió que teñirte era una buena idea? —masculló su padre.

— Mmm —se encogió de hombros mientras masticaba su desayuno—, tan sólo se me dio la gana.

La cólera que su respuesta provocó en su padre era delatada por el color rojo que su rostro había adquirido y aún cuando Sehun sintió las manos de su padre sobre el cuello de su camisa escolar, no demostró reacción alguna.

— ¡Te crees muy astuto respondiéndome de esa forma! —le gritó a la cara.

Sehun frunció el ceño al instante y el enorme deseo de por fin poder devolverle uno de los tantos golpes que le había dado a lo largo de su vida lo tentó demasiado, sin embargo sabía que llevaba las de perder y muy en el fondo, y si ya sabía lo imbécil que era, no quería seguir viendo la expresión de sufrimiento de ella.

— Me voy a la escuela —dijo antes de alejar bruscamente las manos de su padre para luego dirigirse hacia la salida.

La expresión de su padre en ese momento era todo un poema, el hombre parecía estar completamente atónito y ante eso Sehun únicamente terminó de acomodarse el uniforme y se echó la mochila al hombro.

— ¡Tienes tres segundos para volver aquí, pequeño pedazo de mierda! —vociferaba el furioso hombre desde la cocina tras despertar de su estupefacción.

Sehun siguió ignorándolo y abrió la puerta para finalmente disponerse a salir.

— ¡Sehun! —casi gritó su desesperada madre.

Y sí, él era totalmente consciente de que probablemente ella pagaría su desobediencia pero le importaba poco, porque de hecho muchas de las cosas que a ella le sucedieran habían dejado de importarle hacía mucho tiempo ya, aún cuando había otras tantas que no, un buen ejemplo era que todavía se sentía flaquera al ver su mirada de miedo y desesperación, era por eso que siempre huía para así no caer nuevamente como había sentido que iba a hacer en esos instantes.

Eran las seis de la mañana en punto cuando salió a toda velocidad de su casa, sólo unas cuantas personas las que transitaban las calles a esa hora y principalmente era por ese hecho que él siempre salía demasiado temprano de su hogar y no, nada tenía que ver la distancia de su casa al colegio. La realidad era que no quería toparse con su vecino; Luhan.

¿Infantil?, por supuesto que sí.

¿Cobarde?, también.

¿Idiota?, desde siempre.

Sin embargo se había obligado a actuar así y ya era demasiado tarde para cambiarlo, porque él no se arrepentía de nada y porque Luhan tampoco iba a perdonarlo jamás.

Llegó a la escuela primero que todos igual que siempre, y de hecho las puertas ni siquiera estaban abiertas aún y por ello decidió sentarse en la acera frente al portón y esperar a que abrieran. Se acomodó la mochila y de ella extrajo una pequeña caja de cartón de la cual sacó un cigarrillo que pronto terminó entre sus labios.

Y sí, ya sabía que era malo que fumara siendo tan joven y que probablemente iba a tener cáncer pero le importaba una mierda; los demás podían pararse de cabeza si querían pero él no iba a dejarlo.

— Oh Sehun —gruñó una irritante voz femenina.

Tan pronto la escuchó el de cabello multicolor elevó la mirada sólo para toparse frente a frente con la furiosa mirada de SoJin, la chica con la cual se había divertido la semana anterior. Ella acercó su rostro peligrosamente al suyo y a cambio Sehun soltó justo frente a él el humo de su cigarrillo.

La observó mientras comenzaba a toser y daba varios pasos hacia atrás, sólo entonces él se pudo de pie y apagó el cigarrillo para así prestarle algo de su atención a la joven que lo veía con el ceño fruncido y los brazos cruzados.

— ¿Qué? —escupió con indiferencia luego de un rato.

— Ayer me hiciste el peor de los desplantes y ahora sólo me dices “qué” —soltó más que enojada, haciendo una mueca ridícula al pronunciar el qué.

— Yo no te hice absolutamente nada —se defendió, haciendo una mueca de fastidio.

— Que no me hiciste nada, dices —farfulló—. ¡Me dejaste como una tonta frente a mis padres!

— Ese no es asunto mío, yo te dejé muy en claro que no planeaba presentarme a esa estúpida reunión —chasqueó la lengua.

— ¡Eso era importante para mí! —chilló agudamente—. ¡Yo quería que conocieras a mis padres para que así nuestra relación fuese más formal!

— ¿Relación? —inquirió burlón.

— ¿Qué? —lo miró confundida.

— Esa… relación —hizo un especial énfasis en esa palabra—, de la que tú me hablas yo la desconozco.

— No, tú no puedes…

— Sea lo que sea que tu tonta cabecita se imaginó, es mejor que lo olvides —dijo con indiferencia—, porque tú y yo no somos nada y nunca lo seremos.

— Pe-pero… tú dijiste que yo te gustaba—balbuceó con la voz quebrada.

— Y era cierto, eres muy bonita, SoJin —sonrió ladino—. Sin embargo, ese es tu único punto bueno y a mí ya me aburrió.

Lágrimas combinadas con rímel negro comenzaron a derramarse con abundancia, los hipidos de ella no se hicieron esperar al igual que las pequeñas sacudidas que su pequeño cuerpo daba con cada nuevo sollozo. Sehun tan sólo pudo hacer una mueca de desagrado ante la imagen —según él— tan patética de la chica frente a él.

— ¿Po-por qué me ha-ces esto? —SoJin preguntó llorando—. Creí que me querías.

— Pues creíste mal —habló con severidad—. Desde el principio yo fui muy claro y te dije que no era nada serio, que eras un entretenimiento momentáneo y pues… tu tiempo ya pasó.

El resentimiento brillo en los oscuros ojos de ella y lo siguiente que pudo oírse en aquel lugar fue el eco que provocó el choque de la delicada mano femenina contra la mejilla izquierda de Sehun, pero aún con eso él no hizo nada o presentó reacción alguna.

— ¡Eres despreciable! —vociferó la histérica joven.

— Lo sé —aceptó, encogiéndose de hombros—, y también sé que eres una zorra que me abrió las piernas desde el primer día —dijo con burla, dejándola totalmente atónita.

El familiar ruido de las bisagras oxidadas del portón cuando era abierto pronto regresó a Sehun a la realidad, se giró para toparse con la expresión confusa del conserje del colegio y luego volvió a mirar a SoJin, quien para ese momento tenía ambas manos sobre el rostro y lloraba desconsolada.

Bufó irritado por la estúpida actitud de la joven y dio la media vuelta para finalmente entrar a la escuela. El señor Kwon lo miraba confundido y él a cambio le dio una sonrisa ladina para hacerle saber que no debía preocuparse porque en realidad eso era lo mismo de cada lunes por la mañana.

— ¿Otra vez haciendo llorar a esas pobres chicas, Sehun? —preguntó con una sonrisa un tanto nerviosa.

— No debería sentir tanta lástima por ellas, soy yo quien siempre resulta golpeado —respondió entre risas, contagiando también al anciano hombre—. Por cierto, ¿Tiene lo que le pedí que me guardara? —inquirió tranquilamente.

— Claro —asintió antes de girarse y tomar del suelo el paquete que Sehun le había pedido guardara desde el viernes—. Aquí lo tienes, sano y salvo.

—Ya lo veo. Muchas gracias por guardarlo por mí.

— Cuando quieras, muchacho —rió escandalosamente y Sehun realmente no comprendió el porqué de eso—. La directora va a tener un ataque cuando te vea —señaló divertido.

El más joven comprendió entonces que todo se debía a su nuevo color de cabello y aún cuando sabía que iba a tener problemas, igual se encogió de hombros, elevó la mano izquierda a forma de despedida y avanzó calmadamente hacia su salón de clases.

Fue el primero en llegar igual que todos los días y se adentró sin preocupaciones. El paquete que había cargado hasta ahí pronto encontró su lugar sobre el tercer escritorio de la cuarta fila de bancas del salón y poco después Sehun se dejó caer en su asiento.

Suspiró pesadamente y desvió su mirada hacia la venta que se hallaba a un costado suyo e hizo una mueca de fastidio tan pronto pudo percibir levemente su reflejó, y joder, iba a recibir el sermón del año por su nuevo color de cabello pero no iba a quedarse así de ninguna forma, él iba a hacer pagar a Chanyeol de alguna manera tarde o temprano.

Porque en es momento nada podía hacer, una apuesta era una apuesta y él no tenía el efectivo para pagarle a Chanyeol porque de hecho todo su dinero se había ido en el contenido de su misterioso paquete, pero no se arrepentía de nada y vamos, si ya había podido salirse con la suya con respecto a sus perforaciones, su cabello iba a ser lo de menos.

Casi saltó de su asiento cuando la puerta se abrió, su mirada viajó al instante al recién llegado pero sólo halló un par de ojos falsamente rosas y una sonrisa odiosa pintada en los labios rojos del individuo que recién ingresaba al salón de clases y se dirigía calmadamente a su lugar justo a su lado derecho pero Sehun lo ignoró aún cuando recibió una mirada burlona del otro.

Tras la llegada de esa persona todos los demás comenzaron a llegar también y Sehun sólo podía mirar con desinterés como rostros conocidos poco a poco llenaban el aula de clases. En medio de su aburrimiento comenzó a morderse el labio inferior haciendo de vez en cuando un sonido extraño cada vez que sus dientes chocaban con los aros metálicos en su labio inferior.

— ¡Ya, eres malo! —chilló una voz demasiado familiar y una vez más la puerta fue abierta.

Shin Cherry ingresó con los brazos cruzados, un puchero en los labios y Luhan a su costado derecho.

— No es culpa mía que seas tan rara —reía el castaño y únicamente eso bastó para que Sehun suspirara embelesado para sus adentros.

— ¡Yo no soy rara! ¡Eres tú que siempre está siendo malo conmigo y por eso la próxima vez no voy a decirte nada en este día! —chilló escandalosamente la chica que Luhan llamaba mejor amiga.

— Sí lo eres, tú…

La frase terminó inconclusa y fue ahí que todos los nervios del mundo se apoderaron de Sehun al darse cuenta que los ojos del castaño se habían clavado en el paquete que había dejado esa mañana sobre su escritorio.

— Entonces… ¿qué será este año? —interrogó con curiosidad el individuo situado en la banca a su lado—. ¿Ropa?, ¿zapatos?, ¿dulces?, ¿joyas?, ¿un dildo gigante?

Una mirada fulminante fue disparada a esa persona y el de ojos falsamente rosas únicamente se echó a reír con fuerza y a Sehun sólo le quedó suspirar pesadamente mientras volvía a dirigir su mirada al chico con los ojos de ciervo.

Luhan ya estaba abriendo su obsequio para cuándo Sehun volvió a mirarlo y no pudo contener la sonrisa estúpida que se formó en sus labios cuando vio el brillo en los precios ojos del castaño con la sonrisa de un ángel.

— ¡Hannie, es precioso! —chilló escandalosamente Cherry.

Luhan no dijo nada y únicamente se mantuvo mirando con asombro y adoración a su adorable presente; ese que su admiradora secreta le dejaba cada año el día de su cumpleaños desde hacía cinco años.

—Oh, vaya —volvió a hablar el extravagante chico de ojos rosas—. Un oso hecho de ositos de goma, eso es nuevo, te superaste este año por lo que veo —sonrió arrogante—. También los ositos de goma son su golosina favorita, ¿no es así?  —preguntó sonriente.

—Ya cierra la boca o te la cierro, Kyung Min —advirtió.

El otro únicamente arqueó una ceja y se acercó demasiado a él, violando su precioso espacio personal e impregnando todo a su alrededor con su asqueroso perfume con olor a fresas, además de ese desagradable brilló labial que también olía a la misma cosa.

— Me gustaría verte intentarlo —lo retó.

Sehun gruñó por lo bajo, sacándole una sonrisa odiosa al molesto pelirrojo y de verdad que quería darle un puñetazo en medio de esa arrogante cara suya, sin embargo, era su mejor amigo y en el fondo sabía que no iba a atreverse a alzarle un solo dedo.

Porque aún con lo fastidioso y arrogante que Kyung Min fuese seguía siendo la persona a la que más confianza le tenía; y sí, era a ese extraño chico de gustos afeminados, obsesionado con la moda y el color rojo, amante de Pucca, que siempre usaba lentillas de colores diferentes y abiertamente gay, una de las pocas personas que sabían su más oscuro secreto.

— No fastidies y aléjate un poco o van a pensar que tratas de besarme —dijo irritado, empujando un poco a su amigo.

— Oh, vamos —bufó—. Déjame divertirme un poco más —pidió.

— Kyung —gruñó.

Pero Hunnie~ —lloriqueó—, ya me está viendo feo.

Una nueva mirada asesina fue lanzada a su amigo que tan sólo comenzó a reírse con ganas, y es que realmente al pelirrojo le divertía demasiado ser el objetivo de las miradas rencorosas de Luhan, porque para él era más que obvio que Luhan estaba celoso aún cuando seguramente se obstinaba en negar ese sentimiento al igual que Sehun se obstinaba en querer acercársele.

— No digas idioteces —farfulló—. A él seguramente le importa una mierda con quién me relacione —aseguró.

— Oooow —suspiró—, pobre idiota Hunnie, ¿qué acaso no puedes ver la mirada de odio que Hannie me dispara cada que me ve muy cerca de ti?

— Deja de decir idioteces —exigió.

— Okay —se encogió de hombros—, digamos que no son celos pero…

— ¿Y que estupidez dirás ahora? —inquirió irritado.

— Seguramente debe arderle mucho que seamos amigos —aseguró con una sonrisa socarrona—. Es decir, yo soy todo eso que se supone tú no querías cerca y por lo cual lo alejaste a él, sin embargo… mírate ahora, siendo mi mejor amigo y hasta mi guardián, él seguramente debe sentirse muy frustrado, dolido y hasta confundido.

¡Jodido Kyung Min!, como odiaba que tuviera razón.

Ninguno volvió a decir más y volvieron a dirigir sus miradas hacia Luhan que en ese momento los miraba de una forma un tanto muy agresiva, aunque apenas fueron un par de segundos ya que al final él terminó por desviar la mirada.

— Oh, sigue siendo igual de gélida que el día que llegaste —señaló, refiriéndose a la mirada de Luhan.

¡Oh, diablos!, pero como olvidar ese día.

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— Lulu~ —llamaba cantarinamente la linda rubia de sonrisa radiante.

— No voy a pasarte la tarea de física —respondió mucho antes de que ella tuviera oportunidad alguna de decirle nada.

— ¡Pero Hannie, debes ser un buen amigo! —chilló escandalosamente.

— Lo estoy siendo —aseguró.

— ¡Mentira!

— Cherry, un buen amigo te hace ver cuándo estás cometiendo un error y no sólo te aplaude tus tonterías —afirmó.

— Pero… —musitó, sus dedos comenzaron a juguetear entre sí y sus labios se abultaron en un adorable mohín que aunque podía tener a cualquier chico a sus pies, no tenía efecto alguno con Luhan.

— Dame una buena razón que excuse que olvidarás hacer la tarea de física y tal vez acceda a dejarte copiar la mía —dijo el chico de casi catorce años, mirándola seriamente.

— Bu-bueno, yo…

La puerta del salón se abrió de golpe y fue suficiente para que todos los alumnos corrieran a sus lugares al tiempo que un gracioso hombrecillo regordete ingresaba al aula.

— Buenos días, jóvenes  —saludó el señor Kim, su profesor de historia.

Todos contestaron al mismo tiempo al saludo del calvo hombrecito, él asintió satisfecho ante el saludo y avanzó hacia su escritorio para dejar su maletín y luego girarse hacia todos ellos como siempre hacía cuando tenía algo que decirles antes de iniciar la clase.

— Bueno, hoy día les tengo un importante anuncio —comenzó a decir antes de ser interrumpido por los cuchicheos de todo los demás—. Silencio y presten atención —ordenó, haciéndolos callar a todos de golpe—. Como decía, hoy se integra a nuestra clase un alumno nuevo, él viene desde muy lejos luego de haber estado recibiendo una estricta educación en un colegio militar, espero puedan comportarse como es debido y puedan apoyarlo en todo lo que…

El discurso del profesor se vio interrumpido luego de que fuertes sonidos provenientes de la puerta los distrajera a todos. Se escuchó una mala palabra al otro lado y tras ella un fuerte estruendo que hizo gritar a las chicas y dejó la puerta en el suelo.

— Mierda, eso no era parte del plan —farfulló la persona al otro lado.

— ¡¿Pero qué cree que está haciendo?! —vociferó furioso el señor Kim.

— Entrando al salón, ¿qué no ve? —bufó el atrevido chico, que sin más entró al aula.

Todo se congeló en el preciso segundo en que los ojos de Luhan se cruzaron con esos familiares ojos oscuros y sintió la rabia recorrerlo de pies a cabeza mientras el recuerdo de lo que le había hecho años atrás se reproducía en su cabeza.

Sehun no reparó en ninguna de las personas que lo miraban, empujó al furioso profesor para sacarlo de su camino y avanzó entre los asientos hasta hallar un puesto vacío. El calvo hombre exclamó indignado y salió del salón con la promesa de regresar con el subdirector, cosa que poco le importó al pelinegro.

Se percató entonces de que alguien lo observaba y levantó la vista, chocando con la brillante mirada de un ciervo, mirada que estaba llena de rencor y despreció pero que aún así seguía siendo tan hermosa cómo la recordaba a ella y a su dueño. Su corazón se agitó violentamente y aunque por dentro quería correr para abrazarlo, la máscara de indiferencia que se había construido no demostró nada más que asco hacia él.

“Te odio.”

Fue el mensaje que compartieron sin palabras y del cual uno era una farsa mientras que el otro era sólo el resultado de una herida que volvía a abrirse luego de mucho tiempo.

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Al recordar eso de hecho Sehun se dio cuenta que tan sólo había empeorado pero no era como que pudiera hacer absolutamente nada cuando era algo que él se había buscado por sí mismo pero no se arrepentía así medio mundo lo tomara por idiota, porque había sido para protegerlo y él podría volver a hacerlo cientos de veces solo por Luhan.

—Buuu, puta a la vista —habló Kyung Min, rompiendo el silencio.

Una vez más Sehun puso toda su atención sobre el objeto de toda su adoración y tuvo que apretar con fuerza los puños cuando la vio a ella cerca de Luhan.

“Oh, Hannie. Ese osito es precioso” —soltó el pelirrojo con una voz demasiado aguda—; seguramente eso es lo que debe estar diciéndole con su voz de perra estreñida —farfulló molesto.

Sehun no decía nada y únicamente se dedicaba a observar con rabia como la sonriente pelinegra reía y hablaba con Luhan, apretando la mandíbula al verla poner sus manos sobre Luhan y tragándose sus celos cada vez que lo veía sonrojarse frente a ella.

Porque en el mundo había tres cosas que Sehun odiaba más que a nada…

Una de ellas era a los gatos; Sehun tan sólo no soportaba a esas asquerosas bolas de pelo, otra era a su padre; Sehun podría matar al bastardo de poder hacerlo, y la ultima además de la que más odiaba; su compañera de clases Seohyun, y todo su odio hacia ella era por una única razón; a Luhan le gustaba la tonta chica.

— ¿De verdad? —escuchó su irritante voz y la vio sonrojarse al mismo tiempo que Luhan—. Yo… pero que pena, Lulu.

« ¡No lo llames así! », gritó internamente Sehun.

— N-no te preocupes —Luhan sonrió tímidamente—. No es como que fuera tu obligación saber que hoy es mi cumpleaños.

« ¡No la dejes ver esa faceta tuya! »

— Sí pero… —murmuró con la mirada clavada en el suelo—. Yo quería darte un regalo.

« ¡Aléjate, aléjate ya! »

— E-eso no es necesario, t-tú no tienes porque…

— Yo… —interrumpió apresurada—, podría… por lo menos… —susurró avergonzada—. ¿Puedo darte un abrazo por lo menos? —preguntó sonrojada.

« ¡No! », gritaba rabioso el desafortunado espectador.

— Hannie, yo no creo que eso sea una buena i…

— Por supuesto —respondió sin prestar atención a las palabras de su mejor amiga.

Sonrisas tontas fueron compartidas por ambos antes de que sus cuerpos entraran en contacto, era un abrazo inocente y sin dobles intenciones pero para Sehun aquello era una abominación que lo tenía al borde de la locura.

— Muy buenos días, jóvenes —saludó la profesora de biología, haciendo que Luhan y ella se vieran obligados a separarse pero no así borraran las sonrisas bobas que se dedicaban.

Sin embargo ya era tarde, Sehun se puso de pie estrepitosamente llamando la atención de todos sus compañeros, se colgó la mochila al hombro y avanzó hacia la salida no sin antes darle una mirada gélida a Luhan, quien se la devolvió sin problemas.

— Oh, vuelve a tu lugar —ordenó molesta la profesora.

Sehun no obedeció y abrió la puerta para por fin salir de ahí cuanto antes o de lo contrario iba a matar a esa tipa.

— ¡Oh Sehun! —alzó la voz su profesora.

— Váyase a la mierda —respondió y sin más salió del aula ante la atónita mirada de casi todos.

Le resultó muy fácil salir de la escuela y aún más llegar a casa de la única persona que podría tolerar lo jodidamente molesto que estaba en ese momento. Entró a la residencia sin molestarse en llamar a la puerta y lanzó su mochila contra la primera pared que vio.

— Buenos días a ti también —habló Jessica desde la mesa donde estaba comiendo su desayuno.

— Vete al carajo y no me vengas con esa mierda ahora —escupió.

— Veo que venimos enojaditos —se burló.

— Jodete —masculló entre dientes.

Ella suspiró pesadamente y finalmente decidió mirar al menor el cual seguía diciendo una sarta de maldiciones y palabrotas combinadas con uno que otro deseo de muerte para quien sea que fuera la tal Seohyun.

— ¿Qué pasó? ¿No le gustó el obsequio? —preguntó seriamente.

— No es eso —respondió frustrado.

— ¿Entonces?

— Está enamorado —murmuró con amargura.

— Oh, es eso entonces —dijo serenamente.

— ¡¿Te parece poco?! —exclamó frustrado.

— Pues… ¿qué quieres que te diga?

— ¡Que tengo que hacer, eso espero que digas!

— Es que no hay nada que hacer, él iba a enamorarse tarde o temprano —se encogió de hombros.

— ¡No puede! —vociferó rabioso—. ¡Él es…!

— Libre, Sehun —se adelantó, terminando la oración—. Luhan es libre y tiene derecho a ser feliz porque él no tiene la culpa de todo lo que pasó y de las decisiones que elegiste tomar. —Jessica lo vio tensarse pero sabía que no podía detenerse así que tan sólo siguió hablando—. Sé que lo hiciste para protegerlo, de verdad que lo sé, cariño. Sin embargo, sabías que el precio sería ese; ibas a perderlo y por mucho que te duela ya no puedes intervenir en su vida y únicamente deberás conformarte con observarlo desde lejos.

—Ya sé pero…

—Lo lamento tanto, Hunnie —musitó, extendiendo sus brazos para que así el pudiera ir a refugiarse en ellos.

Él así lo hizo, porque se sentía miserable en ese momento pero no derramó ni una sola lágrima mientras se dejaba arrullar por la reconfortante calma que le proporcionaba el abrazo de la única figura femenina que parecía querer su bienestar y nada más que eso.

—Todo saldrá bien, cariño —susurró con un tono casi maternal y él solamente cerró los ojos, enterrando su rostro en su pecho.

Eran las once de la noche cuando por fin volvió a su casa, encontrándola vacía igual que siempre, porque su madre le tocaba la guardia nocturna en el hospital, su padre seguramente debería estar metido en algún burdel y Minho… en realidad no sabía y mucho menos le interesaba que podría ser de él.

Subió lentamente las escaleras y caminó desganado hacia su habitación, su mochila terminó nuevamente en alguna parte del suelo y él se dejó caer sobre su cama. Las desordenadas almohadas fueran aplastadas por su cuerpo y al intentar acomodarlas se encontró con algo más.

Sonrió con melancolía al observarlo mejor y se sintió mal porque ya se veía sucio pero afortunadamente estaba completo, o algo así, ya que le seguía faltando una de sus puntiagudas orejitas y una de sus grises astas pero esas las había perdido hacía años por culpa de Minho.

—Lo siento, Bǎobèi lù —murmuró, mirando cariñosamente a su pequeño ciervo rosa.

Sus ojos viajaron de un momento a otro hacia su ventana y vio la luz de una de las habitaciones de la casa vecina encendida, supo de inmediato de que habitación se trataba e inmediatamente se acercó a la venta y corrió un poco la cortina para observar al dueño de dicha habitación.

Luhan estaba sentado en su escritorio haciendo seguramente su tarea, a su lado estaba el regalo que le había hecho ese día y cada cierto tiempo él lo miraba, sonriendo ampliamente cada vez. Era por eso y sólo por eso que Sehun sentía que todo valía la pena, era todo únicamente para verlo sonreír y la verdad era que eso incluso lo ayudaba a él mismo porque era en instantes así que podía olvidarse de todo lo demás que le molestaba o le era doloroso.

Esa noche, igual que todas las demás desde que había vuelto, se quedó ahí observándolo hasta que se fue a dormir. Esperó varios minutos más y luego, como solía hacer alguna que otra vez, saltó el muro que dividía la casa de su familia y la de los Wu.

Recordaba de memoria la técnica para llegar hasta la ventana de Luhan y luego de mucho tiempo de hacerlo para él el hecho de escalar hasta su ventana y colarse a su habitación únicamente para verlo de cerca, ya era algo demasiado natural.

Contaba con la suerte de que Luhan tuviera el sueño demasiado pesado y hasta ese momento nadie lo había descubierto tampoco y sí, podían llamarlo enfermo o acosador, en realidad no le importaba porque no sentía que estuviera haciendo nada malo ya que sólo lo iba a ver y nada más.

—Lo siento —susurró al tiempo que se arrodillaba junto al lado de su cama y tomaba su mano—, no debí enojarme contigo, era tu cumpleaños y se suponía que debías estar feliz.

Le acarició el cabello y sonrió al verlo suspirar tranquilamente, se llevó la mano ajena a los labios y se atrevió a besarle los nudillos pero no iría más lejos porque tenía miedo de no poder detenerse y tampoco merecía algo así.

Luhan hizo un ruidito extraño y se acurrucó un poco más cerca de la orilla como si supiera que él ahí se encontraba y tan sólo eso lo hizo sentirse inmensamente feliz, porque para él eso significaba que Luhan aún seguía sintiendo por lo menos un poco de afecto hacía él, aunque tal vez sólo se estaba engañando y nada más.

—Feliz cumpleaños, Bǎobèi lù —murmuró, besó nuevamente su mano y desapareció tan rápido como había llegado ahí.

Porque era peligroso para Luhan cuando seguía sintiendo ese enfermizo sentimiento de posesividad y Luhan estaba tan vulnerable frente a él. 

Notas finales:

¿Saben algo?

Realmente ahora siento que tardo siglos en actualizar pero no puedo evitarlo, estoy demasiado ocupada, ayuda  TT~TT

Ok no, pero de verdad siento que casi no tengo tiempo y es por eso que quiero darles las gracias porque siempre que me siento cansada sé que puedo venir a leer sus comentarios y me siento muchísimo mejor.

De verdad muchas gracias por leer y sobre todo por sus comentarios, de verdad no saben lo mucho que me ayudan :3


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