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La criatura detrás de la leyenda {SasuNaru} por -drxrry

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Notas del fanfic:

Nueva historia con seres/criaturas míticas ♥


Pareja: SasuNaru {Sasuke/Naruto}


Extensión: Capítulo único.


Géneros: AU, Fantasía, Leve terror, Romántico.

{Capítulo único: Detrás de la leyenda}

 

 

Era una noche fría, el helado viento hacía que las ramas de los árboles situados al lado de una cabaña, chocaran sonoramente contra el vidrio de las ventanas. Y en su interior, se encontraban un hombre, y ocho niños a su alrededor.

 

El hombre era un elfo algo viejo, se le notaban algunas canas y su piel ya tenía debilidad; los niños también eran pequeños elfos de seis a nueve años, y ellos estaban más que encantados de que el hombre les contara la historia, la más famosa leyenda que los elfos tenían en su memoria:

 

—Hace mucho tiempo —comenzó el elfo, moviendo sus manos lentamente en un pequeño círculo para hacer el énfasis del entorno—, cuenta la leyenda, que en aquel bosque a lo lejos, vive una criatura despiadada, cruel y terrorífica. —abrió más los ojos para observar a cada niño, viendo cómo los pequeños empezaron a temblar.

 

El elfo viejo curvó sus labios en una sonrisa de lado, volviendo a mover sus manos en un círculo, y continuó:

 

—Esa criatura posee unos largos cuernos. —él hizo la forma de los cuernos con sus manos por encima de su cabeza, esa forma hizo sombra en las paredes de la cabaña debido al fuego de la chimenea, y asustó mucho más a los niños que formaban un corro a su alrededor—. Su cola es tan larga que te puede estrangular nada más te acerques a él. Su cuerpo no parece humano, su rostro no es humano, tampoco es elfo. —dijo, continuando con una risilla misteriosa:

 

—Se alimenta de las ninfas y los elfos que se adentran al bosque y caen perdidamente en su hechizo. —susurró lo último con claro misterio en su voz, viendo a los pequeños elfos escuchar atentamente; hasta uno de ellos se tapaba los ojos para no mirar y sentirse seguro—. Nunca le miréis a los ojos más de diez segundos, niños… ¡O desapareceréis para siempre! —se inclinó hacia ellos y los elfos soltaron un grito por el súbito susto.

 

Un pequeño elfo de nueve años llamado Sasuke, estuvo en ese corro de niños, escuchando atentamente la leyenda más tétrica que jamás había oído. Él también tuvo miedo, se imaginaba el aspecto de aquella despiadada criatura y en lo único que podía pensar, era en que nunca se adentraría en el bosque, o sino, desaparecería como muchas ninfas y elfos que hicieron aquella locura. Tenía miedo, porque sabía que esa misma noche tendría pesadillas, y así fue.

 

Soñó con sus largos cuernos, con sus afilados colmillos, con su larga cola y con su aspecto monstruoso. Tuvo esa pesadilla, porque soñó que de un segundo a otro, lo vio sin sus dos ojos. La criatura no poseía sus ojos, esa zona estaba hueca, oscura y hueca. Tuvo miedo, quería despertar y salir de la pesadilla, pero no podía, se había quedado atrapado en ella, y la malévola criatura se estaba acercando a él mientras abría su gran boca. Iba a morir, iba a desaparecer, no… ¡No podía desaparecer así!

 

¡Despierta! ¡Despierta, Sasuke!

 

Abrió los ojos de golpe y se incorporó en la cama con rapidez, aferrándose fuertemente a las sábanas. Sasuke respiró agitadamente durante unos eternos segundos hasta que logró regular su respiración, soltando un último jadeo. Se pasó el dorso de su mano por la frente y supo que había sudado de nuevo, por tener aquella pesadilla.

 

Sasuke dejó caer los hombros con cansancio y suspiró. Habían pasado años desde que escuchó esa tétrica leyenda por primera vez, y después de esos años, siempre tuvo la misma pesadilla; no todas las noches, pero sí cuando la luna se hacía presente en la cúspide del nocturno cielo.

 

Era por la mañana y aquello lo relajó mucho más. Sasuke se levantó de la cama y comenzó a cambiarse de ropa; eran prendas algo suaves que iban debajo de una más resistente, pero de igual forma, se podía poner sólo una, sin embargo Sasuke nunca lo hacía. Su ropa era una mezcla entre azul oscuro y verde, los colores que le agradaban más. El azabache se puso el cinturón de cuero, cogió su arco, su estrecha funda de las flechas y se dispuso a salir de su cabaña.

 

Ahora Sasuke tenía dieciocho años, el tiempo corría, pero sus rasgos jóvenes no. Los elfos no envejecían tan rápido como los hombres, aunque en los primeros años, su apariencia solía confundirse fácilmente por lo jóvenes que se veían. A la edad de cincuenta años, en este caso la de sus padres, poseerían una apariencia que tendrían por el resto de su vida hasta los cien años. Sin embargo, cuando sus padres alcanzaron esa edad, tuvieron una enfermedad en su cuerpo, y el resultado fue nada más que irse de este mundo.

 

Aquello pasó cuando Sasuke tuvo doce años, y actualmente ya había superado la muerte de sus progenitores. Había aprendido rápido gracias a la compañía de sus amigos y compañeros. El pueblo de Konohagakure no era tan grande, había pocos habitantes y entre todos se conocían a la perfección. Habían hecho buenas migas, por el simple hecho de haber crecido juntos, sanos y fuertes.

 

Sasuke se acomodó el arco en su espalda y alzó la mano en un ademán por saludar a Sakura, una ninfa que estuvo siempre a su lado en su niñez. Sakura tenía el cabello de tonos rosados, era muy suave y largo, llegándola hasta su estrecha cintura. Sus orejas eran puntiagudas, iguales a las de él, pero la ninfa tenía unos pendientes y una fina cadenilla colgando como decorativo, viéndose así más hermosa. Sus ojos eran de un color verde azulado, claros y brillantes. Sus rasgos eran finos, pero no eran tan pálidos como los suyos, y ella solía tener la costumbre de pintarse un poco los labios en tonos rojizos cogidos de las amapolas.

 

No obstante, aunque Sakura fuese hermosa a simple vista, la ninfa sólo era su amiga, no quiso ni quería tener nada con ella relacionado a una relación amorosa. Además, Sasuke sabía que la ninfa estaba perdidamente enamorada de otro elfo, del cual no recordaba su nombre, pero sabía que empezaba por “I”.

 

Sasuke se sentó en frente de Sakura, eran unos bancos de roble con una mesa del mismo en el medio, habían sido puestos en el centro del pequeño pueblo para que los elfos y las ninfas pudieran charlar y divertirse con sus hijos, puesto que al lado había un juego de piedras que a los niños les gustaba pasar el tiempo saltándolas mientras tarareaban una canción.

 

Sasuke y Sakura estuvieron hablando de cualquier trivialidad, pero sobretodo, hablaron sobre la misma pesadilla de la leyenda. Sakura le había comentado una cosa sobre dicho asunto; sólo un hombre elfo se aventuró a adentrarse al bosque hace dos días, sin embargo, como bien decía la leyenda, ese hombre nunca volvió, desapareció sin dejar rastro, y el temor aumentó de nuevo en los niños.

 

Sasuke ya no tenía miedo sobre esa tétrica leyenda, y aunque todavía siguiera teniendo esas pesadillas, él ya había superado ese temor. Sólo el recuerdo del aspecto monstruoso de la criatura perduraba en su memoria, pero sólo eso, el miedo había desaparecido.

 

Cuando la ninfa se tuvo que despedir de él al haber visto a sus padres llamándola, Sasuke se fue directo a su cabaña. En un determinado instante mientras Sakura le había hablado de ese hombre que desapareció, sólo en un determinado momento, el azabache tuvo una gran idea en mente. Se acercó a la mesita de noche que estaba al lado de su cama y sacó de un cajón una libreta vieja y algo arañada.

 

Sasuke la cogió con ambas manos y quitó algo de polvo de la portada, leyendo el título:

 

—El hechizo del bosque… —susurró, pasando sus dedos por cada letra dorada del título.

 

Abrió la libreta y comenzó a leer una vez más la leyenda. Tenía que comprender por qué existía una criatura así en aquel bosque, y el por qué todo el mundo desaparecía. ¿Tan terrorífica era?

 

«En el bosque, se encuentra una criatura poseyente de largos cuernos, una cola muy larga, su cuerpo no es ni humano ni elfo; se alimenta de los elfos y las ninfas que se adentran al bosque. Si se le mira fijamente a los ojos durante un tiempo de más de diez segundos, caerás instantáneamente en sus encantos, te quedarás atrapado en su hechizo y, por ende, te comerá y desaparecerás»

 

Sasuke frunció ligeramente los labios al terminar de leerlo. La criatura de sus pesadillas era mucho peor, porque lograba distorsionar un poco los hechos que contaban la leyenda, haciéndola así más terrorífica en sus sueños.

 

Suspiró y lanzó la libreta a su cama. Tuvo unas inmensas ganas de saber cómo se veía esa criatura. Quería saber si era cierto o no, saber si de verdad existía tal cosa, entender por qué las personas desaparecían. Sasuke llegó a pensar que tal vez, sólo tal vez, era una mentira creada por los mayores para que éstos se fueran a otro poblado. Pero… también cabía la posibilidad de que en verdad estén muertos.

 

Sasuke iba a adentrarse al bosque, y nadie se lo iba a impedir.

 

 

Esperó hasta el día siguiente para salir de su cabaña muy temprano por la mañana, puesto que nadie solía salir de sus hogares a tal hora. Corrió sigilosamente hasta llegar a las afueras y de nuevo caminó con normalidad, poniéndose mientras tanto unos guantes de cuero que tan amablemente le había hecho Sakura; los guantes estaban cortados y se dejaban ver los dedos, siendo más cómodo a la hora de lanzar las flechas.

 

Lo sentía por Sakura, pero él quería saber la verdad a pesar de las terribles consecuencias que eso implicaría. Si se lo hubiese dicho a su amiga, Sasuke sabía que querría ir con él y eso no lo iba a permitir, así que decidió guardar silencio y no comentarle lo que estaría a punto de hacer.

 

Una vez que logró llegar al bosque, Sasuke frenó sus pasos y antes de adentrarse, prefirió observarlo con detenimiento. El bosque no era tan sombrío como se lo había imaginado, sino que era un bosque normal y corriente, con el cantar de los pájaros como sonido de fondo y el aleteo de los mismos. Hasta pudo llegar a escuchar el sonido de un riachuelo correr por la suave brisa.

 

Sasuke no esperó más y entró al bosque, mirando siempre a sus alrededores por si acaso. Tampoco sabía dónde se encontraba la criatura realmente, no sabía si estaba cerca o lejos, por eso prefirió estar en alerta.

 

Escuchaba sus propios pasos pisar las húmedas hojas de los árboles, pequeñas ramas o alguna que otra seta venenosa. Notó que también había moras en los matorrales cercanos y que los troncos de los árboles tenían resina. Sasuke se abstuvo de coger la resina, porque en un momento como ese no deseaba tener las manos pegajosas y pringadas, además de que necesitaría lanzar alguna flecha si algún animal hambriento se le acercaba amenazadoramente.

 

Sasuke agudizó sus oídos al escuchar muy cerca el sonido del agua. Caminó unos metros más y lo vio, era un pequeño riachuelo; el agua se veía tan limpia y natural, que le entró sed y no dudó en coger un poco de agua con sus manos para beberlo. Estaba fresca y rica y a Sasuke le sentó de maravilla, relamiéndose los labios por la frescura.

 

Cuando terminó, el elfo saltó el riachuelo con facilidad (ya que era estrecho) para pasar al otro lado y nuevamente caminó sin rumbo alguno. El relajante sonido del bosque lo estaba cansando un poco, todo se escuchaba tan calmado y natural, que Sasuke llegó a pensar que en verdad lo de la tétrica criatura era mentira, un simple engaño, sin embargo, no pensó lo mismo cuando escuchó un grupo de pájaros piar con fuerza y volar hacia su dirección, provocando que su ceño se frunciera por verlos tan ajetreados.

 

Sasuke se volteó y se quedó observando cómo el grupo de pájaros volaba hacia la dirección contraria a la de él. Volvió a voltear la cabeza y puso todos sus sentidos en alerta, teniendo ya su arco en mano con una flecha, preparado para lanzarla. Si los pájaros habían venido de esa dirección, es que algo no muy bueno se encontraba ahí. Unos pájaros no se asustaban porque sí.

 

Sasuke se lamió el labio inferior y caminó hacia esa misma dirección, observando a lo lejos un espacio en el bosque, era un claro. Llegó hacia ese espacio rodeado de árboles, pero no se adentró, porque se había quedado totalmente petrificado al estar viendo lo que creía que estaba viendo. Rápidamente y sin pensárselo, Sasuke se escondió detrás de uno de esos árboles y asomó un poco la cabeza, apretando el arco en su mano.

 

—Es él… —susurró muy bajito, quedando asombrado y con el corazón en la boca.

 

Estaba viendo a la criatura, a la misma de la leyenda, situada en medio de ese espacio rodeado de árboles. La criatura estaba sentada en una roca que había justo en medio, y estaba posicionada de lado. No había notado todavía su presencia, y Sasuke aprovechó ese corto tiempo para observarlo. Sin duda era aquella despiadada criatura, pero… no era igual al de la leyenda.

 

Parecía un chico, lo supo por ver sus serenos rasgos. Su piel era un poco morena, su cabello era de un tono rubio brillante y a simple vista se veía suave. Sasuke alzó la mirada y se fijó en sus cuernos, la criatura no tenía esos largos y tétricos cuernos como contaban en la leyenda, sino que sus cuernos eran pequeños y se veían inofensivos. Su cola tampoco era tan larga como en la leyenda, sino que era igual de largo que su brazo, delgada, y al final de ésta, tenía una mata de pelo también rubio; su cola era igual al de un león.

 

Sasuke parpadeó. El cuerpo del chico sí que era humano, igual al de un elfo. Su torso estaba desnudo, pero de su cintura para abajo tenía puesto una suave tela anaranjada que le llegaba hasta sus tobillos, sin embargo, no dejaba traslucir la anatomía. Sus pies también eran humanos. Sasuke estaba realmente confuso. Esa no era la criatura que contaba la leyenda.

 

Al parecer, el cuerpo del elfo se congeló en el instante en que el chico notó su presencia, y sus miradas se encontraron. Los zafiros ojos de la criatura se clavaron en los suyos y Sasuke no supo exactamente lo que hacer, se había quedado inmóvil, y no era por ningún hechizo, simplemente, se había quedado embelesado por aquella brillante y azulada mirada.

 

Sasuke cometió el error, y lo miró fijamente en un tiempo de más de diez segundos, pero no ocurrió absolutamente nada. Nada de nada. Sasuke parpadeó, ni siquiera el chico se había acercado a él para matarlo y comérselo, tampoco se había movido de esa roca, sólo, la criatura se quedó observándolo con una pizca de sorpresa, teniendo entre sus manos una fina rama con verdes hojas.

 

Sasuke bajó el arco que había alzado de forma inconsciente y se dejó ver, entrando en el claro. Mentiría si dijera que no estaba para nada confuso, porque fue todo lo contrario. ¿Aquel chico era la criatura al que todos repudiaban y temían? Se veía tan inofensivo, que el elfo mantuvo sus sentidos en alerta por si ese era el hechizo o el engaño.

 

—Eres el primer elfo que no huye de mí. —Sasuke lo escuchó hablar y lo miró, estando sorprendido por oír su suave y melodiosa voz.

 

—¿Por qué tendría que huir? —le respondió el azabache con una firme voz, estando a una distancia considerable de ese ser.

 

¿Qué era, exactamente? Sasuke no supo diferenciar su aspecto. No parecía un elfo, tampoco un fauno o un sátiro, y mucho menos un ent. Si fuese un ent, Sasuke lo sabría, porque para nada ese chico parecía ser un guardián de los bosques, como tampoco parecía ser un híbrido entre un árbol y un humano. Los ent no tenían cuernos, mucho menos cola… ¿Entonces qué era? ¿Una criatura que desconocía? Lo creía imposible.

 

—Por esa estúpida leyenda. —dijo el rubio, respondiendo a la pregunta del elfo.

 

Sasuke frunció el ceño, de nuevo confundido. ¿”Estúpida leyenda”? ¿A qué se refería? Pese al haber tenido esas pesadillas, el azabache estaba demasiado curioso con todo este asunto. Ahora más que nunca al saber que no era como la leyenda lo describía.

 

—¿Tienes un nombre? —para sorpresa de Sasuke, fue el chico quien le formuló esa pregunta.

 

—Sasuke, ¿y tú? —llevó el arco a su espalda y lo mantuvo allí. Por alguna razón no veía motivo alguno para querer atacar al rubio. Lo veía tan inofensivo que rápidamente alejó esos anteriores pensamientos sobre lo que decía la leyenda.

 

Porque si lo que decía la leyenda era cierto, el rubio ya lo hubiese comido y él hubiese desaparecido. Pero no, ahí estaba, parado enfrente de la roca la cual estaba sentado el chico. Estaba vivito y coleando, ¿por qué no le hacía daño? Se suponía que comía a los elfos y a las ninfas que se adentraban al bosque, se suponía que el aspecto de la criatura tenía que se escalofriante, y en cambio, era prácticamente todo lo contrario.

 

—Mi nombre es Naruto. —dijo el rubio, mirándolo fijamente con una tierna sonrisa—. De verdad me sorprendes, Sasuke, eres el primer elfo inteligente que conozco. —comentó, incorporándose en la roca para cruzar las piernas y sentarse como un indio.

 

—¿Por qué dices eso? —Sasuke se fue acercando más a la roca, estando ahora a una escasa distancia para contemplar bien a Naruto.

 

Sasuke también estaba sorprendido, demasiado, pero no solía expresar mucho esa emoción. No podía creer que estuviese hablando con esa criatura de manera tan natural, como si ambos se conociesen de hace tiempo. Era extraño, muy extraño, sin embargo, Sasuke no sintió la necesidad de alejarse y contarle a todo su pueblo que la leyenda era mentira, pura y real farsa. Sino que prefirió quedarse más tiempo allí, quería saber cómo es que los acontecimientos de la leyenda ocurrían y por qué.

 

Al ver que Naruto no había respondido a su anterior pregunta, Sasuke optó por hacerle otra:

 

—¿Por qué los elfos y las ninfas que te ven… desaparecen?

 

Esta vez vio cómo Naruto curvó lentamente sus labios en una nueva sonrisa, sonrisa que hizo dudar a Sasuke. Naruto volteó su cabeza hacia su lado izquierdo y Sasuke hizo lo mismo para saber qué estaría mirando. El elfo se sorprendió por ver a lo lejos un acantilado, podía escuchar claramente el sonido de las pequeñas olas ser movidas por la brisa.

 

—No es por mis encantos, tampoco es por mis ojos, y mucho menos es por el hechizo. —habló Naruto mientras seguía observando el acantilado, hasta que de nuevo observó a Sasuke y continuó: —Los elfos se creen esa leyenda y huyen de mí nada más verme. Ellos están tan asustados que no se dan cuenta de que han caído por el acantilado, hasta que escuchan sus propios gritos en un eco al vacío.

 

Naruto sonrió de lado, y siguió:

 

—Los elfos siempre se van hacia ese lado por inercia. —señaló el acantilado con la cabeza—. Por mucho que quiera intentar detenerlos, ellos siempre huyen de mí. No comprendo cómo pueden ser tan estúpidos para que piensen que me alimento de sus entrañas. —bufó, soltando una risilla—. Por eso eres el primer elfo que conozco que no huye de mí, por eso dije que eras inteligente. —se encogió de hombros.

 

Sasuke se había quedado anonadado, perplejo, asombrado… cualquier sinónimo era útil para describir cómo estaba. No podía creer lo que Naruto le había contado. ¿Cómo era posible que todos los que habían desaparecido… sólo se habían caído desde el acantilado? Entonces, ¿nada de lo que decía la leyenda era cierto?

 

Sasuke miró a Naruto y vio cómo esos azulados ojos lo miraban. Naruto era inocente, era inofensivo, y no era cruel, sino todo lo contrario. Los elfos que creyeron en esa leyenda, fueron los que de verdad desaparecieron, pero los que no creían, como en este caso él, son los que de verdad sobrevivirán. Era irónico pensarlo, pero le fue inevitable. Naruto no era malo.

 

—La leyenda es mentira, no existe… —murmuró Sasuke, más para sí mismo que para Naruto.

 

El elfo se dejó caer de rodillas en la hierba y se tumbó en la misma, quedando boca abajo. Permaneció observando el claro cielo azulado; fue como si se hubiese quitado un enorme y pesado peso de encima. Fue como si hubiese descubierto el paraíso. Sasuke jadeó en una sonrisa y se quitó el arco y la funda de las flechas de la espalda para dejarlo todo al lado suyo.

 

Todo fue mentira.

 

Cuando Sasuke sintió cómo alguien se había tumbado a su lado, el elfo volteó la cabeza hacia su derecha y vio que se trataba de Naruto, quien tenía su mirada puesta en el cielo, con una encantadora sonrisa surcando por sus labios. Sasuke no pudo evitar sonreír y desvió su mirada hacia el cielo, de nuevo. Sólo bastó una mirada para saber que Naruto se veía hermoso, por así decirlo, parecía una criatura especial.

 

—Naruto —lo llamó Sasuke, teniendo ahora toda la atención del rubio—, ¿qué clase de criatura eres?

 

Ambos permanecieron mirando hacia el cielo. Naruto posicionó ambas manos detrás de su nuca y frunció el ceño de una manera tierna ante la pregunta del elfo.

 

—Supongo que un híbrido. —respondió, no estando muy seguro. Miró a Sasuke con más curiosidad—. ¿Tú sabes lo que soy? No recuerdo cómo eran mis padres.

 

Sasuke negó con la cabeza, pasando su lengua por su labio inferior, pensativo.

 

—Por eso te he preguntado. No sé lo que eres. —Sasuke también miró a Naruto y ambos se quedaron observándose fijamente a los ojos, completamente perdidos en sus miradas—. Ahora que lo dices sí que pareces un híbrido. Me extraña ver uno, pero es fascinante. —sonrió, asintiendo con la cabeza.

 

Naruto rió con suavidad. Sus miradas no se habían desconectado para nada.

 

—Entonces, si no has matado a ninguno de esos elfos, ¿por qué no sales del bosque? ¿Es tu hogar? —preguntó Sasuke.

 

Naruto presionó los labios con suavidad.

 

—No puedo salir del bosque. —dijo—. Si lo hago, me matarán por creer en… bueno, ya sabes, esa tontería. —murmuró, bajando la mirada.

 

Sasuke enarcó una ceja por ver ahora cómo Naruto se veía algo entristecido. El rubio tenía razón. Su pueblo había creado esa leyenda, y con ello estaban perjudicando bastante a Naruto. De alguna manera se sintió culpable, Naruto no se merecía ese desprecio, no se merecía ese temor. Sintió la necesidad de compensarle con algo, hacer algo por él…

 

—Ya sé. —habló Sasuke después de unos segundos en silencio, haciendo que Naruto lo volviera a mirar a los ojos—. Vendré a verte. Estaré contigo los días que quieras. —aseguró, observando cómo ese color zafiro en los ojos de Naruto había brillado—. No me gustaría que estuvieses solo por esa dichosa leyenda. —sonrió con suavidad.

 

Naruto entreabrió su boca y sin pensárselo se abalanzó hacia Sasuke, estando ahora encima de él mientras hacía su intento por abrazarle. No sabía por qué estaba tan feliz, o por qué estaba abrazando a un elfo, pero lo que sí supo es que su corazón había dado un vuelco por aquellas palabras. Esa idea le había maravillado.

 

Cuando Naruto elevó la cabeza y miró los intensos e impactantes ojos de Sasuke, se quedó prendido en ese color oscuro y brillante de los mismos. Su corazón estaba latiendo con rapidez por esa vista; antes no se dio cuenta de que un elfo pudiera ser tan apuesto.

 

Sasuke tampoco supo por qué, pero cambió la posición de sus cuerpos y ahora él estuvo encima de Naruto, con ambas manos posicionadas a cada lado de la cabeza del rubio. Se había quedado prendido en esos azulados y brillantes ojos, y lo único que pudieron escuchar fueron sus tranquilas respiraciones junto a sus alocadas palpitaciones de sus corazones.

 

Naruto tragó saliva, sintiéndose nervioso de un segundo a otro.

 

—Entonces… —habló Sasuke, sin apartar su mirada del hermoso rostro de Naruto—. Si no has hechizado a ninguno de esos elfos con tus encantos, eso quiere decir que… ¿Nunca te han besado? —lo dijo con tal lentitud, que hizo que Naruto se aferrara a la hierba con fuerza, sintiéndose extraño.

 

—¿B-besar? —murmuró Naruto, parpadeando—. ¿Por qué tendrían que besarme?

 

Sasuke quiso retener una nueva sonrisa, porque demonios, en ese momento Naruto se veía tan confundido que por un instante creyó que era así de inocente. El elfo negó lentamente con la cabeza, se acercó a su oído y le susurró:

 

Para besar a alguien tiene que haber un motivo.

 

Y al terminar de decir aquello, Sasuke cerró los ojos y juntó sus labios con los contrarios en un fugaz beso, dejándose llevar por sus recientes impulsos. Naruto cerró los ojos en el minucioso instante de sentir los labios del elfo, y sintiendo cómo su corazón se emocionaba, Naruto no pudo evitar corresponder a ese beso. Se volvió más apasionado, sus lenguas danzando a la melodía de sus propios latidos y sus labios moviéndose al mismo ritmo de su anhelo.

 

Tuvieron que separarse para coger aire, sus pulmones les pedía el oxígeno necesario en un momento como aquel, siempre tan inoportuno. Sasuke y Naruto se quedaron mirando fijamente, sintiendo sus propias respiraciones chocar contra su piel y los latidos de sus corazones cada vez más locos.

 

Naruto tragó saliva y jadeó, perdido en la mirada del elfo.

 

—¿Qué… qué motivo tuviste para besarme? —le preguntó Naruto, intentando regular su respiración.

 

Sasuke sonrió.

 

—Me has hechizado. —bromeó él, y entonces Naruto lo entendió, no pudiendo evitar el reír con suavidad.

 

Naruto bajó la mirada hacia los labios del elfo y susurró:

 

—A mí también.

 

El rubio lo besó de nuevo y fue correspondido sin pensarlo, volviendo a aquel apasionado e inexplicable beso.

 

La leyenda no fue como la contaron, la criatura que vivía en el bosque no fue como lo describieron, y Sasuke había caído perdidamente en los encantos de Naruto, pero… no fue por el hechizo.

 

Notas finales:

Espero que os haya gustado, y si es así, hacérmelo saber :)


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